4.- CARAMELOS ESPIRITUALES


1-

.- ¡Mierda!

.- Cálmate, seguro que hay una explicación para esto...

.- ¡Maldita sea!

.- En serio, este es un problema de nada, ya verás, sólo un pequeño desajuste, una pelusita en el ombligo...

Me volví hacia él con la cara ardiendo.

.- Acabas de perder mi cuerpo ¿Llamas a eso nada? - Le grité, pegando mi cara a la suya. El chico sólo me dirigió una sonrisa nerviosa.

.- Lo vamos a encontrar, es cuestión de que te concentres...

.- ¡A concentrarse mi abuela!

.- Viejo, esa no es la actitud correcta…

Lo agarré por las solapas y lo levanté, dejándolo colgar fuera de la azotea, en medio de la nada. El muchacho miró alternativamente a mí y al abismo bajo sus pies, mientras trataba de sujetarse a mis brazos.

.- ¡Quiero mi cuerpo ahora! - Le grité.

.- Por eso te digo que debes concentrarte...- Me respondió con la voz temblorosa.- Si te concentras lo suficiente, podrás sentir la presencia de tu yo físico... Haz la prueba.

Lo miré asesinamente por unos segundos más y luego lo solté de alto abajo sobre la azotea.

.- Cierra los ojos.- Me dijo el gusano, luchando por ponerse de pie.

Así lo hice. Odio concentrarme. Odio el ajedrez, odio los rompecabezas. Tengo déficit atencional… Y ahora tenía que cerrar los ojos y tratar de enfocar mis pensamientos en una sola cosa. De no haber sido por la preocupación que sentía... ¿Qué tal si alguien me había descubierto y me había secuestrado? Pudieron ser ninjas del Pie o algún científico loco que justo se daba una vuelta por aquí... O tal vez el camión de la basura...

De pronto sentí algo.

Algo como... como tener una intuición o una corazonada, pero era mucho más que eso. Tenía la absoluta convicción, más allá de toda duda. Simplemente lo sabía. Mi cuerpo estaba allá abajo, no en las alturas. Abrí los ojos de golpe.

.- Vamos.- Le dije secamente al gusano.- Hay que bajar.

Comencé a bajar por la escalera de incendios. El chico apenas podía seguirme el ritmo, pero francamente me importaba un pepino. La sensación era cada vez más fuerte. Estaba cerca. Comencé a correr calle abajo.

De pronto pensé...

Debía ser la primera vez que corría por la calle de esa manera. Por supuesto que he estado en esas sucias veredas antes, pero siempre de sombra en sombra, no como ahora... Ayudaba mucho el hecho de que nadie podía verme. Tal vez ser Shinigami podía tener sus ventajas… Sacudí la cabeza.

Concentrarme, debía concentrarme, tenía que rescatar mi cuerpo de cualquiera fuera el aprieto en el que se encontrara...

De pronto me detuve en seco. En el preciso instante en el que mi pie tocó el piso, supe de inmediato que estaba ahí, me quedé congelado en esa posición. El gusano logró alcanzarme al fin y se detuvo a mi lado resollando. Lentamente bajé la mirada y observé sobré qué me había parado.

Una tapa de drenaje.

.- Mi cuerpo está allá abajo.- Dije repentinamente. El chico me miró con seriedad.

.- ¿Seguro?

.- Absolutamente.- Diciendo esto, me incliné sobre la tapa y la retiré.- Tú primero.- le dije al chico, Yan comenzó a descender por la escalerilla y le seguí a continuación, poniendo la tapa en su lugar tras de mí, para luego echar a correr nuevamente.

Era maravilloso. Sabía exactamente a donde estaba yendo y no tenía ni puta idea de porqué. Sin embargo, casi podía ver mi cuerpo en mi mente, estaba cerca, muy cerca. Nuevamente me detuve de improviso. Ahí estaba, en ese preciso lugar. Miré a mí alrededor.

.- Ay... no...

.- ¿Qué...?.- Preguntó el gusano al llegar junto a mí.

