Holaps n.n

Avanzando el quinto capi mientras escucho Wild Wind (ojos en forma d corazon) T¬T adoro esa cancion... es q Hiei y Kurama son tan... (suspiro)

Wenup, se supone que yo debería estar escribiendo el noveno capi de 'Vidas Compartidas', aunque creo que el 8 capi fue alguito largo n.n'

Es que adoro escribir T-T mi papá dice que me voy a kedar ciega y siempre trata de quitarme de MI PC ¬¬ u.u

Me preguntaron sobre el sueño que tuvo Hiei. Chicas, va a pasar. Pero todavía no me decido si matar a Kurama o no... considerando la reacción de todos, mejor no. o.oU además, ya tengo planeado el final perfecto ¬¬ no se arruinará por la muerte del zorro. (me van a odiar si lo hago T.T)

Sensei... T-T si, aprendí lo sádica de tí T.T esquizofrenia, suicidio, violación... (suspiro) por algo eres la sensei. Y no te preocupes, haré un esfuerzo sobrehumano para que te llegue al corazón y puedas sentir el dolor de Hiei o.O... (sadomasoquismo... me recuerda a Lenore T.T) (I think that's evil xD)

Wenu, mejor ya no los entretengo más y continuo n.n

5 cap. Ángel enamorado

Hiei se había quedado dormido. El zorro lo había recostado suavemente en la cama. Buscó el cobertor y lo puso sobre el youkai, pues empezaba a hacer frío. Se quedó observándolo largo rato, mientras pasaba la tarde. Pasó inconscientemente la mano por el cabello de Hiei. Sonrió. Era su pequeño ángel. Así debía ser.

Vio cómo Hiei se movía, talvez teniendo un mal sueño.

Y lo tenía... Y no sabía cómo rayos huir de él... Cómo opacar aquel horrible recuerdo... Cómo olvidar aquel rostro... Cómo poder descansar y aplacar toda la furia que llevaba dentro de sí... Ira que parecía veneno... Miedo... Angustia... Una angustia penetrante e infinita que abarcaba todo su ser, su mente, su pecho... Todo él... Recordar... recordar... recordar...

Hiei volteó a otro lado, intranquilo dentro de su propia mente.

Todo estaba oscuro... No había ninguna luz. No había esperanza. Aquella horrible voz abarcaba todos sus sentidos. Revivía todo... Pasaba el tiempo, pero sus heridas no parecían sanar.

La inocencia.

¿qué era la inocencia ahora? ¿qué era su inocencia? Talvez un pequeño retazo de algo que no tuvo nunca: Cariño. ¿Era eso? ¿Seguía siendo inocente? No... Ya no lo era... Ahora... ahora estaba... sucio.

¿qué significaba la inocencia y la dignidad en ese caso? La cabeza le dolía terriblemente y sentía que iba cayendo... cayendo dentro de un pozo sin fondo... Todo daba vueltas... ¿por qué...?

Pero no,. La vueltas habían cesado. Ahora estaba de pie. Estaba parado en medio de la oscuridad. Volteó a todas partes. No había nada. Sus ojos no veían más que oscuridad. Negro. Nada.

Empezó a angustiarse. Estaba sólo. Perdido.

'Kurama...'

Aquella palabra había salido de sus labios sin que él quisiera.

Kurama se sorprendió. ¿Qué estaría soñando Hiei? Lo miró detenidamente. Estaba sudando. Algo estaba mal.

Una pesadilla.

- ¿Por qué sufrirás tanto, pequeño ángel? -dijo Kurama en voz baja -. ¿Por qué te atormentarás de esa manera tan cruel?

¡Kurama...'

No... en ese lugar ya no había un Kurama. Ya no existía. Y no existiria más. No para él. Porque ya era digno de él. Estaba sucio.

Pero qué...?

Era él. Estaba demasiado lejos. Inalcanzable.

'Regresa...'

El pelirrojo se limitaba a sonreir. Le daba la espalda y emepzaba a caminar, alejándose del pequeño youkai.

'No... no... ¡Kurama! ¡Regresa!...'

Empezó a correr... Pero m ientras más corría, más se alejaba el zorro.

'No... por favor... Regresa...'

