Título: El destino del árbol y el junco

Autor: abysm

Disclaimer: Los personajes son de JR Tolkien, por supuesto. Los tomé prestados un tiempito.

Advertencias: Esto será slash Aragorn/Legolas, definitivamente. Creo que será rating R en algunos capítulos.

Aclaraciones: AU. No hay Anillo ni Sauron. El fic estará ambientado en la tradición de las geishas. Algunas de esas costumbres van a estar alteradas para beneficio de la trama del fic. Intentaré aclarar las ideas erróneas, me encanta el mundo de las geishas y no quisiera ofender. Por eso, habrá algunos nombres japoneses (personajes secundarios, obvio y poquitos) y alguna que otra frase.

Capitulo:9

Misedashi (Presentación)

La narración de Haldir no había sido muy larga. Apenas pudo dar a Legolas pocos detalles de lo sucedido en la boda y algunos pormenores de los rumores que circulaban alrededor del reciente matrimonio del heredero.

Con algo de pena, Legolas se dio cuenta que tambien su hermano había quedado atrapado por su deber, enredado en un matrimonio no deseado. Quizás sus problemas eran de índole diferente a las de Imrahil y las propias, pero no por eso eran menos difíciles de sobrellevar.

En los días que siguieron, el elfo comprobó que podía confiar en el galadrim. Baldor lo tenía en gran estima y eso terminó de convencerlo. Solían encontrarlo muy seguido en las calles de la ciudad, donde parecía pasar gran parte de su tiempo. Legolas llegó a pensar que estaba en la ciudad solo para eso.

Un mes después de reiniciado su aprendizaje, Legolas practicaba en la sala de la okiya con sus nuevos bastones de madera. Todavía no aprendía la danza, pero Egaldus ya le había encomendado que empezara a practicar movimientos para que sus muñecas se acostumbraran a esos giros inusuales. No era tan difícil como parecía, pero requería bastante concentración. Fumio entró en la sala en silencio, contemplando con placer la rapidez con que el elfo aprendía cosas nuevas.

- Legolas, lamento interrumpir, pero Tyra-san desea hablar contigo.

El elfo dejó los bastones y se encaminó hacia la habitación de la mujer, donde en general discutía los temas relacionados con los que vivían allí. En la sala principal solo recibía a las personas importantes. Golpeó discretamente en el marco y al recibir autorización, deslizó la puerta corredera y entró.

- Me llamaste, Tyra-san.

- Así es, siéntante.- esperó a que el elfo ocupara su lugar y lo observó un largo minuto. Luego deslizó sobre la pequeña mesita sus manos delicadas. Debajo de una de ellas había un mensaje solo, debajo de la otra, una cantidad de sobres algo menores que el papel que tenía en la otra mano.- ¿Tienes idea de qué es esto?

- No, señora.

- Bien. Esto,- dijo tomando el papel mas grande.- Es una carta del Maestro Egaldus. Está altamente complacido contigo y contempla la posibilidad de entrenarte tiempo extra después de las clases regulares. Cree que eso acortaría bastante el tiempo que tendrías que esperar para tu debut como aprendiz.

- Tyra-san, debo acompañar a Baldor después de clases día por medio.

- Ya sé eso y Egaldus tambien. Lo que dice es que los días que no acompañes a Baldor, puede darte esas clases particulares. Cree, y yo tambien, que en un mes mas estarías en condiciones de presentarte como aprendiz. Y eso me lleva a esto otro.- sacó una notita de uno de los sobres, luego otra, y luego otra.- Son invitaciones que llegaron para Baldor y que creyó conveniente hacerme llegar. En ellas, lo solicitan como compañía para diversas reuniones y piden tambien que se haga presente...- en este punto tomó una de las notas para leerla tal como estaba escrita.- 'el interesante compañero a quien escolta por toda la ciudad'.

Legolas no pudo menos que asombrarse ante eso, no era algo que hubiese esperado sin ninguna duda.

- Esta dice algo así como 'el encantador elfo que lo acompaña en todas sus recorridas por la ciudad...' y cosas por el estilo. Es evidente que Baldor está haciendo su trabajo estupendamente bien, pero aun no eres aprendiz, y por lo tanto no puedes aceptar estas invitaciones ni asistir a esas reuniones. Así que ése es el motivo por el cual estamos hablando ahora. Si aceptas tomar las clases que te de el Maestro Egaldus, podrías presentarte como aprendiz en unos treinta o treinta y cinco días.

- Tyra-san... Mis tareas en la casa...

- Te dispensaré de ellas, por supuesto. Las hará Mamoru, así podrás dedicarte por completo a esto. ¿Estás dispuesto a este esfuerzo?