Estaba en la guarida. Mi cuerpo estaba en la guarida. Ambos estábamos de pie ante la entrada camuflada de la guarida y sabía con seguridad que mi cuerpo estaba ahí dentro ¿Cómo diablos había llegado hasta ahí?

.- Bien... eh... Pues que bien ¿No? Si lo piensas, está era la mejor de las posibilidades.- Dijo titubeante el chico mientras comenzaba a retroceder. Lo tomé por el cuello justo a tiempo.

.- ¿Dónde crees que vas? Tienes que decirme cómo volver a mi cuerpo.

.- No es necesario que te diga nada, podrás volver por ti sólo, cuando un alma está cerca de su cuerpo es como un imán, ya verás.- Dijo. Alcé una ceja.

.- ¿Y por qué tanta prisa por marcharte?

.- ¿Es que quieres que les explique todo el rollo a tus hermanos? Me ganaré un buen reto de mis superiores si descubren que ando por ahí publicitándome.

.- ¿Y eso a mí que me importa?

El chico me mandó una mirada astuta.

.- Créeme, la cosa está mucho mejor mientras menos gente sepa de qué se trata.- Lentamente comenzó a retroceder otra vez y esta vez no lo detuve.- La gente puede tener esperanzas por que la muerte es invisible... Piensa en eso.

Diciendo esto, dio media vuelta y echó a correr por el túnel hasta que lo perdí de vista. Me le quedé mirando un segundo antes de volver a encarar la entrada de la guarida.

La verdad era que no tenía ninguna gana de explicarles todo el asunto a mis hermanos ¿Cómo esperar a que lo comprendiesen todo? Además, de alguna forma, me había visto envuelto en el rollo yo solo y yo solo iba a resolverlo.

Respiré profundo y me dirigí a la puerta.

De pronto se me ocurrió que si ahora era algo así como un espíritu, tal vez podría atravesar las paredes. Me eché contra el muro con toda confianza... Y me aplasté la nariz.

No, definitivamente no podía atravesar las paredes ¿Qué clase de fantasma de mierda era? Recordaría pedirle al gusano que me explicase esa parte la próxima vez que lo viera.

Con la mano comencé a descorrer los cerrojos que ocultaban la entrada de la guarida a ojos extraños. En unos cuantos segundos, la puerta apareció ante mí y la atravesé.

Dentro estaba todo muy silencioso. Me quedé de pie cerca de la puerta que acababa de cerrar y esperé. De pronto apareció Donatello, corriendo por el medio del patio de entrenamiento hasta el cuarto de Splinter, entrando y luego saliendo de él ¿Qué diablos estaría haciendo Don ahí adentro? Pasó a unos cuantos metros de mí sin siquiera volverse a mirarme.

No me había visto.

Decidí seguirlo. Me condujo hasta un rincón de la sala, ahora bastante más amplia desde que ya no teníamos ni sofás ni mesa de café ni nada... Mi cuerpo estaba tendido sobre una colchoneta, perfectamente tieso, perfectamente inmóvil. Algo pálido también. Miguel estaba a mi cabecera, observándome con preocupación.

.- ¡Sabía que algo andaba mal!- Escuché la voz de Leo desde la cocina.- Desde la cena... ¡Desde el día anterior que andaba extraño! y ahora esto...

.- ¿Pero qué le sucede?- Preguntó Don con algo de angustia en su voz.- Es decir, hasta donde puedo decir, no hay nada malo con él: No está herido, su presión sanguínea está bien, su respiración normal, un poco baja, pero nada para que lo tenga en este estado catatónico...

Obviamente hablaban de mí. Era demasiado extraño observarme así, ver a los otros a mi alrededor... era como andar paseando con el fantasma de la navidad futura. La voz de Leo me sacó de mi ensueño.

.- Estoy casi seguro de que no se trata de nada físico, Don...- Dijo y esta vez su voz sonó más próxima. Se estaba acercando.

.- ¿Qué quieres decir? - Preguntó Miguel.

.- Pues...- Leo ya estaba caminando hacia la sala cuando recordé.