Pero Kurama seguía avanzando.

'Ya no quiere estar cerca de mí. Porque no soy digno de él. Ya no quiere ser mi amigo. Mi compañero. Mi...'

Sin embargo, seguía corriendo. No podia dejarlo. Sintió que sus piernas se volvían muy pesadas, su resipración estaba entrecortada y le faltaba el aire. Aquello lo obligó a detenerse. Cayó de rodillas, con la mano en el pecho. Miró hacia adelante. Kurama se había detenido. Seguía sonriendo.

- ¡Kurama!'

Pero se alejaba... se alejaba de nuevo.

'porque estoy sucio... no soy digno de él... pero...'

El pelirrojo le volvía la espalda de nuevo, caminando entre la oscuridad, desvaneciéndose.

'¡No! ¡no! ¡Kurama! ¡Kurama!'

- ¡Kurama! ¡Kurama!...

- Hiei... ¡Hiei, despierta! ¡Hiei!

Hiei despertó de golpe, el rostro cubierto por las lágrimas y unas cuantas gemas en el cobertor. Volteó. Kurama tenía ambas manos en los hombros del youkai. Kurama lo miraba alternativamente, preocupado. Otra vez... las mejillas del youkai se tornaron rojas. Se movió bruscamente deshaciéndose de las manos del zorro. Intentó regular su respiración... Aquella pesadilla... no... Retrocedió un poco. Estaba sucio. Y no era digno de Kurama.

- ¿Estás bien, Hiei?

-... yo...

- Tranquilo -dijo Kurama sentándose a su costado -. Todo está bien.

Hiei respiró hondo. Sabía que todo estaba bien porque estaba con Kurama. ¿Por qué? Era extraño. Miró a su amigo. Éste le sonrió comprensivamente. Nuevamente volvió a sentir que un rubor cubría sus mejillas. Lo único que quería... necesitaba saber... era por qué.

Tomó aire.

- Oye...

- ¿Hmm?

- Yo... quería preguntarte algo -dijo Hiei tragando saliva.

- ¿De qué se trata? -dijo Kurama sonriendo.

- Eh... Verás... -Hiei se puso de pie y empezó a caminar por la habitación. Luego lo miró asesinamente -. Si te burlas de mí, voy a matarte.

- Está bien -dijo Kurama sonriendo.

Pero... ¿Por qué Kurama seguía hablándole? ¡Por qué seguía junto a él? ¿Por qué seguía cuidando de él?

Hier tuvo un pequeño escalofrío y se estremeció. Kurama.... ¿qué era la inocencia en ese caso? ¿por qué tenía tantas preguntas que no iban con el tema? ¿Por qué se sentía tan... enfermo? No era digno de él... Aún así...

- Iré al grano, Kurama -lo miró fijamente -. ¿Por qué de repente hace tanto calor?

Kurama levantó una ceja. Miró por la ventana. Aún seguía lloviendo.

- Qué tonto eres -dijo Hiei cerrando los ojos y cruzándose de brazos.

- Es que... no logro entender lo que quieres decirme.

Hiei tomó aire y lo miró. Su mirada penetrando en los hermosos ojos verdes de Kurama.

- Es que... ese calor sólo... sólo se presenta cuando... cuando tú estás cerca -dijo Hiei rápidamente y volteando a otro lado, sintiendo que nuevamente el calor lo invadía, sus mejillas otra vez estaban rojas y su pulso había aumentado notablemente.

No era el único. Kurama también sintió cómo el rubor invadía sus mejillas, tonificándolas de rojo. Su pulso también había aumentado...

Mi orgullo.... MI ORGULLO... ¿Dónde ha quedado eso ahora? ¡Maldición! Soy el youkai más estúpido que existe... Por Inari...

Kurama seguía observándolo... Sin saber si responder o...

Trágame tierra... O trágatelo a él... pensaba Hiei, mientras el incómodo silencio se prolongaba. Kurama tomó aire y se puso de pie.

Kurama no respondía. Ahora probablemente lo echaría de su casa sin más. Y jamás volvería a ver al zorro. Como en su sueño.

Pero... tenía que saber... Por lo menos...

