Capítulo IV: "El deber es primero".

El abuelo se limitó a darle un sermón de cinco minutos sobre los peligros de andar hasta tarde en la calle y su madre sólo se limitó a mirarla severamente y a preguntarle el porqué no había telefoneado avisando de su tardanza. Kagome, exhausta, comenzó a subir lentamente hacia su habitación, abrió la puerta y no encendió la luz, si no que cerró la puerta y permaneció con la frente en ella, suspirando y recordando en lo que acabada de hacer. Besar a Houyo.

.¿Te arrepientes de algo?- Fue la profunda voz que escuchó tras su espalda y se volteó asustadamente para ver, a través de las penumbras, a Inuyasha sentado en su típica posición india con las manos dentro de las mangas de su haori y mirándola severamente.

.¿Inuyasha?- Murmuró incrédula.

Él se puso de pie y se acercó peligrosamente a ella, más de lo que alguna vez había hecho, la miró desde lo alto con altivez y severidad, y comenzó a olerla con descaro.

.Que te pasa!- Gritó ella y lo empujó. Inuyasha retrocedió algunos pasos pero siguió mirándola con severidad. Ella no prestó importancia y arrojó la mochila en la cama para luego encender la luz de lámpara de noche que permanecía al lado de su cama. Cuando volteó, Inuyasha no había cambiado de actitud.

.Qué te pasa!- Preguntó con tono molesto, mientras le lanzaba una mirada de pocos amigos. La respuesta la dejó en shock.

.¿Te gustó su beso?

Kagome abrió los ojos y lo miró casi con la boca abierta. Creía no haber escuchado bien.

.Qu... que?

.¿Te gustó el beso, verdad?- Preguntó impávido, mientras la miraba fríamente.

.¿Me... me estabas espiando!- Gritó ella al tiempo que lo miraba con odio.

.No cambies de tema!- Gritó él mas enojado que nunca. Kagome lo miró sorprendida... qué demonios estaba pasando¿porqué él se comportaba así¿Porqué actuaba como un enamorado celoso?

.Tú estas loco.- Fue lo que dijo ya sin dar crédito a lo que escuchaba. Inuyasha la miró furioso pero ella mantuvo la misma fría y enojada mirada que él. Los minutos fueron eternos, al fin él se acercó a la ventana dispuesto a marcharse, pero antes de hacerlo le habló.

.Mañana partimos, los demás te esperan.- Y se marchó veloz como un rayo.

Kagome se limitó a cerrar las cortinas sin mirar hacia fuera, luego suspiró pesadamente y se sentó, agotada, sobre la cama. Maldito Inuyasha¿porqué le hacía esa clase de escenas¿Con qué derecho? Se tendió sobre la cama agarrando la almohada firmemente entre sus manos. Mañana debía regresar y enfrentarse nuevamente a él y a todos los problemas que ello provocaría. Tal vez lo más fácil sería no volver más al Sengoku, olvidar completamente y comenzar la tan ansiada vida nueva que esperaba. Pero había una misión que debía ser cumplida. Una gran misión. No podía dejar a sus amigos desamparados, no podía fallarle a la anciana Kaede, a la gente del Sengoku... había una gran responsabilidad que cumplir y también había vidas que salvar ¿cómo podría dejar todo eso por las peleas con Inuyasha? Aquello pronto llegaría a su fin... y así, volvería a su vida normal.

&&&&&&&&

Inuyasha la vio llegar con una sonrisa y saludó a todos, menos a él. El hanyou se mantuvo frío mientras la miraba de reojo y veía como ella se acercaba a Sango y le hablaba.

.¿Ya estas bien¿Funcionaron las medicinas? Perdóname por no estar contigo.

.No te preocupes, la anciana Kaede y Shippo cuidaron bien de mí.

.Te faltó un servidor- Dijo Miroku interrumpiendo la conversación.

.Ah, si... usted... - Dijo Sango despectivamente y casi sin mirarlo, mientras Miroku trataba de fingir una sonrisa.

.Lo que pasa es que quiso aprovecharse de la situación.- Dijo Shippo al oído de Kagome.

.¿Cómo esta Señorita Kagome?

La chica desvió la vista para ver al gran mapache amigo del monje.

.Hatchi¿Tú aquí?- Preguntó sorprendida.

.Escuche Señorita Kagome.- Dijo Miroku seriamente. - Anoche recibimos la visita de un pobre anciano que... antes de partir al otro mundo pues estaba demasiado agotado, dijo haber escuchado que hay un fragmento de la perla en una de las islas del archipiélago del sur.

.¿El archipiélago del Sur?- Dijo Kagome sorprendida.- Pero eso esta muy lejos.

.Vale la pena investigar¿verdad?- Preguntó el monje mirándolos a todos.- Es por eso que he pedido a Hatchi que nos lleve. Será de gran ayuda.

La habilidad del gran mapache era convertirse en una especie de "madero" flotante y que se desplazaba a gran velocidad por los aires. Los cinco integrantes del grupo se encontraban ya arriba de él y pronto vieron que se alejaban de tierra firme para volar sobre las cristalinas aguas del mar de Japón. Pero ninguno hablaba. La tensión entre Kagome e Inuyasha contagiaba al resto del grupo y aunque claro, de vez en cuando trataban de hablar, la conversación no seguía un curso más o menos coherente. Kagome sentía la espalda tensa, sabía que era por tener a Inuyasha tras de sí, la mortificaba aún en silencio. El viaje se fue haciendo largo y tedioso y las islas parecían estar lejos aún. Una imprevista lluvia se dejó caer, para luego, en una par de minutos, desatarse como tormenta. Kagome pensó ocupar los paraguas que siempre llevaba en su bolso pero con horror vio un haz de luz surcar el cielo y luego un sonido estremecedor.

.Rayos! Hay truenos y relámpagos! – Se dijo al tiempo que se mordía inconscientemente el labio inferior. Shippo se acercó a ella con miedo.

.Esto no me gusta nada, nada- Dijo el pequeño zorro levemente, mientras Kagome sentía que estaba de acuerdo con él.

.¿Falta mucho para llegar?- Gritó Kagome a Miroku, pero él sólo se encogió de hombros.

La tormenta comenzó a desatarse ferozmente y los relámpagos se hicieron numerosos. La situación, en vez de ser incómoda para el grupo, se volvió peligrosa. Las violentas ráfagas de viento golpeaban al mapache y hacía de su vuelo tortuoso y lento. Nadie previó lo que en unos segundos se desató. Una gran ráfaga de viento golpeó a Hatchi al mismo tiempo que un rayo pasó rozando su cuerpo, este se tambaleó peligrosamente y todos miraron con horror cómo perdían el equilibrio y Sango, Miroku, Shippo y Kirara caían al mar. Inuyasha se encontraba agarrado al borde de Hatchi y con la otra mano sujetaba a Kagome que había sido la única capaz de salvar. Un remolino de viento lo hizo soltarse imprevistamente cayendo también al mar sin remedio.

Continuará...