SEQ CHAPTER h r 1—Mira, Zabini, sé que no te caigo bien y todo eso, pero por favor, si tenemos que dar la clase juntos, por favor, por favor, por favor, no me corrijas cuando yo estoy explicando¿de acuerdo?
Hermione acaba de tirar una tiza en misión de proyectil hiriente hacia la frente de Blaise, pero el chico lo había conseguido esquivar de milagro, y ahora la observaba con cara de aburrido y cruzado de brazos.
En la pizarra muchos números, muchos símbolos y varios renglones de cuentas.
En los pupitres varios chicos de sexto curso.
—Pero es que está mal, Granger.
Hermione tomó aire, y decidió ignorarlo, así que volvió al problema de la pizarra y escribió un par de números más hasta oír de fondo el resoplido exasperado de Zabini.
Blaise Zabini era un Slytherin más arrogante si cabe que Malfoy, y lo peor de todo era que se le daba bien, muy bien mejor dicho, Aritmancia. Vale, sí, y estaba muy bueno. Quizá había sido por eso por lo que Hermione había aceptado impartir las clases particulares con él, o sin quizá seguramente, sí, seamos sinceros, sin el quizá. Pero se empezaba a arrepentir.
—¿Me quieres dejar terminar!
—¡Pero es que llevas una hora haciendo el puto problema y lo estás haciendo mal, Granger! —gritó el otro, poniéndose en pié, llamando con un Accio una tiza y colocándose a grandes zancadas frente a la pizarra, logrando que Hermione pusiera los ojos en blanco y gimiera de desesperación (que no de placeeer, eh...). El Slytherin, ahora desde la pizarra se volvió hacia ella— ¿Te importaría escucharme un segundo? —La Gryffindor con desagrado se dignó a mirarle. Oh, sí, claro que lo escucharía. A ver—. Gracias —espetó—. Pues mira, chica, básicamente en la primera suma has puesto un menos donde debería ir un más, y a partir de ahí ya todo mal. Porque como puedes ver —y al tanto que hablaba, Zabini rehacía el problema con el signo cambiado, y la mandíbula de Hermione cada vez estaba más cerca de rozar el suelo—, por un jodido signo te cargas el problema entero.
Hermione rodó los ojos y le desvió la mirada, bufando. Que sí, que sí, que sí. Que estaba bueno. Pero era más gilipollas que Malfoy. Agh. Y más inteligente también. Y... y... y... (no podía ser verdad, no, oh, no) más inteligente que ella misma (¡oh, no!).
—Va-le. Pues termina tú de explicarles todo esto.
Ah, claro, la clase. Que se habían olvidado un poquito. Ernie Macmillan, Sally-Ann Perks, Millicent Bulstrode y Anthony Goldstein los miraban raro. Cada vez más raro.
—¡Que no, tía¡Que no me gusta explicar!
—¡Joder¿En qué quedamos! —chilló Hermione, con la mandíbula tensa.
—Explicas tú, pero me dejas corregirte —sonrió el otro.
Hermione se mordió la lengua, llamó una tiza, y ordenó al borrador que limpiara la pizarra. Maldito el momento en el que pronunció mal las palabras y el borrador entendió que al quien tenía que limpiar era a él mismo. Chocó contra el suelo y una nube de polvo de tiza se expandió por la clase, haciendo toser a todos. Zabini gimoteó.
—Granger... Si no sabes el conjuro no intentes lucirte, por favor...
Y la aludida respondió con un portazo que entre el polvo de tiza nadie pudo ver.
Así que Blaise tuvo que terminar él solito la clase.
Hermione no pudo evitar desatender su interesantísima y realmente sorprendente nonagésima primera (¡por lo menos!) lectura de Historia de Hogwarts (¡claaaro que sí!) cuando vio a Pansy Parkinson entrar en la biblioteca, lanzando miradas fugaces a su alrededor.