- ¿P-por qué crees que sea? -dijo Hiei, aún sin mirarlo.

- Bueno yo...

¿Se atrevería a decírselo? Porque lo sabía. Él sabía todo lo que significaba porque le estaba pasando lo mismo... Cuando Hiei estaba cerca. Hiei estaba enamorado, y como nunca había experimentado algo así, no lo sabía.

Hiei resopló.

- Mejor olvídalo. No sé ni para qué te lo dije -dijo Hiei en voz baja y bajó rápidamente las escaleras.

- Hiei...

Pero el youkai ya había salido de la habitación. Kurama se recostó contra la pared y cerró los ojos. ¿Podía ser posible? Pero... pero...

¿qué tal si no funcionaba y terminaba destruyéndolo todo? No podría soportarlo. Hiei era su mejor amigo, por encima de todas las cosas. ¿qué tal si...?

Siempre exisitó ese temor dentro de él.. Bueno, desde aquella tarde en que había terminado sus deberes... ¿o desde siempre? ¿desde cuándo había estado enamorado de Hiei inconscientemente?

Bajó lentamente las escaleras para hallar a su amigo contemplando una foto donde estaba él con su madre en su último cumpleaños, el de los 19.

Luego lo escuchó resoplar y dejar la foto donde estaba antes.

Volteó y dio con la mirada del zorro, que estaba al pie de las escaleras.

Hiei se cruzó de brazos y miró a otro lado.

Kurama se acercó a él y se sentó a su costado.

- Dime Hiei... ¿quieres hablar... eh... de...?

- No.

No, claro que no. No iba a arrastrar su orgullo por el suelo nuevamente. No otra vez. Para nada.

- Está bien -dijo Kurama sonriendo, mientras Hiei volvía a sentarse al costado de Kurama.

Kurama bostezó poniendo una mano sobre su boca. Hiei resopló y se puso de pie.

Subió rápidamenmte las escaleras y Kurama estuvo seguro que se había encerrado en su propia habitación.

Ahí estaba. Caminando tranquilamente al instituto. Sólo había entrado a su habitación para bañarse, cambiarse y dejar la comida al youkai que lo espiaba desde un árbol.

Hiei saltó hacia otro para seguirlo.

Habían muchos ningen vestidos como Kurama. Eso le molestaba, le dificultaba seguirlo. Lo siguió hasta que entró en el instituto, ya que él no podía entrar. Se quedó parado sobre un árbol frente a una ventana, cuyo salón era el del zorro. Y, por cosas del destino, Kurama se sentaba justo al lado de la ventana con alguna otra onna indeseable.

Se quedó observándolo largo rato, como solía hacerlo antes, mientras el zorro tomaba apuntes y se mostraba muy atento a todas las clases. Era en realidad el chico perfecto. Hiei resopló y sonrió irónicamente.

Bajó para 'dar un paseo' mientras las clases del zorro seguían. Detr´ñas del instituto había un pequeño parque.

- Ña ña ña ña ña, no te dare de comer hasta que termines el castillo .-decía un niño de unos doce años a uno de unos tres o cuatro años que miraba una hamburguesa que el otro chico tenía en las manos con ojos brillantes y apunto de llorar -. Termínalo o me la comeré. Nop, muy tarde, creo que me la comeré.

Hiei abrió mucho los ojos mientras retrocedía. Chocó con un árbol y se dejó caer...

xxxFlashBackxxx

- Levántate, aún no has terminado de limpiar -dijo un ser muy alto, al que no pudo identificarle el rostro.

Era muy pequeño, quizá tendría cuatro años, y había caído rendido por el cansancio de recoger las piedras frente a la guarida, limpiar los platos y fregar el suelo. Llevaba puesta una capa desgarrada y un pequeño pantalón. Estaban en pleno invierno. Todos llevaban ropas abrigadoras menos él. Se levantó con mucho esfuerzo para seguir recogiendo las piedras. Se estaba haciendo de noche. No le habían permitido desayunar por levantarse unos minutos tarde. No le habían permitido almorzar porque no había acabado con eficiencia el último examen...

