holaaas n.nh
Ya toy lista aki con el tercer capi, cuando ya tengo listos cuatro xD es enserio p
Weno, yo empiezo de una vez...
En eso llegan un montón de personas con carteles: DEJA DE HACER SUFRIR A HIEI
o.oU lo siento, pero uno no se recupera tan fácilmente después de eso, me imagino...
aumentan los carteles...
(Dark se tira por la ventana con el pc)
xxxxxxxxxxxxx
3 cap. pedazos del pequeño ángel
Risas... Sólo podía escuchar risas... Risas estridentes... Risas malévolas...
No me gustaba... Estaba lloviendo. Yo estaba parado frente a un claro lleno de espesos árboles. Hacía frío. Mucho frío... La noche estaba entrando. Sentí mi cueró tiritar ante el contacto de la lluvia espesa y helada. Sacudí inútilmente mi cabello y reitré algunos mechones que caían sobre mi frente.
No tenía idea de qué hacía en medio del bosque. Tenía la katana en la mano... La katana estaba chorreando...
- Sangre -dijo una voz conocida. Mi corazón empezó a latir con terror. Aquella voz...
El ser de cabello dorado se acercaba a mí. Luego, algo iluminó la zona. El ser señaló hacia abajo. Guié mi mirada hacia el lugar...
Kurama... muerto... Sangrando... Parecía que...
- ¿Disfrutaste matar a tu mejor amigo, Jaganshi?
No... Yo no lo había matado... No...
Un trueno resonó en toda la habitación.
El pequeño youkai se despertó de repente. Se sentó en la cama, con la respiración agitada. Miró hacia abajo. Un pañuelo estaba sobre sus piernas, cubiertas por la sábana. Volteó.
Kurama estaba con la mano flotando, donde debía haber estado el pañuelo.
- ¿Estás bien, Hiei? -preguntó Kurama poniéndose de pie y acercándose al youkai.
Hiei volteó automáticamente a ver a Kurama. La mirada verde de Kurama... Cogió un mechón de cabello de Kurama y lo acercó a él, como queriendo comprobar que era real.
Por primera vez tuvo ganas de romper a llorar. Pero se contuvo. Kurama estaba muy cerca... Podía incluso sentir su respiración. Kurama estaba vivo.
El zorro lo miraba cuestionándolo. ¿qué le pasaba a Hiei?
Hiei soltó lentamente al zorro y se quedó pensando en el sueño... pesadilla.
Kurama estaba vivo. Y nunca se le habría pasado por la mente atacarlo....matarlo........
Kurama lo miró fijamente. Hiei había volteado hacia la ventana.
- ¿qué sucede? -preguntó -. ¿por qué estás despierto?
- Te subió la fiebre -dijo Kurama -. Estaba tratando de hacerla bajar...
- Hn.
Ya había pasado dos días ahí, no tenía por qué seguir en esa casa. Pero nuevamente, un temor lo invadió. Nunca se había sentido así.
Miró a Kurama. ¿Por qué en su sueño él...?
- Soñé que te asesinaba -dijo Hiei con voz trémula. Kurama se sorprendió tanto que dejó caer el pañuelo en su regazo.
¿Matarlo?
¿Era eso lo que desaba Hiei?
El youkai lo estaba observando fijamente.
- Pero eso no quiere decir que lo haga -dijo Hiei volteándose -. Eres mi compañero.
Kurama bajó la mirada.
- ¿Por qué estoy teniendo esta clase de sueños? -se preguntó Hiei -. No es normal. ¡Nada es normal! ¡Nunca fue normal!
- ¡Hiei! -el jaganshi se dejó caer rendido y mentalmente agotado. Apenas podía mantener el conocimiento, mientras sentía que su cabeza se iba a partir en dos por el dolor. Lo que más deseaba era que todo eso acabara... de una buena vez.
- Kurama...
- Dime, Hiei.
- Mátame.
Kurama dejó caer el envase con agua, el pañuelo y el termómetro, que se hizo añicos en el suelo.
¿Qué cosa le había pedido?
¿Que lo matara?
- ¿Te has vuelto loco, Hiei? -preguntó Kurama con extrema preocupación en el tono de su voz. Sus ojos brillanaban más de lo debido.
- Mátame -dijo Hiei simplemente. No comprendía por qué el zorro se ponía tan mal e incluso se preocupaba. Si hubiese sido Kurama quien se lo hubiese pedido, seguramente él...
