Bueno... este es un remake (¿se dice así xDU?) de la historia con el mismo nombre. La historia fue escrita hace ya un tiempo, y como por aquel entonces era un poco loca y se me daba peor la escritura... (por lo menos, peor de lo que se me da ahorita U) decidí modificar algunas cosillas que no me gustan o que se me quedaron demasiado... cómo decir... bueno, el caso es que está modificado.
La historia consta de 6 capítulos. Acerca de lo que vais a leer, diré que es un yaoi entre Kouji y Kouchi... basado en el anime de Akiyoshi Hongo. Por lo tanto, la historia y los personajes son su propiedad y yo no recibo ningún premio por escribir esta historia. La escribo porque me gusta, sencillamente.

Es mi primera historia yaoi... me atrevería a decir que la primera más o menos en serio que me tomé... y la primera en terminar, aún con tantos capítulos. También es la primera en la que añadí lemon... aún no me creo que lo haya podido hacer, pero así es; contiene escenas sexuales. Y bien explícitas xD. Anyway, el lemon es en el último capítulo y está bien diferenciado del resto de la historia, así que si eso es un impedimento para leer la historia, no debes de preocuparte n.n.

No me hago responsable de si eres menor de 16 años y te apetece leerla al completo xD yo también soy menor... y aquí estoy :P
Ante todo, espero que les guste.


Mentira verdadera


Capítulo 1. Poemas que nacen del silencio.

Es increíble que haya llegado a esto... De este lado del silencio, pienso, medito, descreo, me arrepiento... Me convenzo de que esto es una tontería...
¿Cómo me puede estar pasando esto¿Por qué yo? ...¿Por qué tú¿Por qué esto es tan complicado, tan absurdo, tan real, tan ininteligible, tan anormal...?

-Kouichi¿nos vamos?

-... ¿Eh? ...Ah, sí. Perdona...

Me levanto, medio aturdido y aún pensando... Azorado, cohibido por estar a tu lado... Y sigo meditando. Convenciéndome poco a poco de que esto es un sueño, una pesadilla... algo que no me puede estar pasando.

-¿Te pasa algo?

-¿Qué? ...No, nada...

-¿En qué piensas?

Mi cerebro casi no trabaja. Me cuesta mucho mantener una conversación contigo sin que los colores me suban y me abrase la cara... Sin que mi respiración se acelere y lo notes en la mirada...

-Es que el examen de química de esta mañana no me salió como esperaba. Estoy preocupado.

-Si quieres te ayudo luego. Ya verás como no es tan complicado.

-No pierdas tu tiempo en enseñarle algo a una persona a la que no le entra ni la tabla periódica...

-Ya dije que te ayudaría, y lo haré.

-Muchas gracias.

-No debes darlas, para algo eres mi hermano.

Tan bueno, tan animado, tan simpático... Y ahora me pasas tu brazo por los hombros. Tiemblo, me tambaleo sin remedio... tan extraño, tan irreal... ¿qué hago? No te lo puedo contar...
¿Pero qué estoy haciendo? Me paro, me quedo pasmado... ¿Qué hago¿Qué hago...?

Ese día en el camino casi no hablamos. Seguía pensando en que lo que me pasaba era una absurda tontería. Llevaba ya varios días rondando por mi mente, pero nunca había sentido miedo al hablar o al actuar por miedo de dar a entender mis sentimientos o problemas, algo que a su vista siempre salía tan fácil.
Más vale no dejar notar nada, es algo que debe quedar entre yo y yo mismo. Nadie debe saberlo... y mucho menos tú.

El trayecto a casa fue silencioso, pero a pesar de ello, se me hizo demasiado corto. Me sentía totalmente confuso por estar tan cerca de él, pero sin miedo a tener que demostrar que no solamente es una amistad lo que llevo con mi hermano, y eso me reconfortaba y me hacía limitarme a mis pensamientos, olvidándome por completo del mundo exterior, en el que estaba a su lado sin darme cuenta.
Sus movimientos me hicieron salir del trance. Al abrir la puerta quedé solo frente a ella, allí parado sin entrar. Antes de poner un pie en el vestíbulo, me paré un momento a tomar aire lentamente para relajarme y apartar esos molestos pensamientos de la mente. Estaba embotado, tenía que despejarme de alguna manera y, o buscar una solución, o intentar olvidarlo, terminando de cerciorarme de que todo aquello no era más que una confusión de sentimientos. Cerré los ojos y apoyé la cara sobre el brazo derecho. El peso de mi cuerpo recaía en la mano que se apoyaba en el marco de la puerta.

