Parte 9:
Kagome permanecía con la cabeza apoyada en su hombro. Se sentía tan tranquila, segura y él la apretaba más contra sí que parecía que iba a dejarla sin aliento. Podía sentir la carrera loca que llevaba su corazón, pero no podía evitarlo, estar así, entre sus fuertes y cálidos brazos la hacía sentir en el cielo. Y luego ninguno de los dos fue capaz de hablar, era como si de pronto se hubieran sumergido en una atmósfera sólo para ellos dos, y la suave música que sonaba a través del aire. Los aplausos de la gente los despertó de su ensueño romántico, y ambos, como si hubieran despertado de un hechizo se separaron y miraron a su alrededor, como si de pronto se percataran que no estaban solos, sino que en una boda y en una pista de baile.
-Fue fácil¿verdad?- Dijo Inuyasha mientras la tomaba del brazo y la llevaba hacia la mesa donde estaban las bebidas.
-No estuvo tan mal... - Respondió la chica con una leve sonrisa. Un comentario bastante provocativo que ella mismo se sorprendió de haberlo hecho. Inuyasha le sonrió más ampliamente mientras le entregaba una pequeña copa de champan.
-Buenas tardes... señorita Higurashi... señor Inuyasha... - Saludó una voz a sus espaldas, ambos voltearon y la sonrisa desapareció de sus rostros cuando vieron que la persona que estaba justo delante de ellos y saludándolos como si nada, era Naraku. Kagome instintivamente se acercó más a Inuyasha pero su rostro se ensombreció de miedo. Parecía que traía sobre ellos un aura negra de maldad. El chico se percató del temor de la muchacha y le tomó la mano con fuerza, mientras le sonreía descaradamente a Naraku, fingiendo total amabilidad.
-Señor Naraku! Tanto tiempo sin verlo.
-Lo mismo digo... es una sorpresa encontrarlo aquí... esta en territorio enemigo... - Respondió el hombre sonriendo burlonamente.
-Yo lo he invitado.- Interrumpió Kagome desafiante. Naraku la miró de reojo porque toda su atención estaba centrada en el joven abogado. Él era su propósito.
-Claro... - Dijo él apenas.
-Mi querida Kagome insistió en que viniera... y nunca puedo decirle que no.- Respondió Inuyasha como si se estuviera fanfarroneando de ello. Kagome quiso reír pero la presencia de aquel hombre con su mirada de hielo le provocaba escalofríos.
-Bueno... sólo quería saludarlos. Espero que disfruten la velada- Dijo el hombre fingiendo una risa a Inuyasha y luego, mirando a Kagome, haciendo una pequeña reverencia.
-Sí, claro... sólo vino a molestar- Dijo luego Inuyasha con enfado mientras se bebía de un sorbo la copa de vino blanco.
-No sé qué es lo que pretende- Murmuró Kagome más para sí misma. Inuyasha la miró sorprendido.
-¿No lo sabes? Pues esta más que claro, te quiere a ti!
Kagome lo miró con ojos asustados sin siquiera poder modular una palabra.
-Ya me di cuenta... todos los del comité se casan entre ellos... puede que ese también sea tu destino, Kagome- Dijo con tono de voz demasiado enojado, mientras tomaba otra copa de vino y la bebía de un sorbo.
Las duras y frías palabras del muchacho hizo que el corazón de Kagome se partiera de dolor. No pudo evitarlo.
-Eres muy duro conmigo... - Murmuró ella bajando la vista mientras aguantaba las lágrimas. Inuyasha la miró y se reprochó enseguida de su dureza.
-Lo siento... no quise decir eso...
La muchacha se soltó de su mano y se comenzó a alejar de él...
-Kagome... - Dijo él suplicante.
-Voy al tocador... - Respondió ella suavemente.
