Parte 8:
El departamento se quedó en silencio mientras Kagome, preocupada, lo miraba dormir. Arrodillada a su lado, podía ver de cerca sus facciones varoniles y su cabello tan negro como el de ella, que desordenadamente caían mechones sobre su cara. La chica acercó lentamente su mano para quitarle un mechón de la frente, y luego dudó en hacerlo, pero él permanecía dormido profundamente, así que acercó nuevamente su mano, mientras sus dedos por primera vez experimentaban tan de cerca el tacto de su piel. Nuevamente su corazón comenzaba latir con violencia¿porqué él la desconcertaba tanto? El chico comenzó a jadear y Kagome retiró rápidamente la mano de su cara, pero notó que no dejaba de sudar, así que la acercó nuevamente para tocar su frente y pudo notar que tenía fiebre. Se levantó asustada mirando a su alrededor y preguntándose donde estaría la cocina para traer hielo y hacer unas compresas para bajar la temperatura. La primera opción fue equivocada, porque sus pasos la dirigieron a una amplia alcoba. Retrocedió y caminó hacia la dirección opuesta y la encontró. Del refrigerador sacó hielo y los envolvió con un mantel. Caminó presurosa hasta él nuevamente y lo puso sobre su afiebrada frente. Al contacto frío el joven comenzó a abrir lentamente los dorados ojos, viendo la cara de la chica muy cerca de la suya. Ella estaba preocupada.
-Creo que... tengo fiebre- Dijo débilmente.
-Sí... – Respondió Kagome tratando de evitar su mirada.-... sería mejor ver a un medico, la herida esta abierta.
Inuyasha sonrió.
Si conoces a alguien de suma confianza...
Ella se alejó un poco de él reteniendo la compresa fría entre sus manos y lo miró preocupada.
-No lo tengo... pero... ¿porqué tiene que ser así?
En el rostro de Inuyasha desapareció la sonrisa y la miró seriamente.
-Kagome... no sabes... qué clase de conspiración... hay en mi contra.
-¿Mi madrastra!- Preguntó ella levantándose asustada.
-No... ella no fue... - Respondió él haciéndole con la mano para que se arrodillara nuevamente a su lado.-... No sé si deba decírtelo... en todo caso... creo que fue un accidente más que nada...
-¿Porqué no me dices quien fue?- Preguntó Kagome mirándolo con desesperación lo que causó un poco de extrañeza en Inuyasha.
-Vaya... veo que ahora no aceptas una evasión... - Respondió sonriendo. Kagome sintió que sus mejillas se encendían y desvió la mirada avergonzada.
-Yo no...
-Tuve una discusión con Kikyo... que derivó en esto.
Kagome sintió una angustia terrible en su ser. ¿Él la había ido a ver? Las palabras de aquella mujer eran ciertas... no importa que tan separados estuvieran, al final siempre terminaban juntos... ¿para qué entonces la estaba usando? Sintió un poco de rabia y más que nada tristeza al confirmar que todo lo que Kikyo había dicho era cierto. ¿Porqué tendría que ser ella especial?
-A propósito... - Comenzó él chico, sin sospechar que sus palabras habían herido el corazón de la muchacha.-... me dijo que fue a verte y que te contó lo de nosotros...
-Ah, sí... no importa... - Respondió Kagome tratando de restarle importancia a ese asunto ya que aún sentía la tristeza de saber que él la había ido a ver.
El abogado sonrió.
-Se exasperó porque a pesar de decirte todo eso, dijo que tú habías permanecido como si no te importara... me criticó del porqué estaba contigo si se notaba que yo no te importaba.
Kagome lo miró con los ojos abiertos.
-Pero... no es que no me importas... es que ella me dijo todas esas cosas y seguramente creyó que me pondría celosa o algo así...
-Sí, lo sé, Kagome... - Respondió él con voz apagada, interrumpiéndola-... lo sé.
Ambos se quedaron en silencio, mirándose. Kagome sentía que él la quemaba con la mirada, se levantó presurosa y lo miró apenas.
-Yo... debo regresar a mi casa.- Dijo desesperada por salir de aquel lugar.
