Frío y Calor
Capítulo 20: "Ahora que no quiero perderte... ahora que quiero retenerte"
Luego, todo sucedió muy rápido.
Al instante en que ese sujeto dejó de hablar, Len levantó la cabeza y sacando su lanza de algún lado, le cortó la cabeza. Los demonios, que tardaron poco tiempo en reaccionar se lanzaron sobre él quien debió verse envuelto en una pelea para tratar de alejarse. Pilika comenzó al instante a flotar y a alejarse de su lado. Lo peor, para todos, fue ver reaparecer la figura de Hao, que sonreía ampliamente y acariciaba con lujuria el rostro de la muchacha de cabellos azules.
- No te será tan fácil, Len Tao – soltó el demonio sin dejar de sonreír.
Horo Horo hizo que Koloro posesionara su tabla y comenzó a pelear con unos demonios, no podía comprender porqué Len los había engañado de esa forma, pero tampoco podía comprender porque la lanza del chino no había funcionado contra Hao. Y se sintió confuso. Pues con los demonios con quienes peleaban sus poderes de shamanes e incluso las artes marciales de Kilia funcionaban. Claro, además de sus poderes, ella resultaba tener una buena energía.
- Es culpa de Atenea – explicó Loreto que había desenvainado una daga y cortaba a algunos demonios que estaban a su alrededor por la mitad. Su mirada estaba mucho más clara que otras veces, le pareció al norteño que se debía porque las cosas con Ichitaka se habían resuelto. Y también porque él estaba junto a ella.
- ¿De mi hermana? – preguntó saliendo de pronto de sus pensamientos.
- Los está haciendo vulnerables. Ve su mirada, ¿Notas algo diferente?
- Está relajada – dijo Horo haciendo lo que ella le pedía – está calmada y piensa que venceremos, pero está usando energía, y también se siente un poco cansada.
- Gracias a ella, los demonios están mucho más débiles y les afecta ataques físicos.
- pero se está agotando.
- Eso es inevitable, Horo Horo.
Loreto cayó de pronto, también parecía cansada, entonces, el shaman de hielo reparó en que la daga de la mujer brillaba intensamente de un color azulado y que toda ella parecía más brillante. Supo que la mujer estaba usando sus poderes psíquicos, y la admiró más, ella se había demostrado como una persona extraña desde el principio, pero sin duda, era una mujer valiente, que tenía mucho para dar de sí misma.
También miró a su hermana, el sudor perlaba su frente y pestañeaba apresuradamente, se veía tan agotada que algo oprimió su pecho. Horo Horo siempre había estado con ella, cuando comenzó a caminar él corría a su lado, débil, pues era un niño y la miraba con sonrisa soñadora, porque amaba a su hermana y la había visto hacia meses atrás, pequeña, indefensa. Entonces solía tomarla de la mano, con cuidado como papá le había dicho, y le apretaba fuerte para que supiera que él estaba a su lado; luego caminaban juntos, poco... pues ella era débil.
Luego ella iba a la escuela y las niñas se hacían sus amigas rápidamente, y los niños le decían cosas bonitas. Entonces él gritaba furioso y se enfadaba con esos chiquillos, porque nadie tocaba a su hermana, porque ella era sagrada. Ahora, que ese Len Tao venía a arrebatársela, apenas si lo consentía pero sólo porque sabía que ella era feliz. Y lucharía por la felicidad de su hermana. Pensando detenidamente en eso y reteniendo con una sonrisa la imagen de una niña de colitas azuladas corriendo por todos lados junto a un espíritu que raramente podía ver, miró a Koloro que le observaba con la dulzura de un espíritu acompañante a su shaman. Entonces, se unieron ambos y comenzaron a luchar enérgicamente contra los demonios.
- todo por ella – se repitió – y también por mí – dijo mientras otro demonio desaparecía de su lado – porque amo a Tamao y quiero que estemos juntos, por ambos.
Una energía nueva le invadió.
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Liserg miraba de reojo a Erika, se veía tan bonita preocupada. Ella le sostenía de los hombros ayudándole a levantar, mientras murmuraba unas palabras para que sus heridas se cerraran. Él quería alejarla lo más posible de la batalla, pero jamás podría con ese carácter que tenía la muchacha, jamás lograría que la mujercita a la que le había hecho el amor de aquella forma se alejara de todo eso. Sólo porque él estaba involucrado.
