Capítulo V: "Solos en una isla".
Un constante vaivén lo venía meciendo inconscientemente durante horas. Abrió lentamente los ojos y lo único que vio fue arena. Intentó incorporarse pero se dio cuenta que tenía un terrible dolor de cabeza y por eso tambaleó un poco. Se incorporó lentamente y miró a su alrededor. Arena, mar y... Kagome... no muy lejos de él, a orillas de la playa, mojada hasta los huesos y al parecer inconsciente. Se levantó de un salto y caminó rápidamente hacia ella, que se encontraba boca abajo con la mitad del cuerpo en el agua. Inuyasha la tomó de los brazos y la arrastró más a la orilla. La volteó y comenzó a darle pequeños golpes en la cara.
.Kagome... Kagome... despierta... - Le dijo medio asustado, ya que ella parecía no recobrar la conciencia.- Kagome!
Ella comenzó a quejarse y abrió lentamente los ojos. Lo primero que vio fueron unos asustados par de ojos ambarinos demasiado cerca para su gusto.
.¿Inu... yasha?- Dijo ella apenas, mientras una ola de tos la comenzaba a embargar y salía un poco de agua de su boca. Ella se incorporó rápidamente.
.¿Te... encuentras bien?- Preguntó él preocupado sin sacarle la vista de encima. Ella se quedó sentada en la arena y luego comenzó a mirar a su alrededor.
.¿Dónde... estamos?
Inuyasha miró también a su alrededor y lo único que vio fue mar, arena... y cielo azul.
.Creo que estamos... en una de las islas del archipiélago.
Kagome intentó ponerse de pie pero tambaleó, él quiso ayudarla pero ella lo rechazó.
.Y los demás?- Preguntó sin mirarlo.
.No lo sé... vamos a investigar dónde están.
Inuyasha se puso de pie y comenzó a caminar rodeando la playa. Caminaron lentamente, uno al lado del otro sin hablar y no encontraron indicios de los demás.
.Creo que... los demás no estan aquí- Dijo Inuyasha mirándola fijamente. Ella tragó saliva dolorosamente. Recién ahí comenzó a sentir una ola de pánico. Estaban abandonados, solos en una isla...
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Kagome se sentó casi en estado de shock sobre la blanca arena sin decir nada. Inuyasha la miró largo rato esperando alguna reacción o comentario de ella pero fue en vano.
.Iré a explorar- Dijo él de pronto, pero ella parecía no escucharlo.
Enojado, se dio la media vuelta y corrió en dirección contraria al océano, es decir, hacia el interior de la isla. Había muchísimos árboles, algunos le parecieron conocidos y pudo notar que afortunadamente tenían unos pocos frutos. Cada vez el bosque se volvía más exuberante demostrando ser un paisaje de maravillosa y exótica belleza. Inuyasha se maravilló al ver un enorme río que caía en forma de cascada y descansaba en una especie de lago de verdes aguas. Lo importante era tener aguar dulce, se dijo, con eso asegurarían su sobrevivencia. Escaló las pequeñas rocosas colinas que se le presentaban ya en el corazón de la selva y en la cumbre pudo tener una mejor vista de la isla. Esta era pequeña y solitaria, no se veía indicios de más islas o ser parte del conjunto de archipiélagos del sur. Bueno, mientras hubiera comida y agua... además, sabía que sus amigos los estarían buscando y no descansarían hasta encontrarlos.
.Kagome... toma- Dijo, dándole una extraña fruta que la chica miró con repulsión.
.No quiero.- Dijo cortante.
.Pero... no has comido nada.- Dijo él angustiado. La había encontrado, a pesar de las horas, en la misma posición en que la había dejado para irse a explorar la isla.
.Te dije que no quiero!- Gritó ella y le hizo un desprecio. Inuyasha, enojado, arrojó lejos la fruta y se marchó, dejándola sola.
