holaps. -.- no sé cómo estoy logrando actualizar con el mal genio que me traigo -.-
Weno, pero eso no impedirá que yo siga con mi trabajo xDD quiero decir, con lo que me gusta, escribir.
Por cierto, muchísimas gracias por todos los reviews, no sabía que hubiesen tantos ni que les gustara tanto el fic n.n Muchisimas Gracias! Y si llego al review 100... HAGO FIESTA! n.n y el siguiente capi dedicado al review 100... T.T c q no es mucho pero no se me ocurre qué más hacer
ONE-SAAAAAN! T.T Dioz, casi me da un infarto cuando leí tus reviews... ¬.¬ aunke todavía no te has pasado x aki... n.n me alegra que te hayan gustado los demás fix xDDD T.T gracias x el apoyo moral, one-san, lo necesito más que nunca ¬¬ estupidos lentes
Am... No sé qué más poner en la nota de inicio así que mejor empiezo .-.
Capi dedicado a Valsed n.nu lamento haberte hecho esperar tanto y adivina qué... ¡¡Todavía sigo con eso que tú sabes ! ¬¬ no pregunten, ella me entiende xDDD o.o eso espero jajaja.
.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-..-.-.-.-..-...-.-.-.-..
9 cap. El Niño Prohibido
El zorro había salido temprano de la universidad y, afortunadamente, sin nadie acosándole.
Un cierto nerviosismo lo había asaltado la noche anterior. Pareció ver en la mirada de Hiei un miedo... un terror inexplicable. ¿Qué estaba sucediendo y por qué no le decía nada?
¿Tendría que ver con aquel hijo de...? Cálmate, Kurama, nunca has pensado con claridad cuando la furia se apodera de tí.
¿O tendría con ver con la bruja de...? No estamos progresando.
Kurama se detuvo y buscó la llave de la puerta del edificio. Entró y saludó a dos de sus vecinas que estaban conversando sonrientes y coqueteándole con la mirada.
El youko subió al ascensor, sólo él y sus libros. Marcó el piso 8 y se recostó en la puerta cerrada. Últimamente se sentía muy cansado. Era el exceso de estudio o el exceso de preocupación. Llegó hasta su departamento y abrió la puerta. El youkai de fuego se hallaba sentado en el suelo, mirando hacia la ventana.
¿Hiei?
El pequeño youkai volteó lentamente y se levantó.
Hola, Kurama.
Kurama se acercó a él con cautela. Algo no estaba bien.
¿Te sientes bien?
Sí... ¿por qué no iba a estarlo? -dijo Hiei con voz apagada. Luego suspiró y volvió a sentarse en el suelo.
Hiei... mírame -dijo Kurama, tratando de comprobar lo que había visto hacía unos segundos. Tomó suavemente el mentón del youkai y lo acercó a su rostro. La mirada de Hiei se veía inundada de tristeza y de miedo. Pero no como el terror de aquella noche, no, era... un miedo distinto, como de tener que hacer algo que no deseas -. ¿qué es lo que pasa?
No pasa nada -dijo Hiei burscamente y se levantó. ¿Luchar contra Kurama? ¡Para qué? ¿Qué objetivo tendría esa estúpida pelea? ¿Saber quién es más fuerte de los dos o qué? ¿Por qué Mukuro le estaba pidiendo algo vomo eso? Si hubiese sido en tiempos anteriores, Hiei hubiese accedido de buena gana y sin chistar. Pero... ahora...
Bien podría atacarlo sorpresivamente y dejarse vencer... No, ese no era su estilo. De una u otra manera esa bruja haría que luchara con Kurama. ¿Cómo se atrevía a ponerle en la mitad de las personas que más quería? "Lucha con Kurama o perderás a Yukina".
Mukuro estaba loca... desquisiada... ¿qué rayos le pasaba? ¿Qué ganaba ella haciéndole todo aquello?
El pequeño youkai se veía envuelto en aquellas nuevas emociones y sentimientos que nunca jamás había pensando que tenía. Sentía una gran presión en el pecho y ganas de gritar y salir corriendo, desaparecer. Nunca más volver a sentir nada. Quería estar sólo. Únicamente él y su soledad. Porque lo que estaba sucediendo ahora no tenía sentido. Era todo estúpido y ridículo. Le estaba causando tantos problemas a Kurama... Que en sí fue la única y primera persona que se preocupó por él. ¿Por qué había hecho? Hasta ese momento no había encontrado aquella respuesta.
