¿Hay un después?

POR: malia-evans

DEDICADO A: a Mary, y a Olga. Y a Desirée, que sabe que la apoyo, los tíos no son más que porquería¡ningún chico como tu ex te merece!

DISCLAIMER: ninguno de estos personajes son míos, sino que pertenecen a J.K. Rowling y Warner Bross, a excepción de Christine Benoitte y Jacqueline Simons, y otros personajes que no aparecen en la saga de HP.

"Dejé de amar, perdí la capacidad de captar sentimientos ajenos¿Y ahora, después de tanto tiempo, tienes el coraje de venir a pedirme perdón? O tienes valor o eres idiota."

Capítulo 6: Hay que aceptar las consecuencias


Nos quedamos en…

No tubo fuerzas suficientes para acabar y cayó dormida, una vez más, en los brazos del apuesto moreno al que tan secretamente…


Cuando Lilliane despertó no encontró a James junto a ella, i eso la decepcionó. Al levantarse pisó algo blando y cuál fue su sorpresa el encontrarse a James dormido en el suelo. No se había ido.

Bajó al salón, y allí se encontró con todos sus amigos, y con Dumbledore, a quién no esperaba ver. Al reparar en la presencia de la pelirroja, todos se levantaron, y de no ser por sus inmejorables reflejos, hubiese sido aplastada.

Por lo visto, los chicos le habían contado la historia al director, y éste parecía sumamente preocupado. Deseó que Lily se mejorase y la citó al siguiente día en su oficina. Se marchó.

Durante dos días no dejaron sola a Lily ni un momento, en especial James, que insistía en estar con ella incluso en el baño. No la dejaron respirar por medio a que se quedase sin aire…

Ni que decir de la respuesta rotunda que le dieron cuando ella anunció que salía a los jardines. Se apelotonaron todos frente a la puerta.

Sin embargo, todo ejército tiene un punto débil, y el de ese ejército era James. Por mucho que desease proteger a la pelirroja, no podía negarle nada de lo que le pidiese.

Esa tarde, eran cerca de las nueve de la noche, y por culpa de un despiste de la guardia, Lilliane consiguió salir a respirar a los jardines. Se tumbó en la fresca hierba, y se dedicó a contemplar el brillante firmamento. Horas después, se formó un gran revuelo en la casa, por fin habían notado que faltaba la presencia de la pelirroja.

Mientras todos buscaban desesperados por la gran mansión, uno fue inteligente y salió a los jardines. Allí la encontró.

Con el mayor sigilo posible, se acercó y se sentó junto a ella. No notó su presencia.

Minutos después Lily cambió de postura y quedó frente el moreno, que la miraba embalsamado.

- Déjame quedar –susurró

El moreno sólo sonrió. �¡Cuanto tiempo había esperado para volver a estar con ella de esa manera!

Pasaron las horas y los ambos seguían sosteniendo la mirada. Por un rato, volvieron años atrás.

Faltaban cinco minutos para el año nuevo. Y pasó lo inevitable. Se amaban, y ellos lo sabían. Poco a poco, el moreno fue acercándose a los suaves labios a los que añoraba tanto… Y la besó. Lilliane no opuso la más mínima resistencia. De modo que segundos después, se estaban besando con una pasión olvidada.

El tiempo para ellos no existía, de manera que no escucharon las campanadas que anunciaban el nuevo año. Poco les importaba lo que pasaba a su alrededor, sólo existían ellos dos. Nada más.

Duodécima campanada. Año nuevo, vida nueva. Todo el mundo, literalmente, estaba celebrando esa magnifica noche, y aunque dos jóvenes en una casa de París no lo estaban de fiesta, coincidían con el mundo entero. Una noche mágica.

Debían respirar, por lo que inevitablemente tuvieron que separarse. Bajo la hermosa luna James recordó que hacía mucho que no experimentaba algo así. Y lo disfrutaron. Se amaban, ahora lo sabían.

Sin embargo, de todo lo bueno hay algo malo.

Lilliane pensó en lo que acababa de hacer. Y se asustó. �¡Qué había hecho! Cuatro años lejos de él, y en un par de minutos me ha vuelto a enamorar. Quiero morir… Eso fue lo último que recapacitó antes de marcharse, dejando solo en la negrura a un desconcertado moreno.