- Liserg, responde, ¿te sientes mejor? ¿Porqué me observas así?
- Te encuentro hermosa, Erika. – sonrió – y más cuanto te sonrojas de esa manera.
- Oh calla, eres un idiota.
- Te amo, Erika, sabes... si esta noche yo no...
- ¡¡No ni lo digas!!
Ella cerró los ojos, había perdido tantas cosas en su vida, una mano se posó en su hombro y supo que su espíritu acompañante estaba allí. Entonces se sintió mejor. Luego miró a Liserg con una tibia sonrisa que él devolvió.
- No moriré. Pero si llegara a suceder, quiero que me prometas que no llorarás... que vas a encontrar la manera de ser feliz.
- No va a ser así. Tu estarás conmigo todos los días y me obligarás a ser feliz, ¿de acuerdo? Oh Liserg, no digas esas cosas. Sólo responde, ¿te sientes mejor? Dime, Dime si el hechizo funciona, rayos, hace tanto que no lo realizo.
- Estoy mejor... a veces eres tan niña, Erika.
Un demonio se acercó a ellos, viéndolos desprevenidos pero Erika hinchó el pecho orgullosa al desenvainar una espada y cortarlo en dos, nadie se sentiría tan hombre, o demonio... como para decir que la había dañado. Ya lo había prometido una vez y lo cumpliría. Suspiró, quitándose los cabellos del rostro. Entonces se encontró con la mirada verde de Liserg y recordó que era casi la misma de esa noche, cuando ellos habían... se sonrojó al pensarlo.
Y él sonrió, para luego besarla. Y cubrirse inmediatamente después. A veces se olvidaba de que estaban en medio de una pelea.
Pero ella también...
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Tamao se recostó agotada contra un árbol, miró a su alrededor. No estaba segura en qué momento de la lucha había llegado hasta el bosque de la casa de los Asakura, simplemente estaba segura que la habían perseguido hasta allí.
Ahora estaba muy agotada, porque los exorcismos de veras necesitaban de una energía muy intensa, y ella, como una aprendiz aún no contaba con la necesaria. Se acercó a una rama de un árbol y la cortó, usando en ella un hechizo. Si canalizaba en ella la suficiente energía podría utilizarla como arma.
Recordó que Anna se lo había enseñado una vez mientras la regañaba por ser muy débil. La señorita Anna, como ella le decía, una mujer ruda pero no se la podía catalogar como fría, porque ella se preocupaba por su prometido, por sus amigos, por sus seres queridos. Tratando con ella había descubierto una persona admirable e incluso podía decir que la quería mucho y que era su amiga, al igual que Pilika.
Un miedo asqueroso se apoderó de ella, temía por la vida de la joven ainu; pero también por la de su hermano. Sin duda Horo era el ser más adorable de la tierra y ella lo había descubierto y confirmado con un beso. Ahora se sentía dichosa de tener su corazón, y de que él se apoderara del suyo con esa ternura infantil que el norteño poseía.
- Listo – murmuró cuando terminó con la vara de energía – ahora será mejor que vuelva. Menos mal que le pedía al joven Yoh que me enseñara el bosque ese día.
Recordó que entonces lo había hecho con otras intenciones y no esperaba que le fuera útil.
Dejó pronto el bosquecillo sin ningún contratiempo y un grito escapó de sus labios al llegar a la zona de batalla. Horo, quien fue el primero que buscó con la mirada, estaba apoyado en una de sus piernas y se sostenía el brazo derecho con fuerza, la sangre se escurría de allí pero un campo de energía le cubría e impedía que un demonio le tocara lo suficiente. El desgraciado, así mismo lo sintió ella, estaba tratando de penetrar.
Ella se quedó muda.
Yoh cubría la espalda de Anna que continuaba teniendo la energía espiritual suficiente para seguir rezando y exorcizando demonios.
Ella suspiró.
