Título: El destino del árbol y el junco
Autor: abysm
Disclaimer: Los personajes son de JR Tolkien, por supuesto. Los tomé prestados un tiempito.
Advertencias: Esto será slash Aragorn/Legolas, definitivamente. Creo que será rating R en algunos capítulos.
Aclaraciones: AU. No hay Anillo ni Sauron. El fic estará ambientado en la tradición de las geishas. Algunas de esas costumbres van a estar alteradas para beneficio de la trama del fic. Intentaré aclarar las ideas erróneas, me encanta el mundo de las geishas y no quisiera ofender. Por eso, habrá algunos nombres japoneses (personajes secundarios, obvio y poquitos) y alguna que otra frase.
Capitulo 8
Volver a empezar
El regreso a clases fue agotador. El maestro de tambores lo reprendió durante todo el tiempo por todo lo que había olvidado en esos días, pero al final le expresó su gusto por volverlo a ver por ahí. Y algo similar pasó con el instructor de shamishen y un par más.
Egaldus no lo reprendío por supuesto, no era parte de su carácter pero lo hizo trabajar el doble y hasta el triple que los demás. La noticia que Baldor iba a ser su hermano mayor había corrido por todos lados y la mayoría se alegraba por el elfo, además de poder ver la expresión contrariada en la cara de Arwen.
Hacia el mediodía, cuando las clases por fin terminaron por ese día, Legolas salió en compañía de Mamoru y encontró a Baldor esperando en el vestíbulo. Los dos estudiantes saludaron al geijin con el respeto conveniente y Mamoru se retiró por su lado.
- ¿Tienes hambre?- preguntó Baldor.
- Algo.
- Almorzaremos en casa. Vamos.
Sin decir otra cosa, Baldor abrió camino y Legolas lo siguió, sin comprender demasiado; pero como había prometido obedecer, tampoco preguntó.
Recorrieron la callecita principal hasta llegar muy cerca del final, no lejos del jardín ubicado cerca del muro. Ahí había algunas casas de personas que si bien trabajaban en el Barrio, no vivían en las okiyas. Baldor subió los escalones que conducían a la puerta, y abrió.
En cuanto entró, tras él, Legolas se quedó un tanto asombrado. Había esperado ver una decoración similar al resto de las casas de la callecita, pero aquí tanto el mobiliario como los ambientes estaban decorados con la forma usual en el resto de las casas de Minas Tirith.
Baldor se quitó el 'haori', la prenda que usaba sobre las otras y que era una especie de chaqueta de mangas amplias, sin abotonadura y larga hasta las rodillas y la extendió a una mujer que esperaba dentro.
- Gracias, Sati. ¿Está listo el almuerzo?
- Sí, señor Baldor. Lo dispondré en cuanto me indique.
- Hazlo entonces, por favor.
El joven le hizo una seña a Legolas y aquel ocupó un sitio en una silla, frente a una hermosa mesa de roble oscuro; él mismo tomo asiento frente al elfo. Lo estudió un largo minuto y al final habló.
- Empecemos por el principio. Tu nombre no es Hikari, supongo. ¿Cómo te llamas?
- Legolas.
- Mmm... Definitivamente es mejor que Hikari. Creo que querras usar tu nombre y no ése ¿verdad?
- Sí. El nombre es muy importante para nosotros. Ha sido muy difícil para mí renunciar a él, aunque sea por un tiempo.
- Bien, te llamaré Legolas, entonces y así es como te presentaré a las personas. No sería bueno que te conozcan con un nombre y luego lo cambies de un día para otro.
- Gracias.
Durante otros instantes, Baldor siguió su estudio del elfo que empezaba a preguntarse qué era lo que realmente quería saber.
- ¿Quisiste escapar o era una mentira de Arwen?- preguntó al fin.
- Sí quise salir de la okiya, necesitaba ver a alguien, pero no planeaba fugarme.
- Ver a alguien... Sé que esta pregunta puede parecer personal, pero debo saber. ¿Tienes un o una amante dando vueltas por ahí?
- ¿Un... amante...? Claro que no... Yo tenía que encontrarme con... con... con un familiar.
El rostro del hombre, fue un tanto exceptico y Legolas se dio cuenta que no le había creído.
- En verdad, Baldor. No estoy mintiendo.- decidió que podía decir al menos una parte de la verdad para salvar su credibilidad.- Tenía que encontrarme con mi hermano. Iba a estar en Minas Tirith solo por una noche, pero no iban a dejar pasar la noche fuera de la okiya... De cualquier modo, no pude verlo. Y no tengo, ni tuve ningun amante.
Esa última afirmación consiguió hacer que sus mejillas tomaran un pequeño tono colorado. En vista de eso, Baldor sonrio.
- Así que nunca has tenido ningún amante. Eso es muy bueno para tí, Legolas. Ya te lo explicaré a su tiempo. Por ahora vamos a conversar un poco acerca de lo que vamos a hacer juntos. Voy a hacer que los hombres importantes de Minas Tirith empiecen a conocerte, vas a acompañarme a algunos lugares y te presentaré con personas que te convendrá conocer... Así, cuando hagas tu debut como aprendiz de geijin, todos te conocerán.
- ¿Qué esperan que haga, exactamente?
- Bueno, cuando solicitan tu compañía en la okiya, es para que amenices alguna reunión. En general, los hombres nos solicitan porque disfrutan conversar sin tener que cuidarse de todos los problemas que implicaría tener a mujeres en la reunión.
- Pero están las geiko.
- Pero ellas son como nosotros, no van a escandalizarse por alguna referencia un poco subida de tono o algo así. En general eso no pasa. Les gusta tener a alguien agradable con quien poder hablar sobre cacería, armas, guerra y cosas así, temas que como comprenderás, no es frecuente hablar con mujeres. Ni siquiera con las geiko.
- ¿Y para qué las danzas?
- Porque les gusta ver que algo tan mortal como las armas que usan para la guerra pueden convertirse en algo estético y hermoso. Y eso me lleva a otro punto importante que debes tener en claro desde el principio. Por ningún motivo, bajo ninguna circunstancia, un geijin puede ponerse violento con un cliente ¿comprendes?
- ¿Nunca?
- Nunca. La premisa fundamental por la cual un hombre elige a un geijin, es porque se siente seguro con él, porque sabe que no representará una amenaza. Es por eso que hay diferencias entre nosotros y las geiko.- al ver en el rostro de Legolas que no parecía comprender, continuó.- Has visto que las geiko usan esas grandes sandalias de madera para elevar su estatura y en cambio nosotros usamos estas botas de cuero suave. Eso es porque esas sandalias son sólidas y podrían ser usadas como arma. Podrías romperle la cabeza a alguien con una de ellas. El obi de ellas es largo y amplio, en cambio el nuestro es angosto y bastante corto, eso es porque si fuese como el de ellas podrías usarlo para amarrar o incluso asfixiar a un hombre. Por esa razón tampoco usamos pasantes o pasadores en el cabello, porque podrías apuñalar a alguien con ellos.
Legolas escuchaba con atención, dandose cuenta entonces que el estilo de los geijin era sofisticado pero mucho mas depurado que el de las mujeres, no tan artificial. Habían tenido que renunciar a todos esos artificios para que los hombres que los contrataban se sintieran seguros.
- Y en tu caso, el tema es doblemente importante.- terminó Baldor.
- ¿Por qué? ¿Qué hay de especial en mí?
- Eres un elfo. No necesitas armas para reducir a un cliente, bastaría con tu fuerza. Y aunque no lo creas, tambien se aplica a Arwen, ya que tambien ella debe cumplir esta norma.
- ¿Qué pasa si un cliente intenta...? Bueno, si quiere... Tú sabes...
- Bien, en principio, se espera que un geijin nunca se encuentre a solas con un hombre si no ha sido arreglado antes por la dueña de su okiya, en cuyo caso ya habrás sido avisado de lo que esperan de tí. Pero podría suceder que quedaras a solas con alguno sin poder remediarlo... Entonces, amablemente, le explicarás que no está procediendo con corrección. Si quiere un arreglo más personal, debe hacerlo del modo correcto y entonces la dueña de tu okiya se encargará de hacerle ver que no está mirando las cosas del modo adecuado.
- ¿Y si aún así no entiende?
- Intentarás hacerlo desistir. Amablemente. Y si aún así, no comprende; entonces tendrás que usar tu astucia para llamar la atención de alguien, hacer ruido, y aunque esto te parezca grotesco, incluso gritar sirve. Lo importante es que no puedan decir de tí que te violentaste con un cliente, porque eso haría que los otros hombres ya no se sintieran seguros en tu presencia y ya no solicitarían tu compañía. ¿Comprendes?
- Creo que sí.
- No te preocupes demasiado por eso ahora, Legolas. La mayoría de los hombres que nos contrata están muy bien informados del modo en que deben comportarse con nosotros... No es común que esas cosas pasen. Lo importante ahora será convertirte en un geijin exitoso y lograr que Arwen muerda el polvo.
- Bien.
- ¿Entiendes que a partir de ahora ella es tu enemiga?
- Lo es desde que me conoció y no sé por qué.