Días, semanas, meses. La joven pelirroja no sabía cuanto tiempo había pasado desde ese fatal desliz. En el momento se había sentido en la gloria, pero ahora se encontraba destrozada.

Sabía que James y Jacqueline no eran los culpables de su sufrimiento, pero no entendía por que no podía perdonarles. Aunque pronto lo entendió.

Durante cuatro años, Marie había trabajado muy duro, había sobrevivido ella sola. Pero James y Jacky, se tenían a ellos, y a sus amigos. Había soportado la soledad, y ahora, no sería ella quien daría el brazo a torcer. Ahora ellos sabrían el sufrimiento sentido la joven pelirroja.

Estaba furiosa, y sus compañeros de trabajo lo notaban. Esa mañana había decidido volver a la rutina diaria. El trabajo duro. Durante toda la mañana no había parado de solucionar los problemas que se habían ido acumulando en su bandeja durante las navidades. Gritó a todos sus compañeros y envió a sus inferiores al lugar donde comen las moscas, pero lo peor fue cuando el ministro de Magia francés se presentó en su despacho.

A Lily no le caía muy bien, pero por lo visto, ese día, el ministro había tenido un mal día y venia a descargar su furia sobre la joven embajadora. Lástima que no notó que la pelirroja estaba más enojada que él.

- Señorita Parker –anunció el ministro- He tenido quejas de su trabajo hoy, muchos de sus compañeros han venido quejándose de su fatal comportamiento

La joven se estresó. Habían tenido el coraje de ir a quejarse al ministro. Luego se encargaría de ellos.

- No es mi mejor día –trató de disculparse la pelirroja- No volverá a ocurrir

- No lo dude señorita –aseguró con un deje de malicia- Por muy satisfactorio que sea su trabajo, no puedo permitir que la imagen del ministerio se vea manchada por chapuza como usted…

Fatal error.

- Estará bromeando –sugirió la joven

- Me temo que no –respondió el anciano

¡Pero no puede despedirme!

- Ya lo he hecho

- Pero…pero

- De peros nada señorita Parker, recoja sus cosas.

Pero al parecer Lily el viejo decrepito había llegado demasiado lejos.

¡Va a recoger sus cosas su quien YO le diga!

Nadie hablaba así a un ministro de magia. Así que el anciano sacó con agilidad su varita y apuntó con su varita a la pelirroja. Olvidó que ella era mejor combatiente que él.

Cuando el ministro reparó en eso, ya le habían salido unas enormes orejas de burro, y unas asquerosas manos de lagarto. Intentó defenderse pero su varita había desaparecido de sus manos y ahora estaba en poder de la joven.

Decidida a humillar al ministro, Lily hizo levitar al anciano y lo sacó al pasillo, donde todos los empleados quedaron estupefactos. La embajadora, enfrentándose al ministro. Si no la habían despedido ya, le quedaba poco, pensó la mayoría.

Pero si esa gente pensaba que la joven se había pasado tres pueblos, todavía no habían visto lo mejor. Lo único bueno de haber sido pareja de un merodeador. Lo mucho que aprendes de bromas.

Sin dejar de apuntar al ministro con la varita de éste. La pelirroja levantó su propia varita e inició una serie de estrambóticos hechizos que cambiaron por completo la seria apariencia del anciano, para convertirlo en una replica exacta de Heidi.

Ningún empleado pudo reprimir la gran carcajada que se acumulaba en sus gargantas, de modo que en un par de segundos todos los trabajadores estaban en el suelo, partiéndose de risa. La autora de los actos sin embargo, no mostraba la más mínima señal de que le pareciese gracioso. Todavía no se había vengado lo suficiente. Y de pronto la conversación de minutos antes volvió a su cabeza. Los trabajadores también tenían la culpa.

Bajó al ministro del aire, quien al tocar tierra firme se marchó corriendo. Y entonces, encaró a los empleados, quienes al instante pararon de reír. La pelirroja volvió a alzar la varita y aplicó el mismo hechizo sobre todos ellos. Modificando un poco, todos se enfundaron en un can-can rosa y les aparecieron unas largas trenzas rubias.

Antes de marcharse, la ex embajadora les anunció la terrible noticia

- Tarda una semana en desaparecer. No tiene contra hechizo.

Se fue dejando a todos sin palabras.

