Título: El destino del árbol y el junco
Autor: abysm
Disclaimer: Los personajes son de JR Tolkien, por supuesto. Los tomé prestados un tiempito.
Advertencias: Esto será slash Aragorn/Legolas, definitivamente. Creo que será rating R en algunos capítulos.
Aclaraciones: AU. No hay Anillo ni Sauron. El fic estará ambientado en la tradición de las geishas. Algunas de esas costumbres van a estar alteradas para beneficio de la trama del fic. Intentaré aclarar las ideas erróneas, me encanta el mundo de las geishas y no quisiera ofender. Por eso, habrá algunos nombres japoneses (personajes secundarios, obvio y poquitos) y alguna que otra frase.
Capitulo 12
Rey sin permiso
El inmenso jarrón de fina porcelana trazó un arco impecable a través del salón y se hizo añicos contra una columna. Los pedazos se regaron en varios metros alrededor y no contento con eso, Aragorn los pateó lejos. A un lado, sentado en un sillón lo bastante apartado como para que fuera seguro, Haldir lo veía.
- Te lo advertí, Aragorn. Te dije que algo así podía pasar, pero no te caracterizas por escuchar consejos... ¿Piensas destruir todo el salón?- preguntó cruzándose de brazos.
- Ya no queda mucho por romper.- admitió el humano, que había usado todo lo que tenía a mano para airear su enfado. Lo peor era que no podía enfadarse con otro que no fuera él mismo.- Elbereth... Si hubieses visto la manera como me miró...
- ¿Y qué esperabas? No sé cuales eran tus motivos, pero es seguro que pensó que habías estado burlándote de él... Yo hubiese pensado lo mismo.
- Se suponía que no iban a estar allí, me dijiste que no irían.
- Se suponía que no irían. Baldor me había hecho llegar una nota diciendo que no se sentía bien y que no podría asistir a la reunión; y como Legolas aún es aprendiz, no puede venir solo. ¿Como iba a saber que se les iba a ocurrir aparecer de improviso?
- No me dejó que le explicara... y me sentí peor que cuando mi madre me pescaba robando pasteles en la cocina de Elrond.
- ¿Tú te sentiste mal? ¿Y qué tendría que decir yo? En cuanto la idea se le cruzó por la cabeza, me miró directamente para corroborarlo y no pude mantenerle la vista... Dulces Valar, jamás me había sentido tan avergonzado en mi vida.
- Tengo que hablar con él, necesito explicarle.- se volvió hacia el galadrim que se removió inquieto ante esa mirada determinada que anticipaba problemas.- Ayúdame a verlo de nuevo. Conoces a Baldor, que él nos ponga en contacto... Por favor.
Haldir no sabía si sentirse enfadado porque estaban volviendo a meterlo en medio de ellos, asombrado, por la frase 'por favor', que salía muy pocas veces de los labios del monarca o disgustado porque la idea de propiciar un encuentro mas entre el rey y Legolas no terminaba de gustarle.
- Estás pidiendo demasiado, Aragorn. Estoy seguro que Legolas no ha hablado de esto con Baldor, ya que de lo contrario, ambos se hubiesen marchado de la fiesta. Para pedirle ayuda, tendría que contarle todo y eso pondría en riesgo la educación de Legolas... Si Baldor no lo asimila bien, hasta podría negarse a seguir enseñándole... ¿Te das cuenta hasta qué punto debe considerarse traicionado? Aceptaba verse contigo a solas sabiendo que eso podía causar un grave deterioro de una reputación que recién comienza a formar...
- Gracias, Haldir. No me sentía lo suficientemente mal hasta que me recordaste eso.
- Me alegro, porque si le cuento todo esto a Baldor, tendré suerte si ambos vuelven a hablarme a mí.
- ¡Exacto! Tambien estás metido en esto, así que, ¿qué te parece si en vez de reprocharme, me ayudas a arreglarlo?
- No estoy seguro si eso le conviene a Legolas.
La frase hizo que Aragorn se volviera de inmediato hacia el elfo que continuaba contemplándolo, imperturbable. Una idea mas le cruzó por la cabeza y sus ojos se entrecerraron con suspicacia.
- ¿No crees que eso debería decidirlo él...? ¿Son ideas mías, o estás interesado en Legolas y por eso lo defiendes tanto?- al decir eso, recordó algunas cosas mas.- Claro... por eso hiciste toda esa pantomima la noche que ese gordo quiso ponerle las manos encima a mi elfo... Estás interesado en él... y por eso, en realidad, no quieres ayudarme a arreglar esto. Porque te conviene que siga así.
Harto de tantas necedades, Haldir se puso de pie y se encaminó hacia la puerta.
- Es suficiente, no tengo necesidad de tolerar tantas insensateces de un mortal, por más rey que sea. Avísame cuando estés razonable nuevamente, Aragorn y volveré a hablar contigo.
- No escapes, galadrim.
- No escapo, humano.- contestó aquel, volviéndose vivamente ante la posible mención de un acto de cobardía.
- Entoces contesta, Haldir. Es simple, sí o no. ¿Estás interesado en Legolas sí o no?
- No lo sé.- admitió por fin, mas por cansancio que por otra cosa, preparándose para el estallido que seguiría a eso.
Pero no lo hubo. Aragorn se quedó mirándolo por un largo instante, y por fin, fue hasta él.
- Al menos esa es una respuesta honesta.
- ¿Qué dices de tí, Majestad? ¿Estás en realidad interesado en Legolas? ¿O solo estás jugando con él?
- Tampoco estaba muy seguro hasta esta noche, pero hoy, cuando me dí cuenta de lo que había hecho y que eso lo había decepcionado, supe que sí. Sí me interesa. No quiero causarle problemas, y tampoco quiero que esto quede así entre nosotros... Al menos tengo que intentar explicarle. Hasta que decidas si te interesa o no... ¿Sería mucho pedir que me ayudaras a deshacer la tontería que hice?
Después de todo, era divertido ver al legendario rey de Gondor en ese papel y por unos instantes, Haldir disfrutó secretamente la visión, pero sabía que terminaría consintiendo. No estaba del todo seguro de sus propios intereses en ese asunto, pero no podía impedir que su amigo hiciera el intento, aunque dudaba que fuese a tener resultados.
- Veré que puedo hacer.- dijo, sin comprometerse demasiado.- Hablaré con Baldor y veré qué me dice. Te avisaré.
(-0-) (-0-) (-0-)
Legolas había salido sin inconvenientes de la casa de Haldir. Los guardias ya lo conocían y lo dejaron pasar. Llegó caminando hasta los portones del Barrio, donde el cuidador tambien lo reconoció y lo dejó pasar.
Tenía tantas cosas dando vueltas en la cabeza, que no podía conciliar todo. Por momentos recordaba el rostro de Aragorn, mortificado al oír sus palabras.
"Rey. Rey Aragorn, no solamente Aragorn, elfo estúpido..." machacó sin piedad de sí mismo. "¿No es bastante que un mortal te haya hecho tonto para que le ayudes tú tambien?"