Baldor pensó que el elfo estaba jugando con él al escuchar esa frase, sin embargo, el rostro cándido era por completo honesto. Realmente iba a ser un contendiente digno pero iba a tener que dejar un poco de esa inocencia, o la elfa lo iba a devorar.
- Por envidia, claro. Supongo que en cuanto te vio, vislumbró lo que podías llegar a ser; y decidió no permitirlo. ¿Acaso no tienen espejos en tu okiya?- comentó divertido.
- Claro que sí, todos los tiene Arwen,creo. De cualquier modo, no me hacen mucha falta.
- ¿Me dirás que los elfos no se despeinan al dormir?
La sola ocurrencia levantó una pequeña risa en Legolas y Baldor evaluó una vez mas las expresiones medidas pero espontáneas del elfo.
- ¿Cómo crees? No hay ningún ser en la Tierra Media que no se levante con el pelo alborotado después de dormir. Lo que quise decir es que no tengo que hacerme peinados complicados ni cosas por el estilo... Para componer mi aspecto, me basta generalmente con el reflejo del agua.
- ¿Y cómo te rasuras?
- ¿Como qué?
- Rasurar, depilar... Quitarte el pelo de la cara...- dijo Baldor, pasando la mano por su propia mandíbula, donde había apenas una sombra leve.
- No soy un enano...- replicó el elfo, a medias ofendido por la idea.-Yo no tengo todo ese pelo... por todos lados...
Ahora fue el turno de Baldor para sorprenderse.
- No tienes barba... ¿No tienes pelo en el cuerpo?
- ¿Dónde se supone que debo tenerlo?- preguntó Legolas, totalmente desorientado por la pregunta del humano. Luego recordó que había visto a Mamoru cambíandose en la misma habitación, y aunque ese humano era joven, tenía vello en las piernas y los brazos; y según había podido observar, tambien otras ciertas zonas. Se apresuró a hablar para no darle oportunidad a Baldor.- No tengo pelo en ningún lado que no sea en la cabeza.
- Vaya, que conveniente. Una tortura menos para tí, eres afortunado Legolas.
Para auxilio de Legolas, en ese momento, entró la criada de Baldor y comenzó a distribuir los utensilios sobre la mesa. Luego trajo los alimentos y dejando todo, se retiró.
Una vez más, Baldor se asombró por el perfecto desempeño del elfo. Por supuesto sabía que eran una raza exquisita, pero nunca había tenido oportunidad de ver los finos modales que podían exhibir. Y pensar que la dueña de la okiya iba a perder semejante joya por hacer caso de las habladurías de Arwen. Su trabajo entrenando al elfo iba a ser mucho mas fácil de lo que pensaba.
Como por la noche tenía algunos compromisos, Baldor despidió a Legolas luego del almuerzo para poder descansar y estar fresco no sin antes recordarle que en dos días tenían un nuevo encuentro. Si Baldor no pasaba por él, Legolas ya sabía dónde vivía y solo tenía que ir a su casa.
Mientras casi corría por la callecita rumbo a la casa de Baldor, Legolas pensaba que las clases habían resultado interminables ese día. Parecía que todos se habían puesto de acuerdo para hacerlo trabajar hasta el agotamiento y a eso se le sumaban las tareas que tenía que realizar al regresar a la okiya. Jamás pensó que ser un geijin llevara tanto esfuerzo.
Apenas había golpeado cuando Sati le abrió y lo hizo pasar apresuradamente.
- El señor Baldor ha estado esperándolo un largo rato ya... Venga, venga...- diciendo así, lo tomó por la manga y casi lo arrastró hacia una de las habitaciones de atrás.
Era el dormitorio de Baldor donde aquel dejó lo que estaba leyendo en cuanto lo vio entrar.
- Perdón, Baldor... Es que no terminaban de regañarme hoy en la escuela...- dijo a modo de disculpa mientras saludaba.
- Me imagino. Egaldus debe estar insoportable ¿No?
- Insistente, diría yo.- comentó con diplomacia y Baldor rio.
- Bien, pasa a esa habitación y lávate, voy a prestarte unas ropas, tenemos mucho por hacer.
Obediente, Legolas pasó al otro recinto, donde encontró una tina con agua tibia. Rápido se despojó de su ropa y procedió a lavarse, luego se secó y sin tener a la vista nada que ponerse, regresó a la habitación.
Una raza acostumbrada al contacto íntimo con la naturaleza, no poseía prejuicios ni verguenza de su propio cuerpo y la desnudez no solía plantear problemas para ningún elfo cuando se sentía en confianza. Baldor no pudo dejar de admirar el cuerpo perfecto que recien salía del baño. Era, simplemente un placer observarlo.
- ¿Qué ropa voy a usar?- preguntó el elfo.
- Bien, presta atención.- Baldor le alcanzó una prenda.- Nuestra ropa es más bien holgada, así que esto es lo principal. Ropa interior... Para que todo se mantenga en su lugar, además, las telas son bonitas pero los bordados son ásperos.
Con un leve rubor de comprensión, Legolas se colocó una especie de pantalones ajustados que solo le llegaban a la mitad del muslo y los aseguró con un lazo. A continuación, le dieron algo similar a una blusa holgada, sin mangas y sin cuello, larga hasta debajo de la linea de las caderas.
- Cuando seas aprendiz, esta prenda tendrá un cuello azul que se verá desde afuera. Y cuando te conviertas en geijin, el cuello será blanco.- Baldor le extendió a continuación una chaqueta de mangas amplias.- Este es el 'keikogi' no tiene botones, claro. Se asegura cruzado, con los lacitos que encontrarás ahí.
Una vez que el elfo vistió eso, le dio una prenda más.
- Y éste es el 'hakama'. Ya me has visto usarlo... Parece una falda pero es un pantalón con perneras amplias... Es muy cómodo, debe serlo, ya que debes poder danzar, moverte, montar a caballo, en fin, hacer todas tus actividades con él. Tienes que meter los bajos del keikogi dentro...
Legolas se puso esa prenda tambien pero tuvo que esperar a que Baldor le indicara la manera correcta de ceñirlo, ya que se ajustaba mediante algunas cintas y había que hacer varios cruces para que la prenda quedara bien colocada. Los pliegues correctamente hechos hacían que la prenda tuviese un perfecto ajuste a la cintura y caderas.
- El obi. Nosotros no lo usamos anudado atrás como las geiko, sino adelante, hacia el costado derecho y levemente caído sobre la cadera.- mientras hablaba, hacía un nudo simple y lo acomodaba. Entonces le dio unas botas similares a las que él usaba, pero el cuero estaba teñido de gris.- Espero que estén bien.
Legolas se las puso.
- Creo que son un poco chicas para mí.
- Bueno, espero que puedas tolerarlas un rato. Tendremos que encargar un par para tí, una tarea más para hoy. Ahora sientate aquí, déjame peinarte.
- Puedo hacerlo solo.
- No me discutas, prometiste obedecer.
- Sí, oniisan.- comentó Legolas, sonriendo y llamándolo por primera vez con el título que le correspondía 'Hermano mayor'.
Durante unos minutos, Baldor se extasió ante la suavidad del rubio cabello que tenía entre manos. Era tan sedoso que se deslizaba entre sus dedos y el cepillado lo hizo brillar como si fuera oro en hebras. No podía lucir peinados de aprendiz, pero casi no hacía falta. Ese pelo era todo el ornamento que el elfo necesitaba.
- Muy bien, ya estás listo.- dijo, y lo condujo suavemente hasta un biombo que quitó para revelar un espejo largo.
Durante unos instantes, Legolas no pudo decir nada. La imagen en el reflejo era casi deslumbrante y eso que él había estado acostumbrado a verse vestido con elegancia para las reuniones oficiales. Pero esto era distinto. Esto era elegante y al mismo tiempo impactante.
El 'hakama' era de color gris pizarra, con un complicado bordado en negro, parecían pequeñas y abigarradas hojitas, una muy junto a otra. El 'keikogi' era blanco, sin adornos pero con una guarda rodeando el cuello que reproducía las mismas hojitas que tenía el pantalón y el obi era negro.
Definitivamente la figura alta y espigada en el reflejo se miraba con un poco de susto y asombro a la vez.
- Pero... pero, Baldor... Todos me van a mirar...- balbuceó en cuanto recuperó la voz.
- Por supuesto, Legolas; de eso se trata. Mas vale que te acostumbres, porque ése es mi objetivo: hacer que todos se fijen en tí. Ahora cierra la boca y vámonos.
Y sin darle tiempo a nada más, casi lo arrastró fuera de la casa.
Durante ese primer día, y luego, cada vez que Legolas iba a casa de Baldor, aquel lo arrastraba de punta a punta a traves de los últimos dos niveles de la ciudad, donde estaban la mayoría de los artesanos.
Visitaron al zapatero y encargaron dos pares de botas de primera calidad para el elfo, al menos para comenzar. A veces visitaban al sastre que hacía los trajes de Baldor o a la bordadora que hacía esos maravillosos trabajos en los 'hakama'. Tambien visitaron a los herreros, ya que aunque un geijin no portaba armas, las que se usaban para las danzas tenían que ser de buena hechura aunque no tuviesen filo.