-Es cierto... una señorita como tú no puede llegar tarde a su casa.- Dijo Inuyasha seriamente.
Ella lo miró preocupada.
-Pero... te quedarás solo...
-Estoy acostumbrado- Respondió Inuyasha tristemente.
-Vendré mañana temprano... – Dijo ella firmemente. Inuyasha la miró sorprendido.- Me gustaría quedarme... pero sabes que no puedo... no dormiré tranquilla... si te sientes mal... por favor... - Caminó hasta el teléfono y lo llevó hasta su lado.-... me llamas...
-Claro...
-¿Tienes una frazada? No puedes quedarte así toda la noche.
Inuyasha la miraba sorprendido.
-Esa es mi habitación... ahí hay unas cuantas.
Kagome caminó hacia ella y luego, entre sus mano,s traía una, dejándola sobre el chico, cubriéndolo con ella.
-Debo irme... no te preocupes... me iré en un taxi, lo pediré en portería...
-Esta bien... gracias.
Kagome caminó hacia la puerta hasta escuchar nuevamente la voz del chico.
-Kagome! Llévate mis llaves. Estan en aquella mesa.- Dijo apuntando hacia la mesa que se encontraba a la entrada del departamento. Ella tomó las llaves y lo miró con preocupación.
-Volveré temprano. Adiós.- Dijo mientras salía del lugar.
-Hasta pronto... - Respondió Inuyasha en un susurro mientras recostaba la cabeza sobre el sillón.-... Sólo hasta pronto...
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Tal vez hubiera sido mejor permanecer con él, vigilando la evolución de su herida. Tenía fiebre... significa que no esta bien... ¿cómo pude dejarlo solo?- Se reprochaba la chica acostada en su cama.- Pero si me quedo fuera... mi madrastra me mata... no, debo sacarme esos malos pensamientos, va a estar bien... va a estar bien... sólo unas horas más para ir a verlo nuevamente. Sólo unas horas más.
La verdad es que esa larga noche no durmió nada porque sus sentidos estaban alertas al posible sonido del teléfono, más este nunca sonó. Cuando su madrastra se levantó, también lo hizo ella y para su extrañeza la mujer ni siquiera le preguntó dónde iba. Las cosas de vez en cuando estaban funcionando bien, Lady Kagura le estaba dando en parte la libertad de nunca había tenido, aunque siempre seguía atenta a sus pasos, parecía que le importaba bastante que su supuesta relación con el joven abogado funcionara. Estaba segura que sus planes iban a salir tal y como ella se lo había planeado. Con el corazón en la mano y pensando en un cientos de posibilidades, introdujo la llave en la cerradura y esta se abrió al instante, cuando abrió la puerta lo primero que vio fue a un joven de cabellos castaños que estaba justo al lado de Inuyasha, frente al ventanal, que la miraba con sorpresa.
-Per... dón.- Fue todo lo que dijo la chica, mientras cerraba la puerta.
-Oh! Pero si es... la señorita Higurashi.- Dijo Miroku con los ojos de admiración. Inuyasha percibió el entusiasmo de su compañero y le habló seriamente.
-Miroku... Ella es la señorita Kagome Higurashi. – Caminó con el torso aún desnudo hasta llegar hasta Kagome y le tomó una mano.
-Pasa Kagome... él es mi asistente, Miroku... al fin pude localizarlo.
Kagome sonrió dulcemente mientras el chico hacía una pequeña reverencia.
-A sus servicios, Señorita Higurashi. Usted es más hermosa en persona.
Kagome se ruborizó completamente mientras dirigía una mirada hacia Inuyasha.
-He estado muy preocupada... no pude dormir muy bien... - En ese momento se dio cuenta que hablaba más de la cuenta porque Inuyasha la miraba casi sin creer lo que ella esta diciendo.
-¿No pudiste dormir bien?- Repitió él impresionado. Ella bajó la vista avergonzada. Inuyasha vio de reojo como Miroku le sonreía burlonamente.