Entonces vio que Len Tao continuaba rodeado de demonios y Hao demonios tenía su vista totalmente puesta en él, aún sonreía de esa forma extraña. Pilika también le miraba, y transpiraba agotadoramente, una aura azulada le rodeaba pero al parecer nadie se había dado cuenta de ello.
Los Funahaki, incluida Loreto, estaban reunidos en círculo y se cubrían las espaldas mutuamente, como el equipo que eran. Chihiro estaba en el centro, sonriendo como una niña. A Tamao le vino a la mente un inmenso respeto al momento que la pequeña volteó a verle.
- Ven aquí – murmuró la de cabellos rojizos y sonrió, sus ojitos verdosos brillaron intensamente. – es momento de luchar, Tamao Tamamura.
La pelirrosada sintió algo extraño recorrer su cuerpo y se acercó despacio. Kilia estaba a un costado, tratando de ayudar a que Hao se levantara, al parecer, se habían ensañado con él. El demonio Hao volteó a verle, sonriendo malignamente. Con una dureza pasó la vista a Kilia y a Hades que estaban juntos.
- Eres el mal tercio, Haíto, ¿porqué insistes con esa humana? ¿No recuerdas ese mundo que soñábamos de shamanes únicamente?
- ¡¡El único que soñó entonces fuiste tú!!
- Oh sí, olvidaba que eres un sucio traidor. Bueno, era de esperarse que terminaras con una humana tan sucia como tu.
- No te permitiré – bramó Hao enfadado, la sangre se escurría lentamente de su sien perdiéndose por su cuello hasta su pecho, su camisa estaba bastante rasgada, mucho más que antes y estaba también empapada de sangre, pues tenía una herida en el brazo y varias más en la espalda. – Que hables... mal de ella, demonio.
- Pero mira como estás, ¿Crees que estas en condiciones de permitir o no? Vamos, me haces reír – dijo soltando una risa que al parecer, no pudo contener. Para él, era ridículo ver a Hao luchando por una humana, una que no servía para nada. Pero el shaman se veía seguro y eso también le daba cierto temor que no reconocería. – Deja de decir pavadas, y únete a mí, te doy esa oportunidad.
- ¡¡Ahora el que está diciendo tonterías eres tu!! Jamás estaré de tu lado, sólo eres una escoria que ha tenido su débil oportunidad, pero no te servirá de nada.
Un grito se escuchó e inmediatamente después Horo se desplamó bruscamente. Tamao, que estaba tras él, murmuró varios conjuros juntos y Loreto también se acercó corriendo, siempre seguida de Ichitaka, quienes se encargaron de los demonios que estaban atacándolos.
- Ustedes sólo son unas basuras que no han de poder con el lado oscuro, Hao, olvídalo. No van a triunfar.
- Eso es lo que piensas tu, deja de decirlo, pues jamás ganarás.
- Hao... Hao... no pelees... vuelve – murmuró Kilia agotada mientras le observaba caminar hacia el demonio.
- Voy a vencerlo, Kilia, y volveremos a estar en paz, quizás hablemos, ¿sabes? Quizás arreglemos todo esto.
- ¡¡No!! Tu sólo no puedes ha...
- ¡¡SI PUEDO!!
- Pero Hao...
- Siempre te he amado, Kilia, no lo pensaba así. Pero creo que es tarde para decirlo. Aunque me hace feliz que lo sepas. No te pido que me digas que me amas, se que hay contradicciones dentro de ti – dejó de caminar y volteó a verla.
Kilia entonces supo que Hao no volvería a detenerse, y tampoco la miraría de esa forma otra vez, él estaba entregado a su empresa, y no giraría hacia ella hasta que no venciera al demonio. También vio amor en él, se enfrentó con una dulzura que jamás esperó ver en un sujeto como era ese shaman y creyó que estaba soñando al escuchar mil veces sus palabras en la cabeza. Se hundió en su mirada castaña.
"Realmente te ama"- Sí, lo sé – murmuró bajito mirándolo directo.
"Sigue tus impulsos, Kilia, creo... creo que él te merece y debes ser feliz, por más que yo esté interfiriendo en tus emociones"
- Hao... también te amo – susurro Kilia aún bajo, sabiendo perfectamente que la escucharía, y sonrió, feliz. Luego cerró de pasos rápidos la distancia que los separaba y le besó. Como nunca lo haría en otra situación, inclinándose lentamente para profundizar la caricia, rodeando con sus brazos lastimados el cuello del shaman, tocando la remera que aún estaba empapada en sudor y en sangre. Escuchando los latidos de ambos corazones.