A su pesar, Legolas empezó a acostumbrarse a que los hombres lo miraran de manera apreciativa cuando pasaba junto a Baldor. En un principio había creído que era por el atractivo humano que lo acompañaba y que conocía casi a todos en esos sectores, luego se dio cuenta que tambien era por él. Eso lo incomodó un poco, pero después se dio cuenta que el humano había tenido razón en algo mas.
Los hombres poderosos, mercaderes, guerreros o nobles, vivían en el sexto nivel, en sus casas lujosas muy cerca del séptimo, donde estaba el palacio; y ellos sabían muy bien cómo debían dirigirse tanto a Baldor como al elfo que ahora lo acompañaba a todos lados.
Probablemente hubiese deseos un poco más oscuros dentro de sus cabezas, pero cuando los abordaban por la calle, lo hacían de manera galante, sobria y respetuosa.
Esa tarde, mientras esperaba que Baldor terminara de dar al ebanista los detalles para la confección de sus nuevos bastones de danza, Legolas deambuló por el taller, disfrutando el perfume de la madera. Cierto es que hubiese preferido el perfume de los árboles, pero suspirando, se recordó que ahí era donde debía estar. Sin darse cuenta, sus ojos repararon en un arco con su correspondiente aljaba de flechas.
Era un trabajo exquisito y no pudiendo resistirse, el elfo lo tomó con suavidad. Hacía tanto que sus manos habían tomado por última vez un arco que casi temblaba al hacerlo. La cuerda estaba perfectamente tensa, el punto exacto, lo supo con solo deslizar el dedo por la misma y hacerla tañer. Tenía que probar, tenía que saber si estaba tan bien como parecía. Estaba bien tenso, pero la fuerza de sus brazos pudo estirarlo sin dificultades.
- No deberías jugar con eso, humano.- dijo la voz arrogante a sus espaldas, y en el acto, Legolas giró con una respuesta un tanto disonante pugnando por salir de sus labios.
Si no la dejó salir, fue por la sorpresa. Quien había hablado, era un elfo rubio, de intensos ojos grises, un poco más alto que él y orgulloso porte. El asombro fue mutuo, porque solo cuando Legolas giró, el otro pudo ver que no era un humano como había creído sino otro elfo.
- Elbereth... Un elfo geijin...- murmuró, asombrado pero sin poder evitar una mirada lenta y evaluadora.
Baldor apareció en esos momentos y sonrió complacido al notar la presencia del otro.
- Capitán Haldir, qué sorpresa verte en Minas Tirith...- dijo, acercándose y dedicando al elfo una profunda reverencia, luego se volvió a su estudiante.- Legolas, él es el capitán Haldir de Lothlórien. Haldir, éste es Legolas, mi nuevo hermano menor...
Hubo un nuevo instante de contemplación mutua antes que Legolas reaccionara y dejando el arco a un lado, le dedicara el saludo conveniente.
- Siento desilusionarte, pero no soy un humano... y hace ya algún tiempo dejé atrás la edad de los juegos.- la frase fue atemperada con una brillante sonrisa.
Ante eso, el galadrim dejó un poco de lado su asombro y la arrogancia.
- Mis disculpas, debí saber que ningún humano podría tensar así ese arco. ¿Mirkwood o Rivendel?
- De Mirkwood y tus disculpas son aceptadas.
- Ahora faltaría saber si además de tensarlo, puedes hacer blanco con él.- comentó el elfo, respondiendo la sonrisa.
- Probablemente mejor que un arquero de Lórien.
- Caballeros...- intervino Baldor.- Lamento interrumpir esta entretenida conversación, pero creo que sus habilidades con el arco no son un tema de interés general...
Ante esas palabras, los dos elfos volvieron a prestarle atención.
- Realmente, Baldor, tienes razón. Cada vez que te encuentro, me doy cuenta que tengo los modales de un patán.- dijo Haldir, galante.
- Eso es porque cuando vienes pasas demasiado tiempo con los guardias del rey en lugar de visitarme. ¿Dónde has estado últimamente?
- Lejos. Aunque ahora vengo de mi bosque natal, antes estuve en Mirkwood, para la boda del heredero real.
- ¿Boda???- la voz y el tono de Legolas, fueron mas que un evidente signo de sorpresa. Eran las primeras noticias que tenía de Elroy desde que había salido de Bosque Negro.
- Boda, eso dije. El heredero... El príncipe Elroy se casó con la sobrina del Lord Elrond, no asistí a la boda, pero formé parte de la escolta de la Dama de Lorien y su esposo. Ellos celebraron la ceremonia.
Legolas tardó unos segundos en asimilar la noticia.
Elroy casado. Justamente él que no tenía ni la mínima intención de formalizar ningún compromiso con nadie antes que fuese en absoluto necesario. Bien, era evidente que había sido necesario. No se detuvo a meditar demasiado.
- Por favor, cuentáme más, cuéntame todo lo que sepas... Me parece que hace siglos que salí de Mirkwood y no he tenido ninguna noticia de mi... gente...- había estado a punto de decir 'mi familia'.- Por favor...
- Parece que el pequeño elfo está ansioso... - cedió el galadrim.- Bien, me agradaría, pero esta noche tengo una reunión importante, quizás mañana.
- Mañana tengo clases desde temprano.
- Hagamos algo, - intervino Baldor.- Mañana, Haldir, puedes venir a casa por la tarde, pueden hablar ahí.
- ¿Me estás invitando a tu casa, Baldor?
- A que converses con mi hermano menor y le des noticias de su hogar, Haldir. No te ilusiones.- contestó sonriendo.- Ahora, si nos disculpas, tenemos que seguir nuestras tareas.
- Por supuesto. Hasta mañana, pequeño.- dijo Haldir inclinándose un poco hacia el otro elfo.
- Mi nombre es Legolas.- puntualizó aquel, pero saludó con respeto.
- Hasta mañana entonces, pequeño Legolas.
Antes que volvieran a enredarse en una diatriba verbal, Baldor se lo llevó de allí.
Fue en vano que siguieran con el resto del recorrido. A partir de ese momento, Legolas solo pudo pensar en la conversación que mantendría con Haldir.
El elfo de Lothlórien había estado esperando un rato hasta que salieron del salón los ministros y miembros del Concejo. Murmuraban y algunos asentían con la cabeza, otros negaban y cuchicheaban algo molestos. Pasaron a su lado sin prestarle atención, y el chambelán lo anunció antes de hacerlo pasar.
El recinto era enorme, columnas de mármol negro, altas ventanas que dejaban pasar la luz del sol durante el día, y que en ese momento, solo dejaban ver la noche. Al extremo del salón, el trono presidía la visión, sobre un estrado de algunos escalones. La imagen de un árbol, tallada sobre el mármol del fondo estaba revestida en piedras preciosas, parecía extender sus ramas amparando al hombre sentado en el trono.
Haldir caminó en forma pausada y solemne hasta llegar casi al pie del estrado y allí hizo una reverencia.
- Su Majestad, Elessar Telcontar, heredero de Isildur, rey de Gondor...
- Sí, sí... Todo eso...- sonriendo, el rey de Gondor dejó el trono y bajó hasta estar junto al elfo. Entonces lo abrazó, poniendo un poco tenso al elfo que a pesar de la amistad, no acostumbraba esas demostraciones con el humano.- Haldir, qué bueno tenerte de regreso...
- ¿Nunca esperarás a que te saluden con la propiedad que merece tu rango?- preguntó Haldir, sonriendo sin embargo.
- Si quisiera escuchar todas esas tonterias, te hubiese recibido junto con mis ministros...
- ¿Entonces para qué pones ese nombre en todas tus proclamas y edictos? La mayoría de tus súbditos no sabe ni cómo llamarte.
- Consejo de mis ministros...Espero que tengas algo más interesante para decirme después de una ausencia tan larga. ¿Vas a discutir conmigo como todos los años antes de tomar la propiedad que te asigno para que estés cómodo?
- Bien sabes, Aragorn que preferiría los bosques de Lorien para sentirme cómodo, pero esta vez no discutiré. La Dama de Bosque Dorado me envió aquí y solo me dijo que permaneciera en la ciudad hasta que me avisaran, así que estimo que esta vez, mi estadía será algo más larga.
- Ésas son buenas noticias, mi amigo. Espero que reflotarás tus costumbres de hacer esas largas veladas en tu casa... Suelen ser un gran pasatiempo.- diciendo así, el humano se sentó despreocupadamente en uno de los escalones del estrado, descuidando por completo su imagen de soberano e invitó al elfo a hacer otro tanto.
Recordando ahora los modales del actual rey, Haldir obedeció.
- Un pasatiempo que te gusta frecuentar, Aragorn.
- Tanto como a tí pasear por los barrios de la ciudad, a la pesca de rumores y habladurías.
- Sabes que es la mejor manera de enterarse de las cosas. Hoy apenas tuve tiempo de recorrer algunas calles luego de mi llegada. ¿Acaso vas a decirme que has perdido la costumbre de salir por las noches, vestido de montaraz, a mezclarte con la gente de tu ciudad?
Aragorn se acomodó en el duro escalón de mármol antes de contestar. El elfo y algunos de sus amigos más cercanos eran los únicos que sabían que él hacía eso. Con mas exactitud, los únicos que sabían, eran los que cuatro años antes le habían prestado su ayuda para establecerse como soberano de Minas Tirith: Haldir, Éomer y Faramir.
