Parte 12:

Kagome miró el alto rascacielos de las oficinas del ministerio. Caminó a paso firme hasta la recepción donde una mujer joven le señaló las oficinas del abogado Inuyasha. La secretaria que estaba afuera de su oficina la recibió con una sonrisa.

-Buenas tardes... mi nombre es Kagome Higurashi.

La secretaria, una joven de largos cabellos castaños sonrió ampliamente mientras se levantaba de súbito de su asiento.

-Oh! Es usted!... claro... lo llevaré con él.- Dijo feliz y dando tres pequeños golpes en la puerta la abrió y la introdujo en una espaciosa oficina en donde dos hombres se le quedaron mirando, y uno de ellos sonreía ampliamente.

-Aquí esta la señorita- Dijo la secretaria a Inuyasha.

-Muchas gracias, Sango.- Respondió el abogado mientras se acercaba a Kagome y besaba su mano. – Creí que no vendrías.

-No pude venir antes... - Dijo ella en voz baja mirándolo asustada y luego miró a Miroku que le sonreía feliz.- Buenas tardes.- Saludó haciendo un pequeño movimiento con la cabeza.

-Muy buenas tardes señorita.- Respondió Miroku mientras se acercaba a la puerta y luego mirando a Inuyasha.- Bueno... nos vemos después... hasta luego señorita Higurashi... Sango, querida... necesito pedirte un favor.

La chica lo miró malhumorada mientras salía de la habitación, seguida por Miroku.

Inuyasha tomó la mano de la chica y la llevó hasta el cómodo asiento de su escritorio. Kagome sonrió.

-Vaya... se siente bien ser el jefe.- Dijo ella mientras se sentaba.

El abogado se afirmó en la mesa con los brazos cruzados mientras la miraba tiernamente.

-¿Tuviste algún problema?- Dijo luego preocupado. Kagome tomó nerviosamente una fina lapicera y comenzó a juguetear con ella con sus dedos, y sin mirarlo le habló.

-Bueno... problema... no... ¿leíste el periódico?... creo que tus precauciones no sirvieron de nada porque... mi madrastra se enteró de que me emborraché en la fiesta.- Respondió luego mirándolo y tratando de sonreír un poco. Inuyasha abrió los ojos sorprendido.

-¿Te hizo algo?... ¿Te lastimó?- Preguntó mientras se incorporaba hacia ella.

Kagome sonrió más ampliamente y lo miró con confianza.

-Claro que no. Intentó abofetearme pero esta vez no se lo permití.

Inuyasha la miró seriamente y luego su rostro de tensión cambió ya más relajado.

-De... ¿verdad?- Preguntó incrédulo mirando a la chica y ella afirmó con su cabeza.

-Sí.- Respondió feliz.

Inuyasha acercó su mano hasta su mejilla y se la acarició suavemente.

-Estoy orgulloso de ti.- Dijo con voz ronca. Kagome se sonrojó un poco y luego se levantó de la silla mirando la oficina.

-Con que es aquí donde trabajas. Es muy bonita... – Luego se acercó a las grandes ventanas-... pero qué afición tuya a las alturas, Inuyasha!

El muchacho rió a carcajadas mientras se aproximaba hacia ella y abrazándola por detrás comenzó a darles pequeños besos en el cuello.

-Hueles... muy... bien... - Dijo entre beso y beso mientras ella sentía que la piel comenzaba a erizarse. Sonrió tratando de tranquilizar su loco corazón.

-Y... para qué querías... que viniera...- Preguntó apenas tratando de no perder la razón con tantos besos.

Inuyasha se apartó un poco y la volteó.

-Ah! Es el obsequio que te traje de Hong Kong.

-¿Obsequio?

El muchacho caminó hasta un gran librero y sacó de uno de los cajones un paquete rectangular de color blanco con un lazo dorado, dejándolo frente a Kagome, encima de la mesa del escritorio.

-En dos semanas más... el primer ministro dará una cena de Navidad... quiero que vengas conmigo. Y ojalá puedas usar esto.

Kagome lo miró sin entender.

-Ábrelo.- Dijo Inuyasha sonriendo.

La chica desató el lazo dorado y luego, lentamente abrió la caja, de ella, una prenda de vestuario color turquesa con pequeñas flores doradas. Miró a Inuyasha seriamente y luego sacó la prenda de la caja. Era un vestido chino.

-Pero... qué hermoso.- Dijo Kagome mientras lo admiraba fascinada. Se acercó a su mejilla y la besó.- Gracias.- Luego se lo acercó a su cuerpo. - es muy suave.