Rápidamente, Legolas pensó. Treinta días y estaría en condiciones de acompañar a Baldor a esas reuniones donde tal vez podría encontrar de nuevo a ese hombre. Pero iba a necesitar un esfuerzo más, uno bastante importante para llegar a ese momento. De cualquier manera, los motivos que lo estaban empujando eran algo que solo él sabía, y supo que iba a hacerlo.

- Haré lo que Baldor y tú crean mas conveniente para mí, Tyra-san.- admitió mansamente.

Esa respuesta fue algo que agradó de forma evidente a la mujer.

- Muy bien, en ese caso, redactaré mi respuesta al Maestro Egaldus dando mi consentimiento, la llevarás mañana y comenzarás de inmediato con las clases. Tambien le avisarás a Baldor que es necesario que hablemos, tenemos muchas cosas que conversar para tu misedashi.

- Como indiques.

- De acuerdo, puedes retirarte Legolas.

Luego de un segundo de sorpresa, el elfo se levantó, saludó y salió. Era la primera vez que la dueña de la okiya se dirigía a él no solo con su nombre verdadero, sino tambien con algo de respeto y eso se sentía bien.

Durante esos treinta días posteriores a la carta del Maestro Egaldus, Legolas se vio sumergido en una vorágine de cosas que ni siquiera había imaginado.

No eran solamente las clases extra de danzas, eran las indicaciones de Baldor sobre todo lo que todavía tenía que aprender de su comportamiento en las reuniones, las inteminables visitas al sastre, ya que aunque la okiya tenía un vestuario para un geijin, era necesario un par de trajes especiales para esa ocasión, y eso implicaba tambien, las visitas a la bordadora, al zapatero y un montón de cosas más.

Era una suerte que no necesitara tantas horas de sueño como un humano para reponer fuerzas, pero aún así el trajín de esos días fue agotador.

Por fin, esa mañana, Legolas despertó al amanecer, como siempre lo hacía, para recibir los primeros rayos de sol en el pequeño jardín interior hasta que Fumio le anunció que el desayuno estaba listo. Después de comer algo, no mucho, porque por alguna razón, parecía que el hambre se había esfumado, y vestido por última vez con sus ropas de escuela, Legolas se dirigió a casa de Baldor.

El joven ya lo esperaba para acompañarlo a la peinadora. Eso sorprendió un poco al elfo, porque se suponía que no usaría cosas extrañas en el cabello, pero Baldor lo tranquilizó un poco. Aunque el peinado de los geijin era simple, el de un aprendiz debía ser un poco mas elaborado, pero no tanto como el elfo temía.

Legolas no estaba acostumbrado a que le lavaran el cabello, mucho menos a que lo peinaran, pero el trabajo que hizo la mujer fue excelente. Cuando terminó, había lavado y alisado el pelo; luego aplicado una mezcla que lo hizo brillar aún más y le dio un hermoso perfume. Solo había hecho tres finas trenzas a cada lado del rostro y luego las había unido hacia atrás, dejando libre el resto del cabello. Incluso el elfo tuvo que admitir que no había quedado mal.

Regresaron a la okiya, donde en una especie de ritual, Baldor debía ayudar a su hermano menor a vestirse adecuadamente para la ceremonia donde el vínculo de hermandad se haría oficial.

En la habitación, Baldor esperó a que el elfo se bañara y luego, le extendió una por una las prendas. Legolas estaba mas que nervioso, nunca había pensado que iba a ponerse así, si se suponía que hacía treinta días que sabía que eso iba a suceder.

Baldor le ayudó a colocar la prenda interior, el 'hadajuban' que en esta ocasión tenía su cuello azul y lo alisó para que no estorbara al colocar el resto de las prendas. El 'hakama' era de color verde oscuro con un delicado bordado azul en el borde inferior que parecía reproducir las olas del mar. El 'keikogi' volvía a ser blanco, el bordado azul no estaba en las solapas esta vez, sino en los bordes de las mangas. Baldor tuvo especial cuidado para que el obi azul quedara ceñido a la estrecha cintura. Por fin, terminó con el 'haori' del mismo color que el 'hakama'.

Con algo de nostalgia Legolas pensó que con algo de castaño, esas prendas hubiesen tenido los mismos colores que usaban los elfos de su Mirkwood natal. Bien, ése era un gran día, no lo iba a estropear con pensamientos tristes. Calzó las delicadas botas de cuero teñido en azul y se dispuso a seguir a Baldor.

La ceremonia formal se llevaría a cabo en la escuela, frente a la dueña de la okiya y los maestros mas importantes.