-Oye Miroku... gracias por todo... debes reemplazarme en la reunión de hoy... les dices a todos que estoy enfermo y que vuelvo en un par de días.
Miroku caminó aún sonriendo hacia la mesa de centro y tomó un maletín.
-Esta bien... ya veo que quieren estar solos.-
Inuyasha lo miró exasperado.
-Deja de ser payaso!... ¿Porqué no te comportas con más seriedad?
Miroku caminó hasta Kagome he hizo una pequeña reverencia.
-Un placer haberla conocido al fin, señorita... y perdone todo lo que he dicho.
Kagome le sonrió apenas. Él era muy simpático.
-Nos vemos!- Dijo y cerró la puerta tras él. Inuyasha se acercó más a Kagome.
-Creo que debo contarte algo, Kagome.- Dijo mirándola con seriedad. Ella lo miró preocupada.
-Claro... pero dime... ¿cómo esta tu herida?
-¿La herida? Ya fue suturada, Miroku tenía una amiga enfermera quien me ha dejado por cierto, sus felicitaciones para ti Kagome... dice que hiciste un buen trabajo. – Dijo riendo.
-Ah! ... bueno... gracias... - Respondió apenas.-... pero dime... qué es lo que tienes que contarme.
Inuyasha se acercó hasta el ventanal y mirando hacia la calle comenzó a hablar.
-El asunto que tenía que hacer en Hong Kong... era de suma importancia... he descubierto... hace sólo un mes... que estoy siendo víctima de una conspiración... y que no puedo confiar en nadie...
-¿Qué?- Preguntó ella sorprendida.- ¿Conspiración? Pero... ¿te refieres al grupo de empresarios?
Inuyasha volteó a mirarla y le sonrió débilmente.
-Esto involucra a una persona más cercana... he sido engañado, Kagome... he sido engañado por Kikyo.
-¿Kikyo?- Repitió Kagome confusa.- ¿A qué te refieres?
-Nunca me preocupé por nada, yo sólo vivía la vida como si el mundo se fuera acabar. Siempre fui un consentido y caprichoso, nunca nadie me dijo que no... – La miró de reojo como escogiendo las palabras adecuadas para Kagome-... yo... la conocí un día en una cena... fuimos presentados... creo que... congeniamos de inmediato...
Kagome podía imaginarlos juntos y aquello no le gustó.
-... peleábamos... volvíamos... era yo quien daba el primer paso... o ella, no importa... la cosa es que siempre volvíamos... hace un tiempo comencé a aburrirme de esta situación y fue ahí que me di cuenta que algo no andaba bien con ella. Llamadas por teléfono extrañas... Cuando yo contestaba la llamada era cortada y cuando ella lo hacía sólo contestaba con monosílabos. Comencé a presentir que algo andaba mal... contraté a alguien para que averiguara más de ella... y no encontró nada¿Creerás que ni siquiera esta en la base de datos nacional? Kikyo Kisuna no existe en Japón... - Miró a Kagome que lo miraba atentamente-... contraté a un retirado del servicio secreto del Japón... él encontró más pistas, las cuales lo llevaron a Hong Kong... hace poco me dijo que ella era una mujer casada y eso... como sabes... no es conveniente para mí...
-¿Casada?
-Y sin tan sólo fuera eso... creo que podría liberarme de esto.- Dijo él aproblemado.-... fuimos a Hong Kong y allá nos enteramos de algo que estaba fuera de todo alcance. Kagome, Kikyo es la esposa del vice-ministro de estado de China, Onigumo Hai. Son un matrimonio... de apariencias... pero si el gobierno Japonés se entera que soy el amante de la esposa de un ministro Chino, estaré fuera de la comisión estatal y...
-Tu carrera política estará arruinada y no podrás ser embajador... - Interrumpió Kagome tristemente.
-Exacto... yo... quería ser embajador igual que mi padre. Tendré que olvidarme de una carrera política, mi reputación estará por el suelo. ¿Entiendes ahora?
Kagome lo miró apenada.
-No sé... qué decir...
Inuyasha sonrió levemente.