Un delicioso olor llenó su nariz y volteó inmediatamente para ver de dónde provenía. Uno de los seres altos y fuertes llevaba en la mano una enorme bandeja con comida, la que era, seguramente, para 'el rey'. (Mukuro je je n.n... todavía no sé si ponerla como buena persona o... am... bueno, ya veré n.n)

Sus pequeños ojos rojos se fijaron en la fuente llena de comida. Pero no. Debía seguir trabajando si quería comer al menos un pedazo de alguna fruta que ya habían comido.

Pero el cansancio dominaba su cuerpo pequeño y débil, haciéndolo caer muchas veces; y por eso, recibía brutales palizas. Según 'el rey', esa era la única forma de poder entrenar un futuro ladrón.

El ser grande dejó sobre la mesa la comida. El estómago del pequeño Hiei rugió con hambre. Sabía que estaba prohibido, lo golpearían sin duda... Pero tenía tanta hambre...

Caminó tembloroso y lentamente hacia el tentativo plato de comida... Alargó su bracito para coger auqneu fuera una pequeña miga de comida y...

Un grito infantil se escuchó en el lugar. El ser grande había vuelto, y había golpeado la mano de Hiei con un látigo de púas de metal, sacándole sangre y lastimándolo gravemente. El pequeño Hiei cogió su mano y arrancó un poco de su capa para envolver la herida. Hiei miró con odio profundo al ser, que inmediatamente lo abofeteó, haciendo que sangre saliera de su boca.

- ¡No te atrevas a mirarme de ese modo! ¡Y si quieres comer, trabaja! Aunque con tu comportamiento, dudo mucho que comas en una semana.

Todos los presentes estallaron en risas mientras el pequeño y humillado Hiei seguía recogiendo las piedras, tratando de hacer caso omiso a las burlas y bromas crueles de los presentes.

Los mataría. Iba a matarlos cualquiera de esos días. Lo haría. Pasó la otra mano, por su cara limpiando lo que parecía una pequeña lágrima y volviendo a ver la pequeña joya que traía atada al cuello.

'Tengo que encontrarla...''

Hiei terminó de recoger las piedras y fue corriendo a refugiarse dentro de una pequeña cueva, de la cual, sólo él conocía su existencia, pues sólo alguien con su tamaño podía entrar. Se sentó y tranquilamente desenvolvió la herida, pegada dolorosamente a la tela. Hiei se mordió un labio y cerró con fuerza los ojos, dispuesto a arrancarse la piel con la tela...

- ¡Por Dios, no lo hagas! -exclamó una voz femenina mientras lo sacaba del lugar y lo tomaba en brazos. Hiei estaba asustado y sorprendido, y su intento por escapar de aquella persona fueron inútiles. Hiei la observó, pero tenía la cara cubierta. Debía ser una prisionera. Vio que su cabello era naranja.

- Pobre pequeño... Déjame ayudarte -. La niña-chica-mujer o lo que fuera retiró con delicadeza la tela de la herida de Hiei. Luego lo llevó a un lago cercano y la lavó cuidadosamente, para vendarla.

- Sé quiénes te hicieron ésto -dijo ella en voz baja -. Si me encuentran aquí, me harán muchas preguntas, pues no hace mucho he escapado.

Se escucharon voces a lo lejos.

- Debo marcharme -dijo ella. Era muy alta. Debía tener cerca de dieciocho años... o 350, en su edad normal. Dejó a Hiei en la cueva nuevamente y se fue corriendo.

Hiei se quedó mirándola hasta que desapareció. ¿Por qué se había preocupado por él? Hiei no podía confiar en nadie. Pensaba que de alguna forma le cobraría lo que acababa de hacer. Miró su mano y pasó la otra inconscientemente sobre ella.

xxxFin del FlashBackxxx

Hiei pasó su mano izquierda sobre la derecha.

Sacudió su cabeza, intentando borrar aquel recuerdo enterrado hacía mucho tiempo.

Miró nuevamente. El chico ya se había comido la mitad de la hamburguesa y el niño pequeño, en un mar de lágrimas, construía el dichoso castillo.

Hiei gruñó con furia y se acercó.

- Oye -dijo al chico mayor.

- ¿qué? -preguntó el chico con la boca llena.

- Déjalo en paz y devuélvele eso -dijo Hiei.

