Parte 16:
-Señor Naraku... todo esta listo- Dijo una lacónica voz al otro lado del teléfono. El hombre sonrió ampliamente mientras miraba a Kikyo que yacía sobre la cama.
-Gracias- Respondió al tiempo que cortaba y caminaba hacia el armario para colocarse una camisa.
-¿Qué sucede?- Preguntó la mujer mientras se levantaba y luego se colocaba la falda.
-Que al fin lo han encontrado.
Kikyo lo miró expectante mientras una débil sonrisa se dibujaba en su rostro.
-Pero antes de ello... supongo que hay que amenazarlo con las fotos. A Inuyasha le interesa mucho conservar su buena reputación...
-Claro, claro... irás y le mostrarás las fotos... – Dijo el hombre.
La mujer sonrió satisfecha mientras abrochaba los botones de su blusa.
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Caminaron rápidamente por entre la multitud casi sin mirar a nadie. Inuyasha entregó nuevamente el ticket y el joven trajo el abrigo de inmediato. Al salir ella se abrazó a sí misma porque la nevada de hacía un rato había dejado el aire bastante frío, aunque recién ahora notaba lo helada de la noche. El abogado puso su abrigo sobre los hombros de la muchacha al tiempo que hacía una seña y la limosina llegaba a su lado. Abrió la puerta y Kagome entró rápidamente en ella mientras él se colocaba a su lado y pasaba un brazo por sus hombros, mientras ella se recostaba suavemente sobre su pecho.
-Lady Kagura... - Comenzó a decir levemente, pero luego se detuvo. Inuyasha bajó la vista intrigado.
-¿Qué pasa con ella?
-He encontrado mi perla de shikon... ¿no te lo había dicho?
-¿De verdad?- Preguntó él sorprendido, alegrándose sinceramente por la joya de su amada.- ¿y dónde estaba?
Kagome se mordió el labio y permanecía con la vista baja todo el momento. Inuyasha frunció el ceño intrigado.
-¿Qué sucede?
Kagome respiró hondo mientras se incorporaba para mirarlo directamente.
-Lady Kagura dijo que... la encontró Kikyo... en tu cama.
Inuyasha la miró sin entender.
-¿Qué?
Kikyo se la entregó a mi madrastra...
Inuyasha iba a pronunciar una protesta pero luego su mente sagaz le hizo analizar los datos recolectados y sacando conclusiones todo tenía origen en aquella vez cuando Kikyo y ella estaban juntas en la boda del Sr. Setsuna.
-Ah... conque ese era el plan de Kikyo... – Dijo para sí mismo, luego mirando a Kagome-... Kikyo no encontró la perla en mi cama... cómo podría, si no ha ido a mi departamento.- Acotó entre dientes. Kagome lo miró sorprendida.
-Ya lo sé... me la quitó cuando estaba ebria en esa fiesta...
-¿Ves? Yo sabía que ella intentaría algo en tu contra... pero... ¿en que le benefició todo esto?
Kagome entendió a la perfección sus palabras y se recostó en el asiento.
-Lady Kagura cree que somos amantes... - Inuyasha la miró sin expresión. Ella sintió que las mejillas se encendían súbitamente-... que... dormimos juntos. Por eso tuvimos la discusión aquella vez, cuando me caí de las escaleras.
El joven abogado la miró atónito si creer lo que estaba escuchando. Entonces ahora sí todo encajaba.
-Maldita Kikyo... - Dijo entre dientes mientras no podía evitar que las manos se crisparan de furia. Ahora sí podía ver el verdadero rostro de aquella mujer que se empeñaba en destruir a Kagome...
-Pero ya eso no importa... - Acotó la muchacha conciliatoriamente mientras calmaba su súbita ira recostándose nuevamente sobre su pecho.-... prométeme que olvidarás todo esto... quiero que estemos tranquilos... estoy harta... de tanta maldad. - Kagome se incorporó nuevamente hacia el chofer. - Déjeme en esa esquina. - Dijo la muchacha mientras se sacaba el abrigo.