Yan había dicho que él también había podido verlo. Leo también podía ver a los Shinigamis. Apenas si tuve tiempo de esconderme tras una columna. Dios, en ese momento estuve seguro de no querer contarle nada a Leo, ni menos que me viera con ese ridículo kimono. Estaba seguro de que encontraría la forma de culparme por todo y definitivamente no necesitaba eso...

Leo se quedó de pie, congelado en medio de la sala. No podía saberlo, desde donde estaba no podía verlo, pero casi podía sentir sus ojos clavados en mi dirección.

.- ¿Qué ocurre? - Sentí la voz de Don, Leo tardó en contestar.

.- N-no lo sé... sentí... algo... no... No creo que sea nada... No te preocupes ¿Trajiste las yerbas?

.- Si...- Contestó Don.- ¿Crees que servirán?

.- No lo sé. Splinter me hablaba mucho de ellas, pero hubo muchas cosas que no tuvo tiempo de enseñarme...

Me apegué a la columna y volví la cabeza hacia mis hermanos lo más que pude. Leo hacía algo extraño con una taza humeante y un manojo de césped. De pronto puso su mano en mi frente.

.- No siento su presencia... – Murmuró y los demás se volvieron a verlo sin comprender.- No puedo sentir su espíritu. No lo entiendo, pero Splinter solía decir que el vínculo entre el espíritu y el cuerpo podía volverse frágil... No tengo idea de qué le ocurrió a Raphael, pero estoy seguro de que no fue algo físico. Debe ser por eso que no puedo sentir su espíritu. Tal vez esto ayude...

De pronto, acercó la taza humeante a mis labios. Sentí algo extraño. Como un vacío en el estómago, vértigo... Luego, una fuerza increíble me arrancó del piso y me empujó a toda velocidad hacia mi cuerpo... Todo a mi alrededor no fue más que un borrón, mientras veía acercarse algo verde a toda velocidad.

Segundos después, me encontraba mirando el techo de la guarida. Me senté de golpe, boqueando como si hubiese estado bajo el agua. Los tres me miraban de hito en hito mientras yo luchaba por calmar mi respiración. De pronto me sentí mareado, sus rostros bailaban ante mí... Ya no tenía el kimono, los sais habían desaparecido, de nuevo usaba mi bandana.

.- ¿Raphael? - Sentí la voz de Leo, muy lejana... En ese momento me pareció que desmayarse sería una buena idea. Me sentía pésimo. Creo que había comenzado a hacerlo, porque sentí el brazo de Miguel sosteniendo mi espalda.

Volver al cuerpo era mucho más traumático que salir de él.

.- Estoy bien, estoy bien...- Balbuceé, sintiendo mi voz más pastosa de lo que tenía planeado.

La cara de Don se plantó frente a la mía, con una gran sonrisa y una expresión de alivio.

.- Estábamos muy preocupados ¿Estás bien?- Preguntó, pero antes de que pudiera responder, su cara fue reemplazada por la de Leonardo. Tomó la mía entre sus manos y me miró fijamente

.- ¿Estás bien? - Me preguntó, clavándome los ojos, obligándome a enfocarme en su cara. Asentí.- ¿Seguro?- Volvió a preguntar, volteé los ojos con impaciencia y volví a asentir.- Entonces escúchame bien lo que te voy a preguntar ¿Qué pasó? - Dijo, recalcando cada palabra. Lo miré con los ojos redondos.

Excusas, vengan a mí... No se me ocurría nada, hasta que de pronto tuve una revelación. Cerré los ojos haciendo una mueca de dolor.

.- N-no... No recuerdo nada...- Dije como si me costase hablar.- Todo es muy confuso, no puedo recordar, un segundo estaba sobre el edificio y después... Creo que debo haberme dado un golpe en la cabeza.

Leo me miró un segundo con severidad, entrecerrando los ojos. Eran contadas las veces en las que había logrado engañarlo y no sabía todavía si iba a poder contar esa entre mis éxitos… Finalmente me soltó la cara y se alejó de mí.