- Oye, no te metas en lo que no te importa -le espetó el chico y siguió comiendo.

Hiei lo miró con furia y cogió al chico del cuello de la playera.

- Mocoso estúpido, devuélvele la hamburguesa o te golpearé tan fuerte que desearás nunca haber nacido.

- Viejo, viejo, tranquilo, está bien -dijo el chico sonriendo nerviosamente.

Le dio la hamburguesa u retrocedió, pero Hiei lo seguía viendo con furia.

- Eh... ésto también, y ésto, y ésto, si quieres ésto también -dijo el chico dándole chupetes, caramelos, un yo-yo, un juego de video y cartas.

El chico se fue corriendo.

Hiei se acercó al pequeño y le dio la hamburguesa. El niño sonrió.

- Gracias...

Hiei había intentado sonreir amablemente... Cosa que logró sin mucho esfuerzo, hasta que se dio cuenta lo estúpido que parecía.

¡Por qué estaba ayudando a un mocoso ningen? ¿Qué rayos le pasaba ahora?

Mejor ir a buscar a Kurama para preguntarle.

Se detuvo en seco. ¿Preguntarle qué? ¿Kurama lo querría escuchar después de todo? ¿Y por qué Kurama?

- Qué rayos... -Hiei sacudió la cabeza y fue en busca del zorro. No era normal que aquellos recuerdos le volvieran a la mente.

Parece que algo había ocurrido. Todos los ningen estaban fuera, en el patio, conversando alegremente, otro, incluso comiendo.

- Estúpidos ningen.

- ¿Por qué siempre tienes que llamarlos así? -preguntó una voz desde abajo. Hiei bajó la mirada inmediatamente. Kurama, sonriendo, con una especie de paquete en los brazos.

- Hn.

- Baja. ¿No quieres comer algo?

Esto no estaba bien.

No concordaba con lo lógico. Estaba sentado, en el césped detrás del colegio ningen, junto a Kurama comiendo galletas con chispas de chocolate.

Doushite...?

Un extraño estremecimieto se apoderó de él al coger la última galleta.

Escuchó nuevamente aquella risa estridente... No era posible.

Volteó bruscamente, sus grandes ojos rojos recoriendo todo el lugar.

- ¿Sucede algo, Hiei? -preguntó Kurama mirándolo preocupado.

-... Nada.

Kurama lo miró con preocupación. Hiei le devolivó la mirada. Suspiró y le relató todo lo sucedido con el niño. Desde su recuerdo hasta la estúpida sonrisa.

- Sospecho que la mujer era Mukuro -dijo Hiei cerrando los ojos.

Kurama acarició inconscientemente su espalda, haciendo que el youkai volteara bruscamente.

Un escalofrío recorrió todo el cuerpo del pequeño youkai. De nuevo el calor...

Pero...

Las risas...

Estaba mal. Ahora sí estaba casi seguro que estaba loco. Kurama lo miró evaluadoramente, mientras Hiei evitaba cualquier contacto visual.

Hiei se puso de pie.

- ¿Te vas?

- Hn -. el jaganshi asintió.

- Pero...

Hiei volteó a mirarlo. Era cierto que no estaba recuperado del todo, pero no podía seguir estando en aquel lugar. No sabía si aquella risa fue real o la estaba imaginando.

- Regreso a tu casa ningen, ¿hay algún problema? -preguntó Hiei sin mirarlo.

- Eh... No, Hiei, todo lo contrario -dijo Kurama sonriendo abiertamente -. Es más, ¿quieres que te...?

- No. Iré sólo. No pierdas clases, ningen -dijo Hiei sonriendo irónicamente.

Kurama rió suavemente y asintió.

- Y bien. Hiei. Aquí estás. En la casa del zorro, nuevamente. ¿qué harás ahora? -se dijo Hiei en voz alta. Resopló. Se aburría estando en esa casa, pues estaba sólo. Así que no sabía muy bien por qué había decidido ir a ese lugar.

El jaganshi se dejó caer en el sillón y subió sus manos a la frente.

Risas...

miedo...

gritos...

dolor...

¿qué le pasaba? Tenía que sacarse eso de la cabeza. Realmente lo necesitaba.

