Capítulo 2: Mis verdaderas intenciones.
Sora se mordió el labio inferior al ver su reloj y descubrir que todavía faltaba más de media hora para que la clase en la que estaba terminara al fin. Los último veinte minutos había estado recibiendo las miradas del profesor de "no te quiero en mi clase". Bueno, ella tampoco quería estar ahí. ¿Pero tenía opción? No. Así que, a falta de alguna otra posibilidad, tendría que resignarse a quedarse sentada sin hacer nada los próximos 30 minutos.
Abrió su libreta, y comenzó a dibujar garabatos sin sentido en la última página. Después de algunos trazos, aquellas líneas comenzaron a tomar la forma del rostro de la mujer de cabellos azules que había visto en sueños la noche anterior...
"Tu eres Yukina, hija de Hina, hermana del niño maldito de las koorime." Una mujer de trenza negra y ojos color sangre que irradiaban furia pura permanecía estática frente a ella. En sus manos llevaba un par de hoces, y misteriosamente había llamas emergiendo de su cuerpo.
La razón de su aparente enfado, una mujer de su misma estatura y edad similar la miraba aterrada, era aquella a quien Sora reconocía como Yukina. Sus labios estaban separados intentado lanzar un grito de ayuda, pero nunca palabra alguna emergió de ellos. Solo dio dos pasos hacia atrás, buscando con la mirada una manera de escapar...
Entonces Sora se levantó y se dio cuenta que seguía en su cama. Gotas de sudor frío caían por su frente, y su jadeante respiración apenas y comenzaba a normalizarse. Una vez que se había estabilizado, se bajó del colchón y se paró frente a la ventana de su habitación, buscando consuelo en la luna, y una razón por la que ella tuviese que lidiar con situaciones parecidas...
"Tienes un don. Agradécelo." Murmuró molesta como si estuviese imitando a alguien. No era muy difícil darse cuenta de que el tal llamado 'don' no era causa de alegrías para la chica de ojos violeta. De hecho, era una carga con la que estaba ya harta de batallar. No solamente le traía varias penas, y le proporcionaba conocimientos que eran mejor ignorar, sino que la hacía sentir como todo un fenómeno. Su familia se encargaba de eso sin tener que hacer alusión alguna a sus habilidades especiales.
¿Entonces por qué confiarle su más grande y guardado secreto a un total extraño? Que además debe mencionar que no le simpatizaba en lo más mínimo. La respuesta era sencilla, si algo le llegaba a pasar a Yukina, después de haber tenido esa visión, el remordimiento en su conciencia iba a ser algo imposible de soportar. No podía dejar de preguntarse a sí misma si había hecho lo correcto, pero lo único que podía hacer era rezar para que todo resultara bien.
"Tu y yo vamos a tener una conversación muy seria cuando regrese."
"Imbécil." Dijo ella. ¿En realidad pensaba aquel hombre que iba a volver a dirigirle la palabra después de haber quedado expuesta de esa forma ante él? En realidad que existe gente ingenua en este mundo.
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"¡No te preocupes Yukina! ¡Kazuma Kuwabara, el hombre verdadero, esta aquí para protegerte de todo aquel que quiera dañarte!" Los detectives se encontraban ya en camino hacia el templo de Genkai. Kuwabara los guiaba, corriendo a toda velocidad impulsado por el ferviente deseo que corría por sus venas de ver a su amada y convencerse a sí mismo que todo había sido una broma cruel de la bruja con quien compartía clases.
"¿De dónde sacó Kuwabara esa velocidad?" Yusuke preguntó extrañado, según recordaba, Kuwabara no era tan ligero.
"A veces el corazón nos otorga fuerzas que en realidad no poseemos." Kurama respondió su pregunta, corriendo hasta alcanzar a Urameshi. Una sombra pasó por su lado, rebasando a Kuwabara. No era necesario preguntar quien era, quizá la única persona que estaba más preocupado de Kuwabara era Hiei.
El youkai de fuego estaba demasiado concentrado en sus pensamientos como para ponerle atención al grupo de hombres que lo acompañaba. Si ellos no podían seguir su ritmo, era muy su problema, pero él no pensaba desperdiciar ni un solo minuto más de lo necesario. Puesto que estaba decidido a convencer a la hada de hielo de que el hermano que tanto busca esta muerto y así romperle el corazón, lo mínimo que podía hacer era protegerla desde las sombras en que él vivía y asegurarse de que siempre estuviera segura y nada le hiciera daño. Y hasta el momento Hiei había pensado que su mayor problema era el ridículo sentimiento del bufón de rizos anaranjados hacia ella, era en momentos como ese que por un instante dejaba de repudiarlo tanto. Por lo menos un pensamiento le reconfortaba, las leyes del Reikai dicen que un youkai tiene terminantemente prohibido el matar a un ser humano, bueno, Natsumi era todo menos humana, y si las cosas lo ameritaban...
Hiei frunció el ceño y tomó su espada al reconocer el youki de la asesina, no se encontraba muy lejos de ahí. Tenía que darse prisa.
