Nota: Como siempre, los personajes son creación del profesor Tolkien, esta historia es pura diversión, no me demanden o perderán el tiempo.
Porque los elfos no deben volar.
—No puedo creer como fue que descuidaste a los niños durante tanto tiempo —decía Celebrian camino a la cena en casa de Galadriel —si cuando llegaron apenas los reconocí vestidos con esos harapos que llaman ropa de montaraz, no quiero ni pensar en el tipo de amistades que tuvieron durante mi ausencia.
.Pero querida, uno de ellos era el rey Aragorn —decía Elrond —No eran malas personas.
—Se ve también eran tus amigos, claro a ti siempre te agradaron los humanos —Seguía Celebrian,
—Será porque mis abuelos eran humanos —respondió Elrond.
—Por eso no empujaste a Isildur al fondo del volcán cuando se negó a echar el anillo. —Continuó Celebrian sin escuchar a Elrond y hubiera seguido así de no ser por uno de los gemelos.
—Ya llegamos —Se oyó la voz sin emoción de Elladan, que se bajó del caballo y ayudó a su madre a bajar del carruaje mientras Elrohir tomaba las riendas de los caballos.
—Querida, que gusto verte —dijo Galadriel saludando a su hija —Elrond, espero que no hayas visitado de nuevo a esos padres adoptivos tuyos —añadió con tono de reproche.
—No he sido tan afortunado —Dijo para sí Elrond.
—Pasen, que tenemos tanto de que hablar —Dijo Galadriel
Adentro en el salón estaban elfos vanyar, teleri y noldor, Galadriel se pasó toda la noche desporticando contra los hijos de Feanor y en su extenso discurso habló de que no era posible que Mandos hubiese decidido liberarlos tan pronto de sus recintos conociendo todas las acciones de los hijos del Espíritu de Fuego. Además de que estaba el hecho que abandonaron el confinamiento al que estaban condicionados cuando 'ese elfo oscuro de Caranthir' vino volando hasta Tol Galen en un aparato que era tan o más pernicioso que cualquiera de los silmarils.
—Por eso mis queridos amigos —dijo Galadriel poniéndose de pie —propongo ir en comisión hasta el mismo Manwe y pedirle un castigo para los hijos de Feanor, ya que conociéndolos como yo los conozco puede ser capaces de iniciar otra revuelta en cualquier momento.
—Con tu permiso querida prima Nerwen, —dijo Fingon tomando la palabra —pero creo que estás loca.
Elrond y los gemelos rieron pero inmediatamente fueron callados por la mirada de reproche de Celebrian.
—Como te atreves a hablarme así, yo soy Galadriel la dama blanca —Dijo Galadriel indignada.
—Eras —corrigió Finrod —yo también era Finrod Felagund, pero aquí de nada me sirve ese título.
—Además si vamos a hablar de cosas del pasado yo también fui alto rey de los Noldor —dijo Fingon —y por lo mismo también fui rey tuyo.
—No esperaba otra cosa de ti Findekano —dijo Galadriel —tu siempre has sido amigo de esos espíritus de fuego, pero te diré que todos los demás aquí me apoyan.
No se oyó voces en contra, sería porque los elfos del aburrimiento se quedaron dormidos y estarían corriendo por los extraños parajes de los sueños élficos. El asunto es que se hizo como Galadriel quiso y se mando una queja escrita la mismo Manwe, reclamando por el comportamiento de los hijos de Feanor.
Jamás se oyeron tantas risas juntas en Taniquetil como aquel día, ya que Eonwe y Osse se las arreglaron para que Manwe convocara a todos los valar y Maiar a un reunión a la que era imposible faltar. El asunto era un secreto le dijeron a Manwe, pero le prometieron que lo averiguaría una vez llevada a cabo la reunión, y como era de esperarse todos los valar y maiar echaron a reír juntos cuando vieron a Olorin, si incluso Niena se puso a llorar pero de la risa, y la expresión severa de Mandos cambio para volverse a una más alegre, semanas después todavía se le podía escuchar riendo por sus pasillos sin alguna razón aparente.
Olorin decidió que lo mejor era volver a Tol Galen y encerrarse en su casa de por vida o hasta que su barba tenga un tamaño aceptable, sin embargo una mañana alguien a quien no esperaba ver llamó a su puerta.
—Mithrandir, ¿puedo hablar contigo unos momentos? —Llamó a la puerta Celebrimbor —tengo que consultarte algo.
—¿Qué quieres ahora, burlarte como todos los demás? —dijo molesto Gandalf asomando su cabeza por la puerta —¿Qué es lo que el gran señor de los anillos quiere consultarme?
