Parte 7:

-Sé lo que piensas de mí... y tienes razón... pero te prometo que esta vez será diferente... no estoy jugando Kagome... lo que estoy sintiendo por ti va más allá de lo que he sentido por alguna mujer.

La chica lo miró estupefacta, sentía que su corazón iba a salir del pecho y soltó su mano de la de él.

-No quiero que juegues conmigo... no soy como las demás... – Comenzó a excusarse.

-Ya lo sé... - Interrumpió él-... ya lo sé... sé que no me crees... - Sonrió débilmente-... es por eso que prometo no hacer nada que te incomode... quiero que confíes en mí.

Ella no dijo nada y su mirada se perdió en el horizonte un rato. Inuyasha sentía que estaba triste... estar tan cerca de ella y no poder tocarla... qué ironía! Él, que todo lo que se proponía lo conseguía, esta vez resultaba diferente... pero por alguna extraña razón sentía que el conseguir a la chica iba a ser una especie de desafío. Era abogado, le gustaban los retos.

-Déjame llevarte a tu casa... no quiero que tengas problemas con Lady Kagura.- Dijo él de pronto. Kagome lo miró y a su mente se vino aquella amenaza aún latente para él, sus ojos de pronto se volvieron asustados, Inuyasha notó que algo sucedía.

-¿Pasa algo?

Kagome intentó abrir la boca pero no pudo articular palabra. ¿Decirle de los planes de su madrastra? Bajó la vista pensando en ello. Inuyasha la condujo hacia el auto al que ella entró primero, luego él se sentó a su lado y la miró preocupado. Ella levantó la vista y dudando un poco, comenzó a hablar.

-Mi madrastra... aún desea acabar con tu vida.

Inuyasha la miró con los ojos de par en par.

-¿Qué dices!- Preguntó sorprendido.- maldita... - Calló de pronto al mirar a Kagome... sus manos se crisparon de rabia y la chica lo miró tristemente.

-Lo siento... creo que esto... después de todo... no dará resultado. Tal vez sea mejor que terminemos con esta mentira... así... tal vez no estarás más expuesto al peligro...

Inuyasha no dijo nada.

-Ella... no desistirá de hacerlo... lo sabes...

-¿Te amenazó?- Fue todo lo que dijo él interrumpiendo sus palabras.

Kagome permaneció callada evitando su insistente mirada.

-Kagome... - Insistió el nuevamente.

-No te preocupes por mí... ¿no ves que estas en peligro?- Dijo ella sorprendida.

-Puedo protegerme bien, pero tú...

-Tú no estarás bien protegido... no lo estarás... yo tendré que hacerlo... yo misma tendré que hacerlo.- A Kagome los ojos se le llenaron de lágrimas el sólo pensar en el calvario que se venía sobre sus cabezas.

-No llores... - Dijo él suavemente mientras intentaba tomar su cara, pero al contacto de su mano ella gimió de dolor y lo miró asustada. Inuyasha también la miró sorprendido, su cerebro intentaba comprender lo que había sucedido. No tardó mucho en atar cabos.

-¿Te... golpeó?- Preguntó apenas y Kagome abrió los ojos como si hubiera sido sorprendida en algo malo, sin poder nada.- ¿Lo hizo? – Insistió Inuyasha más convencido de sus palabras.- Kagome¿lo hizo?... maldita bruja... no permitiré que te haga esto, no lo permitiré... quién se cree... pero ahora mismo hablaré y...

-No!- Interrumpió ella con desesperación. - No lo hagas, Inuyasha... – Dijo luego levemente. Aún su nombre en sus labios causaba un efecto tranquilizador para sus sentidos.

-Pero... no puedo permitir que sufras de esa manera...

-Ella aún es mi tutora... no hay nada que yo pueda hacer... y si le dices algo... mi infierno será peor... por eso te pido... que no lo hagas.

-Sabes que hay una legislación contra el maltrato a menores- Dijo secamente. Había hablado el abogado.