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"¿Yukina?" La anciana guerrera llamó el nombre de la koorime mientras caminaba por los pasillos. Yukina era una persona calmada y pacífica, así que de cierta manera la casa siempre estaba en silencio, y esta vez no era la excepción. Pero había algo raro en este tipo de quietud, era aquella que indicaba que algo no estaba bien.
Genkai se sobresaltó al sentir un poder espiritual desconocido proveniente de sus jardines, y se dirigió a ellos a toda prisa. Avanzando rápidamente por los pasillos, no tardó mucho en llegar a la presencia de su inquilina y la mujer que encajaba perfectamente con la descripción que su pupilo le acababa de proporcionar.
"Tu eres Yukina, hija de Hina, hermana del niño maldito de las koorime." Natsumi desenvainó sus hoces y las tomó con fuerza entre sus manos. Sus ojos parecían arder con un rencor que ni Genkai ni Yukina habían visto jamás, y ese sentimiento se veía reflejado en su youki que había provocado que llamas comenzaran a brotar de alrededor suyo. Yukina retrocedió un poco tratando de encontrar una ruta de escape, y al ver a Genkai ahí su corazón descansó.
"Muchachita insolente." Genkai gruñó. "Esta es propiedad privada. Te recomiendo que te vayas inmediatamente de mi propiedad, no me obligues a usar la fuerza en contra tuya."
"Estos es cosa entre la koorime y yo." Natsumi la vio a los ojos. "Por eso te pido humana, que te mantengas al margen de esto. No tengo intenciones de herir..."
Una sombra saltó por sobre la cerca que separaba los terrenos de Genkai del bosque a sus alrededores, y se abalanzó directamente sobre Natsumi. La chica pudo sentir el filo de un arma contra su piel, pero el corte fue tan rápido y certero que apenas fue mucho después de que la sangre manchó la manga de su yukata que sintió el dolor que le ocasionaba la herida. Alzó la vista, y vio a Hiei interponiéndose entre ella y Yukina, hondeando su katana en contra suya.
"Desaparece, mujer." Hiei le dijo con odio puro, indicando que no dudaba en ensartarla contra los árboles si hacía el más mínimo movimiento en falso.
"¿Tú?" Natsumi le respondió en voz baja al reconocer al hombre frente a ella. Podía sentir el poder espiritual de Hiei, y eso la intimidaba, pero ella estaba aquí por una razón, y había sufrido demasiado por encontrar a la hada de hielo. No le importaba que tan fuerte fuera el enemigo a enfrentar, no podía echarse para atrás ahora. Si el cumplir con su misión significaba enfrentarse a un enemigo tan temible como el joven parado frente a ella, entonces que así sea, estaba dispuesta a todo.
Tomó impulso y saltó sobre Hiei, pero un ataque proveniente de su costado le tomó por sorpresa. Una espada hecha de energía espiritual pura le había lanzado lejos, y el hombre que la estaba manipulando tenía la misma determinación en sus ojos que el guardián con la katana de metal. Gimió un poco desde su posición en el suelo, y al levantarse, Natsumi pudo ver a otros dos hombres mirándola de la misma forma; uno de facciones delicadas, el otro de cabellos negros y ojos marrones.
"He dicho, que este es un asunto que se debe resolver entre la koorime y yo. Les ruego que no interfieran." Natsumi volvió a pedir. "No tengo intenciones de herirl..."
Una vez más, sus palabras fueron cortadas por un ataque. Kuwabara fue el primero en ir tras ella. Tomando su espada con fuerza, dio un sablazo vertical, que ella apenas y pudo detener utilizando las hendiduras de sus hoces como palanca. Natsumi estaba en problemas, el hombre no era solo superior en tamaño, sino en fuerza física. Si iba a ganar este encuentro, tendría que hacer uso más de su inteligencia que de su poder.
"Deberás derrotarme a mí, Kazuma Kuwabara, el guerrero del amor, antes de hacerle daño a mi hermosa Yukina."
"¡Detente! ¡Yo no...!" La ira de Kuwabara lo había cegado, y no podía ver otra cosa más que al atacante de su amada. Natsumi dio un salto atrás, y aprovechando esto, Kuwabara le golpeó con su espada, rasgando la yukata de la mujer en el área de su pecho. Natsumi no le puso atención, pero los sus senos semi descubiertos le hicieron ver una realidad a Kuwabara que hasta el momento había ignorado.
"E-e-eres mujer." Kuwabara tartamudeó sorprendido. ¡Acababa de atacar a una mujer! ¡Qué clase de caballero era! Su ética lo estaba matando lentamente, ¿pero qué otra cosa podía hacer? ¡Yukina estaba en peligro!
"¡Al diablo tu código de honor!" Yusuke le gritó a su amigo. "A mi no me importa si se trata de una mujer. Si se mete con uno de los míos, me voy a encargar de hacerla sufrir como no tiene idea. ¡Rei gun!"
Urameshi le lanzó un disparo. Sin embargo, Natsumi pareció desvanecerse en medio de una sombra borrosa, para luego aparecer un la rama de un árbol.
"Por favor humano, este asunto no te incumbe." Yusuke sonrió con malicia. ¿Ahora suplicaba por piedad? Por favor. Por lo menos ahora sabía algo más de su contrincante, se movía rápido. Gran cosa, se había enfrentado a situaciones peores.
