2- YO, EL PEOR DE TODOS...
.- ¡¿Pero qué demonios pasó aquí?
El grito me despertó de mi sueño.
Parpadeé confundido por varios minutos. Estaba en mi cama, arropadito... ¿Por qué diantres estaría gritando ahora Leo? Me restregué los ojos, quitándome la legaña, bostecé, me estiré... Y entonces recordé la noche anterior.
Me puse de pie de un salto, tan de repente, que por poco y ruedo cama abajo. Me lancé hacia el primer piso ni bien estuve en el borde del segundo, caí al suelo, resbalé al incorporarme y mi frente casi tocó el piso cuando me impulsé hacia delante para seguir corriendo.
Encontré a Leonardo en medio de la sala, con las manos en la cintura, poniéndose azul de tanto gritar y protestar. Miguel y Donatello investigaban los daños en la sala y la puerta de la cocina: la TV se había salvado de milagro, todo lo demás, incluyendo el sofá, estaba en el suelo. La puerta de la cocina era ahora un par de metros más ancha...
.- Esto si que es una rabieta...- Murmuró Miguel Ángel.
Los miré a todos de hito en hito.
.- Están bien...- Susurré.
Los tres estaban intactos, Miguel no tenía la horrible cortada en el brazo, Don estaba como siempre... Leo tenía unos pulmones muy buenos para estar moribundo.
Estaban bien.
.- ¡Espero que tengas una muy buena explicación para esto Raphael!- Sentí la voz de Leonardo a mis espaldas. Me volví hacia él, lentamente, algo aturdido.
.- ¿Explicación?
.- ¿Cómo te las arreglaste para destruir todo esto? Dios mío, esto te supera a ti mismo ¿como pudiste perder el control así?
.- Un momento...- Le detuve.- ¿No creerás que todo esto...? ¿Qué yo...? ¿Me estás culpando a mí?
Realmente no podía creer lo que estaba escuchando, que Leo pretendiese echarme a mi toda la culpa por lo que había pasado la noche anterior ¡Yo los había salvado! Avancé hasta él con los ojos a punto salírseme por la estupefacción.
.- ¿Es que acaso no te acuerdas?- Le grité, fuera de mí.- El monstruo, el tipo en kimono...- Le enumere, tratando de hacerle recordar, pero sólo conseguí que me mirase aún más extrañado.
.- ¿Monstruo? ¿Kimono?- Intervino Miguel, viniendo a unirse a nosotros junto con Don.- ¿De qué demonios estás hablando?- Preguntó.
Los miré a todos con la boca abierta.
.- ¿No lo recuerdan? ¿No recuerdan nada de lo que pasó aquí? ¡Yo salvé el día! ¡Salvé sus ingratos traseros! ¿Y así es como me pagan?- Clamé al borde de la exasperación.
Todos guardaron silencio, mirándome como si yo fuera alguna especie de animal de circo. Leo se me acercó un poco más; tenía los ojos de par en par y los brazos cruzados frente al pecho. Estaba furioso.
Aunque era difícil saberlo con certeza, el infeliz siempre tiene la misma cara, pero incluso para él era difícil esconder lo que sentía en ese momento.
.- Por favor...- Comenzó, con los ojos clavados en mí.- No me digas que hiciste todo esto ebrio... Puedo aceptar cualquier cosa, puedo aceptar que te hayas salido de madre, que hayas hecho todo esto furioso... pero no borracho, eso no, eso jamás...- Me dijo, en voz muy baja, con los dientes apretados. Creo que nunca lo había visto así.
Pero era verdad, el muy maldito de verdad creía que yo había hecho todo ese estropicio. Y no era el único al parecer, sentía las miradas recriminadoras de los otros sobre mí. De verdad no recordaban nada de lo de anoche.