-Y si hago una denuncia ¿dónde seré llevada? No tengo más familia... además... además... pronto seré mayor de edad... ella me dejará tranquila...

-Esto no es justo, Kagome- Respondió enojado.

-No te preocupes por mí.

-No me pidas eso... sabes que no lo haré.

Kagome bajó la vista derrotada, pero en su mente aún resonaban sus últimas palabras "sabes que no lo haré"... le hablaba como si ella lo conociera... y la verdad es que no lo sabía... no sabía hasta qué límites él llegaba.

Llegaron a las puertas de la mansión y Kagome bajó del auto y sonrió cuando vio a Inuyasha que se quedaba sin poderle abrir la puerta.

-Lo siento... lo olvidé- Dijo ella riendo y por un momento los problemas parecía haber sido olvidados. Él caminó a su lado hasta llegar a la reja de entrada.

-¿Nos vemos otra vez?- Preguntó él suavemente, como suplicando por una nueva cita. Ella movió la cabeza apenas haciendo un gesto afirmativo.- ¿Cuándo?- insistió Inuyasha.

-Cuando quieras- Respondió ella muy bajito, mientras abría la reja y entraba al jardín.

-Oye!

Kagome volteó y lo miró interrogante.

-Mañana debo viajar a Hong Kong... volveré en una semana...

Kagome se acercó a él sorprendida.

-¿Te vas?- Sus ojos oscuros miraban impaciente su rostro, el abogado se sintió halagado ante su impensada sorpresa.

-Debo hacer unos trámites... pero te llamaré...

La joven estaba sintiendo tristeza, algo que ella misma se sorprendió de inmediato y trató de fingir una sonrisa.

-Esta bien... cuídate...

Inuyasha sonrió.

-Lo haré... si me prometes que tú sabrás cuidarte también, Kagome.

La muchacha sonrió más ampliamente.

-Claro, Inuyasha... no te preocupes, lo haré.

El joven abogado la miró unos segundos como queriendo guardar en su memoria cada detalle del rostro de la chica, que lo miraba absorta, pero sin saber que ella había comenzado a sentir miedo y soledad aún antes que él se fuera. Kagome sonrió por última vez y se marchó, dejando al joven aún sin subir a la limosina, mirándola con tristeza, mientras ella ya sentía su ausencia.

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Miroku e Inuyasha se sentaron en los cómodos asientos de primera clase de un avión privado facilitado para no ser descubiertos en la travesía que iban a realizar. El asistente miraba a su jefe con preocupación puesto que en las horas de viaje que llevaban sobrevolando, Inuyasha no había pronunciado palabra. Algo que Miroku detestaba era no tener a alguien con quien conversar. Aburrido, tomó el periódico y comenzó a leer, de pronto, se detuvo sorprendido en una fotografía

-Aja! Con que esta es la causa de tu silencio...

Inuyasha despertó de sus pensamientos y lo miró interrogante.

-¿Te pasa algo? – Preguntó con el ceño fruncido. Miroku lo miró sonriente mientras le apuntaba una foto de las páginas sociales.

-¿No crees que hacen una hermosa pareja?- Respondió burlonamente. Lo que la foto revelaba era la comida que habían tenido él y Kagome el día anterior en el restaurant "Ginsinshou".

Inuyasha se sorprendió un poco y luego lo miró enojado.

-Deja de molestar!

-¿Que no era una mentira, un noviazgo fingido?- Miroku lo miraba con picardía.- Te aprovechas que ella no tiene experiencia ¿verdad? Tantas molestias que te tomas por ... una comida en el restaurant más caro y exclusivo de la ciudad... vaya, vaya...

Inuyasha le arrebató el periódico y lo guardó junto a su asiento.

-No te burles, Miroku. – Dijo seriamente, al parecer él no estaba de humor como su asistente pensaba, por lo que dejó de molestarlo.- Ya te dije que no estoy jugando con Kagome...

-No sé porqué te tomas tantas molestias por la señorita Kagome... si dices que no sientes nada por ella...

Inuyasha lo miró unos segundos.

-¿No es cierto?- Inquirió él. Pero Inuyasha cambió el tema.

