Ohayo!!!

n.n como tan? yo feliz xDD Ya nos entregaron las libretas (jo!) y sali bien xD no me lo esperaba T.T

Wenup, toy escuchando Wild Wind xD son datos anecdóticos xDD

Este capi lo dedico a Darky-chan y a mi querida onne-san Rika-chan n.n

O.O wow, la verdad no espere recibir tantos reviews el primer capi o.o estoy gratamente sorprendida y ... o.o si, ya lo se, a veces... (solo a veces) hago sufrir a Hiei de vez en cuando, pero prepárense, no solo puede sufrir un solo capitulo, es un trauma muy grande, como dijo la sensei Rurouni Andrea debo demostrar 'el dolor' de Hiei... o.o aunque yo creo q los traumados son ustdes y no hiei T-T

Pero igual lo continuo n.n y tomare en cuenta tu comentario, sensei T-T tu eres la experta

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2 cap. Alas Rotas

No... era muy cómodo... Malditos rayos de sol...

Hiei abrió lentamente los ojos. Sintió una cálida mano sobre su frente y otra sobre su pecho.

Guió sus grandes ojos hasta su frente para descubrir que su hipótesis era correcta y que en efecto había una mano ahí.

Luego vio hacia adelante... Era otra mano. Era una mano gruesa y a la vez delicada. Volteó suavemente para descubrir al zorro dormido apoyado contra el respaldar de la cama. Una de sus piernas estaba en el suelo así que Hiei estaba justo en medio.

- ¿pero qué demo...?

Hiei se separó bruscamente del zorro... Mala idea. Al ponerse de pie tan repentinamente sintió que le dolía hasta el alma.

Kurama despertó lentamente. Se frotó los ojos y volteó a ver a Hiei, de pie, con una de sus miradas más asesinas.

- ¿Cómo amaneciste?

Hiei abrió la boca para hablar pero no le salió ni 'pío'.

Sintió que le dolor en su cuerpo lo vencía, así que se dejó caer en suelo.

- ¡Hiei!

-... estoy bien... suéltame.

- Claro que no estás bien -dijo Kurama ayudando a que Hiei se sentara en la cama -. Aún estás muy débil.

- ¿Por qué te importa tanto?

- Eres mi amigo.

- Hn.

Hiei quitó bruscamente su brazo de las manos de Kurama. Él frunció el entrecejo.

- Sólo trato de ayudarte.

- Bien... pero no me toques -dijo Hiei tercamente.

Kurama resopló. La mirada de Hiei aún conservaba ese miedo y angustia del día anterior. Era lógico que Hiei no quisiera confiar en nadie aún... ¿¡pero y en él...!?

Hiei pusó una mano sobre su torso, sintiendo punzadas de dolor. Quitó rápidamente la playera y vio que dos de las heridas estaban abiertas nuevamente.

- Debo curarte -dijo Kurama sacando vendas rápidamente.

- ¿debes? -preguntó Hiei apartándose de Kurama toscamente -. ¿por qué debes, eh Kurama?

- Te dolerá más si no lo hago.

- ¿Y qué te importa a tí si me duele o no?

Kurama dejó caer con furia el alcohol.

Hiei dio un respingo. Kurama nunca se enojaba.

- Maldición, Hiei -murmuró Kurama fríamente -. ¿No lo entiendes? Lo único que quiero es ayudarte, yo sería incapaz de hacerte daño, pero al parecer aún no me quieres creer. Pues bien. Haz lo que creas conveniente, tengo mucho que hacer y no voy a perder mi tiempo en alguien tan cerrado como tú.

Dio media vuelta y tomó aire.

¿qué le pasaba?

Hiei era su amigo. Y había pasado por algo terrible, terrible. ¿Y aún así se daba el lujo de tratarlo de esa manera? Así, Hiei nunca volvería a confiar en él.

- Perder el tiempo... -murmuró Hiei irónicamente -. Es la primera vez que me hablas de esa manera, Kurama. Pero no te preocupes, ya no tendrás que perder el tiempo conmigo, porque me largo...

- No, Hiei.... yo...

- Déjalo. Puedo moverme sólo...

- Hiei...

