Frío y Calor
Capítulo 17: "Una noche, segunda parte"
Tonto...
... eres un gran tonto.
¿Porqué haces estas cosas? ¿Porqué haces esto junto a mí?
¿Me escuchas? Eres un tonto...
Pero eso es lo que me gusta de ti.
Después de todo no me escuchas.
Aún así eres un tonto, aunque... aunque eres el tonto al que amo.
Liserg fue despertando lentamente, muy despacito, pues se sentía muy cómodo y a gusto. La brisa del viento acariciaba su rostro con lentitud y de manera dulce, mientras que algo le hacía cosquillas en la nariz, supuso alguna hoja de los árboles.
Supuso mal.
De pronto, se encontró con los grandes y claros ojos marrones de Erika, quien le observaba con cariño. Su mano acariciaba su mejilla mientras susurraba muy suave a su oído, para que despertara.
- ¿Cómo te encuentras? - preguntó él sin saber bien qué decir.
- Yo estoy bien. ¿Pero tu?
- Me recuperaré.
Él le sonrió con esa sonrisa capaz de dejar desmayada a cualquier chica, pero a ella ahora no. Su rostro que habia mantenido apacible se enserió y se corrió un poco de donde estaba, alejándose del inglés.
- Ahora vete, quiero estar sola.
- ¿Aún sigues con eso?
- Sí. Así que vete... no quiero verte ni estar contigo, Liserg. Acepta lo que digo, ¿si? Vete.
- ¡¡Que no!! - exclamó él poniéndose de pie con cierta brusquedad - Eres tu la que no acepta las cosas, yo te quiero, te necesito. Erika... Erika, no me dejes.
- ¡¡No puedo!! Yo no puedo estar contigo.
- ¿Quién lo dice?
Dios. ¡¿Porqué todo era tan difícil con él?! ¿Porqué simplemente no se iba y la dejaba en paz? Erika, en toda su niñez, estuvo acostumbrada a estar sola, tranquila, quizás demasiado, pero era parte de su carácter. Le costaba ser sociable y por más que Liserg hubiese intentado cambiar eso en ella, no lo había logrado del todo.
- Yo... yo no te quiero más junto a mí - murmuró la castaña con voz lenta.
- Eso es mentira.
- ¡¡Es la más sincera verdad!! No te quiero junto a mí pues yo tampoco puedo estar a tu lado. Deja de hacerme daño.
- Erika - susurró el inglés con voz ronca - te prometo que desde ahora en más nunca te haré daño. Esta noche, voy a demostrarte cuanto te necesito...
Ella se perdió en esos ojos verdes y no supo más de sí desde entonces.
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Pilika dormía apaciblemente a su lado y él, aunque el sueño le estuviese venciendo, se sentía totalmente a gusto simplemente mirándola. Llevaba rato acariciando su suave mejilla y mirando como su pecho subía y bajaba. Pensar que había sido tan tonto al dejarse llevar por una mala fuerza y estuvo a punto de perder lo más importante que tenía.
Pero ahora lucharía por ella.
La miró soñar. ¿Qué estaría sintiendo ella? se preguntó mientras se apoyaba en la palma de su mano y se acomodaba más cerca de la ainu. Por más que le doliese admitirlo, estaba enamorándose cada vez más de esa jovencita rebelde. Se moría cada vez que ella simplemente le miraba o le sonreía y era por esa sonrisa por la que su corazón se regocijaba.
En los primeros tiempos esa era la hermana chillona de su mejor amigo peliazulado, y su única diversión era hacerla enfadar, al igual que a Horo Horo, pero después, se vió hechizado por esa mirada azulada, por esas caricias que se había permitido sentir cuando era importante para ella, cuando la merecía. Su consciencia le reclamó, entonces, que era un chino despreciable que había desconfiado de esa maravillosa mujer y que no había podido sentir la presencia de un ente maligno.
Su mirada se perdió en sus mejillas sonrosadas y sonrió, ¿Quién diría que Len Tao se enamoraría algún día?
De pronto, ella comenzó a despertar, como llamada por los pensamientos del chino.
- Hola - murmuró seca - ¿Qué haces...? ¿qué haces en mi cuarto?
