Capítulo 20:
- Mañana viajo a Japón- Dijo Sesshoumaru serio. Kagome lo miró expectante.
- Entonces... entonces... comprueba si Inuyasha tiene un hijo... por favor... te lo suplico.- Dijo ella gritando.
El joven frunció el ceño sin entender, la miró preocupado luego y poco a poco fue soltando su brazo. Kagome se quedó quieta, casi en shock... no podía creer lo que había dicho... no podía creer que Inuyasha fuera padre de un niño.
- Perdón... perdón... - Comenzó ella luego a decir.-... no puedo pedirte eso... lo siento...
- ¿Quieres que hable con Inuyasha?- Preguntó él con su tono de voz profundo e inquietante.
La muchacha bajó la vista avergonzada y herida. Sesshoumaru la miró intensamente. ¿Cómo podría dirigirle la palabra a su primo si las cosas entre ellos eran más que difíciles?
- Si es importante... lo haré... hablaré con él- Dijo al fin. Kagome lo miró sorprendida. Una lágrima comenzó a resbalar sobre su mejilla y ella la secó con sus dedos, lo miró unos instantes confundida y luego dio la media vuelta y se marchó, sin decir nada, sin ser capaz de decir algo.
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Inuyasha permanecía sentado sobre el sillón con una copa de vino en sus manos y la botella que estaba a medias, frente a él sobre la mesa. No podía pensar, se sentía increíblemente estúpido al no poder pensar bien las cosas. Lo único que su mente le decía era que tenía un hijo, un hijo. Escuchó de pronto tocar a la puerta y se levantó lentamente, casi por inercia, para abrirla. No se sorprendió al ver a Miroku mirándolo con preocupación.
- Perdón por venir aquí... - Dijo el joven asistente excusándose.
Inuyasha lo miró apenas y le dio la espalda sin decir nada, para irse al mismo lugar en el que estaba antes. Miroku lo miró casi con pena y cerró suavemente la puerta tras él. Jamás lo había visto así tan deprimido en todos los años que lo conocía. Se aproximó con cautela mirando a su alrededor. El departamento era un verdadero desastre. Vio la botella de vino sobre la mesa y frunció el ceño. Sabía que las cosas estaban muy mal y la visita de Kikyo las habían puesto peores.
- Qué quieres - Preguntóo el abogado secamente, al tiempo que daba otro sorbo del vino, casi nublando ya sus sentidos.
- Vine... quiero saber cómo estas- Respondió el asistente apenas, sabiendo que la respuesta era más que obvia.- ¿No me lo contarás?
Inuyasha lo miró entre el cristal de la copa de vino, a medias... Miroku siempre había sido su confidente, pero... las cosas ahora no eran tan fáciles, no podía ya casi confiar en nadie.
- Quiero ayudarte, amigo... - Dijo el joven mientras le arrebataba la copa de los labios rápidamente. Inuyasha intentó detenerlo, pero el efecto de tanta bebida ya había provocado en él una incontrolable torpeza en sus miembros, cayendo pesadamente sobre el sillón. Miroku lo miró con el ceño fruncido y tomando también la botella de vino de la mesa, se la llevó directo a la cocina y la vació en el lavaplatos. Cuando volvió a la sala, Inuyasha se había llevado una mano a la frente, y casi no podía creer al ver que una lágrima rodaba por su pálida mejilla. - Inuyasha... - Aquella escena le partió el corazón al asistente. Las cosas debían en verdad ser graves para que su amigo estuviera en ese estado. Él era abogado, ¿cuantas cosas había soportado en su duro y descarnado oficio?
- Nadie puede salvarme ahora ¿sabes? ni... ni siquiera logro pensar bien...
- Inuyasha...
- Soy de lo peor... pero... quiero ver a Kagome... quiero verla... ella... ella...
- ¿Extrañas a la señorita Kagome? ¿Es eso? - Preguntó ansioso, porque si era ese el problema del abogado, no era para tanto entonces. Pero vio que el joven hacía una mueca y se secaba casi con rabia la lágrima de su mejilla.
- Ella no querrá verme, es obvio- Respondió en un murmullo.
- Ah... pero eso no es cierto... ella te quiere, se nota ¿dudas de ella acaso?- Preguntó el joven acercándose pero Inuyasha se levantó rápidamente y lo miró enojado.
- No es eso! no es eso... yo... yo soy de lo peor... jamás volverá a confiar en mí.