¿Por qué lo había ayudado? ¡Por qué había curado sus heridas? ¿Por qué se había convertid en su mejor y único amigo? ¿Por qué y cómo había empezado a apreciarle, a quererle, a tomar gusto por sus costumbres y su vida ningen...? ¿Qué había hecho ese zorro con él? ¿Qué había encendido en él?
¿No pasa nada? ¿No pasa NADA? Hiei, a mí no me puedes mentir -dijo Kurama avanzando hacia su amigo -. ¡Por qué estás tan preocupado?
Ya te dije que no es nada, yo no... -no pudo continuar, el zorro había presionado sus labios contra los de él. Sólo un roce, unos segundos.
Dime qué pasa.
Hiei bajó la mirada. Era tan terriblemente vulnerable que no había salida. La sutil y suave voz del zorro se había convertido en una seria y grave.
Kurama... ¿qué dirías si yo te dijera que quiero pelear contigo?
Kurama abrió mucho los ojos y observó a Hiei fija y evaluadoramente.
¿Qué me quieres decir?
Primero contéstame.
Primero dime qué tratas de decir con esa pregunta.
Hiei gruñó.
Yo te pregunté primero.
Pero yo quiero que tú respondas primero.
El youkai lo miró con mala cara y se levantó bruscamente.
¿Tienes pensando luchar contra mí, Hiei? Porque si es así, yo no tengo ningún problema...
¿Estás seguro que no me estás mintiendo?
¿Por qué habría de mentirte?
¿En realidad lucharías contra mí,. Kurama?
Nunca pensé llegar a tener ese honor -dijo Kurama sonriendo.
Kurama, no estoy bromeando -dijo Hiei seriamente.
¿Qué te hace pensar que yo sí? -dijo Kurama mirándolo a los ojos.
Hiei gruñó más furioso que antes.
¡¡Kurama!
¿Qué sucede? -preguntó Kurama aún más calmado que antes, lo que sólo logró enfurecer más al demonio de fuego.
¡Ya basta! -dijo dando una patada.
¿Ya basta de qué?
Hiei lo miró asesinamente. Kurama sabía que lo estaba sacando de sus casillas, pero era tan divertido verlo así...
Nada -dijo Hiei mordiéndose la lengua para no soltar toda su furia contra el pelirrojo que se hallaba a su costado.
Oh, vamos... -Kurama se deslizó rápidamente tras él y le abrazó por detrás -. Mira, no sé a qué viene todo eso de si quiero pelear contigo, pero sea como sea, lo haría. No te haría daño, pero si eso necesitas yo...
Cállate.
¿qué?
Ya cállate. Sólo cállate. No tienes ni idea de lo que estás diciendo, ¿verdad?
Me temo que no comprendo, Hiei.
No, no lo haces -dijo Hiei apartándose de Kurama -. Por eso no sabes lo que dices.
Hiei... ¿Qué...?
¿Sabes, Kurama? Prefiero no hablar de eso. No ahora.
El zorro lo miró completamente sorprendido y preocupado. ¿Qué le pasaba a Hiei?
Éste sólo se sentó en el suelo, como encaprichado y haciendo un puchero inconscientemente.
Vamos a hablar, Hiei -dijo Kurama sentándose frente a él, a lo que el youkai volteó bruscamente la cabeza para no verlo -. ¿A qué viene todo ésto de luchar? ¿Quieres luchar contra mí o qué?
No exactamente. Sólo preguntaba. No sé por qué estás haciendo tanto lío por una jodida pregunta.
Tú empezaste todo ésto -dijo Kurama sonriendo.
No lo hice.
Sí lo hiciste.
¡Que no lo hice!
Que sí lo hiciste.
¡Cállate!
No, tú cállate.
¡Que te calles!
Kurama rió entre dientes ante la furiosa mirada que le dedicó el youkai.
Estúpido.
Hiei se deshizo de Kurama y se acercó a la ventana del comedor.
Espero no quieras saltar de ahí. Estamos a ocho pisos, Hiei.
¿Y?
Y... ¿Esperas volar?
Hiei lo miró con furia y desistió. No sabía por qué se hallaba tan endemoniadamente confundido y furioso. Eso era! Furioso con el mundo! Furioso con Mukuro, furioso con Tsubaki, furioso con Kurama... Furioso con Kurama... No, eso era casi imposible... Era imposible.
Kurama hizo como si no le diera importancia y fue a la cocina. Metió al microondas lo que iban a comer y buscó en la despensa, muy fuera del alcance de Hiei, una enorme bolsa con dulces que siempre guardaba, por si las dudas. A veces se sentía algo culpable por manipular a Hiei con dulces, pero era la úica manera que se pusiera de buen humor.