-¿Que? pero si aún faltan dos cuadras para llegar a tu casa!- Protestó el chico. Kagome abrió la puerta del auto y bajó, seguida de él.
-No te preocupes... es mejor si nadie nos ve.- Respondió rápidamente mientras se ponía en puntitas y le daba un rápido beso en los labios. Inuyasha había quedado tan desconcertado que luego que la muchacha se separó de él y se volteó, él la retuvo de un brazo y con un rápido movimiento la acercó hacia su boca y besándola con pasión como para que se llevara un adelanto de lo que pronto sucedía entre ambos. Luego del apasionado beso, ella lo miró con los ojos muy abiertos y una sonrisa se dibujó en su rostro, para luego darse la media vuelta y correr hacia la casa entre las sombras de la noche.
Introdujo en la cerradura de la puerta un pequeño alambre y sonrió triunfal cuando esta se abrió sin inconvenientes. De algo había servido el entrenamiento de delincuente que le había dado su madrastra para asesinar a Inuyasha. Se sacó los zapatos de tacón y subió silenciosamente las escaleras, tratando de no hacer ni un ruido. Cerró la puerta de su habitación soltando un profundo suspiro mientras apoyaba la espalda en ella, casi sin creer lo que de pronto sus ojos vieron. Lady Kagura sentada en su cama, con los brazos cruzados y lo que más asustó a la chica, fue su mirada sin expresión.
-¿Dónde andabas?- Preguntó la mujer duramente. Kagome, luego de unos segundos de miedo, se irguió orgullosa y la miró desafiante.
-Fui a una velada.
Lady Kagura se paró rápidamente y se acercó a ella.
-No dejaré que me golpee esta vez! - Dijo la chica rápidamente justo antes de que su madrastra se acercara a ella tal vez con intenciones de golpearla. Lady Kagura la miró con rabia y odio.
-¿Crees que vas a salirte con la tuya!- Gritó la mujer. Kagome la miró apenas y caminó hacia el baño cerrando la puerta con llave. - Vas a pagar esto mocosa insolente! Soy tu tutora y me debes obediencia!.- Gritó la mujer a todo pulmón mientras salía de la habitación dando un portazo. Kagome sintió el corazón desbocado, pero estaba feliz, había podido ver a Inuyasha una vez más y las consecuencias... las consecuencias no importaban... con solo verlo.
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La semana se hizo nuevamente eterna. El gobierno había decidido mantener las disputas alejadas de las fiestas y por lo tanto todos acordaron que las reuniones serían suspendidas hasta pasadas las fiestas. Inuyasha había maldecido esta decisión cuando le obligaron a descansar y dejar su trabajo. En mala hora, justo cuando ni siquiera podía ver a Kagome. Insistía con las llamadas a media tarde pero jamás le comunicaban con ella. Era desesperante. Aburrido y hastiado el último día del año lo durmió hasta donde su sueño se lo permitió. Había claridad en la habitación cuando abrió los ojos apenas producto de una leve caricia que sintió sobre su cara.
-¿Kagome?- Preguntó al principio sin poder enfocar bien los ojos producto de la luz del día.
-Qué mal comentario.- Respondió una fría voz al tiempo que se levantaba y para lo cual Inuyasha ya podía ver perfectamente el rostro de la mujer.
-Kikyo... - Dijo sorprendido.- Pero... ¿qué haces aquí?- Preguntó exasperado mientras se sentaba en la cama.
-Sólo vine a verte... te extrañaba.- Respondió la mujer cambiando el rostro de desagrado ante uno más sensual.
-Déjate de juegos- Dijo aburrido mientras se levantaba. Kikyo miró con nostalgia su torso desnudo y sin pensarlo se acercó y lo abrazó desesperada.
-No me trates así... por favor... yo... yo te amo- Dijo ella mientras unas lágrimas se escapaban de sus ojos. Aquella muestra de debilidad en ella a Inuyasha lo sorprendió. Ella jamás se había comportado así. La separó lentamente de él y la miró casi con pena.