Tras una o dos respiraciones profundas acabé de entrar en mi propia casa. Detrás de mí cerré la puerta, colgué mi abrigo en el perchero, dejé mis zapatos en la entrada y lancé la mochila por el pasillo, que derrapó suavemente antes de entrar al final en mi habitación y meterse levemente por debajo de la cama.

Torcí a la izquierda y entré en la cocina, en la que mi madre se encontraba levantada, aparentemente preparaba la comida. En el aire podía oler el delicioso aroma del almuerzo.
Tanto Kouji como yo saludamos a nuestra madre. Recibimos órdenes de colocar la mesa y sentarnos a comer. Luego de 5 minutos ya los tres estábamos sentados y con un plato de pasta delante. Me dejé caer sobre la silla y empezamos nuestro típico diálogo mientras se saciaba nuestra hambre.

-¿Qué tal hoy en la escuela, niños?-preguntó mi madre

-Muy bien, mamá... ¿A ti cómo te ha ido el trabajo hoy?-respondió Kouji

-Cansado, como siempre... Pero sin cambios.-explicó- ¿Y tú, Kouichi?

-Mmm... Normal...

Delante de mi madre nunca me atrevería a mentir, por lo que la tapadera del examen ni se mencionó. A decir verdad no tenía ni ganas de decirle nada; ni de mi supuesto suspenso en química ni de mis problemas relativos a lo que llevaba pensando toda la mañana.
Cuando mi madre volvió a preguntar sobre qué haríamos esa tarde, él no pudo responder otra cosa que no fuera que me iba a ayudar con el temario de química... Ahí se empezó a armar el follón. A mi madre no le hizo mucha gracia que estuviera bajando en mis notas, y yo sólo pude replicar que era el único examen que suspendía, que no tenía por qué enfadarse conmigo.

-Mamá... No seas así-suplicó mi hermano -Ha tenido un mal día, tampoco lo estés masacrando también en casa.

-Eso me suena a complicidad...-añadió nuestra madre arqueando una ceja- Cómo tú también me digas que has suspendido el examen, no podrás entrar aquí hasta que lo recuperes...

-Mamá...-Kouji hizo una mueca de dolor- Eres un poco exagerada

Pinchó con los palillos en medio del plato y los fue girando lentamente enrollando los espaguetis en ellos. Miraba a mamá sin dejar de darle vueltas a los palillos. Tantas vueltas le había dado que en ellos estaban todos los espaguetis que se había servido, e intentó introducirlos en la boca, sin siquiera dirigir una mirada hacia ellos, pero lo único que consiguió fue que todos cayeran de nuevo al plato salpicando por toda la mesa salsa de tomate.
No pude aguantarme las ganas de soltar una carcajada al ver una escena de lo más divertida. Mi hermano parecía un tomate andante, con los palillos aún en la mano y los ojos bizcos intentando ver en dónde habían caído los espaguetis. Mi madre por el contrario, primero miraba horrorizada el estropicio de la mesa cubierta de machas de salsa, pero luego levantó la mirada para ver a su hijo, y no pudo aguantarse la risa ella tampoco. Kouji no comprendía lo más mínimo, no le encontraba la gracia por ningún lado. Sólo miraba su plato, a mamá y luego a mí, que estaba enfrente de él.

-A ver... ¿Qué es lo que os hace tanta gracia a los dos?

-Tu boca...-intentaba explicar mamá, pero la risa se lo impedía

-... ¿Qué le pasa?

-Estás llenito de tomate-acabé la frase sin dejar de reírme

Kouji se levantó de la mesa y salió al pasillo, en el que había un pequeño espejo. Nosotros lo observábamos aún, imaginando su reacción al verse reflejado en el espejo. El se miró, y al ver su cómica cara, se volvió hacia nosotros, hizo un gesto que daba a entender que no le daba importancia y pronto unió su risa a la nuestra.
El enfado que tenía mamá conmigo, se le pasó. Después de aquel incidente y de que Kouji dejara la servilleta perdida de salsa al intentar limpiarse, no había quien le estropeara su buen humor.