.- Te ves cansado.- Dijo al fin.- Deberías ir a descansar ahora. Mañana investigaremos más sobre éste asunto.- Dijo, mientras yo comenzaba a ponerme de pie con la ayuda de Miguel Ángel.

.- Si, creo que mejor me voy a la cama. Me siento un poco aturdido.

Dije y esa vez no era mentira, un buen descanso no me haría mal. Vaya noche.

.- Vaya noche.- Murmuró Leo. Me volví a verlo perplejo y él me miró también, extrañado.- ¿Qué?- Preguntó al ver mi expresión.

.- N-nada...- Le mentí.

Dios ¿Me estaba leyendo la mente ahora? Miguel me ayudó a llegar hasta mi cuarto, en realidad, casi me cargó hasta la cama.

.- Y ¿Cómo fue que me encontraron? - Le pregunté distraídamente.

.- Te salimos a buscar.- Dijo simplemente y yo le pedí más explicación con la mirada y él me la dio.- De la nada, Leo se puso histérico, diciendo que había que encontrarte, que tenía un mal presentimiento y eso... Tú sabes que Leo siempre ha sido un poco… grave... Pero, cuando te vimos tirado ahí... de verdad...- Miguel se volvió a verme con una sonrisa.- Si estás tratando de que Leo crea que andas tras algo raro, lo estás consiguiendo a la perfección.

.- Ya te dije que no me acuerdo qué fue lo que pasó.- Le respondí molesto. Ya tenía suficiente con un hermano pegado a mi sombra como para que otro comenzara a hacerme recriminaciones.- Si Leo no me cree es su problema, puede quedarse todo el día persiguiéndose la cola.- Miguel alzó ambas palmas al aire al instante, sonriendo.

.- Cálmate, tranquilo viejo, baja las revoluciones, no te estoy diciendo nada...

.- Bien.- Le respondí cortante, empujando la frazada sobre mi cabeza y dando media vuelta en la cama. Miguel me observó perplejo unos segundos hasta que cayó en la cuenta que ya no tenía más interés en seguir hablando con él y se fue de la habitación.

Me habría importado el haber herido sus sentimientos si no supiera que Miguel no tiene memoria para recordar nada. Probablemente para la mañana siguiente ya tendría olvidado que fui rudo con él. Por otro lado, tenía todo el derecho a mandarlos a la punta del cerro si quería, con semejante noche que había tenido, al menos eso me merecía.

2.-

Varios metros más arriba, en la superficie y muy alto en los rascacielos, una figura con un kimono negro y una larga capa roja que se mecía al viento, observaba desde una gárgola de piedra en la esquina de una azotea.

.- Parece que ya te tengo.- Clamó con felicidad.- Vaya si eres escurridizo, pero desde este lugar puedo recibir tu señal fuerte y claro, desde este lugar descubriré tu escondite y te atraparé, y desde este lugar, desde esta... esta... gárgola... ¡Dios, me encanta pararme sobre estas cosas! Te atraparé y podré hacerte pagar por todos tus crímenes, como que me llamo ¡Lord Egghelhead III, Buuaahhhahahhahahhahahha, buaha, buahaha! ... Ejem. Bien, con eso será suficiente. Ahora… Ahora... ¿Cómo me bajo de aquí?

3.-

A la mañana siguiente, mi teléfono comenzó a sonar desde temprano.

Lo levanté algo extrañado ¿Quién podría llamarme a esa hora? ¿Casey? No, él no se levantaba antes de las seis de la tarde, sobre todo ahora que tenía ese trabajo como guardia nocturno.

Lo contesté.

La voz que salió del otro lado me puso los pelos de punta... O de seguro lo habría hecho si los tuviera.

.- ¿Aló? ¿Estoy hablando al número de Raphael? ¿Está él en casa? ¿Aló?

Yan.

Gusano maldito.

.- Cállate de una vez, por supuesto que soy yo, quién más va a ser ¿Cómo diablos conseguiste este número?

.- Se lo pedí a la operadora de la Sociedad de Almas.- Me contestó tan suelto de cuerpo.