"Esa velocidad..." Kurama murmuró, comenzando a hilar todos los cabos tratando de encontrar una explicación lógica. Esa agilidad solamente se podía alcanzar después de varios años de entrenamiento, pero era obvio que ella era muy joven en realidad; sin embargo, había una raza muy en particular que nacía bendecida de con tal habilidad. Hiei dijo que ella se había identificado como originaria de la aldea de fuego. Hiei era un demonio de fuego, poseedor de esa misma habilidad desde el momento en que nació. Eso solo quería decir una cosa... Pero no podía decir nada hasta estar completamente seguro de que sus sospechas eran acertadas.
"¡Baja de ahí!" Yusuke le ordenó. "¡Ven acá y demuestra tu valor! ¡Pelea contra mi!"
Natsumi estaba por responder, hasta que una sombra cortó la rama del árbol en la que ella se encontraba y le hizo caer violentamente al suelo. Yusuke observó con una enorme gota en la cabeza la repentina acción de Hiei. Podía comprender la situación en la que el youkai de fuego se encontraba, pero precisamente un ataque impulsado por la ira, como el que acababan de presenciar, era lo que estaban tratando de evitar.
"Retrocede Yusuke." Hiei le ordenó. Esta pelea era suya y de nadie más, no tenía intenciones de permitir que alguien ajeno a todo esto interviniese. Por un instante Yusuke pensó en protestar, pero analizando el entorno, asintió e hizo lo pedido, viendo que eso sería lo mejor para Hiei. Kuwabara fue con Yukina , asumiendo el rol que Hiei había dejado segundos atrás de protegerla.
"Nada de esto tiene sentido." Kurama murmuró y buscó la mirada de Genkai en busca de una versión que corroborara su hipótesis. Desafortunadamente para él, Genkai observaba con gran interés el confrontación sacando sus propias conclusiones, ignorando la silenciosa petición del zorro de algún tipo de apoyo en su teoría.
"¿Tú también guardián?" Natsumi le cuestionó, comenzando a frustrarse por si situación y las continuas interrupciones de los guerreros frente a ella. Tenía una misión que cumplir, ¡no le quedaban tiempos para estos juegos! "Por última vez, esta no es su pelea. Además, no tengo intenciones de he..."
"Cállate y prepárate para pelear." Hiei la interrumpió. No soportaba esa actitud suya de peleadora invencible y sabelotodo. Mejor para él, una razón más para atravesarle el pecho con el filo de su espada.
Natsumi alzó los ojos al cielo, suplicando por que un rayo cayera desde arriba y acabara con esta mala broma. Luego su atención regresó a Hiei, no le quedaba otra más que seguir con todo esto. Quizá una vez ya que hubiera derrotado a todos podrían dejarla en paz y dejarla continuar con lo que vino a hacer.
Claro, que ella no era tonta. Sabía perfectamente quienes eran ellos, aquel torneo por el dominio del Makai había sido televisado a todos los rincones del reino de los youkis. El único que le resultaba desconocido era el pelirrojo de pómulos enormes, pero no había nada de que preocuparse.
Suspiró un última vez y tomó sus hoces. Si el hombre quería pelea, la acababa de obtener.
Haciendo uso de su velocidad, Hiei se lanzó sobre ella en un movimiento que resultó casi imperceptible para el ojo humano. En menos de lo que duraba un pestañeo, el le había intentado dañar con un sablazo horizontal, pero Natsumi logró detenerlo con sus propias armas. La chica usó el impulso guardado en el impacto del metal para saltar hacia atrás y alejarse del alcance de la katana.
Hiei gruñó, ese era un movimiento que no se esperaba. Recurrió a sus habilidades naturales, y pronto Natsumi se vio envuelta en una enorme esfera de fuego que no demoró mucho en consumir la vegetación a su alrededor.
"¡No! ¡Hiei!" Kurama le gritó. Desgraciadamente, la impulsividad era una de las características más notorias de su amigo. Lanzarle un ataque de fuego a un oponente que se ha declarado abiertamente perteneciente a ese elemento no es una muy buena idea si lo analizas bien...
Efectivamente, el ataque no tuvo ningún resultado sobre ella, ni siquiera sus ropas mostraban señal de desgaste. Natsumi no tuvo problema en deshacerse de las llamas, lo único que había cambiado era que ahora estaba furiosa, furiosa en verdad.
Las palabras se hicieron innecesarias a partir de ese momento. Todo se resumió a una apasionada batalla entre ambos entes de fuego. Por más esfuerzo que hiciera Hiei de atacarla con su katana, ella lograba bloquear sus movimientos con sus hoces. Cada vez que Hiei hacía uso de su velocidad para poder atacarla por sorpresa, ella leía sus movimientos, y evadía los golpes con la misma agilidad con la que le habían sido propinados. Cada llama que Hiei hacía arder en su contra, era apagada por el fuego de la misma ira de la mujer. Hiei no quería aceptarlo, pero en realidad estaba teniendo un episodio bastante frustrante. Era casi como si, como...
"Sus estilos de pelea son muy parecidos." Kurama afirmó. Yusuke, al escucharlo, asintió.