—Gandalf sabes bien que nunca me gustó ese apodo, ya que es el mismo que el del tramposo de Annatar —Celebrimbor era un elfo muy comprensivo, distinto de su padre, pero si había algo que aceptaba era que lo vincularan con Sauron —yo sólo quería saber si puedes convencer a Thranduil de dejar a Legolas visitar Formenos, mi tío Celegorm lo invita a cazar con él.
—¿Y para eso te mandaron a ti? —dijo Gandalf sospechando algo más.
—Yo sólo cumplo las órdenes de mi padre —dijo sin emoción Telperinquar —Además se nota que a Thranduil no le agrada mucho tío Turko, y yo no le culpo por eso, pero parece que a tío Celegorm sí le agrada Legolas, o por lo menos eso parece, sino no le invitaría.
—¿Para qué? ¿Quieren inventar algo para torturar elfos de Doriath o simplemente quieren probar una máquina para hacer helados? —bufó Gandalf.
—Helados no, pero no es mala idea, creo que puedo hacer algo al respecto —Dijo Celebrimbor cuyo espíritu creador simplemente necesitaba de una idea para crear objetos maravilloso, por eso sacó una libreta de su bolsillo y comenzó a anotar distraídamente —Máquina para helados.
—Bueno, entonces ¿para qué quieren a ese descocado elfo?
—¿Y quieres que yo, vaya a hablar con Thranduil, que me obligó a afeitarme la barba, para dejar a Legolas montarse de nuevo en esa máquina maldita, quien tiene la culpa de todo este enredo... —Gandalf se detuvo un momento, tal vez era la mejor manera de tomar revancha contra los elfos causantes de sus pesares, que mejor venganza que la de molestar a Thranduil que la de su hijo otra vez en problemas y Legolas, a ver si así aprendía a permanecer con los pies y la cabeza sobre la tierra.
—Está bien, Celebrimbor —respondió Gandalf —Te ayudaré a convencer a Thranduil, pero debes dejarme a mí sólo en este empresa ya que siendo noldo, no gozas del aprecio del antiguo rey de Mirkwood.
—Gracias Mithrandir —dijo Celebrimbor —Eres un gran amigo, después de todo lo que te hicimos pasar —Dijo con sinceridad Telperinquar, haciendo sentir por un momento a Mithrandir culpable por lo que iba a hacer, pero sólo por un momento —cuando esté lista mi máquina serás el primero al que le de paletas heladas.
—¡Estás loco Mithrandir! —casi gritó Thranduil —Como se te ocurrió mandar a Legolas otra vez con esos locos de los vástagos de Feanor, ya bastantes dolores de cabeza me provocaron para encontrarlo a mi llegada a Aman.
—Y me lo dices a mí —dijo Mithrandir —pero de acuerdo a lo que me dijeron es porque lo invitaron a cazar con ellos, aquí está la carta de invitación del puño y letra de Celegorm.
—No me recuerdes ese elfo —dijo Thranduil —Es uno de los más insoportables que jamás conocí. Sin contar con que invadió Doriath, aunque no lo hubiera hecho, igual no me agradaría.
—Eso es cosa del pasado, además creo que no es mala idea dejar a Legolas visitar a Celegorm —dijo Mithrandir —Piensa un poco, ¿quién es mejor rastreador que Celegorm que aprendió del mismo Orome? —Gandalf pudo percibir como la actitud de Thranduil cambiaba —Celegorm no le enseña a nadie que no sea de su familia a rastrear presas, aunque no lo demuestre parece que le tomó cariño a Legolas, debes admitir que es un honor que a pocos les ha sido otorgado.
Thranduil todavía tenía sus reservas, como podría enviar a su hijo de vuelta con esos elfos que no causaban más que problemas, y las circunstancias en que los conoció no eran las mejores. Otra vez tenía un mal presentimiento.
—No, no puedo permitirlo.
—Es un poco tarde, porque yo pensé que accederías, por eso le dije a Legolas que estaba bien que fuera.
—¿¡Qué hiciste qué!?
En el camino Legolas se encontró con dos rostros conocidos e idénticos.
—Hola Greenleaf, ¿a dónde vas tan contento? —Preguntó Elrohir.
—Voy a Formenos a visitar unos amigos —Dijo Legolas alegre —Me invitaron de cacería.
—¿De cacería? ¿Quiénes? —preguntó Elladan.
—Celegorm —dijo Legolas contento —Mithrandir me dio una carta suya donde me invitan a pasar unos días con ellos y a explorar las tierras salvajes donde me perdí la otra vez.
—¡Cacería, tierras salvajes! —exclamaron los gemelos —¿Podemos ir también?"
—No sé, pero no veo porque no pueden ir también, creo que se divertirán —Dijo Legolas.