.- ¿Me estás cargando?

.- Nop. Tengo un amigo que trabaja en la Central de Inteligencia.

Cerré los ojos, sintiéndome repentinamente mareado.

.- ¿Qué diablos quieres?- Pregunté, si había una forma de matar a través del teléfono, en ese momento deseé conocerla.

.- Es hora de tu entrenamiento.

.- Que... ¿Qué?

.- Ya lo oíste. Te espero en el edificio frente a la tienda de Abril. Por cierto, ayer descubrí que tiene ropa interior con dibujitos, braguitas a lunares, brasieres de corazones... Todavía no decido con cual quedarme de recuerdo...

Rugí por el teléfono pero el desgraciado ya había colgado.

Era definitivo, iría a la cita con el gusano maldito sólo para ver si tenía oportunidad de hacerlo resbalar frente a algún vehículo y hacer que pareciera un accidente... Pero con mi suerte, seguro que el que se caía era yo.

Salir a esa hora del día sí que iba a ser un culo. Siempre había sido una especie de regla familiar abstenerse de paseos al exterior antes de que el sol se pusiera. Tenía dos opciones: Podía plantarme delante de quien tratase de impedirme salir de ahí (o sea Leo) y más que seguro que habría pelea... O podría salir a hurtadillas.

Salir a hurtadillas ¡A hurtadillas! ¡Moi!

Ese gusano me estaba haciendo caer bajo, pero dados mis resientes desacuerdos, lo mejor era bajar el perfil. Ya habría tiempo de ganar una guerra de voluntades con Leo más adelante, ahora tenía un gusano de quien hacerme cargo.

Lo encontré exactamente donde dijo que estaría, en el edificio frente al de Abril. Miraba hacia las ventanas del segundo piso de la tienda de antigüedades con unos binoculares.

.- ¿Qué haces?- Le pregunté tan pronto mis pies se posaron a su lado.

.- Abril está tomando una ducha.- Me contestó simplemente, sin conmoverse un ápice.

.- ¡Dame acá eso!- Le grité, arrancándole el aparato de los ojos. Se volvió hacia mí sonriendo.

.- Has llegado.

.- Si... Aquí estoy, ahora me pregunto si vale la pena seguir estando.

.- No comas ansias que ahora es cuando comienza la diversión.

.- Si pudieras refrescarme el motivo de esta amena reunión.

.- Entrenamiento, mon cherrie, entrenamiento...

.- Tiene que ser una broma.

.- Por favor ¿Tú crees que ser un Shinigami es fácil, muñequito?

.- Ya he matado a dos Vacíos y no ha sido gran cosa.

El muchacho se me acercó, con los ojos entrecerrados y la mirada ceñuda. Espero que no estuviera tratando de intimidarme, porque su cara de malo no me hacía ni cosquillas.

.- Los mataste, pero ¿Cuántos golpes gastaste en cada uno?

La pregunta era bastante extraña. Tuve que pensarlo. Antes de que pudiera contestar, Yan alzó un dedo frente a mi rostro.

.- Uno solo. Debes matar a un vacío de un sólo golpe. Un sólo golpe directo a la cabeza, sólo puedes matarlos si el golpe es en la cabeza y, si es posible, el golpe debe ser dado por la espalda.

Abrí grandes los ojos.

.- ¿Por la espalda?

.- Sip.

.- Pero eso es deshonroso.- Exclamé, casi sin pensar.

.- No digas pavadas. Reserva la pelea limpia para cuando pelees con humanos.

No podía dejar de apreciar la lógica en sus palabras. O algo parecido a la lógica...

.- Pero en algo tenías razón, esos vacíos que mataste no eran gran cosa. Imagínate cuando te enfrentes con uno en verdad poderoso.

Lo miré con fastidio. No podía creerlo. Acababa de encontrarme con otro sujeto que creía que podía decirme cómo hacer las cosas. Ya casi comenzaba a pensar que había alguna especie de complot cósmico en mi contra.

.- Así que si ya te dejaste de hacer pucheros, vamos a lo nuestro.- Diciendo esto, comenzó a ponerse el famoso guantecillo ese sin los dedos.