"Demasiado." Urameshi continuó. "No me gusta esto Kurama, no me gusta en lo más mínimo." Kurama suspiró. "Ese Hiei es un verdadero idiota." Yusuke sonrió con malicia. "Peor aún, es demasiado orgulloso. A pesar de que su batalla esta resultando de una manera casi vergonzosa, nos mataría primero antes de intentar ayudarlo."
"Así es él." Kurama continuó. "Lo que en realidad me sorprende es que de hecho este teniendo problemas para poder derrotarla...eso es tan poco común en nuestro amigo."
"Bueno, tienes que considerar que 'ella'..." Yusuke señaló con la mirada a Yukina. "...está involucrada en todo esto. Siempre que Yukina tiene algo que ver Hiei comienza a actuar todo raro. Tal vez el hecho de que esta sea una amenaza directa a su vida lo esté haciendo perder el control más de lo que debería."
"Quizá así es Yusuke, pero eso no me convence del todo..." Kurama se llevó una mano a la barbilla, observando atento la contienda.
"Bah, Tonterías." Yusuke se tronó los dedos. "Solo espero que deje algo para mí. No tienes idea de cuanto he extrañado darle una buena paliza a alguien Kurama. Podría haber practicado con Kuwabara, pero ahora está demasiado ocupado." Replicó de forma burlona. "Ojalá ella gane, así yo tendré mi oportunidad de sacar toda esta energía que tengo en mi interior."
"Yusuke..." Kurama lo miró un poco reprochante, y Yusuke rió.
Hiei estaba comenzando a desesperarse, y eso no era nada bueno. Todavía tenía un par de haces bajo la manga, estrategias que no quería usar en contra de un oponente con tan poco valor para él, pero el panorama indicaba que se iba a ver obligado a usarlas. Gruñendo, se despojó de la banda blanca que protegía su ojo de Jagan. Natsumi se sorprendió al ver la tercera orbe mirándole fijamente, había escuchado historias que relataban la existencia del ojo maldito, pero esta era la primera vez que tenía la oportunidad de ver uno.
Por suerte para ella, había venido preparada para todo. Hiei se vio visiblemente decepcionado cuando intentó adentrarse en la mente de Natsumi y usar eso en contra de la guerrera. La sonrisa cínica de la mujer indicaba que por más que lo intentase, no lograría hacerlo.
"No iba a adentrarme a un reino desconocido sin las protecciones adecuadas." Dijo de manera altanera, y metiendo la mano a su yukata sacó una especie de talismán, el cual la estaba protegiendo del ataque mental de Hiei. "Si yo fuera tú, intentaría otra cosa..."
Hiei gruñó e intentó un ataque físico y directo contra ella. Una lluvia de puñetazos y patadas bañaron el cuerpo de Natsumi, algunos logró esquivarlos, algunos iban a dejar marcas realmente feas en su piel. Lógicamente Hiei también recibió un par de golpes, pero en esta ocasión ella tenía la desventaja: su delicada y delgada figura no se podía comparar al fornido y entrenado cuerpo de Hiei. Comprendiendo que si continuaban así no iba a soportar más, Natsumi logró saltar lejos del alcance de las agresiones de Hiei.
"Por última vez..." La mujer comenzó a jadear cuando el cansancio comenzó a tener efecto en ella, pero Hiei no la escuchó. Tenía dos opciones: una, continuaba con este juego hasta que ella estuviera exhausta, pero eso podía tomarle horas. Dos, hacía uso de su ataque más letal. Obviamente esa mocosa no era digna de morir a manos de su más grandiosa técnica, además que el efecto secundario que tenía sobre él no costeaba...
"¡Hiei!" Yukina lloró, y eso era lo único que necesitaba. Esto era por ella, para protegerla e impedir que le hicieran daño, así que Hiei tomó una decisión. Lentamente dejó caer el vendaje de su brazo izquierdo, acción que sorprendió a todos los presentes.
"¿Estás loco?" Yusuke le reprendió. "¡¡Si usas esa técnica vas a destruir todo el lugar!"
Kuwabara parpadeó atónito, mientras Kurama se cubría el rostro con su mano para evitar la pena que sentía con la maestra Genkai, después de todo, el hogar de la anciana estaba a punto de ser calcinado.
"Nunca aprenderá, ¿cierto?" Kurama suspiró, observando el aura de llamas negras formándose alrededor de Hiei. Natsumi retrocedió un poco, resistiendo los impulsos de su instinto que le ordenaban se retirase de ahí. Pero no podía, no cuando estaba tan cerca de lograrlo...
"Tienes dos opciones Natsumi..." La chica se dijo a si misma. "Pelea para cumplir tu objetivo, o muere en el intento..." Tomó aire para poder concentrarse, y en respuesta al ataque de Hiei, el propio ki de la mujer se encendía lentamente en llamas. Esto no iba a ser una batalla de fuerza, más bien de perseverancia. Y si de algo estaba segura, es que ella no iba a perder.
"Es tú última oportunidad mujer. Pide misericordia antes de que te encuentres envuelta por las mismas llamas del infierno." Hiei remarcó con odio puro en su voz, mientras el dragón de la llama negra comenzaba a tomar forma a su alrededor.