¿Qué habría hecho? se preguntó Hiei empezando a pensarlo. No se había puesto siquiera a conciderarlo. Matar a Kurama... No, ahora que lo pensaba bien, no podía hacerlo. Pero debe de haber una buena razón para no poder... para no querer hacerlo. ¿Qué será?
- Por Dios, Hiei, nunca vuelvas a pedirme una cosa así -rogó Kurama poniéndose de rodillas, realmente preocupado por la suerte de la salud mental de Hiei -. Nunca.
- ¿Por qué te martirizas? No soy nada, después de todo -dijo Hiei cerrando los ojos.
- Claro que eres alguien -dijo Kurama con un nudo en la garganta. Las ganas de llorar volvían a aparecer sin que él las considerara -. Eres Hiei. Y mi amigo.
Hiei abrió mucho los ojos. Talvez esa sea la razón. Somos amigos. Esa debe ser la razón por la que jamás podría matarlo. Maldita sea.
Volteó para ver a Kurama. Seguía de rodillas y su rostro estaba hundido entre las sábanas. Sus manos apretaban con mucha fuerza éstas, como si estuviera soportando algo muy doloroso.
Soy yo. pensó Hiei. Yo estoy haciendo que Kurama se sienta así. Yo estoy haciendo que sufra. ¿Por qué? No me gusta verlo así. Claro que no. Todo es mi culpa. Yo debo irme de este lugar y dejar al zorro hacer su vida. Que la continúe como si nunca me hubiese conocido. Eso es.
Intentó ponerse de pie, pero las fuerzas lo abandonaron en el rpimer intento de ponerse de pie y cayó estruendosamente en el suelo.
- ¡Hiei! -Kurama corrió, se secó rápidamente las lágrimas y ayudó a Hiei a ponerse de pie. El youkai tenía la mirada perdida, entre nostalgia y tristeza. Luego sonrió.
- ¿Lo ves? Ni siquiera puedo hacer que mi cuerpo me obedezca -dijo cuando ya estuvo acostado en la cama.
Kurama lo miró con mucha más preocupación. Le dolía tanto que Hiei estuviese así...
- Tus ojos están irritados, Kurama -dijo Hiei en voz baja -. ¿Has estado llorando... por mi culpa?
Kurama no respondió. Se sorprendió de la pregunta de Hiei y se arrodilló de nuevo. Suspiró.
- Te recuperarás, Hiei. Es sólo cuestión de tiempo.
Hiei pestañeó dos veces antes de volver su mirada al techo.
- Me siento muy agotado, Kurama -dijo Hiei en voz baja -. No logro comprender por qué. Yo soy fuerte. ¿Por qué no puedo recuperar mi fuerza?
Kurama lo miró con pena.
- Porque es muy difícil recuperarse para cualquier persona después de algo así. No se trata de debilidad o fuerza, Hiei.
Pasaron unos minutos de silencio. Parecía que Hiei se había quedado dormido. Kurama aprovehcó para recoger los pedazos de termómetro y buscó el eléctrico y lo dejó sobre la mesa. Limpió el agua y recogió el pañuelo. El rostro de Hiei ya no estaba rojo. Ahora se veía tranquilo.
Kurama vio el reloj. Cinco de la mañana. La lluvia empezaba a despejar. Sabía que ya no podía faltar al instituto, pero no quería dejar sólo a Hiei. Y no lo haría. Ya se las ingeniaría para ver qué hacía respecto a ello.
Hiei se movió. Parecía tener un sueño tranquilo. Kurama sonrió.
Se sentía muy cansado, estaba totalmente extenuado. Pero tenía miedo de dormir y no encontrar al pequeño youkai de fuego.
Bajó hacia la cocina y se recostó en el refrigerador. Tenía tantas ganas de echarse a dormir. Aprovechó y empezó a lavar las cosas que había utilizado esa noche.
¿Qué tal si huye y no regresa nunca? Pero... ¿por qué habría de hacer eso? No, lo que estoy pensando no tiene sentido. No tiene pies ni cabeza. ¿A dónde podría ir en ese estado?... Sería capaz de cualquier cosa.
Frunció el entrecejo. Se estaba saliendo de control. De acuerdo, le gustaba la compañía de Hiei, pero llegar a pensar en... No, ni pensarlo.