Pero hubo alguien presente que no fue alcanzado por el hechizo. Había sido testigo de ese hechizo millones de veces. Su novio aún lo usaba.

Desperada se desapareció del ministerio, y fue a la mansión de su amiga. Algo iba mal, muy mal.

Llegó a la casa segundos después que la pelirroja.

¡Lían!

- Chris¿qué haces aquí todavía? –se extrañó la pelirroja- Me dijiste ayer que hoy te ibas.

- Y me iba a ir –aseguró la francesa- Pero primero pasé a despedirme, y vi el espectáculo.

Se sintió culpable.

- Lil's no tienes por que avergonzarte. Quedaron muy monos.

- Me han despedido… -murmuró la pelirroja

Christine se quedó de piedra. No pensó que ese fuese el motivo de la furia de su amiga

- No me puse así por eso

Chris se estremeció. Había olvidado que la pelirroja dominaba la legeremancia.

¿Entonces?

- Subamos y te lo explico.

Subieron a la cámara de la pelirroja, y mientras ésta hacía sus maletas le contó lo que había sucedido en Nochevieja. Christine se alegró, pero al ver el tono en que su amiga se lo estaba contando, borró su sonrisa.

Extrañada, Benoitte preguntó

¿Por qué haces las maletas?

Por toda respuesta la pelirroja señaló dos billetes que había encima de su cómoda. De ida a Venecia. No había vuelta.

¿Te vas? –preguntó extrañada la francesa

- No pienso quedarme ni un minuto más.

- Pues voy contigo –anunció Christine dejando a su amiga sorprendida

- Pero…pero

- Nada de peros

¿Sabes que es la segunda vez hoy que me dicen eso? –preguntó riendo la pelirroja

Ante ese comentario fuera de lugar, las dos amigas no pudieron hacer más que reír.

Un par de horas después, las dos amigas salieron de la gran mansión cargadas con ocho maletas de un tamaño sospechosamente grande. Pero que quede claro, que seis eran de la pelirroja, las otras de Christine.

Por supuesto sólo había ropa, pero considerando el tamaño de los armarios de la pelirroja y de su amiga, era normal.

Pidieron un taxi por teléfono, y en media hora se encontraban en el gran aeropuerto Charles de Gaulle (N/A se lee "chals de gol"). Cogieron el avión, y dos horas y media más tarde se encontraban bajando del avión en el aeropuerto de Marco Polo-Tessera.

Lily había estado otras veces en Venecia, pero Christine se sentía descolocada. Cogieron un el barco y se dirigieron a Venecia ciudad. Llegaron frente a una enorme casa de estilo victoriano. Christine se quedó pasmada, al contrario que la pelirroja, que sacó su varita y le dio un par de toques con ella a la puerta, que se abrió al instante.

Una vez dentro, a la francesa se le acumularon las preguntas en la cabeza. Así que decidió empezar por la primera.

- Ehh… Lily

La pelirroja se giró hacía ella.

¿Si?

- Esta casa¿es tuya?

¿Te agrada? –respondió como respuesta- La compré hace dos años, vengo aquí cada verano, hace más calor.

La francesa se emocionó, siempre le habían gustado las casas victorianas, y aunque las grandes mansiones de Francia se les asemejaban, nunca había estado en una de ellas.

¿Te quedarás aquí por mucho tiempo? –preguntó Christine

- Vendí la casa antes de irnos, ahora viviré aquí. Con todo el dinero que tengo, puedo vivir un par de años sin trabajar.

¡Que hiciste qué? –gritó la francesa sorprendida.

- Pues eso.

Christine de pronto pensó que su amiga era había sido muy tonta.

- Puede –le respondió la pelirroja leyendo sus pensamientos- Pero si tu quieres irte, puedes. Sirius se preocupará por ti. Sólo te pido que no les digas donde estoy.

- Me quedaré aquí unos días, luego volveré.

La pelirroja se entristeció.

- Pero no te preocupes, vendré cada semana –aseguró su amiga- Y avisaré a Remus de que venga.

- Como quieras.

Durante lo que quedaba de día, Lily se instaló, guardó todas sus cosas y decoró la casa, con todo lo que se había llevado de la mansión.