"No lo haré." Respondió ella con firmeza. "Es obvio que con ustedes simplemente no se puede hablar. ¿Cuántas veces les dije que esto es un asunto que se debe resolver entre la koorime y yo? Ustedes no tiene por que involucrarse, no tengo intenciones de herir a..."
"¡CALLA!" Hiei no pudo tolerar más, y canalizando toda la rabia que sentía en ese instante, las fauces del Dragón negro devoraron a la mujer. "¡JAO ENSATSU KOKURYUHA!"
El desgarrador grito de Natsumi pudo escucharse por kilómetros a la redonda, ahuyentando a cuanta señal de vida existiese en el bosque. Incluso los detectives se sorprendieron al escucharle; hacía mucho que no escuchaban un lamento de tal magnitud, y el que proviniera de una garganta de mujer no resultaba muy tranquilizador para la conciencia. Un sonrisa satisfecha se formó en el rostro de Hiei al observar la agonía de la mujer que era atormentada por el fuego negro que sus mismos demonios habían creado, había luchado bastante para ganarse el título de maestro de la llama negra después de todo.
"Hasta cuando..." Yukina murmuró casi inaudiblemente con voz frágil cual cristal. Presenciar tan horrible espectáculo era algo imposible de soportar. "¿Hasta cuando cesaran las muertes?" Preguntó al borde del llanto mientras las flamas del infierno danzaban sobre el cuerpo suspendido en el aire de la mujer que inútilmente intentaba liberarse.
Hiei la escuchó, y una especie de sentimiento de culpabilidad se apoderó de él. Culpabilidad no por haber usado un método tan cruel para deshacerse de la youkai, sino por haber forzado a la pobre Yukina a presenciar tal despliegue de su oscura naturaleza. Era eso su mayor razón para negarle el consuelo de saber que su hermano estaba vivo, vivo en él; no tanto el pago que le hizo a Shigure, sino que, si así reaccionaba al ver solamente como acababa con un enemigo, ¿qué pensaría de él si se enterara de las cosas tan horribles que hizo su hermano? Hiei se vio forzado a cometer actos atroces, pero eran necesarios para poder sobrevivir. Sin embargo, sabía que Yukina no lo aceptaría, no cuando ella tenía aquella fantasía tan poco realista de él. Todo era mejor así, por lo menos de esa manera ella no lo rechazaría, no podría soportarlo si Yukina también le daba la espalda.
"Todo ha terminado." Hiei dijo con seriedad y caminó hacia el resto del grupo, sabiendo que no le quedaba mucho tiempo para que su cuerpo le exigiera el letargo para recuperar las energías perdidas. De cierta manera estaba avergonzado de sí mismo, después haber usado el kokuryuha para contra enemigos de la categoría de Mukuro, ahora se veía forzado a desperdiciarlo en seres tan insignificantes como aquella mujer. En realidad que había caído muy bajo.
"Hiei..." Yusuke le llamó, obteniendo una mirada fría como respuesta. Urameshi calló inmediatamente, lo último que necesitaban era hacerlo enfurecer más.
"Yukina, en realidad lamentó que hayas tenido que ver esto..." Kuwabara intentó consolarla cuando vio que los ojos del hada de hielo permanecían fijos en el cadáver de Natsumi, que ahora yacía inerte bajo la sombra de lo que alguna vez fue un árbol antes de ser consumido por las llamas. Kuwabara intentó abrazarla, pero un movimiento brusco de la koorime lo tomó por sorpresa, y ella fue corriendo hasta el cadáver. "¡Yukina! ¿Qué haces?" Kuwabara preguntó confundido, pero al ver los rostros estupefactos de Yusuke, Kurama y Genkai comprendió que algo más estaba sucediendo.
"Resiste." Yukina se arrodilló frente al cuerpo. Fue un leve movimiento, casi imperceptible en el pecho de la mujer el que indicó que la táctica usada por Hiei no había dado resultado. Natsumi seguía con vida...
Hiei se quedó sin habla cuando se percató de aquello. ¿Seguía con vida? ¡Pero como era posible! No, eso no podía ser, no pudo haber escapado de la muerte, ¡no podía ser tan fuerte!
"¡Yukina!..." Hiei intentó ir hacia ella, pero su anhelo se desvaneció con el último movimiento de su brazo antes de caer en un profundo sueño, la hibernación había comenzado.
"Yukina, ¿qué haces?" Kuwabara corrió tras ella, sin poder creer que la koorime estuviera revisando las heridas de aquella quien apenas segundos antes había intentado arrebatarle la vida.
"No puedo dejarla así..." Yukina susurró. Estaba perfectamente consciente de lo que Natsumi había intentado hacer, pero el dejarla así, a su merced, cuando se encontraba agonizante y luchando por vivir sería una acción terriblemente cruel, no podría estar tranquila sabiendo que le dio la espalda a un necesitado.
"Yukina, por favor, no estarás hablando en serio..." Yusuke arqueó una ceja al verla.
"No Yusuke, Yukina tiene razón. No sería correcto dejarla así." Kuwabara defendió la postura de Yukina, recordando que alguna vez él estuvo en el predicamento en que su amada se encontraba, aquella vez que Mitarai los había atacado bajo las ordenes de Sensui.
