Parte 3:

Entraron de la mano a la sala principal del club donde se encontraban todos reunidos. Kagome comenzó a temblar ante la presencia de su madrastra, que al verla, sin percatarse de la presencia del joven abogado, se acercó enojada.

-¿Dónde te metiste, muchachita impertinente? El Sr. Naraku desea hablar contigo y tú... – Calló cuando Inuyasha carraspeó, recién ahí vio que el abogado estaba al lado de la muchacha.

-Sr. Inuyasha... - Dijo sorprendida, y en ese instante su mirada se dirigió a la mano entrelazada de ambos.

-Perdónela usted... estuvo todo el tiempo conmigo. –Dijo Inuyasha sonriente.

-Pero... ¿qué significa esto?- Preguntó la mujer apenas.

-Bueno... creo que ya es hora que lo sepa. Kagome y yo somos novios. No quisimos decirlo antes para darle una sorpresa... en realidad... Kagome estaba impaciente por hacérselo saber pero le rogué que no lo hiciera.

A Kagura casi se le desorbitan los ojos de la sorpresa, mientras los miraba con la boca abierta.

-¿Novios?... ¿Bromean?

-Lo hemos mantenido en secreto y eso debe molestarla Madam, pero... juro que me he comportado como un caballero con Kagome¿verdad?- Preguntó mientras miraba a la chica.

-Sí... sí- Respondió ella apenas mientras apretaba más su mano, sin siquiera mirar a su madrastra.

-Y como una manera de que todo esto sea de la forma más tradicional y seria, lo haré público ahora mismo, si usted me lo permite, claro.

-Claro... claro... – Contestó la mujer mientras se daba aire con un abanico-... te felicito muchacha. Entonces... lo dejaré en sus manos- Dijo, mientras se daba la vuelta y se alejaba del lugar.

-¿Ves? Fue fácil!- Dijo él guiñándole un ojo.

La chica lo miró sin expresión. Abogado... experto en mentiras, pensó.

-¿Vamos entonces? No hace falta que digas algo, quédate tranquila, confía en mí, verás que todo saldrá bien.

Caminó con ella aún de la mano hasta el centro de la sala. Carraspeó levemente y habló con tono de voz fuerte y firme.

-Caballeros... su atención por favor.

En breves segundos fueron el centro de atención de todos los invitados. Kagome, apenas podía mirar a la gente a su alrededor y eso la intimidaba. Su mente le gritaba que saliera de allí, que aquello era una locura, pero sus piernas apenas la sostenían y evitando desfallecer, soltó su mano de la de Inuyasha y se sujetó firmemente de su brazo, apegando su cuerpo al de él. Inuyasha bajó la vista en el mismo instante en que ella lo miró con desesperación. Él vio sus ojos llenos de miedo y le sonrió, mientras le daba golpecitos a su mano, tranquilizándola.

-He aprovechado esta reunión para informarles, amigos míos que, la Señorita Higurashi y yo somos novios.

Un murmullo de sorpresa fue lo que se escuchó a través de toda la habitación. Kagome apenas se atrevía a levantar la vista, pero sentía algo extraño, algo oscuro. Levantó la cabeza extrañada y sus ojos se dirigieron justo hasta donde la bella mujer, Kikyo, los miraba con total sorpresa, mientras se llevaba un sorbo de champan a su boca. Kikyo se detuvo en su mirada... y a Kagome aquello le asustó sobremanera.

Algunas personas los felicitaron de corazón e Inuyasha, acostumbrado a tratar con gente, mentía descaradamente en la forma que se habían conocido, un mes atrás, en el mismo club en que se encontraban ahora. Kagome apenas afirmaba sus aseveraciones con monosílabos y una sonrisa fingida. No podía creer lo que estaba pasando. Ella, de ahora en adelante, era la novia de un importante abogado... y la verdad es que jamás había tenido novio en su corta vida. Cansada ante tanta farsa, se soltó de su brazo sin que él se diera cuenta y salió de la estancia hacia los jardines principales del club. Estaba atardeciendo. Miró el cielo y un suspiro se escapó de sus labios.

