Nota: Para que no les digan y no les cuenten, los personajes y los lugares son de la hermosa creación del profesor Tolkien, este es sólo uno de mis desvaríos, no me demanden porque se me hace muy fácil alegar locura. Porque los elfos no deben volar 4

Porque los elfos no deben volar 4

—¡Rápido Kano, arriba, date prisa y despierta a Ambarussa! —decía Maedhros quitándole las mantas a Maglor que estaba confundido por los gritos —¡Tenemos que alcanzarlos!

—¿Qué pasa Russandol? —preguntó a Maglor con la mirada todavía borrosa —¿De quién estás hablando?

—De nuestros hermanos, ¿de quienes más? —Nelyo corría por los pasillos seguido de Celebrimbor y Fingon —sólo espero que los encontremos a tiempo.

Maedhros apenas tuvo tiempo de vestirse apropiadamente para luego preparar a los caballos para el viaje. Mientras Maglor trataba todavía de entender a que se debía tanto alboroto a tan tempranas horas, se vistió y fue a despertar a sus hermanos a los que no pudo explicar nada porque él tampoco entendía nada así que le preguntaron a Fingon que era lo que pasaba a lo que simplemente les respondió que buscaban a Celegorm y a los demás por un asunto que tenía que ver don Artanis.

Unos minutos más tarde Maedhros, Maglor, Amrod y Amras, Fingon y Celebrimbor estaban en el patio listos para partir.

—Explícanos de una vez Russandol —dijo Amras —¿por qué tenemos que encontrar a Celegorm y sus amigos?

—Porque se fueron de cacería y no nos llevaron con ellos —le respondió Amrod, con lo que pensaba era obvio —ahora que tienen nuevos amigos poco o ningún caso nos hacen.

—Podemos conseguir nuestros propios nuevos amigos —le dijo Amras —unos más simpáticos que Legolas.

—Escuché acerca de unos hobbits que hace tiempo vivían en Aman —dijo Amrod.

—¿Hobbits? —preguntó Amras —¿Qué son hobbits?

—Son como humanos pero más pequeños —respondió Amrod —según me dijeron eran muy alegres y simpáticos.

—¿Dónde crees que podamos conseguir algunos? —Amras seguía con el interrogatorio.

Maedhros sólo se agarraba la cabeza con ambas manos, gesto común en todos los miembros de su familia —¡Partamos de una buena vez! —gritó Maedhros molesto por la conversación sin sentido de sus hermanos menores.

—Celebrimbor será mejor que te quedes —dijo Fingon —por si llega alguien.

—Pero yo... —Telpo quería hablar pero no le dejaban.

—Es posible que venga Artanis y compañía —Fingon le susurró al oído —Tú eres el único capaz de distraerlos un rato hasta que volvamos, además sé que te llevas bien con ella.

—Era Celebrian… bueno, eso es historia antigua —explicó sin mucho éxito —Además yo sé…

—Haz todo lo posible por detenerlos aquí, no tardaremos —Dijo Fingon al momento de partir porque Maedhros y Ambarussa, los dos, y Kano ya había partido.

—¡Bueno, pero luego no me digan que no ayudo —Dijo Celebrimbor cruzándose de brazos viendo a Findekano marcharse sin escucharle, es que Fingon suele ser más valiente que reflexivo.

Ya sobre la cima de la montaña al lado del mismo acantilado del que volara por primera vez Legolas, Celegorm y compañía comenzaron a bajar sus instrumentos de la carreta.

—¿Qué es todo eso? —preguntó Elladan ayudando a Curufin a bajar unas cajas —te ayudo.

—Gracias —fue lo único que pudo decir Curufin

—¿Y yo en que te ayudo? —preguntó Elrohir.

—quitemos está tela —dijo Caranthir.

—¡Es la máquina voladora! Se alegró Legolas —¡La han reparado! Que bien.

—Claro, ¿recuerdas el día que fui a visitar a mi querida prima? —dijo Caranthir orgulloso de su hazaña.

—Es cierto, gracias a ti gané una apuesta que hice con Mithrandir —recordó Legolas —Ahora se deshizo de su barba, no creo que esté contento, pero no me hubiera dicho que era imposible volar. Fue graciasa ustedes que logré demostrarle que puede equivocarse. Además fueron muy amables en ir a buscarme y explicarle a mi padre mis razones, yo pensé que me repudiaría, pero al final todo salió bien, y hasta creo que él está contento. Gracias de todo corazón, no sé qué podría hacer por ustedes.

—Creo que hallamos una forma —dijo Celegorm —Más tarde te diremos.

—¿Máquina voladora? —decían los gemelos al mismo tiempo —Asombroso.

—¿Pero que pensamos cazar? —preguntó Elrohir —¿Águilas? No creo que le guste mucho a Manwe

—No seas tonto, no es para cazar aves —reprendió a su hermano Elladan —Es para ver a las presas desde el aire, por eso eres tan buen cazador, ¿verdad Celegorm?

Celegorm no podía creer la inocencia de estos elfos, parecía que durante su existencia en la Tierra Media no aprendieron nada, aunque tal vez por eso estaban aquí, porque aunque eran fieros cazadores de orcos no desconfiaban de otros elfos. Los gemelos se quedaron a examinar el extraño aparato, no podían creer que Legolas hubiese volado sobre él una vez.

—Ya me parecía extraño volver a este lugar —dijo Legolas —pero ¿esto no nos retrasaremos con lo de la cacería?

—Mira, mejor colócate este casco Legolas —le dijo Celegorm que por primera vez comenzaba a dudar de lo se proponían hacer.