- ¿Porqué no me dices qué sucede? Puedo ayudarte.
Inuyasha lo miró enojado. Sí el pudiera ayudarlo en este grandísimo problema... como si fuera tan fácil... no, no había salida para tan gran error, no lo había y lo único que su mente clamaba una y otra vez es que tenía un hijo.
- ¿La señorita Kikyo tiene algo que ver en esto, verdad? - Preguntó el asistente tratando de sonsacar alguna palabra.
Inuyasha se sentó nuevamente en el sillón y se tomó la cabeza con ambas manos, sin mirarlo comenzó a hablar, casi con desesperación.
- Kikyo tiene un hijo, un hijo de los dos. Me he enterado hace poco, no creí que el niño fuera mío, pero hoy llegó con los resultados. Soy el padre.
Miroku abrió los ojos enormemente por la sorpresa, tuvo que buscar un asiento cerca para no caerse de la impresión.
- Ya veo... - Fue todo lo que pudo murmurar, sintiéndose tan estupefacto como estúpido. Y él pensando que tenía un problema amoroso.-... pero... ella tiene un esposo... ¿qué es lo que quiere de ti? no puede pedirte dinero porque ya esta casada, no puede obligarte a nada.
Inuyasha levantó la cabeza derrotado.
- Me esta chantajeando. - Preguntó secamente.
- ¿Chantajeando? ¿Qué es lo que quiere?- Preguntó intrigado Miroku.
- Uno: Que renuncie a mi trabajo para el gobierno.
Dos: Que me vaya con ella a cualquier parte del mundo.
Miroku se quedó con la boca abierta... no podía creer las condiciones que la señorita Kikyo había pedido a su amigo. Luego frunció el ceño... aquí había algo que olía mal.
- Oye Inuyasha... ¿porqué quiere ella que renuncies a tu trabajo con el gobierno?
Inuyasha se recostó hacia atrás en el sillón y cerró los ojos, ya cansado de todo.
- No sé, no sé... - Preguntó sin ánimo.
Miroku se levantó sin entender las razones de Kikyo para pedir semejante cosa a Inuyasha.
- Bueno... pero... ¿lo harás? Quiero decir, ¿renunciarás?
- ¿Acaso tengo otra opción?- Dijo exasperado. Ya no quería seguir hablando de ello. Si Miroku no tenía una salida para semejante problema entonces ya no valía la pena seguir hablando de ello.
- ¿Cuanto plazo te dio?
Inuyasha se incorporó y lo miró sin expresión.
- No me lo dijo.
- Pues entonces... trata de dilatar todo esto... yo averiguaré bien qué diablos esta pasando.- Dijo con una semi sonrisa. Inuyasha volvió a cerrar los ojos como ignorando su presencia. Pero eso no era problema para el asistente, ya sabía la razón del problema y ahora debía averiguar más... ¿qué interés tendría Kikyo para ver lejos del gobierno a Inuyasha?
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- Busco a Inuyasha.
Sango levantó la vista y miró casi con la boca abierta la imponente figura de un hombre elegantemente vestido frente a ella, mirándola con el ceño fruncido. La chica se levantó de su asiento presurosa mientras no podía dejar de maravillarse del parecido de sus ojos con los de su jefe.
- El señor Inuyasha... no esta.- Respondió apenas. Qué demonios le pasaba, parecía que le tuviera temor al tipo.
- ¿Y a qué hora volverá?
- Bueno... en realidad... no ha venido hace tres días... pero si me dice quien es yo podría...
- Soy Sesshoumaru y necesito hablar de forma urgente con él.- Respondió firmemente.
- ¿Sesshoumaru?- Preguntó ella incrédula. Ya había escuchado ese nombre, aunque jamás lo había visto y sabía muy bien la rivalidad y el odio entre aquellos dos primos. - Bueno...
- Señorita... necesito hablar con él, deme su dirección, supongo que puedo encontrarlo en su casa.
Sango lo miró estupefacta.
- Este...
- La necesito ahora!- Dijo enojado y ya exasperado, no estaba acostumbrado a esperar y menos a que alguien le retuviera una información. La muchacha miró su agria mirada, ahora comprobando la gran diferencia que existían entre aquellas dos doradas miradas y escribiendo con la mano casi tiritando, plasmó una dirección que entregó rápidamente el hombre.
- Gracias- Respondió él luego de leerla y dando media vuelta se marchó.