-Deja de actuar como payaso, Miroku, debemos concentrarnos en lo que debemos hacer en Hong Kong.

Miroku suspiró pesadamente y se acomodó en su asiento, abriendo el notebook y leyendo lo que en la pantalla aparecía.

-Nuestro informante quiere que lo veamos personalmente, dice tener más detalle acerca de tú ya sabes quien.

Inuyasha suspiró apenas y miró hacia la ventana del avión.

-Tengo un mal presentimiento de todo esto, Miroku.

-Si la señorita Kikyo resulta en verdad ser casada, vas a tener que olvidarte de seguir trabajando para el gobierno... ya sabes como son... si se enteran...

-Creo que aquí hay algo más oscuro... mi carrera esta en peligro y todo por mi estúpido capricho...

Miroku cerró el notebook y lo miró preocupado.

-Si todo resulta ser cierto...

-Será mi fin- Interrumpió secamente Inuyasha, mientras sentía que los dedos se crispaban de rabia.

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Los días pasaron lentamente para Kagome. En vacaciones y sin nada en qué ocupar su tiempo, la mayor parte del tiempo se lo pasaba leyendo en su dormitorio algún libro de cultura, o cuando su madrastra la dejaba sola, salía a caminar por los vastos y bellos jardines de la mansión. Amaba su casa, no podía dejarla, era un recuerdo también de sus padres y de aquellos días felices de su niñez, por eso estaba dispuesta, en parte, a seguir bajo el mismo techo de su madrastra. Inuyasha tenía razón, había leyes que la protegerían contra el maltrato, pero si eso se concretara, ella sería apartada del lugar que tanto amaba, tal vez le tocaría vivir en alguna institución hasta cumplir la mayoría de edad, para lo cual aún faltaba unos meses.

-Señorita Kagome... la busca una señorita.

Kagome miró interrogativa a la doncella.

-¿Quién?

-Dice llamarse Kikyo.

Kagome la miró asustada. Pero qué estaba haciendo ella aquí¿porqué? Ella no tenía nada que ver con esa mujer, le asustaba la forma fría de mirar de ella¿porqué había venido precisamente ahora cuando Inuyasha se encontraba fuera del país? Sintió un dolor en la garganta y mucho nerviosismo. Caminó lentamente hasta entrar a la gran sala de recepción. Allí la vio, de pie, enfundada en un pequeño abrigo blanco sumamente ajustado con zapatos de tacón aguja y un bolso blanco también. La miró con una sonrisa que Kagome reconoció como falsa y se acercó a ella fingiendo amabilidad.

-Hola... ¿cómo estas?- Preguntó mientras le daba un beso tan sutil que Kagome nunca sintió sus labios en su mejilla.

-Señorita Kikyo... - Dijo ella apenas, mirándola con cierta timidez.

-He venido... porque necesito que hablemos.- Dijo sonriendo aún. Kagome le ofreció asiento y ella aceptó.

-Usted dirá.- Dijo Kagome mientras se sentaba frente a ella mirándola con ansias de saber cuál era el motivo de su visita. Aunque bien sabía que el tema en común era un apuesto abogado.

-Te lo diré sin rodeos, para que después no sufras.- Dijo Kikyo cambiando su amigable semblante por una cara muy seria, mientras se cruzaba de piernas y así adoptando una actitud segura y madura.- La otra vez, en el club, cuando estuvimos hablando, fuimos interrumpidas a propósito por él... Inuyasha no quiere que sepas la verdad... en ese momento iba a contarte la relación que hay entre él y yo. No creas que has sido la primera, antes de ti, han habido muchas... tampoco creas lo especial que te haga sentir, se lo hace a todas, es un experto, sus relaciones siempre han sido fugaces, sin embargo, no ha sido así conmigo.

Kagome la miró casi sin pestañear y aquellas palabras y confesiones tan crueles la hicieron sentir muy mal.

-¿Usted ha venido a decirme todo eso?- Preguntó Kagome adoptando la actitud más segura posible y tratando que su voz no temblara.