Se deslizó rápidamente fuera de la cocina y llevó dos barras de chocolate, sonriendo. Encontró a Hiei sentado en una silla, con los codos sobre la mesa y la cara entre las mejillas, enojado.
¡Ah! ¡Tan feliz como de costumbre! -bromeó Kurama y se sentó también. Sacó las dos barras y las dejó sobre la mesa -. ¡Mira qué distraído soy! ¡Creo que he dejado la comida por más tiempo!
Hiei lo miró irse rogando porque Kurama nunca volviera a hacer semejante ridiculez (era patético) para hacer que dejara de estar enojado con él. Miró con desconfianza las barras de chocolate murmurando entre dientes "Maldito Kurama". No se iba a dejar convencer tan fácilmente por un par de dulces. Nop, jamás se rebajaría a tan poca cosa. Aunque el chocolate era delicioso... Y habían dos de ellos... ¡Pero no podía sucumbir! ¿O sí?
Hiei dejó escapar un suspiro de exasperación y retiró la mirada de aquella tentación, sin saber que Kurama miraba desde la puerta de la cocina, toda la escena, divertido.
¿Quién iba a pensar que el gran jaganshi tendría la 'dificil' decisión de tomar o dejar el chocolate? Evidentemente parecía algo imposible.
Hiei miró de reojo las dos barras aún reteniéndose a caer tan bajo.
Oh, maldición...
Maldito y patético zorro con sus estupideces de los dulces ningen... AGGHHH!
Hiei se dio por vencido con algo de ya-están-ahí-para-qué-desperdiciar y cogió una barra desnevolviéndola con fervor imaginando cómo el chocolate se disolvería en su boca, mientras degustaba del dulce sabor.
Ah... ¿lo ves? -dijo Kurama deslizándose detrás de Hiei y dándole un masaje en los hombros -. No debes andar malhumorado.
¡No estoy malhumorado!... Simplemente... -pero ya no quiso seguir hablando mientras devoraba ávidamente los chocolates.
Kurama lo abrazó por detrás.
¡Te quedarás hoy?
No sé -dijo Hiei mientras trataba de desenvolver el otro chocolate -. Si Mukuro no me llama...
Kurama dio un gruñido de desesperación y soltó a Hiei.
Dime una cosa, Hiei. ¿Fue Mukuro la que te pidió luchar contra mí?
Hiei casi se atraganta con el chocolate.
¿Por qué preguntas?
No sé... Se me hace muy sospechoso que hicieras esa pregunta de la nada.
Hn.
No me contestaste.
No es muy importante.
Sí lo es.
No lo es.
Sí lo es.
¡Que no lo es!
Que sí lo es.
Hiei gruñó y lo miró con mala cara.
Está -dijo finalmente -. Sí fue Mukuro la que me dijo eso. ¿Y qué?
¿Cómo que 'Y qué'? ¿Por qué te habrá pedido algo como eso?
No sé, pero qué más da -dijo Hiei exasperado. Bajó la mirada y trató de seguir con el chocolate, pero el resto le supo muy amargo.
Kurama no le quitó la mirada de encima hasta que Hiei le lanzó en la cara los envoltorios de los chocolates.
Pasaron el resto de la tarde en silencio, Hiei viendo tv y Kurama haciendo su tarea, lanzándole furtivas miradas al demonio de fuego.
Oye, Hiei.
¿hm?
¿Por qué sigues trabajando para Mukuro?
Porque sí.
Esa no es una razón -dijo Kurama abandonando el lapicero azul.
Sí es.
No es.
¡Que sí es!
Que no es.
Hiei le lanzó una mirada fulminante y le sacó la lengua, ante la mirada sorprendida de Kurama.
Esto ya era demasiado sospechoso. Hiei le preguntaba qué haría si luchaba contra él y luego no le quería decir por que seguía trabajando para Mukuro.
¿Lo habría amenzado? ¿Qué le habría hecho? ¿Talvez había involucrado a Yukina?
Sabía que Hiei le estaba ocultando algo y no le gustaba en lo absoluto.
Hiei tampoco quería ocultarle nada a Kurama, pero era necesario si quería que todo saliera bien. Con un poco de suerte, Mukuro terminaría por aceptar que él no le quería y listo.
O talvez no era así... O, bueno, ella no podría reternele por siempre, ¿verdad?
No podria amenazarlo por siempre, aparte que ella no era así... ¿verdad? ¿O era que recién la conocía? ¿Recién se estaba dando cuenta de quién era Mukuro realmente? ¿No era él, Hiei, sólo un individuomás para lograr lo que ella quería? ¿No era sólo una herramienta más para ella? ¿No era uno más del montón?
