9- LÁGRIMAS DE COCODRILO


1.-

La habitación de Leo estaba al final del pasillo, sólo a unos metros de la mía, pero en ese momento parecía estar a kilómetros. Yan corría a mi lado, iba en silencio, por una vez en su vida, con el rostro serio. A pesar de que se tomaba su oficio muy en serio, de que nunca perdía el control, de que siempre actuaba con sangre fría, a veces hasta indiferente, nunca faltaban sus estúpidas bromitas... Pero ahora no, ahora corría en silencio, preocupado.

En la mente me daba vueltas lo que acababa de contarme.

.- Ese moretón en su pierna... No es un moretón, no podía estar seguro antes, pero ahora lo estoy. Es la mordida de un Vacío.

.- ¿Qué?

.- Debe llevar semanas persiguiéndolo, se acercan despacio, robándole la energía vital de a poco, a través de sueños, los hacen cometer pequeños accidentes, para debilitarlos hasta que finalmente aparecen y...

.- Ya, ya, suspende el parloteo, ya entendí...

Lo tomé del brazo y salimos disparados hacía el cuarto de Leo ¿Por quién más podría venir? Él siempre fue su favorito.

Sé que Leo no tenía la culpa de ser siempre tan perfecto y hacer exactamente lo que el maestro esperaba de él. Sé que no tenía la culpa ganarse toda su confianza. Al principio eso me molestaba... Me irritaba... enfurecía. Y a veces los odiaba a los dos. Pero después me di cuenta del precio que debía pagar Leo por eso. Después me di cuenta lo que en verdad significaba ser el brazo derecho, de que tal vez el afortunado había sido yo a fin de cuentas... Y de que tal vez Leo lo sabía.

Empecé a pensar en que tal vez todo eso de ser el hijo favorito no era más que una maldición disfrazada y él siempre lo supo... Sólo me podía imaginar como sería el no poder escapar de algo. No tener alternativa.

Splinter venía por él, no por mí, no por ninguno de los otros. Por él. Nunca le oí felicitarme por nada, nunca le oí estar satisfecho por algo que yo hubiese hecho... Después de un tiempo, simplemente dejé de intentarlo. Y él dejó de intentarlo también... Dejó de intentarlo conmigo.

Entré de golpe. Me quedé varios segundos congelado en el umbral de la habitación de Leo. Mis ojos se pasearon por todo el lugar en una fracción de segundo. El cuerpo de Leo estaba tirado en el piso, de su pecho emergía una gruesa cadena. La seguí con los ojos, llegaba hasta el pecho de un Leo atrapado en las garras de un enorme animal, tan grande, que debía permanecer encogido dentro de la habitación... Un animal cubierto de pelo marrón, con una larguísima cola anillada y garras afiladas. En vez de rostro tenía puesta una enorme máscara de hueso blanco, imitando una calavera humana.

Leo congelado, completamente paralizado. El animal le sujetaba con ambas manos, pequeñas en comparación a las garras que emergían de ellas. Lentamente, se volvió hacía mí al sentir mi presencia.

.- Vete.- Me habló.- Él es mío.

.- No. – Fue todo lo que atiné a decir, su voz me había dejado frío. Era profunda, se parecía vagamente a la de Splinter, pero no era la de él.

.- Es mío.- Repitió.- Yo lo reclamo, es mi derecho como padre.

.- Tú no eres Splinter.- Le dije con repugnancia.

.- Es mío.

.- No. Dije que no.- Repetí, preparándome.

Hizo una pausa y se volvió a mirar a Leo quien no estaba mirando en verdad, parecía hipnotizado...

.- He vuelto por él. Me lo llevaré. Así estaremos juntos para siempre.

Ese no podía ser Splinter...

.- ¿Vas a matarlo?

.- Tú no entiendes, es lo mejor para él.

.- ¿Cómo puede ser esto lo mejor para él?- Pregunté. El Vacío se volvió a verme con furia. Sin previo aviso, soltó a Leo y se lanzó contra mí, Leo cayó directo al piso y de ahí no se movió.