Sonrió. Seguramente Hiei lo mataría en ese mismo momento si le presentara la simple idea. Ya era incluso graciosa... Vaya... Las cosas que uno podía llegar a pensar cuando estaba al borde del cansancio.
- Voy a suicidarme si no duermo aunque sea un poco -se dijo Kurama bostezando.
Hiei veía las luces de los coches, ir y venir a través de la calle. ¿el zorro? Estaba dormido. Hiei le miró de reojo.
Luego suspiró. No lograba comprenderlo. Si no quería seguir martirizándose, debería dejar de pensar en eso.
- Pero es imposible -murmuró Hiei para sí -. Es completamente imposible porque siempre va a estar ahí, persiguiéndome y no puedo hacer nada para evitarlo.
Se sentó y pegó las rodillas a su pecho, intentando pensar en otra cosa. No podía, no podía, ¡no podía!
Hundió su cabeza entre las rodillas, cerrando los ojos con mucha fuerza.
¿Por qué? Era su única pregunta.
¿Por qué?
¿Por qué tuvo que ser él? No podía describirle a nadie cómo se sentía. Él pensó que luego de unos días podría pasar... podría olvidarlo... Pero no. Aquella escena se formaba ante sus ojos casi inconscientemente. Si los cerraba para huir de ello, se aparecía en su mente, atormentándolo. No lo dejaba en paz. ¿Por qué?
Abrazó con fuerza sus rodillas.
- Porque soy el Niño Prohibido -se dijo, con voz ahogada por la emoción -. No puede ser por otra cosa.
No podía llorar. Él era fuerte. Y jamás derramaría una lágrima por nada.
Había sufrido ya mucho. ¿Qué más daba una cosa más? ¿A quién demonios podría importarle?
- A nadie -se respondió -. Es por eso que lo hacen, porque no le importo a nadie.
Se sentía hundiéndose en su propia mente, en sus recuerdos. En los estúpidos recuerdos en los cuales sólo existían maltratos y oscuridad. Su mente era un revoltijo de atrocidades cometidas con él. Desde el más pequeño y antiguo, hasta el más terrible y reciente. Sintió que su cuerpo empezaba a transpirar. Sudor frío. Era el miedo nuevamente. Miedo que recorría todo su interior y no dejaba espacio para nada más. Miedo que lo carcomía por dentro. Miedo inacabable y profundo, que cavaba un agujero dentro de su inocente y destrozada alma.
- Miedo... -sururró -. Tengo miedo...
Las luces de los coches iluminaban la habitación de vez en cuando. La tenue luz de la luna apenas daba una tonalidad algo pálida al rostro del zorro, profundamente dormido.
Hiei volteó a mirarlo. ¿Por qué?
¿Por qué?
¿Por qué Kurama no podía responderle esa pregunta?
¿Por qué Kurama no se despertaba y le conversaba?
¿Por qué no le ayudaba a superar su miedo?
¿¡Por qué rayos seguía dormido mientras él estaba sufriendo de ese modo!?
-... Porque no es su culpa... -se dijo Hiei, volviendo a hundir su cara.
Empezó a temblar. No podía dejar de pensar en aquello. Necesitaba olvidarlo.
- Ya todo pasó -intentó calmarse -. Ya no está aquí. No lo volverás a ver...
Pero eso no lo sabía. Sintió que sus herdias se abrían por completo, causándole un dolor profundo, como si mil espinas se clavaran en ellas. Tocó inconscientemente su torso. Estaba intacto, tal y como había estado vendado.
¿Entonces por qué sentía dolor? ¿Por qué no podía simplemente olvidarlo? ¿POR QUE TENIA QUE RECORDARLO TODO EL TIEMPO?
Las risas... los jadeos... el dolor... los gritos de la chica... la lluvia... Recordaba todo... ¿por qué?
El miedo volvió a invadirlo, esta vez con más intensidad. Las ganas de llorar y salir corriendo aumentaron. Se preguntaba vagamente por qué no lo hacía.
Talvez porque tenía miedo hasta de respirar. Porque tenía miedo de todo.
- ¿Por qué lo único que puedo sentir es miedo? -se preguntó Hiei desesperado -. ¿Por qué no puedo simplemente dejarlo atrás?
La desesperación, mezclada con el miedo hacía la sensación más horrible que Hiei podría haber experimentado. Ten´´ia que salir de ese lugar.