Las pocas palabras que le había permitido decir habían intentado ser una excusa, pero con desilusión, recordó que no tenía ganas de escuchar justificaciones.
"Pensé que sus confidencias eran importantes... que sus palabras eran verdaderas. Pero si no puede ser verdadero con su propio nombre, ¿cómo podría serlo con todo el resto de cosas que me contó?"
Llegó a la okiya antes que Arwen y eso fue una ayuda inesperada porque no tenía deseos de hablar con nadie, mucho menos de cruzarse con ella. Pasó la noche en vela despreciando todos los castillos que había construído en el aire, derribándolos al recordar el engaño y el amanecer lo encontró aún vestido, sentado en el futón donde debería haber dormido.
Al día siguiente, se preparó para sus clases y salió rumbo a la escuela pero no llegó a ella. En cambio terminó en el jardín al final del Barrio, sentado a la sombra de los árboles, el mismo lugar donde había encontrado por primera vez al humano.
"La primera mentira fue aquí..." pero tuvo que recordar, con cierto sentido de justicia, que no era así. La conversación había sido casi trivial y no habían sido importantes casi las palabras. "Admítelo, fue importante porque creíste ver en él, parte de la visión que te trajo hasta aquí. ¿Y si me equivoqué? ¿Y si no es él?"
Ahora más desorientado que antes, rememoró que en su visión, solo había visto los ojos del hombre y había oído su voz, pero nada más. Y ahora que lo pensaba mejor, Haldir tambien tenía ojos grises y una voz maravillosa.
"Y él tambien te engañó. Encubrió a su amigo, por supuesto y lo ayudó a burlarse de mí. Legolas, elfo tonto..."
Y en esa rueda de pensamientos, pasó toda la mañana y toda la tarde. Solo se percató del paso del tiempo cuando las sombras se alargaron sobre él y le recordaron que debía regresar. Con paso lento, se encaminó a la okiya, y al llegar, le informó a Fumio donde había estado. No quería que fuesen a pensar otra cosa. Solo pensar en lo que había arriesgado al encontrarse con el humano sin decirle ni siquiera a Baldor, lo hacía enfurecer de nuevo.
Había arriesgado todo lo que había conseguido hasta ese momento, solo para que le retornaran un engaño. Una nueva noche de insomnio, y al día siguiente, ya no le fue posible seguir sin asistir a clases. Hubiese sido mejor que se quedara en la okiya, dada la atención que prestó durante todo el día. Intentaba concentrarse, pero una y otra vez su mente volvía a la noche de la reunión.
Mas mal que bien, pasó el mediodía y se quedó en espera de la clase con el Maestro Egaldus, diciéndose que una cosa era no concentrarse en las otras clases, y otra muy diferente hacerlo en la del humano. Durante la primera parte de la clase consiguió hacer un papel algo menos que mediocre hasta que el hombre decidió que podían practicar los primeros pasos de la danza con bastones entre los dos.
Conciente del nivel de atención que iba a necesitar, el elfo intentó quitar de su mente a Aragorn.
"Rey Aragorn" se reiteró, en cuanto empezó a girar y moverse de acuerdo a las indicaciones que había recibido durante su última clase.
Cuando sus bastones se cruzaron sobre su cabeza, el grueso listón de madera de Egaldus golpeó contra ellos, con tanta fuerza que los brazos del elfo temblaron un poco porque no había esperado tanta potencia en una práctica. Rápido cruzó hacia abajo, poniendo mas firmeza en sus propios brazos para prevenir que volviese a ocurrir lo anterior.
"Si al menos no hubiese sido tan crédulo... Los humanos sí son mentirosos...".
Giró y cruzó de nuevo los bastones hacia un lado. Hacia la izquierda.
El Maestro Egaldus hizo su giro y su bastón de madera trazó un rapidísimo giro hacia donde se suponía que Legolas estaría bloqueando su avance, pero solo encontró vacío primero y un flanco desguarnecido inmediatamente después. Las costillas del elfo resonaron con el golpe y aquel contuvo el quejido, cayendo de rodillas por el dolor.
- Dioses, Legolas...
El hombre dejó su bastón y se precipitó hacia el elfo, que intentaba recuperar el aire.
- Es... estoy bien...- jadeó Legolas, tomando aire despacio.
- ¿Bien? Ese fue un duro golpe. ¿Estás seguro?
- Sí, Maestro.
- ¿Se puede saber dónde tenías la mente, aprendiz?- replicó esta vez, el hombre, ya mas seguro que no había sido grave.
El inmediato cambio de tono, fue percibido a la perfección.
- Lo siento, Maestro... No estaba prestando atención.- dijo, al tiempo que se ponía de pie.
- Me dí perfecta cuenta de eso. ¿Se puede saber qué te pasa hoy, Legolas? Durante el almuerzo, el maestro de shamishen dijo que no habías acertado mas de dos notas seguidas, y ahora esto... Eso sin mencionar que ayer no te presentaste a ninguna de tus clases.
Ante el silencio del elfo, el hombre tambien se tomó un respiro para serenarse. Quizás estaba magnificando, pero nunca había golpeado tan fuerte a un aprendiz durante una clase y eso no debía suceder otra vez.
- Escucha Legolas, será mejor que tomes un descanso. Vuelve a tu okiya y descansa, despeja tu mente hasta que puedas enfocar tus prioridades.
- Pero Maestro... puedo hacerlo bien...
- Lo sé, pero no hoy. Tómate un par de días para descansar.
- ¿Un par de días? Maestro, no puedo perder un par de días.- replicó, ahora completamente avergonzado de que lo enviaran así de regreso, como un niño regañado.
- Tendrá que ser. Como verás, tu desempeño es bastante deficiente hoy y eso es porque tu mente no está aquí. ¿Qué hubiese pasado si en lugar de bastones, hubiesemos estado practicando la variación de la danza con una espada? No, Legolas. Vuelve a tu okiya, resuelve tus problemas y entonces puedes regresar.
Con un gesto terminante, extendió la mano pidiendo los dos bastones que el elfo había estado usando y aquel, enrojecido, pero conciente de la escasa concentración que había tenido todo el día, se los dio. Además, era la primera vez que lo reprendían de esa manera en cualquiera de sus clases.
- Lo siento, Maestro. Con su permiso.- dijo y haciendo el saludo correspondiente, salió de la sala.
Tenía que regresar a la okiya y seguramente tendría que explicar lo que había sucedido, porque una cosa era no asistir a las clases regulares, y otra muy distinta no asistir a una del Maestro Egaldus. Así que iba a tener que explicar que sí había asistido y lo habían despedido con un fuerte regaño.
"Como si fuese un niño... Nunca me había sentido tan avergonzado, ni siquiera los tutores del palacio me habían retado así."
Por fin había llegado a la okiya y un tanto titubeante, le contó a Fumio, quien decidió que era mejor que se quedara en sus habitaciones el resto de la tarde. Si Tyra-san no lo veía, quizás no hubiese daño. Así que aparte de la humillación anterior, tuvo que quedarse en su habitación hasta que se hiciera la hora en que habitualmente regresaba de sus clases.
