Frío y Calor

Capítulo 19: "Cuando comenzaron las batallas"

Kilia había estado hasta entonces en el cuarto de arriba, ahora se sentía muy incómoda, y estaba cubierta del polvo grisáceo en que se había convertido el techo en el momento en que ocurrió la explosión. Todo tembló en ese instante y ahora a ella le parecía, aunque muy dudosamente, que había dejado de hacerlo. Se levantó con dificultad quejándose, la sangre se escurría de una de sus piernas y tenía moretones en todo su cuerpo.

Eres una torpe, Kilia, ¡¡¿No pudiste cubrirte?!! ¡¡Mira que maltratado está nuestro cuerpo!! ¡¡Eres una torpe!!

¡¡Ya cállate!!

Con el ceño fruncido, miró hacia todos lados, había algo que estaba mal... ¡¡HAO!! Él estaba en su cuarto, cuando la explosión y ahora todo estaba dado vuelta, y ahora él estaba bajo algún mueble, o ¡quien sabe! Quizás él trató de bajar las escaleras y se cayó... o peor... o...

Oh ya deja de suponer cosas.

El lado racional de Kilia tomó control de su cuerpo y comenzó a buscar al shaman, levantó con esfuerzo (sin duda estaba fuera de forma) un armario pequeño y vió que parte de la pared se había caído. Tosió estruendosamente por el polvo y descubrió una mano lastimada saliendo de unos escombros.

- ¡¡Hao!! – gritó mientras corría hacia él, levantó con cuidado los trozos de paredes, y se encontró con el cuerpo de su querido shaman.

Él estaría bien, sí, porque el era un shaman fuerte, y lo era tanto como su hermano que había ganado el torneo. Ella acarició el rostro lastimado de Hao mientras colocaba su cabeza en sus rodillas, se sentía muy suave su respiración, como si estuviera desapareciendo. Y Entonces temió lo peor.

- Hao... Haito... vamos despierta, mi vida.

¡¡No lo puedo creer!! ¡La torpe Kilia tratando de esa manera a un humano!!

Él no es un humano.

Pero es casi lo mismo... de verdad lo quieres, oh por dios, no puedo creer esa idiotez.

Tu amas a Hades, y yo jamás te he criticado por ello.

Pero él es un Dios.

Hao también, pero eso tu no lo comprendes. No debemos discutir esto, no llegaremos a ningún lado.

- Hao... – susurró.

Él comenzó a moverse adormiladamente, y a ella le aterró la idea de que despertara, se veía tan tierno así... pero comprendió que era necesario cerciorarse de que estuviera bien. Le acomodó los cabellos largos que tanto se cuidaba y lo dejó incorporarse lentamente. El estaba en silencio.

El shaman de cabellos castaños se acomodó contra una pared que todavía estaba en pie y miró a su alrededor ciertamente confundido, Kilia le miraba con ternura pero con un interés sobrehumano que él no supo interpretar.

- Tuve un sueño y fue hermoso, pero desapareció... y apareció un pasado que yo no conocía, pero ahora sí.

- ¿Y cómo te encuentras?

- Bien.

- Que bueno – murmuró ella con una tenue sonrisa.

- Tuve miedo... – volvió a decir como si hablara más consigo mismo que con su ex novia, quien ahora le miraba con preocupación – por primera vez tuve terror de que eso volviera a apoderarse de mí. Y ahora entiendo las advertencias de Loreto, pero no me importan. Ahora que estás así, cerca de mí – le tomó las manos lentamente y así mismo se fue acercando – no me importa volverme un ser despreciable o hacer que el mundo explote si a cambio puedo estar un poquito junto a ti. Kilia, de verdad te amo, y sé que fue un imbécil, pero yo... no quiero estar sin ti.

- Hao yo... – sus labios estaban cada vez más cerca.

No te atrevas... ¡No te atrevas!

Estaban a punto de besarse cuando una figura se interpuso entre ellos, y tomó a Kilia entre sus brazos, para luego dar un salto hacia atrás. El sujeto era un hombre muy guapo de cabellos platinados, un sujeto que él ya había visto y que tenía en sus ojos dorados un fulgor extraño que le desconcertaba.

De pronto, Hao se concentró en los ojos de Kilia, estaban rojos.

- ¡¡¡¡Hades!!! – gritó con una voz muy rara, que el pocas veces había escuchado, era muy dulce. Generalmente ella se refería a él con esa voz, es decir, cuando eran una buena pareja.

Pero no duró mucho, ya que inmediatamente su mirada cambió a una azulada verdosa.

- No vete, ¡deja de apoderarte de mí así!

¡¡Es mi cuerpo también!!