Fue una ceremonia bastante corta. Durante la misma, tanto el hermano mayor como el menor se presentaban primero ante los maestros y los saludaban con la corrección correspondiente y luego ante la dueña de la okiya. Por fin, ante la vista de todos, se sentaban ante una mesita donde habían dispuesto un cuenco con unas pequeñas galletas, y otro con una especie de licor.

Siguiendo el rito que le había explicado con anterioridad, Legolas tomó el cuenco con las galletas, tomó una y la comió, luego le alcanzó el cuenco a Baldor que hizo lo mismo. A continuación, tomó un sorbo del licor, conteniendo la respiración y se lo dio al humano para que repitiera el gesto. Con una pequeña sonrisa, Baldor lo hizo. Habían practicado eso varias veces durante la semana para que el elfo pudiese aguantar el aroma y al menos un sorbo de alcohol, solo para la ceremonia. Al parecer lo había conseguido. Interiormente, Legolas no pudo evitar recordar que durante los primeros días de esa semana, había salido corriendo a enjuagarse la boca con agua para quitarse el asqueroso sabor del licor.

No era que en ese momento no deseara hacerlo, solo se aguantó.

A partir de ese momento, oficialmente, volvía a ser Legolas, ya nadie podía llamarlo Hikari y eso lo llenó de alegría. Había sufrido mucho los primeros días de su estancia en Minas Tirith al perder, no solo su familia y su hogar, sino tambien su nombre. Por una vez, empezaba a sentirse completo de nuevo.

Luego de eso, volvieron a la okiya, donde habían dispuesto un almuerzo para todos a modo de festejo. Durante un brevísimo segundo, Legolas se preguntó si Arwen se presentaría, pero las dudas se esfumaron cuando la vio aparecer. El rostro hermoso estaba vacío de expresión, no así los llameantes ojos celestes. Sin embargo, se comportó civilizadamente durante todo el almuerzo.

Cuando terminaron de almorzar, comenzó una lenta recorrida de cortas visitas a las casas de los clientes que con mas frecuencia solicitaban la presencia de Baldor en sus reuniones. Eso les llevó gran parte de la tarde, porque aunque fueron unas quince visitas, en cada una de ellas, se los invitaba a pasar unos minutos, se les ofrecía un pequeño refrigerio, que en general declinaban con cortesía y luego de presentar los respetos debidos al dueño de casa, se marchaban. Todo ese proceso llevaba algún tiempo y luego de repetirlo un par de veces, Legolas estaba más que dispuesto a regresar a la okiya.

Al finalizar la última visita, Baldor estaba muy contento con el resultado del día. Había visto el interés que había despertado en sus visitas la presencia del elfo y eso le aseguraba una buena cantidad de trabajo en el futuro.

- Bueno, ahora que ya terminamos con esto, empezaremos con la parte difícil.- comentó alegremente.

- ¿La parte difícil?- preguntó Legolas asombrado.- ¿Que esto no era la parte difícil?

- Esto era la parte formal... ¿Estás dispuesto a seguir?

- Claro.

- Qué bien. ¿No te preguntaste por qué insistí tanto en que tu presentación fuese en este día en especial?

- Bueno, sí me lo pregunté, pero supongo que tendrías una buena razón.

- Así es. Hoy hay una reunión en casa del capitán Haldir. Habrá muchos hombres importantes y quiero que asistamos. Será una fantástica oportunidad para hacer tu primera aparición formal como aprendiz, de manera que regresa a tu okiya, refréscate y cambiate de traje. Usa el otro, pasaré por tí en dos horas.

Cumpliendo con lo que le habían ordenado, el elfo regresó a la okiya, para encontrarse con que Baldor ya había puesto sobre aviso a Fumio, quien ya tenía preparada la tina con agua tibia para su baño y el traje que usaría esa primera noche.

Cuando salió del agua, Legolas se dio cuenta que estaba algo cansado. Era increíble la cantidad de energía que demandaba el aparecer como alguien amable y dispuesto a ofrecer una charla interesante de manera continua durante horas. Se permitio un pequeño descanso antes de volver a vestirse, pero no necesitaba acostarse. Fue suficiente el pasar unos cuantos minutos en la soledad del jardincito interior de la okiya, que a esas alturas, ya todos consideraban casi como propiedad del elfo.

Tal como habían acordado, Baldor apareció un par de horas después para encontrar a Legolas ya perfectamente vestido y esperándolo. Esta vez, tanto el 'hakama' como el 'haori' eran azules con una pequeña guarda color plata en los bordes inferiores, y el 'keikogi' era de un suave tono gris. Si algo podía hacer resaltar la delicada piel blanca y los ojos azules deslumbrantes esa noche, eran justamente esos colores.