Cuando eso sucedió y se aprestaba a encaminarse a su rincón favorito, Fumio lo alcanzó.
- Legolas, en la sala está Baldor y quiere hablar contigo... ¿Tambien hiciste enfadar a tu 'oniisan'?
Con muchos deseos de regresar al interior de su habitación aunque eso significase estar encerrado, Legolas prefirió no contestar y se encaminó hacia la sala.
Decir que el rostro de Baldor estaba serio e impasible, era poco. Siguiendo las normas, el elfo saludó y luego se sentó frente a él.
- Haldir estuvo en mi casa hoy por la mañana.- dijo al cabo de unos segundos de silencio.- Me dijo unas cuantas cosas y realmente, no sé si sentirme peor por lo que me ocultaste o por el daño que eso pudo hacer a tu carrera. ¿Tienes algo que decir al respecto?
La verguenza inicial de Legolas se estaba convirtiendo rápidamente en enojo.
- ¿Cómo se atreve...? ¿Cómo se atrevió a ir a contarte lo que sucedió cuando él tambien tiene la culpa...?
- Él no tiene la culpa. No toda al menos. ¿No te das cuenta de...?
- Por favor, Baldor, ya me siento bastante mal por haber caído en eso y no creas que no me he reprochado lo que hice. Lo siento, por favor, discúlpame. Procedí mal contigo, debí contarte todo.
- Si me lo hubieses contado, yo me hubiese asegurado que no te separaras de mí durante las reuniones, aunque hubiese tenido que atarte a una banqueta.- sacudió la cabeza, suspirando.- Agradece que esto no llegó a oídos de cierta persona, de lo contrario estaríamos ambos en un gran problema.
- ¿Ambos?
- Por supuesto.- se irguió ante la pregunta del elfo.- Soy tu hermano mayor, se supone que te enseño todo lo que sé, todo lo que es correcto y lo que no... ¿Qué crees que pensarían si todos supieran lo sucedido? No sería solamente tu reputación la que sufriría daños. Aunque yo soy un geijin establecido y eso me molestaría un poco, no me dañaría demasiado. En tu caso, podría ser fatal.
- Perdón.- fue lo único que el elfo pudo susurrar.
- Bien, ya está hecho... ¿Me dirás ahora qué fue lo que pasó?
- Pero... pero dijiste que Haldir te había contado...
- Sí, me dijo que uno de sus amigos estaba viéndose contigo, que te ocultó algo importante y que contó con su silencio para hacerlo. No fue muy claro que digamos, solo me dijo que se siente profundamente avergonzado y desea hablar contigo para disculparse.
- No deseo hablar con ninguno de los dos.
- ¿Tan grave fue? Espera, antes de que continuemos con esto, tranquilízame con respecto a una sola cosa... ¿Ustedes dos solo conversaban cuando se veían?
La implicación de esa pregunta, era más que evidente y ahora fue Legolas el avergonzado. Todo su proceder había hecho que incluso Baldor sospechara algo fuera de lugar.
- Solo hablamos.- dijo con firmeza.
- Bien. ¿Entonces... tan grave fue?
- Es que... yo pensé que era otra persona y luego descubrí que me había ocultado algo importante... Y Haldir, en lugar de decirme, lo ayudó a engañarme.
- Y eso tan importante... ¿Estás seguro que te lo ocultaron para engañarte?
- No te entiendo... ¿Por qué mas iban a hacerlo?
- Mira, no sé cómo son los elfos; pero los hombres somos bastante complicados. A veces, se ocultan cosas por distintas razones... Tal vez porque nos sentimos avergonzados de algo, o porque pensamos que si ese algo se sabe nos tratarán diferente... Puede haber muchas razones, y no siempre deben tener una mala intención detrás.
Esas palabras estaban haciendo pensar de nuevo al elfo. Haldir siempre había sido confiable, siempre se había preocupado por ellos, nunca hasta ese momento, había dado alguna razón para desconfiar de él. En cuanto al humano, Legolas recordó las serenas conversaciones que habían mantenido, y la clara sensación de que todo aquello era importante.
- ¿Me dirás que los elfos nunca mienten, nunca ocultan cosas?- continuó Baldor.- Tú, por ejemplo... Nunca me has hablado de tu vida antes de llegar a Minas Tirith. Supongo que no quieres recordarlo, o tal vez no puedes hablar de ello, pero no por eso guardas malas intenciones conmigo ¿Verdad?
Durante unos minutos, Legolas meditó en silencio las palabras de Baldor, porque estaban mas cercanas a la verdad de lo que el humano podía suponer. Tambien él tenía sus secretos, secretos tan profundos como los de Aragorn, y aunque él no podía hablar aunque quisiera, igual estaba ocultando cosas importantes. Quizás se había apresurado al juzgarlos.
- ¿Crees que debo hablar con él?
- Al menos con Haldir, creo que sí. Escucha lo que tiene que decir, y si no es convincente, entonces sí podrás darle la espalda con toda tranquilidad. Y de paso, me lo dices, no quisiera tener cerca a alguien capaz de engañar a su propia raza.
- Está bien... Hablaré con Haldir.- concedió Legolas.
- Perfecto, vamos.- Baldor se puso de pie, al instante.
- ¿Ahora?
- Claro, ahora. Estas cosas hay que arreglarlas rápido, cuanto antes, mejor. Y Haldir nos está esperando en su casa. No le aseguré que iríamos, pero dijo que igual esperaría.
- Espera, tengo que avisar dónde estaré... Y con quien. Ya no quiero más problemas.
Rápido, el elfo salió y regresó a los pocos segundos, listo para ir con Baldor.
(-0-) (-0-) (-0-)
Legolas abrió la puerta del salón donde se efectuaban las reuniones y entró. Baldor le había dicho que Haldir lo esperaría allí y mientras hablaban, él se quedaría en los jardines a esperar, de manera que confiadamente, pasó dentro.
El amplio salón parecía estar vacío.
- ¿Haldir...?
- No, Haldir no está aquí.
Legolas giró a toda velocidad al reconocer la voz, y empezó a enojarse de nuevo, al ver que otra vez lo habían engañado. De momento, olvidó con quien estaba allí.
- Así que una vez más estás usando engaños... Debo ser el elfo mas tonto de la Tierra Media. Dos veces consiguieron engañarme. Está muy bien que Haldir y tú sean amigos... Son exactamente iguales.
- Legolas, no negaré que esta vez sí te engañé para que vinieras...
- ¿En verdad?- preguntó, sarcástico.
- ¿Hubieses venido de saber que era yo quien esperaba? Necesito explicarte lo que pasó.
- No. Vine porque pensé que hablaría con Haldir, tú no estabas en mis planes.
- Pero tú si estás en los míos.
La frase cortó un poco el enojo del elfo, pero no cedió y se encaminó hacia la puerta. Aragorn se paró ante ella, obstruyéndola con su cuerpo.
- Déjame salir.- advirtió Legolas.
- Necesito que escuches... Nunca planeé mentirte... No te dije quien era porque no quería que me trataras como al monarca... No quería ser el rey Aragorn para tí... Solo quería ser Aragorn...