La mañana siguiente, cuando Christine se levantó, encontró a su amiga almorzando tranquilamente, y leyendo el diario. La observó pasar la página, y le sorprendió verla reírse de un artículo. Se acercó a ella, y entonces pudo ver el artículo. En el salían el ministro francés y todos sus empleados transformados en Heidi y Pipi calzas largas demandando una indemnización a una tal Anna Parker, ex embajadora de Inglaterra en Francia.

Como auto-reflejo, Christine entendió que su amiga había ocultado su verdadero nombre, y por lo tanto, esos estúpidos empleados reclamaban a una persona inexistente.

Cuando acabaron de desayunar, se vistieron y salieron a la calle. Lily ya le había dado mil y una vueltas a la ciudad, pero Christine se asombraba con todo lo que veía. Después de comer, la pelirroja decidió llevar a su amiga a la cercana islita de Murano. En aquel barrio de Venecia, se fabricaba el mejor cristal de Italia, por lo que Lilliane le compró a su amiga un precioso collar de cristal violeta. A juego con sus ojos. Por la noche, ambas amigas se adentraron en lo más profundo de la acuática ciudad, entraron a un modesto ristorante donde cenaron estupendamente.

Dos semanas estuvieron con la misma rutina, hasta que una lluviosa mañana Christine anunció que debía volver, ya que Sirius la estaría buscando desesperadamente.

Lily la acompañó hasta el aeropuerto de Venecia metre. Una vez allí hizo prometer a la francesa que no revelaría a nadie, excepto a Remus, donde se encontraba. Y aunque Christine se negó, la pelirroja le pagó el billete.

Esperó hasta que el avión levantó el vuelo para volver a su casa.

Esa noche no durmió muy tranquila, pero después de cuatro horas de insomnio, consiguió llegar a los brazos de Morfeo.

La mañana siguiente había amanecido igual que la anterior, lluviosa, y aunque sólo había dormido unas cuantas horas, se sentía con suficiente fuerza.

Pasó toda la mañana limpiando un poco la casa, y luego salió a dar una vuelta, pasó todo el trayecto pensando. Todavía no estaba segura de que hubiese hecho bien en mudarse a Venecia. Bien cierto era, que no quería volver a ver a Jacky, ni mucho menos a Potter, de manera que acabó pensando que había tomado la decisión correcta.

No se fijaba por donde andaba. Iba y venia. Se conocía la ciudad como la palma de su mano, así que era imposible que se perdiese.

Dos días después, mientras leía un interesante libro, encontró entre sus paginas, unas fotos de hacía prácticamente dos años. En esa foto salía ella y un hombre sentados en una góndola. Entonces recordó…

- FLASH BACK-

Había ido a Venecia con la intención de comprarse una casa. Desde pequeña siempre quiso vivir en una gran casa victoriana, por lo que al llegar a la inmobiliaria eso fue lo que pidió.

Después de observar un gran álbum con todas las casas victorianas en venta, Lilliane escogió la que tenía las mejores vistas a la piazza San Marco.

- Tiene buen gusto –aseguró el vendedor- Pero es la más cara

- El dinero no es problema –respondió la pelirroja- Me la quedo

Compró la casa, y una semana después estuvo lista para habitarla. Ventajas de ser bruja.

Esa fue la primera vez que habló con él y, después de eso se hicieron amigos. Tres meses después, Lily le reveló que era bruja, y él lo entendió.

- FIN FLASH BACK—

Medio año después se hicieron novios, y aunque no se veían muy a menudo, se querían como nadie.

Tenía que ir a verle.

Se vistió, y salió a la calle. Cogió el primer barco que pudo y cruzó casi toda Venecia. Diez minutos después se encontraba frente a una modesta casa, cerca de una chiesa.

No se lo pensó dos veces y tocó al timbre. No tuvo que esperar mucho. La puerta se abrió y dejó ver a un apuesto moreno de ojos azules. No de hizo esperar y se tiró a sus brazos.

- Ti amo Carlo

Se besaron efusivamente hasta que un llanto proveniente del interior de la casa les hizo entrar.

Una vez dentro, y conociendo el origen de ese llanto, Lilliane no hizo más que ponerse a llorar. Allí estaba ella, otra vez. Con su marido, Carlo Moratti y una personita a la que también hacía mucho que no veía. Sylvia Moratti, su hija.


os avise! hay un cambio muy brusco, en el siguiente se aclara todo + o -. pero tendreis q esperar! juasjuas!

dejen reviews! kisses

malia-evans