-No sólo eso... - Respondió la mujer sonriendo triunfal.-... seguramente has imaginado que nosotros somos algo más que... amigos... la verdad es que tenemos una relación amorosa desde hace tres años. Han sido tres años de altos y bajos pero al final, él siempre vuelve a mí... ya lo comprobarás... cuando se enoje contigo, tenga un disgusto o algo... ¿dónde crees que irá?- Preguntó levantando una ceja mientras miraba atentamente para ver la reacción de Kagome.

-Seguramente donde usted.- Respondió la muchacha sorprendiendo a su interlocutora, que se quedó con la boca abierta sin saber qué decir. Kagome se levantó de su asiento y la miró sin expresión.- Creo señorita, que no debe preocuparse por mí... si él quiere volver con usted, lo hará.

Kikyo se levantó de un brinco enojada hasta la médula y la miró con rabia.

-¿Escuchaste todo lo que dije?... ¿No te importa ser usada por un casanova?- Preguntó incrédula.

Kagome no respondió pero la miró seriamente.

-Bueno... - Dijo la mujer mientras su mirada cambiaba nuevamente con actitud de desprecio y burla.-... si quieres ser parte del juego... no importa... pero te advierto que tu destino no será diferente al de sus otras amantes... al final... siempre quedo yo.

Kagome la miró sin responderle. Exasperada, la mujer volteó y se marchó del lugar.

-Vino a que yo lo dejara- Dijo la chica entre dientes, sentándose pesadamente sobre el sillón y exhalando un profundo suspiro. Había confirmado sus sospechas, él y Kikyo eran amantes... pero al parecer aún lo eran... pero entonces ¿porqué él se empeñaba en fingir el noviazgo con ella también¿Acaso el plan le servía para estar lejos de ella? Pero de pronto una sombra oscureció sus pensamientos, eran aquellas palabras llenas de veneno que había vociferado la mujer... "No creas que has sido la primera, antes de ti, han habido muchas... tampoco creas lo especial que te haga sentir, se lo hace a todas, es un experto, sus relaciones siempre han sido fugaces, sin embargo, no ha sido así conmigo."... acaso... ¿aquella confesión de amor era parte del juego que empleaba con todas para seducirlas? La chica sintió que su corazón se oprimía más en su pecho. ¿Acaso él la estaba engañando¿Acaso era ella también parte de su plan? La duda y la tristeza comenzaron a corroer su corazón, haciendo que su mente la atormentara a cada momento.

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Acostada ya en la cama, no podía dejar de pensar en las palabras de Kikyo. Sintió el teléfono sonar de la sala y luego la llamada era transferida al suyo, Kagome contestó despreocupada.

-¿Si?

-Hola ¿cómo estas?

Era la inconfundible voz de Inuyasha quien hablaba.

-Inuyasha- Dijo mientras se levantaba súbitamente de la cama y su corazón comenzaba a latir con violencia.

-¿Estas bien?- Volvió él a insistir.

-Si... si... estoy bien.

-¿No has tenido problemas?

-No... gracias.

-Que bien Kagome.- Dijo él sinceramente pero ella ya dudaba de su reacción. ¿Porqué estaba pensando que él estaba fingiendo preocupación por ella?

-¿Cómo te ha ido en Hong Kong?- Preguntó la chica mientras intentaba sacudir de su cabeza los malos pensamientos que la embargaban.

Inuyasha permaneció callado unos segundos y luego, cuando habló, su voz sonó apagada.

-Mmmm... era lo que esperaba... creo que volveré antes de lo previsto.

-Ah...

-¿No te alegra?- Preguntó el abogado de pronto, aquellas palabras se habían escapado de sus labios.

-Yo...

-Lo siento... prometí no incomodarte, Kagome... bueno... sólo llamaba para saber de ti... debo colgar ahora.

-Bueno... adiós.

-Hasta pronto- Respondió Inuyasha mientras sentía que ella colgaba el auricular. Suspiró pesadamente mientras veía a Miroku entrar a la habitación sumamente preocupado.