- pero yo... ugh... duele Dukae, duele cuando usas mi cuerpo.

Eso es tonto, lo hemos hecho desde siempre y jamás te ha dolido. ¡Estás mintiendo!

- Que no, idiota – gruñó – de verdad me duele.

- ¿qué te sucede? – preguntó Hao un poco incómodo, no le gustaba ese sujeto.

Hades se acercó a ella, miró directo a sus ojos e hizo un ademán despectivo.

- Creo que deberías cambiar de cuerpo Dukae, ella ya no te está sirviendo.

Por mucho que yo quiera no lo podré hacer, ella y yo somos una después de todo y algún día lo volveremos a ser.

- ¿Eso es cierto, Kilia? ¿Y qué pasará cuando tu y ella sean la misma persona?

- Nacerá un nuevo ser, sin duda – dijo con tristeza – que tendrá nuevos objetivos, pretensiones, y nuevos sentimientos... Nacerá alguien mezclado con nosotras dos.

- Eso no es justo.

- Pero tiene que pasar. Este cuerpo no resistirá más dos presencias, y eso lo ha demostrado hoy.

Se hizo un profundo silencio, hasta que Hades se acercó a Kilia y besó su mejilla muy suavemente.

- No me importa tener que esperarte, a ti o a Kilia, a quien sea que decida separarse, y aunque no tenga la certeza de que sus sentimientos hacia mí continúen vigentes, te esperaré. Dukae, siempre voy a amarte.

Yo también.¡Pero no quiero que todo el mundo esté escuchando nuestras conversaciones privadas! Ya es suficiente con Kilia.

Hades sonrió.

- Eres una pretenciosa, quién quiere escucharte.

¡¡Cállate tu!! Nadie te dio vela en este entierro.

- Deja de ser tan grosera, Dukae, algún día Hades se cansará de ti.

Lo dudo mucho, él sabe que lo amo y no se alejará de mí jamás.

- ¡Al fin lo dijo! – soltó satisfecha Kilia y miró a Hao. Se acercó a él y lo tomó de la mano – es menester que vayamos abajo y ayudemos, escucho los aullidos del mundo de la oscuridad y aunque suene horrible, los demonios están sueltos.

- Espera.

- ¿Qué pasa?

- ¿Qué será de nosotros dos?

- No es momento para hablar de eso, yo...

Y de pronto ya no supo más de sí, los labios del shaman estaban sobre los suyos, pidiendo despacito permiso para profundizar el beso, ella inclinó la cabeza hacia un costado y cedió. Fue muy dulce, mejor que otros besos que había recibido de Hao, este solía usar demasiada pasión en ellos, le costaba ser amable. Pero ahora, ella notaba el cambio, él realmente estaba haciendo que ella disfrutase el beso.

Se separaron con dificultad, pero el aire comenzaba a faltarles; ambos se miraron y sonrieron, tiernamente, como nunca se los había visto. Miraron a su alrededor, Hades no estaba pero Kilia sintió su energía en la sala de estar.

Ahí estaban los dos, frente a la escalera que los llevaba a la planta baja sin poderse mover, porque estaban unidos entre sí.

- De verdad te amo, Kilia.

- Y yo a ti. Pero dudo que ahora podamos hacer algo con ello, cuando tenemos a miles de demonios persiguiéndonos y de alguna manera, lo sabes, es nuestra culpa.

- ¡¿Porqué tendría que tener la culpa de enamorarme?! ¡Soy un hombre! ¡Tarde o temprano iba a hacerlo, los dioses tendría que haberlo prevenido!

- ¡Shhh! No hace falta que levantes la voz, estoy aquí.

- Perdón.

- Ja, Ja, Ja, ustedes dos... Ya parecéis casados – rió una figura al final de las escaleras. Se trataba de Yoh.

- Hermanito, no me hagas mencionar la compleja relación que tienes con Anna, ustedes sí que están casados. ¡¡Si no escucha como te manda todos los días!!

- Cálmate, Hao, no lo dije para que te enojaras. Me alegro que estén juntos otra vez, pero como te decía Kilia, si... escuché. Tenemos demonios en la casa, y no son nada agradables.

- ¿Ya te has topado con alguno? – preguntó la joven de ojos azules mientras se acercaba a él. De pronto sintió que algo la arrastraba y la sujetaba del cuello y la boca.

Según la misma opinión de Hao era un ser horrible, vestía todo de negro y tenía una máscara que cubría su rostro de forma alargada y con una boca de donde emergían dos grotescos colmillos.

Kilia gritó asustada porque no se esperaba, y cuando pudo moverse comenzó a tratar de liberarse pero el sujeto la tenía perfectamente agarrada.