Con los buenos deseos de la dueña de la okiya y de Fumio, ambos emprendieron el camino a los portones exteriores del Barrio, donde los esperaba un carruaje como aquel en el que Legolas había llegado. El elfo había pensado que la casa de Haldir estaba un poco alejada, pero siempre dentro del sexto nivel, pero cuando el 'rickshaw' entró en el túnel que daba ingreso al último nivel, se quedó un tanto asombrado.

Era una propiedad no muy grande, pero ubicada dentro de los límites del palacio. Un jardin profusamente arbolado rodeaba las construcciones centrales y el carruaje los dejó justo a la entrada. Era evidente que no era la primera vez que Baldor iba allí, porque una vez que les abrieron, cruzó con confianza y se encaminó a través del pequeño jardin interior.

- Recuerda algo, Legolas: no importa lo que pase, hoy no puedes permitirte tener mal aspecto.- recomendó antes de llegar al salón.

El rumor de conversaciones se oía aun antes de llegar al salón, y Legolas respiró hondo antes de franquear el umbral.

El salón no guardaba la decoración de las okiyas, por lo que las largas mesas de roble estaban ubicadas en forma de 'U'. En la parte exterior, sentados en cómodos sillones, había no menos de diez hombres que en esos momentos hablaban unos con otros. En la parte central de la mesa, aunque un tanto distanciado de todos, estaba Haldir.

Dentro del espacio central de las mesas, había ya dos geiko y un geijin. A diferencia de los invitados, ellos se sentaban sobre taburetes simples, y eso se debía sencillamente a que no permanecían mucho tiempo sentados.

Siguiendo las normas de una reunión formal, Baldor se acercó al primero de los invitados, hizo una pequeña reverencia, mientras se presentaba, luego de lo cual, presentó a Legolas y luego siguió así hasta recorrer toda la extensión de la mesa.

Una formalidad aburrida, pero necesaria. Ahora ya todos sabían al menos los nombres de quienes habían llegado. Luego de eso, Baldor y Legolas ocuparon un lugar cerca a la parte central de la mesa, donde Haldir parecía estar esperándolo.

- Pensé que no vendrías, Baldor...

- ¿Cómo no iba a venir, Haldir? Tu invitación fue muy oportuna.

- Veo que has traído a tu hermano 'pequeño'.- puntualizó el galadrim, disfrutando al ver los azules ojos enfocándolo con un poco de resentimiento. No era tanto, Legolas ya había descubierto que al rubio elfo de Lothlórien le divertía contrariarlo un poco, así que no le iba a dar esa satisfacción esa noche.

- Sé amable con él, Haldir. Hoy es su debut y es su primera reunión... No le hagas pasar un mal rato, por favor.

- Sólo porque tú me lo pides, Baldor. ¿Por qué no nos sirves algo para beber, Legolas?

Eso era parte de las tareas de un aprendiz, y no tenía nada que ver con servidumbre, sino con el estilo depurado y elegante de llenar las copas con el líquido de la manera adecuada, así que poniéndose de pie, el elfo fue en busca de una de las jarras que ocupaban una mesa apartada.

"¿Se sirve por la izquierda y se retira por la derecha, o se sirve por la derecha y se retira por la izquierda?" se preguntó desesperado mientras regresaba con la jarra en las manos. Suspirando siguió su inspiración momentánea y debio ser la correcta porque Baldor no se desmayó al verlo ni le hizo ninguna seña disimulada.

Cuando regresó a su sitio, pudo dar una disimulada mirada en derredor. Los hombres que en ese momento disfrutaban la reunión eran evidentemente gente con poder. Un par de ellos eran, con seguridad capitanes o generales de otras ciudades, se adivinaba en las voces fuertes, dos o tres obesos podían ser comerciantes, tenían todo el tipo de persona que no se preocupa por cómo se ve sabiendo que su dinero cubre la apariencia. Dos más podían ser algo así como ministros, porque sus vestimentas se veían lujosas pero moderadas y de los otros dos, no pudo saber a qué se dedicaban.

Como todos conversaban unos con otros, el lugar era una algarabía constante; tanto, que solo en un pequeño impass de silencio, Legolas escuchó una risa suave que conocía muy bien y giró en el acto, esperando no ver a quien temía.

Pero sí era.

Arwen.

Baldor se inclinó hacia él cuando notó lo que el elfo estaba mirando.

- No le prestes atención, Legolas. Haz como si no estuviese aquí.- susurró.

Haciéndole caso, el elfo giró de nuevo y trató de enfrascarse en la conversación de los dos hombres que tenía frente a él. Y consiguió interesarse realmente, porque estaban describiendo con mucha precisión las defensas del puerto de Osgiliath.

