Nota: siete veces que escribo que los nombres de los personajes son creación del profesor Tolkien, no valdría la pena que me demanden por usar sus lindos personajes ya que no gana escribiendo sobre ellos, más que una gran satisfacción, pero eso no lo puedo compartir.

Porque los elfos no deben volar 7

La noche era evidente en la casa de los hijos de Feanor. Y aunque bien iluminado el salón principal, la sombra en los ojos de Elrond Peredhil y Thranduil Oropherion no se disipaba con las brillantes lámparas que alumbraban con luces doradas.

Elrond sentado en una silla finamente tallada, golpeaba con la punta de los dedos un libro que sostenía cerrado hacía ya una hora, produciendo un sonido como si del galope de un diminuto caballo se tratara.

-Quieres dejar de hacer eso! –le reprochó Thranduil que se puso de pie y se asomó a la ventana para tratar de ver si alguien se acercara. Nada, y aunque esforzó su vista élfica para ver más all� no conseguía ver lo que más le importaba, su hijo Legolas, que ahora según le dijeron ya debería haber regresado.

Elrond que se detuvo ante las palabras de Thranduil miró a Elladan que parecía muy tranquilo con todo, no parecía compartir su preocupación y de hecho su rostro mostraba cierta alegría, sentimiento del ahora no podía estar más lejos. Al observarlo detenidamente comprendió que entre él y Amras había cierta afinidad que no sabía como explicar, que raro le resultaba decir su nombre sin pronunciar el nombre del otro, siempre habían estado juntos y hasta donde sabía los gemelos jamás se separaron, ahora aquí lejos de su par, parecía a gusto con alguien como Amras que sin duda comprendía lo que es tratar de ser entendido como un ser individual. Elrond los comprendía perfectamente, ya que antes de que Elros tomara el camino de los segundos nacidos jamás se refirieron a él como Elrond Peredhil, sino como uno de los hijos de Elwig.

-Tardan demasiado –dijo Elrond colocando el libro que ni siquiera abrió sobre la mesa de la sala –Ya deberían estar aquí.

-Tal vez se fueron de cacería a las tierras salvajes con Legolas y Elrohir –dijo Amras

-Crees que estén enojados con nosotros por usar la nave de Curufin sin su permiso? –preguntó Elladan.

-No lo creo –dijo Amras –él único que parecía molesto era Maedhros, pero no estaba enojado con nosotros, sino con Turko, Moryo y Curvo.

-Toda Arda está molesta con ellos –habló Thranduil para luego volverse hacia Mithrandir –Y pensar que por un momento casi te creí el cuento de que Legolas tenía nuevos amigos.

-Ah no! no me echarás la culpa de lo que estos desquiciados elfos hacen –dijo Gandalf.

Elrond miró al último hijo de Feanor esperando una reacción ante estas palabras dichas sin la menor reflexión, pero Telufinwe sólo se sirvió un poco de vino en una hermosa copa de cristal cortado.

-Un poco de vino? –le ofreció la copa a Olorin –o prefieren dormir ahora, las habitaciones están listas, las mandé arreglar para ustedes, ya que es probable que no regresen hasta la madrugada, porque a Russandol le gustan los amaneceres.

-No creo que pueda conciliar el sueño esta noche –dijo Thranduil –Pero acepto tu vino, tal vez me tranquilice un poco.

Thranduil bebió de la copa, lo mismo que Elrond y Mithrandir, que apenas pudieron acomodarse colocar las copas sobre la mesa antes de caer en un profundo y largo sueño.

-que fue lo que les diste? –preguntó Elladan

-es un secreto que me enseñó mi madre –dijo Telvo –a veces se lo daba a mi padre cuando se la pasaba día encerrado en la forja.

Por un momento Elladan creyó a este elfo joven como en los días de los árboles, aun la luz de Laurelin y Telperion brillaba en sus ojos.

Ahora vamos a averiguar donde están Legolas y los demás –dijo Ambarussa.

-Como lo vamos a hacer? –preguntó Elladan.

-muy fácil –dijo Amras –con esto

El último hijo de Feanor descubrió una pequeña piedra, pulida como el cristal, pero oscura, tan pequeña que cabía en la palma de su mano.

-que es eso?

-es un pequeño Palantir.

No hubo descanso alguno para los elfos que marchaban rumbo a Taniquetil, para llevar a los hijos de Feanor ante el mismo Manwe, para que, según dijera Galadriel, se les quitara las ganas de seguir creando objetos que sólo traían desgracias y perversión entre los elfos.

-Elrohir, crees que castigaran a Maedhros? –preguntó Legolas que cabalgaba al lado del Peredhil –no me gustarían que los desterraran a lugares más lejanos que Formenos, además son los elfos más listos que he conocido jamás.

-Lo sé –dijo Elrohir –los conocí poco tiempo, pero también me agradan, especialmente Celegorm, me gustaría que me enseñe a hablar con los animales. Pero tu sabes que a mi abuela cuando se le mete una idea en la cabeza no hay quien se la quite.

-Debe ser por ese extraño don que tiene de ver el futuro –dijo Legolas –aun así no quisiera que castiguen a Maedhros por algo por lo que no es responsable. Fui yo el que les pidió que construyeran la máquina voladora.

-Es cierto eso que dices Legolas? –dijo Finrod que se acercó a los muchachos –entonces ellos no construyeron ese aparato del que tanto hablan para recuperar el Silmaril de la frente de Earendil?

-Tengo que informarle de esto a Artanis –Finrod fue a buscar a su hermana, mientras Amrod se acercó a Hoja Verde y Elrohir.

-Elrohir –le dijo –tu hermano quiere cuando volverás.

-Mi hermano, donde? –preguntó el Peredhil mirando hacia todos lados.

-aquí –Pityo le enseñó el pequeño Palantir en la palma de su mano.

-Un Palantir –dijo asombrado Legolas –pero es tan pequeño.

-sí, no se ve bien pero al menos puedes escuchar perfectamente –dijo Ambarussa –es muy útil cuando sales de cacería. Ambarussa tiene el otro.

Elrohir tomó el Palantir y sintió como inmediatamente se ponía en contacto con Elladan y se dio cuenta de que había extrañado a su gemelo desde que se fue el aparato volador de Curufin y luego el encuentro con su abuela, cuya mirada le dijo que más tarde él arreglaría cuentas con Celebrian, su madre; hasta las interminables horas de cabalgata rumbo a la mansión de los Valar.

Los gemelos hablaron de cosas que sólo ellos comprendían, pero luego de eso, Elrohir le contó la verdadera situación de los hijos de Feanor y de cómo todos estaban implicados en lo que sería, un nuevo juicio a elfos que, según su punto de vista, eran inocentes de los cargos que se les acusaba.

-Esto es más grave de lo que pensé –dijo Elladan –debemos ir con ellos. Aunque no creo que papá y el padre de Legolas me dejen.

-diles que los Valar convocaron a todos los implicados –dijo Elrohir –y eso incluye a los testigos, como tú, y que si no vas puedes ser declarado rebelde.

-Pero como llegaré antes de que termine el juicio, ustedes ya llevan ventaja de un día.

-Lo lograrás si vuelves a volar en la máquina de Curufin.