7.- TORPES ACCIDENTES
1.-
Mis piernas temblaban como gelatina. Por un segundo tuve que sostener mi peso sobre uno de mis sais, pero al menos logré permanecer en pie, sobre todo gracias a que me estaba afirmando del hombro de Miguel.
Temblaba como la proverbial hoja, seguro que el pobre no tenía idea de qué diablos le estaba apretando el hombro…
Traté de ubicarme nuevamente en el tiempo y el espacio. Miré a mí alrededor justo en el momento en que el vacío estaba en medio del aire a punto de saltar sobre Leo y Don tirados en medio de la calle.
No había descanso para el fatigado.
Iba a tener que correr. Traté de ignorar el dolor del agujero que tenía abierto en medio de la panza, ni siquiera quería mirarlo, ni siquiera quería pensar en eso. Salté hacia el exterior, dándome impulso con algo que encontré afuera de la tienda. No sé bien lo que era, pero me pareció perfecto para impulsarme, era algo cálido y blando y estoy casi seguro de que emitió un bufido cuando mi mano se apoyó en él... Parece que después cayó al suelo, pero realmente no tenía tiempo de preocuparme por eso en ese momento.
Interpuse ambos sais en cruz frente a mis hermanos, interceptando el golpe de la criatura, llegando justo a tiempo; el monstruo salió impulsado hacia atrás por el impacto, pero eso fue difícilmente una ventaja: Como un felino, aterrizó sobre sus cuatro patas y a la velocidad de la luz se volvió hacia mí, corriendo otra vez.
Mierda, mierda, mierda...
Hice girar los sais a mis lados, doblando las rodillas, más para sostener mi propio peso que para pelear. Las piernas me temblaban. Estaba pensando en cómo iba a soportar el próximo ataque, cuando de pronto salió una sombra de la nada, se elevó por los aires unos cuantos metros y luego cayó directo sobre el Vacío.
.- ¡Técnica de destrucción número cinco!- Gritó, lanzando una patada voladora a la cosa. Gusano imbécil ¿Qué le hizo pensar que eso iba a funcionar? El Vacío se deshizo del muchacho de un manotazo, mandándolo a volar directo hacía mí.
Interpuse mis manos para atajarlo antes de que se abriera el cráneo contra el piso.
.- ¿Es que no te has dado cuenta de que esa estúpida técnica no funciona? - Le grité
.- Funcionaba cuando era Shinigami...
.- Bueno, adivina qué…
.- Si, ya sé, ya sé...
.- Vete a ver como está Abril y déjale esto a los grandes.- Le ordené, impulsándolo hacia delante para que se pusiera de pie. Iba a responderme algo cuando de pronto su cara se llenó de preocupación.
.- ¡Abril! - Exclamó, mirando por sobre mi hombro y corriendo hacia la tienda. Entonces vi a Casey, parado junto a un muro de la tienda, sujetándose los costados. En cuanto escuchó al muchacho gritar el nombre de Abril, entró disparado a la tienda.
Estaba bien, al menos mucho mejor de cómo lo había dejado. Tras él vi entrar a mi cuerpo. Él estaba bien también, lo cual era bueno porque pretendía usarlo más tarde...
El vacío advirtió todo ese movimiento y rotó su cuerpo en dirección a la tienda, repentinamente cambiando de objetivo. Haciendo un esfuerzo, salté frente a él.
.- ¡Ey! si quieres pelear ¡Aquí está tu oponente!
El vacío se echó a reír.
.- ¿Es que todavía no entiendes que un tipejo como tú no puede conmigo? Ni siquiera eres un Shinigami de verdad.
De soslayo, vi a Leonardo avanzando hacía mí. No sé en qué condiciones estaría, pero apenas si lograba tenerse en pie ¿Qué mierda le había pasado? No se veía bien... Recogió una de sus espadas del piso y continuó avanzando. Volví mi cabeza hacia él apenas unos centímetros.
.- No vengas.- Le grité.