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Tres fuertes golpes en la puerta lo despertaron de su ensueño. El corazón comenzó a latir rápidamente ¿porqué? Tenía un mal presentimiento. Inuyasha se levantó a regañadientes de la cama, con un pantalón sport y una polera gris ceñida abrió la puerta para encontrarse de frente a él.
- ¿Sesshoumaru?
Sesshoumaru lo miró impresionado. Hacía algunos años que lo había visto, no eran tantos, pero del tiempo hasta hoy lucía bastante diferente. Ya no había la típica arrogancia en sus ojos. Tampoco su aspecto le revelaba al antiguo play boy que solía ser.
- Necesito que por ahora, dejemos nuestras diferencias a un lado porque debo hablar contigo. - Dijo el hombre secamente. Inuyasha movió un poco la cabeza, estaba realmente confundido.
- Claro... pasa- Respondió él, cosa que sorprendió mucho más al hombre, que frunció el ceño. ¿No se suponía que estaban enojados?
Sesshoumaru entró como todo un príncipe hacia el departamento, apenas mirando a su alrededor. Inuyasha lo siguió y se sentó, haciendo una seña para que él hiciera lo mismo, y que el hombre rechazó.
- No, esto no me tomará mucho tiempo.
- ¿Que te trajo de nuevo a Japón? nunca creí que vendrías a visitarme...
- No lo hice por que quise, fue porque me lo pidió ella.
Inuyasha frunció el ceño confundido.
- ¿Ella?
- Kagome.
Inuyasha abrió la boca impresionado, el nombre de Kagome había hecho que sus sentidos, por un momento, volvieran a la realidad.
- ¿Kagome?- Repitió apenas, sintiendo que el corazón iba a salir de su pecho. Poco a poco el recuerdo de hacía unos años se fue haciendo latente en él, cambiando completamente su semblante, ahora estaba mirándolo con confusión y celos.- ¿Kagome! ¿qué tienes que ver tú con Kagome!- Preguntó levando la voz y levantándose súbitamente de su asiento. Todo quedaba claro para Sesshoumaru, existía un lazo muy fuerte entre la chica e Inuyasha.
- Siempre actúas antes de pensar... igual que aquella vez.- Respondió él haciendo un desprecio, cosa que desesperó más al abogado, que contenía toda su ira y temor.
- No te hagas el inocente, te conozco perfectamente maldito... dime qué hay entre tú y Kagome!
- Pues... creo que realmente no te la mereces... si no confías en ella- Dijo el hombre mirándolo con rabia.- Ella no es igual que Kikyo.
Las últimas palabras fueron las que en parte, calmaron su estado de celos e ira.
- No... claro que no es igual... - Respondió el chico apenas.
Sesshoumaru lo miró intensamente, era el momento de aclarar las cosas.
- Antes debo decirte que... aquella vez, nunca creíste en mis palabras... jamás busqué, jamás cortejé y menos intenté besar a Kikyo... lo que tú viste aquella noche, ese beso, fue ella quien me lo dio, nunca estuve interesado en ella, nunca.- Dijo firmemente. Inuyasha dio un profundo suspiro. Lo sabía, pero no quería creer. ¿Porqué le había creído a ella? porque estaba ciego, porque estaba casi obsesionado con ella, que sólo creyó sus palabras, que había sido seducida por Sesshoumaru... y como el trato entre ellos no eran de lo mejor...
- Ya no importa.- Dijo el abogado.
- Veo que haz cambiado... esta bien... pero creo que no lo suficiente. Quiero saber si es cierto que tienes un hijo con ella.
Inuyasha lo miró sorprendido y apenas pudo hablar.
- ¿Co... como lo sabes?
- Yo no fui el primero en saberlo, se lo dijeron a Kagome. Es por ella que estoy aquí.
- ¿Kagome lo sabe!
- Es mejor que digas la verdad, ¿es cierto o no?
Pero Inuyasha no lo escuchaba. Así que Kagome ya lo sabía ¿y ahora? ¿Qué sería de ellos? ¿Qué estaría pensando de él? ¿Lo odiaría?
- Dime como esta ella- Preguntó él suplicante.
- La he visto día a día llorar por ti... pero aún había esperanza en sus ojos porque sabía que algún día estarían juntos. No me lo ha dicho, pero sé que fueron separados, Lady Kagura no acepta su relación...
- Es cierto. - Respondió él derrotado.
- ... pero ahora... ahora con esto... no lo sé...