-Me basta con que hayas escuchado... quise protegerme de los rumores que ella era mi amante fingiendo este noviazgo... si me veo a tu lado nadie podrá sospechar algo... pero necesito tiempo para resolver todo esto.
Kagome caminó hasta la puerta sin decir nada.
-¿Te vas?- Preguntó Inuyasha extrañado.
-Sí... ya estas bien...
Inuyasha arrugó la frente preocupado.
-Estas... ¿enojada?
Kagome se detuvo justo cuando estaba dispuesta a hacer girar la perilla de la puerta. De espaldas, se mordió el labio y esperó unos segundos. Inuyasha se acercó a ella, aunque no demasiado.
-Estas enojada... dime que sucede.- Demando él serio. Ella volteó y lo miró sin expresión en su rostro.
-No es nada... no sé a que te refieres...
El muchacho levantó una ceja dudando.
-Entonces ¿porqué te vas tan pronto?
Ella no dijo nada y un incómodo silencio se produjo en la sala.
-¿Crees que soy despreciable porque dejo a mi amante por ser casada?... ¿Para huir de las responsabilidades?
Ella no respondió.
-¿Eso crees de mí?
-Creí que eras una persona buena... pero al final tú eres igual que todas las personas con las que me veo rodeada.
-¿Porqué me tratas así?
-Porque no puedo creer... que ahora que sabes que ella es casada la quieres dejar... eso es muy bajo...
Inuyasha sonrió levemente.
-Tú no entiendes... fui utilizado... esto no fue casual Kagome, todo es parte de un plan, lo sé... además... esta loca... mira lo que hizo conmigo.
Kagome le dio la espalda nuevamente y abrió la puerta.
-Tal vez ella te ame de verdad... ¿no te importa eso?
Inuyasha no respondió, Kagome, derrotada, cerró la puerta tras de sí.
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Desesperada, Kikyo entró en la gran mansión y fue directamente hasta la sala de recepción.
-Él ya sabe que soy casada!- Dijo entre lágrimas de rabia. El hombre, quien permanecía sentado en un mullido sillón, la miró sin expresión.
-Es que has sido bastante descuidada, Kikyo...
-Y no sólo eso... lo herí! Si no fuera por las noticias que no han dicho nada, significa que aún esta con vida!
-No es necesario que te manches las manos con ello, eso es para gente con menor capacidad de pensar... como Lady Kagura... lo nuestro debe ser tan sutil pero dañará más que la propia muerte... ¿y porqué lo has herido?
Kikyo habló llena de rabia mientras sus ojos se llenaban de odio.
-Porque siempre defiende a esa niñita aún sabiendo que no lo ama.
-¿Y por eso casi echas a perder nuestro plan?- Preguntó él elevando un poco la voz.
-El plan ya ha fallado- Respondió ella exasperada.
-¿Lo dices porque te descubrió?... ¿Olvidas acaso que hemos estado planeando esto hace años?... ¿Olvidas que hemos recolectado pruebas? Hay fotografías de ustedes... se las mostraremos a nuestro orgulloso abogado y veremos qué opina... y además... además... creo que ya es hora de poner en marcha lo siguiente... ¿no crees?
Kikyo lo miró sonriendo.
-Haré cualquier cosa, con el dinero que me pagas por esta misión, me iré lo suficientemente lejos y mi marido jamás me encontrará... pero no me iré sin Inuyasha.
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Lady Kagura observó en silencio a la muchacha que se encontraba sentada en el sillón con un libro en sus manos pero hacía más de una hora que no daba vuelta la página.
-¿Tuviste algún pleito con el abogado ese?
El tono chillón y amenazador de su voz hizo que a Kagome casi se le cayera el libro al piso. La miró asustada.
-No... sí...
-Sabes muy bien que no te conviene disgustarlo...
-Sí, Lady Kagura... - Respondió sumisa.
Kagura se recostó en el sillón y la miró apenas con una semi sonrisa.
-Pero veo que has cumplido bien con lo que te he ordenado, sé que ha estado llamándote y no has querido responderle... si te llama significa que esta prendado de ti.
Kagome la miró avergonzada pero trató de concentrar su vista nuevamente en el libro.