"Kazuma..." Yukina le sonrió de la forma más sincera, y le pidió de manera silenciosa con la mirada que la ayudara a llevarla adentro.
"Esto no va a terminar bien." Yusuke se cruzó de brazos, para encontrarse que Kurama llevaba a Hiei de la misma forma que Kuwabara a Natsumi.
"Yusuke, coincido contigo en que la petición de Yukina no tiene sentido...para gente como nosotros." Kurama sonrió de esa manera tan típica suya cuando tiene algo que decir que va a hacer a los demás quedar como tontos, y Yusuke suspiró rendido al comprender sus intenciones.
"Pero..."
"Pero..." Kurama continuó. "Nosotros somos peleadores, es común que estemos acostumbrados a dudar de la credibilidad y la bondad de las personas, aunque la mayoría de las veces nos neguemos a nosotros mismos la posibilidad de ver más allá y descubrir un corazón cálido, o un alma desesperada que grita por ayuda." Kurama miró a Hiei, quien se encontraba inmerso en un profundo sueño. "Sin embargo, sin personas como Yukina, que ven lo más bueno de las personas aún en momentos de suma adversidad, incluso cuando a veces se pone en riesgo su propia existencia...son personas como ella las que hacen de este mundo un lugar por el que valga la pena luchar e intentar vivir cada día de la mejor manera posible." Kurama sonrió. "Si su corazón dice que debemos darle una oportunidad a Natsumi, ¿entonces quienes somos nosotros para contradecirla? De cualquier modo, en caso de que intentase algo al despertar..." Kurama se tornó un poco más frío. "Nosotros estamos aquí para hacernos cargo, ¿no es así?"
Yusuke intentó contestarle, pero no pudo hacerlo, el hermoso rostro de Keiko apareció ante él. Si Keiko no hubiera visto más allá de lo que la mayoría veía en él, quien sabe donde estaría Yusuke en estos momentos. Probablemente trabajando de forma completa para alguna mafia, o incluso muerto.
"Odio cuanto tienes razón." Yusuke le sacó la lengua, y Kurama rió divertido.
"Bueno Yusuke, después de que cumples los 100 años, comienzas a comprender cosas que antes te parecían sin sentido." El chico rió. Siempre encontraba algún comentario astuto para dejar su punto muy en claro, zorro a fin de cuentas.
"Hmm..." Genkai gruñó, analizando los daños que la pelea había ocasionado en su propiedad: sus árboles calcinados, parte de sus paredes quemadas, su barda destruida... "¡Yusuke!"
"¿Qué quieres?" Respondió el joven algo enfadado.
"En el ala izquierda de la casa encontrarás las herramientas que necesitas. Ponte a trabajar de una vez."
"¿Perdón?" El chico no entendió del todo la orden. "¿A trabajar en qué?"
"¿En qué crees?" Genkai miró hacia donde los daños se encontraban.
"¡Ah no! ¡Eso no!" Yusuke protestó. "¡¿Por qué tengo yo que ser el que se ponga a trabajar! ¡Yo no hice nada! ¡Todo fue culpa de Hiei!" Yusuke pellizcó las mejillas del demonio de fuego y las estiró lo más que pudo en un intento de eliminar el coraje que tenía.
"Tonterías. Tu eres mi aprendiz, y como tal debes de velar por los intereses de tu maestra. Así que ponte a trabajar de una vez o atiende las consecuencias." La anciana ordenó mientras se disponía a entrar a su casa.
"Pero, pero, pero..." Yusuke balbuceó, provocando que Kurama riera por lo bajo. "¡ESTO NO ES JUSTO!"
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"Tranquila Sora, todo esta bien, seguramente el orangután llegó a tiempo, salvó a la chica y ahora ella lo está recompensando con..." Sora casi vomita al darse cuenta de los pensamientos que tenía. "¡YUK! ¡QUE ASCO! ¡Tengo que dejar de comprar esos mangas, son casi adictivos y están empezando a atrofiarme la mente..." Hayabusa renegaba mientras se adentraba a la estación del metro, sus audífonos colgaban de su cuello, y en sus espaldas llevaba su mochila. Pudo sentir las miradas de un par de hombres al bajar las escaleras, y ese sentimiento de repulsión se volvió a formar en su estómago. "Animales." Gruñó, y les dirigió una de sus gratas señas corporales, sorprendiendo a los presentes. Obviamente a ella no le importaron las miradas sorprendidas de las colegialas, o los ojos asesinos de las madres que cubrían los ojos de sus pequeños para que no vieran la seña obscena que la chica acababa de hacer. "Al diablo." Le dijo al aire. Nunca le había preocupado lo que pensaran de ella, y esta vez no iba a ser la excepción, además, tenía demasiadas cosas en la cabeza como para prestarle atención a un asunto tan insignificante.
De hecho, venía tan concentrada en sus propios problemas, que no se fijo en la chica que venía bajando del vagón al que ella quería entrar. El choque provocó que la chica se lastimara el hombro, y el reproductor de CD's de Sora cayera al suelo, para luego ser aplastado por las decenas de personas que salían apresurados del tren.