-Padre... si tú estuvieras conmigo... nada de esto estaría pasando.- Dijo tristemente.

-¿Nada de qué?- Preguntó una voz femenina a sus espaldas. La chica se giró rápidamente y vio a Kikyo con una semi sonrisa y una copa de champan en su mano.

-Señorita Kikyo!- Respondió sorprendida quedándose estática. La mujer la miraba sin sacarle la vista de encima. Caminó lentamente hacia Kagome y la inspeccionó de arriba a bajo.- ¿sucede... algo? - Preguntó la chica tímidamente.

-Sólo quería conocer a la novia de Inuyasha.- Respondió burlonamente –En verdad su anuncio me ha sorprendido porque... él y yo somos muy unidos... lo conozco muy bien y... nunca me habló de ti.

Kagome no sabía que decir. Algo en su interior le decía que aquella mujer no creía la mentira y estaba dispuesta a comprobarlo.

-¿Sabías que lo conozco desde hace muchos años?

Kagome no dijo nada.

-Pues sí... verás... ¿Kagome es tu nombre?... él y yo, digamos que...

-Cariño, estas aquí- Kagome vio que Inuyasha se acercaba a ella rápidamente y le daba un beso en la mejilla. Aquella demostración de afecto paralizó sus sentidos. Él la miró alegremente mientras le tomaba una mano.- ¿He interrumpido una charla de mujeres?

-¿Mujeres?... ¿Cuáles?- Preguntó sarcásticamente Kikyo, luego rió divertida.- Ah, lo siento, es que tú eres tan niña aún...

Kagome despreció sus comentarios. Soltó la mano de su acompañante y se marchó presurosa, dejando a la pareja solos.

-Fuiste muy descortés- Dijo él mientras trataba de seguir a la muchacha. Cuando pasó por el lado de Kikyo, esta le tomó la mano.

-Espera... tenemos que hablar- Dijo seriamente.

-Este no es el momento, Kikyo.- Respondió él serio, mientras se soltaba de su mano y la dejaba sola. Ella hizo una mueca mientras sentía que sus manos se crispaban de rabia. Enojada, arrojó la copa al suelo y se marchó con la frente en alto.

Inuyasha entró nuevamente a la sala y recorrió el lugar con la vista buscando a la chica. Nada. La había visto salir del recinto y luego a Kikyo tras ella. Su mente se nubló, sabía que esa mujer no tenía buenas intenciones. Trató de salirse del grupo de conversación donde estaba para ir tras ella. Algo le decía que Kagome no sería capaz de sostener la mentira y si Kikyo la presionaba ella cedería. Por eso fue en su ayuda.

Humillada y con un sentimiento de desagrado ante esa mujer fue lo que despertó en Kagome. Caminó presurosa hasta llegar a una gran sala que por suerte estaba vacía. Agobiada cerró la puerta suavemente y caminó hacia el ventanal. Cerró los ojos y suspiró pesadamente. Estaba cansada, quería estar en su casa, en su cama, olvidarse de todo y de todos, descansar, lejos de este mundo de frivolidad que tanto detestaba. Lejos también de la gran mentira que apenas se gestaba y que debía seguir para lograr su tranquilidad.

-Señorita Higurashi- Una voz la sacó de sus pensamientos y ella volteó sorprendida para ver a la persona que menos esperaba.

-Sr. Naraku.

El hombre sonrió y cerró la puerta.

-Qué sorpresa, mi niña.

Kagome sonrió apenas.

¿Sabías que... tu noviazgo ha destrozado mi corazón?

Ella lo miró sin entender. Tratando de no pensar en el mal presentimiento que la estaba embargando.

-Así es... hacía mucho tiempo que te conocía. Nunca fuimos presentados. Hace unos días le pedí a Lady Kagura que cumpliera mi deseo. Hoy comprobé de cerca lo bella que eres... y lo perfecta que eres para mí... claro... si ese muchacho no se hubiera adelantado...