Pero no dejó de mirarla, desde la distancia y la verdad, estaba preocupado por ella. No estaba comportándose normalmente. Es verdad, debía reconocer que le asustaba un poco estar abandonado en una isla pero sabía que pronto serían encontrados ¿porqué Kagome no podía confiar en lo mismo¿Acaso le tenía miedo a permanecer abandonada en una isla? O ¿acaso le tenía miedo a permanecer sola con él? porque se había marchado a su época para no estar con él. ¿en qué estas pesando, Kagome?
La chica estaba en shock. Lo que más miedo tenía, se había vuelto una cruel realidad. Estaba sola, ella e Inuyasha solos en una isla. Solos. Odiaba eso, recordar aquella escena de hace 50 años atrás, odiaba ser molestia, plato de segunda mesa, ser el fantasma de Kikyo, odiaba tener que sufrir por ello, odiaba que Inuyasha la mirase como si estuviera mirando a la sacerdotisa. No quería estar aquí, no quería permanecer en la isla.
.Kagome... - Escuchó de pronto y se percató que ya era de noche. El hanyou le estiraba la parte de arriba de su rojo haori.- Póntelo... estas aún mojada y te puedes resfriar.- Ella lo miró y dudó un poco.- Tómalo, no quiero que enfermes y después tenga que estar cuidándote- Agregó él con brusquedad, haciendo que ella le arrebatara la prenda de las manos. – He encendido fuego- Dijo, mientras apuntaba a unos cuantos metros de ella.- Puedes colocar tu ropa para que se seque. – Dijo, al tiempo que se marchaba. Ella se quedó mirando el haori que tantas veces había usado, luego miró a su alrededor y no muy lejos había unas grandes rocas que encontró ideal para hacer el cambio de prendas.
Inuyasha la vio acercarse lentamente, con los pies desnudos, y con su haori atado de esa manera tan extraña como lo había hecho aquella vez en las montañas, cuando un ermitaño los tenía prisiones. En su mano llevaba su uniforme de la escuela y lo puso cerca sobre unas ramas para secarlo, luego, se sentó frente al fuego y sus ojos se perdieron en las llamaradas. Al final, cansada, se tendió en un rincón y se quedó dormida. Inuyasha vigiló su sueño desde unos cuantos metros.
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Cuando él despertó, miró hacia el lugar en que la muchacha se había quedado dormida, pero ella no estaba. Asustado, se puso de pie de un brinco y miró a su alrededor. Allí la vio, con los primeros rayos del sol, caminando al borde de la playa. Aliviado, se encaminó hacia el interior de la selva y bebió de la dulce agua del río. Luego, cortó algunas frutas que comió y eligió otras de mejor aspecto para la chica. Cuando llegó al lugar que él había destinado para su descanso, donde había echo la fogata, puso grandes hojas de unos de los árboles como recipiente para mantener la fruta. Buscó nuevamente a la chica y la vio sentada, mirando el horizonte, esperando. Aquella actitud tan triste y fría de ella le destrozaba el alma. ¿Cómo haría para volver a ver aquella muchachita alegre y vivaz que solía ser¿Dónde estaba la inquieta Kagome? Caminó lentamente hacia ella, que aún llevaba su haori.
.Kagome... - Dijo él levemente y la chica levantó la vista para verlo.- Si quieres beber, encontré un río con agua fresca.
Ella lo miró y por primera vez, en varios días, volvió a ver una pequeña sonrisa en su rostro.
.Tengo sed... dime dónde esta.- Al tiempo que se ponía de pie. Inuyasha la guió hacia la ruta que ya él conocía bien. Cuando llegaron al río, ella se arrodilló y comenzó a beber abundante agua. Parecía feliz, luego comenzó a refrescar su cara y su cabello.
.Creo que me daré un baño.- Le dijo y él se le quedó mirando, embobado por verla tan feliz, después de tantos días. – Si me permites... - Prosiguó ella levantando una ceja. Inuyasha se percató de lo que quería y le sonrió incómodo.
