14.- UN SIMPLE GRACIAS
Hoy vi un fantasma.
Les dije a mis hermanos que estaba esta mujer observándonos desde la calle y se echaron a reír y se burlaron de mí todo el camino, porque, según ellos, ahí no había absolutamente nada.
Claro, ellos no pudieron verla, pero eso no cambiaba el hecho de que ahí estaba. Todavía me cuesta diferenciarlos de los vivos, así que este tipo de cosas va a seguir pasándome. He quedado con graves secuelas y nadie va a indemnizarme por esto ¿Y que he ganado al final del día con todos estos contratiempos? Pues no mucho la verdad.
.- ¿Dónde irás ahora?- Le pregunté al gusano.
.- Dónde el escuadrón me necesite.- Me dijo con orgullo.
A pesar de que aún creo que es un molestoso gusano, me sentí feliz por él.
.- ¿Y seguirás usando el nombre? – Pregunté. El chico se encogió de hombros.
.- No. Eso es sólo para guardar las apariencias. El verdadero Yan Shimoda murió, era un gran hombre, pero yo no soy él, aún cuando nadie más pueda saberlo.- Me dijo algo triste.
.- ¿Y entonces quién eres?
El chico se volvió a mirarme con una sonrisa.
.- Puedes llamarme Gusano por ahora.
Me eché a reír.
De eso habían sido varios días ya, de a poco mi vida volvía a su rutina anterior. No diré que extraño el andar por ahí metiéndome con cosas que escasamente comprendo, como fantasmas, espíritus, demonios, Vacíos, pero tampoco negaré que fue al menos… interesante. Aunque definitivamente no es lo mío, así que me alegra haber dejado todo eso atrás.
Por lo pronto, ahí estaba yo, en la tienda de Abril otra vez, enfrascado en mis pensamientos y obligado a acarrear cajas pesadas, una vez más. Encontré algunas cosas que el Gusano había dejado atrás, entre ellas, un objeto envuelto en una hoja de papel. Lo desenvolví y descubrí un estuche de caramelos con cabeza de conejo en el dispensador. El papel era una nota: "Gracias por todo. Aquí te dejó estos como recuerdo… Quizás algún día vuelvas a necesitarlos"
.- Esperamos que ese día no llegue nunca...- Dije para mis adentros, convirtiendo la nota de papel en una bolita. Al menos había dado las gracias.
Pensaba en eso cuando me sobresaltaron los gritos alterados de Abril. Corrí a su encuentro imaginando desde ya las peores cosas del universo.
.- ¿Quién demonios la tomó? ¿Quién? - Gritaba a los cuatro vientos. De pronto se dio cuenta de que yo estaba parado ahí en la habitación y se puso roja como tomate. Entendí de inmediato la situación al ver el desastre en los cajones de la ropa.
.- ¿Tú ropa interior desapareció? - Pregunté casi sin pensar.
.- ¡Sí!
.- ¿Toda ella?
.- ¡Si! Cómo puede ser, qué… Un momento ¿Cómo sabes tú?
Me largué a reír, me lo tendría que haber imaginado. Seguro Abril no me iba a creer cuando le dijera qué creía yo que había pasado con su ropa.
Fin