Tras terminar la comida y fregar los platos, se sentó en el sillón del salón y allí mismo se quedó dormida mientras veía un programa aburridísimo en la televisión y nosotros dos terminábamos de poner los platos en su sitio.

-Bueno... mamá ya está dormida, vamos a hacer los deberes para no molestarla. ¿Quieres que te ayude a hacerlos?

-Si no tienes nada mejor que hacer...

Abandonamos la cocina, pasamos silenciosamente por el pasillo. En la puerta del salón nos detuvimos y Kouji entró aún más silenciosamente, recogió el mando de la televisión y la apagó para que el sueño de nuestra madre no se viera afectado por el ruido.
Salió de la sala de estar y ambos seguimos caminando hasta el final del pasillo. Yo entré en mi habitación, que estaba ubicada al final del mismo pasillo y Kouji, a su vez, entró en la puerta que había a nuestra derecha. Ya dentro de la habitación, recogí la maleta del suelo y la puse sobre la mesa. La abrí y saqué de dentro el estuche de lápices, el libro de química, el de matemáticas y sus respectivas libretas.
Salí de nuevo al pasillo y esta vez tomé la puerta de la derecha. Entré en la habitación y dejé los libros sobre el escritorio de Kouji, en el que también estaban sus respectivas tareas.
Me senté en una de las sillas y lo busqué con la mirada para ver a dónde se había ido. Al instante apareció detrás de mí con una camiseta distinta a medio poner.

-Bueno¿qué¿Empezamos?-me preguntó terminando de acomodarse la camiseta-Perdona, es que antes no me di cuenta de que al caerse los fideos acabé como tomate andante.

-¿Fideos?-pregunté extrañado-¿Que no eran espaguetis¿O por eso se te cayeron de nuevo al plato?

Kouji no pudo reprimir otra carcajada, y aunque intentó que no sonara demasiado elevada para no molestar a mamá, lo oí, lo que hizo que yo también empezara a reírme.

-O... ¡espera¡Ahora me dirás que el vaso de agua que te estabas tomando era zumo de naranja transparente!-dije intentando aparentar asombro irónico

Por parte de él hubieron más risas, y aunque no pensé que mi chiste causara gracia alguna, consiguió el efecto contrario, y de la risa que no podía aguantarse, se agarraba la tripa e intentaba sentarse en la silla, pero del tembleque que tenía, apuntó mal y su trasero fue a parar al suelo.
Eso provocó que un ataque de risa aún más fuerte acabara por dejarlo completamente tumbado sobre el suelo, pero sus manos aún estaban sobre el estómago, que le dolía tanto como a mí de la risa que causaba. Ya un poco más calmado, me levanté e intenté ayudarlo a ponerse en pie. Me tendió su mano y tiré de él con fuerza para lograr incorporarlo. Él aún se reía y no tire lo suficientemente fuerte como para lograr levantarlo, pero sí lo suficientemente mal como para perder el equilibrio y caer suavemente sobre él.

Primero me miró asombrado y cómo yo enrojecía casi al instante sin remedio, pero luego siguió riéndose como si no hubiera pasado nada. Yo intenté no parecer cohibido y de nuevo volví a reírme junto con él... La puerta se abrió unos segundos más tarde y los dos volvimos la mirada para ver quién era. Esperábamos ver a nuestra madre histérica agarrándose la cabeza con las manos por el ruido que hacíamos al reír, pero en su lugar apareció un perrito grisáceo y con varias manchas por el cuerpo. Tenía una gran macha en el ojo izquierdo, lo que hacía parecer que le habían pegado un puñetazo... Respondía al nombre de Pucca, y desde hacía unos 6 meses ya era parte de la familia.
El tierno perrito se acercó hasta nosotros, que seguíamos uno encima del otro. Yo estaba prácticamente sobre sus caderas, y con los brazos a ambos lados de su torso. Mi mirada, prácticamente, era paralela a la suya, y nuestros rostros quedaban a un palmo aproximadamente. Realmente resultaba embarazoso que nuestra madre nos viera así, pero en su lugar, Pucca creyó que andábamos de juego y se tiró sobre mi espalda, escalando por ella, resbalando y cayendo en las piernas de mi hermano. Se enfadaba y volvía a intentarlo, mientras nosotros seguíamos riendo...