Kagome respiró hondo ante aquella desagradable conversación, su corazón comenzó a latir violentamente, ese hombre y esa conversación la estaban asustando.

-Bueno yo... me tengo que ir... - Sonrió apenas-... él... debe estar buscándome- Dijo tratando de alcanzar la puerta pero al pasar a su lado se vio sujetado firmemente de un brazo.

-Espera!.. -Ddijo él autoritariamente-... no me daré por vencido... tú vas a ser mía!

Kagome lo miró aterrada mientras trataba de soltarse.

-Suélteme... por favor... - Suplicó, pero Naraku hizo un ademan y la inmovilizó sujetando luego ambos brazos. Con horror, la chica vio que él se acercaba a su cara con claras intenciones de besarla.

-Suélteme!- Gritó ella y se movió desesperada tratando de soltarse de aquellos fuertes brazos, pero él, enojado ante tanta resistencia la zamarreó y la acercó nuevamente a su cuerpo. Ella cerró los ojos con repugnancia ante el inminente beso pero de pronto sintió que abrían la puerta y para su alegría, apareció él, Inuyasha, que miró la escena sorprendido y Naraku, descubierto, soltó rápidamente a la chica.

-¿Qué... sucede aquí, Kagome?- Preguntó mirando con el ceño fruncido a Naraku.

-Nada... nada muchacho- Respondió él con una semi sonrisa pero con sus manos crispadas de rabia. Inuyasha se acercó más a él y lo miró severamente a los ojos.

-Le recuerdo... que la Señorita Kagome es mi novia. - Le recalcó.

-Lo sé... lo sé... tranquilo... sólo quería saludarla- Dijo cobardemente mientras miraba a Kagome que se encontraba mirando el suelo.

-Creo que usted debe ser un caballero y comportarse como tal ¿no le parece?- Dijo Inuyasha levantando una ceja. Naraku lo miró desafiante, pero finalmente sonrió.

-Ah... si... lamento el disgusto... fue sin querer... - Respondió apenas, saliendo rápidamente de la sala. Entonces todo se quedó en silencio. Inuyasha miraba a la chica que permanecía aún estática en el mismo lugar en que la encontró, con la mirada perdida en el suelo.

-Deberías tener más cuidado... – Le reprochó él rompiendo el silencio. Ella cerró los ojos y unas cuantas lágrimas resbalaron por sus sonrosadas mejillas- Kagome... - La llamó mientras daba unos cuantos paso hacia ella.- Oye... no llores... - Dijo tratando de reconfortarla. Ella se dio la vuelta y caminó hacia el ventanal.

-Hoy... - Dijo sollozando-... ha sido un día... en que he tenido que soportar una humillación tras otra.

-Tranquila... - Dijo él acercándose nuevamente a ella pero no lo suficiente, pues al fin y al cabo, no eran más que unos completos extraños, pensó tristemente. Sí, estaba triste y no podía evitarlo, el dolor de ella también lo lastimaba. ¿Era pena? No. No debería sentir pena por ella. Debía ayudarla.

-Esta... es mi vida... patética ¿no?

-Kagome... no digas eso... ya... no tendrás que preocuparte más... estoy contigo... puedo ayudarte... puedes confiar en mí.- Dijo conciliadoramente. Ella se volteó y lo miró con dolor.

-¿Cómo puedo confiar... en alguien que cuando era un niño caprichoso y mimado intentaba quemar mis trenzas?

Él la miró sorprendido.

-Entonces... si te acuerdas... – Dijo Inuyasha apenas.

Ella lo miró detenidamente.

-Lo recordé... cuando me contaste lo de la fiesta de cumpleaños en la embajada.- Ella se secó las lagrimas y suspiró profundamente. - Perdona, te reprocho algo que sucedió hace años.

Inuyasha sonrió y se acercó más a la joven.

-Era un caprichoso... tú lo has dicho... bueno, en realidad aún lo soy. - Respondió y ella le sonrió. Él tomó su mano y la apretó fuertemente con las suyas, trasmitiendo su calor. - Quédate tranquila, de ahora en adelante las cosas serán diferentes.- Le dijo convencidamente. Kagome asintió levemente, pero no podía confiar en sus palabras. En realidad, no podía confiar en las palabras de nadie.