Leonardo se quedó inmóvil y me miró con preocupación. Imaginaba lo que estaría pensando, pero tenía que entender que ese de ahí era sólo mío. Bajó la espada y supe que no intervendría. No pensé que pudiera entenderme, pero lo hizo.
Hice girar mis sais. Eran tan grandes, no estaba acostumbrado a ese peso y las fuerzas no me acompañaban, pero estaba demasiado fastidiado para que nada de eso me importase. Iba a acabar con ese miserable aunque fuese lo último que hiciera. Aunque no esperaba en serio que fuera a ser lo último que hiciera en la vida, así que mejor lo hacía bien.
.- ¡Mi nombre es Raphael, infeliz! - Le grité.- ¡Shinigami en funciones!
Salté sobre él sin esperar un segundo más. El muy pelota creía que me tenía anonadado por sus estúpidas palabras y resultó que el anonadado fue él.
.- Esas bravatas no pueden esconder lo que sientes... estás perdido...
.- ¡Oh, cállate! - Le grité fastidiado mientras alzaba ambos sais al aire, ambas puntas contra él.
El Vacío dirigió todos sus tentáculos hacia el centro de mi cuerpo como una gran estaca aguardando por mí y yo iba volando directo hacía ellos. Cerré los ojos esperando el golpe.
Llegó bastante pronto. Comencé a ser atravesado lentamente, muy lento. Fue algo bastante doloroso. El Vacío me atrajo hacia sí y me retuvo muy cerca de su rostro. Permanecí inmóvil, haciendo un esfuerzo por controlar mi respiración...
.- Estúpido, volviste a cometer el mismo error, otra vez te dejaste llevar por la ira, típico de ti.
Alcé la cabeza, lentamente, sonriendo.
.- ¿Sigues repitiendo lo mismo, es lo único que sabes decir? – Dije, el Vacío me miró de hito en hito.
Alcé ambos sais a los lados, sosteniendo cada punta contra el cuello de la bestia, luchando contra el temblor de mis brazos.
.- Apuesto a que tus amigos no te soportan.- Le dije.- Demasiado monotemático.
Todavía me estaba mirando sorprendido cuando le atravesé cuello de lado a lado. Su carne no fue nada bajo los sais, la piel de su cara se desarmaba a lo que cortaba bajo ella, hundiéndose todo al fin en una masa sangrienta sin forma. Lo malo era que los alaridos iban a dejarme sordo.
Retiré ambas armas, seguidas de un reguero de sangre, empapándome los brazos hasta el codo con ella. El cuerpo del vacío comenzó a caer a tierra, ya casi sin vida, en medio de gemidos y aullidos. Los tentáculos comenzaron a salir de mi interior, deslizándose lentamente, causándome dolor, un dolor insoportable... Caí al suelo de golpe y me quedé ahí.
Lo único que deseaba era quedarme quieto, pero todavía había algo más que tenía que hacer. Me arrastré junto al cuerpo del monstruo, apenas si estaba respirando, en segundos estaría muerto el maldito bastardo, sólo uno de sus ojos se movía aún entre la piel sin forma de su cabeza. Me planté delante de él y le sonreí... Apenas si me mantenía conciente.
.- Para que lo sepas, no soy un Shinigami. Soy un ninja. Nunca te metas con un ninja...
La bestia se volvió a darme una última mirada de odio y luego su único ojo se puso blanco. No volvió a moverse.
Rodé y me dejé caer sobre mi espalda, sobre el pavimento, respirando con dificultad. Vi los pies de Yan acercarse a mí por el rabillo del ojo, antes de que todo se fuera a negro.
2.-
Unos quince segundos antes.
Leonardo parpadeó varias veces. Recostado contra el pavimento, sólo escuchaba el retumbar a su alrededor ¿Qué diablos estaba pasando? Hace unos segundos atrás, el monstruo había estado a punto de caerles encima y luego nada... Intentó ponerse de pie, pero no lo consiguió: el dolor en la nuca fue demasiado.