Ahora que lo pensaba, ni yo recordaba claramente como había terminado todo. No recordaba para nada haberme ido a la cama ¿Habíamos perdido todos la memoria? Ellos más que yo, claramente. Pero… Y si yo era el único que recordaba ¿No podía ser que me lo hubiera imaginado todo?
No... Era imposible. Sé lo que vi. Estoy seguro de que todo fue verdad... Sólo que no tengo ninguna prueba...
Respiré profundo.
Tratar de explicarles lo ocurrido sólo iba a hacer que las cosas empeoraran para mí. Leonardo seguía mirándome de la misma forma, una mezcla de furia con preocupación y espanto. No acababa de decidirse si estaba, o muy enojado por lo que creía que yo había hecho, o muy asustado al pensar en lo que me podía estar transformando...
.- No.- Dije al fin, bajando la mirada.- No estaba ebrio. Es sólo... Tal vez estaba soñando y se me mezclaron las cosas. Realmente lamento todo esto... Es que me puse loco...- No podía creer que me estuviera echando la culpa, realmente no podía creer lo que hacía. Apenas si me salía la voz.- Encontraré la forma de repararlo... lo prometo.- Terminé.
Dios, de verdad me merecía un premio a la mejor actuación de arrepentimiento por un crimen no cometido.
.- Puedes apostar a que sí.- Me dijo Leonardo. Aún estaba enojado, pero mucho más tranquilo. Creo que si me dejó ir, fue sólo por el alivio que sintió al saber que su hermano no estaba alcanzando nuevos niveles de descontrol. Después de eso, respiró profundo, los demás también se relajaron y la tensión del momento aflojó poco a poco.
A pesar de que, de ahora en más, cada vez que alguien quisiera ver televisión, o entrara a la cocina o quisiese sentarse en la sala, me mirarían feo esperando hacerme sentir culpable, no me sentía mal por haber mentido en mi contra. Creo que estaba demasiado agradecido de encontrarlos a todos vivos como para preocuparme por esas pequeñeces en ese momento.
Ahora ¿Cómo le iba a hacer para reponer todas las cosas que "yo" había roto? Ni idea...
.- Bien, pasando a otro tema...- Dijo Leo, pasándose la mano por la cara y tomando aire, con cara de cansado.- Abril llamó, me preguntó si uno de nosotros podría ir a ayudarle a mover unas cosas pesadas, se pasó el fin de semana en una subasta de antigüedades y volvió cargada de nuevas chucherías que quiere poner en la tienda.- Entonces se volvió a mirarme y supe que me iba a calzar a mí.- Esta sería una buena oportunidad de quemar energías en algo más provechoso.- Me dijo.
Suspiré.
.- Ya... Empieza mi castigo ¿No?
.- Tómalo como una terapia.- Respondió, comenzando a volverme la espalda.
.- Si...- Murmuré, encaminándome al ascensor.- Sí que voy a necesitar terapia después de esto…
.- ¡Y ni sueñes con llevarte la camioneta!- Me gritó Leo desde alguna parte fuera de mi vista.
.- Si, claro.- Refunfuñé.- ¿Y éste espera que tome el colectivo para llegar donde Abril?
Por supuesto que me la llevé de todas formas, tal vez podía aceptar un castigo que no merecía, pero no iba a permitir que me dejaran a pie.
El viaje hasta la tienda de Abril fue más rápido de lo que esperaba, en parte por que mi cabeza estuvo en cualquier parte durante todo el trayecto. Me costaba creer que todo lo ocurrido fuera a borrase de un plumazo. También consideré la idea de haber alucinado todo...
Pero no podía ser, sé lo que vi, sé que ocurrió y la mejor prueba eran los destrozos que quedaron en la guarida. A menos que de verdad haya sido yo… No, no lo creo ¿Verdad? Para cuando apagué el motor, había llegado a la conclusión de que, lo que fuera, era mejor dejarlo como estaba. Todo estaba bien, era mejor dejarlo así.
Abril me puso a trabajar de inmediato, apenas llegué por la parte de atrás de la tienda. Quería que moviera unas cajas desde la tienda al sótano.