- El tiempo diluye los rostros, y la mayoría de la gente de mi ciudad ya no me recuerda. Solo me vieron en mi coronación y a veces tambien puedo salir de día, con los recaudos necesarios, claro... De lo contrario al encargado de mi guardia personal le daría un ataque.
- A tus ministros tambien. Los ví salir de aquí bastante preocupados.
- Siempre se ven así. No los comprendo. Estaban ansiosos de librarse de Dénethor y enviaron a Gandalf a buscarme entre los montaraces. El anciano estuvo persiguiéndome dos años con el asunto, que el deber con tu gente, que el heredero de Isildur... Cuando por fin me hago cargo de la ciudad, tampoco les satisface lo que hago...
- Sin embargo la ciudad florece bajo tu mando, Aragorn. Eso ni siquiera ellos pueden negarlo.
- Si lo niegan, los sacaré a patadas de este salón para que empiecen a ver correctamente.
- Eso fue algo de lo que escuché en una taberna del primer nivel... ¿Sacaste a patadas a uno de tus ministros de la cama?
- Era mediodía, fui a buscarlo a sus oficinas y el muy... irresponsable aún no había llegado. Se supone que viven en el palacio para cumplir mejor sus obligaciones... Fui a sus habitaciones y estaba durmiendo. ¿Qué pretendías que hiciera? Y solo fue un pequeño puntapié en su gordo trasero. Ahora, el cretino es el primero en llegar y el último en irse.
- Aunque tus métodos funcionen, es evidente que aun eres un Dúnadain salvaje.
- Gracias. Ellos querían que fuese rey. Bien; ahora tendrán que resignarse a la clase de rey que puedo ser. Eso durante el día, durante la noche, vuelvo a ser Trancos y vuelvo a meterme entre la gente. He arreglado muchos problemas escuchando cosas de esta manera.
- No lo dudo.- ahora el galadrim se puso súbitamente serio.- La Dama de Lórien me encargó que permanezca aquí y envió un mensaje para tí.
'El árbol de Gondor extenderá sus ramas,
bajo su sombra crecerán la flor y el junco
Solo el adecuado será solaz, amor, compañía
Y el resguardo de los frutos de tu Casa.
Ten cuidado, hijo de Arathorn, desde
Lejos resuena la tormenta.
El trueno no es tal, pero su sonido
Advierte a las tres puertas de Minas Tirith'
Aragorn meditó en silencio las palabras que le hacían llegar los labios del elfo y meneó la cabeza. Cuando retomó la palabra, había perdido el tono jovial que había mantenido hasta entonces.
- Aunque no lo comprendo todo, quisiera decir que me sorprende mucho el mensaje de la Dama, pero de algún modo no es así. No sé si son viejos instintos del montaraz o instintos de un montaraz viejo, pero siento un peso en el corazón que me dice que no todo es tan simple como se ve... He salido por las noches, he escuchado a la gente del pueblo y parece relativamente conforme, contenta...
- Tambien me pareció eso en el poco tiempo que deambulé por las calles durante el día de hoy.
- Pero cuando el pueblo está contento, significa que el descontento puede estar entre la gente poderosa... La que tiene los medios de hacer mucho daño con poco esfuerzo.- ahora los ojos grises del rey estudiaron al galadrim con firmeza.- Es por eso que te necesito, mi buen amigo...
- ¿Tú enviaste por mí a Lothlórien?
- Así es. Perdóname por sacarte de tus bosques, pero necesito a mis amigos junto a mí. Yo solo puedo salir de noche, pero necesito que seas mis ojos y mis oídos entre el pueblo durante el día... Y lo mismo con los poderosos de esta ciudad... Necesito que vuelvas a hacer esas reuniones en tu casa... Que invites a todos esos hombres para que hablen entre ellos y puedas escuchar lo que traman.
Haldir suspiró resignado. Había hecho una gran amistad con ese humano durante la ocupación de Minas Tirith y podía captar ahora el matiz de preocupación en su voz. Era un buen rey, aunque no hubiese perdido del todo sus modales montaraces. Y no le gustaban esas triquiñuelas de gobierno que debía emplear.
- ¿Te das cuenta que la gente de Minas Tirith piensa que soy el elfo mas mundano que hay? Creo que para ellos soy la verguenza de mi raza...
- Lo sé, mi amigo. Y sé que tu carácter es sencillo y reservado y te cuesta hacer de anfitrión en esas reuniones, por eso es que tanto aprecio tu ayuda.
- Muy bien, Aragorn haré lo que me pides. Descubriremos de dónde viene la tormenta que la Dama ve en tu futuro.
- Muchas gracias, Haldir. En cuanto me avisaron que venías puse en orden la propiedad que puedes usar. Puedes tomar poseción esta misma noche.
Aragorn se puso de pie, recobrando su postura majestuosa y ayudó al elfo a erguirse tambien. Antes de salir del inmenso salón de recepciones, Haldir pensó que el humano se veía muy solitario en un palacio tan grande.
TBC...
N/A: Bueno, esta vez tengo poco por decir, salvo que las ropas que estoy haciendo vestir a los geijin es invento mío, porque no encontré por ningún sitio una imagen de los taikomochi. Para quienes tengan curiosidad, las prendas mencionadas, son como las que se utilizan para 'kendo' y 'aikido' aunque tambien pueden usarse en la vida normal en Japón. En general los hombres utilizan el hakama y el haori en colores formales como blanco, azul, negro o gris, pero he visto algunos muy lindos con estampados. En cuanto a las razones por las cuales no usan las cosas de las geiko, me parecieron válidas si un hombre quiere quedarse a solas con otro Mmm... Debo decir que tambien las inventé?
Reviews:
Ayesha: Que bueno que la historia de los hermanitos te esté gustando, no la había planeado; se suponía que era solamente la excusa para sacar al elfo de Mirkwood... ¿Otra arpía como Arwen? OMG!! Si con una es más que suficiente!!! Sipi, Arwen será la hija de Elrond aquí, pero eso no tendrá importancia hasta más adelante Besitos
Forfirith: Muchas gracias !!! Por leer y por tomarte el tiempo de dejar tu reviewcito... Espero poder hacer que te siga gustando, la historia y la manera en que la estoy contando...Je, como si fuera un cuento... Las cositas de la cultura japonesa me encantan, y trato de poner algunas sin exagerar, claro. Aragorn empezará a aparecer mas seguido porque ahora ya conoció al elfito. Arwen es mala, envidiosa y será peor. Saluditos.
Zekhen-angel: No me voy a cansar de ti, no te preocupes por eso A ver que te parece mi versión personal de Aragorn (mas dúnadain que otra cosa) pero buenito...El asunto con Faramir y demás me costó un poco acomodarlo, pero estan ahí porque los voy a necesitar más adelante... A todos ellos. Jejeje, espero que no hayas llegado tarde por escribir el review... Besitos
Vania: Ay, si me quedó un poco largo, creo que me va a pasar cuando ponga las historias de los tres hermanitos, pero todavía no me dá la neurona para dedicarle un capitulo entero a cada uno... snif, snif. Por ahora, el que la pasó peorcito fue mi pobre Leggy, pero creo que ya le va a tocar a cada uno de los otros muejeje... Trataré de no tardar... mis deditos intentarán ir mas rápido. Besos.
Iona: Sí, yo tambien quiero a Imrahil y es que se preocupa más por él porque sabe que Elroy se quedó en casa. Además a él no le está yendo tan mal (por ahora ¬ ¬) Baldor va a ser mucho más que una ayuda para el elfito. Y Leggy quedó total y absolutamente prendado, aunque todavía no se le ha cruzado por la cabeza que sea amor, pero lo presiente, la visión lo llevó hasta allí. La bruja tuvo que hacerse a un lado. Juajuajua. Besotes
Rusaki: Hola! Lindo encontrar un lector nuevo, toy contenta. Sipi, absolutamente cierto. Además de ESDLA, tiene las cositas de 'memorias...' es que ese libro tambien me gustó mucho, aunque no sea una historia verídica, pero no importa, la historia era muy linda. Por eso las similitudes, espero que el señor Golden no ande por aquí sino, creo que le dará un ataque y se irá derechito a visitar a Tolkien jejeje. Besito.
Azalea: El elfito va a empezar a brillar de a poquito y la muy brujísima tendrá que verlo pero no creo que se ponga a temblar, no tiene ese estilo... Brr... me dá miedito. Arwen no tenía ni un plan para enseñarle al elfito, y por eso le dio por las narices que Baldor sí quiera hacerlo. Van a volver a encontrarse elfo y rey, eso seguro, y el reycito tambien va a perder sus reales calzones cuando lo vea. ¿Casado, hijos? Wow, sí que estaría lindo. Besitos.
Relley-chan: Hola, tú! Una sola palabra por tu review: muchasgracias. Parece que la parte de Elroy le ha gustado a mucha gente y yo que pensé que era la más floja... Aunque a mí tambien me cae bien le elfita, creo que le va a costar ganarse el corazón de su esposo. A ver qué puedo decirte para que tambien te guste mi lindo Imrahil? No sé... veré qué tan difícil le hago las cosas (ahora si se le complican demasiado, ya sabrás que eres la culpable jejeje) Nos vemos! Besitos.