A su lado estaba Don, terminando de incorporarse. Cuando al fin estuvo de pie, se volvió hacia él.
.- Leo ¿Estás bien? - Preguntó. Leo balbuceó un sí, pero no se movió aún.- ¿Qué está pasando? ¿Puedes verlo, puedes ver esa… cosa?
Leo pareció reaccionar entonces. "Raphael" recordó.
Se puso de pie de un salto, ignorando el mareo que sentía y el temblor en todo el cuerpo. En algún lugar de su mente, su estado le preocupó: No podía ser el golpe en la cabeza, había sido fuerte, sí, pero no para dejarlo así... No estaba en su mejor forma y no era cosa de esa noche solamente, desde hacía un tiempo que su cuerpo no le había estado respondiendo bien, llevaba días sintiéndose débil sin ninguna razón aparente y esos pequeños accidentes...
Sacudió la cabeza. No era el momento.
Se irguió lo mejor que pudo y observó la situación: Raphael luchaba contra esa gigantesca mole, tratando de desviarla de la tienda. Dentro de ella podía ver a Abril, comenzando a recobrar la conciencia, a Casey, a un chico extraño y a... ¿a Raphael? ¿Otra vez? Cerró los ojos de golpe. Raphael dentro de la tienda. Raphael fuera de la tienda. Tal vez el golpe había sido más duro de lo que había creído.
Se tambaleó en dirección a la criatura, levantando una de sus espadas al pasar. Sólo encontró una, la otra no se veía por ninguna parte. Don lo atajó en el camino.
.- ¿Qué haces? No te ves en condiciones, quédate quieto un instante, ese golpe podría ser una contusión.
.- Raphael está solo. - Balbuceó casi sin fuerzas.
.- ¿Raphael?
Don se volvió hacia la dirección en la que caminaba Leo.
.- Leo... ahí no hay nada...
Leo no le prestó atención. Por alguna razón, Donatello no podía ver lo mismo que él y tratar de explicarle sólo le haría perder más tiempo. Avanzó en dirección al monstruo, Raphael hacía lo mejor que podía, pero claramente no estaba en mejor forma que él.
Estaba por intervenir, pero finalmente se detuvo cuando estaba a sólo unos metros. Raphael lo había visto por el rabillo del ojo y había vuelto un tercio de su cabeza hacia él.
.- No vengas.- Le dijo cortante.
Leo se paralizó, bajó la espada. En cualquier otra ocasión no le habrían importado las objeciones de Raphael, pero ahora... Esa mirada en sus ojos...
En la vida había dos clases de peleas, las peleas por la vida y las peleas por el orgullo y Esa era una pelea por el orgullo. Si intervenía ahora, Raphael jamás se lo perdonaría, estaba seguro. Y si no lo hacía...
Se quedó de pie observándole.
.- Gana de una maldita vez.- Murmuró.
Todo lo que ocurrió después pasó muy rápido. Lo veía pelear y pretendía estar listo si llegaba a necesitarlo, pero... Algo no andaba bien con él, cada segundo que pasaba se sentía más débil. Llegó un momento en que no pudo continuar de pie y cayó sobre sus rodillas. Don corrió a su lado.
.- Estoy, bien, estoy bien...- Le aseguró antes de que Don pudiese decir nada.
Pero no lo estaba y lo peor era que no tenía idea de porqué... Su angustia creció cuando vio que Raphael era atravesado por esa cosa, intentó moverse, ponerse en pie y atacar, a esas alturas el orgullo de su hermano le importaba un bledo, pero no pudo. No pudo moverse, apenas si tenía fuerzas para nada. Raphael estaba solo, no podía hacer nada por él.
Y luego la pelea terminó, justo en su momento de mayor angustia. Finalmente la bestia había caído. Leo sonrió. Había ganado, Raphael había ganado al final. Afortunadamente no había necesitado su ayuda.