Lo único que podría calmarlo entonces sería...
-... la muerte... -se dijo Hiei. Volteó a ver el escritorio de Kurama -. Serán sólo unos segundos de dolor... que no valdrán la pena cuando...
No, no podía. Tenía miedo de abandonar la cama. Tenía miedo de moverse. ¿por qué rayos tenía tanto miedo?
Miró sus manos... Estaban temblando. Todo él temblaba. El sudor frío aumentaba y el dolor... La angustia... el miedo... la ansiedad...
La depresión... la desesperación...
Esta vez lo sintió... Sus heridas se estaban abriendo... Talvez por la desesperación y el terror que empezaban a invadirlo. Pero era un miedo distinto. Un miedo descoconocido. Las vendas empezaban a teñirse de rojo...
Hiei abrió mucho los ojos. Su mirada carmesí iba desde las vendas del torso hasta Kurama. ¿por qué...?
Fue rápidamente y cogió su katana.
Volvió a la cama y sintió la katana arder en su mano. La soltó rápidamente mientras las risas resonaban en su mente.
- ¡¡¡BASTA!!! -gritó Hiei con todas sus fuerzas.
- ¡Hiei! -Kurama se puso de pie rápidamente.
- ¡No! ¡No! ¡No me tengas lástima! -Hiei retrocedió todo lo que puso para alejarse de Kurama... Pero él se seguía acercando.
- Hiei...
El youkai le lanzó un puñetazo. El rostro de Kurama se volteó bruscamente a un lado. Los ojos del zorro brillaban, pero seguía acercándose. Hiei le propino varios golpes. Incluso había logrado que Kurama sangrara por la boca. El zorro se limpió rápidamente... Hiei se le quedó viendo con terror y asombro. ¿Por qué, si lo habia golpeado de esa manera, seguía acercándose? Cogió su katana.
- No te acerques, Kurama... -advirtió Hiei. Las manos temblando, la katana en las manos.
De los ojos de Kurama empezaron a brotar lágrimas... lágrimas puras y de dolor... De sufrimiento... De impotencia...
Aún así, siguió acercándose. No iba a darse por vencido. Hiei necesitaba ayuda, y la iba a recibir.
Hiei se sintió cada vez más sorprendido y confundido.
- Te mataré -dijo Hiei. Kurama negó con la cabeza, mientras las lágrimas seguían cayendo, y siguió acercándose a Hiei (N.A: Qué tan lejos estaría T-T???)
Hiei clavó la katana en el estómago de Kurama. Éste abrió mucho los ojos y se quedó paralizado un momento. Más la´grimas caían sobre su rostro... y ahora mojaban la katana manchada con su sangre. La retiró con algo de dificultad y la tiró al suelo. No podía sentir ninguna clase de dolor. Nada. Hiei se quedó mirándolo con la boca abierta... Hasta que los brazos de Kurama rodearon su cuerpo, por segunda vez.
Sentía el suave llanto de Kurama, los pequeños espamos. Pero no se sentía con fuerzas para deshacerse de él. No ahora. No podía. Se dejó caer rendido en el hombro de Kurama.
- Ya no puedo más... -dijo -. No puedo. Lo único que quiero es morirme, pero siempre me lo impides. Te detesto.
Kurama lo abrazó con más fuerza. Las palabras de Hiei no eran verdad. Él sólo estaba asustado. Terriblemente asustado. Y él debía ayudarlo. Hiei era tan sólo un pequeño ser de infinita inocencia.. Era sólo eso. Y lo habían herido terriblmente, haciendo que aquel pequeño ser con alma de niño sufriera injustamente. Kurama debía ayudarlo a recuperar su confianza.
Hiei estaba temblando. Sentía miedo. Kurama lo abrazó con más fuerza.
- Te ayudaré, Hiei, te lo prometo -dijo Kurama cuando ya se había calmado.
Hiei cerró los ojos. No se sentía con fuerzas como para replicar. ¿Por qué estaba tan débil? En su estado normal ya se habría ido. No tendría tanto miedo.
- Hiei... tienes que dormir, y descansar. Eso es lo mejor que puedes hacer en este momento.
- No puedo -dijo Hiei -. No puedo. Tengo miedo de dormir. No es a tí a quién persiguen.