Y si era raro ver entrar a Parkinson en la biblioteca, más aún lo era lo siguiente que Hermione acertó a ver por encima de su libro. Oh, por Merlín, si aquello estaba ocurriendo de verdad, lo próximo sería que el cielo cayera sobre sus cabezas: Ron Weasley entraba por su propio pie en la biblioteca. ¡Por su propio pie! Y. ¡Y¡No se dirigía hacia donde estaba Hermione¡No! Desaparecía girando hacia la sección de Pociones. Un momento, un momento... ¿Ron¿Biblioteca! Un momento más, un momento más... ¿RON¿SECCIÓN DE POCIONES! Hermione frunció el entrecejo y dedujo sutilmente que algo allí no cuadraba. Así que utilizando como parapeto la Historia de Hogwarts, lo siguió. Lógicamente nadie se daría cuenta de que era ella, Hermione Granger, la alumna con la P de prefecto brillando en el pecho que escondía la cara detrás del libro más solicitado de la biblioteca, y que era Historia de Hogwarts (¿cuál si no, panda de incultos? Aish...), la que seguía a Ron (y a Pansy, sí, a Pansy también, que iba delante casualmente, vaya) a... a... a... ¿A la Sección Prohibida!
Y ya estaba apuntísimo Hermione de destapar su verdadera identidad (es decir, quitarse el libro de la cara) y restarle puntos a ambas casa (por mucho que le doliera quitarle también puntos a Gryffindor tendría que hacerlo), cuando una voz sibilina susurró en su oído.
—Sí, Granger, Weasley y Parkinson en la Sección Prohibida.
—¡AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAHHHHH!
A Blaise sólo le dio tiempo de susurrar antes de tirar de Hermione hacia atrás y meterla debajo de una mesa, conjurar una cortina de invisibilidad y quitarle la voz a la chica, un suave.
—Qué lista...
Ah, sí, y puso los ojos en blanco (N/A muy muy muy sexy... aaagh babita, babita, babita).
La señora Pince apareció corriendo, muy sofocada, con la varita en alto. Pero no vio a nadie, por lo que tuvo que volver a su puesto inicial, esto es, detrás del mostrador de la entrada, muy desilusionada (cabeza gacha, hombros hundidos, boca con sonrisa invertida... todo eso, vaya, tristona), porque no había nada que le gustara más que lanzarle libros a la cabeza a los alumnos. Porque sí, vale que fuera la bibliotecaria y tal, pero con el transcurso del tiempo había descubierto que los libros eran un arma arrojadiza muy efectiva.
Y no, tampoco pilló a Ron y Pansy porque también se escondieron con magia y tal. Y no, no fue Ron el que utilizó la magia porque (todo el mundo lo sabe¡por favor!), Weasley es un inepto en eso de utilizar la varita (¡ah¡Y le dan miedo las arañas¡amuahahaha! Nenaza... xD).
Pero volviendo a Granger y Zabini: Estaban debajo de una mesa, con un hechizo de ocultación encima, y la boca de Granger sellada con un conjuro (N/A Vaya, que si yo hubiera sido Granger ya me habría deshechizado, soltado un hechizo insonorizador a la mesa, y saltado sobre Blaise, pero nonono, que doña prefecta es muy prefecta... digo... correcta. Eso.).
—Como grites, cacho subnormal, te echo a la señora Pince, que seguro que te deja sin poder sacar libros... hummm... una semana por lo menos.
Ante esa amenaza tan horrible, Hermione negó con la cabeza, horrorizada, es decir, los ojos como platos y muy pálida, la pobre. Y Blaise, alma caritativa aunque Slytherin, le retiró el hechizo.
Y aunque quedaría de puta madre decir ahora que se miraron a los ojos, se fueron acercando lentamente (cada cual más cachondo), y acabaron introduciendo sus respectivas lenguas en las respectivas bocas del otro casi que dejándose sin respiración, pues no. ¡Joder, impacientes¡Que se llevaban mal! (Vale, sí, y a Hermione le ponía Blaise cada vez más, pero vaya... ¡A esperar he dicho, hossstia!). Vaya, que entonces lo que ocurrió básicamente es que Hermione le preguntó a Blaise sobre lo de Ron y Pansy.