Qué linda.
¿Cómo supo que me encanta mover cajas pesadas? Estaba en eso, cuando en uno de mis viajes desde la tienda al sótano, me detuvo y me hizo a un lado.
.- Escucha.- Susurró.- Hay un muchacho por ahí dándose vueltas ayudándome con algunas cosas, me convenció de dejarlo ayudarme a ubicar las cosas nuevas en los aparadores por unos billetes, así que trata de no llamar la atención ¿OK?
La miré alzando una ceja.
.- Haré lo que pueda...- Le dije en voz baja.- Si ya tienes ayuda ¿Puedo irme?
.- Pero necesito ayuda con las cajas, son muy pesadas para ese chico. A él le dejé las cosas frágiles, tú sabes, de esas que se les suelen romper a ti y a Casey.- Me dirigió una mirada acusadora y yo sonreí inocentemente.
.- Ah si, Casey ¿Lo has visto últimamente?
.- No, y si lo veo, lo aplastaré como la cucarachita que es...
Fue mala idea mencionar a Casey, al parecer. Abril me dio la espalda y se fue hecha una furia. No lo entiendo ¿Por qué insisten en permanecer juntos si no se soportan? O tal vez era eso lo que lo hiciera más interesante... Llegué a la conclusión de que me importaba un pepino.
Seguí acarreando las malditas cajas, por lo menos si me pagara por esto... Eso me trajo a la mente el asunto de la sala ¿De dónde mierda iba a sacar un sofá nuevo? Reparar la pared de la cocina, eso no parecía tan difícil, pero lo otro...
Dejé la última de las cajas apilada junto con las otras y comenzaba a subir las escaleras del sótano, cuando vi una sombra recortada contra el umbral. Agucé la vista y sí, definitivamente había alguien parado en la puerta, justo frente a mí y era demasiado bajo para ser Abril. Y sí no era Abril...
Entonces recordé al muchacho, ese que estaba ayudándola, ese al que tenía que evitar, ese que no me tenía que ver... Oh, bueno ¿Cómo podía saber que se iba a parar justo ahí? Estábamos frente a frente, era imposible que no me hubiese visto y era demasiado tarde para ocultarse.
Quizás todavía podría convencerlo de que lo que veía era un producto de su imaginación... O tal vez amenazarlo con quitarle las entrañas y devorarlas si acaso llegaba a decir algo. Estaba ensayando mi cara aterradora cuando lo escuché hablar.
.- Hasta qué horas te me vas a quedar viendo.- Me dijo. Me quedé petrificado, no era exactamente la reacción que estaba esperando.- Maldita sea ¿Ya me olvidaste? Por más que me divierta ver esa expresión de estupidez en tu cara, no tengo todo el día para perder.- Siguió, alzando la voz.
Sentí de inmediato un escalofrío ¿Cuáles eran las posibilidades? Debí haberlo imaginado, pero realmente creía que el asunto había llegado a su fin. Obviamente estaba equivocado.
La parte buena era que al menos confirmaba que lo de la noche anterior no había sido una alucinación. Corrí hasta el muchacho y lo agarré por las solapas, empujándolo fuera del sótano. Por supuesto que me acordaba de él.
.- ¡Tú!- Casi pegué mi rostro al de él, sosteniéndolo varios centímetros sobre el suelo.
Era el tipo de la noche anterior, el tipo del kimono, el tipo que había empezado todo. Se me quedó mirando con los ojos entrecerrados y un dejo de impaciencia.
.- ¡Explícame ya mismo que carajos pasó!- Grité.
.- ¡Uy! ¿Y con esa boquita comes?- Preguntó. De inmediato comencé a zarandearlo hasta que su rostro se volvió un borrón.- Ok, ok... Te explico, te explico.- Me dijo con la voz temblorosa mientras yo seguía agitándolo.