- No, Hiei, no -dijo Kurama en tono tranquilizador -. No persiguen a nadie. Ya está. Sólo concéntrate en dormir. Y en descansar.
- Lo he intentado tres días seguidos, Kurama. No puedo.
Kurama se separó lentamente de Hiei. Sonrió.
- Tu mirada se ha tranquilizado. Es buena señal. Necesitas dormir, Hiei. Por favor... por favor... intenta descansar.
Hiei hizo caso al tono suplicante de Kurama y dejó que el zorro volviera a curar sus heridas.
- Kurama...
- ¿sí?
- ¿Es... es muy... profundo? -preguntó Hiei tímidamente refiriéndose al corte.
- ¿qué-? oh.... No, Hiei. Estoy bien. Gracias por preocuparte -sonrió -. Pero no lo hiciste con fuerza, así que no dañaste ningún órgano vital.
- Hn.
Kurama se curó a sí mismo y luego miró el reloj.
- ¡Esta vez no puedo faltar! -exclamó Kurama preocupado Eran casi las cinco de la mañana. Luego volteó a ver a Hiei.
- ¿Por qué no vas? No podría escapar de todas formas -dijo Hiei cruzándose de brazos.
Kurama sonrió.
- Me preocupa que pueda pasarte algo mientras no estoy.
- Y según tú, ¿qué podría pasarme?
- No lo sé, Hiei, precisamente por eso no quiero irme.
Hiei volteó.
- Simplemente ve. No me moveré de aquí -Kurama se le quedó mirando fijamente -. ¿qué? ¿ahora no confías en mí? -preguntó el youkai irritado.
Kurama sonrió.
- De acuerdo. Pero descansa. Trata de dormir. Dejaré lista la comida por si tienes hambre, ¿de acuerdo?
- Hn. Me haces ver como un inútil.
- Pero no lo eres -dijo Kurama sonriendo -. Ahora tomaré un baño antes de irme.
- Haz lo que quieras, no me importa -dijo Hiei frunciendo el entrecejo.
Kurama sonrió de nuevo y entró al baño... ¿Por qué pretendía estar siempre alegre cuando en realidad se sentía completamente destrozado por dentro?
Y Hiei... Tenía que hacer algo o Hiei terminaría por destruírse sólo.
La mirada de Hiei había empezado a calmarse. Ya no tenían ese terror mezclado con ira de los primeros días. Pero aún tenía miedo.
Salió rápidamente para encontrar al youkai en la misma posición en que lo había dejado.
- ¿Sucede algo? -preguntó Kurama sorprendido.
- Hn -Hiei no se inmutó.
Kurama pestañeó dos veces, de sorpresa y empezó a vestirse con le uniforme.
Hiei volteó de mala manera. Resopló.
- Bueno, Hiei -dijo Kurama sonriendo -. Descansa. Volveré los más pronto que pueda, ¿de acuerdo?
- ¿A mí qué me das explicaciones? No me importa.
- De acuerdo -dijo el zorro sonriendo más pronunciadamente -. Te prometo que volveré pronto.
- Lárgate de una maldita vez antes de que me arrepienta -dijo Hiei cerrando los ojos y sonriendo.
Kurama sonrió y cerró la puerta tras de sí.
Suspiró. No quería dejar a Hiei. ¿Pero qué más podía hacer? Echó un último vistazo a la casa y se dirigó al instituto, mientras cierto youkai de ojos rojos lo atisbaba desde la ventana.
Hiei se sentó en la cama, aún con los brazos cruzados.
- Descansar... Hn... tonterías.
Miró toda la habitación, desde la puerta hasta el escritorio y resopló.
- ¿por qué vine aquí?
Probablemente porque inconscientemente sabía que Kurama era la única persona que podría tratarlo como a una persona, y no dejarlo de lado. Porque era el único ser que se preocupaba por él.
Se dejó caer en la cama, lleno de preguntas sin respuestas. Esperando a que el zorro volviera para preguntárselas todas antes que perdiera por completo la razón.
xxxxxxxxxx
Yay! n.n como taaaan?
Yo bien, aki, por fin el 3 capi. Yo avanzo rápido, pero a veces no puedo actualizar xDD ¬¬ aki entre nos... me da flojera x.x
Espero que este capi cumpla tus espectativas, o alguna de ellas, sensei, sino, me voy a tirar por la ventana.
Weno, yo me despido. n.n cuidense!