... ¿Necesitar...?

Hiei golpeó el mueble con un puño, desesperado. Furioso. Confundido.

- Esto es una maldita pesadilla -se dijo entre sollozos -. ¿por qué no puedo simplemente despertar?

Y así, pensando en una cosa y otra, su mirada se fue haciendo terriblemente borrosa... Una incontenible somnolencia se apoderó de él...

... ¿Dónde estoy?... ¿qué...?

Todo el lugar era blanco, parecía resplandecer... Y yo... Yo estaba apoyado en el pecho de 'alguien', quien quiera que fuese olía muy bien.

Era una sensación demasiado reconfortante. Ser tiernamente abrazado, en silencio... sin...

Eh... un momento. Levanté la mirada. Unos hermosos y brillantes ojos verdes me devolvieron la misma. Cabello rojo... Esa sonrisa.

Era... Kurama

- Oye, ¿pero qué...? -el zorro puso suavemente un dedo sobre mis labios y volvió a recostar mi cabeza sobre su pecho.

Sentía que la calidez me embriagaba completamente, mezclado con el aroma del zorro, que no ayudaba mucho. Cerré los ojos. Quería continuar así.... Sintiendo que era importante para alguien. Importante para alguien por primera vez. Sentir los dedos del zorro acariciar mi cabello... ¿por qué?... ¿Podría ser que...?

Una paz interna se apoderaba de mí, era una sensación que llenaba el alma, hasta el más dolido y destrozado. ¿Kurama sería capaz de reconstruir mi alma?

No quiero separarme de él... nunca...

Que continuara así para siempre...

El jaganshi abrió lentamente los ojos y dio con el semblante preocupado de Kurama.

- ¿Te encuentras bien, Hiei? -vino la suave y preocupada voz de Kurama. Hiei intentó moverse y se dio cuenta que estaba empapado en sudor y que estaba en la cama del zorro... de nuevo.

- ¿qué... qué sucedió? -preguntó Hiei tratando de volver a la realidad.

- Tenemos que hacer algo con la fiebre -dijo Kurama sonriendo dulcemente -. Viene y se va cuando quiere.

Viene... y se va... cuando quiere...

Hiei suspiró y llevó su mirada al techo. ¿Cuánto tiempo habría estado durmiendo? Era de noche. .... ?Ttan pronto?... ¿Tanto tiempo había pasado en su sueño con el zorro?

Kurama se sentó al borde de la cama y pasó suavemente un dedo sobre la frente del jaganshi.

- Siento que me han clavado una espada en la cabeza - dijo Hiei cerrando los ojos.

- Efecto de la medicina. Pronto pasará... Oh, lo siento. Te administré una más fuerte, sino, te dará fiebre cada cinco minutos -dijo Kurama mirándolo aprehensivamente.

Hiei suspiró de nuevo y volteó la mirada a la pared. Tan insufrible... Qué más daba ahora. Si todo había sido un sueño.

¿Por qué estoy teniendo esa clase de sueños a esta altura de mi vida? ¿eh? ¿Por qué ahora? ¿Por qué con el zorro?

Sintió que Kurama se levantaba de la cama. Se había puesto de pie.

- No...

Kurama se detuvo inmediatamente, sorprendido.

El pequeño jaganshi había cogido con su mano el dobladillo de la camisa de Kurama, inusualmente, fuera del pantalón. Kurama volteó la mirada, hacia el jaganshi. Tenía la mirada baja, solo su brazo estaba estirado.

- No te vayas...

Unas enormes ganas de llorar se apoderaron de Hiei. Kurama volteó y se arrodilló frente al koorime.

Cogió suavemente la mejilla derecha del youkai con una mano, y levantó su rostro. Una pequeña gema negra saltó al suelo, haciendo un ruido sordo.

Pudo verlo de nuevo... Las mejillas de Hiei estaban rojas... muy rojas... Pero su mirada... Su mirada era muy hermosa... Tan inocente y...

-... quédate sólo... un momento más... -pidió Hiei en voz muy baja.

Kurama lo miró fijamente, sus ojos verdes muy brillantes. ¿por qué Hiei sufría de esa manera?