Apenas si alcancé a esquivarlo, pasó de largo por mi lado, abriendo un boquete en la pared, agrandando la puerta de la habitación. Caí golpeándome contra uno de los muros, el gusano corrió a mi lado.

.- No dejes que te confunda, debes acabar con él, no importa quien sea...

.- Ya lo sé.- Le dije con fastidio. Estaba por ponerme de pie, pero me sujetó por el brazo y me atrajo hacia sí. Me habló muy rápido y casi en un susurro.

.- Ten cuidado con esa cadena. Mientras la cadena del destino esté intacta, podremos volver el alma a tu hermano a su cuerpo, si llega a romperse...

.- Ya... lo... sé...- Repetí con fastidio.- Ahora, si no te molesta, tengo que terminar con esto.

Sin esperar a que me dijese nada más, volví a atacarlo. No era fácil, era endemoniadamente rápido. No sé lo que era, pero no era mi padre. No podía serlo...

.- ¿Por qué haces esto?- Pregunté, tratando de desviar su atención de Leo.

.- Ya te lo he dicho.- Rugió.

.- ¿Cómo puedes? Él te quiso más que ha nadie y ahora vas a hacerle esto...

Se volvió hacía mí. Supe de inmediato que había tocado un punto sensible. Me miró con furia.

.- Me olvidarán. Terminarán olvidándose de mí. Tú serás el primero.

Me quedé en silencio, tratando de hablar pero sin lograr encontrar mi voz.

.- Es cierto.- Dije al fin.- Pero entonces deberías estar molesto conmigo, no con él. Fui yo quien no estuvo contigo, fui yo el que te abandonó...

.- No estoy molesto con él. Vine a salvarlo...

Se volvió a mirar a Leo. Este le devolvió la mirada, con los ojos desorbitados, más allá del asombro.

.- ¿Splinter? - Exclamó, boquiabierto, luego se volvió hacia mí.- ¿Qué es esto? - Preguntó sin entender.

.- Sí.- Respondió el vacío.- Vine por ti. Ahora todo va a estar bien.

Leo se puso de pie lentamente. Lentamente caminó hasta el vacío, sin dejar de mirarlo... casi aterrado. Se detuvo a su lado, si estiraba el brazo podría haberlo tocado. Lo miró allí un segundo más, luego los ojos se le humedecieron.

.- Sí.- Le dijo al fin.- Eres tú.

.- Todo va a estar bien.- Volvió a hablar el Vacío.

Leo sacudió la cabeza.

.- ¿Por qué?- Preguntó, arrugando la frente.- ¿Por qué volviste?

El vacío se quedó inmóvil, imposible saber lo que pensaba, su máscara no mostraba ninguna emoción. Se quedó ahí, en silencio, respirando lentamente.

.- Te llevaré conmigo.- Dijo al fin.

Leo sólo lo miraba, incapaz de moverse.

.- ¿Por qué volviste? - Volvió a preguntar, mortificado.

Me quedé mirándole paralizado... En ese instante supe que el Vacío iba a lanzársele encima, de pronto tenía las mandíbulas de par en par, listo para saltar sobre él. Apenas si tuve tiempo de interponerme.

Malditos sais sobredimensionados, sólo podía maniobrar con uno, no había suficiente espacio...

.- Fastidiaste en vida y ahora que estás muerto, has vuelto para fastidiar aún más.- Le grité, deseando que se volviera a verme.- Al menos eres consecuente.

Funcionó.

Splinter se detuvo al instante y se volvió hacia mí, dándome la oportunidad de contraatacar. Casi lo había hecho retroceder, alejándolo de Leo.

.- ¿Es que nunca vas a dejarnos en paz?

Entonces Splinter se quedó inmóvil completamente. Bien, estaba resultando, pero tenía que presionarlo aún más.

.- Nos usaste.- Seguí.- Desde el principio. Sólo nos usaste.

.- ¿Qué quieres decir?