El cuerpo de la criatura cayó a tierra y vio a Raph caer también, pero después ya no se movió...
.- ¡Raphael! - Gritó, pero no hubo respuesta. Se puso de pie, Don prácticamente tuvo que levantarlo sobre sus hombros. Llegaron al mismo tiempo que el muchacho.
.- No hay tiempo para explicaciones, déjenme atenderlo.- Les dijo con seriedad. Leo le observó con atención, se dio cuenta de que era apenas un niño. Le pareció extrañamente familiar, pero no acababa de recordar de dónde lo había visto.
.- Dejémosle espacio, Don.- Dijo. Don observó indeciso, pero finalmente cedió.
El chico se inclinó sobre Raph.
.- Increíble...- Murmuró con un dejo de asombro.
.- ¿Qué? ¿Qué es?- Preguntó Don, inclinándose también.
No tenía la más mínima idea de lo que estaba pasando. Para él, Leo y el extraño niño estaban inclinados sobre la nada en el piso. Leo le agarró por el brazo y le atrajo hacia él.
.- Yo tampoco entiendo bien que está pasando.- Le dijo en voz baja.- Pero ahí mismo, junto a este chico, está Raph...- Don se volvió hacia él con los ojos como platos.
.- ¿Qué? ¿Raphael? Pero ¿Dónde?
.- No sé por qué no puedes verlo, Don, pero ahí está.- Don iba a preguntar más, pero Leo cerró los ojos y comenzó a tambalearse. No pudo seguir hablando, Don tuvo que rodearlo con un brazo para impedir que se cayera.
.- La fuerza vital de un Shinigami viene de su energía espiritual. – Siguió hablando el muchacho.- Mientras más fuerza espiritual, mayor daño será capaz de soportar...
.- ¿Shinigami? ¿Fuerza vital? ¿Energía espiritual? - Preguntó Don, cada vez más confundido.
.- No importa.- Le respondió Yan, buscando frenético en sus bolsillos.- Lo que quiero decir es que, con una herida así, no debería estar vivo... Pero lo está.- De pronto se detuvo y miró fijamente a Raphael.- No imaginé que fuera así de poderoso...
.- ¿Raph está herido? - Volvió a preguntar Don, pero esta vez nadie le respondió, dejándolo solo con todas sus confusiones.
Yan sacudió su cabeza y volvió su atención a lo que tenía en las manos y que acababa de sacar de su bolsillo.
.- Esta medicina le ayudará a sanar. Abril está bien, ya la he atendido, lo mismo Casey. Por favor vean si hay alguien más que necesite atención.
Don se volvió a ver a Leo, pero éste se le adelantó.
.- El resto está bien, por favor encárgate de Raphael.
Don se le quedó mirando, pero Leo no le devolvió la mirada. Yan comenzó a trabajar sobre Raphael, moviéndose veloz por cada herida, aplicando en ellas una sustancia extraña sacada de un frasco redondo, extraído de uno de los bolsillos de sus pantalones.
Donatello seguía sin explicarse lo ocurrido, pero decidió que en ese momento nadie iba a contarle nada. Volvió un poco la cabeza y miró hacia la tienda. Abril estaba en una silla y Miguel y Casey estaban junto a ella, tratando de reconfortarla. De pronto apareció Raphael, cargando un vaso de agua que entregó a Abril ¿No acababa de decir Leo que Raphael estaba frente a ellos? Don cerró los ojos con fuerza sintiendo un enorme dolor de cabeza.
De pronto el chico volvió a incorporarse.
.- He hecho lo que he podido.- Anunció. Leo le miró largamente y luego asintió.- Hagan que el otro Raphael venga acá.- Dijo a continuación.
Leo intentó volverse, pero desistió, quedándose inmóvil. No estaba seguro de poder llegar hasta allá. Don lo miró un segundo con preocupación y luego se volvió a llamar a Raphael a la tienda. Raph lo escuchó y comenzó a correr hacia ellos. Don se volvió nuevamente hacia Leo.