- ¡¡Déjala!! – gritó Hao con todas sus fuerzas acercándose lentamente a ellos.

- Ja, Ja, Ja – rió el demonio con voz de ultratumba.

- ¡¡Demonio del infierno!! ¡¿Qué buscas?!

- La destrucción, ¿qué no es obvio?

Hao se acercó lo más que pudo, pero era seguro que el demonio, si él se acercaba más de lo debido, se asustaría e incluso podría quebrarle el cuello a Kilia. Ella estaba totalmente indefensa así. El odio que tenía se fue incrementando y el piso comenzó a temblar, recordó entonces que sólo contaba con su energía, no tenía espíritu ni arma para que la posesionaran. Así que mientras temblaba esperó que Kilia mostrara señales de que la prensa se había aflojado. Exactamente, en el momento en que todo comenzó a temblar, el demonio soltó un poco el agarre y Hao se le fue encima.

Lo golpeó pero era más que obvio que los golpes no servirían con un demonio, así que lo tomó del cuello y mientras lo ahorcaba hacía que su poder se trasladara al ser. Hao había tenido varias experiencias con demonios, era fácil acabarlos con un exorcismo, como podrían hacerlo Anna y Tamao, incluso Pilika; pero para aquellos que sólo contaban con su poder espiritual era necesario hacer reventar al demonio. Explícitamente, debían trasladar toda su energía al ser hasta que este ya no pudiera recibir más ondas positivas, o bien cantarle. Recordó que siendo malo, una vez una mujer había comenzado a cantarle y eso le había repugnado. También recordó que había matado a esa mujer. Y sintió una tristeza que nunca había experimentado: remordimiento.

Y eso el demonio también lo sintió, pues empezó a aullar. Hasta que lentamente, fue desapareciendo. Aún cuando ya lo había hecho, sus gritos se continuaban escuchando.

- ¿qué sucedió? – preguntó Kilia acercándose y ayudándolo a levantar.

- Los demonios sufren mucho cuando se les traslada energía positiva. – explicó Hao con una expresión suave, parecía cansado – aunque esto te agota, más si eres un ser completamente positivo.

- Entiendo. Vamos, Hao, Tamao puede ayudarte a recuperar un poco la energía.

Él se apoyó en ella, tenía miedo y no se lo había dicho. Mucho contacto con demonios, siendo él un ser tan vulnerable para con ellos, podría hacer cosas que no quería. Suspiró. Pero tenía una posibilidad, ahora él sabía que Kilia lo amaba, eso le daba la energía para luchar contra las cosas buenas que cualquier demonio pudiese ofrecerle.

Se sintió bien.

- Kilia, gracias.

- No entiendo porqué, pero bueno, de nada.

-------------------------------------------------------

- Vamos a morir – susurró Pilika recostada contra una pared, sus mejillas ruborizadas estaban ennegrecidas, y sudor caía desde su frente. Al parecer, estaba sufriendo y eso era más que obvio para los Funahaki, quienes sabían que un ser de buenos sentimientos como ella no soportaría mucho tiempo con tantos demonios sueltos.

- deja de decir eso, no vamos a morir

- Si, si lo haremos... Len... Len...

- Estoy aquí.

- No te dejes poseer, porque hay cosas buenas pero no son las que ellos te ofrecen ahora... ellos te ofrecen cosas maravillosas pero se desvanecen. – habló como si estuviera en trance.

- Si, lo sé. Aprendí la lección. Desde ahora y para siempre quiero que seas tu quien me muestres cosas hermosas, así que... tienes que estar bien.

De pronto, ella se puso de pie y miró a su alrededor, una figura que vestía de negro se acercaba a ellos. Pilika sintió que su energía era inmensa y de alguna manera todo era muy claro, caminó los pasos que la separaban del demonio y sonriendo le acarició la mejilla. El demonio aulló, pero no pudo separarse de la mujer de largos cabellos azules que brillaba y que irradiaba luz cálida. Una luz que a ellos no le gustaba.

- Atenea – alcanzó a murmurar el demonio antes de desvanecerse.

- ¿Q-Qué fue lo que hiciste? – soltó Len momentos antes de sacar a relucir su lanza, ¡¡hacía cuanto que no la veía tan brillante!! Sintió la energía de su espíritu acompañante y supo que era momento de luchar.

Le parecía raro que Bazon quisiera posesionarse a su arma, era claro para todos que los demonios no caían fácilmente contra las armas. Pero al momento en que sintió a su espíritu y a su lanza unidos, supo lo que tenía que hacer. Y la fuerza corrió por todo su ser, y se encargó de los demonios que estaban a su alrededor. Mientras Pilika continuaba acariciando mejillas prácticamente invisibles y dando descanso eterno a almas atormentadas. Len sabía, ella ya no era su Pilika, ella era Atenea.