Maldición... ya no sabía ni qué estaba pasando con él, la presencia de aquel maldito bastardo le había provocado una ira terrible. Hubiera deseado golpearlo allí mismo para que dejara de acosar a Kagome. Ya conocía perfectamente las relaciones que tenían los del comité con eso de casarse entre los de su propia estirpe, por eso, su pensamiento se nubló al imaginar que Kagome no estaba lejos de seguir en lo mismo. Tampoco podía ya controlar sus impulsos. Ella lo estaba volviendo loco, loco de... ¿amor? Era desesperante estar tan cerca suyo y ni siquiera poder tocarla, besarla o abrazarla... recordarla a cada instante, en el maldito viaje a Hong Kong era lo único que podía alegrar en parte su vida, después de enterarse de toda la maraña de intrigas y mentiras en la que estaba metido. Pero parecía que el destino se empeñaba en no querer juntarlos. Él la amaba... pero... ¿y ella?
Kagome mojó su rostro con la fría agua que salía del grifo. Se secó dando palmaditas con un pañuelo y luego se miró al espejo. Estaba nuevamente triste por aquellas duras palabras de Inuyasha. Y lo peor, sabía que eran ciertas ¿qué más se podía esperar de ella¿Acaso sería capaz de doblarle la mano al destino¿Tendría el coraje de hacerle frente a su madrastra? Suspiró cansada mientras arreglaba su cabello. Salió del tocador y vio a Inuyasha que se dirigía hacia el balcón bebiendo una nueva copa de vino. Caminó nuevamente hacia él pero de pronto se vio interceptada por una exuberante figura femenina.
-Kagome, hola.- Saludó ella con una media sonrisa.
Kagome miró con sorpresa a su interlocutora.
-Señorita Kikyo... - Dijo seriamente. La verdad es que no le gustaba la mirada fría que ella siempre tenía.
-Qué sorpresa... ¿sabes? Necesito hablar contigo.- Dijo casi solícitamente, mientras la chica la miraba con un poco de sorpresa. ¿Estaba siendo amable con ella?
-Si es para decirme que usted e Inuyasha... - Dijo Kagome un poco exasperada mientras intentaba caminar, pero ella la detuvo.
-No, nada de eso- Sonrió.
Kagome se detuvo mientras la miraba sin entender. Kikyo la miró sonriente.
-¿Porqué no me acompañas hasta la terraza? No pasará nada... podemos sentarnos y conversar un poco.
Kagome la miró unos instantes dudando un poco de su ofrecimiento. Es verdad, le temía un poco a la mujer pero qué podría hacerle si el lugar estaba atestado de gente. Ella miró hacia fuera y vio que las mesas de la terraza estaban en su mayoría ocupadas. Sonrió tranquilamente mientras se fueron caminando hacia ellas.
Los minutos pasaron e Inuyasha se preguntó si en verdad Kagome se había vuelto a enojar con él y lo había dejado plantado. Un poco mareado por tantas copas caminó hasta el pasillo y se detuvo fuera de la habitación que tenía un pequeño letrero en el que decía: Ladies. Esperó afirmado en la pared y mirando cada unas de las personas que entraban y salían del tocador. Miró el reloj y exasperado, dio unos pequeños golpecitos a la puerta:
-¿Hay alguien aquí?- Preguntó apenas tratando de no parecer tan descortés al llamar al tocador de damas. En unos segundos apareció una mujer de edad que lo miró con exasperación.
-¿Desea algo, jovencito?- Interrogó mirándolo con severidad. Inuyasha le sonrió levemente.
-Disculpe, madam... es que... mi novia entró hace bastante rato y estoy preocupado...
-Aquí sólo esta mi hija y yo.- Respondió ella secamente, mientras cerraba la puerta con violencia casi pegándole en las narices.
Inuyasha caminó con las manos en los bolsillos mientras su cabeza trataba de analizar qué era lo que había sucedido con Kagome. Pasó frente a un cuarto que en ese momento la puerta estaba semi abierta y vio a Lady Kagura con varios hombres pertenecientes a la comisión de empresarios hablando del inevitable tema de la nueva ley de protección hacia los trabajadores. Siguió caminando ya casi derrotado imaginando que tal vez Kagome se había marchado a su casa cuando justo escuchó muchas risas que provenían de la terraza. Extrañado, caminó hasta ver con sorpresa que en una de las mesas estaban Kagome y Kikyo juntas, riendo, que sobre la mesa había muchas copas y botellas de vino y que Kikyo en ese momento llenaba una nueva copa mientras se la daba a Kagome que la recibía gustosa mientras la bebía. Todos ya comenzaban a murmurar y mirar con bastante incomodidad a Kagome que reía sin parar. El abogado caminó presuroso hasta ella y le quitó la copa de los labios.