-Es de seda- Respondió Inuyasha sonriendo. Ella le devolvió la sonrisa.

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-Mi querida Sango... quiero que vayas conmigo... es una cena de parejas y yo... no puedo llegar solo... además Inuyasha irá con la señorita Kagome ¿crees que me gustará estobarles?- Dijo suplicante mientras Sango escribía rápidamente y miraba con atención la pantalla del computador.- ¿no me contestas?... por favor... - Suplicó. La chica exasperada dejó de escribir mientras lo miraba seriamente.

-¿Y porqué no vas con una de tus amiguitas?

-Este... - Dijo tratando de pensar en una buena excusa.

-Me lo pides sólo porqué soy la más disponible¿verdad?- Preguntó enojada mientras volvía a escribir.

-No... claro que no... te lo pido... porque... porque... esta cena es especial y no hay otra mejor que tú... ya sabes... será Navidad y...

Sango lo miró nuevamente con cara de sorpresa mientras trataba de creer en sus palabras. Parecía sincero, después de todo... y bueno... pasar la noche de Navidad sola tampoco era un agradable panorama... divertirse por unas horas en aquella cena no era mala idea. Y si el pervertido asistente intentaba sobrepasarse ya sabía ella como detenerlo. Sonrió levemente y le habló con voz segura.

-Esta bien... iré contigo. Pero sólo seré tu acompañante. Nada más ¿te quedó claro?

Miroku suspiró aliviado y en un acto espontáneo se acercó a ella y besó su mejilla.

-Todo lo que tú digas.- Respondió feliz, mientras se alejaba de ella. Sango, un poco perturbada por el inesperado beso, llevó la mano a su mejilla sintiendo aún los húmedos labios del chico.

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-Buenas tardes, Lady Kagura.- Saludó la mujer sonriendo, mientras estiraba la mano la cual Kagura miró extrañadamente.

-Señorita Kikyo... qué... sorpresa.- Dijo la mujer un poco perturbada.- Siéntese por favor.

Kikyo se sentó frente a ella y comenzó a hablar.

-Debe estar sorprendida de mi visita... pero no es la primera vez que vengo a su casa.

-¿No?- Dijo Kagura levantando una ceja.

-He venido antes... para hablar con su hijastra... de un asunto sumamente delicado... pero ella no quiso hacerme caso es por eso... que me vi en la obligación de hablar con usted... tengo entendido que es su tutora.

-Sí, Kagome es menor de edad aún y esta bajo mis cuidados.- Respondió seriamente pero aún confundida, sin saber a donde la estaba llevando la conversación.

-¿Esta ella en este momento? Su hijastra...

-No... ha salido hace algunas horas y aún no regresa.

-Pero ya anocheció... ¿sabe usted dónde esta ahora?- Preguntó cínicamente.

-Me imagino que con el abogado Inuyasha.

-¿Si?- Dijo Kikyo tratando de contener la rabia que florecía en su ser.

-Dígame, señorita Kikyo... ¿a qué viene este interrogatorio?.- Preguntó Kagura exasperada.

Kikyo se cruzó de piernas y se acomodó en el sillón, mirándola fijamente y con seriedad comenzó a hablar.

-Yo... vine a hablar con su hijastra anteriormente para decirle que... Inuyasha la estaba utilizando y que ella es sólo una más de sus... ya sabe... amigas... y que yo soy la que siempre esta a su lado... no me gusta decir esto pero... Inuyasha sólo utiliza a las mujeres para acostarse con ella... es sólo una diversión para él.

Kagura arrugó la frente confundida.

-¿Es cierto eso?

-¿Lo duda acaso con la fama que él tiene?- Preguntó Kikyo seriamente.

-Y usted... qué rol juega en esto.

-Soy su novia oficial... he soportado mucho sus pequeños escandalillos, pero vine aquí con usted porque ella, se supone, es una muchacha decente.

-Pero... ellos son novios!- Respondió Kagura confundida.

-Novios... una palabra formal para poder hacer las cosas más libremente. Escúcheme... usted es una mujer de excelente reputación y su hijastra también... bueno, sé que él jamás llegará a concretar algo con ella porque no es así... la arruinará... y creo que ya lo ha hecho... supongo que deseará que ella contraiga matrimonio con alguien del consejo de empresarios¿verdad?

-Claro... - Respondió Kagura casi sin pensar.

-¿Y qué pasaría si... Kagome ya no es virgen?

Kagura se levantó sobresaltada de su asiento.

-Pero qué esta diciendo!

Kikyo se levantó lentamente también del sillón mientras abría su cartera y sacaba de una pequeña bolsa de terciopelo la perla de shikon.