- Es mi habitación... Kilia estaba en tu cuarto y por eso no pude llevarte allí. Te desmayaste en el jardín - explicó Len con voz muy cansada.
- ¿Qué te pasa? Parece que no hubieras dormido en días.
- No es para tanto. Sólo estoy un poco cansado, es todo. Pilika, necesito hablar contigo.
Ella se sentó en su futon y le miró esperando.
- Cometí un error.
- ¿Cómo?
- Sí. Yo... yo sin quererlo, dejé mi cuerpo poseer por un mal espíritu que influyó en mi bronca para que me enojase mucho más y te tratase de mala manera. Discúlpame, Pilika... no debí.
- Len...
- Sí. Fui un idiota, no merezco que vuelvas conmigo, que digas que intentaremos de nuevo, sé que no te merezco en estos momentos. Pero no soportaría perderte, Pilika. Realmente te amo. - cerró los ojos fuerte, si quería recuperarla tendría que abrir totalmente su corazón hacia ella, entonces... se sentía desnudo.
- Len...
- ¡Y aunque no lo creas, todo lo que te digo me cuesta! No por el sentido de que no lo sienta y eso, si no que a pesar de que eres tu la mujer de mi vida, no soy hombre de decir esas cosas...
- Len...
- No, Pilika, soy un idiota, no debí venir yo...
- ¡¡¡LEN!!!
Él levantó la cabeza por primera vez desde que había comenzado a hablar y se encontró con la suave y especial sonrisa de la peliazulada, única, ella le selló los labios con un dedo y llevó su mano hasta su mejilla, acariciándola. Luego acercó su cabeza y la recostó entre el hueco del hombro y su cuello, permitiéndole al chino una nueva acción.
Este llevó sus manos a la cintura de la ainu y la atrajo, de manera que también pudo sentir el aroma que emanaba de los cabellos azulados, le hacían cosquillas en el rostro. Sonrió incoscientemente.
- Yo te quiero mucho, Len. No vuelvas a dejarte llevar por nada.
Sonrió más.
- Aunque me encanta escucharte de aquella forma, sin duda tienes tu carácter - Pilika se apartó para mirarle al rostro - y eso es lo que más me gusta de ti.
- Sinceramente eres demasiado especial. Pero...yo también te amo por ello.
Y se besaron. ¡Por fin lo hicieron! Ella le rodeó con los brazos profundizando más el beso y sintiendo la lengua de Len recorriendo a su placer su boca, jugando con la suya propia y mordizqueándole cada tanto los labios. Cuando se separaron ella tenía la boca roja y un poco hinchada pero no dudó en volver a unirlos, pues había deseado mucho a Len, y había odiado aquella pelea que ambos habían tenido.
Len era uno de esos hombres típicamente muy posesivos, y por lo tanto veía en Pilika un objeto que llevaba su nombre, que era totalmente suyo; más allá de enojarse a la ainu le gustaba en cierta forma eso, pues quería decir que después de todo Tao la amaba y la consideraba su mujer, a quien iba a proteger por sobre todo.
- No te alejes - murmuró la joven peliazulada entre beso y beso mientras sentía la mano calentita de Len tocar su vientre liso, el había apartado la camisa que llevaba y estaba casi sobre ella. - pero... pero... Len...
Entonces, el chino se detuvo y la miró, él se veía un poco agitado sobre ella, observándola con evidente ternura, afecto y pasión. La deseaba, pero no iba a obligarla a hacer algo a lo que, seguramente, no estaba preparada.
Él ya había tenido pares de experiencias en cuanto a este tipo de situaciones, pero Pilika, a pesar de su edad, era más inexperta, y pequeña. Ella no parecía estar preparada para una relación con el chino.
- Len, yo... tengo miedo.
- Lo sé. - murmuró él acostándose a su lado y rodeándola con sus brazos, bien cerca de su pecho y se quedó junto a ella sintiendo como el calor de uno prácticamente también le pertenecía al otro - por eso no voy a obligarte a nada.
- Pero tu... bueno... ¿tu no quieres?
- Ja, Ja, ¡Por supuesto que si!