Hiei cogió la muñeca de Kurama, presionando más contra su mejilla, y abrazando el brazo de Kurama.

Kurama se quedó mirándolo comprensivamente, mientras veía cómo suavemente caían hermosas gemas negras al suelo. Sonrió.

- Me quedaré... el tiempo que tú quieras, Hiei. Y siempre estaré aquí cuando lo necesites -susurró Kurama al oído del youkai. Hiei dejó escapar un sollozo ahogado y se lanzó sobre Kurama, abrazándolo. Kurama abrió los ojos, sumamente sorprendido, mientras Hiei apoyaba su cabeza contra su pecho, y rodeaba su cintura tímidamente. Kurama rodeó a Hiei con un brazo y con el otro acarició su cabello en punta.

- Está bien... -dijo Kurama suavemente a su oído -. No me iré.

Sí. Hiei no se había desahogado cuando debía, cuando podía hacerlo, porque su orgullo se lo impedía. Pero ahora... ¿qué orgullo? Por Dios, era el zorro. El único ser en el Makai y el mundo que lo comprendía y que estaba ahí para él. Sus sollozos fueron en aumento, dado a la repentina invasión del miedo que llevaba consigo tanto tiempo. Necesitaba deshacerse de aquello. Necesitaba saber que seguía siendo su amigo. Necesitaba de él. Necesitaba deshacerse de todo ese miedo y dolor que estaba corroyendo todo su cuerpo.

Kurama sentía el cuerpo tembloroso de el koorime contra él, tratando de buscar consuelo y apoyo... Protección... cariño... Suavemente, pasó una mano sobre la espalda del youkai, ayudando a reconfortarlo. Parecía que se había calmado un poco, pero los sollozos continuaban. Se sentía perdido en un punto cualquiera del universo con Hiei. El zorro apoyó suavemente su cabeza sobre la de Hiei y cerró los ojos. Quería sentirlo... Necesitaba de él.

Los sollozos de Hiei cesaron, hasta convertirse en pequeños espasmos.

El pequeño jaganshi cerró los ojos. Le gustaba tanto aquella sensación, tan parecida a la de su sueño... Kurama...

Por Kurama estaba así. Por culpa de Kurama había descubierto sentimientos que ni siquiera sabía que tenía.

Las manos suaves del zorro limpiaron el recorrido de las lágrimas de Hiei. Sonrió tierna y comprensivamente a su amigo, el cual, no hizo otra cosa sino ponerse muy rojo y volver a apoyarse en el pecho del zorro.

- Oye...

- ¿Hmmm? -el zorro había vuelto a poner su cabeza sobre la del youkai y tenía los ojos cerrados.

- Me confundes, Kurama -dijo Hiei en voz baja.

- ¿Eh? -Kurama abrió los ojos, sorprendido y miró a su amigo a los ojos -. ¿En qué forma te confundo?

- Así -dijo Hiei. Se arrodilló frente a él, cogiendo con firmeza el mentón del zorro y acercando sus labios a los suyos. Cerró los ojos.

Sentía que ahora sí, se iba a quemar por dentro y por fuera. Kurama había despertado en él algo que desconocía totalmente, pero le gustaba. Sin duda le gustaba. Le gustaba sentir los labios de Kurama en los suyos, como una caricia infinita, una sublime manera de cariño... de... amor... Sentía una extraña calidez que llenaba todo su cuerpo, que lo hacía sentir flotar en el aire. Era él y su zorro. SU zorro.

Fue una sensación tan increíble. Hiei besándolo. ¿quién lo diría? Era tan perfecto, tan sutil... Tan suave y dulce. Kurama profundizó más en el beso, haciendo que Hiei retrocediera un poco por el tamaño y peso. Las manos del jaganshi subieron hasta el cuello del zorro, atrayéndole más a sí. Kurama derrumbó al jaganshi al suelo, besándolo profundamente, juntando tímidamente su lengua con la del jaganshi, que respondía con entusiasmo.

Se separaron lentamente, para respirar y para que Hiei se sentara de nuevo, completamente rojo y avergonzado por su repentina reacción.

- Yo... -Kurama sonrió y puso un dedo sobre los labios de Hiei, haciendon que se le subieran los colores al pobre demonio de fuego. Sonrió y pasó suavemente una mano por la mejilla de Hiei.