.- Alguien tenía que hacer el trabajo sucio que tú no pudiste hacer. Alguien tenía que vengarse de Shredder por la muerte de Yoshi. Tú no podías, así que nos usaste a nosotros.

Silencio.

.- Parece que acerté...- Le dije.

Estaba logrando que se alejara cada más de Leo, atrayéndolo hacia mí... Pero a la vez sentía que me liberaba de una tremenda carga. De pronto sentí que estaba aprovechando la oportunidad, que estaba hablando en serio. Que tal vez de verdad sentía todo eso.

.- ¿Acaso pensaste en el daño que nos estabas haciendo? Peleamos una guerra que no nos pertenecía. Estamos malditos por siempre, gracias a ti. Nos obligaste a entregarte nuestras vidas. Todas. Completas.

El vacío me lanzó una mirada fría. Incluso al saber en lo que se había convertido, incluso sabiendo que ese ya no era Splinter, aún así me dolió.

.- Siempre fuiste el más difícil de todos.- Me dijo.- Nunca pude hacerte entender, nunca pude hacer que comprendieras, obstinado, nunca escuchas...

.- Sé que nunca fui tu favorito.

Sin mediar una palabra más, se lanzó sobre mí, mandíbulas abiertas... Su boca terminó cerrándose en torno a algo, lo sabía porque oí los dientes hundirse en la carne. Pero no fue en mi cuerpo, no en el mío.

Me quedé mirando frente a mí, sin entender lo que veía al principio. Nunca supe cuándo había llegado ahí, pero lo había hecho, se había interpuesto entre mí y esa cosa. No esperaba que fuera así. No debía ser así.

.- Padre... – En el rostro de Leo podía advertirse el esfuerzo que hacía para aguantar el dolor. Los dientes se le incrustaron más aún en el hombro, casi abarcando el pecho.- No hagas esto, Padre...

Leonardo alzó los brazos y los cerró alrededor de la enorme cabeza del Vacío adherida a él. Lo abrazó con fuerza, acercándolo más hacia su cuerpo. Cerró los ojos, su peso le hizo caer de rodillas. Splinter se quedó inmóvil, Leo se aferraba a él con fuerza aunque los dientes de la criatura se revolvían en la herida, pero aún así no dejaba de abrazarlo, casi con ternura.

.- Debía de haberse ido.- Me dijo en voz muy baja, volviendo un poco la cabeza hacía mi.- No tendría que haber vuelto, no tendría que estar sufriendo esto, debía de haberse ido en paz, no así. No es justo, no es justo...

Los rasgos de la máscara se relajaron, las mandíbulas se abrieron lentamente, soltando a Leo, dejándolo caer al suelo. Leo se quedó ahí, tratando de recuperar el aliento.

El Vacío se le quedó mirando, en silencio. Retrocedió. De súbito, la máscara se resquebrajó, justo por la mitad, uno de los lados cayó al suelo, haciéndose trizas.

Del otro lado, me encontré mirando a Splinter, uno de sus ojos, tal y como lo recordaba, esa misma mirada. Él también me vio, me miró largamente. En verdad era él, después de tanto tiempo, era él antes de la enfermedad, antes de que morir, tal y como lo recordaba. Me acerqué más…

.- Splinter…

.- Lo siento.- Dijo, con su propia voz, no con ese rugido lleno de furia.

Dio otro par de pasos hacia atrás, lentamente. Se arrodilló, como solía hacerlo cuando nos dirigía la palabra. Bajó la mirada.

.- Dejarlos fue lo más difícil que he hecho en mi vida. No quería abandonarlos, sus vidas nunca han sido fáciles y sí, algo de culpa he tenido yo en todo eso.

.- Maestro...- Lo atajé sin pensar, súbitamente arrepentido de todo lo que había dicho, pero Splinter alzó su mano, indicándome que le dejase continuar.

.- Siempre tuve miedo de que al final me guardasen rencor, porque sabía que tal vez lo merecía…

.- ¿Rencor?

.- Cuando los encontré, los cuidé, los entrené... en lo único en lo que pensaba era en la venganza...