- ¡No te rías!
- Es que me haces cada pregunta, Pilika. Sí, te quiero, te amo y te deseo como no tienes idea, pero ante todo te amo mucho y no está en mis planes obligarte a nada, ante todo tengo que protegerte.
Ella le miró en silencio y sonrió, acercándose más a él.
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Hao miró hacia donde Kilia se había ido, salió al jardín, todabía nevaba bastante, y hacía frío. Posó su vista entre los copos de nieve que se colaban por las ramas de los árboles y caían al piso. Cerró la puerta del salón de entrenamientos que era exclusivo de su hermano menor y se apoyó contra ella, soltando un suspiro. ¡¿porqué había sido tan tonto?!
Si solo se hubiese callado... pero no, él había tenido que ir y molestar a Kilia, tratarla mal, insultarla. De pronto, un figura se apareció entre las sombras de los árboles, y una risa llegó hasta sus oídos, divertida. Los colores que destellaban de aquel lado hacían contraste con la oscuridad y a él le dio más curiosidad, por lo que se acercó silencioso. De pronto, esa figura pequeña salió hacia donde estaba él, cayó hacia atrás.
- ¡¿Quién eres?! - preguntó exaltado Hao.
- Chihiro-chan, niño raro.
- ¿niño raro?
- Sí, eres un niño raro, hay mucha maldad en ti, la siento, pero está raramente oculta en una parte de tu cuerpo. Mmm... que extraño, ahora sólo hablas con el corazón. Hasta unos momentos hablabas con esa maldad.
- ¿Qué sabes de mí?
- te lo estoy diciendo. Sólo sé lo que veo y lo que escucho. Y de ti he visto mucha maldad, pero también algo de amor y buenos sentimientos. Tienes un hermano, ¿no?
Hao asintió y se sentó en la nieve, sin sentir la menor muestra de frío.
- ¿y tu qué sabes de mí?
- Sé que eres una niña rara, también.
Ella infló los cachetes en pleno berrinche y se acercó a su rostro, observándolo más.
- ¡¡¿Cómo dices?!! Niño raro, no te desquites conmigo, yo no soy rara, soy una buena niña y quiero mucho amor.
- ¿Quién no? - murmuró suavecito él - no es mi problema, extraña.
- ¿Qué hacías aquí afuera?
- Acabo de salir de allí. ¿y tu? ¿desde hace cuanto que estás aquí?
- Hace un par de horas - soltó una risita - Estoy investigando, tengo que asegurarme que ninguna figura del mal entre en esta casa. Eso me han ordenado.
- Entonces... después de todo, ¿ustedes quieren ayudarnos?
Ella rió entusiasmada.
- Dime, Chihiro, ¿qué tanto quieren con nosotros? Pensé que querían matar a Pilika y cerrar el mundo de la oscuridad.
- Bueno, en parte es cierto. Necesitamos cerrar a la oscuridad, pero... - rió de nuevo mientras se elevaba una nubecita a su lado - ¡no hace falta que matemos a la señorita Pilika! Además, ella podría eliminarnos muy fácil.
- No lo creo... ella jamás les dañaría. Tampoco tiene tanta fuerza.
- No confíes en eso, niño raro - se subió a su nube y sonrió ampliamente, se acercó a Hao y le dio un sonoro beso en la mejilla - eres lindo, aunque raro. Me voy.
De pronto y como si fuera una nube verdadera desapareció. Hao se quedó allí unos segundos como si estuviera en shock, luego entró finalmente a la casa. Kilia estaba dormida en la sala de estar y la tele mostraba imágenes, además de proyectar una tenue luz en su rostro. A él le pareció hermosa y se acercó observándola.
Si pudiera volver el tiempo atrás... borraría de todo sus recuerdos la pelea que él y Kilia habían tenido,sus malos comentarios y crearía la oportunidad para hablar de su realidad y confortarla. Si pudiera ahora, simplemente quitaría de sus pensamientos a Kilia, para dejar de sufrir por ella.
Se le acercó más, la alzó en brazos con mucha suavidad para que no despertara y la llevó hasta uno de los cuartos desocupados, la depositó en el futón que había en la habitación que le pertenecía.