.- ¿Estás bien? – Preguntó nuevamente, le parecía que había comenzado a temblar.
Leo se separó de Don. Hasta el momento había estado apoyado en él, pero haciendo un esfuerzo, logró sostenerse por sí mismo. Esperó un segundo antes de responder.
.- Mejor ahora...- Le Respondió sin mirarle. Era verdad, comenzó a sentirse un poco mejor. Al menos ya podía tenerse en pie. Seguía sin tener la menor idea de qué pasaba con él, pero se guardó sus preocupaciones para sí mismo.
La copia de Raphael se aproximó al chico, inclinándose a su lado. Yan se volvió a los demás que le miraban confundidos y expectantes.
.- Seguro que querrán una explicación ¿Verdad?- Les preguntó.
.- Por favor.- Murmuró Don.
.- Bien, espero que tengan tiempo.
3.-
Abrí los ojos lentamente.
De inmediato sentí que una sensación de dolor me envolvía, hasta la última fibra de mi ser. Fue como un balde de agua fría, me despertó al instante. Me senté con un gruñido.
Estaba en el sofá de la sala.
De inmediato capté unas sombras moviéndose a mi alrededor, acercándose hacia mí.
.- Mierda, como duele esto...
.- Deja de quejarte, te curé casi al máximo, sólo te quedaron unas magulladuras...- Sentí la voz del gusano a mi lado. Me volví a mirarlo. Estaba resplandeciente de felicidad el muy maldito.
Casi al instante me volví a mirarme el abdomen. Un escalofrío me recorrió por completo, esperaba encontrar un agujero ahí, pero no había nada, nada en absoluto. Respiré aliviado.
.- ¿Viste? Te dije que estabas perfecto.
.- Si, pero ¿Por qué me duele tanto ahora? Antes...
.- Lo que ocurre es que cuando eres Shinigami, la sensación de dolor se atenúa, pero vuelve cuando retornas a tu cuerpo mortal.
.- Pudiste haber hecho algo con estos raspones.- Me quejé al ver los rasguñotes y moretones que tenía por todas partes.
.- ¡Ey! Tenías una herida del porte de tu cabeza en el medio del cuerpo, eso me mantuvo ocupado.
Comencé a estirar mis músculos. De pronto recordé...
.- ¿Cómo están los demás? - Pregunté algo alarmado, el gusano volvió a sonreírme.
.- Están todos bien, aunque deberías saber que...
Justo en ese momento, Abril hizo su aparición en la sala, corriendo hacia mí con una expresión entre angustia y alivio en su rostro. Me echó los brazos al cuello.
.- Estás bien, que alegría...
.-Si, Abril, estoy bien...- Dije entre sus brazos, tratando de que no me apretase tan fuerte.
.- Es un milagro que lográsemos escapar de la tienda sin más daño.- Continuó ella.- Después de todo, era una manada de gorilas furiosos...
.- Si, bueno... ¿Qué?
Estaba por preguntar más, cuando apareció Casey a su lado.
.- ¿Puedes creerlo? Los mismos gorilas que destrozaron el centro comercial corrieron por las calles hasta la tienda de Abril ¿No es loco?- Dijo, con los ojos como platos. Me quedé mirándolos un segundo, sin poder creer lo tontos que eran.
.- Sí… Loquísimo.
Me volví lentamente hacia Yan, pero él evitó mirarme. Me volví hacia Abril de nuevo.
.- Pero no te parece que todo ese cuento es muy poco… creíble...- Le pregunté.
Abril me miró confundida.
.- ¿Poco creíble? ¿Por qué? – De pronto su rostro cambió súbitamente y me miró sonriente.- Voy a traerte un té ¿Qué te parece? Eso te ayudará a recuperarte de la impresión.
.- Oh, fue horrible...- Estalló de repente Yan a mi lado, lanzándose a los brazos de Abril.- Estaba tan asustado de que pudieran lastimarte esos gorilas...