.- ¿Cómo es que esta mañana nadie recordaba nada?- Volví a preguntar sin darle tiempo de responder a la primera pregunta. Me miró entrecerrando los ojos.
.- Ponme en el suelo primero, cabeza de níspero, y después te calmas, te callas y escuchas.
.- Das demasiadas ordenes para ser tan enano...- Le respondí arqueando una ceja.
.- Sólo ponme en el suelo de una vez.- Me respondió. Después de mirarlo amenazadoramente un segundo más, lo puse de nuevo en el suelo. El chico se arregló las ropas y me miró con aire de superioridad. Ya no vestía kimono, sino uno simples jeans y un sweater, parecía un chico como de unos catorce años, como cualquier otro, el cabello muy negro y la piel muy blanca, parecía también muy delgado, casi frágil.
.- Sé lo que estarás pensando...- Me dijo al advertir mi mirada.- Soy más viejo de lo que parezco, mucho más...
.- Suena fascinante, pero vamos a lo que me importa.- Volví a agarrarlo por las solapas y a levantarlo en el aire.- ¿Qué demonios hacías en mi casa anoche, qué demonios era esa cosa que maté y qué demonios pasó conmigo?
.- ¿Qué parte del "ponme en el suelo" no entiendes, subnormal?- Me gritó de vuelta. Volví a ponerlo en el suelo, casi arrojándolo ahí en realidad.- Empezaré desde el principio, despacio, para que hasta un salamín como tú lo capte...- Volvió a hablar, arreglándose nuevamente las ropas.
Dejé pasar el comentario, decidí que esperaría hasta el final para destrozarlo. El chico fue hasta la pared y se recostó en ella, cruzándose de brazos.
.- Soy un Shinigami.- Dijo en voz baja, en un tono muy serio, volviendo a repetir ese extraño nombre otra vez.- Mi nombre es Yan, para servirte... – Continuó haciendo una pausa y de pronto se volvió hacía mí.- Eso de "para servirte" es sólo cortesía, que para servirte las pelotas...- Después de esa informativa aclaración y después de vencer mis deseos de estrangularlo ahí mismo, volvió a recostarse contra la pared.- Te has de estar preguntando qué es un Shinigami. Bueno, no somos exactamente humanos, aunque así parezca. Somos espíritus, nuestro trabajo es guiar a los espíritus de las personas que fallecen a su destino final. Cuando las almas abandonan los cuerpos se sienten muy desorientados, algunas mueren en medio del rencor o del dolor o de la violencia y sus almas dejan sus cuerpos llenos de esos sentimientos y si un Shinigami no está cerca para purificarlo y enviarlo al lugar al que debe ir, bueno... Se quedan por ahí, vagando desolados. Con el tiempo, todo el dolor que sienten se transforma en odio, y el odio los transforma en monstruos llamados Vacíos, espíritus que se vuelven malvados.
.- ¿Eso era lo que estaba en mi casa anoche?
.- Así es. Ese es otro de nuestros trabajos como Shinigamis, debemos encontrar a los Vacíos y destruirlos, para que las almas puedan ser purificadas y enviadas a la "Sociedad de almas"
.- ¿Sociedad de Almas?
.- Es lo que ustedes llamarían "el cielo".- El muchacho suspiró una vez más y prosiguió.- Anoche perseguí a ese vacío hasta tu hogar. Iba tras él cuando me metí en el cuarto de tu hermano, el de la bandita azul.
.- Leonardo.