-Inuyasha... creo que hay más malas noticias...

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Dos día pasaron hasta que la chica nuevamente recibió una llamada, casi al atardecer.

-Kagome... necesito que vengas... - Dijo la inconfundible voz de Inuyasha, pero Kagome se preocupó porque su voz sonaba temblorosa y jadeante.

-¿Inuyasha?- Preguntó preocupada.

-Necesito que vengas a mi departamento... por favor.

-Pero... - Objetó ella, no sabía que él ya había llegado a Japón y tampoco quería ir a su departamento.

-Es algo urgente... no tengo a nadie más...

La muchacha sintió la sangre helarse, mientras le contestaba rápidamente.

-Voy enseguida.

Pidió un taxi a que la llevara al edificio "Kaze", mientras su corazón no dejaba de latir con violencia. Algo andaba mal¿porqué tenía un mal presentimiento? Cuando golpeó levemente a su puerta esta se abrió de inmediato, lo que Kagome no se esperó era ver la cara de Inuyasha totalmente pálida y su pelo extrañamente desordenado, pero aún así el muchacho le sonrió mientras le tomaba una mano y la hacía entrar casi a la fuerza. Kagome sorprendida, lo miró asustada por el aspecto que tenía, justo cuando iba a hablar, el chico se volteó dándole la espalda y Kagome vio una gran mancha de sangre sobre la camisa.

-Dios! Qué te ha sucedió!- Dijo sorprendida, mientras se acercaba al débil chico que se volteó nuevamente y se afirmó jadeante en la puerta.

-No es nada... pero necesito de tu ayuda... no puedo... curar mi herida.- Respondió él suplicante. Ella lo miró asustada.

-Pero... debes ir a un médico... espera... llamaré a la ambulancia... - Dijo ella mientras avanzaba al teléfono pero él la llamó.

-Kagome! No lo hagas... no deben enterarse.

-¿Qué?

-Nadie debe enterarse...

-Pero... cómo... - Protestó sorprendida.

Inuyasha echó su cabeza hacia atrás mientras cerraba los ojos y le habló.

-No puedo verme envuelto en estos escándalos... no ahora... - Luego abrió los ojos y le sonrió como tranquilizándola.- Siento hacerte venir aquí... pero no tengo en quien confiar... mi asistente... el muy cretino no me contesta el celular.- Rió apenas.- ¿puedes?

Kagome lo miró detenidamente unos segundos y luego suspiró derrotada. Inuyasha sonrió sabiendo que ella iba ayudarle. Comenzó a desabotonar lentamente su camisa hasta deslizarla con cuidado por sus brazos. Kagome lo miró absorta ya que por primera vez lo veía desnudo, en parte, frente a ella.

-Sobre la mesa hay un botiquín...

Kagome miró hacia el lugar mientras el chico se acercaba lentamente hacia el sillón y se sentaba con gran esfuerzo. La joven tomó alcohol y lo empapó en algodón, luego, dudando, se acercó más a él e Inuyasha se agachó para que lo aplicara sobre la herida. La chica se mordió el labio, la herida era más grande y profunda y aún borboteaba sangre. Pero no era una herida hecha por bala, sino que era hecha por un corte fino, el hecho probablemente por un cuchillo. De apoco, comenzó a presionar el algodón contra la herida, limpiándola y escuchando de vez en cuando leves quejidos del joven.

-Pero... la herida quedará abierta... - Se quejó Kagome.

-Sólo véndala, Kagome- Respondió Inuyasha débilmente y la joven comenzó a vendarla para aplicarle presión sobre ella cubriendo su torso. Inuyasha luego se incorporó y se tendió boca abajo sobre el sillón. - Gracias... - Dijo, mientras cerraba los ojos, cansado. Kagome se quedó ahí parada sin saber qué hacer. Lo miró unos segundos con mil preguntas en su cabeza. Pero no era la oportunidad y él estaba demasiado cansado como para hacerlo. Se arrodilló a su lado mientras lo miraba dormir.

Continuará...