.- Un momento.- Lo atajé.

.- ¿Ahora qué? - Me preguntó, volteando los ojos al cielo.

.- No pienso dejar mi cuerpo tirado aquí como la otra vez, quizás quién lo recoja ahora.

El muchacho me miró pensativo.

.- Tienes razón.- Dijo al fin.- Afortunadamente, ya había pensado en eso, así que te traje esto.

Me estiró la mano empuñada; yo estiré la mía a mi vez para recibir lo que me estaba pasando. Depositó un pequeño objeto en ella. Llevé mi mano frente a mi cara y observé lo que había dejado caer en ella: Un estuche de dulces con cabeza de Conejo. Era un estuche de dulces con una gran cabeza de conejo de plástico en el lado del dispensador. Había una inscripción a lo largo del estuche.

.- "Caramelos espirituales".- Leí. Luego miré a Yan con incredulidad.- ¿Qué mierda es esto? - El chico se encogió de hombros.

.- Los usan los Shinigamis cuando hay algún espíritu que no quiere salir de su cuerpo. Te comes uno de esos y te conviertes en Shinigami, pero en el lugar de tu cuerpo vacío queda un espíritu especialmente diseñado para esas ocasiones.

.- ¿Qué? - Le pregunté casi con angustia, no le estaba entendiendo ni media palabra de todo ese chorizo que estaba recitando.

.- Las mujeres Shinigamis insistieron en que les pusieran ese nombre, decían que sonaba más bonito... Hablando de mujeres...- Yan se volvió nuevamente hacia las ventanas del departamento de Abril de nuevo con los binoculares que de alguna forma había logrado recuperar de mis atontadas manos. Se los volví a arrancar.

.- ¡Córtala con eso y explícame este asunto de nuevo!

.- Con eso tu cuerpo no quedará botado sin nada adentro, se moverá, hablará como tú y nadie notara que no estás ahí realmente... ¿Está bien así o ahora te lo explico con dibujitos?

.- ¡Yo te lo voy a explicar en medio de la cara, graciosito!

.- Ey, baja los puños fortachas y vamos tomándonos el dichoso caramelo ¿O es que quieres pasarte todo el día conmigo?

Ese último argumento fue el que me convenció. Empujé el caramelo y éste salió por la boca del conejo en el extremo. Era redondo y blanco, como una pastilla de menta. Me lo metí a la boca.

De inmediato sentí la misma sensación de la vez en que el gusano me golpeó con el guante en la frente: el ser arrancado del piso, el mundo que gira en trescientos sesenta grados y todo lo demás... De nuevo traía el maldito kimono y los sais a cada lado de mi cinturón. Sin mi bandana.

La idea de recuperar mi bandana de mi cuerpo físico cruzó veloz por mi mente. Era sólo que no me sentía yo mismo sin ella. Pero pensándolo nuevamente... Iba pésimo con el kimono.

Pensando en eso es que no me había dado cuenta que esta vez mi cuerpo no estaba tirado en el piso como las veces anteriores.

.- Hola ¿Qué tal caballeros? Tengan ustedes muy buenos días.- Dijo una voz.

Mi voz.

Sentí que mis rodillas flaqueaban. Me di vuelta sobre mí mismo y me encontré mirándome cara a cara. Fue como mirarme en un espejo… Sólo que el reflejo me sonreía amistosamente. Sentí caer mi mandíbula.

.- ¿Te gusta? - Preguntó Yan.- Los científicos Shinigamis pasaron años investigando la personalidad ideal para estos espíritus temporales.

No pude responderle, estaba demasiado boquiabierto.

.- Mi nombre es Raphael, mucho gusto.- Siguió hablando mi cuerpo.- Mi lema es "Haz el bien sin mirar a quien"...

Sentí que el mundo giraba a mí alrededor a una velocidad vertiginosa... No podía ser verdad. Si los otros llegaban a ver a esta ridícula caricatura de mi mismo ¿Qué pasaría con mi imagen?

