Nota: 9 capítulos de este fic sobre los personajes del profesor Tolkien, por eso siempre lo decimos una y otra vez, y las veces que haga falta.
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Porque los elfos no deben volar 9
Manwe estaba sentado al lado de su esposa, Varda que como siempre vestía de estrellas, cerca de ellos estaba Mandos, con el semblante siempre serio, casi inamovible, a su lado su esposa Vairie y Nienna, cerca Tulkas, Ulmo y Orome, Aulë junto con Yavanna. Lorien por su lado charlaba amenamente con Este, Vana y Nessa.
Eonwe entró e hizo una pronunciada reverencia, luego habló.
Ya están aquí
-Hazlos pasar –dijo sereno Manwe.
Eonwe dudo por un momento y trago saliva para finalmente hablar
-Me dicen que prefieren que los escuches en la plaza de la ciudad
-Y a que se debe esta solicitud?
-Muchos elfos noldor y algunos telleri vinieron a ver el juicio.
-Como fue que se enteraron? –dijo Mandos –creí que se trataba de una audiencia privada.
-Un juicio a los hijos de Feanor siempre llama la atención –dijo Ulmo -ya sabes que algunos elfos piensan que los dejaste ir demasiado pronto.
-Por algunos elfos de te refieres a los telleri –dijo Aule –Yo sé que no gozan de su aprecio, pero te digo que no habrá elfos más grandes sobre Arda.
-Dices eso porque son los nietos de tu querido pupilo –dijo Tulkas –Me pregunto que dice ahora Matan de su descendencia.
-No le dije nada a Matan, porque no quería que se preocupara –dijo Aule –Nerdanel todavía extraña a Feanaro, deberías dejarlo ir Namo.
-Otra vez tratando de liberar a Feanaro de su castigo? –dijo Lorien –sabes que eso sólo ocurrirá cuando se quiebre el mundo.
-El mundo es tan hermoso –comenzó Nienna –y sin embargo habrá de ser roto.
El llanto de la valie comenzó nuevamente.
-Pero eso no ocurrirá pronto –dijo Este –alcanzándole un pañuelo.
-lo sé –dijo Nienna –pero mientras Nerdanel llora por Curufinwe, y yo lloro por los dos.
Manwe sólo cerró los ojos y pareció contar hasta diez.
-creo que lo más conveniente será salir a la plaza para terminar con esto de una vez
Eonwe hizo otra reverencia y salió del salón
-Iré a avisarles.
-un momento Eonwe –dijo Manwe –no te ordené que salieras.
-Pero yo pensé que...
-Tienes razón, sin embargo no debes adelantarte a mis indicaciones –dijo Manwe –ahora creo saber como fue que tantos elfos se enteraron del juicio.
Eonwe bajaba las gradas de la torre de Manwe corriendo
-Por qué? –decía en su carrera –por qué, dulce Eru, tiene que vivir en una torre tan alta?
Cuando finalmente llegó a la plaza de la ciudad principal de los vanyar encontró a una gran multitud reunida alrededor. Muchos rostros conocidos estaban allí esperando la llegada de Manwe y los demás valar.
En el centro estaban los hijos de Feanor, con sus rostros altivos, orgullosos, como lo habían sido siempre, casi desafiantes, conservando aun la luz de los árboles en sus miradas.
Eonwe detuvo su carrera y con voz firme hizo su anuncio.
-Manwe Sulimo vendrá dentro de muy poco...
-Manwe Sulimo llegó –dijo Manwe que apareció detrás de Eonwe acompañado de su comitiva de valar, todos sentados en sus bien labradas sillas, en la misma posición en que Eonwe los había dejado.
Eonwe sólo sacudió la cabeza, pensando que no tenía caso hacerlo subir y bajar todas esas escaleras cuando Manwe estaba perfectamente capacitado para ir y venir a su antojo. Sin nada más que decir Eonwe buscó con la mirada a Osse y se fue con él para que los valar se las arreglaran con los elfos.
-siete son los hijos de Feanor, pero sólo veo aquí a seis –dijo Manwe –donde está el último Finwe?
Los hijos de Feanor por poco dejaron su altiva actitud, incluso Maedhros dudo antes de abrir la boca para contestar, pero alguien se le adelantó.
-Ambarussa no vino con nosotros –dijo Pityo –si quieres puedo llamarlo, pero tendremos que esperar un poco
-Supongo que podemos esperarlo –dijo Manwe.