Autor: abysm
Disclaimer: Los personajes son de JR Tolkien, por supuesto. Los tomé prestados un tiempito.
Advertencias: Esto será slash Aragorn/Legolas, definitivamente. Creo que será rating R en algunos capítulos.
Aclaraciones: AU. No hay Anillo ni Sauron. El fic estará ambientado en la tradición de las geishas. Algunas de esas costumbres van a estar alteradas para beneficio de la trama del fic. Intentaré aclarar las ideas erróneas, me encanta el mundo de las geishas y no quisiera ofender. Por eso, habrá algunos nombres japoneses (personajes secundarios, obvio y poquitos) y alguna que otra frase.
Capitulo 8
Volver a empezar
El regreso a clases fue agotador. El maestro de tambores lo reprendió durante todo el tiempo por todo lo que había olvidado en esos días, pero al final le expresó su gusto por volverlo a ver por ahí. Y algo similar pasó con el instructor de shamishen y un par más.
Egaldus no lo reprendío por supuesto, no era parte de su carácter pero lo hizo trabajar el doble y hasta el triple que los demás. La noticia que Baldor iba a ser su hermano mayor había corrido por todos lados y la mayoría se alegraba por el elfo, además de poder ver la expresión contrariada en la cara de Arwen.
Hacia el mediodía, cuando las clases por fin terminaron por ese día, Legolas salió en compañía de Mamoru y encontró a Baldor esperando en el vestíbulo. Los dos estudiantes saludaron al geijin con el respeto conveniente y Mamoru se retiró por su lado.
- ¿Tienes hambre?- preguntó Baldor.
- Algo.
- Almorzaremos en casa. Vamos.
Sin decir otra cosa, Baldor abrió camino y Legolas lo siguió, sin comprender demasiado; pero como había prometido obedecer, tampoco preguntó.
Recorrieron la callecita principal hasta llegar muy cerca del final, no lejos del jardín ubicado cerca del muro. Ahí había algunas casas de personas que si bien trabajaban en el Barrio, no vivían en las okiyas. Baldor subió los escalones que conducían a la puerta, y abrió.
En cuanto entró, tras él, Legolas se quedó un tanto asombrado. Había esperado ver una decoración similar al resto de las casas de la callecita, pero aquí tanto el mobiliario como los ambientes estaban decorados con la forma usual en el resto de las casas de Minas Tirith.
Baldor se quitó el 'haori', la prenda que usaba sobre las otras y que era una especie de chaqueta de mangas amplias, sin abotonadura y larga hasta las rodillas y la extendió a una mujer que esperaba dentro.
- Gracias, Sati. ¿Está listo el almuerzo?
- Sí, señor Baldor. Lo dispondré en cuanto me indique.
- Hazlo entonces, por favor.
El joven le hizo una seña a Legolas y aquel ocupó un sitio en una silla, frente a una hermosa mesa de roble oscuro; él mismo tomo asiento frente al elfo. Lo estudió un largo minuto y al final habló.
- Empecemos por el principio. Tu nombre no es Hikari, supongo. ¿Cómo te llamas?
- Legolas.
- Mmm... Definitivamente es mejor que Hikari. Creo que querras usar tu nombre y no ése ¿verdad?
- Sí. El nombre es muy importante para nosotros. Ha sido muy difícil para mí renunciar a él, aunque sea por un tiempo.
- Bien, te llamaré Legolas, entonces y así es como te presentaré a las personas. No sería bueno que te conozcan con un nombre y luego lo cambies de un día para otro.
- Gracias.
Durante otros instantes, Baldor siguió su estudio del elfo que empezaba a preguntarse qué era lo que realmente quería saber.
- ¿Quisiste escapar o era una mentira de Arwen?- preguntó al fin.
- Sí quise salir de la okiya, necesitaba ver a alguien, pero no planeaba fugarme.
- Ver a alguien... Sé que esta pregunta puede parecer personal, pero debo saber. ¿Tienes un o una amante dando vueltas por ahí?
- ¿Un... amante...? Claro que no... Yo tenía que encontrarme con... con... con un familiar.
El rostro del hombre, fue un tanto exceptico y Legolas se dio cuenta que no le había creído.
- En verdad, Baldor. No estoy mintiendo.- decidió que podía decir al menos una parte de la verdad para salvar su credibilidad.- Tenía que encontrarme con mi hermano. Iba a estar en Minas Tirith solo por una noche, pero no iban a dejar pasar la noche fuera de la okiya... De cualquier modo, no pude verlo. Y no tengo, ni tuve ningun amante.
Esa última afirmación consiguió hacer que sus mejillas tomaran un pequeño tono colorado. En vista de eso, Baldor sonrio.
- Así que nunca has tenido ningún amante. Eso es muy bueno para tí, Legolas. Ya te lo explicaré a su tiempo. Por ahora vamos a conversar un poco acerca de lo que vamos a hacer juntos. Voy a hacer que los hombres importantes de Minas Tirith empiecen a conocerte, vas a acompañarme a algunos lugares y te presentaré con personas que te convendrá conocer... Así, cuando hagas tu debut como aprendiz de geijin, todos te conocerán.
- ¿Qué esperan que haga, exactamente?
- Bueno, cuando solicitan tu compañía en la okiya, es para que amenices alguna reunión. En general, los hombres nos solicitan porque disfrutan conversar sin tener que cuidarse de todos los problemas que implicaría tener a mujeres en la reunión.
- Pero están las geiko.
- Pero ellas son como nosotros, no van a escandalizarse por alguna referencia un poco subida de tono o algo así. En general eso no pasa. Les gusta tener a alguien agradable con quien poder hablar sobre cacería, armas, guerra y cosas así, temas que como comprenderás, no es frecuente hablar con mujeres. Ni siquiera con las geiko.
- ¿Y para qué las danzas?
- Porque les gusta ver que algo tan mortal como las armas que usan para la guerra pueden convertirse en algo estético y hermoso. Y eso me lleva a otro punto importante que debes tener en claro desde el principio. Por ningún motivo, bajo ninguna circunstancia, un geijin puede ponerse violento con un cliente ¿comprendes?
- ¿Nunca?
- Nunca. La premisa fundamental por la cual un hombre elige a un geijin, es porque se siente seguro con él, porque sabe que no representará una amenaza. Es por eso que hay diferencias entre nosotros y las geiko.- al ver en el rostro de Legolas que no parecía comprender, continuó.- Has visto que las geiko usan esas grandes sandalias de madera para elevar su estatura y en cambio nosotros usamos estas botas de cuero suave. Eso es porque esas sandalias son sólidas y podrían ser usadas como arma. Podrías romperle la cabeza a alguien con una de ellas. El obi de ellas es largo y amplio, en cambio el nuestro es angosto y bastante corto, eso es porque si fuese como el de ellas podrías usarlo para amarrar o incluso asfixiar a un hombre. Por esa razón tampoco usamos pasantes o pasadores en el cabello, porque podrías apuñalar a alguien con ellos.
Legolas escuchaba con atención, dandose cuenta entonces que el estilo de los geijin era sofisticado pero mucho mas depurado que el de las mujeres, no tan artificial. Habían tenido que renunciar a todos esos artificios para que los hombres que los contrataban se sintieran seguros.
- Y en tu caso, el tema es doblemente importante.- terminó Baldor.
- ¿Por qué? ¿Qué hay de especial en mí?
- Eres un elfo. No necesitas armas para reducir a un cliente, bastaría con tu fuerza. Y aunque no lo creas, tambien se aplica a Arwen, ya que tambien ella debe cumplir esta norma.
- ¿Qué pasa si un cliente intenta...? Bueno, si quiere... Tú sabes...
- Bien, en principio, se espera que un geijin nunca se encuentre a solas con un hombre si no ha sido arreglado antes por la dueña de su okiya, en cuyo caso ya habrás sido avisado de lo que esperan de tí. Pero podría suceder que quedaras a solas con alguno sin poder remediarlo... Entonces, amablemente, le explicarás que no está procediendo con corrección. Si quiere un arreglo más personal, debe hacerlo del modo correcto y entonces la dueña de tu okiya se encargará de hacerle ver que no está mirando las cosas del modo adecuado.
- ¿Y si aún así no entiende?
- Intentarás hacerlo desistir. Amablemente. Y si aún así, no comprende; entonces tendrás que usar tu astucia para llamar la atención de alguien, hacer ruido, y aunque esto te parezca grotesco, incluso gritar sirve. Lo importante es que no puedan decir de tí que te violentaste con un cliente, porque eso haría que los otros hombres ya no se sintieran seguros en tu presencia y ya no solicitarían tu compañía. ¿Comprendes?
- Creo que sí.
- No te preocupes demasiado por eso ahora, Legolas. La mayoría de los hombres que nos contrata están muy bien informados del modo en que deben comportarse con nosotros... No es común que esas cosas pasen. Lo importante ahora será convertirte en un geijin exitoso y lograr que Arwen muerda el polvo.
- Bien.
- ¿Entiendes que a partir de ahora ella es tu enemiga?
- Lo es desde que me conoció y no sé por qué.
Baldor pensó que el elfo estaba jugando con él al escuchar esa frase, sin embargo, el rostro cándido era por completo honesto. Realmente iba a ser un contendiente digno pero iba a tener que dejar un poco de esa inocencia, o la elfa lo iba a devorar.