-... y de hecho, el sastre descubrió que el aprendiz no llevaba interiores debajo del 'hakama'... ¿No es cierto Legolas?

La voz de Arwen, más que la pregunta hicieron que el elfo le dedicara atención y se volviera hacia ella con cara de total desentendimiento mientras los hombres que habían escuchado toda la historia reían al asociarlo con la misma.

- ¡Un aprendiz sin interiores...!- tronó uno de los posibles guerreros, golpeándose la rodilla de gusto.- ¡Eso sí hubiese estado digno de verse!

-Bien...-repuso Legolas con una pequeña sonrisa.- No conozco a ningún geijin que haga semejante desatino, a menos que disfrute tener la piel llena de roces. Usar interiores es casi una obligación para nosotros... aunque ahora que lo pienso, no es tan necesario con los kimonos de las geiko, así que quizás el sastre estuviese equivocado y no fuese un geijin, sino una geiko...¿No lo crees Arwen?

Si hasta ese momento, los hombres habían reído, ahora el bramido fue generalizado; y sin esperar ni dedicarle ni una mirada a Arwen, Legolas se volvió hacia la conversación que había dejado pendiente. A un lado, Baldor sí se dedicó a contemplar con muchísimo deleite el rostro de la elfa que también se plegó a las risas, aunque el destello asesino en sus ojos desmentía la alegre carcajada que emitió.

Haldir tambien estaba divertido. En un primer momento no le había gustado para nada que Arwen usara así al aprendiz para mofarse y mucho menos porque estaba ridiculizando a alguien de su propia raza, pero al escuchar la respuesta de Legolas tuvo que hacer un pequeño esfuerzo para no reírse junto a los demás. No hubiese sido serio en su papel de anfitrión.

Sin embargo se acercó a la mesa y luego de unos minutos, para que no fuera evidente que seguía refiriéndose al mismo tema, se inclinó hacia el elfo.

- Supongo que te darás cuenta que acabas de ganarte una enemiga feroz...

- No somos amigos desde el principio, Haldir.- explicó Legolas en voz baja.- A mí no me gusta hacer estas cosas, pero ella ya me ha causado muchos problemas y no quiero que me ponga en ridículo.

- En ese caso... ¿Por qué no vas a conocer los jardines de la casa? Veo que tu 'amiga' está cuchicheando demasiado con el geijin que tiene al lado y no te mira con buenos ojos...

- No voy a huir como un cobarde.

- Hazle caso, Legolas.- intervino Baldor.- Todavía eres un aprendiz y no puedes darte el lujo de quedar mal en tu presentación. Dale tiempo para que airee su enojo de otra forma.

- Pero, Baldor...

- Dijiste que serías obediente.- el humano cortó por el medio la protesta del elfo, que respiró hondo.

- Está bien, haré lo que me indicas...

Diciendo así, se levantó, se excusó con los otros presentes y salió por una de las puertas laterales del salón.

Esas puertas, daban a una galería central, y aquella a un jardin interno. Era apenas un pequeño espacio verde, pero los arbustos y flores estaban distribuidos con muy buen gusto y acierto. La luna, llena y luminosa, hacía que no fuese necesaria otra iluminación.

Legolas caminó por la galería y por fin salió a cielo abierto. Tenía que reconocer que Haldir tenía un lugar muy hermoso para residir mientras estaba en Minas Tirith, aunque en verdad le extrañaba que aceptara quedarse tanto tiempo lejos de sus bosques. Al menos él no lo hubiese aceptado de haber tenido la opción de poder elegir dónde vivir.

Era un placer saber que no había perdido su oído fino en medio del ruido escandaloso de la ciudad, porque el sonido de pasos atenuados le llegó claro y nítido.

- Puedes salir, ya sé que estás ahí.- dijo, convencido que era el otro geijin, porque los pasos eran pasos de hombre.

Tal como había pensado, la figura de hombre salió de las sombras más alejadas de la galería, pero ya en el primer momento, Legolas se dio cuenta que no era el otro geijin. Cuando salió a la luz pálida de la luna, vio que una capa larga color verde oliva cubría casi toda su indumentaria, salvo unas gastadas botas de cuero y la capucha ocultaba gran parte de las facciones. Era muy alto, unos centímetros más que Legolas y ahora que había sido descubierto, avanzó a grandes pasos a traves del jardín.

Cuando llegó cerca del elfo, echó atrás la capucha y entonces los asombrados ojos de Legolas parpadearon un par de veces para asegurarse que no estaba equivocado.

- Ara...- murmuró, pero consiguió detener su lengua a tiempo. "gorn..."