"¡PERO POR QUE NO TE FIJAS POR DONDE CAMINAS!" Sora le gritó furiosa a la chica cuanto tomó lo que quedó de su reproductor en sus manos. Luego alzó la vista para ver a la causante de tal desgracia: cabello largo y castaño, corte aburrido; ojos grandes y marrones, sin muestra de maquillaje; buena figura, pero sus ropas eran sin chiste y pasadas de moda... genial, se acababa de topar con una 'chica buena'.
"¡Disculpa, pero TU chocaste conmigo!" Keiko protestó.
"Vaya, chica buena con actitud. Eso no se ve todos los días." Sora se burló. Keiko se molestó, y se llevó la mano al hombro que se había lastimado. "¿Qué no piensas disculparte?"
"Princesa..." Sora se inclinó hacia ella de forma amenazadora. "Aléjate de mi camino." Le ordenó. Keiko tragó un poco de saliva nerviosa, definitivamente esta chica no era normal. Yokimura bajó un poco la cabeza y se hizo a un lado, no valía la pena meterse en problemas por algo así. "Bien." Sora sonrió. "Ahora..."
La mujer de ojos violetas se quedó paralizada en medio de la multitud viendo el rostro de Keiko. Algo no estaba bien, esta chica... aquel sentir que tenía cada vez que tenía una visión, como su cuerpo se helaba mientras las imágenes venían a su cabeza...
4 hombres. Cabello rojo, ropas negras, ojos marrones...¿Kuwabara? ¿Por qué Kuwabara aparecía en su visión? Esto no era normal...
Un bosque, un bosque extenso. Pero no era como los que ella conocía, o como los que había visto en fotografías, este era diferente, era extraño, era oscuro, como si las plantas estuvieran por cobrar vida y fueran a intentar robarte el alma...
Y el doloroso grito de una mujer que hace eco entre las sombras, una y otra vez...
Sora regresó a la realidad, perturbada por lo que acababa de ver. Su rostro palideció, y un escalofrío recorrió su cuerpo. ¿Por qué a ella? ¿Por qué no simplemente podía llevar una vida normal? ¿Por qué tenía que ver cosas tan horribles?
Luego miró a Keiko, esa chica, por su culpa había tenido esa visión. Furiosa la empujó lejos, haciendo que Keiko cayera al suelo y golpeara a la gente que estaba junto a ella.
"¡Oye! ¡No tuviste por que hacer eso!"
"¡ALEJATE DE MI!" Sora gritó con ojos llorosos, y la gente se empezó a reunir alrededor de ellas. Tantos rostros, tantas miradas analizando cada movimiento que hacía, no podía soportar más. Se abrió paso a empujones entre la multitud, y salió corriendo del lugar desesperada, mientras el viento se llevaba sus lágrimas al subir la escalinata.
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Yukina entró a la habitación principal del templo después de haber revisado por tercera vez a Natsumi. Ahí se encontraban reunidos Genkai, Kurama y Kuwabara. Hiei se encontraba en otra habitación durmiendo, Yusuke se había visto forzado a reparar la barda.
"¿Y bien?" Genkai preguntó, dándole un sorbo a su tasa de té.
"Ya está estable y ha salido fuera de peligro. El resto depende de ella..." Yukina sonrió tristemente y tomó asiento junto a ellos. "No entiendo por que vino a buscarme para matarme, yo no le hecho nada, ni siquiera la conozco..."
"No necesitaba una razón. Su raza y la tuya son enemigos naturales, ¿cierto?" Kuwabara preguntó, y Yukina asintió.
"Eso fue más que una simple riña impulsada por odio racial." Kurama interrumpió, haciendo obteniendo la atención de ambos.
"Así que tu también lo sentiste..." Genkai miró al zorro a los ojos, colocando la tasa de té en la mesa.
"¿Eh? ¿Sentir qué? ¿Me perdí de algo?" Kuwabara preguntó confundido.
"El poder espiritual de Natsumi, estaba impulsado por rencor, eso no cabe duda, pero además..." Kurama le regresó la misma mirada a Genkai.
"Había dolor." La anciana terminó la oración.
"Por lo que veo son bastante perceptivos..." La voz de Natsumi provino de sus espaldas, y todos voltearon sorprendidos al ver a la chica usando todas sus fuerzas para acercarse a ellos. Apenas y caminaba, y la mayoría de su cuerpo estaba envuelto en vendas. Los poderes curativos de Yukina habían ayudado al proceso de sanación, pero aún así el que se hubiera salido de su futón indicaba dos cosas: o era demasiado tenaz, o demasiado estúpida, por que aparecer ante dos enemigos en esas condiciones no era señal de cordura mental.
Kuwabara se puso de pie de manera defensiva, listo para atacar si fuere necesario, sin embargo, el ver que Kurama y Genkai permanecían sentados sin perturbarse lo confundió. A pesar de eso, se interpuso entre ella y Yukina, y la hada de hielo buscó refugio tras el cuerpo del joven hombre.
"Kuwabara, esto no es necesario. Creo que aquí hubo un grave malentendido, ¿no es así, señorita Natsumi?" Kurama miró a la mujer, que solo sonrió con ironía.
"¡KURAMA! ¡COMO DICES ESO! ¡ELLA INTENTO MATAR A YUKINA!"