-Aunque no veo porqué se fijó en ti... quien sabe... - Se dijo entre dientes-... le gustan las tontitas.
Kagome se levantó enojada y caminó hacia su habitación sin ánimos de escuchar más ofensas de su madrastra.
-Antes que te retires, querida... hoy vas a acompañarme a la boda del Sr. Hatchi Setsuna...
-Pero... ¿no puede ir usted sola?
La madrastra se levantó enojada y caminó hasta su lado. Kagome sintió nuevamente que sería víctima de sus castigos, pero para su sorpresa la mujer sólo le habló exasperada.
-He dicho que me acompañarás y punto. Debes hacerlo como representante de la casa Higurashi.
La mujer volteó enseguida y dejó la habitación.
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Todos estaban felices y por supuesto como no estarlo si el matrimonio unía dos de las familias más acaudaladas del Japón. Hatchi Setsuna, hijo de uno de los miembros del consejo de empresarios se casaba con la hija de otro empresario millonario para así unir fuerzas. Kagome miraba a la pareja con cierto miedo porque ella siempre creyó que tal vez su destino no sería muy diferente al de ellos. Estar casada con otro hijo de empresarios. ¿Acaso ella, que pronto sería mayor de edad, seguiría acatando las ordenes de su madrastra hasta ese punto?
-Has sido muy cruel conmigo. – Dijo una voz ronca junto a su oído. Ella pegó un brinco y se volteó sorprendida. Frente a ella, vio a Inuyasha sonriendo como siempre, vestido con un elegante esmoquin negro.
-Ah! Me asustaste...
-Hay un obsequio que traje de Hong Kong que clama que lo abran... pero su dueña no me quiere ni ver.
-¿Qué haces aquí?- Preguntó sorprendida.
-No creas que fue fácil conseguir una invitación... soy enemigo de los empresarios¿recuerdas?
Kagome sonrió levemente y tomó una copa de champan que el garzón le ofrecía.
-¿Estas aún enojada conmigo?
-No.
-¿De verdad?
Kagome sonrió ampliamente.
-Eres bastante persistente¿nunca te rindes?.
-Nunca.- Respondió él mirándola a los ojos. La música apenas los dejaba hablar, para sorpresa de Inuyasha, sus ojos habían visto, no muy lejos, la figura de Kikyo.-Ella esta aquí también- Dijo seriamente.
-¿Porqué no vas donde ella?- Preguntó esta vez Kagome, un poco exasperada.
Inuyasha la miró divertido. Parecía celosa.
-Quiero bailar contigo.
-No... yo no sé... - Dijo ella excusándose pero Inuyasha la arrastró hasta la pisa y allí hizo que una mano de ella se pusiera alrededor de su cuello, mientras él la enlaza firmemente por la cintura. El contacto tan cercano hizo que a Kagome casi le estallara el corazón. No le gustaban los jueguitos románticos que estaba empleando.
-Yo te guiaré- Dijo, mientras se movía lentamente y ella sólo seguía sus pasos. -Eres bastante orgullosa... - Acotó divertido al sentir que ella estaba tan tiesa como un palo.
-Me obligas a hacer algo que no quiero... – Respondió ella apenas, tratando de evitar el contacto de su insistente mirada.
-¿De verdad?- Preguntó sorprendido.- No quiero convertirme en tu madrastra.
Kagome lo miró y el comentario la hizo reír, haciendo que su postura fuera más relajada.
-Oye... ya no sigas enojada conmigo... quiero que confíes en mis palabras... sé que los hechos me hacen ver como un maldito canalla pero te juro que las cosas no son así...
Kagome posó su cara en su hombro e Inuyasha sintió que su piel se erizaba.
-Eres lo único que tengo... ya no puedo estar enojada.
Inuyasha trató de analizar las palabras que se habían escapado de los labios de la chica... ¿qué significado le estaba dando ella¿Lo decía por amistad! Era lo más probable.
Entre la multitud una mirada fría y llena de odio los miraba mientras decía:
-Maldita mosca muerta...
Continuará...