- Tienes tanta suerte -dijo Hiei con melancolía -. Eres un kitsune, estás a punto de morir y renaces como ningen, tienes una madre y una vida perfecta, nunca han abusado de tí y te sobran las chicas y los amigos. ¿Para qué me necesitas?

- No es así, Hiei... Sólo quiero ayudarte...

- ¿a qué? -preguntó Hiei mirándolo con furia -. ¿A seguirme echando en cara que eres mejor que yo en ese aspecto, eh? ¿que puedes siempre estar de buen humor y ser amable con todo el mundo? ¿que todo el mundo te quiere y te desea lo mejor mientras que a mí sólo me hunden más? ¿eso quieres? ¿eso es lo que necesitas? ¿seguir inflando tu estúpido ego a costa de mí?

Kurama empezó a temblar. ¿Por qué las palabras de Hiei dolían tanto? Es más, ¿por qué Hiei le estaba hablando de esa manera? ¿Era eso lo que Hiei sentía en realidad? ¿Lo odiaba tanto?

Hiei suspiró con furia y se desmayó repentinamente.

- ¡Hiei! -Kurama corrió hacia su cama, estiró su brazo, pero a se detuvo a pocos centímetros del cuerpo de Hiei.

¿Qué tal si tenía razón?

¿Acaso lo que Kurama deseaba era inflar su ego a costa de su amigo?

- Claro que no... -se dijo Kurama tratando de convencerse. Nunca lo había visto desde ese punto. Vio la cara de Hiei. Tocó su frente...

- Fiebre... -murmuró Kurama.

Es lo más normal después de todo... Sería extraño si no le diera...

Kurama resopló y con mucha paciencia Acomodó a Hiei en la cama. La respiración de su amigo empezó a agitarse.

Primero se encargó de vendar sus heridas de nuevo. Luego buscó algo con qué bajarle la fiebre. Preparó algo con algunas plantas y le dio de beber a Hiei. Tosió un poco antes de tragar.

- Quieres matarme de una vez eh?... Eso sabía horrible... -dijo Hiei débilmente.

Kurama vio cómo los grandes ojos carmesí de su amigo lo observaban fijamente, mientras él secaba el sudor de Hiei con un pañuelo.

- No... me toques...

Kurama no le hizo caso. Hiei apartó con brusquedad su cabeza de las manos de Kurama y se encogió dentro de las sábanas.

Sabía que lo que estaba haciendo estaba mal. Que Kurama sólo quería ayudarlo... Pero algo dentro de él hacía que tuviera miedo. No quería que Kurama lo supiera. Quería ganar su desprecio para irse.

Sabía que iba a arrepentirse. Pero era lo mejor. Si no había mostrado debilidad ante el zorro antes, no la mostraría ahora.

No sintió a Kurama moverse. Se aventuró a mirarlo de reojo. Abrió mucho sus ojos carmesí y se quedó paralizado.

El rostro, siempre sonriente y calmado de Kurama... mojado por unas cuantas lágrimas que caían incontrolablemente sobre su rostro... su boca ligeramente abierta... las mejillas algo rosadas... ¿Por qué rayos estaba llorando el zorro?

- ¿porque-me haces ésto, Hiei? -preguntó Kurama con voz profunda, secando sus lágrimas con el dorso de su mano -. No puedo entenderte.

- No puedo entederte yo a tí, Kurama -dijo Hiei cerrando los ojos y volviendo a su antigua posición -. ¿Por qué te torutras así? ¿Por qué es tan importante para tí que yo esté bien? No me gusta. Y no me gusta porque por más que lo intento, no logro entender la debilidad de los ningen por preocuparse por los demás. Entonces te hago daño. Y no me gusta. Me molesta. ¿por qué eres tan débil?

- Quizá porque soy vulnerable ante tí -dijo Kurama casi en un susurro.

Hiei abrió los ojos repentinamente. Su corazón emepzó a latir inexplicablemente fuerte... ¿por qué?

- ¿qué?

- La fiebre te bajará en un momento, la medicina que te dí actúa rápido -dijo Kurama retirando el pañuelo de la frente de Hiei. Hiei volteó.

Kurama notó que las mejillas de su amigo estaban rojas.