-Es suficiente- Dijo seriamente, mientras la obligaba levantarse, pero Kagome estaba tan mareada que sus rodillas cedieron y quedó sentada nuevamente.
-Ay, Inuyasha... ¿porqué no dejas a la joven divertirse?- Preguntó Kikyo con una semi sonrisa.
-No! Kagome... pero mira como estas... – Dijo preocupado mientras ella solo reía.- Kagome... escúchame... escúchame- Le costó tener la atención de la chica que luego lo miró seria.
-¿Siiii?- Preguntó ella sonriente.
-Vamos... - Dijo él mientras la levantaba nuevamente y ella se apoyaba a su costado.
-¿Porqué no las dejas? Mira... todos quieren ver a tu novia... - Dijo Kikyo levantándose con una sonrisa de triunfo.
-Quiero divertirme, Inuyasha... - Respondió Kagome tratando de soltarse de él, pero Inuyasha la apretó más contra su cuerpo.
-Escucha Kagome... vas a provocar un escándalo... tú no quieres esto... tu madrastra... - Dijo mientras la miraba seriamente pero ella solo sonreía, parecía no escucharle.
-Déjame... - Respondió exasperada tratando de soltarse nuevamente y la gente ya se habían percatado, en su mayoría, del espectáculo.
-Parece que tu noviecita no es tan inocente que digamos... mira... sonríe para los periódicos.- Dijo Kikyo maquiavélicamente.
Inuyasha la miró con odio y luego sujetó a Kagome lo mejor que pudo por la cintura, mientras ella apenas caminaba. La llevó hasta las afueras y buscó a su chofer que estaba entre los demás lujosos autos del estacionamiento. Le hizo una seña y este al instante ya estaba con el auto en las afueras de la propiedad. Inuyasha introdujo a Kagome y luego él se sentó a su lado.
-¿A su departamento señor?- Preguntó el chofer mientras miraba a Kagome que se tumbaba en el asiento.
-Sí.- Respondió él mientras le daba pequeños golpecitos en la cara a la chica.
-Kagome... Kagome...
-Inuyasha... - Murmuró ella apenas.
-¿Te das cuenta de lo que estabas haciendo?- Preguntó él reprochándole. Kagome lo miraba sin entender.
-Mi... madrastra va a matarme... ¿verdad?- Dijo Kagome hundiéndose más en el asiento con una pequeña sonrisa. Inuyasha la miró sin decir nada. Cuando llegaron al edificio "Kaze", tuvo que llevarla en brazos porque ella se había quedado dormida. La acostó en el sillón, mientras se sacaba la chaqueta y desabrochaba los primeros botones de su camisa. Caminó hasta la cocina y luego de unos minutos traía una taza de café caliente, que puso sobre la mesita de centro, mientras le daba golpecitos en la cara a la chica.
-Kagome... Kagome... despierta.
-¿Um?- Murmuró ella apenas abriendo los ojos.
-Toma, bebe un poco de café...
-No quiero... - Respondió como una niña, mientras volvía a cerrar los ojos.
-Kagome...
-Déjame...
-Pero... qué caprichosa eres!- Regañó entre dientes, mientras la obligaba a sentarse en el sillón.
-Mmmm... quiero mojarme la cara- Dijo ella levantándose como si nada y mirando a Inuyasha.
-¿Sí?- Preguntó él turbado por su insistente mirada.
-El baño... ¿Dónde esta el baño?
El chico exhaló un suspiro mientras la conducía al baño que se encontraba en su alcoba. Ella apenas entró cerró la puerta tan fuerte casi dándole en sus narices.
-¿No necesitas ayuda?- Preguntó preocupado.
-Noooooo
Inuyasha estaba atento ante cualquier eventualidad que pudiera sucederle. Ella estaba ebria, podía caerse o tener algún accidente en el baño. De pronto escuchó un pequeño grito y sin pensarlo abrió la puerta de golpe para ver a Kagome toda mojada.
-Pero... ¿qué te pasó?
-Me empapé demasiado... lo siento... - Respondió casi riendo.
-Es muy tarde Kagome... y estas toda mojada... vas a enfermarte.
-Quiero dormir... - Interrumpió ella afirmándose en su pecho.
-Oye... Kagome... mejor será que te cambies... te vas a enfermar...
-Claro- Dijo mientras se llevaba la mano hasta la espalda y se deslizaba el cierre del vestido.
-Espera!- Interrumpió él confuso, mientras caminaba con los puños cerrados y sacaba de su closet una camisa. - Ponte esto...
Luego la dejó en la habitación, mientras él se iba pronto a la cocina a prepararse una buena taza de café cargado. Sentía que de un momento a otro todo el control que tenía iba a perderse por verla así, tan expuesta y tan vulnerable. Per o él era un caballero, no iba a aprovecharse de la situación, por mucho que sus instintos lo estuvieran volviendo loco. Minutos más tarde caminó lentamente hasta su alcoba y vio a Kagome acostada en la cama y mirando a su alrededor.
-Será mejor que duermas Kagome... así cuando despiertes, podré llevarte a tu casa.
El chico caminó hasta su lado y se sentó en el borde de la cama.
-Sí... debo regresar a mi casa... antes que se entere Lady Kagura... - Respondió ella casi cerrando los ojos.
-No te preocupes... la vi muy ocupada... todavía es temprano Kagome... prometo que iré a dejarte en un par de horas más... tus sirvientes... ¿son de confianza?
-No! Ellos son pagados por ella... me vigilan... y si me ven así... se lo dirán... - Respondió mientras se ponía de costado en la cama para mirarlo mejor.
-Bueno... entonces... tendremos que entrar a escondidas a tu propia casa.- Murmuró Inuyasha pensativo.
-Me gustan tus ojos.- Dijo ella de pronto, haciendo que Inuyasha la mirara con sorpresa.
-¿Qué?- Preguntó casi sin poder creer lo que ella estaba diciendo. La chica sonrió ampliamente.
-Son como los de él...
-¿Él?- Repitió Inuyasha con confusión.
-Sesshoumaru... - Respondió sonriendo mientras cerraba los ojos.
-¿Sesshoumaru?... ¿Sesshoumaru?- Dijo impresionado con tono de voz indignado.
-Sí... Sesshoumaru... tu primo...
-Y.. ¿Cómo lo conoces?- Preguntó.
-Cuando era niña... y tú me molestabas... él me defendió... – Respondió mientras se quedaba profundamente dormida. Inuyasha sintió que su corazón comenzaba a latir con violencia mientras se sentía enojado. Con que Sesshoumaru, ella conocía a ese tipo.
Varias horas más tarde sentado en el sillón tratando de concentrarse en alguna estúpida película y luego de varias tazas de café cargado fue a despertarla mientras ella se incorporaba, confundida, llevándose una mano a la cabeza.
-Arggg. Pero... porqué me duele la cabeza!- Dijo adolorida, mientras miraba a Inuyasha.
-Ya ves, lo que sucede por beber tanto- Respondió él reprochándole.- Debes vestirte, volveremos a tu casa. Tu vestido ya esta seco, póntelo.- Acotó con cierta frialdad, mientras tiraba el vestido en la cama. Kagome lo miró confusa pero no dijo nada. Inuyasha salió de la habitación y se puso la chaqueta nuevamente, mientras buscaba las llaves del departamento.
-¿Qué hora es?- Preguntó saliendo del cuarto y mirándolo preocupada.
-Las 3:30.- Respondió secamente. La chica lo miró sin decir nada. -Vamos...
-Dios!
Inuyasha volteó de pronto y la miró con confusión.
-¿Que sucede?
-Mi collar... la perla de shikon!- Dijo ella asustada, mientras miraba a su alrededor.
-La buscaré... lo prometo... pero ahora vamos a casa antes que se entere tu madrastra.- La tomó de la mano mientras dejaban la habitación.
Continuará...