.- "Levántate temprano y acuéstate temprano" "Haz a los demás lo que te gustaría que te hicieran a ti mismo"

Por Dios, esa cosa seguía hablando.

.- ¿Pero cómo crees que los demás van a pensar que ese soy yo? - Le grité aterrado. Yan me miró como si no entendiera.

.- ¿Por qué? ¿Muy amable? - El chico sacudió la cabeza.- Déjate de pequeñeces y vámonos ¿No dijiste que no querías que tu cuerpo se quedara solo por ahí?- Luego se volvió hacia mi otro yo.- Vete a casa y actúa normalmente.- Le dijo.

.- Si señor, como usted guste.- Respondió.

Sentí ganas de vomitar, pero antes de que pudiera decir nada más, el gusano me cogió por la muñeca y me arrastró con él.

.- Vamos a comenzar con lo más básico.- Comenzó a decir.

Le seguí a regañadientes, dándole una última mirada a mi yo que se despedía con la mano a lo lejos.

El gusano se había puesto muy serio con todo eso del entrenamiento. Me reí para mis adentros ¿Qué le hacía pensar que le iba a prestar más atención a él de la que le prestaba a Splinter? Caminamos por los techos de la ciudad hasta llegar a un viejo edificio casi en ruinas, por la escalera de incendios nos introdujimos a uno de los departamentos.

Dentro olía muy mal.

En uno de los sofás encontramos el cadáver casi descompuesto de una vieja. Estaba sentada a un lado de un radio. Hacia tiempo que había dejado de transmitir.

Me quedé de pie, en mitad de la sala. No pude dar ni un solo paso más.

.- ¿Qué hacemos aquí? - Pregunté mecánicamente.

.- Un entierro de almas.- Respondió Yan.- Esta señora murió hace unos días... Su alma está esperándonos.

Miré la cara de la anciana, la piel tan arrugada, las manos entrelazadas sobre la falda, toda encorvada...

.- ¿Cómo es que nadie se ha dado cuenta? - Pregunté, aún sin moverme. Yan suspiró.

.- Nadie venía a verla desde hacía mucho tiempo y en este edificio vive sólo gente anciana, y nadie en este piso aparte de ella... Creo que no lo notarán hasta un buen tiempo más...

Miré a mí alrededor. Había fotos por todas partes. En muchas se veían hombres y mujeres jóvenes, en muchas otras aparecía la anciana junto a ellos, sosteniendo bebés, al lado de niños ¿Dónde estaban todos ellos ahora?

.- Buenos días.- Dijo de pronto una voz suave desde un rincón del departamento. Me volvía a ver y vi a la anciana de pie junto al umbral de la sala.- Supongo que han venido por mí.- Dijo esta con una sonrisa.

.- Así es.- Le respondió Yan amablemente.

.- ¿Gustan una tacita de té? - Preguntó sonriendo hasta que sus ojos no fueron sino dos rayitas. Estaba por adelantarme para rechazarlo cuando Yan se me anticipó.

.- Por supuesto, muchas gracias.- Dijo. La viejita pareció satisfecha y con una sonrisa dio media vuelta, probablemente en dirección a la cocina.

Yan se volvió a mirarme encogiendo los hombros. Optamos finalmente por sentarnos en un gran y mullido sofá en un rincón de la sala, minutos después llegó la ancianita cargando una bandeja con tazas y una tetera. Diez minutos después, estábamos los dos escuchando con atención las historias de la abuela. Nos pasamos fácilmente unas dos horas escuchándola, parecía muy animada, no podía creer que estuviera muerta.

Todo eso me había hecho recordar... No era justo. Hacerme visitar ancianos cuando estoy emocionalmente vulnerable. Seguro que debe haberlo hecho a propósito.

Splinter estaba tan viejo como ella cuando murió. Pero no estaba solo... De pronto un nudo me atenazó la garganta, fue difícil tragarlo... Pero no quería lágrimas, hacía tiempo que me había prometido no llorar más.

En eso la ancianita se volvió a vernos lánguidamente.

.- Supongo que ya es el momento.