En la habitación reinó un silencio mortal.

.- Sí.- Dije al fin.- Supongo que deberíamos guardarte rencor por eso. – Tanto Leo como el maestro se volvieron a verme.- Pero de no haber sido por ti, ni siquiera tendríamos la oportunidad de hacerlo.

Splinter bajó aún más la cabeza, Raphael pudo ver como una lágrima se deslizaba por el único ojo que la máscara dejaba ver.

.- Habríamos muerto.- Terminé.- Tú nos salvaste.

Era muy extraño decirle todo eso, considerando que ya estaba muerto. Me di cuenta que Splinter me miraba sorprendido.

.- Buenas o malas tus decisiones- Continué.- Nos mantuvieron con vida. No digo que hayas sido el mejor padre, pero fuiste uno.

Splinter se volvió a verme.

.- No es verdad que haya preferido a los otros antes que a ti.- Dijo, tomándome por sorpresa.- No digo que hayas sido el mejor hijo, pero eras mi hijo.

No pude hablar, no pude decir nada. El nudo en la garganta apenas si me dejaba respirar. Yan vino junto a mí, me habló suavemente.

.- Demasiadas cosas pendientes le hicieron permanecer aquí.- Dijo en un susurro.- Todo eso lo transformó en un Vacío, confundió algún deseo inconcluso en obsesión. Es lo que hace esa máscara: Esconde los verdaderos sentimientos, cuando se hacen demasiado dolorosos para reconocerlos.

Di un paso al frente.

.- Siempre creí que no me querías, siempre creí que te decepcionaba.- Dije, no quería llorar, pero las lágrimas se me escapaban.

Splinter me miró y la segunda parte de la máscara cayó al suelo. El tamaño de su cuerpo disminuyó hasta quedar como el viejo Splinter, justo como le recordaba... Sus ojos estaban llenos de lágrimas también.

.- No, no es así, nunca fue así...

.- Pero nunca lo dijiste...

.- Lo sé y lo siento.- Estiró sus brazos hacía mí y yo fui hasta él, caí de rodillas a su lado.

.- Yo... Yo no te odio.- Dije, ya sin poder reprimir las lágrimas. Jamás había llorado frente a Splinter, Jamás. Tuve que esperar a que estuviera muerto para hacerlo. Dejé caer mi cabeza sobre su falda, para mi sorpresa, puso su mano en mi frente. Jamás lo había hecho, con ninguno de nosotros, ni siquiera cuando éramos niños. No solía demostrarnos cariño de esa forma, siempre fue frío y distante... Aún así, no me había dado cuenta de cuanto lo había extrañado.

Por eso me alejé, me convencí a mi mismo de que él no quería verme, de que yo no le interesaba, sólo porque no quería darme cuenta de que estaba muriendo y de que ya nunca más lo iba a ver.

Splinter esperó un rato en silencio, pero luego lo supe. Debía volver. Splinter debía volver. Él también lo sabía. Se puso de pie.

Sólo entonces se volvió a mirar a Leo. Estaba contra una pared, con la mano cerrada contra la herida que le había dejado el Vacío. La cara de Splinter se contrajo de dolor.

.- Lo siento.- Susurró y de pronto comenzó a llorar.- Lo siento tanto. Traté de remediarlo. Sabes lo que intentaba, yo…

Leo lo miró desde su lugar, intentó sonreír, pero el resultado fue pobre.

.- Lo sé.- Le respondió.- Lo sé.

.- Quisiera que pudiera ser distinto, que no tuvieras que...

.- Yo también. Yo también quisiera.- Leo sacudió la cabeza.- Pero así son las cosas. Haré lo que sea necesario...

.- Lo sé. Pero pensé que podría librarte de este peso. Pensé que podría…

Leo no respondió intentó seguir sonriendo, pero no pudo.

.- Estaré bien.- Dijo asintiendo, con la voz quebrada, tratando de no llorar.

Los miré a los dos. No estaban hablando de las heridas de Leo. No era eso. Era de todo eso de lo que yo me había librado, de obligaciones y responsabilidades.