-Perdona, pero... Pucca está cayendo justamente... ahí-dijo Kouji con los cachetes rojizos producido por la risa- Y como verás... contigo encima no puedo levantarme¡así que arreando, que voy a terminar por morirme de la risa aquí mismo.

Después de levantarme, Pucca aún seguía jugando sobre Kouji, y como no entiende los puntos débiles de los chicos, saltaba y corría por encima suyo, poniendo las patas en cualquier sitio que estuviera blandito...

-¡Dios¡Este perro terminará por matarme!-decía intentando quitarse a Pucca de encima- ¡Y menuda puntería que tiene...!

Corrí a socorrerlo. Me costó bastante atrapar al perro, pero en cuánto lo tuve entre mis manos, lo elevé del suelo y lo dejé colgado de mi hombro. Con sus garras se aferraba al tejido y no había nada que lo soltara si no era rasgando la ropa.
Kouji se sentó sobre el suelo y posteriormente colocó los brazos por detrás de su espalda, así impedía que el peso lo impulsara hacia detrás y cayera de nuevo al suelo. Sus piernas seguían levemente abiertas y varias huellas de perro pintaban de gris tanto su pantalón como la camiseta recién puesta.

-Parece que te hayas peleado con Pucca...-dije mirando las manchas

-Muy gracioso... Mamá me matará...-dijo mirándose la camiseta e intentando eliminar las huellas frotándolas con el dorso de la mano.

-Más o menos se disimulan... –le dije para animarlo- No te preocupes, mamá hoy tiene buen día y seguramente que no le importará...

-Sí... bueno...

-¡Venga! Me has alegrado el día, no creía que en un solo día me riera tanto como lo he hecho hoy. Gracias.

-¡No seas pelota!-dijo intentando aparentar enojo mientras se ponía en pie-¡Siéntate en la silla que de ahí no te vas a mover hasta que te aprendas las fórmulas de química que tenemos que estudiar para mañana!

Me volví a sentar en la silla en la que, hacía unos minutos, estaba sentado y abrí el libro de química por la página 101. El curso ya iba bastante avanzado, y en verdad nunca se me había dado mal. Lo que verdaderamente se me daba mal eran las Artes Plásticas, pero eso era irremediable... A pesar de que mis trabajos los hacía con todo cuidado, el profesor me ponía aprobado por pura pena. Sabía perfectamente que mis notas en esa asignatura eran regaladas... Pero en química...
No quería pensar qué pasaría si de verdad se enteraran de que yo amo la química, y hasta hace unos cuantos meses, bastantes, desde el principio de curso, la amaba más todavía, porque la profesora que la impartía era la profesora más guapa y simpática que hubiera conocido nunca. Pero ahora... Ahora es cómo si no fuera yo...
Kouji se sentó a mi lado, arrastró el libro hasta ponerlo en medio de los dos, leyó varios enunciados de problemas, varias fórmulas que ya yo me sabía de memoria y empezó a explicarme con ejemplos en un folio aparte, cómo podían resolverse aquellos problemas...
Hacía un garabato... luego otro... ahora un símbolo...

-¿Lo has comprendido?

Volví al presente... No había estado prestando atención a nada, simplemente oía sus palabras, pero no las escuchaba. Sólo lo veía, pero no miraba.
Eché un rápido vistazo a la hoja, por suerte, si lo entendía.

-No del todo... Esta parte de aquí con la comprendo mucho...-mentí

Por una vez en mi vida deseé que aquella tarde no terminara. Por una única vez deseé que mis mentiras fueran reales... Por una vez en mi vida quería ser tonto e imbécil, no enterarme de nada, para estar todas las tardes con él haciendo la tarea y haciendo problemas...
Miraba por la ventana, observando cómo el sol se ocultaba y las sombras, cada vez más densas, caían sobre los edificios de Japón hasta tocar el suelo.
Sentía que el sueño me invadía lentamente. No había mirado ni una vez el reloj que colgaba de la pared enfrente de mí, sólo me perdía mirando las páginas blancas del libro, y de vez en cuando apartaba la mirada para el ver el azul de sus ojos...

-Kouichi, te estás quedando dormido sobre el libro.

-...-desperté- Perdona¿qué hora es ya?

-Son las 8 y media-dijo elevando la vista hacia el reloj- Si quieres lo dejamos por hoy.

