Capítulo 3: Por una mirada, un mundo
Un día… paso lo que tenía que pasar… al terminar la cena, mi hermana Narcissa se fue. Estaba estudiando para aprender a desaparecerse, y mis padres se fueron a dar una vuelta. Andrómeda se había ido a vivir con un muggle… umm… no recuerdo el nombre de ese estúpido.
Así que Lucius y yo nos quedamos solos. Solos en la enorme mansión Black.
Yo me levanté directamente y me fui a mi habitación, sin embargo…sabía lo que iba a pasar esa noche. Apenas cinco minutos después, Lucius entró en mi habitación.
El hielo de su mirada se había derretido para mí, dando paso a unos hermosos ojos grises, oscuros y seductores.
No dijo nada. Ni una palabra. Simplemente, se acercó a mí y empezó a besarme apasionadamente.
¡Menudo baboso! Cada vez que lo recuerdo, me enfurezco conmigo misma, pero en aquel momento… sólo me deje llevar.
Luego sus manos, expertas en el arte de amar, empezaron a buscar mi cuerpo bajo la ropa. Durante un segundo, tuve un asomo de duda y detuve su mano.
-Y… ¿Y Narcissa?- pregunté, aunque sabía que esa noche ni Narcissa ni nadie importaban.
-No te preocupes por ella- repuso descaradamente- mientras me arrojaba violentamente a la cama.
-Esta noche, Bellatrix- susurró suavemente en mi oído- eres toda mía…
No protesté, ni siquiera traté de resistirme. Ahora le pertenecía, y ambos lo sabíamos. Y no hice nada… excepto perderme en sus ojos… ¡Qué no le hubiera dado aquella noche por una mirada! Pero tras la primera impresión, los ojos de Lucius volvieron a sumergirse en el hielo, y, tras varias noches amándolo a escondidas sin ser correspondida, los míos se sumieron en la oscuridad eterna…