Los ojos grises lo contemplaron con la misma intensidad que lo habían hecho muchos días antes, con la misma intensidad que el elfo recordaba tan bien. Y casi de la misma forma que aquella tarde, contuvo el aire sin darse cuenta.

- Que increíble coincidencia...- murmuró el humano, sin poder terminar de creer la visión de magnífica hermosura que tenía enfrente.- ¿Qué haces aquí...?

- ¿Qué hago aquí?- preguntó Legolas, divertido y saliendo de su entontecido asombro.- Vine a esta reunión con Baldor, mi hermano mayor.

- De manera que lo conseguiste. Sabía que lo lograrías.

- Aún no, todavía soy aprendiz... De hecho, hoy es mi presentación.

- Déjame adivinar... Antes eras Hikari, rayo de sol... ¿Ahora eres... resplandor de Isilme?- aventuró, sonriendo.

- Claro que no...- empezó a protestar el elfo, antes de darse cuenta de que estaban tomándolo a broma, pero no era lo mismo que cuando Arwen lo hacía, no había burla en la voz acariciante. Se preguntó si el humano habría olvidado su nombre.

- Por supuesto que no. Un elfo no renunciaría a su nombre y el tuyo es particularmente hermoso... Legolas.

A ese punto, el elfo no pudo sostenerle la mirada, e internamente agradeció que fuese de noche y que la luz de la luna no le permitiera al humano ver el ligero rubor que le subió al rostro. Necesitaba cambiar de tema antes que la incomodidad se hiciera demasiado intensa.

- ¿Eres amigo del capitán Haldir?- preguntó entonces.

- Sí, hace años que lo conozco, somos buenos amigos.

- Entonces... ¿Por qué no pasas a la reunión? Seguro se alegrará de verte.

- Quizás... pero él estará esperando al rey.- dijo, refiriéndose a que en ese momento, él no vestía como tal.

- ¿El rey? ¿Haldir conoce al rey de Gondor?

Por un instante, Aragorn pensó que el elfo estaba bromeando, hasta que de pronto, recordó que tampoco en el encuentro anterior, le había dado a conocer su identidad. Además, por consejo de sus ministros, la mayoría de los edictos y comunicados iban con otro nombre: Elessar Telcontar.

- Bueno, sí.

- Si eres amigo de Haldir, entonces tambien conocerás al rey, supongo.- opinó Legolas, no del todo convencido.

- Oh, sí lo conozco.- ahora, Aragorn sonrió abiertamente.- Es un granuja, un salvaje maleducado...

- No hablas con mucho respeto de tu rey.

- Lo conozco desde antes que fuera rey, y puedo asegurarte que es todo lo que te digo.- ahora dio una larga mirada evaluadora a la elegante figura que tenía enfrente.- Estoy seguro que si el rey te viese en este momento, estaría mas que interesado en tí.

Legolas hizo un pequeño gesto de desagrado e inconcientemente se irguió para replicar.

- Todavía quedaría por ver si a mí puede interesarme el rey.

La frase hizo que Aragorn lanzara una suave carcajada.

- Un elfo orgulloso y altivo... Sí, creo que el rey estaría complacido.- se acercó un par de pasos más y sus ojos se fijaron en el 'haori' de Legolas. Sus dedos siguieron el bordado plateado sobre la solapa izquierda.- ¿Qué es esto?

La cercanía de ese humano lo estaba poniendo nervioso de una manera que no podía explicarse, y Legolas tomó aire para poder contestar, fijando la vista en el bordado, porque si levantaba sus ojos hacia él, seguramente se pondría más nervioso.

- Es... un símbolo. Cada geijin elige uno para su presentación... Es un junco...

- Interesante.- dijo solamente. Entonces, como si hubiese tomado una repentina decisión o recordado algo, dio un paso atrás y volvió a sonreir.- Tengo que irme. ¿Puedes hacerme un pequeño favor?

- Claro.- Legolas meditó seriamente si sus labios no estarían desconectándose de alguna forma del resto de su cuerpo, porque estaban actuando por voluntad propia.

- Cuando regreses a la reunión, dale un mensaje a Haldir, despacito, que nadie más lo escuche. Dile que encontraste a Aragorn en el patio y que yo te dije que el rey no vendrá esta noche.

- ¿Solo eso?

- Sí, solo eso. Creo que volveremos a vernos pronto, Legolas.

Antes que el elfo pudiese saludarlo, fue el humano el que se inclinó en una respetuosa reverencia y sin darle otra explicación, regresó por la galería de la que había salido.