- Perfecto, lo conseguiste. Dejame salir, Aragorn.
- El primer día que te ví, en el jardín del Barrio ¿recuerdas? No me dí cuenta que no te lo había dicho... y luego, cuando te encontré aquí, el día de tu presentación... Tuve miedo de que cambiaras...
- ¿Acaso pensaste que te iba a tratar diferente solo porque eres el rey?- siseó el elfo, a medias ofendido por la suposición.
- Sí.- fue la sincera respuesta del humano.
Declarar todas esas cosas, le estaba costando mucho. Hablar de sus sentimientos siempre le costaba demasiado, y ahora se veía en la imperiosa necesidad de que le creyeran, que creyeran en lo que estaba diciendo.
- Es que eso siempre pasa...- comenzó a decir.- ¿No te diste cuenta lo que sucedió el día de la reunión? No, probablemente estabas demasiado enojado como para notarlo. Todos dejaron de hacer lo que estaban haciendo, dejaron de hablar y comenzaron a empeñarse en llamar mi atención. Hombres y mujeres solo ven en mí una oportunidad de acceder al poder... ¿Te das una idea lo difícil que es encontrar a alguien que realmente se preocupe en escuchar lo que yo tengo que decir?
El enfado de Legolas empezaba a remitir un poco ante las palabras del humano, pero no dejó que eso se viera y permaneció en silencio.
- Cuando estoy contigo, sé que estás escuchandome. Escuchándome a mí, no al rey... Por eso te conté cosas que ni siquiera Haldir sabe... y él es un buen amigo.
- El que te ayudó en todo esto.
- No por su voluntad.- admitío Aragorn.- Casi lo obligué a que no te dijera nada, él estaba completamente decidido a contártelo todo. Intentó aconsejarme...
- Y por lo que veo no tuvo éxito.
- Ninguno.
Por unos segundos, continuaron allí, ninguno miraba al otro, los dos con cierto temor a enfrentarse. Por fin, Legolas rompió el silencio.
- ¿Vas a dejarme salir?
Decepcionado, casi desesperado, Aragorn, asintió sin embargo y se movió de delante de la puerta. Pasó a un lado del elfo, y supo que se estaba movilizando hacia la salida. Evidentemente, se había equivocado de nuevo, pero había estado tan seguro...
- Maldición, de cualquier manera ya me detestas...- murmuró.
Legolas sintió que lo tomaban por el brazo y lo retenían, haciendolo girar. Lo siguiente, fue la firme pero cálida sensación de unos labios sobre los suyos y una tibia mano sosteniéndo su rostro.
Durante los primeros instantes, no reaccionó por la sorpresa; después se dejó llevar por la caricia que esa boca hacía sobre la suya, porque era tanto o más embriagante de lo que había imaginado y finalmente la razón eligió los instantes que siguieron para hacer su aparición.
Apoyó las manos sobre el pecho del hombre, lo tomó por las solapas, lo separó de sí y antes de meditar muy bien lo que hacía, lo arrojó contra una pared con toda la fuerza de sus brazos. Aragorn voló un par de metros y aterrizó muy malamente al pie de un muro luego de impactar con bastante violencia en él.
Sin aliento, sabiendo que debía estar enrojecido y con el corazón latiendo en su pecho con tanta fuerza que tenía miedo de que se sintiese desde afuera, el elfo giró para que el hombre no pudiese ver su turbación, para que no pudiera ver lo agitado que estaba.
- ¿Cómo... se te ocurre...?- fueron las primeras indignadas palabras que pudo pronunciar al tiempo que se volvía hacia Aragorn.
Tuvo una pequeña conmoción al ver que continuaba caído en el mismo sitio. No se movía y las palabras de Baldor resonaron en su mente una vez más: Un geijin nunca puede ponerse violento con un cliente.
"No solo con un cliente, con el rey... Dulces Valar, con el rey... Estoy arruinado por completo" fueron los primeros pensamientos del elfo, mientras esperaba que el humano se pusiera de pie y enfurecido arremetiera contra él. Era de esperar, después de todo, él lo había atacado.
Pero pasaron unos segundos y el hombre no se movía.
- ¿Aragorn...?- preguntó, temeroso antes de acercarse un par de pequeños pasos, pero no hubo respuesta. Llegó hasta él y se arrodilló a su lado. Vaciló un poco antes de palmear un poco la mejilla cubierta por una cuidada barba, pero al final dio un par de tímidos cachetitos. Sin resultados.
- ¿Y ahora que hago..?- miró alrededor y vio una de los tantos pedestales que adornaban la casa de Haldir. Una columna de mármol tallado que en general tenía en su cúspide, un amplio platón semihondo, lleno de agua y flores hermosas flotando en ella.
Sin pensarlo dos veces, fue hasta ella, y tomó el platón. Antes de meditar demasiado sobre la conveniencia de lo que iba a hacer, simplemente vació todo el contenido sobre el caído rey de Gondor.
Al contacto con el agua fría, aquél dio un repingo y recuperó el conocimiento resoplando. Todavía atontado por el encontronazo, levantó la vista hacia el elfo que todavía continuaba con el platon en las manos mirándolo desde lo alto.
- Yo ya me bañé.- declaró, al comprobar el rostro tenso que tenía enfrente, sabiendo de inmediato por qué estaba así, tratando de quitar importancia a lo sucedido.- ¿Me vas a seguir mojando?
Aliviado, Legolas, volvió a arrodillarse cerca para comprobar que de verdad estuviese bien.
- La culpa es tuya, humano. ¿Cómo crees que puedes acercarte...tocarme...así? Sin mi permiso.- cuidadosamente, evitó decir 'besarme así'.
- No sabía que necesitaba tu permiso para eso.- dijo Aragorn, acomodándose en el suelo y quitando un par de flores que oscilaban sobre su cabeza.
- Por supuesto que lo necesitas.
A pesar del tono frío y distante que estaba empleando, Legolas tenía que hacer serios esfuerzos para no sonreír ante la vista del hombre, que en esos momentos, lucía empapado y compungido.
- Lo siento, no lo vuelvo a hacer.
- Eso espero.- Legolas dejó a un lado el platón, sin poder decidir si ya debía marcharse.
- También siento lo anterior.- dijo Aragorn, completamente sincero ahora.- De verdad, Legolas, no lo hice con ánimo de engañarte, solo quería asegurarme que... siguieras tratándome igual que la primera vez que nos encontramos.
- Lo único que tenías que hacer, era pedirlo. Yo no necesito los favores del rey, así que puedes estar seguro que nuestro trato seguirá siendo el mismo.
Estaba a punto de deshacerse en disculpas para obtener su perdón si hacía falta, pero se quedó prendado de una frase. Antes de sentirse alegre antes de tiempo, prefirió asegurarse.
- ¿Nuestro trato 'seguirá' siendo el mismo...? Entonces... ¿Podré verte de nuevo?
Legolas se dio cuenta que una vez más su boca lo había traicionado actuando por su propia voluntad. Primero, respondiendo a ese beso robado, y luego dejando salir esas palabras donde quedaba más que claro que sí quería seguir viéndolo. Dominó con determinación el color que amenazaba con subirle al rostro.