Y Zabini puso cara de "Esta niña es lela", porque Hermione no le preguntó qué carajo hacían juntos en la Sección Prohibida. No. Hermione le preguntó que por qué no le había dejado que les quitara puntos. Muy suya la niña. Así que Blaise eso, se mordió el labio (N/A ¡AAAGHHH!).
—Mujer... —dijo al fin, colmándose de paciencia— Habrá que dejarles desfogar tranquilos —pero como Hermione, que ya hemos dicho que era un poco lela, puso cara rara, pues Blaise aclaró—: Granger, tu amiguito y Parkinson están liados, y hoy folletean por aquí, y mañana por allí.
A Hermione se le pasó toda la tontería de golpe. Ron Weasley, su amigo Ronnie, el pelirrojo, ese que tenía tantas pecas, el hermano de Ginny, un Gryffindor, había dejado de ser virgen y ¡no se lo había contado¡Qué cabronazo!
Y Granger se echó a reír.
Y ahora fue Blaise el que puso cara rara.
—Granger —le dijo—, estás tonta¿eh?
Y a Hermione le debió de dar un viento o algo, porque (¡sí, sí, sí¡por fin, queridos lectores!) se acercó a Blaise y le plantó un besito en los morros que el chaval se quedó en plan "Ein", y luego puso cara de asco, pero a la Granger (y a partir de ahora me voy a permitir utilizar el artículo delante de los nombres propios, y a quien no le guste que no leaaa... xD ah, y paso de poner ya N/A que es una chorrada) le daba exactamente igual.
La mente de la prefecto era algo así como "¡OH, MERLÍN¡OH, MERLÍN¡OOOH, MERLÍN!", como un orgasmo mental por lo menos. La del Slytherin era algo así como "Ein... ?", como un orgasmo mental por lo menos. Que sí, que sí, los dos orgasmos mentales. Y la Mione, que parecía tonta pero luego nanay, pues le soltó otro beso. ¡Ala¡Libre albedrío¡TOMA YA!
Pongámonos serios ahora que viene la parte importante. Blaise, que no es de piedra, reacciona (¡por fin!). Y como llevaba sin comerse una rosca bastante tiempo, porque estaba muy pillado por Lisa Turpin (una Ravenclaw Ravenclawísima), pues decidió que se iba a olvidar de Turpin, y que ¡Ala¡Libre albedrío¡TOMA YA! Así que trincó a la Granger por banda y ya no la soltó hasta que, no sé cuánto tiempo más tarde, la tía se le quitó de encima sudorosa a más no poder, con los ojos todavía en blanco, y una sonrisa orgásmica, y nunca mejor dicho.
¡Habían acabado en la Sala de los Menesteres! (¡Oh, tía, qué fuerte, tía¡Amor verdadero, tía¡Jo, tíaaa!... Vale sí, muy típico, qué queréis, es lo más a mano que hay. Además, que la Rowling no joda, que el que hizo la sala esa la hizo para lo que la hizo, que seguro que fue el Salazar Slytherin que era el más listo de los cuatro fundadores, diga lo que diga el sombrero andrajoso ese...).
Así que Zabini había desfogado, y la Granger, que parecía lela, pero la muy guarrona de lela no tenía un pelo de esos revueltos que ella tiene, pues también había desfogado.
—Joder... Aún no me creo lo de Pansy y Ron.
Sí, queridos lectores, eso es lo único que se le ocurre decir a nuestra querida Gryffindor amiga de Poti Potter Zote después de tirarse a Blaise. Aham. Una chica curiosa.
Y Zabini, bueno, Zabini que como que se iba acostumbrado a las cosas raras de la chica (que luego dirían de la Lovegood, pero esta no se quedaba corta tampoco), se volvió hacia ella, la trincó por el cuello, y otra vez le metió la lengua hasta la garganta.
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Y fin del primer desfase. Ala. A mamarla. xD (Sí, gracias, yo también... x'D). Locatis (besitos a todos amores). P.d.: Y para los que hayan terminado de leer esta porquería, gracias, gracias, gracias... Hay que ser muy Gryffindor para leer esto... ¡Ufff!