- ¿Te importaría si la próxima vez, el confundido fuese yo? -preguntó Kurama al oído de su amigo, que se puso más rojo aún, sintiendo arder todo dentro de él, con ganas incontrolbales de volver a besarle...

Miró a todas partes de la habitación, desviando la mirada, sin mirar al zorro. ¿por qué había reaccionado así? ¿por qué había hecho eso? ¿por que... por qué de repente hacía mucho calor?

Kurama sonrió dulcemente y ayudó a su amigo a volver a la cama.

- Demasiadas emociones por un día -dijo Kurama sentándose al borde de la cama, mientras acariciaba el cabello de Hiei -. Debes descansar.

- Pero...

- Está bien -dijo Kurama sonriendo -. Te prometo que estaré aquí.

Pero Hiei no tenía intenciones de dormirse sin saber qué era lo que había hecho. Se sentó, aún con las mejillas coloradas y miró a los ojos al zorro, que ladeó ligeramente la cabeza.

- Yo... Yo... Yo... No sé qué me está pasando -dijo finalmente, volteando la mirada avergonzado -. No sé...

Pero Kurama selló sus labios con otro beso. Talvez uno mucho más rápido que el anterior, pero hizo que Hiei volviera a ponerse de mil colores.

- Creo que a eso -dijo Kurama rodeando a Hiei con los brazos, mientras apoyaba su cabeza en el hombro izquierdo de Hiei -. se le puede llamar...

- ¿amor? -preguntó Hiei sonriendo.

- Hm -Kurama asintió. Sintió que el cuerpo de Hiei empezaba a temblar, de lo nervioso que estaba. En vez de mejorar las cosas, había hecho que el youkai se encrispara más.

Kurama lo soltó y en seguida sintió la cabeza de Hiei reposando sobre su pecho, nuevamente.

Tenía los ojos cerrados y las mejillas muy muy MUY rojas, lo hacían ver adorable.

- ¿es cierto... que te quedarás aquí? -preguntó Hiei en voz baja.

- Totalmente -respondió Kurama sonriendo y envolviendo al youkai en un cálido abrazo.

Hiei sonrió, se estiró un poco y besó suavemente el mentón de Kurama.

El zorro sonrió y estrechó con más fuerza al youkai, que empezaba a sentir somnolencia de nuevo...

- Mi pequeño ángel -dijo Kurama sonriendo -. Mi pequeño ángel enamorado.

Kurama no podía caber en sí de felicidad. Hiei no parecía recuperado del todo pero... pero... Igual le hacía tan feliz...

Sólo le faltaba algo: Encontrar y matar al maldito que se había atrevido a posar sus manos sobre Hiei. Y lo encontraría, pasara lo que pasara. Lo mataría con sus propias manos.

Miró al pequeño jaganshi, que ya había caído en un sueño profundo y se apoyó en su cabeza, cerrando los ojos y esperando que la misma somnolencia lo llevara a él también.

Holas!!

Y bien? qué les pareció? n.n Yo tenía ganas de escribir eso del 'beso en el menton' p debe sentirse bien n.n olllo que me miran asi? yo digo que DEBE sentirse bien ¬¬...

Wenu, sólo quería disculparme por haber tardado tanto, pero se me hizo imposible entrar antes y actualizar por un pequeño problema ¬¬ el cual ya debe estar resuelto o me voy a tirar por el inodoro... grrr....

¡Ah! Por cierto, ya está el noveno capì de 'Vidas Compartidas' T.T al finnn

Y estoy pensando en publicar un fic en gravitation -.o tenía la idea desde que ví el capi donde sale Fujisaki. T.T amo a ese ninio!! es mi personaje favorito -.o xD

Wenu, sin nada más que decir (scribir... ¬¬ ejem...) yo me voy preparando para escribir el sexto capi, voy a meter mi cabeza en agua helada a ver qué se ocurre (xDDD ¬¬ es enserio) y am... pues... o.oU me voy xDDD

Espero que les haya gustado el capi!!! n.n REVIEWS, KURASAI!!!

Ja ne, matta ashita!