Una ira profunda invadió el cuerpo del youkai, a medida que su propia mente le cuestionaba. ¿Y si talvez era todo cierto? Entonces él era un juguete. Sólo eso. Y lo que tenía Mukuro... Era un simple y estúpido capricho de mujer vieja y menopáusica. Eso debe de ser. Sí...
Aunque... después de todo... Mukuro seguía siendo su maestra, ¿verdad? Todo aquel asunto lo tenía tan confuso y abatido... Pobre y pequeño youkai. Se preguntó qué hubiese pasado si nunca la hubiera conocido. No le habría pasado nada de nada, ¿cierto? Estaría tranquilo y no tendría que sentir odio por nadie más. Una ira que parecía veneno que corroía todo su interior, creando un sentimiento de rencor y resentimiento como piel putrefacta en piedras preciosas. Era un tanto así.
Si talvez no hubiese estado perdiendo tiempo en su autocompasión, se habría dado cuenta de las cosas antes que sucediera algo peor. Pero no, él tenía que ser así. Terco y odiado. Odiado por sí mismo. El Niño Prohibido.
Y ahora su mente parecía ser un revoltijo de emociones que no sabía expresar. Era todo tan patéticamente absurdo que le costaba trabajo realizar que estaba pensando en todo aquello, y que aún así se sentía confundido y agobiado. Nunca tendría paz. La tan ansiada paz que todos los seres esperan conseguir algún día. No la tendría. Y no la merecía. Era el Niño Prohibido.
Y si había algo que tenía que agradecerle a la vida era su hermana. Y... Kurama... Sí... Porque Kurama era todo lo que él no podría ser jamás, y todo lo que necesitaba. Eran ambos tan diferentes, y sin embargo, se entendían tanto como podían... No, ya no era más su compañero de lucha... había pasado a ser su amigo, la persona en la que más confiaba, la que más tranquilidad le daba y por la que había llegado a preocuparse. A la que había llegado a quereramar.
¿Era él, El Niño Prohibido, digno de todo eso? Pues no. Al menos, así lo sentía él. Se dio la vuelta para ver a Kurama, aparentemente absorto en sus estúpidos estudios ningen. Ogh.
Se preguntó por qué aún seguía en aquel lugar. Sí, bueno, la compañía de Kurama le gustaba... Pero a veces... Incluso en ese lugar se sentía... sólo. Como si algo le faltara... Se sentía vacío, talvez incompleto.
Kurama, ahora vuelvo.
Espera, Hiei, ¿adónde...? -pero el youkai de fuego ya había salido por la ventana, aún estando en el piso ocho, y había desaparecido entre los árboles.
Kurama se acercó a la ventana y se apoyó. Cerró los ojos y trató de no darle más vueltas... Pero por alguna razón se le hacía imposible.
¿Qué me falta?
¿Qué me sucede?
¿Qué le sucede?
El zorro se volvió a la mesa, triste y desconcertado. ¿Por qué Hiei no le decía qué pasaba?
Apoyó la mejilla en la palma de la mano, incapaz de concentrarse en la tarea de cívica y leyes. Sentía una extraña nostalgia. Talvez Hiei se estaba cansando de él... ¿Por qué?
Hacía ni dos meses habían empezado lo que podría llamarse una 'relación', claro, siempre y cuando Hiei no estuviese ahí para escucharle... Pero... A veces todo eso parecía estar tan lejos... Tratar de llegar al corazón de Hiei era difícil. Muy difícil.
Kurama respló y pronunció el nombre del youkai con tristeza.
.-.-.-.-.-.-.-.
Habían pasado dos días desde que el youkai se había ido, sumiendo en preocupacion al pobre youko, que no se podía concentrar en nada que no fuera Hiei.
Y ya se había ausentado en periodos iguales, sólo que... ahora... sabiendo que Mukuro... Y Tsubaki... y...
Abatido, decidió tomar un baño a ver si se calmaba un poco.
Cerró la puerta del baño tras sí, y abrió la llave del agua caliente.
Y en eso, el youkai entraba por la ventana. Después de hablar con Yukina, las cosas se habían aclarado un poco. Y es que si había alguien aparte de Kurama para hablar, esa era Yukina.
Y... ahora que llegaba... el zorro no estaba... ¿dónde se metió? Se perdió...
Lo buscó con la mirada por toda la habitación. ¡Maldita sea! ¡Luego de subir los jodidos ocho pisos de ese estúpido edificio el zorro no estaba!