-Creo que...-un bostezo cortó mi frase- será lo mejor.

Me desperecé, revolví mi cabello con las manos y seguidamente cerré los libros y las libretas que había usado. Acerqué hasta mí el estuche, devolví a su interior dos lápices y también cerré su cremallera. Estaba demasiado cansado, debido a estar durante casi cuatro horas pensando, sin siquiera prestar atención a lo que Kouji me explicaba.
Me levanté lentamente y después coloqué bien la silla bajo el escritorio. Recogí de encima de la mesa, los libros, salí al pasillo con ellos entre los brazos y entré de nuevo en mi habitación. Dejé los pesados volúmenes dentro de mi maleta junto con el resto de libros que necesitaría al día siguiente y salí de nuevo al pasillo, pero esta vez mis pasos me llevaron hasta el baño mientras mi cabeza daba vueltas y daba la orden de acostarme.
Abrí la llave del agua caliente y esperé unos minutos hasta que el agua llegara casi al límite. Dejé mi ropa a un lado y tras hundir mi cuerpo en el caliente fluido, me relajé totalmente apoyando la espalda hacia atrás. El sueño volvía a asaltarme... Hundí también la cabeza, respiré de nuevo oxígeno, y mientras éste se quemaba lentamente, palpé mi cabeza, mi cuello... sin prisas fui recorriendo el torso y el abdomen con las manos, hasta llegar a la cavidad del diafragma y recorrer mis genitales despacio... Incluso ahora las ganas de masturbarme se habían desvanecido, ahora solo me importaba el placer y la tranquilidad que sentía cuando estaba cerca de mi hermano. ¿Por qué me habría comportado tan cobardemente cuando estaba a su lado? Las cosas funcionan de otra manera totalmente distinta. Puedo estar a su lado sin necesidad de temblar, o incluso de excitarme... Es simplemente algo pasajero que se irá pasando junto al tiempo.
Pero...¿Y si no pasa...?

-¿Kouichi, te queda mucho?

-No, espera... Ya salgo

Me puse en pie y cogí la toalla, enrollándola alrededor de la cintura. Después de que mi cuerpo completo estuviera seco, volví a vestirme con rapidez, giré la manecilla de la puerta y salí. La temperatura era muy diferente al otro lado de la puerta. Era obvio que había puesto el agua a una temperatura demasiado elevada.
Kouji esperaba en el salón. Estaba sentado en el sillón charlando con mamá, la que lo escuchaba y le contestaba a varias preguntas. Al verme, Kouji se levantó y dándome las buenas noches, pasó por mi lado y siguió de largo. A mi espaldas se oyó el suave sonido de la puerta al cerrase.
Besé a mi madre y entré en mi cuarto, pues no tenía gana alguna de cenar. Cerré la puerta tras de mí. Caminé varios pasos hasta llegar a mi cama, aparté la sábana y me tumbé en la cama mientras miraba al techo y pensaba en todas las cosas que hacía, en las mentiras que dije...

Me acordaba de las risas, de los juegos, de las bromas, de la caída, de los buenos momentos... Por una vez no comprendía por qué me comportaba así, pues es algo extraño y muy complicado de entender.
Siento que vivo en una realidad pensando que verdad no es.


Fin del capítulo 1


Bueno, este ha sido el primer capítulo de este fic. Espero poder poner muy pronto el capítulo 2, y por su puesto, se reclaman reviews TT "Pide limosna"... Bueno, adelantaré algunas cosas del próximo capítulo:

Kouichi sigue sin entender por qué esa atracción hacia su propio hermano. Intenta por todos los medios olvidarse de él, e incluso llega a pensar que todo ha sido un sueño, pero lo que vive es la cruda realidad, le gusta Kouji y no lo puede remediar (ala, con rima y todo xDDU). Intenta incluso alejarse de él, pero cuánto más lejos está, peor se siente, y por mucho que quiera, no puede borrar su nombre de la mente.
Ya nada tiene sentido si no está a su lado, ya todo bienestar y placer es a su lado... ¿Qué debe hacer¿Rebelar lo que siente le serviría de algo¿Cómo reaccionaría su hermano al saber lo que siente por él...?

Bueno, les dejo con la intriga x), espero verlos muy pronto en el segundo capítulo :3 y si es dejando un review, mejor que mejor n-n.
Nãkemiin! Nire n-n