- No puedo seguir viéndote a escondidas. Ya tuve problemas con Baldor por eso, y puede dañar mi reputación de manera irrevocable.
- No hay inconvenientes... Haré llegar las invitaciones para Baldor y para ti.
- Vas a arruinarte, Baldor tiene honorarios bastante altos.
- Ya lo sé. No importa, pagaré lo que sea para volver a hablar contigo. ¿Algo más?
Aragorn estaba tan contento por haber obtenido así el perdón del elfo, que hubiese hecho cualquier cosa que le pidieran. Solo que no imaginó lo que venía. Legolas se puso de pie, y muy seriamente lo miró desde arriba.
- No te prometo que siempre estaré disponible para ti.
Sabiendo que era parte de lo que merecía, asintió.
- ¿Tengo permiso para besarte de nuevo...?- preguntó suavemente, con la esperanza puesta en la respuesta que había sentido.
- No.
- ¿No??
- No.- confirmó Legolas.
- No.- dijo, como tratando de convencerse a sí mismo.
- No.- reafirmó el elfo, luchando con la sonrisa que se le escapaba al ver los asombrados ojos del monarca.Compuso un poco su aspecto y se encaminó hacia la salida.
- Pero... pero... Soy el rey...
- No creo que sea buena idea el que yo recuerde eso ahora.- la voz divertida de Legolas alivió un poco el corazón del rey.- Como dijiste, el rey es un salvaje maleducado y no quiero saber nada de él. En cuanto a Aragorn... probablemente tenga que hacer algunos méritos antes. Portarse bien.
- Me portaré bien, lo prometo.
- Veremos.- diciendo así, salió del salón, cerrando las pesadas puertas tras de sí.
Viendo a su elfo dorado desaparecer detrás de las puertas, Aragorn estuvo a punto de ponerse de pie y salir tras él, pero solo llegó a realizar la primera parte de su cometido.
Había prometido que iba a hacer las cosas bien y salir corriendo tras él, no era cumplir lo prometido. Sacudió la cabeza, tratando de aclarar sus ideas.
"Bien, yo quería que no me tratara como al soberano. Lo conseguí. Me aporreó como un costal viejo y acaba de marcar el límite de lo que puedo hacer con él..."
Con una sonrisa de satisfacción, se acarició levemente los labios. Todavía sentía la tersura de la boca que había besado, el sabor del beso continuaba con él pese a que había sido tan fugaz.
"Voy a conseguir ese permiso, Legolas... Me lo vas a dar."
Estornudó estrepitosamente y decidió que tenía que ir a cambiarse.
(-0-) (-0-) (-0-)
Legolas salió del salón y en cuanto cerró las puertas tras él, necesitó unos instantes para calmar los agitados latidos de su corazón. Todavía le ardían los labios por ese pequeño beso arrebatado en un instante de desesperación, y no es que hubiese sido brusco, todo lo contrario. Jamás hubiese podido pensar que un humano podía brindar tanta suavidad con apenas un roce.
Esperó a unos pocos pasos, anhelante, para saber si Aragorn iba a respetar su promesa y a aceptar el límite que le había puesto.
Cuando pasaron unos minutos sin que saliera, suspiró, aliviado y contento. Ahora tenía que ir a encontrar a Baldor.
Lo ubicó exactamente en el lugar donde le había dicho que esperaría, en los jardines; pero no estaba solo, Haldir estaba con él.
Ya al acercarse, se dio cuenta que la situación era tensa. Haldir estaba impidiendo que Baldor se dirigiera hacia la casa. En cuanto el joven vio a Legolas, pareció tranquilizarse un poco. Su furibunda mirada se posó ahora en el galadrim, pero Legolas lo detuvo antes que dijera nada.
- Todo está bien ahora, Baldor.
- ¿Estás seguro?- preguntó aquel, dudoso.- Este... elfo no me dejaba ir por tí, tenía temor que algo malo te hubiese pasado.
- Nada malo me pasó.
- ¿Algo malo le pasó a Aragorn, entonces?- aventuró Haldir, un tanto preocupado.- ¿Está bien?
- Un poco machucado, quizás pero sí. Está bien.- comentó Legolas, y a continuación, fijó sus ojos en Haldir, con un silencioso reproche por todo lo sucedido.
El galadrim aceptó la reconvención, esta vez sin desviar su vista, como si pudiese así prometerle que no volvería a hacer algo similar. Baldor miraba a ambos, esperando algún intercambio de palabras, pero luego de unos instantes, Legolas solo dijo:
- No vuelvas a hacerlo.
- Lo juro.
- Bien.
- ¿Eso es todo?- intervino Baldor que no entendía casi nada.
- Sí, eso es todo.- replicó Legolas, sonriendo.- Volvamos al Barrio.
- Claro que volveremos, pero vamos a mi casa y prepárate porque quiero saberlo absolutamente todo.- tomó el brazo a su 'hermano menor' para sacarlo de la casa de un Haldir que en cuanto los vio salir, se apresuró a verificar que su amigo estuviese bien.
(-0-) (-0-) (-0-)
Sentados a la mesa del salón de la casa de Baldor, Legolas hizo el relato de lo sucedido, y en una muestra de confianza que no había tenido con nadie mas que con sus hermanos, no ocultó nada de lo que refería a sus encuentros con Aragorn. Inclusive el asunto del beso.
A ese punto, Baldor lo miraba, sin saber muy bien cómo sentirse.
- ¿El rey te besó...?
Legolas asintió, levemente ruborizado, sin hablar.
- Y entonces lo aventaste a través de la habitación.- una vez más, la rubia cabeza asintió en silencio.- Dioses... Primero te encuentras a solas con un hombre, por más que sea el rey, no deja de estar mal... Luego, dejas que te bese... Y no conforme con eso, lo arrojaste contra un muro. Mi trabajo contigo es más deficiente de lo que pensé... ¿Hiciste alguna otra cosa por la que deba lamentarme?
- Le vacié un platón de agua encima... - comentó Legolas, inocentemente.- Es que estaba inconciente... Pero luego hablamos, y todo quedó bien, Baldor. No estaba enojado conmigo. Hasta me pidió permiso para volver a besarme.
- ¿Y qué le dijiste??
- Que no.
Baldor parpadeó, incrédulo.
- Le dijiste que no.- repitió y Legolas volvió a asentir.- Le dijiste que no al rey de Gondor.
Un nuevo asentimiento.
- ¿Te das cuenta que casi todos los geijin y absolutamente todas las geiko de Minas Tirith asesinarían por una oportunidad como esa? Y tú le dijiste que no al rey.
De repente, el rostro del joven humano cambió y se estiró en una sonrisa satisfecha que tranquilizó un poco a Legolas.
- Me equivoqué. Te estoy enseñando bien.
TBC...