.Oh... si... lo siento... yo... iré a pescar al mar... debemos comer algo.- Dijo, mientras le daba la espalda avergonzado y la dejaba sola.
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La noche cayó nuevamente e Inuyasha ya se comenzaba a impacientar. Era el segundo día que permanecían en la isla y no había rastros de Sango o Miroku. Kagome ya estaba nuevamente vestida con su uniforme y él llevaba el haori que venía impregnado con el olor de ella. Aquel aroma suave y dulce ¿cómo había equivocado su aroma con el de Kikyo si eran totalmente distintos? Inuyasha sentía una sensación extraña. El olor de Kagome estaba demasiado cerca de él y eso le fascinaba, no podía dejar de sentir un escalofrío en su cuerpo. ¿Qué demonios le estaba pasando? Pero ella casi no le hablaba y la estancia en la isla se estaba volviendo una tortura.
.¿Es muy grande esta isla?- Preguntó ella de pronto, sacándolo de sus pensamientos. Estaban uno frente al otro en la gran fogata que había preparado.
.No mucho.- Dijo él.
.Ya veo... - Dijo ella y se quedó en su mutismo nuevamente. Pronto se quedó dormida e Inuyasha, también lo hizo, cerca de ella.
Kagome fue la primera en despertar con un ligero malestar. Había tenido toda la noche pesadillas. Soñaba que esta sola en la isla, sin nadie, absolutamente nadie. Miró a su alrededor y por primera vez pudo apreciar bien el paisaje que la rodeaba. La isla era parecida a aquellas que ella y sus amigas solían ver en los folletos turísticos del Caribe. El agua del mar era pura, turqueza y cristalina, la arena blanquísima y el bosque era virgen y al parecer no había animales mamíferos. Parecía un paraíso. Otro tiempo y otras circunstancias hubieran alegrado a cualquiera la estancia en aquel desolado pedazo de tierra en medio del océano pacífico. Pero ella no estaba para paisajes románticos. No, deseaba ver pronto a sus amigos, a su familia, se sentía inmensamente perdida en aquel remoto lugar y la permanencia de Inuyasha a su lado, no era tampoco nada fácil.
.¿En qué piensas?- Escuchó ella de pronto y se giró para ver al hanyou de pie frente a ella.
.En nada.- Respondió cortante y se levantó también para ir a recorrer la isla. Permaneció la mayor parte del día al otro extremo de donde ellos se encontraban, caminando por la orilla de la playa había visto una pequeña laguna de mar rodeada por inmensas rocas que le daban a las aguas una tranquilidad inigualable. Allí encontró unas tortugas marinas y se maravilló, pues nunca las había visto en su vida. Cuando volvió al lado de Inuyasha, oscurecía, y este se encontraba ya con el habitual fuego de la noche. Estaba sentado con las manos dentro de su haori y tenía un semblante rígido y preocupado. De pronto alzó la vista y la vio llegar, ella le dio una esquiva mirada y se sentó frente a él, sin hablarle.
.¿Dónde estabas?- Preguntó enojado y furioso, al tiempo que se ponía de pie.
.Por ahí- Respondió ella apenas, tratando de no prestarle atención.
.Eres una tonta! No debes alejarte... ¿y si te hubiera pasado algo?- Dijo ya más enojado.
.Claro... en este lugar... donde sólo tú y yo permanecimos!- Dijo ella igualando su tono de voz.
.Es igual, deberías haber avisado!
.¿Porqué? Tú no eres mi dueño!
Inuyasha la miró con rencor.
.Lo extrañas verdad, extrañas a ese chico.- Dijo él burlonamente. Kagome lo miró incrédula. ¿Otra vez la estaba celando? Ella se puso de pie y se enfrentó a él con las manos en la cintura.