Todavía un poco atontado por ese inesperado encuentro, Legolas permaneció un rato más allí afuera, sintiendose ahora un poco solitario. Era extraño que esa sensación no la hubiese sentido mientras conversaba con el humano pero no quería meditar mucho en eso todavía. Se sentía contento al saber que Aragorn era amigo de Haldir, porque eso haría que encontrarlo de nuevo fuese mas fácil. Con esta perspectiva regresó al salón, para encontrar que en ese momento, Arwen bailaba junto con la otra geiko mientras una tercera acompañaba con la música.

Aprovechando que todos estaban distraídos, Legolas se acercó a Haldir.

- Encontré a tu amigo Aragorn en la galería.- susurró.- Me encargó que te dijera que el rey no vendría esta noche. ¿Lo esperabas?

Por un instante, Haldir estuvo a punto de reír a todo pulmón, pero cortó la risa antes que surgiera. El aire de total inocencia de Legolas le decía a las claras que no tenía idea de lo que estaba hablando.

- ¿Encontraste a Aragorn...?- preguntó con suspicacia.- ¿Cómo era?

- Bueno, tenía una capa, no pude ver muy bien el resto de su ropa, tiene el pelo oscuro y ojos grises y...

- Sí, era él.- se preguntó porqué el humano no le había dicho a Legolas la verdad. Decidió que le preguntaría cuando lo viera, pero por lo pronto tenía que decir algo para atenuar la mirada de curiosidad del elfo.- Bien supongo que el rey tenía cosas mas importantes por hacer esta noche.

- Supongo que sí.

En ese momento, Arwen terminó su danza y todos aplaudieron entusiasmados. Mal que le pesara a Legolas, debía admitir que era una visión digna de alabarse. De todas las geiko que había visto en la escuela, ninguna podría compararse ni remotamente con ella.

Antes que Arwen pudiese reponerse de la andanada de alabanzas que los presentes le estaban dedicando, Baldor decidió que Legolas debía regresar a la okiya. Tampoco había necesidad de tentar a la suerte. Así que lo acompañó hasta la puerta de entrada y lo subió al carruaje, dando la indicación al hombrecito que lo dejara y luego regresara.

Cuando entró en la casa, la mayoría ya dormía, salvo Fumio que lo esperaba. En general, esa tarea hubiese correspondido al estudiante mas joven, pero el hombre había querido hacerlo para enterarse primero de cómo se había desarrollado la noche.

Se encargó de ayudarlo a desvestirse y lo acompañó mientras el elfo cenaba algo ligero en la cocina. A pesar de que había abundantes platos en la mesa de la reunión de Haldir, recien en ese momento, Legolas se percató que no había probado ni un bocado en toda la tarde. Había tenido muy presente la recomendación de Baldor para no beber demasiado, porque era un proceso sumamente complicado desarmar todo el vestuario solo para desaguar, pero era evidente que tambien había olvidado comer.

Por una norma de recato, en la okiya nadie dormía sin ropas, por lo que el elfo vestía ahora una bata corta sobre la ropa interior. Todavía conservaba el cabello trenzado e iba deshaciendo las trenzas a medida que hablaba con el hombre. Cuando terminó de comer, decidió ir a la cama, estaba rendido. Despidiéndose de Fumio salió al pasaje interno, donde casi tropieza con Arwen que en ese momento entraba.

- Justamente a tí quería verte.- dijo Arwen, casi en un susurro.- ¿Cómo te atreves a ponerme en ridículo...?

La mano blanca voló con la clara intención de abofetear al elfo, pero esta vez, Legolas se adelantó y con agilidad y firmeza, detuvo el golpe tomándola por la muñeca. Por unos instantes, ella forcejeó, pero era evidente que el elfo tenía más fuerza y al final desistió. Aún así, por prevención, Legolas no la soltó.

Fumio salió de la cocina en esos momentos, pero en la semipenumbra, no consiguió tener una visión cabal de lo que sucedía. Legolas la dejó y Arwen retrocedió un paso, pero el enojo todavía aleteaba en sus ojos celestes.

- ¿Pasa algo?- preguntó algo preocupado. Esos dos no podían cruzarse sin que saltaran chispas.

- Nada, Fumio. Solo nos cruzamos... Me voy a dormir.- contestó Legolas, pasando a un lado.

- No voy a olvidar esto, Legolas.

Cuando llegó a su habitación, el elfo rubio estuvo totalmente seguro que el hecho de que Arwen lo llamara por su nombre no era tan bueno como en el resto de los casos. Sin embargo, no se detuvo mucho tiempo en eso, se durmió casi de inmediato recordando ese encuentro fortuito y grato a la luz de la luna.

"Resplandor de Isilme..." sonrió semidormido.

TBC...