- Por envidia, claro. Supongo que en cuanto te vio, vislumbró lo que podías llegar a ser; y decidió no permitirlo. ¿Acaso no tienen espejos en tu okiya?- comentó divertido.
- Claro que sí, todos los tiene Arwen,creo. De cualquier modo, no me hacen mucha falta.
- ¿Me dirás que los elfos no se despeinan al dormir?
La sola ocurrencia levantó una pequeña risa en Legolas y Baldor evaluó una vez mas las expresiones medidas pero espontáneas del elfo.
- ¿Cómo crees? No hay ningún ser en la Tierra Media que no se levante con el pelo alborotado después de dormir. Lo que quise decir es que no tengo que hacerme peinados complicados ni cosas por el estilo... Para componer mi aspecto, me basta generalmente con el reflejo del agua.
- ¿Y cómo te rasuras?
- ¿Como qué?
- Rasurar, depilar... Quitarte el pelo de la cara...- dijo Baldor, pasando la mano por su propia mandíbula, donde había apenas una sombra leve.
- No soy un enano...- replicó el elfo, a medias ofendido por la idea.-Yo no tengo todo ese pelo... por todos lados...
Ahora fue el turno de Baldor para sorprenderse.
- No tienes barba... ¿No tienes pelo en el cuerpo?
- ¿Dónde se supone que debo tenerlo?- preguntó Legolas, totalmente desorientado por la pregunta del humano. Luego recordó que había visto a Mamoru cambíandose en la misma habitación, y aunque ese humano era joven, tenía vello en las piernas y los brazos; y según había podido observar, tambien otras ciertas zonas. Se apresuró a hablar para no darle oportunidad a Baldor.- No tengo pelo en ningún lado que no sea en la cabeza.
- Vaya, que conveniente. Una tortura menos para tí, eres afortunado Legolas.
Para auxilio de Legolas, en ese momento, entró la criada de Baldor y comenzó a distribuir los utensilios sobre la mesa. Luego trajo los alimentos y dejando todo, se retiró.
Una vez más, Baldor se asombró por el perfecto desempeño del elfo. Por supuesto sabía que eran una raza exquisita, pero nunca había tenido oportunidad de ver los finos modales que podían exhibir. Y pensar que la dueña de la okiya iba a perder semejante joya por hacer caso de las habladurías de Arwen. Su trabajo entrenando al elfo iba a ser mucho mas fácil de lo que pensaba.
Como por la noche tenía algunos compromisos, Baldor despidió a Legolas luego del almuerzo para poder descansar y estar fresco no sin antes recordarle que en dos días tenían un nuevo encuentro. Si Baldor no pasaba por él, Legolas ya sabía dónde vivía y solo tenía que ir a su casa.
Mientras casi corría por la callecita rumbo a la casa de Baldor, Legolas pensaba que las clases habían resultado interminables ese día. Parecía que todos se habían puesto de acuerdo para hacerlo trabajar hasta el agotamiento y a eso se le sumaban las tareas que tenía que realizar al regresar a la okiya. Jamás pensó que ser un geijin llevara tanto esfuerzo.
Apenas había golpeado cuando Sati le abrió y lo hizo pasar apresuradamente.
- El señor Baldor ha estado esperándolo un largo rato ya... Venga, venga...- diciendo así, lo tomó por la manga y casi lo arrastró hacia una de las habitaciones de atrás.
Era el dormitorio de Baldor donde aquel dejó lo que estaba leyendo en cuanto lo vio entrar.
- Perdón, Baldor... Es que no terminaban de regañarme hoy en la escuela...- dijo a modo de disculpa mientras saludaba.
- Me imagino. Egaldus debe estar insoportable ¿No?
- Insistente, diría yo.- comentó con diplomacia y Baldor rio.
- Bien, pasa a esa habitación y lávate, voy a prestarte unas ropas, tenemos mucho por hacer.
Obediente, Legolas pasó al otro recinto, donde encontró una tina con agua tibia. Rápido se despojó de su ropa y procedió a lavarse, luego se secó y sin tener a la vista nada que ponerse, regresó a la habitación.
Una raza acostumbrada al contacto íntimo con la naturaleza, no poseía prejuicios ni verguenza de su propio cuerpo y la desnudez no solía plantear problemas para ningún elfo cuando se sentía en confianza. Baldor no pudo dejar de admirar el cuerpo perfecto que recien salía del baño. Era, simplemente un placer observarlo.
- ¿Qué ropa voy a usar?- preguntó el elfo.
- Bien, presta atención.- Baldor le alcanzó una prenda.- Nuestra ropa es más bien holgada, así que esto es lo principal. Ropa interior... Para que todo se mantenga en su lugar, además, las telas son bonitas pero los bordados son ásperos.
Con un leve rubor de comprensión, Legolas se colocó una especie de pantalones ajustados que solo le llegaban a la mitad del muslo y los aseguró con un lazo. A continuación, le dieron algo similar a una blusa holgada, sin mangas y sin cuello, larga hasta debajo de la linea de las caderas.
- Cuando seas aprendiz, esta prenda tendrá un cuello azul que se verá desde afuera. Y cuando te conviertas en geijin, el cuello será blanco.- Baldor le extendió a continuación una chaqueta de mangas amplias.- Este es el 'keikogi' no tiene botones, claro. Se asegura cruzado, con los lacitos que encontrarás ahí.
Una vez que el elfo vistió eso, le dio una prenda más.
- Y éste es el 'hakama'. Ya me has visto usarlo... Parece una falda pero es un pantalón con perneras amplias... Es muy cómodo, debe serlo, ya que debes poder danzar, moverte, montar a caballo, en fin, hacer todas tus actividades con él. Tienes que meter los bajos del keikogi dentro...
Legolas se puso esa prenda tambien pero tuvo que esperar a que Baldor le indicara la manera correcta de ceñirlo, ya que se ajustaba mediante algunas cintas y había que hacer varios cruces para que la prenda quedara bien colocada. Los pliegues correctamente hechos hacían que la prenda tuviese un perfecto ajuste a la cintura y caderas.
- El obi. Nosotros no lo usamos anudado atrás como las geiko, sino adelante, hacia el costado derecho y levemente caído sobre la cadera.- mientras hablaba, hacía un nudo simple y lo acomodaba. Entonces le dio unas botas similares a las que él usaba, pero el cuero estaba teñido de gris.- Espero que estén bien.
Legolas se las puso.
- Creo que son un poco chicas para mí.
- Bueno, espero que puedas tolerarlas un rato. Tendremos que encargar un par para tí, una tarea más para hoy. Ahora sientate aquí, déjame peinarte.
- Puedo hacerlo solo.
- No me discutas, prometiste obedecer.
- Sí, oniisan.- comentó Legolas, sonriendo y llamándolo por primera vez con el título que le correspondía 'Hermano mayor'.
Durante unos minutos, Baldor se extasió ante la suavidad del rubio cabello que tenía entre manos. Era tan sedoso que se deslizaba entre sus dedos y el cepillado lo hizo brillar como si fuera oro en hebras. No podía lucir peinados de aprendiz, pero casi no hacía falta. Ese pelo era todo el ornamento que el elfo necesitaba.
- Muy bien, ya estás listo.- dijo, y lo condujo suavemente hasta un biombo que quitó para revelar un espejo largo.
Durante unos instantes, Legolas no pudo decir nada. La imagen en el reflejo era casi deslumbrante y eso que él había estado acostumbrado a verse vestido con elegancia para las reuniones oficiales. Pero esto era distinto. Esto era elegante y al mismo tiempo impactante.
El 'hakama' era de color gris pizarra, con un complicado bordado en negro, parecían pequeñas y abigarradas hojitas, una muy junto a otra. El 'keikogi' era blanco, sin adornos pero con una guarda rodeando el cuello que reproducía las mismas hojitas que tenía el pantalón y el obi era negro.
Definitivamente la figura alta y espigada en el reflejo se miraba con un poco de susto y asombro a la vez.
- Pero... pero, Baldor... Todos me van a mirar...- balbuceó en cuanto recuperó la voz.
- Por supuesto, Legolas; de eso se trata. Mas vale que te acostumbres, porque ése es mi objetivo: hacer que todos se fijen en tí. Ahora cierra la boca y vámonos.
Y sin darle tiempo a nada más, casi lo arrastró fuera de la casa.
Durante ese primer día, y luego, cada vez que Legolas iba a casa de Baldor, aquel lo arrastraba de punta a punta a traves de los últimos dos niveles de la ciudad, donde estaban la mayoría de los artesanos.
Visitaron al zapatero y encargaron dos pares de botas de primera calidad para el elfo, al menos para comenzar. A veces visitaban al sastre que hacía los trajes de Baldor o a la bordadora que hacía esos maravillosos trabajos en los 'hakama'. Tambien visitaron a los herreros, ya que aunque un geijin no portaba armas, las que se usaban para las danzas tenían que ser de buena hechura aunque no tuviesen filo.