-Esto... lo he encontrado en la cama de Inuyasha... me imagino que usted conoce a la dueña.

Kagura abrió la boca pero no dijo nada. Satisfecha, Kikyo dejó la perla en la mesa de centro.

-Sé como son ustedes... ultra conservadores... los planes de ver casada a su querida hijastra se verán complicados¿no cree? Nadie del consejo la aceptará, ni para ellos, ni para sus hijos.

Lady Kagura enrojeció de rabia mientras sentía que las manos se crispaban. Kikyo sonrió satisfecha, sabiendo el efecto que había provocado.

-La vez anterior le dije a ella que yo era la novia de Inuyasha y no quiso hacerme caso... ella aceptó toda esta situación. Ser la amante de él.

Al decir esto Kikyo salió de la mansión sintiéndose extremadamente orgullosa de su trabajo.

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Kagome se colgó de su cuello y lo besó largamente.

-Te... llamaré... - Dijo Inuyasha apenas sonriendo entre sus labios.

La muchacha se separó de él y sonrió ampliamente, llevando el paquete en sus manos, atravesó los jardines de la mansión hasta entrar en ella. La casa estaba oscura, pero extrañamente en la sala había una lámpara de mesa encendida y al lado de ella, como un espectro, Lady Kagura sentada en el sillón. Kagome se asustó un poco al ver su imagen en las penumbras pero luego se tranquilizó.

-Lady Kagura.

-¿De donde vienes?- Preguntó la mujer seriamente. Kagome frunció el ceño.

-¿Le sucede algo?- Dijo un poco preocupada. Lady Kagura miró el paquete que la chica llevaba entre sus manos.

-¿Y eso?

-Me lo ha regalado... Inuyasha- Respondió ella dándole la espalda y subiendo las escaleras. Kagura se levantó de súbito del sillón y le gritó.

-¿Y a cambio de qué?

La chica que estaba abriendo la puerta de su habitación pareció no entender las preguntas de su madrastra. Confundida un poco, dejó el paquete sobre la cama mientras salía al pasillo para encontrarse de súbito a su madrastra frente a ella.

-Quiero... que me digas... dónde esta tu collar.- Dijo Kagura enojada. Kagome la miró sorprendida y luego con tristeza dijo:

-Lo he perdido.

-Claro... - Acotó Kagura mientras sacaba de su bolsillo la perla de shikon y agarrándola de la cadena se la mostró frente a sus ojos.

-La perdiste... en la cama de tu novio.

Kagome abrió los ojos con sorpresa sin decir una palabra.

-¿No dices nada?

Kagome tomó la perla entre sus manos con alivio.

-Mi perla... con que la perdí en el departamento de Inuyasha... - Respondió entre dientes, imaginando que tal vez la había perdido el día que había dormido para que se le pasara la borrachera en el departamento de Inuyasha. Luego miró más confundida aún a su madrastra. ¿Quién se la había entregada a Lady Kagura? Acaso... ¿Inuyasha?

Kagura enfureció y le abofeteó la cara de improviso, haciendo que la chica cayera al suelo.

-Eres una prostituta! Sabías que debías deshacerte de ese sujeto, no que te acostaras con él! tú vas a casarte con Naraku!... ¿Me has oído!

Kagome, con la mano en la mejilla, se levantó lentamente del suelo mientras la miraba con odio.

-Usted... no volverá a golpearme... nunca! Me escuchó bien? Nunca!- Le gritó, mientras le daba la espalda y se disponía bajar las escaleras. Lady Kagura, sorprendida ante la imprevista revelación de la chica, caminó presurosa detrás de ella hasta alcanzarla en la mitad de las escaleras, agarrando su brazo fuertemente.

-Soy tu tutora y me debes obediencia! No vas a salir más con ese sujeto, no permitiré que sigas enlodando la reputación que tenemos!

-Déjeme... yo haré con mi vida lo que quiera!- Le gritó desesperada al borde de las lágrimas.

-No lo harás! Claro... qué se puede esperar de la hija de una prostituta también.

Kagome la miró con odio mientras intentaba forzosamente separarse de ella.

-No vuelva a hablar así de mi madre! La prostituta aquí es usted!

Kagura intentó nuevamente abofetear la cara de la chica pero esta al tratar de esquivarla se abalanzó hacia atrás olvidando que se encontraba parada aún en las escaleras, cayendo de ellas dolorosamente hasta llegar al piso. Kagura miró horrorizada a la chica que no se movía del suelo. Caminó lentamente hasta ella y vio que un hillillo de sangre corría por su boca.

Continuará...