- No... Kagome... - Dijo él imaginando el dolor de la chica y sintiendo que el corazón se destrozaba dentro de su pecho.
- De verdad no te la mereces... - Dijo el hombre mirándolo con rabia.-... te gusta hacerla sufrir.
- No es cierto! no es cierto... tú no me conoces... no puedes decirme eso... no sabes cómo me siento, no sabes cuanto daría por olvidarme de todo esto y estar junto a ella... tú no lo sabes... yo... yo... yo de verdad la amo... la amo... como nunca lo había sentido antes... ¿crees que me gusta todo esto? ¿Crees que soy feliz? ¿Crees que no sufro por estar lejos de Kagome y ahora sentir que voy a perderla?- Gritó furioso y de una manera que podía descargar su dolor y rabia. Sesshoumaru lo miró impávido unos segundos. Entendió que el joven hablaba con el corazón pero que el destino le había jugado una muy mala pasada.
- Tengo una última pregunta... ¿desde cuando lo sabes?
- Ella me lo dijo hace unas semanas... pero hace unos días lo pudimos comprobar... dijo que no me lo había dicho por mi protección.
- Ah, tu valiosa reputación.- Dijo Sesshoumaru sarcásticamente.- Bueno... era todo lo que tenía que hacer- Acotó dando media vuelta, justo en que había tocado la manija de la puerta Inuyasha lo llamó.
- Espera!...- Lo vio que se adentró en la habitación y luego volvió con algo en su mano, entregándoselo con cuidado en las suyas.- Llévale esto... es su regalo de Navidad... no se lo puedo entregar... y dile... dile... - ¿Decir? ¿Qué podría decirle si Sesshoumaru le confirmaría la verdad?
- No le diré nada... ya la verás tú... - Dijo el hombre dando media vuelta y marchándose del lugar.
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Kagome caminaba como zombie por las heladas calles de Londres, pensando inevitablemente en lo que Naraku descarnadamente le había dicho.
No había dormido en días, había llorado mucho, pero aún así mantenía viva la esperanza que todo fuera una mala broma del detestable hombre. Su corazón se paralizó cuando vio, afirmado en el barandal a Sesshoumaru, que miraba el horizonte. Caminó apenas y con torpeza hasta su lado. No fue necesario decir nada, porque el hombre la miró enseguida, estaba esperando su presencia.
- ¿Cómo te encuentras?- Preguntó él serio.
Ella fingió una sonrisa y se habló a sí misma tratando de reconfortarse.
- Estoy bien- Mintió. Sesshoumaru tampoco creyó en sus palabras.- ¿Lo viste?- Preguntó ansiosa, con una mano en el corazón porque sentía que este iba a estallar. Miró a Sesshoumaru... sus ansias fueron mitigadas cuando comprendió la mirada que él le brindaba.- Es... ¿verdad?... ¿sí?... - Preguntó apenas. Sesshoumaru movió lentamente la cabeza afirmando la aseveración. Ella se quedó en shock.
- Lo supo hace poco... toma... te lo envió... dijo que era tu regalo de Navidad.
Kagome recibió en sus manos una pequeña cajita negra con un lazo blanco.
- ¿Vas a estar bien?- Preguntó el hombre con preocupación, pero la chica estaba casi hipnotizada con lo que sostenía sus manos.
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Acostada sobre su cama miraba la cajita aún sin abrir sobre el velador. La luz de la luna traspasaba los velos de las ventanas, alumbrando tétricamente aquella fría y oscura habitación, pero eso ya no era inconveniente para la chica. Se incorporó al fin, luego de mirarla casi por horas y preguntándose si abría o no la caja. La tomó entre sus manos y la llevó a su nariz, sintiendo aquel exquisito perfume varonil típico del abogado. Los recuerdos volvieron nuevamente a su memoria, cada momento a su lado se convertía en una dura agonía ahora. Desató lentamente el lazo y sobre un esponjado, un pequeño haz de luz que ella tomó entre sus finos dedos y levantó mirándolo con los ojos llorosos. Una finísima pulsera de oro con una pequeña placa con su nombre grabado. No... lo amaba tanto, tanto... no podía creer que esto estuviera pasando... no. Las lágrimas comenzaron a caer nuevamente por sus ya hinchados ojos y en un arrebato de rabia arrojó contra la pared la caja y la pulsera, mientras se llevaba las manos para cubrir su cara. Esta sería la última vez que iba a llorar...
Continuará...