A su pesar, Legolas empezó a acostumbrarse a que los hombres lo miraran de manera apreciativa cuando pasaba junto a Baldor. En un principio había creído que era por el atractivo humano que lo acompañaba y que conocía casi a todos en esos sectores, luego se dio cuenta que tambien era por él. Eso lo incomodó un poco, pero después se dio cuenta que el humano había tenido razón en algo mas.
Los hombres poderosos, mercaderes, guerreros o nobles, vivían en el sexto nivel, en sus casas lujosas muy cerca del séptimo, donde estaba el palacio; y ellos sabían muy bien cómo debían dirigirse tanto a Baldor como al elfo que ahora lo acompañaba a todos lados.
Probablemente hubiese deseos un poco más oscuros dentro de sus cabezas, pero cuando los abordaban por la calle, lo hacían de manera galante, sobria y respetuosa.
Esa tarde, mientras esperaba que Baldor terminara de dar al ebanista los detalles para la confección de sus nuevos bastones de danza, Legolas deambuló por el taller, disfrutando el perfume de la madera. Cierto es que hubiese preferido el perfume de los árboles, pero suspirando, se recordó que ahí era donde debía estar. Sin darse cuenta, sus ojos repararon en un arco con su correspondiente aljaba de flechas.
Era un trabajo exquisito y no pudiendo resistirse, el elfo lo tomó con suavidad. Hacía tanto que sus manos habían tomado por última vez un arco que casi temblaba al hacerlo. La cuerda estaba perfectamente tensa, el punto exacto, lo supo con solo deslizar el dedo por la misma y hacerla tañer. Tenía que probar, tenía que saber si estaba tan bien como parecía. Estaba bien tenso, pero la fuerza de sus brazos pudo estirarlo sin dificultades.
- No deberías jugar con eso, humano.- dijo la voz arrogante a sus espaldas, y en el acto, Legolas giró con una respuesta un tanto disonante pugnando por salir de sus labios.
Si no la dejó salir, fue por la sorpresa. Quien había hablado, era un elfo rubio, de intensos ojos grises, un poco más alto que él y orgulloso porte. El asombro fue mutuo, porque solo cuando Legolas giró, el otro pudo ver que no era un humano como había creído sino otro elfo.
- Elbereth... Un elfo geijin...- murmuró, asombrado pero sin poder evitar una mirada lenta y evaluadora.
Baldor apareció en esos momentos y sonrió complacido al notar la presencia del otro.
- Capitán Haldir, qué sorpresa verte en Minas Tirith...- dijo, acercándose y dedicando al elfo una profunda reverencia, luego se volvió a su estudiante.- Legolas, él es el capitán Haldir de Lothlórien. Haldir, éste es Legolas, mi nuevo hermano menor...
Hubo un nuevo instante de contemplación mutua antes que Legolas reaccionara y dejando el arco a un lado, le dedicara el saludo conveniente.
- Siento desilusionarte, pero no soy un humano... y hace ya algún tiempo dejé atrás la edad de los juegos.- la frase fue atemperada con una brillante sonrisa.
Ante eso, el galadrim dejó un poco de lado su asombro y la arrogancia.
- Mis disculpas, debí saber que ningún humano podría tensar así ese arco. ¿Mirkwood o Rivendel?
- De Mirkwood y tus disculpas son aceptadas.
- Ahora faltaría saber si además de tensarlo, puedes hacer blanco con él.- comentó el elfo, respondiendo la sonrisa.
- Probablemente mejor que un arquero de Lórien.
- Caballeros...- intervino Baldor.- Lamento interrumpir esta entretenida conversación, pero creo que sus habilidades con el arco no son un tema de interés general...
Ante esas palabras, los dos elfos volvieron a prestarle atención.
- Realmente, Baldor, tienes razón. Cada vez que te encuentro, me doy cuenta que tengo los modales de un patán.- dijo Haldir, galante.
- Eso es porque cuando vienes pasas demasiado tiempo con los guardias del rey en lugar de visitarme. ¿Dónde has estado últimamente?
- Lejos. Aunque ahora vengo de mi bosque natal, antes estuve en Mirkwood, para la boda del heredero real.
- ¿Boda???- la voz y el tono de Legolas, fueron mas que un evidente signo de sorpresa. Eran las primeras noticias que tenía de Elroy desde que había salido de Bosque Negro.
- Boda, eso dije. El heredero... El príncipe Elroy se casó con la sobrina del Lord Elrond, no asistí a la boda, pero formé parte de la escolta de la Dama de Lorien y su esposo. Ellos celebraron la ceremonia.
Legolas tardó unos segundos en asimilar la noticia.
Elroy casado. Justamente él que no tenía ni la mínima intención de formalizar ningún compromiso con nadie antes que fuese en absoluto necesario. Bien, era evidente que había sido necesario. No se detuvo a meditar demasiado.
- Por favor, cuentáme más, cuéntame todo lo que sepas... Me parece que hace siglos que salí de Mirkwood y no he tenido ninguna noticia de mi... gente...- había estado a punto de decir 'mi familia'.- Por favor...
- Parece que el pequeño elfo está ansioso... - cedió el galadrim.- Bien, me agradaría, pero esta noche tengo una reunión importante, quizás mañana.
- Mañana tengo clases desde temprano.
- Hagamos algo, - intervino Baldor.- Mañana, Haldir, puedes venir a casa por la tarde, pueden hablar ahí.
- ¿Me estás invitando a tu casa, Baldor?
- A que converses con mi hermano menor y le des noticias de su hogar, Haldir. No te ilusiones.- contestó sonriendo.- Ahora, si nos disculpas, tenemos que seguir nuestras tareas.
- Por supuesto. Hasta mañana, pequeño.- dijo Haldir inclinándose un poco hacia el otro elfo.
- Mi nombre es Legolas.- puntualizó aquel, pero saludó con respeto.
- Hasta mañana entonces, pequeño Legolas.
Antes que volvieran a enredarse en una diatriba verbal, Baldor se lo llevó de allí.
Fue en vano que siguieran con el resto del recorrido. A partir de ese momento, Legolas solo pudo pensar en la conversación que mantendría con Haldir.
El elfo de Lothlórien había estado esperando un rato hasta que salieron del salón los ministros y miembros del Concejo. Murmuraban y algunos asentían con la cabeza, otros negaban y cuchicheaban algo molestos. Pasaron a su lado sin prestarle atención, y el chambelán lo anunció antes de hacerlo pasar.
El recinto era enorme, columnas de mármol negro, altas ventanas que dejaban pasar la luz del sol durante el día, y que en ese momento, solo dejaban ver la noche. Al extremo del salón, el trono presidía la visión, sobre un estrado de algunos escalones. La imagen de un árbol, tallada sobre el mármol del fondo estaba revestida en piedras preciosas, parecía extender sus ramas amparando al hombre sentado en el trono.
Haldir caminó en forma pausada y solemne hasta llegar casi al pie del estrado y allí hizo una reverencia.
- Su Majestad, Elessar Telcontar, heredero de Isildur, rey de Gondor...
- Sí, sí... Todo eso...- sonriendo, el rey de Gondor dejó el trono y bajó hasta estar junto al elfo. Entonces lo abrazó, poniendo un poco tenso al elfo que a pesar de la amistad, no acostumbraba esas demostraciones con el humano.- Haldir, qué bueno tenerte de regreso...
- ¿Nunca esperarás a que te saluden con la propiedad que merece tu rango?- preguntó Haldir, sonriendo sin embargo.
- Si quisiera escuchar todas esas tonterias, te hubiese recibido junto con mis ministros...
- ¿Entonces para qué pones ese nombre en todas tus proclamas y edictos? La mayoría de tus súbditos no sabe ni cómo llamarte.
- Consejo de mis ministros...Espero que tengas algo más interesante para decirme después de una ausencia tan larga. ¿Vas a discutir conmigo como todos los años antes de tomar la propiedad que te asigno para que estés cómodo?
- Bien sabes, Aragorn que preferiría los bosques de Lorien para sentirme cómodo, pero esta vez no discutiré. La Dama de Bosque Dorado me envió aquí y solo me dijo que permaneciera en la ciudad hasta que me avisaran, así que estimo que esta vez, mi estadía será algo más larga.
- Ésas son buenas noticias, mi amigo. Espero que reflotarás tus costumbres de hacer esas largas veladas en tu casa... Suelen ser un gran pasatiempo.- diciendo así, el humano se sentó despreocupadamente en uno de los escalones del estrado, descuidando por completo su imagen de soberano e invitó al elfo a hacer otro tanto.
Recordando ahora los modales del actual rey, Haldir obedeció.
- Un pasatiempo que te gusta frecuentar, Aragorn.
- Tanto como a tí pasear por los barrios de la ciudad, a la pesca de rumores y habladurías.
- Sabes que es la mejor manera de enterarse de las cosas. Hoy apenas tuve tiempo de recorrer algunas calles luego de mi llegada. ¿Acaso vas a decirme que has perdido la costumbre de salir por las noches, vestido de montaraz, a mezclarte con la gente de tu ciudad?
Aragorn se acomodó en el duro escalón de mármol antes de contestar. El elfo y algunos de sus amigos más cercanos eran los únicos que sabían que él hacía eso. Con mas exactitud, los únicos que sabían, eran los que cuatro años antes le habían prestado su ayuda para establecerse como soberano de Minas Tirith: Haldir, Éomer y Faramir.