.- Ya es tiempo de que me vaya.- Dijo de repente Splinter.- Me alegro que seas tú quien me muestre el camino.-

Me puse de pie.

.- Envía su alma a la Sociedad de Almas, Raphael.- Sentí la voz de Yan a mi lado. Me volví a mirarlo, el muy tonto se estaba secando las lágrimas con la manga del sweater.

Me adelanté hasta Splinter y lo toqué con la cantera de uno de los sais, lo más suavemente que pude... Se volvió a verme, antes de que la luz le envolviera y comenzase a desaparecer.

Adiós. Adiós por última vez.

Y luego nos quedamos solos, Yan corrió hacia mí, cuando Splinter se fue por completo. Impulsivamente me abrazó, echándose a llorar ruidosamente sobre mí.

.- ¿Qué te pasa?- Le pregunté, dándole un empujón para sacármelo de encima.

.- Jamás imaginé que pensabas que nadie te quería, es muy triste. – Respondió, secándose las lágrimas y sonándose con la manga. Luego se volvió a verme con ojos acuosos.- Si te sirve de algo, yo te aprecio mucho…

Le mandé un sopapo en la nuca.

.- Cierra la boca. Y si le llegas a decir a alguien que me viste así, te destripo...

.- No lo creo, eres demasiado sensible para hacer algo así. Todavía tienes lagrimitas en los ojos.

En un reflejo, me llevé las manos a los ojos, luego me volví bruscamente hacia el gusano.

.- Hablo en serio, te destriparé...- Repetí, alzando la voz.

.- Raphael...- Sentí que me llamaban débilmente desde una esquina de la habitación.

Leo apenas se tenía conciente, la cadena aún salía de su pecho hacia un cuerpo tirado en otra esquina, pero comenzaba a desaparecer.

.- Mierda, se me había olvidado, ve y arregla el desastre.- Le grité al gusano.

De inmediato, Yan se puso a trabajar sobre el cuerpo de Leo, recitando unas extrañas oraciones y sacando su famosa medicina de un frasquito redondo.

.- Estamos justo a tiempo...-Dijo el chico sin mirarme.- Un rato más y no habría podido devolverlo a su cuerpo.

Leo se volvió a verme.

.- Raph... eres un tipo demasiado sentimental.- Sonrió.

Ah. Genial. Ahora todos iban a saberlo… Pero supongo que no importa. Supongo que necesitaba sacarme todo eso del pecho de todas formas. Sé que no debí haber huido de la forma en que lo hice, sé que debí haberme quedado y haber afrontado las circunstancias como se venían. No haber dejado solos a los demás. No haber dejado solo a Leo… Haberle hecho saber que, a pesar de lo oscuro que se veía el futuro, no iba a estar solo, que nunca lo estaría, que yo siempre estaría ahí. No lo hice antes, pero eso no significaba que no pudiera comenzar ahora.

Le sonreí de vuelta.

Todo va a estar bien, hermanito. Todo va a estar bien.

2.-

La figura se detuvo en una azotea, dejando que el aire de la noche le acariciara...

Había tratado de atrapar a su presa durante muchos días, pero siempre se quedaba un paso más atrás. Ahora, había decidido cambiar de estrategia: La próxima vez que saliera, él lo estaría esperando.

Sólo para entretenerse, sacó un papel todo arrugado de un bolsillo oculto en su capa. Lo estiró. Volvió a leerlo por centésima vez.

"Boletín informativo n°4384

Se informa que Yan Shimoda, subteniente del grupo 14, cayó durante los enfrentamientos contra Vacíos de clase superior de hace dos semanas. Se tiene por confirmado su fallecimiento. Existen fundadas sospechas para estimar que su cuerpo ha sido usurpado por un Alma Modificada prófuga y que ha huido fuera de la Sociedad. Se ordena a los Capitanes de todos los grupos su pronta captura y destrucción"

Dobló el papel y volvió a guardárselo en la capa.

TBC