- ¡¡Pilika!! – gritó cuando un demonio la tomó de la cintura y desapareció junto a ella.

Él siguió la presencia prácticamente a ciegas. Recorrió la sala a oscuras y finalmente salió al jardín, la luz de la luna se reflejaba en su rostro aturdiéndolo. Se sentía de pronto muy descompuesto, como si algo le hubiese revuelto el estómago.

- Len, ¿Dónde está mi hermana? – preguntó Horo Horo quien venía corriendo. Ambos se quedaron mirando. Y el shaman del norte tuvo miedo de verdad. Había algo extraño en los ojos de su amigo, el dorado estaba oscurecido. - ¡¡¡¿Qué...?!!!

-----------------------------------------------

- Vamos Kilia, apúrate.

- Hao, me duele, no... no puedo.

- ¿Qué te pasa? – preguntó el shaman con evidente preocupación. Ella estaba hecha un ovillo contra una pared sosteniéndose el estómago.

¡¡¡Humano aléjate de ella!!

- ¿Qué diablos...? ¡¡Eu!! ¡¡¿Qué te pasa?!!

Kilia le estaba golpeando, su mirada azulada estaba totalmente oscurecida, casi hasta llegar a un negro noche profundo. Comenzó a retroceder rápidamente, ante la mirada asombrada de un Yoh ansioso por encontrar a su prometida. O Kilia se había vuelto loca o algo malo le estaba sucediendo, de un momento a otro había comenzado a arremeter contra él, con patadas y golpes. Claro, que él tenía buenos reflejos y ningún ataque era certero, pero sabía perfectamente que Kilia era mucho más buena que él con las artes marciales. Eso era obvio.

De la nada, ella sacó una daga y le miró con malicia.

- ¡¡Kilia soy yo!! ¡¡Hao! Despierta, por favor... no le escuches.

¡¡Ella no va a prestarte atención!! ¡¡Aléjate Humano, llama a Hades!! El sabrá que hacer.

- No puedo dejarla sola – se sentía un imbécil, estaba hablando solo. Esa voz... esa voz retumbaba en su cabeza.

¡¡¡Mierda que te vayas!!!

No lo pensó más, corrió. Como un cobarde se sentía, huyendo del amor de su vida que se había vuelto loco y quería matarlo. Sentía cerca la presencia de Hades, llegó al comedor y lo vio. Tenía a un demonio levantado del cuello. Volteó a verle mientras el espíritu iba desapareciendo lentamente. Hasta que ya no quedó nada.

- Kilia ha sido poseída, ¿verdad? – preguntó con una voz neutral. Hao asintió- ya lo sabía, humana estúpida...

Y aunque Hao quería protestar, supo que no era el momento, pero también supo que ese sujeto estaba molesto.

-----------------------------------------------------

Mientras tanto en el jardín, Horo esquivaba los buenos ataques de Len, quien aún continuaba con su posesión y no parecía ni un poco cansado. Su mirada dorada era ya muy azulada y eso hacía temblar al shaman de hielo, porque él no sabía la manera de hacerle reaccionar.

Len estiró su lanza lo suficiente como para rozar la mejilla de Horo y hacerle sangrar y este cayó hacia atrás, quedando a merced del chino.

- ¡¡¡Horo!!! – gritó Tamao quien llegó justo con los demás. Ella estaba pálida y no sólo por la situación, si no porque realizar exorcismos era muy agotador para una sacerdotisa como ella. Ahora sabía que le quedaba mucho por entrenar.

Cerró los ojos bien fuerte mientras una vocecita a su lado recitaba.

- Desaparece....

En ese momento, Horo apareció a su lado, lo suficiente sorprendido como para no entender lo que sucedía.

- ¿Qué...?

- ¡¡Horo estás bien!! – exclamó la pelirosada antes de sofocarlo con un gran abrazo. Y comenzar a curar sus leves heridas.

- Se llaman poderes psíquicos – explicó Loreto que estaba parada al lado de Ichitaka. Este miraba concentrado a Len.

- Está poseído – sentenció mirando a la diosa de su vida.

Ella le miró con infinito amor y suspiró. De pronto pareció caer en cuenta de algo y volteó hacia todos lados.

- ¿Dónde está Atenea?

- Pilika... – murmuró Len y de pronto sintió ese dolor recorriendo todo su cuerpo. Y aunque parecía que sus ojos volvían a ser dorados se quedaron como estaban.