- El tiempo diluye los rostros, y la mayoría de la gente de mi ciudad ya no me recuerda. Solo me vieron en mi coronación y a veces tambien puedo salir de día, con los recaudos necesarios, claro... De lo contrario al encargado de mi guardia personal le daría un ataque.
- A tus ministros tambien. Los ví salir de aquí bastante preocupados.
- Siempre se ven así. No los comprendo. Estaban ansiosos de librarse de Dénethor y enviaron a Gandalf a buscarme entre los montaraces. El anciano estuvo persiguiéndome dos años con el asunto, que el deber con tu gente, que el heredero de Isildur... Cuando por fin me hago cargo de la ciudad, tampoco les satisface lo que hago...
- Sin embargo la ciudad florece bajo tu mando, Aragorn. Eso ni siquiera ellos pueden negarlo.
- Si lo niegan, los sacaré a patadas de este salón para que empiecen a ver correctamente.
- Eso fue algo de lo que escuché en una taberna del primer nivel... ¿Sacaste a patadas a uno de tus ministros de la cama?
- Era mediodía, fui a buscarlo a sus oficinas y el muy... irresponsable aún no había llegado. Se supone que viven en el palacio para cumplir mejor sus obligaciones... Fui a sus habitaciones y estaba durmiendo. ¿Qué pretendías que hiciera? Y solo fue un pequeño puntapié en su gordo trasero. Ahora, el cretino es el primero en llegar y el último en irse.
- Aunque tus métodos funcionen, es evidente que aun eres un Dúnadain salvaje.
- Gracias. Ellos querían que fuese rey. Bien; ahora tendrán que resignarse a la clase de rey que puedo ser. Eso durante el día, durante la noche, vuelvo a ser Trancos y vuelvo a meterme entre la gente. He arreglado muchos problemas escuchando cosas de esta manera.
- No lo dudo.- ahora el galadrim se puso súbitamente serio.- La Dama de Lórien me encargó que permanezca aquí y envió un mensaje para tí.
'El árbol de Gondor extenderá sus ramas,
bajo su sombra crecerán la flor y el junco
Solo el adecuado será solaz, amor, compañía
Y el resguardo de los frutos de tu Casa.
Ten cuidado, hijo de Arathorn, desde
Lejos resuena la tormenta.
El trueno no es tal, pero su sonido
Advierte a las tres puertas de Minas Tirith'
Aragorn meditó en silencio las palabras que le hacían llegar los labios del elfo y meneó la cabeza. Cuando retomó la palabra, había perdido el tono jovial que había mantenido hasta entonces.
- Aunque no lo comprendo todo, quisiera decir que me sorprende mucho el mensaje de la Dama, pero de algún modo no es así. No sé si son viejos instintos del montaraz o instintos de un montaraz viejo, pero siento un peso en el corazón que me dice que no todo es tan simple como se ve... He salido por las noches, he escuchado a la gente del pueblo y parece relativamente conforme, contenta...
- Tambien me pareció eso en el poco tiempo que deambulé por las calles durante el día de hoy.
- Pero cuando el pueblo está contento, significa que el descontento puede estar entre la gente poderosa... La que tiene los medios de hacer mucho daño con poco esfuerzo.- ahora los ojos grises del rey estudiaron al galadrim con firmeza.- Es por eso que te necesito, mi buen amigo...
- ¿Tú enviaste por mí a Lothlórien?
- Así es. Perdóname por sacarte de tus bosques, pero necesito a mis amigos junto a mí. Yo solo puedo salir de noche, pero necesito que seas mis ojos y mis oídos entre el pueblo durante el día... Y lo mismo con los poderosos de esta ciudad... Necesito que vuelvas a hacer esas reuniones en tu casa... Que invites a todos esos hombres para que hablen entre ellos y puedas escuchar lo que traman.
Haldir suspiró resignado. Había hecho una gran amistad con ese humano durante la ocupación de Minas Tirith y podía captar ahora el matiz de preocupación en su voz. Era un buen rey, aunque no hubiese perdido del todo sus modales montaraces. Y no le gustaban esas triquiñuelas de gobierno que debía emplear.
- ¿Te das cuenta que la gente de Minas Tirith piensa que soy el elfo mas mundano que hay? Creo que para ellos soy la verguenza de mi raza...
- Lo sé, mi amigo. Y sé que tu carácter es sencillo y reservado y te cuesta hacer de anfitrión en esas reuniones, por eso es que tanto aprecio tu ayuda.
- Muy bien, Aragorn haré lo que me pides. Descubriremos de dónde viene la tormenta que la Dama ve en tu futuro.
- Muchas gracias, Haldir. En cuanto me avisaron que venías puse en orden la propiedad que puedes usar. Puedes tomar poseción esta misma noche.
Aragorn se puso de pie, recobrando su postura majestuosa y ayudó al elfo a erguirse tambien. Antes de salir del inmenso salón de recepciones, Haldir pensó que el humano se veía muy solitario en un palacio tan grande.
TBC...
N/A: Bueno, esta vez tengo poco por decir, salvo que las ropas que estoy haciendo vestir a los geijin es invento mío, porque no encontré por ningún sitio una imagen de los taikomochi. Para quienes tengan curiosidad, las prendas mencionadas, son como las que se utilizan para 'kendo' y 'aikido' aunque tambien pueden usarse en la vida normal en Japón. En general los hombres utilizan el hakama y el haori en colores formales como blanco, azul, negro o gris, pero he visto algunos muy lindos con estampados. En cuanto a las razones por las cuales no usan las cosas de las geiko, me parecieron válidas si un hombre quiere quedarse a solas con otro Mmm... Debo decir que tambien las inventé?
Reviews:
Ayesha: Que bueno que la historia de los hermanitos te esté gustando, no la había planeado; se suponía que era solamente la excusa para sacar al elfo de Mirkwood... ¿Otra arpía como Arwen? OMG!! Si con una es más que suficiente!!! Sipi, Arwen será la hija de Elrond aquí, pero eso no tendrá importancia hasta más adelante Besitos
Forfirith: Muchas gracias !!! Por leer y por tomarte el tiempo de dejar tu reviewcito... Espero poder hacer que te siga gustando, la historia y la manera en que la estoy contando...Je, como si fuera un cuento... Las cositas de la cultura japonesa me encantan, y trato de poner algunas sin exagerar, claro. Aragorn empezará a aparecer mas seguido porque ahora ya conoció al elfito. Arwen es mala, envidiosa y será peor. Saluditos.
Zekhen-angel: No me voy a cansar de ti, no te preocupes por eso A ver que te parece mi versión personal de Aragorn (mas dúnadain que otra cosa) pero buenito...El asunto con Faramir y demás me costó un poco acomodarlo, pero estan ahí porque los voy a necesitar más adelante... A todos ellos. Jejeje, espero que no hayas llegado tarde por escribir el review... Besitos
Vania: Ay, si me quedó un poco largo, creo que me va a pasar cuando ponga las historias de los tres hermanitos, pero todavía no me dá la neurona para dedicarle un capitulo entero a cada uno... snif, snif. Por ahora, el que la pasó peorcito fue mi pobre Leggy, pero creo que ya le va a tocar a cada uno de los otros muejeje... Trataré de no tardar... mis deditos intentarán ir mas rápido. Besos.
Iona: Sí, yo tambien quiero a Imrahil y es que se preocupa más por él porque sabe que Elroy se quedó en casa. Además a él no le está yendo tan mal (por ahora ¬ ¬) Baldor va a ser mucho más que una ayuda para el elfito. Y Leggy quedó total y absolutamente prendado, aunque todavía no se le ha cruzado por la cabeza que sea amor, pero lo presiente, la visión lo llevó hasta allí. La bruja tuvo que hacerse a un lado. Juajuajua. Besotes
Rusaki: Hola! Lindo encontrar un lector nuevo, toy contenta. Sipi, absolutamente cierto. Además de ESDLA, tiene las cositas de 'memorias...' es que ese libro tambien me gustó mucho, aunque no sea una historia verídica, pero no importa, la historia era muy linda. Por eso las similitudes, espero que el señor Golden no ande por aquí sino, creo que le dará un ataque y se irá derechito a visitar a Tolkien jejeje. Besito.
Azalea: El elfito va a empezar a brillar de a poquito y la muy brujísima tendrá que verlo pero no creo que se ponga a temblar, no tiene ese estilo... Brr... me dá miedito. Arwen no tenía ni un plan para enseñarle al elfito, y por eso le dio por las narices que Baldor sí quiera hacerlo. Van a volver a encontrarse elfo y rey, eso seguro, y el reycito tambien va a perder sus reales calzones cuando lo vea. ¿Casado, hijos? Wow, sí que estaría lindo. Besitos.
Relley-chan: Hola, tú! Una sola palabra por tu review: muchasgracias. Parece que la parte de Elroy le ha gustado a mucha gente y yo que pensé que era la más floja... Aunque a mí tambien me cae bien le elfita, creo que le va a costar ganarse el corazón de su esposo. A ver qué puedo decirte para que tambien te guste mi lindo Imrahil? No sé... veré qué tan difícil le hago las cosas (ahora si se le complican demasiado, ya sabrás que eres la culpable jejeje) Nos vemos! Besitos.