-Lo siento Kikyo... esto debe terminar de una vez... - Dijo tratando de hacerla razonar de la mejor manera. La mujer lo miró suplicante.
-No... no me hagas esto... - Suplicó herida a Inuyasha. El joven la miró sin expresión.- No puedes hacerme esto... - Dijo ella nuevamente, pero Inuyasha permanecía inmóvil. La mujer se quedó con las manos crispadas de impotencia y luego se relajó. Lentamente sacó del bolsillo unas fotografías y las tiró en la cama.- me han llegado... estas fotos... creo que son para ti.
Inuyasha caminó hasta ella y las tomó ente sus manos. Frunció el ceño cuando vio sólo imágenes de Kikyo y él en actitudes poco decorosas en la calle.
-¿Y qué es lo que pretenden con esto?.- Preguntó el abogado sin creer la mentira del chantaje, sabiendo que eso venía sólo de ella.
La mujer se enjugó las lágrimas y lo miró asustada.
-No... no lo sé... alguien que quiere revelar mi secreto... nuestro secreto... no me dejes ahora... por favor.- Suplicó nuevamente.
-No, Kikyo. Esta clase de chantajes no sirven para mí. Esto perfectamente puede ser un montaje... ¿crees que las fotografías son una prueba definitiva de algo?
Kikyo se mordió el labio de la rabia, había olvidado lo buen abogado que él era.
-¿No les harás caso?- Dijo fingiendo miedo.
-Esto no prueba nada.- Respondió secamente Inuyasha, mientras le entregaba las fotografías. Kikyo lo miró sin creer que aquel estúpido plan no hubiera resultado. Pues Naraku se había equivocado, Inuyasha era demasiado inteligente para él.- Es mejor que te vayas.
Kikyo lo miró con la boca abierta, pero un deseo de rencor se fue apoderando de ella.
-Esto no queda así Inuyasha... vas a estar conmigo... hay algo que nos une muy fuertemente... y me obligarás a revelártelo. - Dijo, al tiempo que se volteaba y dejaba el departamento cerrando la puerta de entrada con un portazo.
-Cambiaré esa cerradura.- Dijo él entre dientes.
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Inuyasha permanecía sentado sobre el amplio sillón mirando un punto fijo de la pared y sintiéndose más solo que nunca. La botella de champan yacía sobre la cubeta con hielos y a lo lejos se podía escuchar el rumor de la gente afuera preparándose para la llegada del nuevo año. Se levantó cansadamente pensando en lo que la dueña de su corazón estaría haciendo en estos instantes, deseando tenerla entre sus brazos y olvidarse de todos los problemas y la conspiración que acechaba su vida. Desde el piso 30 se tenía una magnífica panorámica y las luces de la torre de Tokio eran visibles desde aquel lugar. Las 12 de la noche llegó y se vieron miles de fuegos artificiales decorando el negro cielo. Luego, una columna de innumerables globos que como la tradición mandaba, eran lanzados cubriendo el firmamento. Allá afuera todos parecían divertirse y desearse lo mejor, pero no era su caso, el año lo comenzaba nuevamente solo, solo en aquel oscuro departamento. Volvió a su asiento y descorchó la botella de champan, mientras de sus labios se escapaba un leve suspiro.
-Feliz año, Kagome.- Se dijo mientras se llevaba un sorbo de la helada y burbujeante bebida a los labios. De pronto un ruido en la puerta lo hizo voltearse sorprendido, mientras veía como esta se abría lentamente para entrar, a través de la penumbra, a una mujer con un abrigo blanco y que entrando a la habitación se sacó el gorro con gracia haciendo que sus largos cabellos negros se liberaron sobre sus hombros.
-¿Kagome?- Preguntó incrédulo mientras se levantaba del asiento. La chica levantó la vista un poco asustada y lo miró luego con una sonrisa.
-Inuyasha.- Dijo apenas, mientras cerraba la puerta tras su espalda. El chico caminó a grandes zancadas hasta llegar a su lado y mirarla con extrañeza.