- que bonita te ves - murmuró viendo como la pequeña luz que entraba por la ventana se concentraba en el rostro de la mujercita - y pensar que por culpa mía he dejado de saberte mía. Lo siento mucho, Kilia... si yo pudiera decirte ahora que te amo lo diría y que tampoco me importa lo que seas, me hubiese gustado,sin embargo, que me lo dijeras, después de todo... éramos amigos. Ahora ya ni eso queda entre nosotros...
Le acarició la mejilla.
- de verdad lo siento mucho.
Se inclinó hacia ella y besó muy suavemente sus labios. Silencioso, se retiró de su lado, si ella se enteraba le mataría, se alejó y se apoyó contra la pared, con la cabeza gacha, tratando de apartar la revolución de sentimientos que ese contacto ocasionaba en él y se durmió, seguro que ella lo hacía también.
Pero segundos después, unos grandes focos rojos se prendieron en la oscuridad del cuarto y Kilia tocó con sus dedos sus labios.
No puedo creer que estés enamorada de un sujeto tan patético...
Yo ya no estoy enamorada de él.
Si, lo que tu digas...
¡Deja de fastidiarme! ¿acaso tu no estás detrás de ese tal Hades?
Eres vengativa Kilia
Lo aprendí de ti, mi querida Dukae.
Realmente eres muy fastidiosa...
Ja, Ja, Ja. También lo aprendí de ti.
Una sonrisa suave apareció en los labios de Kilia, quien volteó el rostro hacia Hao, cuyos cabellos caían hacia un costado, la sonrisa no se borró pero se volvió más suave y amable, le miró ruborizada. Él dormía con calma y su pecho subía y bajaba tranquilo.
- Hao...yo también te diría que te amo, si pudiera, pero no puedo. Porque jamás habrá paz entre Dukae y yo, es mi destino estar sola, solo ella y yo. Pensar que alguien pudiera estar con las dos, aunque fueses tu o Hades... no, es imposible. Si pudieras entenderlo, querido Hao... que yo te amo, igual - susurró Kilia cerrando los ojos finalmente.
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Liserg la miró entretenido, y se inclinó hacia ella para llegar a sus labios y besarlos, con ternura. Se apoderó de ellos con la caballerosidad que le caracerizaba, mientras su mano se deslizaba hacia su cintura y sentía los brazos de Erika rodearle el cuello. La besó hasta el cansancio, sintiéndose dichoso de que ella le correspondiera todas sus muestras de afecto. La recorrió con las manos, palpando cada detalle de ella para conservarlo en su memoria, sintiéndose inmensamente feliz de tenerla en sus brazos.
Ella le recibió con nervios en principio pero después se entregó totalmente a las caricias que su tierno inglés le proporcionaba. Se dejó al placer y también le dedicó mimos a Liserg, besó sus fuertes pectorales endurecidos por el entrenamiento shaman, y recorrió tentadoramente con la yema de sus dedos el cuerpo de su amante, haciéndole sufrir, mietras este enterraba la cabeza en el hueco entre su cuello y su hombro y besaba la piel tersa.
Succionó su cuello con ternura intensa, sintiéndose apasionado, pero a la vez, sabiendo que la delicadeza era la única de sus virtudes que tenía que tener que en cuenta para con la mujer que estaba entre sus brazos. Ella se alejó un poco de él cuando Liserg se subió sobre ella intentando no dejar caer todo su peso, tomó su brazo de la cicatriz y la besó, hasta el cansancio mientras Erika le miraba con dulzura.
- ¿Me comprendes? ¿Puedes entender que te amo sin medidas? Que tu pasado y que todas las cosas malas que te involucraron son sólo eso... pasado. Si tu puedes aceptarme con todos mis defectos, yo seré muy feliz, Erika.
- ¿De qué hablas? ¡tu ni defectos tienes!
- ¡Por supuesto que si! - exclamó él con enfado, besó sus labios y volvió a esconderse, aspirando su aroma, susurró - soy a veces demasiado negativo, también tuve un pasado dificultoso y me cuesta aceptar lo que siento. Como antes de saber que te amaba, creo que siempre lo sentí...