Abril le abrazó de vuelta, sin notar que el maldito chico tenía el rostro enterrado en medio de sus pechos y que se revolvía gustoso. Se volvió a mirarme con una sonrisa.
.- Ya, ya... - Le decía Abril, dándole de golpecitos en la cabeza.
.- Creo que me dijiste que me traerías un té ¿Verdad? – La apuré, sin dejar de mirar al maldito chico.
.- Oh, sí.- Recordó Abril, separándose de Yan.- Vuelvo enseguida.
Luego dejó la sala, seguida por Casey. El gusano me miró con fastidio.
.- A algunos chicos nunca nos dejan divertirnos.
Alargué una mano y lo atrapé por el cuello del sweater y lo atraje hacia mí con fuerza.
.- Mejor explica que es eso de los gorilas.
Yan se encogió de hombros.
.- No puedo evitarlo, las memorias que les implantamos a los involucrados siempre tienen algún desfase... No son perfectas y si ahora ellos creen que fueron atacados por gorilas escapados del zoológico ¿Qué más da?
.- ¿Y a mis hermanos les dijiste eso también?
Yan me miró con seriedad.
.- No. Les expliqué todo. Al fin y al cabo, tu hermano pudo verte a ti y al Vacío, iba a ser difícil que olvidase eso por segunda vez...
Me puse de pie de un salto.
.- ¿Dónde están los demás?
.- En la cocina.
Me dirigí hacia allá. Cuando entré, Miguel y Don estaban sentados a la mesa, Abril estaba junto a Leo en la cocina, Casey en un rincón. Miguel, Leo y Don se volvieron de inmediato hacia mí. Los tres me miraron como si me viesen por primera vez.
Demonios, esto era justo lo que no quería. Ahora tendría que deshacerme en un mar de explicaciones. Leo dio un paso hacia mí.
.- ¿Cómo te sientes?- Preguntó, alargándome una taza humeante.
.- Bien...- Le respondí simplemente, recibiendo la taza. Pensé que me taladraría con preguntas, pero no...
Después de un rato, Abril y Casey se marcharon: Abril tendría un bonito día pegada al teléfono hablando con los de la aseguradora (por más que había revisado la póliza en ninguna parte ponía nada sobre coberturas por ataques de gorilas) y Casey debía averiguar si aún conservaba su empleo.
Me quedé a solas con mis hermanos y el gusano. Por mucho rato, sólo permanecimos en silencio, mirando nuestras tazas vacías o al techo o a cualquier cosa. De pronto estallé.
.- Digan de una vez lo que piensan, maldita sea ¿Quieren reprocharme por no haberles dicho antes? Lo siento pero la verdad es que todo esto se hacía muy difícil de explicar.
.- Y que lo digas.- Agregó Don suspirando, pero luego se volvió a sonreírme.
.- Por mí no hay drama, hermano.- Dijo Miguel con una sonrisa.- ¿Así qué eras tú el desgraciado que me agarraba el hombro? ¿Acaso te divierte ir por ahí asustando a la gente? Casi me ensucio...
.- Sí, tienes nervios de acero ¿Ah? - Le dije con una risotada. Por toda respuesta, Miguel me lanzó un golpe en el hombro.
Me volví hacia Leo. Se estaba sirviendo más agua caliente en su taza.
.- ¿Y tú? ¿Tienes algo que agregar? – Pregunté, pero él siguió con su tarea sin desviar la vista.
.- Nada. Sólo que sabía que algo raro estaba pasando. Aparte de eso, hiciste lo que tenías que hacer. Hiciste bien.- Me dijo simplemente.
Vaya... No era gran cosa, pero era difícil que Leo me dijera algo así, sin embargo... Le miré extrañado. Su taza ya estaba llena, pero seguía llenándola con agua, en cualquier momento el líquido caliente desbordaría y...