.- Así dijo que se llamaba.- Dijo y ante mi cara de sorpresa, el chico explicó de inmediato.- Lo primero que debes entender es que la gente común no puede vernos, no puede ver a los Shinigamis y no puede ver a los Vacíos. Sin embargo, en cuanto entré a la habitación de tu hermano, él me vio enseguida. Me pareció muy extraño, pero de inmediato noté lo fuerte que era la energía espiritual en ese lugar. Todos ustedes, tu y tus hermanos, tienen una energía espiritual muy poderosa... Pero de todos, sólo tú y Leonardo pudieron verme. Le expliqué a tu hermano cual era mi propósito (Me escuchó con mucha más calma que tú, debo decir, parece un tipo mucho más equilibrado... ¡Ey, baja los puños que aún no he terminado!) Me dijo que estaba meditando. Sentí el olor de unos inciensos y le pregunté si alguien había muerto ahí hacía poco. A veces los espíritus se sienten atraídos a los lugares donde ha muerto alguien. Él me dijo que su maestro.
.- Si. Hace unos meses... Casi un año.- Completé yo. El chico asintió.
.- Además, me dijo que había sentido algo extraño, una presencia muy extraña, pero que había pensado que era sólo su imaginación. Fue entonces cuando el vacío atacó. Los ruidos provinieron de una de las habitaciones. Tu hermano acudió enseguida, pero cuando llegamos, el de la bandita morada ya estaba muerto... Su alma aún estaba conectada con su cuerpo, cuando están así todavía puedo devolverles el alma al cuerpo... Pero el vacío estaba a punto de devorarla. Tu hermano se interpuso, el vacío le agarró, dijo que le parecía un plato más apetitoso, probablemente porque la energía espiritual de tu hermano es más poderosa...
.- Un momento...- Le interrumpí.- Siempre dices eso, comer, devorar...
.- Los vacíos se alimentan de otras almas, de almas de vivos y de muertos también.- Explicó.- Luego vino tu otro hermano...
.- Miguel.
.- Se lanzó directo contra el Vacío, aún cuando no podía verlo. Traté de advertirle que era demasiado para él, para cualquiera de ustedes, pero no entendió. Fue tratando de evitarle más daño que resulté tan gravemente herido. Luego...
.- Luego aparecí yo.- Terminé.
.- Así es. Yo estaba muy mal, y vi que tenías suficiente energía como para soportar mis poderes... sin embargo...
.- ¿Qué?
.- No ocurrió lo que yo esperaba. Verás, las espadas de los Shinigamis, las Zanpakutos, se adaptan de acuerdo a la energía espiritual que tenga el que la porte. Bueno pues, jamás había visto que ninguna Zanpakuto adoptase la forma de armas dobles... Todavía no lo entiendo, se requiere de una increíble cantidad de energía... No sé que quiera decir...
El chico obviamente estaba divagando para esas alturas. Sacudí la cabeza tratando de darle sentido a toda esa cuestión.
.- Bueno, bueno. Todo eso está muy bien, pero ¿Qué va a pasar conmigo ahora?
.- Me alegra que lo preguntes. De hecho, por eso estoy aquí.
.- ¿Qué quieres decir?
.- Que generalmente, les borramos la memoria a las personas que se vieron involucradas y asunto acabado...
.- ¡Por eso es que nadie recuerda nada!- Exclamé de repente. El chico asintió.
.- Sí y es lo mejor ¿Quién quiere recordar a un Vacío de todas formas?- Dijo y tuve que coincidir con el chico.- Pero ahora no es tan fácil, no puedo simplemente irme, porque te entregué mis poderes...
.- ¿Qué? pero tu dijiste que era sólo temporal...
.- Sí, pero estos poderes no crecen en los árboles, muñequito. No puedes devolvérmelos ni yo quitártelos así como así. Debo esperar a que regresen, por sí solos...
.- ¿Qué diablos quiere decir eso, qué va a pasar conmigo?- Pregunté ya comenzando a preocuparme. El chico intentó no mirarme.
.- Hay un ligero problema ¿Recuerdas el asunto de la irreversibilidad ese que te mencioné? - Preguntó. Lo miré con los ojos entrecerrados, cruzando los brazos frente a mi cuerpo.- La verdad es que jamás antes había hecho una cosa como esta antes, es decir, debía funcionar, en teoría, es lo que nos pasan en la escuela...