- pero tu..
- Yo he sido un tonto - la interrumpió - como tu dices. Pero este tonto te ama mucho.
Ella rió y le miró, se sumergió en esos ojos, que luego cerró totalmente inmersa en el placer que Liserg le producía. Porque pronto estaba ya él sobre ella tratando de devolverle todo el amor que sentía, de prepararla para él. La ropa de ambos apareció segundos después en el suelo, la mano de Erika subía y bajaba por el cuello y la espalda de Liserg, mientras este sentía como su miembro se ponía más insoportable bajo la ropa interior que aún llevaba. ¡¡Dios cuanto amaba a esa niña!!
Miró bajo él... ¡¿Dónde estaba la niña?! Lo único que veía era a una mujer sudada que gemía y se retorcía bajo él, que lloraba a veces cuando se escapaba de su lado, a la que él estaba amando en esos precisos momentos. A la que tocó hasta el cansancio y mucho más allá, se ensañó con su senos y los miró, también acariciándolos para que su memoria los guardara en secreto. Quizás ella algún día amamantaría a su hijo con ellos y sintió envidia. Inmediatamente sonrió, viéndola sonrojada.
- ¿te molesta que te mire? - preguntó él.
Ella negó con la cabeza.
- Bien, por que no me iba a privar de hacerlo. Eres muy bella y no sólo físicamente, lo sabes.
Bajó hasta su vientre que quizás no era tan liso como el de otras mujeres pero era perfecto para él, y la idea de un hijo volvió a presentarse en su mente, le besó la pancita y ella rió bajito. Mientras undía los dedos en los cabellos de Liserg, sintió como este le pedía permiso para avanzar.
- ¿Segura? - preguntó el inglés cuando ella le sonrió abiertamente.
- Espero por ti, Liserg.
Ante esto, simplemente la hizo suya y la llevó hasta el cielo, sintiéndose desgraciado al principio pensando que podría haberle hecho sufrir. Pero luego cuando vió su cara de placer su miedo se disipó y se propuso hacerlo muy feliz. Siempre haría feliz a Erika porque ella le había permitido amarle.
- te amo, te amo - gemía ella.
Para Liserg el amor había sido uno de esos sentimientos que le confundían, especialmente cuando conoció a Pilika y la amó, pero luego, esta mujer apareció en su vida y sólo se prometió ayudarla... porque entonces ella era muy triste y severa, quizás eso nunca lo cambiaría.
Cuando recibió el extásis cayó sobre ella suavemente y se deslizó hacia su lado, temblando un poco, ella se movió inquieta, incluso incómoda, se sentía vacía y a la vez llena. Él tomó unas sábanas cercanas y los arropó, acercándola a su cuerpo y sintiéndola temblar.
- ¿Estás bien? - preguntó preocupado.
- Oh... yo... eto... yo...
- Ya veo... - rió - estás muy expresiva, Erika.
- ¡¡ERES UN TONTO!! - exclamó golpeándole suavecito.
- Pero mi vida, no me dices nada nuevo. Hacer el amor te quita las palabras, creo que haré de esto un remedio para que dejes de hablar tanto.
Y antes de que ella pudiese protestar él estaba besándole los labios.
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Era de noche aún y Anna estaba bebiendo un té sentada en el comedor, casi a oscuras, Yoh dormía en el cuarto pero ella no podía descansar. Su mente estaba llena de malos presentimientos y eso le confundía, por lo que había bajado y estaba tratando de descifrar las predicciones. Se preguntó si Tamao o Pilika sentirían algo más. Y entonces, alguien entró en la habitación.
- ¿Tampoco puede dormir? - preguntó la pelirrosada sentándose frente a ella, se sirvió té en una tasita que había en el juego que Anna había llevado a la mesa y movió la cuchara ensimismada - Señorita Anna, no quiero parecer una demente, pero usted, ¿no siente algo extraño en esta noche?
- ¿Lo sentiste?
- Hay malas vibras en el ambiente. Horo Horo está en el techo, vigilando.
- ¿Horo Horo? - preguntó levantando una ceja significativamente - ¿desde cuando le hablas así?