"De hecho..." Natsumi dijo con voz débil. "Ustedes supusieron que yo vine a matar a Yukina, yo nunca dije que esa era mi intención." Natsumi tuvo que recargarse en la pared para no caer.
"¿Qué dices?" Kuwabara no entendía nada. "¡PERO TU IBAS A ATACARLA! ¡IBAS A USAR TUS HOCES EN CONTRA DE YUKINA!"
"Supongo que parte de esto es culpa mía, yo lo hice ver de esa manera..." Natsumi agachó la cabeza. "Pero si supieran lo que viene detrás de mí, no les hubiera sorprendido esa reacción al haberla encontrado..."
"Natsumi." Genkai la llamó. "¿Serías tan amable de explicarnos lo que sucedió aquí?"
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"Maldición, siempre me toca a mí..." Yusuke protestó mientras clavaba algunas tablas, pero una presencia bien conocida le hizo detenerse. El chico se volvió hacia el templo, y entre los pasillos expuestos por las puertas corredizas de arroz, pudo ver una sombra moverse.
El débil poder espiritista de Natsumi le calló como balde de agua fría, si Genkai le obligaba a hacer esto para reparar los daños en los exteriores, no quería ni pensar lo que lo pondría a hacer si Hiei destruía la casa.
Hiei se movía silenciosamente por los pasillos de la casa, reservando su furia para el momento en que se volviera a topar con la mujer. Sus energías aún no habían sido restauradas, pero al sentir el youki de la nativa de la aldea de fuego encenderse de nuevo, él se despertó automáticamente, listo para terminar lo que había empezado. No iba a dejar que ni el más mínimo cabello de su cabeza quedara sin arder...
"¡Hiei! ¡No!" Yusuke persiguió la sombra, hasta que llegó a la habitación principal, donde se encontraban todos reunidos, y en efecto, Hiei se había hecho presente, y alzaba a una débil Natsumi en el aire mientras la tomaba fuertemente del pecho.
"¡Hiei! ¡DETENTE!" Le suplicaron al demonio de fuego, pero sus palabras no se hicieron presentes en su mente, la ira lo tenía ofuscado, no solo lo había humillado de la peor manera al haber sobrevivido a su Jao Ensatsu Kokuryu Ha, sino que seguía con vida, esperando el momento para acabar con la vida de Yukina. Hiei comenzó a arder en llamas, y junto con él el cuerpo de Natsumi se prendía lentamente.
" ¡Espera Hiei!" Yusuke intentó alcanzarlo, pero una llamarada lo detuvo.
"No intervengan." El youkai ordenó. "Ella intentó matar a Yukina, ¿por qué debemos tenerle misericordia?"
"¡NO HIEI! ¡TU NO ENTIENDES!" Kuwabara intentó acercársele, pero se vio detenido de la misma forma que Yusuke, era imposible acercársele sin correr el riesgo de ser incinerado.
"Yo...yo no vine a matarla..." Natsumi se las arregló para decir, usando toda la fuerza y el aire que le quedaba.
"¡Hiei! ¡Por favor, no!" Yukina le imploró. Hiei no se hubiera detenido, de no ser por las varias perlas blancas que caían a los pies del hada de hielo. Muy a su disgusto, el no iba a ser culpable de provocarle lágrimas, aunque fueran necesarias en esta situación...
"No entiendes, ella ha venido a acabar contigo."
"No Hiei, no es así..." Yukina le respondió.
"Yo jamás podría..." Natsumi tosió, haciendo una mueca de dolor. No era para menos, considerando lo que había vivido ese día. "Yo jamás podría matar a mi hermana..."
FIN DEL CAPITULO 2
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¡MUAHAHAHAHA! ¿Hermana? ¿Cómo demonios está eso de que es su hermana? Bueno, supongo que tendrán que seguir leyendo para averiguarlo, ¿no es así? ¿Cómo les pareció? Pobre Natsumi, en serio que su día fue de mal en peor. Y Sora, cada vez se pone más rara...
Tengo que decir que me dio mucho gusto ver que mi primer capítulo tuvo una respuesta positiva. Por experiencia, los autores primerizos no reciben más de unos 3 reviews en su primer capítulo, a menos de que el summary deje en claro que es algo de alta demanda, en el caso de Yu Yu Hakusho, Yaoi de Hiei y Kurama... no tengo nada contra quienes disfrutan este tipo de genero. Yo lo llego a pasar hasta cierto punto, muy bajo cierto punto, pero bueno. Espero que la respuesta de ustedes los lectores permanezca igual a lo largo de la historia. Apreciaría que me dieran su opnión concreta y detallada, los flames son bien recibidos.
Por cierto, si alguno de ustedes es fan de Teen Titans, denle una vuelta a mis fics en esa categoría, ¿si? Son buenos, en serio, por lo menos eso pienso y me han dicho. Tengo que actualizarlos, pero mi musa se ha negado a cooperar últimamente. Verán que eso es muy recurrente en mí, la inspiración se va y dura buen tiempo fuera, pero cuando regresa...Jeje. En fin, de seguro ya los aburrí con tanta palabrería. ¡Nos vemos la próxima!