.- Leo...- Le dije en tono de advertencia. Me fijé en su rostro, parecía hacer alguna clase de esfuerzo, sin apartar la vista de la taza. Era como si no pudiera dejar de hacer lo que hacía. Sus manos comenzaron a temblar, un segundo antes de que el agua hirviendo comenzara a deslizarse por su mano.
Todos nos sobresaltamos con el ruido de la taza al romperse en el piso.
Don se volvió a verlo alarmado.
.- ¡Leo! Pero qué...- Sin esperar respuesta, agarró la mano de Leo y se lo llevó con él hasta el lavaplatos, abrió la llave y sumergió su mano enrojecida bajo el chorro.
Durante todo ese rato, Leo había tenido la mirada perdida en la nada, con una mezcla de confusión y preocupación, tuve que llamarlo dos veces para que me prestara atención.
.- ¿Qué demonios te pasa? - Le pregunté.- Parece que estuvieras dormido...
Miró a su alrededor, como si recién se viniera dando cuenta de que Don le tenía la mano bajo el chorro de agua fría.
.- Ya estoy bien. - Le dijo a él, pero Don mantuvo su mano bajo el agua.- Fue un accidente.- Balbuceó para mí, sin mirarme.
Los tres intercambiamos miradas de extrañeza. Yan vino a parase a mi lado y le dirigió una larga mirada a Leo.
.- Oye... – Comenzó.- ¿Cómo te hiciste eso en la pierna? - Preguntó apuntando con un dedo a la pierna derecha de Leo. No lo había visto antes, pero tenía un enorme moretón. Leo lo miró extrañado al principio, siguiendo su mirada hasta su pierna.
.- ¡Oh! - Dijo al fin, dándose cuenta de a qué se refería.- No sé... pudo ser de hoy... – Dijo sin mucho interés.
.- ¿Y ese lío con la taza? - Le pregunté. Leo no entendió al principio, luego me miró con fastidio.
.- Un accidente.- Repitió.
El punto era que Leo jamás tenía "accidentes", era cualquier cosa menos torpe. Me quedé mirándolo, tratando de saber en qué pensaba... Luego miré al gusano; tenía una expresión de preocupación que no supe a qué atribuir ¿Qué era lo que estaba viendo que le molestaba? Tuve la impresión de que había mucho más ahí, en ese sencillo incidente, de lo que parecía a simple vista, al menos el gusano así parecía creerlo y la actitud extraña de Leo parecía darle la razón.
Por un buen rato, todos guardamos silencio tratando de analizar esa extraña sensación casi colectiva. Leonardo comenzó a sentirse incómodo al ver que todos le miraban con tanta atención.
.- ¿Qué les pasa? - Nos preguntó extrañado. Don se le quedó mirando un rato, dudando sobre si debía o no abrir la boca. Era claro que había algo que moría por compartir con el resto.
.- Hoy...- Comenzó, pero bastó una sola mirada de Leo para hacerlo desistir y enmudecerlo. Por un par de segundos, ambos mantuvieron lo que pareció una conversación telepática en donde Donatello insistía en querer hablar y Leo insistía en que mantuviera su boca cerrada.
Extraño.
Finalmente, Leo sacó la mano de debajo el chorro de agua y cerró la llave, zanjando a la vez aquella cuestión con Donnie.
.-Bien, creo que todos podríamos irnos a descansar ahora ¿No les parece?
Sin esperar respuesta, dejó la habitación. Los tres le seguimos con la mirada hasta que se perdió de vista.
.- ¿Y dices que tu maestro murió hace unos meses? - Preguntó de pronto Yan. Me volví a verlo extrañado.
.- Si...- Murmuré, pero el muchacho no dijo nada más.
4.-
En otro lugar...
.- ¡Maldito! Me diste un golpe y saltaste sobre mí cuando estaba por atraparte en la tienda, pero la próxima vez no te librarás tan fácilmente de mí, como que me llamó Lord Egghelhead III, buahahahahahahahaha... ¡Oh! ¡Esta risa de mierda de nuevo!
TBC