Y él también la estrechó lo más posible contra sí, sabiéndola suya, por lo menos a Kilia, no a Dukae. Sólo Kilia.
Luego la risa del demonio los separó, lentamente y ella se vio obligada a retroceder, muy lentamente. Una figura pasó a su lado, se trataba de Horo Horo, quien sonreía, tenía los cabellos alborotados y sus ojitos azules estaban fijos en su hermana. Era más que obvio que había decidido enfrentar al demonio mayor.
Quedaban pocos demonios bajos en el campo de batalla que se había armado, apenas si había uno que otro, y todos eran lentamente eliminados por Anna. Yoh había dejado de cubrir sus espaldas y se acercaba con renuencia hacia donde estaban su hermano y Horo Horo. El menor de los gemelos estaba inquieto pero sólo una vez observó hacia atrás, a donde estaba su prometida, y por última vez se encontró con sus ojos.
- Debes volver – dijo ella – no puedes dejarme sola frente al altar.
- No te dejaré.
- Promételo.
- Lo prometo.
- Y si no vuelves... te prometo que te buscaré – Anna sonrió, como nunca lo haría. Pero esa noche todos hacían cosas que nunca harían, así que se dejó llevar por ese sentimiento y lo consiguió – harás un gran entrenamiento si no vuelves.
- Volveré. Y te obligaré a que sonrías de es forma todos los días.
Luego volteó.
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Len Tao miró hacia sus costados, la determinación repentinamente tenía nombre y se llamaba Hao Asakura, o quizás Yoh Asakura, incluso Horo Horo, tal vez la determinación se llamaba Liserg Diethel, o portaba el nombre de una mujer, quizás era Erika, o podría llamarse Loreto, era posible que la determinación se reflejase en un grupo y se llamase Funahaki.
Era posible, muy probable, que la determinación estuviese en un desconocido y él simplemente la encontrara en Hades.
Entonces se sintió bien al ser parte de un grupo así. Por lo que hinchó orgulloso el pecho y observó a Pilika, mientras se quitaba el sudor de la frente que ya se mezclaba con la sangre que escurría de sus heridas. Estaba lleno de cortadas pequeñas pero bastante profundas.
A lo lejos, Anna y Tamao continuaban haciendo hechizos para debilitar al demonio que tenían enfrente, y Kilia, que estaba a un lado, observaba con amor a Hao. Siempre supo que se amaban pero jamás había visto tamaño de amor dedicado en una simple mirada, por lo menos no en ellos, pero sí lo veía en la mirada azulada de su niña, o quizás en la de su hermano cuando observaba a Tamao. Y la misma adoración la veía en Yoh cuando se disculpaba con Anna por alguna tontería o le pedía menos entrenamiento. Incluso la observaba ahora en Ichitaka que protegía la espalda de una mujer que era un diosa poderosa. Loreto retrocedió los pasos junto con su pareja, dispuestos a proteger a las sacerdotisas si algo sucedía.
Miró de reojo a Okobu y este le devolvió una mirada.
- No puedo creer que estemos por luchar juntos – murmuró el Funahaki.
- Hace siglos que no lo hacemos.
- Creo que si hace siglos me hubieses dicho que esto pasaría me habría reído en tu cara.
- Debemos admitir que entonces nos comportamos como unos imbéciles. Ambos.
- Sí. Pero también nos dejamos llevar.
- Jamás saldamos nuestras diferencias.
- Si esto acaba bien, me gustaría hacerlo.
- No quiero que ella sufra.
- No lo hará... no te estoy pidiendo un combate.
- ¿Entonces?
- Sólo quiero saber porqué sucedió entonces... ambos nos lo merecemos, pero sólo si sobrevivimos.
- Te deseo suerte.
- Igualmente.
- Okobu...
- Si yo muero... – miró hacia donde estaba la reina de su corazón y ella frunció el ceño con evidente enojo. Len sonrió un poco – si yo muero quiero que cuides a Pilika, a Atenea, debes... protegerla, se hace la fuerte pero es frágil, no puede sufrir.
