11.- ALMAS MODIFICADAS
.- Un alma modificada.- Comenzó Yan, después de secarse las lágrimas.- Es una creación de la Sociedad de Almas.
Tenía la mirada pegada en el suelo, los brazos caídos. Se veía indefenso y derrotado. El tipo de pelo rojo le observaba con aire satisfecho, con esa maldita sonrisa que ya deseaba borrarle del rostro a punta de patadas, pero lo dejó continuar, porque al fin y al cabo, ya tenía la batalla ganada.
.- La Sociedad de Almas las creo para ayudar a los Shinigami a luchar contra los Vacíos. Originalmente, estaban diseñadas para ser introducidas por medio de un caramelo espiritual en el cuerpo de los muertos, de esa forma, el alma contenida en ellos pasaría a ocupar el cuerpo deshabitado. Estos espíritus temporales no eran como los normales, se les hicieron reformas, para que fuesen útiles en la pelea, modificaciones, así, cada Shinigami contaría con un alma modificada para asistirle en las peleas.
.- ¿Modificaciones? - Pregunté.- ¿Qué clase de modificaciones?- Yan se encogió de hombros, sin levantar la vista del suelo.
.- Las hay de distintos tipos, algunas almas pueden correr más rápido, otras pueden saltar más alto, otras tienen súper fuerza. Sin embargo, al poco tiempo se detectó que no eran muy estables, tendían a desobedecer, eran demasiado voluntariosas para el gusto de los Shinigami, así que la Sociedad decidió eliminarlas.
.- ¿Eliminarlas? ¿Quieres decir matarlas? - Pregunté. Yan asintió en silencio.
.- Todos lo supimos.- Continuó.- incluso mientras permanecíamos apilados en la bodega de almacenamiento, incluso cuando aún nos encontrábamos en nuestra forma de caramelo espiritual, todos sabíamos lo que nos esperaba.- De pronto se volvió hacia el capitán, levantando al fin los ojos del suelo. Parecía furioso. – No se imagina lo que es estar ahí, día tras día temiendo que sea el último.- Dijo, pero el capitán sólo desvió la mirada y Yan volvió a bajar la cabeza.- No me explico aún como es que lo olvidé, como es que llegué a convencerme de que en verdad era un Shinigami. Debió de ser alguna especie de descompensación, de alguna forma terminé asumiendo la personalidad del verdadero Yan Shimoda hasta llegar a creer que en verdad era él.- Sonrió patéticamente, sin apartar los ojos del suelo.- Me creí Yan Shimoda, el Shinigami y no el alma modificada sin nombre que en verdad soy.
Lo miré, tratando de entender, me acerqué un par de pasos.
.- Entonces ¿Es verdad? ¿Es verdad lo que dice este demente? ¿Tú no eres...?
.- ¡No! ¡No lo soy! ¡No soy un Shinigami! ¡Sólo soy un alma sin valor que ha sido condenada a morir!
Yan se encogió sobre sí mismo, ocultando la cara entre sus manos. Terminó convertido en un ovillo en el piso. Comenzó a sollozar…
.- Pero...- Insistí yo ¿De verdad podía ser cierto todo eso?
.- Estuve ahí, cuando mataron a mi amo...- Siguió hablando el muchacho.- Me llevaba consigo cuando le mataron esos Vacíos. Eran demasiados... Yo había sido asignado a él antes de que ordenasen nuestra ejecución, pero él nunca quiso deshacerse de mí, prefirió ocultarme. No le gustaba la idea de que la Sociedad dispusiera de esa forma de la vida y de la muerte de otras criaturas, así que me ocultó y me llevaba consigo el día de su muerte. Fue emboscado y estaba solo, si me hubiese utilizado, tal vez yo le habría podido ayudar, pero no lo hizo... – Su cuerpo se encogió aún más, como si quisiera desaparecer. Su voz llegaba amortiguada por sus manos y sus sollozos.- No lo hizo porque, de haberlo hecho, me abrían descubierto y me habrían ejecutado.
Después de eso todo lo que hizo fue llorar. No podía dejar de mirarlo, me acerqué más a él y puse una mano en su hombro.
.- Gusano...- Llamé y el chico se volvió a verme con los ojos llenos de lágrimas.
.- Está bien.- Dijo.- Todo ha resultado ser una gran confusión, pero puesto que no soy un Shinigami, no estoy obligado a realizar sus funciones y por lo tanto tú tampoco.