—¿no es el casco de Maedhros? —dijo Legolas —lo recuperaste, yo pensé que se había perdido en el bosque, estaba preocupado por eso. Maedhros debe estar contento.

—Sí, seguro que sí —Dijo Celegorm algo dubitativo.

—¿Pero, por qué quieres que me lo ponga? —preguntó Legolas.

—Es un obsequio de nuestro querido hermano —dijo rápidamente Caranthir —tú sabes, a Maedhros le regaló un casco a fingon porque era su amigo, y ahora te regala uno porque te considera su amigo.

Esto podría ser considerado una mentira, pero no era tal porque a pesar de todo Caranthir sabía que Maedhros consideraba amigo a Legolas, ya que el hijo de Thranduil le simpatizó desde el comienzo y en realidad Nelyo nunca tuvo problemas con los elfos de diferentes razas, simplemente fue movido por el juramento de Feanor.

—Ustedes son tan buenos conmigo —dijo Legolas emocionado —primero me ayudan a volar y luego me invitan para regalarme un casco tan bonito de su familia.

Caranthir comenzó a sentir algo extraño, algo que hacía tiempo no sentía como una vocecita que le decía que no estaba nada bien.

—Y pensar que me dijeron que jamás debía confiar en un feanoriano —seguía Legolas con los ojos brillosos —ero ahora sé que todo lo que decían eran patrañas, ustedes son los elfos más listos y divertidos de toda Arda.

En este punto tanto Celegorm como Curufin bajaron las miradas, porque delante de ellos estaba un elfo que a diferencia de los demás elfos Sindar sentía un verdadero afecto por ellos, y en la mirada de Legolas vieron que sus palabras eran sinceras, motivo por el que no se atrevían a mirarlo a los ojos, porque en el fondo sentían remordimientos por lo que querían hacer, que era poner en peligro una vez más la vida de Greenleaf, y en sus corazones nació el deseo de no querer traicionar la confianza que Legolas tenía en ellos.

—Eh... sí bueno... no te pongas así —dijo Caranthir sin levantar la mirada —es sólo un casco, Curufin puede hacer cuantos quiera con los ojos cerrados

—Pero no el casco de Maedhros —dijo Legolas —¿Cuántas batallas habrá peleado con él, cuantas bestias de Morgoth habrán huido al ver brillar el metal de este yelmo?

—En fin, por que no vas a ayudar a tus amigos Elladan y Elrohir —dijo Celegorm para que Legolas se aleje y pueda hablar en privado con sus hermanos.

—¿Qué vamos a hacer ahora? —preguntó Celegorm.

—Parece que dudas hermano —habló Curufin —¿es acaso por las palabras de Legolas?

—A decir verdad ya no quiero lanzar a Legolas por el acantilado —dijo Caranthiry luego añadió —otra vez ¿tú que piensas Curvo?

—Que ya no me parece tan buena idea, pero sino es él, ¿quién? —Se preguntaba Atarinke.

—Siempre podemos dejar el experimento para otra ocasión —dijo Celegorm —Además no necesitamos de Legolas para seguir con nuestros planes, este elfo no nos ha hecho nada.

—Está dicho entonces, no habrán vuelos hoy —dijo aliviado Caranthir —Curvo ve a llamar a Legolas y sus amigos y diles que vengan que nos vamos ahora de Cacería.

Pero al voltear Curufin vio que Elladan estaba subido en el artefacto listo para despegar mientras oía las indicaciones de Legolas. Corrió para detenerlos pero se detuvo en seco al escuchar una voz muy familiar detrá de él

—¡Curufinwe Atarinke, qué en el nombre de los valar haces! — fue el grito que escuchó de Maedhros que se escuchó con eco al borde del acantilado.

—Esto no lo esperaba —Caranthir tragó saliva —de esta ni Manwe Sulimo nos salva

Celegorm se puso pálido y con la mirada buscó algún escape de la ira de su hermano, viendo el aparato volador sintió enormes deseos de estar allí y saltar como lo había hecho Legolas cuando vio venir a Thranduil, pero él no estaba ahí sino otro elfo, que injusta era la vida a veces, él que nunca quiso subirse al aparato volador ahora era justo lo que más deseaba y no podía.

Maedhros rápidamente bajó de su caballo y se acercó amenazador, como cuando peleaba contra los orcos de Morgoth, sus ojos lanzaban destellos brillantes y hasta pudieron asegurar que sus cabellos se hacían más rojos y se veía más alto de lo que ya era. Los tres hermanos parecían encogerse ante la mirada furibunda de Maedhros con cada paso que daba, y quien sabe lo que les hubiera hecho Maitimo de no haber sido por la oportuna intervención de Fingon que tocando su hombro llamó su atención para señalarle el lugar del aparato volador donde sus dos hermanos menores, Ambarussa.

Los vio claramente uno de los hijo de Elrond, no supo decir cual, estaba montado sobre el aparato volador y Amras, a ese si podía reconocerlo, estaba sentado a su lado, y su mirada no le gustó para nada, la conocía demasiado bien, esa mirada del que se prepara para hacer alguna travesura, y Maedhros no se equivocaba porque en lo que le parecieron horas el aparato se fue cuesta abajo y sin nadie que los detenga, los dos aun sobre la máquina voladora de su padre se lanzaron por la pendiente y cayeron por el acantilado para luego elevarse con la corriente de aire y ser arrastrados por el viento.

Legolas se cubrió los ojos del sol para poder verlos alejarse, como en la visión que tuvo Elrond acerca de sus hijos.