—Que bien, voy a dejarle una nota a papá para que no se preocupe —dijo Elladan —Espérenme aquí que regreso enseguida.
—¿Cómo es ese bosque Legolas? —preguntó Elrohir.
—Es muy grande, parecido a Mirkwood, sólo que sin orcos ni trasgos, es muy bonito —Decía Legolas.
Muy lejos de ahí, en Formenos, los hijos de Feanor seguían con sus propios asuntos.
—Con eso será suficiente —decía Curufin mientras se frotaba la frente la frente con el revés de la mano —Ahora podrás aterrizar sin problemas Caranthir.
—¿Crees que con eso basta? —decía todavía incrédulo Caranthir —La última vez por poco acabo en el fondo del océano de no haber sido por unos teleri que me sacaron del agua.
—Casi lo devuelven al mar cuando le reconocieron —dijo Celegorm.
—Por lo menos la cara de Galadriel aquel día fue memorable —decía sonriente Caranthir —me hubiera gustado tener algún artefacto para guardar aquella imagen y mostrárselas.
—Silencio —dijo Celegorm deteniéndose a escuchar —Creo que ahí viene Maedhros, rápido escóndanlo todo —Los hermanos cubrieron rápidamente su máquina voladora con una tela y pusieron las caras más inocentes que tenían.
—Celegorm —dijo Amrod curiosamente sin Amras —Maedhros nos llama para hablarnos de algo importante, dice que vayamos todos.
—Y donde está tu otra mitad, Ambarussa —Dijo Curufin molestando a su hermano.
—Está con Maedhros —dijo Amrod —dice que así será más fácil encontrarlos, ya que no hay la posibilidad de que me vaya al bosque yo solo —Decía suspirando Ambarussa.
—En eso tiene razón Maedhros, ¿cómo no se me ocurrió antes? —hablaba Caranthir.
Los hermanos fueron al salón principal de su reconstruida fortaleza donde Maedhros los esperaba con Maglor y Amras.
—¿Qué quieres ahora Russandol? —dijo Curufin de mala gana.
—Nada complicado, una de las cosas sería que no camines con hollín en la frente cuando tenemos visitas —le dijo Maedhros con una mirada suspicaz.
Los hermanos se sorprendieron al ver sus visitantes, dos idénticos como reflejo de un espejo y uno con el cabello dorado y mirada radiante.
—Legolas, que alegría verte —Dijo Caranthir para sorpresa de sus hermanos, apoyando su mano sobre el hombro de Greenleaf como es costumbre entre los elfos —Te extrañábamos.
—No me digas que te alegras de ver a Legolas —dijo extrañado Maglor —Si te la pasabas molestando al muchacho cada vez que podías.
—Debe ser porque así no hay motivo para llamarlo a él oscuro —Dijo Curufin —¿Quienes son estos dos de aquí, se ven familiares?
—Son los hijos de Elrond, que al igual que Ambarussa son gemelos —Dijo Maedhros —vinieron porque eran montaraces y como Legolas recibió una carta de Turkafinwe invitándole a ir de cacería con él, pensaron que era buena idea venir también. Parecen chicos amigables, aunque no sé porque se interesan en venir a conocer a Celegorm, ¿ustedes saben quién es, verdad?
Los gemelos querían responder, pero fuerte Finwe les adelantó
—Claro que los invité, cuantos más sean mejor —Dijo Celegorm.
—¿Y a que se debe este cambio? —preguntó Maedhros levantando una ceja sospechando algo malo.
—A nada, a mí siempre me agradó Legolas —dijo Celegorm colocando su brazo alrededor de Legolas —lo que pasa es que no dije nada porque tengo una reputación que cuidar.
—¿Cuál? ¿La del elfo más molesto de Aman? —dijo Amrod y Amras simplemente el acompañó con la risa.
—Bueno, ¿no son ustedes los que siempre me reclaman por mis modales? Ahora que pienso cambiar me lo echan en cara, sinceramente, no los entiendo —dijo Celegorm cruzándose de brazos y cerrando los ojos, y así disimulaba para no tener que enfrentar la mirada de Maedhros que parecía escudriñarle el alma.
—Lo siento Celegorm —dijo Maglor —es que no estamos acostumbrados a que seas amable, con nadie.
—Ahora si me permiten llevaré a mis invitados a sus habitaciones —Dijo Celegorm saliendo del salón —Vamos Legolas, amigos.
Legolas, Elladan y Elrohir le siguieron sin sospechar nada de lo que tramaba, sólo Maedhros presentía que los problemas todavía no habían comenzado, pero no había podido descubrir nada en Celegorm, su mirada sí mostraba afecto por el elfo sinda, claro, Legolas era un elfo muy agradable, pero no entendía el interés de su hermano en un descendiente de los elfos de Doriath.