N/A: El 'misedashi' era la presentación formal de una estudiante como aprendiza. Consistía en una pequeña ceremonia donde se procedía al 'intercambio de tazas'. La aprendiza bebía un sorbito de una tacita de té y luego le ofrecía de la misma a la 'hermana mayor' y se daba a conocer el nombre que iba a usar en adelante. La ceremonia se llevaba a cabo en la Casa de Té que apadrinaba a la aprendiza, desde allí, iban a visitar a las maestras que la habían ayudado a llegar hasta ese momento, y luego visitaban las casas de té más importantes donde en general se realizaban las reuniones y banquetes. A partir de ese momento, la aprendiza podía comenzar a asistir a esas reuniones, aunque en un primer momento solo hace acto de presencia 'observa y aprende'. Ese estado se llama 'minarai' y dura apenas un par de meses, después de eso, será una 'maiko' hasta que llegue el momento en que pase a ser 'geiko'. Bueno, aquí se vé donde metí mis retorcidos deditos para acomodar las costumbres a Minas Tirith sin convertir la ciudad en un Japon de la Tierra Media jejejeje.

Reviews:

Vania: Sí, tan lindo Haldir, me gustó tener una razón válida para ponerlo en el fic... Una competencia de arco?? Mmm, lindo, a lo mejor lo pueda poner más adelante. En cuanto a Arwen, hará maldaditas pequeñas, por ahora porque no se va a arriesgar a ponerse en contra a Baldor, pero ya hará cositas feas. A los hermanitos les dedicaré capítulos compartidos, como hasta ahora, creo... Espero que mi musa se porte bien conmigo y no me abandone. Besito.

Iona: Gracias, intenté que el asunto de la vestimenta no quedara muy complicado... Es que no me lo imaginaba al elfito vestido con cosas muy aparatosas, si él es lindo así nomás... Sí Aragorn ya recibió su parte de aviso, sobre lo que tiene por delante; cosas buenas y no tan buenas... Depende de él. Besos.

Alym: Sí es lindo mi elfito Jinete, no? El lemmoncito por allí tardará un poco, porque primero se le va a complicar, paciencia. Es que como la historia central es de Leggy, los hermanitos aparecen una vez cada tres o cuatro capitulos... Es todo lo que mi musa me permite por el momento, snif, y eso que la tengo encadenada a la pata del escritorio, pero algunos problemas para ellos tambien habrá. Besitos mil.

Forfirith: Hola! Baldor es muy inteligente, es el mejor geijin y sabe lo que es mejor para Leggy, para hacerlo resaltar y que todos lo noten. El encuentro elfo /rey estuvo aquí, sé que no es mucho, pero esto irá despacito, tener en cuenta que el elfo tiene que cuidar su reputación y sobre todo no quitarle la vista de encima a la bruja. Gracias. Suerte para ti tambien :D

Zekhen-angel: Mi elfo extraña su bosque, pero ni modo, se tiene que quedar, snif, aunque ahora ya le encontró el dulce a la ciudad jejeje. Tu preguntita sobre Haldir: es que me estoy basando mucho en los libros, y según ellos, los elfos de Rivendel y Lothlórien mantenían algunos contactos, pero admiten que no tienen mucha relación con sus 'hermanos del Norte', así que aquí, Haldir no conoce a Legolas hasta que Baldor los presenta. Del mismo modo, fue a Mirkwood como parte de la comitiva que acompañó a Galadriel y Celeborn, pero no a la boda, por lo cual no vio a Elroy, sino los hubiese relacionado al verlos tan parecidos... Uf, espero que la explicación no haya sido demasiado rebuscada, sip? Y aquí tienes tu fiestita, con Haldir, Baldor, Aragorn (de incógnito) y la bruja tambien... Todo por el mismo precio... jejeje. Besitos.

Azalea: Hola! Sí, Haldir, Haldir!! No sé si lo haré sufrir metiéndolo en medio del rey y el elfo... Pobrecito, siempre el tercero en discordia. Mi rey montaraz, el ministro que sacó de la cama aprendió que sigue siendo un salvaje :D... Es que aunque haya vivido un tiempo con los elfos, me parece que pasó mas tiempo entre los dúnadain y eso debería notarse. Rey formal??? Plis, no. Besitos.

Ayesha: Aragorn mentiroso, nunca le dijo al elfo que era el rey. La primera vez tambien estaba enfundado en su capita y ahora tampoco le dijo... Creo que haré que hayan algunos problemas con eso, sí? Y Haldir es un galán, ya conoce a Baldor así que de momento son amigos. ¿Quién podría culpar a Baldor por querer algo con Haldir? Yo no, seguro. El elfo es amable con él y por extensión con Leggy, pero creo que la relación entre estos dos elfos será más de amistad o algo así medio confuso... ¬¬...