Tamao enrojeció.
- Este... bueno, Horo y yo.... bueno...
- Veo que por fin se decidieron.
- Horo es un hombre muy bueno, señorita Anna. Y yo quiero ser feliz con él. No habrá otra oportunidad para mí.
- ¿Lo quieres?
- Mucho. Pero con todo respeto, me gustaría hablar de otra cosa. ¿Puede escuchar los gritos de los muertos?
- Sí, algo...
- ... algo se está moviendo allá abajo - terminó la frase otra persona en el cuarto. Se trataba de Loreto.
- ¡¿Qué es esto?! ¿Una reunión de mujeres? - preguntó Horo recién entrando en el comedor, sonriendo ampliamente y con una mejilla morada.
Tamao enrojeció violentamente al verlo y miró hacia otro lado, pero él se acercó a su lado y le murmuró suavecito:
"Fue mi culpa, ¿me perdonas?"
- Olvidémoslo - susurró ella, sonriendo tenuemente.
Entonces, la alegría estalló en el corazón del ainu para cuando Loreto comenzó a hablar nuevamente.
- Los muertos están inquietos - explicó la extraña vidente - les preocupa la apertura de la oscuridad y sienten que las cosas se están saliendo de control.
- Tienen mucha razón - murmuró otra voz ajena y una explosión se escuchó.
Seguida de gritos y golpes... Frente a la concurrencia del comedor apareció los ojos gélidos de Okobu, iluminados por los rayos de la luna que se alzaba en el cielo, rojiza sangre...
Fin del cap. 17
Kon-nichi-wa!!!! Como están todos??? Yo?? Muy bien, por supuesto. Acá ando... estoy casi durmiéndome así que contesto los reviews rapidito y me voy a dormir porque mañana tengo clases y aún no he hecho ninguna de mis tareas por tratar de revisar el cap. 17 de este fic que ya me ha demorado bastante, no?? Saludos especiales a Hades que me ha apurado para que lo termine, jejejeje, es broma, gracias!!!
Ahora sí, los reviews:
Megumi-Sk: bueno, ojalá haya salido bien el lemon, espero que no haya estado muy fuerte, me parece que no, lo hice bastante cortito, porque creo que ellos dos se deseaban mucho como para esperar, aunque como dije sin dejar la dulzura que caracteriza a Liserg. Espero tu review, oka?
c-erika: juaaaz, que te parecio?? Porfiss que te haya gustado, no quiero morir. Ya viste lo de Kilia y Hao, ella ya no parece muy enojada con él, ¿No? Me parece que se van a amigar, aunque... mmm. Quién sabe. Yo no. O.O. Por otro lado, para Anna e Yoh tengo esperada otra cosa más importante, que un lemon y la van a ver en los próximos caps. En cuanto al cachete morado de Horo, la solución se verá también en el otro cap. jijiji, muchas dudas, ¿no?
Kilia: amiga mia, mas te vale que me escribas un review más largo, porque hablas duro en el MSN pero cuando tienes que escribir un review me pones algo cortito. ùú mira que tengo inteciones de matar a alguien, jejeje, ah y dile a Hades que me de su opinión. Besos.
Sami: habrá que interlo, ¿no? Ya lo veremos...
SAMMYASAKURA: Lo de Hades fue idea de Kilia, una amiga mía y reviewer de este fic y de otros más, y yo bueno... acepté porque me parecía divertido ponerle palos a la rueda de Hao, aunque pobrechito después me dio pena. Ahora, ya sabemos que es complicada su relacion y quizás ella no quede con ninguno de los dos. Habrá que leer para saber. Lo de Pilika y los celos, sip, prontito, prontito, porque me has dado una idea genial, jeje con simplemente mencionarlo. Sobre lo de Cadenas de amor... sip, aunque no se crea, Manta creció un poco, pero es que también tenía que cambiar, después de todo, ellos ya han crecido.
Bueno, eso es todo!! Les dejo, millooooones de BEEEESOOOSSS!!!
JA NE!!
Suu-chan
Naitemo iiyo donna kanashimimo tsubasa ni kawarunosa sono mune de