-Pero... ¿qué haces aquí...¿De donde vienes?
-El comité de empresarios pasa cada año nuevo en el club ecuestre, allí estaba yo pero me escapé y vine a verte... siento haber entrado así... creí que no estabas... desde afuera vi que no había luz en el departamento... esta vez, entré con tus llaves- Dijo sonriendo mientras levantaba el juego de llaves que él mismo le había entregado la vez que se encontraba herido.
-¿Te escapaste?... ¿Otra vez?
-No te preocupes, esta fiesta la celebran con todo, estaban ya tan ebrios que ni cuenta se darán que no estoy.- Respondió sonriendo, mientras se desabrochaba el abrigo. - Por cierto, feliz año.- Dijo Kagome de pronto, sorprendiéndolo, tomó su cara y plasmó un beso en sus labios. Inuyasha sorprendido al principio ante su inesperado beso, la tomó por la cintura y correspondió deseoso a ella, arrinconándola fuertemente contra la puerta. Sus besos lo llevaron luego a su níveo cuello, marcando en cada centímetro de su piel un pequeño ósculo y escuchando como ella suspiraba y respiraba agitadamente. Se alejó para mirarla bien y en ese instante ella se quitó por completo el abrigo, dejando ver un vestido blanco corto más arriba de sus rodillas, sostenido por unos pequeños tirantes en sus hombros. La mano de Inuyasha se fue directamente a su hombro y corrió un poco aquellos finos breteles, besando con más pasión el lugar que antes le era totalmente desconocido, conociendo y saboreando un rincón de su piel, nueva para él. Kagome sabía que aquello la llevaría a lo inevitable, aún recordaba aquellas excitantes palabras de la noche de Navidad: "La próxima vez... esto terminará de otra manera."
-No puedo vivir sin ti- Dijo ella llena de amor, mientras él dejó de besarle los hombros para incorporarse y ver su cara seriamente.
-Yo tampoco.- Respondió con voz ronca, mientras la tomaba de improviso en brazos y la llevaba a su habitación.
La acostó suavemente en su cama y Kagome se abrazó fuertemente a su cuello, besándolo con desesperación. Inuyasha con una rodilla sobre la cama y ambas manos sosteniendo su propio cuerpo, hacía todo el intento para no perder el equilibrio. Se separó de ella mirándola con una sonrisa mientras se desabrochaba rápidamente los botones de su camisa y luego se ponía encima de ella, besándola con toda la comodidad posible, acariciando su cuerpo desesperadamente y ella también sintiendo por primera vez la piel desnuda de su varonil torso contra ella, acariciando aquellos fuertes brazos. De pronto sintió una mano de él recorrer su pierna mientras levantaba el vestido y aquella caricia tan intima hizo que Kagome se incorporara levemente en la cama, aguantando un poco la respiración y sintiendo los latidos de su corazón cada vez más fuerte dentro de su pecho. Inuyasha deslizó su ropa interior por sus piernas para luego recorrer un camino de besos por ellas, hasta llegar a su vientre y sacar de una vez el vestido por encima de sus hombros. La miró completamente, desnuda bajo él, con su cuerpo contorneándose ante cada nueva caricia, mirándolo a los ojos expectantes, con sus labios muy rosados por la fuerza de sus besos y las mejillas rojas. Las manos de ellas se fueron lentamente hasta su pantalón y desabrochando casi torpemente el botón de el, el chico sonrió y ayudó a quitárselo por completo. Se siguieron besando con desesperación, rozándose constantemente uno contra el otro, hasta que ya la razón no pudo más y él quitó sus boxer quedando ya desnudo encima de ella. El corazón de Kagome estaba que salía por la boca, estaban tan cerca uno del otro, jamas creyó que algún día podría amar tanto a ese engreído niño que hizo de ella su mascota en aquel cumpleaños. Sonrió divertida ante el pensamiento.
-Qué... - Preguntó él intrigado, mirándola expectante, respirando agitadamente, sin aún atreverse a completar aquel enlace entre ambos.