N/A: Algo que me había quedado pendiente: los honorarios de las geiko, el pago, por decirlo fácil. Veamos, cuando las invitaban a los banquetes, o reuniones, las geikos confirmaban sus asistencias con mucho tiempo de anticipación. Las más solicitadas y con más prestigio podían acudir a varias reuniones en una misma noche porque cobraban por el tiempo que permanecían en cada una. Cuando llegaban, una persona especialmente encargada de eso, encendía una especie de incienso que duraba una x cantidad de tiempo, y lo apagaba cuando la geiko se retiraba.Así calculaban el tiempo que había permanecido en el banquete y lo que tendrían que pagarle. Luego se le informaba al cliente, que era el que pagaba la factura. De ese dinero, una parte correspondia a la casa de té que patrocinaba a la geiko, otra a la okiya, otra al sindicato donde se anotaban todas las geiko desde que eran aprendizas y lo que quedaba era para la geiko. No sé muy bien cuánto representaba en dinero, pero me parece que no les quedaba mucho para ellas, no? En fin, eso me dá la causa justa para lo que vendrá después.
Reviews:
PrinceLegolas: Bien, como verás, no le dura demasiado el enojo al elfito, porque ya se encargaron de recordarle que él tambien tiene sus secretos. Aragorn hará méritos, pero creo que cada hermanito tendrá que arreglarse solo... Y todavía no sé si Thandruil se murió o no... Éste fue un besito medio robado, pero por lo menos Aragorn se sentirá ilusionado, jeje. Un besote.
Kagome-black.: holis! Sí ta un poco decepcionado, pero no le dura mucho... aunque el reyecito tendrá que hacer buena letra para que lo dejen ir más lejos. Eso le pasa por no hacer caso, es un cabezotas y así le va. Haldir, cayó en la volteada, pero tambien lo perdonarán. Besito
Iona: Vaya que cada hermanito debe estar preguntándose porqué los meto en esos líos...Err... quiero decir, por qué les tocó ese destino...juas. No será fácil para ninguno, y habrá todavía algunos problemillas para todos... El elfo se lo tomó un poco a la tremenda, pero ya se le pasa, los dos tenían motivos. Uno para mentir un poquito y el otro para enojarse, por suerte ninguno demasiado grave. Haldircito parece destinado a ser el tercero en discordia, pero me parece que aquí no será. Leggy tambien se enojó con él, por hacerle de tapadera al rey... jeje. Nos vemos, un beso.
Vania: Sí... me quedó relargo el capítulo... Eso por los tres hermanitos, me alargan los capitulos y cuando miro la cantidad de hojas, me caigo de espaldas. Y empiezo a suprimir a lo loco... Juas! Silmatar, elfo traidor, pero yo ya había dicho que había cositas raras en Mirkwood cuando el rey le cuenta a Leggy que 'hay facciones formadas entre el pueblo...' Quienes están metidos en este lío, pues ya sabrás a medida que desenrrolle esta madeja. La elfita ayudará a su esposo a pesar de todo, snif. Ni parece prima de la bruja. Imrahil, pobechito, casi le hacen pupa. Y tengo su parejita pensada, pero la estoy preparando... El elfito resentido, ya se le estará pasando el entripado. Aragorn se encargará de que se le pase el enojo. Un montón de besitos.
Forfirith: Muchas gracias, dudé bastante antes de subirlo, tenía un día terrible cuando lo escribí y no me gustaba para nada ; -P Cada uno de los hermanitos tiene su propio problema, jeje... Todos la pasan mal. Ya ves que Leggy si habló con Aragorn, y el reyecito hizo algo más que hablar... total, perdido por perdido, al menos se animó, aunque lo sacudieron un poquito por atrevido : -) Oh! Locura compartida... qué bueno, somos muchas!! Un besazo.
Ali: Sí que les compliqué la vida, verdad? El elfo heredero ahora se encontró con que tiene que hacerse cargo de todo lo que no quería... ni yo me esperaba que el amante me resultara así, pero creo que me va a ayudar a enredar más las cosas. El asunto de Imrahil ya venía mal desde el principio... estos elfos hacen que a los hombres les salgan los peores instintos juas... Leggy se enojó, pero apenas un poquito, ya se reconcilian. Arwen aparece pronto... vaya, nunca creí que la extrañarían jeje. Gracias por tu mensajito, me levantó mucho el ánimo. Besitos.
Fedia: Uy... muchas gracias... Aprecio mucho lo que me dices, gracias otra vez . Ahora ya estoy entrando mejor en el slashito entre estos dos. Ya empezaran a entenderse, esta peleíta no dura, como podrás ver, aunque el elfito se haga un poco el difícil. Besitos.
Relley-chan: Hola!! Te estaba extrañando... sí, me quedó super largo este capítulo, en fin, al menos gustó. A ver... Elroy todavía está enganchado con ese elfo %$# , tengo que ver qué hago con él. Je, nadie quiere que mate a Thandruil, veremos que puedo hacer al respecto, tiene muchas admiradoras. Imrahil: Sip, el ratón de biblioteca está empezando a hacer cosas que en su vida había pensado hacer... Inclusive pegarse esa taja de cerveza... Ja, cuando escribí eso, pensaba en los jarros de cerveza que dan en Alemania, para el Oktoberfest... creo que tienen como litro y medio cada uno...Menuda borrachera. Brego suelto y peligroso. Legolas: Gion de la Tierra Media... Me gusta como suena. Aragorn y Haldir resultaron dentro de la misma bolsa. El elfito se enojó con los dos, pero ya recapacita, no sufras. El problema con los encuentros a solas es que tenían que ser cortitos, y así no se puede... ni siquiera un besito, así que había que blanquear el asunto. Y me encantan los reviewcitos largos... no te preocupes por eso. Muchos besitos : -)
Alym: Si... snif, le quité como tres o cuatro hojitas... es que sino iba a quedar kilométrico. Esta vez le tocó la china a los tres... No recuerdo quien dice por aquí "todos flotan..."... Así es. Imrahil tendrá su parejita, no te preocupes, que ya la estoy planeando. Así que crees que Elroy es el que la está llevando peor... y por ahora puede ser. Sin el papi elfo que lo acompañe, sin la esposita (porque él no quiere) y con ese %$# amante; que no sabe lo maloso que es. Una más para que Thandruil no muera, bue... veremos, jeje. Seguimos adelante con el delirio. Muchos besos.
Azalea: Era la hora de los hermanitos, les tocaba el capítulo. Además, necesito emparejar las historias, porque están un poquito desfasadas en el tiempo... Y más adelante necesitaré que corran parejas, jejeje. Brego no aceptó que le 'cortaran el rostro' (lo despreciaran) como decimos por aquí, pero con todo y resaca, Imrahil no iba a ser tan fácil. Se escapó por los pelos. Sí, el elfito jinete tendrá su pareja, para la próxima entrega. Una más pide por la vida de Thandruil, quien lo hubiera dicho? El padre elfo tenía sus admiradoras tambien. Sí, creo que esa es la palabra justa, Elroy está apasionado, pero enamorado... creo que no. Ja, ya ves lo que le pasó al reycito por andar ocultando cosas, le sacudieron las ideas. Juas. Un besote.