.- ¿Hay una escuela de Shinigamis?
.- No nos desviemos del tema... Lo que quiero decir es que, francamente, no sé si volverás a la normalidad o si te quedarás así para siempre...
.- ¿Normalidad? ¿De qué estás hablando? No siento ninguna anormalidad en mí. Lo único que hiciste fue cambiarme la ropa y darme unos sais nuevos, que por cierto no sé donde quedaron, así que ni siquiera intentes pedirme que te los devuelva...
.- ¡Pues no fue sólo un cambio de ropa, cabeza de níspero! - Me contestó disgustado.- ¿Quieres saber qué tan normal eres ahora? Ven acá a echar un vistazo.- Diciendo esto, me agarró por el brazo y me empujó hacia una parte de la tienda donde podía verse la puerta principal y la calle.- Dime que ves ahora.- Me preguntó.
Al principio, no entendí nada. Sólo veía la calle, los autos que iban y venían, unas cuantas personas transitando por la vereda del frente. Nada fuera de lo común.
.- ¿Qué...?.- Comencé, pero entonces me di cuenta de que había alguien de pie, en medio de la calle. Una niña o un niño pequeño. Justo en medio de la calle. Busqué a su alrededor, por si había alguien con él, pero no vi a nadie, la demás gente que pasaba por ahí parecía no prestarle atención.
El medio de la calle no es un lugar seguro para un niño. Me adelanté hacia la puerta principal instintivamente.
.- ¿Es que nadie va a sacar a ese mocoso de ahí? - Pregunté en voz alta, Yan no respondió. De pronto vi las luces de un vehículo alumbrado al muchachito. Un auto venía justo en su dirección y el pequeño no hacía el menor movimiento o la menor señal de haberlo visto.- Oh, por Dios... ¡Le va a pasar por encima! - Grité. Yan no hizo ningún movimiento.
Era muy tarde para llamar a Abril. El muchacho que estaba conmigo no tenía intenciones de hacer nada. Sólo estaba yo. Me lancé por la puerta del enfrente aún sabiendo que del otro lado podía estar lleno de gente. Realmente no había tiempo para preocuparse de eso.
Salté sobre el niño segundos antes que pasase el vehículo. El muy bastardo ni siquiera disminuyó la velocidad... Abracé su cuerpo y nos lanzamos a la acera.
Aterricé muy mal, lo único que pude hacer, fue voltear un poco el cuerpo para que el niño no golpease con el rostro el pavimento de la calle. Afortunadamente, unas bolsas de basura amortiguaron un poco nuestra caída. Me volví a mirarlo…
Sé que quité al niño del camino del vehículo. Sé que lo tomé entre mis brazos, pues sentí el peso de su cuerpo. Sin embargo, al buscar junto a mí, no encontré nada. Me puse de pie. No estaba ahí.
Busqué alrededor, tal vez me había equivocado y había arrojado al pequeño en otra dirección, pensé en esto aún cuando sabía que era imposible. Lo busqué por todas partes y no estaba.
De pronto sentí unos golpecitos en mi hombro. Volví la cabeza y encontré a Yan junto a mí.
.- ¿Qué...?.- Pregunté con impaciencia.- Por toda respuesta, me señaló algo, en dirección a la calle. Me di vuelta en esa dirección, sin comprender nada. En medio de la calle, exactamente como hacía unos minutos atrás, estaba de pie un niño pequeño.
.- ¿Qué...?.- Balbuceé otra vez.- Pero si yo... Pero cómo, pero...- Me volví hacia Yan en busca de una explicación. Éste se encogió de hombros.
.- Es difícil reconocer a los fantasmas las primeras veces. Es difícil distinguirlos de los vivos al principio.
Mi mandíbula cayó y por unos instantes no fui capaz de decir nada. Un escalofrío me recorrió el cuerpo.
.- Fan... ¿Fantasma?- Logré decir al fin. Yan asintió con una sonrisa.