Se sentó enfurruñado en la cama. Hasta que el sonido del agua cayendo el suelo de la ducha a través de la puerta le indicó que el zorro si se hallaba ahí, y más preocupado de lo que se imaginaba.
Y salió, con una toalla roja (N.A: T-T xq siempre son todas blancas?) amarrada a la cintura y sacudiendo su larga melena roja, empapada y chorreando por su cuerpo. Se encontró con la mirada del youkai, que lo observaba entre fascinado y avergonzado. Pobre, pequeño y tímido youkai de fuego con las mejillas tan rojas que empezaba a dolerle.
Hiei... Me alegra que hayas venido.
¿Sucede algo, Hiei?
... No...
¡Como si no! Si el corazón del youkai bombeaba sangre cada vez más rápidamente, la sangre corría mil veces más rápido por sus venas y su corazón parecía querer salirse de su pecho. ¡Maldita sea! Ya lo había visto miles de veces así, ¿por qué ahora le causaba tanto nerviosismo? Y su cara se tornaba cada vez más roja a medida que Kurama avanzaba hacia él.
¿Hiei?
¿qué...?
Kurama sonrió y subió a la cama, andando a gatas sobre ella mientras Hiei retrocedía hasta la pared que daba a la cabecera.
¿Qué pasa, Hiei? Nunca he logrado intimidarte -dijo Kurama sonriendo.
Y al darse cuenta que no podría retroceder más, el youkai miró nervioso al zorro, que le dedicó una de sus más tiernas sonrisas y lo besó fugazmente en los labios.
Hiei se relamió los labios, recordando el sabor de los labios de Kurama, queriendo volver a probarlos, volver a sentir aquello cálidos y usaves labios en los suyos... E hizo lo único que tenía sentido en ese momento: Se abalanzó sobre Kurama, tumbándolo a la cama, presionando con timidez sus labios contra los del zorro, mientras sus lenguas jugaban, casi inconscientemente.
Kurama presionó la espalda de Hiei contra su pecho, haciendo que la ropa de Hiei se mojara con su reciente humedad, tentándolo a probar todo de él, recorrer su cuello, besando, probando, lamiendo, disfrutando del sabor de la piel tersa del zorro, enredando sus manos entre el cabello mojado del zorro, que empapaba las sábanas blancas. Las manos de Hiei reocrrieron temblorosas el abdómen del zorro y justo cuando iba por la toalla...
¡Ding Dong! (¬¬ sonido barato que hace el timbre al ser presionado xDDD)
Mierda -susurró Hiei cuando Kurama detuvo sus besos sobre la boca del youkai. Intentó reanudar, cuando Kurama se alejó y negó con la cabeza.
Puede haber pasado cualquier cosa...
Qué importa -contestó el youkai mientras trataba de volver a besarlo...
Lo siento... Pero puede ser importante -dijo Kurama besando al youkai rápidamente antes de buscar al menos una camisa y un bóxer qué ponerse -. Ahora regreso.
Hn -Hiei se cruzó de brazos y miró a otro lado.
Kurama salió con una toalla sobre los hombros, visiblemente molesto y abrió la puerta del apartamento.
¡Buenas noches, Kurama! -exclamó Yuusuke sonriendo -. Eh... ¿Te saqué de la ducha? -preguntó abriendo mucho los ojos.
Algo parecido -dijo sonriendo a duras penas -. Pero pasa... pasa.
Yuusuke entró, sonriente y se sentó a sus anchas en un sillón.
¿Qué se te ofrece?
A pues... no, nada en realidad. Sólo pasaba por aquí y se me ocurrió visitarte.
Ah -dijo Kurama mientras pensaba en mil y un adjetivos para el detective que había interrumpido un momento muy importante.
Espero no haber venido en mal momento.
En lo absoluto -dijo Kurama casi con un gruñido.
¿Estás mal del estómago?
.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.
Holaaaaas! n.n
Bueno, ¿qué les pareció? ¬¬ ese Yuusuke. ¿De verdad 'sólo pasaba por ahí'?
Am... ¬.¬ si si, lamento la tardanza, es que ya el martes entro al cole y pues como que no me agrada mucho la idea -.- peeeeeero... si me saco buenas notas (del tercer puesto al primero) mi papa me compra los primeros cinco tomos de YYH!
Además, ayer intenté actualizar -.- pero el estupido fucking diskette se murió antes de que pudiera sacar los capis -.-
Asi que voy a tratar de actualizar por fin de semana, porque en verdad me voy a esforzar, juajuajuaaaaa!
Bueno, ya nos vemos luego n.n
GRACIAS POR LOS REVIEWS!
Dark-Kagome