Probablemente por la fiebre se dijo. No podía pensar otra cosa porque era total y completamente ridículo. Hiei tiene fiebre, por eso su rostro está sonrojado, por el aumento de temperatura, es normal. Y deja de pensar estupideces o te caerás por las escaleras.

Bajó hasta la cocina y se recostó en la pared. Suspiró. En el fondo lo entendía. Hiei había pasado por un trauma muy fuerte. Lo más normal era que se comportara de esa manera tan fría y dura, para ocultar lo débil que estaba sintiéndose. Suspiró de nuevo. Pasó una mano por su rostro y entró en la cocina.

- Pero... no diría eso sólo por el momento. Tendría que haber estado guardándolo todo este tiempo, y acaba de estallar -se dijo mientras preparaba algo de desayunar. Bajó la mirada -. ¿Te sientes así, Hiei? ¿Crees que para mí es genial verte en ese estado?

Subió lentamente las escaleras. Lo más probable sería que Hiei hubiese escapado. Pero ahí estaba, dándole la espalda.

- Te... traje algo, por si tienes hambre -dijo dejando la bandeja sobre el escritorio.

Hiei no dijo nada.

Kurama se acercó a él y puso una mano sobre su frente, luego sobre la suya.

- Ya no tienes fiebre -dijo sonriendo.

- Hn.

- ¿No quieres comer algo?

- Come tú.

- Ya comí -mintió Kurama acercando un plato con buñuelos. El olor hizo que Hiei volteara. Kurama estaba sonriendo.

- No logro entenderte -dijo Hiei mientras se sentaba -. ¿Cómo es posible que aún después de haberte dicho todo eso sigas con esa actitud tan patética?

Kurama negó con la cabeza.

- Me quedaré hoy aquí, ¿de acuerdo? Si necesitas algo, simplemente dímelo.

- ¿Y tus clases estúpidas de ningen? -preguntó Hiei cogiendo un buñuelo.

- Hmm... Creo que luego podré ponerme al día. Ahora el que necesita atención eres tú.

- ¿Estás insinuando que no puedo cuidarme sólo? -preguntó Hiei con furia.

- En lo absoluto -dijo Kurama sorprendido -. Es sólo que...

- Déjalo -dijo Hiei -. No me lo expliques, igual no podré entenderte.

Kurama sonrió tristemente.

- Debes tomar un baño para que podamos cambiar las vendas -dijo el zorro poniéndose de pie y abriendo las cortinas. Los rayos del sol hicieron que Hiei cerrara los ojos.

- ¿Sigue doliendo?

- ¿Tú qué crees?

Kurama siguió vendando cuidadosamente el torso de Hiei. No podía creer que hubiese alguien con tanta maldad como para hacer semejante cosa en el cuerpo de Hiei.

Resopló.

- Apúrate.

- Ya está -dijo Kurama sonriendo.

Hiei se examinó las numerosas vendas y suspiró.

- Ya se hace tarde -comentó Hiei. Era casi el mediodía.

- ¿ya tienes hambre?

-...Hn...

- Bueno. Espera sólo un momento. Prepararé algo... ¿qué te gustaría comer?

-...

- Bueno... ¿qué te parece... pizza? La traen rápidamente.

- Hn.

- ¿No quieres pizza? ¿Qué quieres comer entonces?

- No sé...

Vaya solución.

Hiei se cruzó de brazos, talvez molesto porque Kurama no sabía qué darle de comer.

- Eh... ya se me ocurrirá algo. Por mientras, ¿helado?

- Ni siquiera se llama así -reclamó Hiei -. Se llama nieve dulce y así deberías decirle.

Kurama sonrió.

- ¿Nieve dulce, entonces?

- Hn.

Kurama bajó rápidamente las escaleras y sacó un envase de helado de fresa.

- No, mejor de chocolate... Mejor chocolate con fresa... O fresa con chocolate. ¿qué más da! Es exactamente lo mismo.

Kurama se rió sólo y en un recipiente sirvió una enorme porción de ambos helados.

Hiei estaba mirando por la ventana, completamente pálido y temblando.

- Otra vez.... no.........