Ayesha: Buaahh... No me tienes que matar a mí, si yo no tengo la culpa. Un momento, yo escribo el fíc. Ooops, sí tengo la culpa. Bueno, Legolas estaba un poco desilusionado, y tiene su orgullo según podrás ver, aunque el reycito lo puede y el enojo no le dura demasiado. El elfo jinete tendrá su pareja, pero creo que no será Iorlas, jejeje. Y el amante de Elroy ES una cucaracha élfica, le hará la vida a cuadritos a la princesa consorte. La verdad, iba a slashear a todos, pero me pareció un poquito exagerado y en el sorteo le tocó ser 'el príncipe azul'. Literalmente. Espero que haya mejorado la resaca, un besote.
Monce: Hola!! Gracias por leer y dejar el mensajito, más vale tarde que nunca : -) No, los hermanos estan metidos en terribles líos y tendrán que salir de ellos por su cuenta, como puedan. O mejor dicho, como yo pueda sacarlos de ellos : -P Espero seguir viéndote por aquí...Muchos besitos.
Autor: abysm
Disclaimer: Los personajes son de JR Tolkien, por supuesto. Los tomé prestados un tiempito.
Advertencias: Esto será slash Aragorn/Legolas, definitivamente. Creo que será rating R en algunos capítulos.
Aclaraciones: AU. No hay Anillo ni Sauron. El fic estará ambientado en la tradición de las geishas. Algunas de esas costumbres van a estar alteradas para beneficio de la trama del fic. Intentaré aclarar las ideas erróneas, me encanta el mundo de las geishas y no quisiera ofender. Por eso, habrá algunos nombres japoneses (personajes secundarios, obvio y poquitos) y alguna que otra frase.
Capitulo 12
Rey sin permiso
El inmenso jarrón de fina porcelana trazó un arco impecable a través del salón y se hizo añicos contra una columna. Los pedazos se regaron en varios metros alrededor y no contento con eso, Aragorn los pateó lejos. A un lado, sentado en un sillón lo bastante apartado como para que fuera seguro, Haldir lo veía.
- Te lo advertí, Aragorn. Te dije que algo así podía pasar, pero no te caracterizas por escuchar consejos... ¿Piensas destruir todo el salón?- preguntó cruzándose de brazos.
- Ya no queda mucho por romper.- admitió el humano, que había usado todo lo que tenía a mano para airear su enfado. Lo peor era que no podía enfadarse con otro que no fuera él mismo.- Elbereth... Si hubieses visto la manera como me miró...
- ¿Y qué esperabas? No sé cuales eran tus motivos, pero es seguro que pensó que habías estado burlándote de él... Yo hubiese pensado lo mismo.
- Se suponía que no iban a estar allí, me dijiste que no irían.
- Se suponía que no irían. Baldor me había hecho llegar una nota diciendo que no se sentía bien y que no podría asistir a la reunión; y como Legolas aún es aprendiz, no puede venir solo. ¿Como iba a saber que se les iba a ocurrir aparecer de improviso?
- No me dejó que le explicara... y me sentí peor que cuando mi madre me pescaba robando pasteles en la cocina de Elrond.
- ¿Tú te sentiste mal? ¿Y qué tendría que decir yo? En cuanto la idea se le cruzó por la cabeza, me miró directamente para corroborarlo y no pude mantenerle la vista... Dulces Valar, jamás me había sentido tan avergonzado en mi vida.
- Tengo que hablar con él, necesito explicarle.- se volvió hacia el galadrim que se removió inquieto ante esa mirada determinada que anticipaba problemas.- Ayúdame a verlo de nuevo. Conoces a Baldor, que él nos ponga en contacto... Por favor.
Haldir no sabía si sentirse enfadado porque estaban volviendo a meterlo en medio de ellos, asombrado, por la frase 'por favor', que salía muy pocas veces de los labios del monarca o disgustado porque la idea de propiciar un encuentro mas entre el rey y Legolas no terminaba de gustarle.
- Estás pidiendo demasiado, Aragorn. Estoy seguro que Legolas no ha hablado de esto con Baldor, ya que de lo contrario, ambos se hubiesen marchado de la fiesta. Para pedirle ayuda, tendría que contarle todo y eso pondría en riesgo la educación de Legolas... Si Baldor no lo asimila bien, hasta podría negarse a seguir enseñándole... ¿Te das cuenta hasta qué punto debe considerarse traicionado? Aceptaba verse contigo a solas sabiendo que eso podía causar un grave deterioro de una reputación que recién comienza a formar...
- Gracias, Haldir. No me sentía lo suficientemente mal hasta que me recordaste eso.
- Me alegro, porque si le cuento todo esto a Baldor, tendré suerte si ambos vuelven a hablarme a mí.
- ¡Exacto! Tambien estás metido en esto, así que, ¿qué te parece si en vez de reprocharme, me ayudas a arreglarlo?
- No estoy seguro si eso le conviene a Legolas.
La frase hizo que Aragorn se volviera de inmediato hacia el elfo que continuaba contemplándolo, imperturbable. Una idea mas le cruzó por la cabeza y sus ojos se entrecerraron con suspicacia.
- ¿No crees que eso debería decidirlo él...? ¿Son ideas mías, o estás interesado en Legolas y por eso lo defiendes tanto?- al decir eso, recordó algunas cosas mas.- Claro... por eso hiciste toda esa pantomima la noche que ese gordo quiso ponerle las manos encima a mi elfo... Estás interesado en él... y por eso, en realidad, no quieres ayudarme a arreglar esto. Porque te conviene que siga así.
Harto de tantas necedades, Haldir se puso de pie y se encaminó hacia la puerta.
- Es suficiente, no tengo necesidad de tolerar tantas insensateces de un mortal, por más rey que sea. Avísame cuando estés razonable nuevamente, Aragorn y volveré a hablar contigo.
- No escapes, galadrim.
- No escapo, humano.- contestó aquel, volviéndose vivamente ante la posible mención de un acto de cobardía.
- Entoces contesta, Haldir. Es simple, sí o no. ¿Estás interesado en Legolas sí o no?
- No lo sé.- admitió por fin, mas por cansancio que por otra cosa, preparándose para el estallido que seguiría a eso.
Pero no lo hubo. Aragorn se quedó mirándolo por un largo instante, y por fin, fue hasta él.
- Al menos esa es una respuesta honesta.
- ¿Qué dices de tí, Majestad? ¿Estás en realidad interesado en Legolas? ¿O solo estás jugando con él?
- Tampoco estaba muy seguro hasta esta noche, pero hoy, cuando me dí cuenta de lo que había hecho y que eso lo había decepcionado, supe que sí. Sí me interesa. No quiero causarle problemas, y tampoco quiero que esto quede así entre nosotros... Al menos tengo que intentar explicarle. Hasta que decidas si te interesa o no... ¿Sería mucho pedir que me ayudaras a deshacer la tontería que hice?
Después de todo, era divertido ver al legendario rey de Gondor en ese papel y por unos instantes, Haldir disfrutó secretamente la visión, pero sabía que terminaría consintiendo. No estaba del todo seguro de sus propios intereses en ese asunto, pero no podía impedir que su amigo hiciera el intento, aunque dudaba que fuese a tener resultados.