Yan asintió en silencio. Nos pusimos todos de pie. De pronto, una idea vino a mi cerebro.

.- Oiga, abuela...- Dije. Ésta se volvió a mirarme con dulzura.- Le importaría que me llevase este sofá... Digo, si es que no tiene pensado hacer otra cosa con él...

La viejita se echó a reír.

.- Supongo que no voy a necesitarlo al lugar al que voy ¿No es así? puedes llevártelo si quieres.

Le sonreí en agradecimiento.

A continuación, Yan recitó unas extrañas oraciones, mientras algo cambiaba a nuestro alrededor. Desde el cuerpo de la anciana comenzaba a surgir una luz... o tal vez la luz provenía de arriba, no puedo estar seguro...

.- Ahora, tócale la frente con el taco de uno de tus sais... Estará bien, no te preocupes.- me aseguró al ver mi aprensión.- Es para completar la transición. Le dejarás el sello Shinigami con lo que podrá dirigirse a la Sociedad de Almas.- Le obedecí, sólo en ese momento descubrí que en la base de los sais estaba grabado el mismo sello que en el guante de Yan.

Al instante, la ancianita comenzó a llenarse de una luz aún más intensa, su cuerpo se había vuelto blanco brillante y volátil. Lentamente, comenzó a desintegrarse, como una flor que se deshoja al viento... De pronto se me ocurrió preguntarme que les pasaría a los Vacíos una vez que son destruidos ¿Acaso se irían como ella?

Minutos después, Yan y yo nos habíamos quedado solos en el departamento.

.- Vámonos ya.- Me dijo.- Si no aparece otro vacío, te daré el resto del día libre- Dijo, pero no me moví del lugar.

.- Tal vez podríamos hacer una llamada... No sé. No es digno que su cuerpo quede de esta forma.

Yan me miró en silencio, no me volví hacía él, pero supe que una leve sonrisa había aparecido en su rostro.

.- Ok. – Dijo al fin.- Haremos la llamada.

4.-

"Raphael" fue corriendo hacia Donatello con una cubeta llena de agua en una mano y un trapeador en la otra.

.- Hermano, hermano.- Le llamó.- Don se volvió perplejo.- Ya he terminado de limpiar tu laboratorio, he aseado el cuarto de baño y he trapeado el piso de la cocina ¡ah! y ese horrible agujero, ya lo he arreglado... Me preguntaba si podía hacer algo más por ti, Miguel me ha pedido que juegue Super Nintendo con él, pero si necesitas algo antes…

Don le observó con la boca abierta, tan abierta, que si la hubiese abierto más, se le habrían anquilosado los músculos y después no habría podido cerrarla.

.- ¡Oh!.- Continuó "Raphael".- Eso si nuestro hermano Leo no tiene pensada otra cosa ahora.

Don tuvo que hacer un esfuerzo para mantener la mandíbula en su lugar. Si se trataba de una broma, era la más elaborada que jamás hubiera hecho Raphael. Se volvió hacia Leo, estaba apenas a unos cuantos metros de ellos, de cara al patio de ejercicios y dándoles la espalda.

.- ¿Qué dices tú, Leo? - Preguntó Donatello, volviéndose a verlo con una sonrisa. Leo no contestó ni se volteó, se quedó exactamente donde estaba. Don probó llamándolo nuevamente, pero tampoco entonces le prestó atención.

La sonrisa de Don se desvaneció y se volvió hacia "Raphael" haciéndole una señal para que se retirara. "Raphael" obedeció y Don se acercó entonces cautelosamente a Leo.

.- ¿Hermano? - Le llamó por tercera vez. Leo tenía la vista clavada en el piso y ni siquiera se volvió a mirarlo, a pesar de que ya lo tenía casi al lado. Don estaba por volver a intentar atraer su atención, cuando finalmente Leo habló.

.- Hay algo que está mal aquí...- Dijo en voz baja.- algo que está mal, realmente mal, muy pero muy mal...

Don no dijo nada, sólo se le quedó mirando preocupado.

.-

TBC