Kurama nunca había sentido tantas ganas de llorar. Ver a su amigo en ese estado le destrozaba por completo el alma.

Se acercó rápidamente y tomó el rostro de Hiei entre sus manos

- Me estoy volviendo loco, Kurama... -dijo Hiei, con voz sombría -. Me estoy volviendo completamente loco.

Kurama negó con la cabeza y abrazó con fuerza a Hiei, que se quedó sin saber qué hacer momentáneamente... Luego cerró los ojos, queriendo deshacerse del zorro. ¡Él no necesitaba de la compasión de nadie!

- ¡Maldición! ¡Déjame en paz! ¡Déjame, Kurama! -gritó Hiei tratando de salir del abrazo de Kurama... Hasta que se dio cuenta que le gustaba ser abrazado de esa manera. Apoyó su cabeza en el hombro del zorro.

- Te odio -dijo en voz baja -. Te odio con todas mis fuerzas... Te odio por tenerme lástima, Kurama.

- No te tengo lástima, Hiei -dijo Kurama abrazándolo con más fuerza. Bah, qué podría decirle ahora... 'Lo que pasa es que detesto ver cómo tú mismo te haces daño'. Sí, eso iría tan bien con la situación.

Hiei cerró los ojos. Se concentró en sentir el aroma del zorro. Delicioso... Siempre olía así, desde que podía recordarlo.

¿¡Pero qué rayos estaba haciendo?!

Se deshizo del zorro y se cruzó de brazos, mirando asesinamente a Kurama.

Kurama sonrió.

- Creo que ya estás un poco mejor, ¿eh?

- Estúpido.

Kurama se incorporó y cogió la bandeja. Le dejó el helado y sonrió.

- Ahora vuelvo.

¿Y a dónde más podría ir? -se preguntó Hiei.

¿qué tal si aquel ser aparecía nuevamente?

Hiei resopló.

- Estoy perdiendo la razón -se dijo en voz baja, cogiendo su cabeza -. Lo estoy viendo por todas partes... No puede ser normal.

Se dejó caer atormentado en la cama. ¿qué hacía ahí?

¿Por qué no simplemente dejaba al zorro y se iba?

Tengo miedo -se dijo, aterrado por su propio pensamiento- tengo miedo de salir y volver a encontrarlo. Tengo miedo que talvez puedan atacar a Kurama. Tengo miedo de...

- ¿Subió la fiebre? -preguntó Kurama acercándose.

- No...

Kurama se sentó en la cama y sonrió.

- ¿Entonces?

- Me duele la cabeza, y no preguntes más.

- Eh... está bien.

La noche llegó, húmeda y silenciosa. Las gotas de lluvia resonaban contra las ventanas de la habitación de Kurama.

Hiei se había quedado dormido.

Mejor para él -se dijo Kurama. Apagó la luz.

Acomodó el saco de dormir y salió a buscar algunas sábanas.

La presencia del youkai no le molestaba en lo más mínimo, incluso, le gustaba.

Pero seguía martirizándose ante la actitud de éste. Hiei era frío y duro, pero jamás había dejado de confiar en él.

Entró en la habitación. La lluvia caía con más fuerza. Lo único que alumbraba la habitación eran las luces tenues que provenían de la calle, y algunos relámpagos que azotaban el cielo de vez en cuando.

Debe ser cuestión de tiempo -se dijo Kurama. Ordenó las sábanas y se acercó a Hiei. Sonrió y lo cubrió mejor con el cobertor...

- Kurama... -el zorro retiró rápidamente su mano del cobertor, sorprendido. ¿Por qué su corazón empezaba a latir con fuerza? El youkai estaba profundamente dormido. ¿Acaso estaba soñando con él? Hasta ahora sólo había escuchado las palabras 'Yukina' o 'te mataré'.

Sonrió y cerró los ojos.

- Duerme...

Se acomodó en el saco y se quedó dormido.

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holas!!! n-n ya llevo dos capis jeje

algo largos, lo sé, pero es que no quería cortarlos T.T

Wenup, hoy, 27 de diciembre, estoy segura que no podré entrar a internet ¬¬ multiples razones.

T-T no se cuando voy a publicar este fic T.T se me van a quitar las ganas de seguir escribiendo.