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Él bajó de la limosina y abrió su puerta, a lo cual Kagome, poco acostumbrada ante tanta atención, le sonrió incómodamente.

-Gracias.- Respondió sonriendo apenas y se fue directo a la reja de entrada de la mansión. Los nervios de tan vergonzosa acción la hicieron temblar y por ende, le costaba trabajo abrir las grandes puertas de hierro forjado de la entrada, en eso estaba, ya casi desesperada, cuando sintió a alguien tras ella que abría la puerta con facilidad.

-No te despediste- Dijo él levantando una ceja y ella lo miró sin saber si estaba bromeando o hablando en serio.

-No hay necesidad de fingir aquí- Respondió Kagome entrando y cerrando la reja.

-Bueno mira... ni siquiera tengo tu número...

Ella sonrió divertida.

-Esta en la guía de teléfonos.

Inuyasha chasqueó los dedos riendo.

-Ah! Es cierto!

Kagome volteó para irse pero él nuevamente le habló.

-Nos vemos... te llamaré en cuanto pueda.

Ella afirmó con la cabeza. Él volteó y se subió a su limosina. Kagome entró a la casa lentamente esperando ver a su madrastra, a quien no había visto desde el anuncio de su noviazgo. Pero ella no apareció, al parecer ya se encontraba dormida. Aliviada ya en su dormitorio, cerró las cortinas y encendió la lámpara que descansaba en la mesita de noche. Se acostó y casi en unos segundos se quedó completamente dormida.

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Inuyasha puso la llave en la cerradura y la puerta se abrió enseguida. Encendió la luz y lo primero que vio fue a Kikyo, recostada sensualmente en un amplio sofá.

-Creo que definitivamente cambiaré la cerradura- Dijo él seriamente. Ella sonrió y se levantó lentamente para ir donde se encontraba él y cerrar la puerta.

-Dije que teníamos que hablar- Murmuró coquetamente en su oído. Inuyasha no se conmovió y caminó rápidamente hacia la mesita de centro lanzando las llaves y sacándose la chaqueta.

-Estoy cansado, Kikyo¿no pudiste elegir otra hora?- Preguntó mientras se aflojaba el nudo de la corbata.

-No.- Respondió enojada. Inuyasha no hizo caso y se sentó con relajo en el sillón. Ella se puso tras él y comenzó a hacerle masajes en sus hombros.

-Estas muy tenso- Dijo ella hablando más suavemente.

-¿Qué es lo que quieres, Kikyo?

-Quiero que hablemos de esa chica.

-¿Qué chica?- Preguntó Inuyasha intuyendo a quien se refería.

-Esa... tu novia.

-Kagome... su nombre es Kagome- Respondió seriamente.

-No importa- Dijo ella agachándose hasta su oído y susurrando- Supongo que nada cambiará ¿verdad?

Inuyasha se puso de pie rápidamente.

-Kikyo ¿porqué no te rindes? Sabes que esto nunca fue importante.

Ella lo miró con rabia.

-Llevamos una relación inestable e inusual... lo sé... pero ¿cuántas veces me has dejado y finalmente siempre vuelves a mí?- Dijo ella triunfal.

-Esta vez, será distinto.

Ella lo miró con odio, luego le sonrió.

-Eso lo veremos... – Aseguró al tiempo que tomaba su cartera y dejaba el departamento.

Inuyasha caminó cansadamente hacia la habitación y se dejó caer pesadamente en la gran y lujosa cama. Una cama grande que jamás había compartido con nadie ya que todas sus conquistas habían terminado en las camas de ellas o las de un hotel, jamás en la de él. Cerró los ojos y no pudo evitar en recordar los acontecimientos del día. Sonrió al recordar la gran mentira que había ideado.

-Kagome... - Murmuró levemente, mientras en sus labios se formaba una pequeña sonrisa.

Continuará...