- Veré que puedo hacer.- dijo, sin comprometerse demasiado.- Hablaré con Baldor y veré qué me dice. Te avisaré.
(-0-) (-0-) (-0-)
Legolas había salido sin inconvenientes de la casa de Haldir. Los guardias ya lo conocían y lo dejaron pasar. Llegó caminando hasta los portones del Barrio, donde el cuidador tambien lo reconoció y lo dejó pasar.
Tenía tantas cosas dando vueltas en la cabeza, que no podía conciliar todo. Por momentos recordaba el rostro de Aragorn, mortificado al oír sus palabras.
"Rey. Rey Aragorn, no solamente Aragorn, elfo estúpido..." machacó sin piedad de sí mismo. "¿No es bastante que un mortal te haya hecho tonto para que le ayudes tú tambien?"
Las pocas palabras que le había permitido decir habían intentado ser una excusa, pero con desilusión, recordó que no tenía ganas de escuchar justificaciones.
"Pensé que sus confidencias eran importantes... que sus palabras eran verdaderas. Pero si no puede ser verdadero con su propio nombre, ¿cómo podría serlo con todo el resto de cosas que me contó?"
Llegó a la okiya antes que Arwen y eso fue una ayuda inesperada porque no tenía deseos de hablar con nadie, mucho menos de cruzarse con ella. Pasó la noche en vela despreciando todos los castillos que había construído en el aire, derribándolos al recordar el engaño y el amanecer lo encontró aún vestido, sentado en el futón donde debería haber dormido.
Al día siguiente, se preparó para sus clases y salió rumbo a la escuela pero no llegó a ella. En cambio terminó en el jardín al final del Barrio, sentado a la sombra de los árboles, el mismo lugar donde había encontrado por primera vez al humano.
"La primera mentira fue aquí..." pero tuvo que recordar, con cierto sentido de justicia, que no era así. La conversación había sido casi trivial y no habían sido importantes casi las palabras. "Admítelo, fue importante porque creíste ver en él, parte de la visión que te trajo hasta aquí. ¿Y si me equivoqué? ¿Y si no es él?"
Ahora más desorientado que antes, rememoró que en su visión, solo había visto los ojos del hombre y había oído su voz, pero nada más. Y ahora que lo pensaba mejor, Haldir tambien tenía ojos grises y una voz maravillosa.
"Y él tambien te engañó. Encubrió a su amigo, por supuesto y lo ayudó a burlarse de mí. Legolas, elfo tonto..."
Y en esa rueda de pensamientos, pasó toda la mañana y toda la tarde. Solo se percató del paso del tiempo cuando las sombras se alargaron sobre él y le recordaron que debía regresar. Con paso lento, se encaminó a la okiya, y al llegar, le informó a Fumio donde había estado. No quería que fuesen a pensar otra cosa. Solo pensar en lo que había arriesgado al encontrarse con el humano sin decirle ni siquiera a Baldor, lo hacía enfurecer de nuevo.
Había arriesgado todo lo que había conseguido hasta ese momento, solo para que le retornaran un engaño. Una nueva noche de insomnio, y al día siguiente, ya no le fue posible seguir sin asistir a clases. Hubiese sido mejor que se quedara en la okiya, dada la atención que prestó durante todo el día. Intentaba concentrarse, pero una y otra vez su mente volvía a la noche de la reunión.
Mas mal que bien, pasó el mediodía y se quedó en espera de la clase con el Maestro Egaldus, diciéndose que una cosa era no concentrarse en las otras clases, y otra muy diferente hacerlo en la del humano. Durante la primera parte de la clase consiguió hacer un papel algo menos que mediocre hasta que el hombre decidió que podían practicar los primeros pasos de la danza con bastones entre los dos.
Conciente del nivel de atención que iba a necesitar, el elfo intentó quitar de su mente a Aragorn.
"Rey Aragorn" se reiteró, en cuanto empezó a girar y moverse de acuerdo a las indicaciones que había recibido durante su última clase.
Cuando sus bastones se cruzaron sobre su cabeza, el grueso listón de madera de Egaldus golpeó contra ellos, con tanta fuerza que los brazos del elfo temblaron un poco porque no había esperado tanta potencia en una práctica. Rápido cruzó hacia abajo, poniendo mas firmeza en sus propios brazos para prevenir que volviese a ocurrir lo anterior.
"Si al menos no hubiese sido tan crédulo... Los humanos sí son mentirosos...".
Giró y cruzó de nuevo los bastones hacia un lado. Hacia la izquierda.
El Maestro Egaldus hizo su giro y su bastón de madera trazó un rapidísimo giro hacia donde se suponía que Legolas estaría bloqueando su avance, pero solo encontró vacío primero y un flanco desguarnecido inmediatamente después. Las costillas del elfo resonaron con el golpe y aquel contuvo el quejido, cayendo de rodillas por el dolor.
- Dioses, Legolas...
El hombre dejó su bastón y se precipitó hacia el elfo, que intentaba recuperar el aire.
- Es... estoy bien...- jadeó Legolas, tomando aire despacio.
- ¿Bien? Ese fue un duro golpe. ¿Estás seguro?
- Sí, Maestro.
- ¿Se puede saber dónde tenías la mente, aprendiz?- replicó esta vez, el hombre, ya mas seguro que no había sido grave.
El inmediato cambio de tono, fue percibido a la perfección.
- Lo siento, Maestro... No estaba prestando atención.- dijo, al tiempo que se ponía de pie.
- Me dí perfecta cuenta de eso. ¿Se puede saber qué te pasa hoy, Legolas? Durante el almuerzo, el maestro de shamishen dijo que no habías acertado mas de dos notas seguidas, y ahora esto... Eso sin mencionar que ayer no te presentaste a ninguna de tus clases.
Ante el silencio del elfo, el hombre tambien se tomó un respiro para serenarse. Quizás estaba magnificando, pero nunca había golpeado tan fuerte a un aprendiz durante una clase y eso no debía suceder otra vez.
- Escucha Legolas, será mejor que tomes un descanso. Vuelve a tu okiya y descansa, despeja tu mente hasta que puedas enfocar tus prioridades.
- Pero Maestro... puedo hacerlo bien...
- Lo sé, pero no hoy. Tómate un par de días para descansar.
- ¿Un par de días? Maestro, no puedo perder un par de días.- replicó, ahora completamente avergonzado de que lo enviaran así de regreso, como un niño regañado.
- Tendrá que ser. Como verás, tu desempeño es bastante deficiente hoy y eso es porque tu mente no está aquí. ¿Qué hubiese pasado si en lugar de bastones, hubiesemos estado practicando la variación de la danza con una espada? No, Legolas. Vuelve a tu okiya, resuelve tus problemas y entonces puedes regresar.
Con un gesto terminante, extendió la mano pidiendo los dos bastones que el elfo había estado usando y aquel, enrojecido, pero conciente de la escasa concentración que había tenido todo el día, se los dio. Además, era la primera vez que lo reprendían de esa manera en cualquiera de sus clases.
- