Parte 10:
Inuyasha bajó primero de la limosina y esta vez al fin pudo abrirle la puerta del auto, tomándole una mano mientras ella bajaba apenas tambaleándose.
-Maldición... - Dijo entre dientes ella lo que provocó en el chico una pequeña sonrisa en su cara, después de estar tanto rato enojado.
-¿Y ahora?- Preguntó Inuyasha mientras miraba la mansión y Kagome se acercaba a la reja.
-Espera... - Dijo ella bien bajo, mientras miraba a su alrededor y tomaba luego un pequeño alambre enredado entre la reja. Lo introdujo en la cerradura y luego de unos instantes esta se abrió, emitiendo un pequeño chirrido. Ella volteó para ver a Inuyasha con una sonrisa triunfal, la cual nuestro muchacho también le respondió. Kagome entró pero aún mantenía la reja abierta.
-Gracias... – Dijo ella mirándolo agradecida e Inuyasha no dijo nada. Ella sonrió más ampliamente y se acercó a su cara para depositar un leve pero cálido beso en su mejilla. Luego cerró la reja y se marchó presurosa.
Inuyasha permaneció parado hasta que ella entró a la mansión, luego caminó hasta la limosina y se introdujo en ella.
-¿A su departamento, Señor?
-A dónde más... - Respondió en un suspiro.
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-Lady Kagura se levantó hace como dos horas y dijo que estaría todo el día fuera... fue al Spa- Dijo la cocinera mientras Kagome se servía un jugo de naranja en la cocina.
-¿Al spa?
-Ya sabe como es ella, se desconectará del mundo por hoy... llegó un poco tarde y de seguro va a recuperar fuerzas.
-Claro... - Dijo Kagome entre dientes.
-¿Y usted va a salir?
-Sí... tengo que ir a.. un lugar...- Respondió ella mientras dejaba el vaso sobre la mesa y se retiraba de la cocina.
El día estaba extraño. Hacía un calor insoportable pero estaba bastante nublado. Kagome se hizo una coleta alta y vistió jeans claros y blusa celeste de mangas cortas. Pidió un taxi que llegó en unos minutos y se dirigió al departamento que ya conocía perfectamente bien. Estaba nerviosa, la perdida de su adorado collar la tenía desesperada. Rogaba al cielo para que este estuviera en el departamento de Inuyasha y si no estaba ahí tendría que esperar a que la llamaran de casa de los Setsuna para que se lo devolvieran. Llamó a la puerta y esta, luego de una larga pausa, se abrió, viendo a Inuyasha con unas pequeñas ojeras oscuras bajo sus dorados ojos. A Kagome eso la preocupó un poco, trató de sonreír sin embargo, para no molestar al chico.
-Hola!... lo siento... tal vez vine muy temprano... es que... mi collar... - Dijo ella excusándose y un poco intimidada al ver a Inuyasha mirándola tan serio. Es verdad, desde anoche se estaba comportando hasta frío, y eso le dolía bastante.
-Claro... pasa... - Dijo él sin muchas ganas dejando entrar a la chica que apenas se atrevía a caminar ante tanta desatención de él.
"Tal vez no debí molestarlo... debe estar cansado... ¿estará cansado que yo lo moleste a cada momento?... ¿Seré ya un estorbo para él?" No podía dejar de pensar en eso, dadas las circunstancias, parecía que en verdad estaba molestando a Inuyasha.
-En la cama no está... el baño tampoco... en el sillón... no la encontré... creo que aquí no se te perdió Kagome- Dijo él mientras bebía una taza de café. Kagome lo miró con tristeza, sus esperanzas se veían rotas con su querido collar y ahora el miedo y la angustia se acrecentaba más en su ser.
-Dios!- Respondió angustiada, mientras miraba a su alrededor tratando de pensar qué iba a hacer ahora. Inuyasha la miró seriamente.
-¿Cómo conoces a Sesshoumaru?- Preguntó de pronto mirándola con insistencia. Kagome abrió los ojos sorprendida y la dureza de su mirada hizo que le temblara la voz.
-Bueno... yo... era muy pequeña... en la fiesta... igual que a ti... - Respondió al final tratando de reír pero Inuyasha parecía disgustado.
-¿No lo has vuelto a ver?- Preguntó él mientras tomaba otro sorbo de café pero mirándola de reojo, ella no sabía que su corazón golpeaba contra su pecho esperando una buena respuesta.
-¿Verlo?- Repitió ella sorprendida.- Claro que no... sólo esa vez...
Inuyasha no pudo evitar que una pequeña sonrisa se dibujara en sus labios mientras bebía el café. Dejó la taza sobre la mesa y la miró con el ceño fruncido.
-¿Tuviste problemas con tu madrastra?
-No la he visto... me dijeron que iba a estar fuera todo el día... - Respondió sintiéndose bastante incómoda ante el interrogatorio.
-Bien. – Dijo él secamente, mientras le daba la espalda y entraba al dormitorio. Kagome, desilusionada ante su fría actitud, se volteó y caminó hasta la puerta, pero nuevamente escuchó la voz de Inuyasha, que había vuelto a la sala.
-¿Sabes? Fuiste muy descuidada ayer.- Dijo reprochándole.
Kagome lo miró sorprendida sin decir nada.
-¿Porqué estabas con Kikyo?
-Ella... quería hablar conmigo.- Respondió apenas, sintiéndose bastante intimidada.
-No tienes que hablar con ella... no lo vuelvas a hacer- Dijo seriamente. Kagome lo miró y luego su expresión era de disgusto. ¿La estaba sermoneando?... ¿Acaso estaba haciendo lo mismo que hacía a diario su madrastra?
-No me digas lo que debo hacer... - Dijo ella entre dientes, bajando la mirada.
Inuyasha la miró confuso.
-Lo digo por tu bien... ella quiere destruirme Kagome... también quiere hacerlo contigo¿no te das cuenta?
Kagome lo miró exasperada.
-Estas siendo demasiado paranoico.- Respondió mirándolo enojada.
-¿Paranoico?... ¿Paranoico?... ¿Lo dice la chica que entró a mi departamento con una bomba para matarme?
Kagome abrió la boca pero no dijo nada. Se sintió más enojada aún. Volteó y caminó hacia la puerta.
-Yo nunca quise matarte... ni siquiera lo intenté... - Dijo casi quebrándose la voz. En ese instante todo comenzó a moverse mientras Kagome, desconcertada, miraba a su alrededor y veía que las lámparas y cuadros se balanceaban y luego los objetos comenzaban a caer. Inuyasha caminó presuroso hasta ella que permanecía estática y la tomó de una muñeca firmemente mientras se colocaban en el umbral de la puerta de la habitación y la sujetaba contra la pared.
-Es un temblor... - Dijo Inuyasha, mientras la abrazaba fuertemente y ella hundía su cara en su pecho, al tiempo que sus manos se agarraban con desesperación de las mangas de la blusa del muchacho. – Tranquila... tranquila...
Kagome estaba desesperada, estar en el piso 30 de una torre no era el mejor lugar para soportar un gran temblor... Ella levantó un poco la vista y aún las cosas caían de los estantes... se aferró más mientras él la afirmaba más contra la pared, con sus cuerpos tan unidos pero que a ninguno de los dos les importó tanta cercanía. Poco a poco todo comenzó a volver a la calma, mientras Inuyasha miraba a su alrededor y ya todo se tranquilizó. Bajó la vista para ver sólo el cabello de Kagome alborotado y su cara asustada aún entre su pecho. Acarició su cabeza mientras le hablaba al oído tiernamente.
-Ya pasó... tranquila... tranquila...
La chica agradeció en silencio al cielo porque todo ya había terminado, mientras levantaba la cabeza lentamente sin intenciones de soltarse del muchacho, que la miraba con los ojos demasiado brillosos y acariciaba su cara.
-¿Estas bien?- Preguntó él.
Ella lo miró fijamente sintiendo que la cercanía de sus cuerpos le provocaba un pequeño hormigueo en el cuerpo y su corazón comenzó latir con violencia, mientras sus mejillas se enrojecían. Inuyasha sintió como el corazón de ella latía y una pequeña sonrisa se dibujó en su rostro. Observó sus labios, tiernos y carnosos y acercó su cara rozándola suavemente, mientras ella se quedaba estática y respiraba agitadamente.
-Quiero besarte... pero si lo hago... tal vez te perderé... - Dijo Inuyasha con los ojos cerrados y Kagome sentía el calor de sus palabras emanadas de su boca, contra su cara. La chica creyó que el corazón iba a estallar. Inuyasha abrió los ojos y ella sonrió apenas. Entonces, como si fuera una invitación sin palabras, ella cerró los ojos. Inuyasha la miró sorprendido y luego una sonrisa de felicidad se dibujó en su rostro. Acercó sus labios a los de ella, y primero, como una caricia, los besó suavemente, mientras Kagome se aferraba más a él. Rozaba lentamente sus delicados labios mientras su corazón se aceleraba cada vez más. Había esperado tanto por ese momento y ahora su deseo se veía cumplido. Subió una mano hasta su cuello y la acercó más a él, al tiempo que la incitaba a abrir la boca y besarla más apasionadamente. Kagome sentía que sus labios eran fuego, y apenas podía moverlos, sólo dejaba que él la guiara, porque al fin y al cabo, no sabía como hacerlo. Con sorpresa sintió de pronto su cálida lengua en su boca mientras acercaba más su cara a la de él y ella al fin pudo mover sus labios, respondió a cada caricia emanada de su ser, aferrándose con fuerza contra su pecho, mientras sentía que el mundo ya no importaba nada y el tiempo se detenía. Sus manos, desesperadas, se fueron aflojando de las mangas y las llevó hasta su cuello varonil, donde las enrolló y se puso en punta para ser besada más cómodamente. Escuchó sus propios suspiros ahogados en su garganta, mientras él la besaba cada vez más, casi con desesperación. De pronto se alejó de ella y la miró sonriendo.
-Esto es lo mejor que me ha pasado... - Dijo en un susurro, mientras ponía su cabeza en el cuello de ella y le daba pequeños besos. Ella sonrió satisfecha sintiendo que apenas podía sostener sus piernas. Cerró los ojos mientras sentía la devoción que él le daba, después de tanto tiempo volvió a ser completamente feliz, y ya no importaba lo demás. Él se incorporó nuevamente mientras la miraba con insistencia.-Me tienes loco...
-¿Loco?- Repitió sorprendida, mientras apartaba un mechón del chico de su frente.
-Loco... – Afirmó él nuevamente, mientras volvía a mirar sus rosados labios y los besaba nuevamente con desesperación. Los minutos pasaron y sólo se separaban para retomar aire a sus pulmones.
-Creo... que... es mejor que salgamos de aquí... - Dijo ella entre beso y beso.
-¿Salir?- Repitió él casi en un gruñido sin dejar de besarla.
-Mmmm... me dan miedo... los temblores...
Inuyasha sonrió entre sus labios mientras se separaba de ella y la miraba preocupado.
-¿De verdad?
-Estamos en el piso 30... estoy aterrada.- Dijo ella sonriendo. Inuyasha la miró divertido mientras le tomaba la mano.
-Entonces... salgamos de aquí... ¿dónde quieres ir? Lo que tú digas yo lo haré- Dijo poniéndose una mano en su corazón y haciendo una pequeña reverencia.
-¿Al mar?- Preguntó ella levantando una ceja.
-¿Al mar? Claro que sí... hoy es domingo y no tengo chofer... conozco un lugar que te gustará... - Dijo riendo.
-Gracias... – Respondió agradecida.
Continuará...