.- Sip. Felicidades, ya perteneces a esa pequeña minoría que es capaz de verlos.
.- ¿Qué...?
.- Me extraña que no hayas podido verlos desde antes, con tu poder espiritual, pero bueno...
Me separé de él un segundo, como idiotizado. El niño continuaba en medio de la calle, mirando hacia el frente, hacía los vehículos que venían. De pronto, su cabeza se volvió hacia mí y me encontré mirándole cara a cara. La mitad de su rostro estaba cubierto de sangre. A pesar de que me hubiese gustado desviar la mirada, no podía. El niñito sonrió.
Segundos después, la imagen del pequeño comenzó a desvanecerse.
.- Como te dije.- Sentí la voz de Yan a mi lado.- Algunos espíritus no dejan la tierra de inmediato. Algunos son inofensivos. Otros no.
.- ¿Y ahora soy capaz de verlos?- Pregunté, sin dejar de mirar el lugar donde había estado el niño antes.
.- Así es. No te preocupes, con el tiempo te acostumbrarás a distinguirlos de los vivos.
.- ¿Con el tiempo? - Repetí, reaccionando y volviendo en mí.- ¿Qué quieres decir con "con el tiempo", dijiste que esto sería temporal ¿Es que acaso voy a estar viendo fantasmas para toda la vida?
El muchacho me miró con seriedad.
.- Lo más probable. No lo sé con exactitud, pero una vez que se despiertan los poderes espirituales, no es posible dar marcha atrás... Traté de advertírtelo anoche. Lo único temporal son los poderes de Shinigami que te di... eventualmente los perderás.
Me volví bruscamente, dándole la espalda. Anoche no había habido tiempo para consideraciones, sólo para hacer lo que era necesario ¡¿En qué lío me había metido?
.- No sé por cuanto tiempo tendrás los poderes de Shinigami...- Siguió explicando Yan.- Te has quedado con una buena parte de los míos y sólo con el tiempo volverán a mí. Sin embargo, es posible que nunca se vayan del todo, es posible que siempre queden rastros...
.- Entonces tal vez esté viendo fantasmas por el resto de mi vida ¿Es lo que quieres decir? - Le pregunté, sin dejar de volverle la espalda.
.- Si...- Dijo éste débilmente.
Hubo un segundo de silencio entre los dos y luego me volví bruscamente hacia él, volví a agarrarlo por las solapas y levantarlo en el aire.
.- ¿Pero qué mierda pretendes? ¿Cómo se te ocurre que me voy a quedar así? No puedo andar viendo cosas, van a pensar que estoy loco... ¡Ya creen que estoy loco! ¡Tienes que encontrar una forma de revertirlo!
.- Ya te dije que no puedo...- Me respondió el chico, apenas respirando, puesto que le había cerrado el cuello del sweater muy cerca y apenas si le pasaba el aire. Lo sabía, pero no me importaba un pepino. Aún así, consiguió mirarme con una sonrisa siniestra.
.- Y eso no es todo...- Me dijo. De inmediato lo puse en el suelo, preocupado ¿Qué más podía ser ahora? El chico se volvió a mirarme fijamente, con esa misma mirada diabólica. Por un segundo, me pareció realmente aterrador.- Puesto que no tengo mis poderes en este momento.- Continuó diciendo.- No puedo cumplir con mis funciones y eso no puede ser. Soy un Shinigami y siempre hay trabajo pendiente para nosotros. ¿Cómo voy a cumplir con mi labor si no tengo mis poderes? Sólo existe una posibilidad.
Por unos segundos lo miré perplejo, hasta que adiviné lo que tenía en mente.
.- No...- Dije de inmediato, retrocediendo como si tuviera la peste.
.- Es la única forma.- Me dijo éste aproximándose. Ya no tenía la mirada siniestra, ahora se veía casi suplicante.
.- De ningún modo, no voy a ir por ahí persiguiendo esos monstruos, o viendo espectros ni vistiendo ese ridículo kimono...