.Oye... ¿qué derecho tienes a sacarme en cara eso¿No te conformas con Kikyo y ahora me molestas a mí? Deberías preocuparte de tus propios asuntos amorosos.- Respondió furiosa. Inuyasha la miró más enojado aún.
.Esto no tiene que ver con Kikyo, es sobre ti y tu tonta actitud de estos días. Me deprimes!
.Te... ¿deprimo?... creo que tú eres el patético aquí.- Dijo ella con rabia.
.¿Qué dijiste?- En un incontrolado impulso él agarró su brazo y la acercó fuertemente contra su pecho. Ella cerró los ojos del susto, pero cuando los abrió, vio la cara de él demasiado cerca de la suya.
.Suéltame... - Dijo ella bien bajito, tratando de contener su respiración y los latidos de su corazón que se desbocaban en su pecho. Pero él no lo hizo, al contrario, la estrechó más contra su cuerpo y la contempló detenidamente, sin importarle la situación, viendo como la cara de ella estaba asustada y sus ojos brillaban sobremanera. Sintió la respiración agitada de la chica, que intentó difícilmente de zafarse de sus fuertes brazos.
.Kagome... - Dijo él en un susurro, mientras acercaba su cara a la suya embriagado por el aroma que expelía la chica, y luego a su cuello para sentir su esencia más cerca de él. Ella se quedó paralizada. Su cabeza estaba dando vueltas ¿qué esta pasando¿qué...? Sintió de pronto la áspera mano acariciando las curvas de su cara. Ella contuvo el aire, las cosas se estaban volviendo peligrosas y ella... ella no era capaz de detenerlo. Casi sin darse cuenta él acercó su cara a la de ella y sus labios rozaron los suyos. Era la hora de escapar y lo intentó, quiso moverse pero él, al notarlo, la estrechó más contra sí. Y la besó. Ella no podía cerrar los ojos como él, estaba sorprendida, asustada, ni siquiera sus labios respondieron a los cálidos besos de Inuyasha, exasperado, el hanyou la sujetó firmemente del cuello y la besó más profundamente, Kagome creyó morir al sentir la lengua del muchacho dentro de su boca. Un suspiro se escapó de sus labios y él sonrió apenas, triunfal. Ella cerró los ojos y le correspondió el beso, convirtiéndose en algo cargado de pasión y deseo. Las manos de Kagome se fueron lentamente hasta el cuello del chico, mientras él comenzaba a acariciar descaradamente su cuerpo. La chica abrió los ojos enormemente cuando sintió las tibias manos de él bajo su blusa. Se miraron expectantes. Él, buscando un indicio de aprobación a sus propósitos. Ella, que lo que estaba por suceder no era un juego. El hanyou se separó levemente de ella y se sacó la parte superior de su haori. Kagome tragó saliva, ni siquiera podía respirar. Ella se acercó lentamente a él y le sacó la blusa blanca que él siempre llevaba. Acarició sus brazos desnudos, musculosos, brazos de hombre, pensó, al tiempo que él volvía a estrecharla fuertemente contra su cuerpo y la besaba con locura. Cayeron sobre la arena y fue el momento oportuno para despojarla poco a poco de sus ropas. No se dijeron nada, porque sus miradas parecían decir mil cosas. Desnuda ya, Inuyasha besó cada rincón de su cuerpo sintiendo el delirio de ella, que no podía dejar de gemir ante tanta excitación que el hanyou le provocaba. Nuevamente subió hasta su cara y la besó con pasión, mientras Kagome retiraba los pantalones y sintiendo de pronto su sexo tan cerca, entre piernas. Él paró de besarla y la miró nuevamente, tratando de descubrir su alma. Kagome lo abrazó contra su pecho, fuertemente, instante en cual Inuyasha se adentró en ella, provocando pequeños gemidos de dolor que se escaparon a través de su boca. De la boca de ambos. Era la primera vez para ellos, pero ya habían comenzado y nada podía detenerlos.
Continuará...