-Esperar para que? –dijo Artanis –no es necesaria su presencia, podemos empezar sin él. No hay nada que pueda decir que cambie el curso de este juicio, de hecho nada de lo que puedan alegar los asesinos de su raza atenuará su culpa.
-entonces, para que nos trajiste hasta aquí? –protestó Caranthir
-si no nos necesitan, podemos irnos ya? –dijo Curufin igual que su hermano –tengo que terminar unas lámparas que le prometí a mi madre, Telperinquar no me ha ayudado desde que se puso a construir la máquina que hace helados y yo solo...
-silencio! –dijo Galadriel –nadie irá ningún lado.
-Pero Nerwen sabes bien cuantas lámparas usa mi madre para adornar el bosque donde será la fiesta para Yavanna...
-Shhh! Curufinwe –dijo Aule –es un secreto.
-oh! Lo siento Aule –dijo Curufin.
-está claro que notemos venido hasta aquí para discutir cuantas lámparas necesita Nerdanel –dijo Mandos golpeando el piso con la punta del pie –habla de una vez hija de Finarfin
-Eso intentaba –dijo Galadriel que caminó alrededor de los hijos de Feanor y los miro fijamente a los ojos uno a uno, mirada que era devuelta por otra aun más desafiante –quiero que sepan todos los que aquí están presentes, que los hijos de espíritu de fuego han creado un objeto que puede resultar aun más perjudicial que los Silmarili que atrajeron la codicia, y la caída de muchos.
Los murmullos comenzaron y más de uno se sintió molesto por este comentario.
-De que objeto nos hablas –preguntó Orome
–sabes bien que los Silmarili no fueron creados con ese propósito –protestó Maglor -y es gracias a ellos que aun conservamos algo de la luz de los árboles.
-De no haber sido por ellos Earendil no surcaría los cielos cada noche –dijo Maedhros.
-Este Earendil es el hijo de Idril? –preguntó Caranthir.
-Sí, y de un humano además –le contestó Celegorm –puedes creerlo, hay que ver como educan a sus hijas los primos.
-Luego nos reclaman nuestros modales –dijo Curufin.
-Cuales modales? -le reclamó Turgon que estaba entre el público –tu hijo causó muchos males a la Tierra Media según me contaron.
-Con Telperinquar no te metas –dijo Curufin
-Pero que puede esperarse de alguien que hace amistad con los enanos y vive incluso con ellos –dijo Elu Thingol
-Otra vez con lo de los enanos Elwe?–dijo Olwe –creí que ya habías superado eso.
Un gran tumulto se armó en la plaza principal, cada uno exponía sus razones y ya nadie les prestaba atención a los hijo de Feanor que ignoraban por completo a Artanis y sus vanos intentos por formalizar su acusación. Mientras más de un valar comenzaba a perder la paciencia.
En un colina cerca de Formenos otros elfos discutían igual, pero por otro asunto muy diferente.
-Te digo que no me subiré a esa cosa ni aunque me amarren.
-Pero Mithrandir –dijo Thranduil –debes ser tú el que vaya al juicio, fue por tu causa que la construyeron.
-Está visto que tendremos que irnos solos –dijo Amras –vamos pues, se hace tarde.
-Tienes razón –dijo Elladan subiéndose –no hay que hacer esperar a los valar.
-Tú no irás a ninguna parte –dijo Elrond agarrando a su hijo del brazo –si tu madre te ve, seguro me matará por permitirlo.
-Pero papá...
-pero nada, baja de una vez si no quieres que te mande donde tus tíos vanyar por una temporada.
-con ellos no –dijo Elladan asustado -lo que sea menos eso, son los tipos más aburridos de toda Arda.
-Al fin entras en razón, vamos de una vez –dijo Elrond creyendo haber puesto las cosas en orden –nos acompañas Thranduil, Mithrandir, nos vemos en Taniquetil, buen viaje
Elrond le dio la mano al Istari sólo para provocarlo.
Gandalf estuvo a punto de contestarle cuando algo como llama enorme se acercó rápidamente hacia ellos.
Elrond, Thranduil y Mithrandir apenas pudieron ver los ardientes ojos de la enorme bestia que venía cuesta abajo rápidamente consumiendo todo a su paso.
-Es un Balrog! –gritaron los tres y segundos más tarde brincaron a la nave de los hijos de Feanor, que fue rodando lentamente, adquiriendo velocidad para luego surcar los cielos azules de Aman ligera como una pluma.
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