.- Por favor...- Me rogó, abriendo grandes sus ojos, como los de los perritos en esos estúpidos cuadros.
.- Jamás. - Le dije, volviéndole la espalda y cruzándome de brazos.
.- ¡Pues no te quedará más alternativa! - Gritó el chico.
Estaba por volver a ahorcarlo cuando recordé que estaba en medio de la calle. Fue un milagro que nadie nos viera hasta entonces. Volví a la tienda con el fastidioso gusano pisándome los talones. Habíamos estado tan metidos en nuestra discusión, que no nos dimos cuenta de que Abril estaba de pie, a unos pasos de la entrada.
Ambos nos quedamos quietos, paralizados.
Abril estaba boquiabierta, su mirada se paseaba de mí al chico y del chico a mí. Era obvio que creía que el muchacho acababa de verme y de que se venía flor de despelote. Adelanté un paso, preparándome para explicar cuando el gusano se me adelantó.
De improviso, dejó escapar un agudo grito, volviéndose a verme. Pude ver en sus ojos como me pedía que le siguiera el juego. Me crucé de brazos y le miré alzando una ceja.
.- Es tu juego, no me pienso meter.- Murmuré. Acto seguido, el chico cayó al suelo tieso como palo.
.- ¡Oh por Dios! - Exclamó Abril de inmediato.- Se ha desmayado. Debe de haber sido la impresión.
.- ¡Ey, que no estoy tan feo...- Le dije, sonriendo. Podía ver perfectamente como el maldito muchacho entreabría levemente un ojo para saber qué era lo que estaba pasando alrededor. Abril corrió a su lado y lo levantó en sus brazos.
.- Mejor ayúdame a ponerlo en el sofá...- Dijo ella. Estaba por ir a ayudarle cuando el gusano se volvió a mirarme desde los brazos de Abril, con los ojos entrecerrados y una enorme sonrisa que era imposible que Abril pudiera ver.
Eso no era todo, el muy bastardo tenía una mano sobre un pecho de Abril y lo presionaba, sonriéndome con cara de pervertido sin que Abril se diera cuenta en absoluto.
De inmediato salté hacia delante dispuesto a matarlo cuando Abril volteó en mi dirección.
.- ¿Pero que pretendes? - Me dijo disgustada.- Con suerte podré convencerlo de que se imaginó todo cuando despierte... Quédate con él y no hagas nada, voy a buscar unas sales.
En cuanto me vi a solas con el chico, empezó a reír descaradamente.
.- Maldito pervertido...- Le dije con los dientes apretados.
.- Mmmm, tú amiga tiene buenos...- Alcé mi puño contra su cara.- ¡Sentimientos! buenos sentimientos, eso era lo que iba a decir...
.- Como te vea haciendo eso otra vez...- Amenacé y el gusano iba a responder cuando de inmediato cerró los ojos y comenzó a gemir levemente.
.- Creo que está por despertar.- Dijo Abril tras de mi.- Será mejor que te vayas.
El maldito había empezado a fingir en cuanto la vio.
.- Está bien.- Dije con un suspiro.- Por favor, no le digas nada a Leo de esto, ya tengo suficientes problemas con él.
.- Está bien.- Dijo ella simplemente, todavía atendiendo al muchacho.- ¿No es lindo? - dijo.- Parece un ángel.
Alcé una ceja. Entonces descubrí la mano del muchacho rozando el trasero de Abril sin que esa despistada se diese la menor cuenta. Me volví a verlo y el muy bastardo estaba sonriendo.
Casi me vuelvo a molerlo a golpes, pero me contenté con mostrarle el dedo del medio. Éste aprovechó una vuelta de Abril para hacer lo mismo. Al final, terminé marchándome de una vez o seguro que acabaría matándolo.
Shinigami quería el perla... Ya tengo suficiente con las cosas así como están. Más que suficiente.
.-
TBC