Estaba por replicar, pero él no me dio oportunidad. Se puso de pie y se dirigió al capitán.
.- ¡Termina de una vez lo que has venido a hacer!- Le gritó, abriendo los brazos y exponiendo su pecho.- Mi corazón espera por tu espada.- Exclamó, cerrando los ojos con fuerza y esperando el golpe.
Yo suspiré profundo. El melodrama era insoportable. Aún así, no creí que el capitán iba a hacerle caso, no tan pronto al menos. Sólo en el instante que tardé en volverme hacía él, extrajo la espada de la funda y atravesó con ella al muchacho. Sólo así, en apenas un par de segundos.
.- ¡Yan! - Grité sin creerlo aún. Me quedé frío y sin poder moverme, el cuerpo del chico se veía pequeño en comparación al enorme sable que le atravesaba el abdomen.
El pobre gusano ni siquiera alcanzó a gritar, quedó con la boca abierta, pero mudo, igual que yo. La cara del capitán, en cambio, era como la de un desquiciado. Alzó el cuerpo del muchacho ensartado en la espada por sobre su cabeza y lo miró a los ojos desde abajo.
.- ¿Cómo te atreviste a suplantar al verdadero Yan? Tú no serías suficiente ni para llenar sus zapatos.- Le dijo con desprecio.
De un tirón retiró la espada del cuerpo de Yan, dejándolo libre y atajándolo en el aire antes de que cayera al suelo. Una vez en sus manos, lo arrojó por los aires en mi dirección, como si no fuera más que un muñeco de trapo.
Logré atraparlo antes de que se estrellara contra el piso. Lo revisé, aún respiraba, aunque estaba sangrando mucho. Lo puse en el suelo. Me estaba volviendo hacia el desgraciado mal nacido, cuando sentí que me retenían por el hombro.
.- Déjalo.- Me dijo el muchacho, apenas sacando la voz.- No quiere nada contigo, sólo ha venido por mí. Si le entregas tus caramelos y prometes no volver a usar los poderes Shinigami, te dejará en paz.
.- ¿Qué estás diciendo?
.- Está bien así. Tiene razón. Por un momento estuve seguro de ser quien creía, un Shinigami. Pero tiene razón al estar disgustado conmigo, nunca debí haber ocupado este cuerpo, no me estaba permitido, pero en ese momento, fue lo único que se me ocurrió.- Me sonrió débilmente.- Era sólo que no quería morir, pero ya ves, soy sólo mercancía defectuosa. Deja que acabe conmigo de una vez...
.- No…
.- Es como debe de ser.
.- ¿Pero de qué estás hablando? ¿De verdad vas a dejar que te mate este desquiciado?- Pregunté. Yan pareció pensárselo un momento.
.- Si, creo que sí. Recordar quien soy aniquiló mi espíritu de lucha.- Dijo entre toses. De verdad estaba sangrando mucho.
.- Eres un gusano.
.- Así parece...
.- Aún así, no dejaré que mueras. Además este pretencioso pedazo de imbécil colmó mi paciencia, le patearía el trasero gratis. – Dije. Yan se esforzó por sonreír.
.- Raphael...- Dijo en un hilillo de voz, tuve que pegarme a él para escuchar.- Una cosa más, si no sobrevivo, por favor, dile... dile a Abril que... que… ¡Está como quiere!- Diciendo esto cerró los ojos con una sonrisa.
.- No te creo que te mueras.- Le dije.- Hierba mala nunca muere…
Estaba a punto de dirigirme hacia el colorinche capitán cuando me asaltó una duda. Sólo algo que se me ocurrió de repente, pero tenía que preguntar. Me volví hacia el gusano.
.- ¡Ey! Gusano. – Yan no abrió los ojos, pero supe que me escuchaba.- Si nunca fuiste un Shinigami ¿De donde salieron estos poderes?
El gusano se quedó inmóvil por unos segundos hasta que repentinamente alzó la mitad del cuerpo. A pesar de lo herido que estaba, se volvió a verme con una expresión de perplejidad.
.- Esa es una excelente pregunta. – Dijo.
Parpadeé confundido. Me habría gustado discutir más el asunto, pero sentí a mis espaldas como el capitán se me tiraba encima.
.-
TBC