- No entiendo que sucede, mi hermana ha desaparecido, ¡¿Qué demonios le sucede a Len?! – gritaba Horo fuera de control.

- Horito – le dijo Tamao muy suave y dulce, tomándole de las mejillas – la batalla ha comenzado, todos debemos aceptarlos y ser fuertes, porque ellos ofrecen la tierra y el cielo, pero sólo son momentáneas ilusiones, todo lo que ellos ofrecen se convertirá en infierno.

- Tamao... yo no comprendo.

- Ya lo harás, sólo prométeme que siempre me recordarás.

- Yo te amo, Tamao.

- Yo también, Horito – y le besó. Justo en el momento en que Hao y los demás llegaban, Kilia estaba recostada sobre la espalda del shaman, a la vez que la voz de Dukae se escuchaba.

¡¡¡Humanos estúpidos no crean esas idioteces que les prometen!!! Nada es tan sencillo de conseguir en esta vida, no van a lograr nada si no luchan y ahora... es momento e luchar.

- ¿Quién eres tu? – preguntó Yoh que al parecer no entendía nada.

- Cállate Yoh – le dijo Anna que estaba a su lado – luego te lo explico.

- ¡¡Annita!!

Y ella sonrió. Esa alegría era tan sincera que la sonrisa se escapó de sus labios, dejando a su prometido bastante sorprendido, pero este se le acercó y le robó un beso, sabiendo que en ese beso se robaba una sonrisa. Eso le encantó.

Hao depositó suavemente a Kilia en el suelo, le corrió los cabellos del rostro y la miró por unos segundos. Mientras pensaba que había llegado su momento, había que luchar y él sabía perfectamente contra quien.

- ¡¡Len no!! – exclamó alguien.

El shaman de china que había comenzado a caminar se detuvo cuando una figura apareció frente a él. Una niña de ojos grandes subida a una nube, que le observa curiosa con toda la inocencia de un niño, ella puso dos dedos suyos en la frente del shaman y cerró sus ojitos. Lentamente, una sonrisa se curvó en sus labios y suspiró.

- Eres un gran muchacho, eres bueno, Len Tao – y ¡plop! Como una burbuja desapareció para reaparecer inmediatamente junto a Ichitaka. Este le observó... ella sonreía de una manera especial, una manera que le hacía pensar que todo estaría bien.

- "Esa manera" – pensó – "Sólo los dioses sabios sonríen así"

Len siguió caminando y de la nada, donde la luz de la luna comenzaba a reflejarse, aparecieron más sombras, más demonios. En el centro, una figura de cabellos castaños largos y mirada rojiza observaba con una sonrisa, les llamaba secretamente y comandaba a los demonios. Ahora también a Len.

Esa figura era el antiguo y místico Hao. Y él sonreía como los dioses. Y él tenía a Pilika sentada a su lado, con cadenas recorriendo todo su cuerpo, aprisionándola.

Miró a Len y sonrió.

- La batalla ha comenzado, tengo a su Diosa, y a su amigo, ¿Qué pretenciones tienen ahora? Ja, Ja, están acabados. Pero.. oh vamos, ¡¿Quién será el primero?!

- ¡¡YO!!

FIN DEL CAPÍTULO 19

Guaus, fue un cap, super intenso, jejeje. Espero que les haya gustado. ¿Quién será el primero en combatir?? Ya lo veremos en el próximo cap, espero... ¡¡¡intensamente espero!!! Sus hermosos reviews, ya saben... no se olviden de dejar mi comidita, jajajajaja. Amigos, realmente agradezco su apoyo, han sido todos muy buenos conmigo, y gracias especialmente a los que apoyaron siempre este fic. No se olviden... Los quiero a todos.

Ahora paso a los reviews:

Maru Kazegami N. de Taoku: jajajaja bueno ahora ya no pasó tanto tiempo, oneesan, ¿cómo estás? Lamento lo del otro día, es que realmente no me dejaban estar mucho tiempo conectada. Pero ahora me puedes encontrar todo el día conectada, jajaja, es que tengo un cyber y me toca atender. Bueno, amigui, me alegra contar con tu apoyo, tu sabes cuanto te quiero. Nos vemos.

Hao: mas te vale que te guste este cap, pues si has aparecido, aunque te prometo tendrás mucha más aparición en el próximo, diría que te va a gustar mucho, ja, ja, ja, pero por ahora te me conformas con este cap. Okas?? Nos vemos, amigo, suerte.

Kilia: ya expliqué que ese cap pero como una introducción al lío que se va a armar hoy. Espero que este capi te guste. Nos vemos. Besos.