-Te amo demasiado.- Respondió ella tiernamente, y fue lo que gatilló que él se adentrara en ella, escuchando al principio un gemido de dolor, que poco a poco se fue apagando para dar paso a solo suspiros de placer.
Exhaustos, se quedaron quietamente en la misma posición sin mover un solo músculo de sus cuerpos sudorosos, respirando agitadamente, mirándose felices. Kagome cerró los ojos y su respiración se volvió cada vez más acompasada. El joven descansó sobre su cuello, aspirando aquel dulce perfume que lo volvía loco.
-Vaya manera de comenzar el año.- Dijo Inuyasha aún agitado, en su oído. Kagome sonrió ampliamente mientras abría los ojos y lo miraba quietamente. Él se incorporó un poco sonriendo aún ante el comentario y se acercó nuevamente a su boca, dando pequeños y cortos besos que cada vez se volvían más intensos. La sangre comenzaba nuevamente a hervir en sus cuerpos, de pronto el joven hizo un pequeño movimiento que hizo que ella quedara esta vez sobre él. Kagome lo miró asustada, la posición era más excitante que la anterior, pero ella era una inexperta y eso lo sabía él, que la sujetó fuertemente por las caderas y la hizo que se contoneara, haciéndole así descubrir nuevos puntos de placer.
La claridad de la madrugada fue poco a poco alumbrando la habitación, mientras los amantes permanecían abrazados sin decir nada salvo el lenguaje de las caricias y besos. La muchacha respiró hondamente, sin creer aún la cargada noche de pasión que habían tenido.
-Debo irme- Dijo de pronto, pero sin moverse de su lado.
-No.- Respondió Inuyasha autoritario, mientras acariciaba sus suaves brazos. La chica sonrió quietamente.
-Debo irme.- Dijo ya más seriamente, mientras intentaba separarse de él.- No puedo dejar que me descubran... no puedo... - Dijo tratando de excusarse. El muchacho la soltó suavemente y la miró con tristeza.
-Esto no me gusta... - Respondió como un niño caprichoso, mientras la miraba recoger la ropa regada por la cama y vestirse rápidamente. Luego de eso, la chica se detuvo y lo miró fijamente. Se sentó a su lado, en la cama y le habló.
-Me iré... a Londres... - Dijo buscando la expresión del muchacho. Él la miró sin comprender bien en sus palabras.
-¿Te vas?- Preguntó al fin, incorporándose hacia ella y tomándole una mano.- ¿cuándo?
-Mañana- Sentenció Kagome. Inuyasha sintió los desesperados latidos de su corazón. ¿Qué demonios era todo esto?
-Lo siento... Lady Kagura... Lady Kagura... - A la chica se le quebró la voz y se levantó rápidamente para salir de la habitación.
-Kagome!- Gritó él desesperado, mientras salía de la cama y se colocaba su bóxer. Ella estaba abrochándose el abrigo junto a la puerta. Introdujo una mano en su bolsillo y sacó las llaves que él le había dado. Caminó lentamente hacia él y se las entregó en sus manos junto con un beso en los labios.
-Lo siento... no puedo hacer nada... - Dijo finalmente.
-No!- Respondió él enojado, mientras la sujetaba fuertemente de un brazo.- No te puedes ir... ¿porqué?... ¿Porqué Kagome?
-Es mi culpa... fui descuidada... la noche de Navidad ella me sorprendió... esto es... una clase de castigo... pero no te preocupes... - Dijo firmemente.- Volveré... ella cree que podrá someterme toda la vida... pero en cuanto cumpla 18 me vuelvo a Japón... como sea...
El chico la miró adolorido mientras soltaba poco a poco su brazo.
-Entonces... esta noche... viniste a despedirte... ¿no es así?
Kagome bajó la vista mientras sentía la tristeza de su corazón.
-No te diré adiós... volveré... lo juro.- Dijo ella dándole la espalda y corriendo hacia la puerta, donde salió del lugar dejando a un hombre con el corazón destrozado.
Continuará...