- No dudes que lo haré.
- Gracias – murmuró Len.
Luego miró hacia atrás, Tamao sollozaba, Horo miraba hacia delante. Dios, esos dos tardaron años en saber lo que sentían.
Anna había dejado de recitar pero aún sostenía su rosario entre sus manos, Yoh no quitaba su sonrisa confiada de sus labios. Ellos merecían su casamiento.
Kilia tenía la mirada gacha, pero una sonrisa se escondía entre la comisura de sus labios, traviesa. Hao tenía la repentina determinación de un hombre dispuesto a morir porque un futuro para su mujer. Hades simplemente se sentía confiado de vencer, porque llevaba siglos luchando.
Erika y Liserg estaban ambos a la par, sabiéndose fuertes por tenerse el uno al otro. Tan distintos, ellos, simplemente se confiaban que se cubrirían las espaldas.
Escuchó el susurro de Michiko a Okobu.
- Vamos a vencer – murmuró ella – porque hay demasiado cariño en este campo para que un demonio lo logre.
- Lo sé... Jamás he perdido la confianza en ellos.
- Okobu...
- Dime...
- ... siempre te he querido.
Ichitaka aún no dejaba de emanar tranquilidad y Loreto se recargaba en él con evidente preocupación por los demás.
Él... el mismo... mirando hacia un futuro donde, si no actuaba ahora, su mujer no estaría. Entonces no supo de sí pero si supo de ella sonriéndole, de ella y sus besos cálidos. De su misma frialdad cuando se comportaban como un sujeto al que nada le importaba y se sintió un imbécil. Pero entonces supo que ellos se complementaron por ser distintos, y se amaron por la misma razón.
Sólo apretó fuerte la lanza y miró directo a los ojos de Pilika.
Frío y Calor.
Eso es lo que siempre fueron.
Fin del capítulo 20
Guaus, hasta deseos de llora tuve... jajajaja, pero ahora me siento mejor. Espero que hayan entendido las frases del final, Len analizaba cada una de las parejas, porque estaba seguro que ellos se merecían ser felices. Entonces él se lanza a la batalla primero contra Hao demonio. Sin duda es muy valiente pero también es porque sabe que los demás no quieren perder a nadie.
Se viene para la próxima adelanto:
- Suceso importante con Kilia, Hao y Hades.
- Suceso muy importante con Len.
- Suceso importante con Horo.
- Recuerdos.
- Final de la Batalla. Decisiones.
El próximo cap. No es el final así que no se preocupen, aún falta un poco, creo que el cap. 22 será el final... mmmmm, buaaaaah no queero, jajaja, pero siempre me tienen en los otros fics, así que no se pueden olvidar de mí, jajaja.
Ahora sí, paso a los queridos reviews:
Kilia: see... no pierdes tan fácilmente los nervios, vamos!!! Ni tu te crees eso, jajajaja.
HadesHao: si ya estoy, como presionas, Haito de mi corazón, jajajaja, eres malvado, y ya apareció Evil Hao, espero que te haya gustado, ya lo verás en el próximo cap pues será mucho más malo. Nos vemos Besos.
c-erika: veremos si hay final feliz uu, uuuy tu sabes que yo adoro los finales felices , esperemos que si haya. Pero todo depende como esté de humor o como este yendo el fanfiction, mientras ya sabes yo voy enfilando para un final feliz. Sinceramente, espero que sigas visitando , Erika, a mí me encantan tus reviews. Nos vemos, muchos besos.
Katsu y Susume: muchísimas gracias a las dos, son divinas, jajaja, y ojalá me sigan escribiendo reviews en todos los caps. Aunque dudo que haya muchos más. Gracias por su apoyo con lo de la sanción.
Les cuento entonces que mi demora se ha debido a que me sancionaron y no podía subir capítulos, espero que me perdonen por esta tardanza, sepan que no fue culpa mía, o quizás sí, porque tampoco sé la razón de la sanción. En fin, feliz navidad a todos, los quiere:
Suu-chan
Naitemo iiyo donna kanashimimo tsubasa ni kawarinosa sono mune de
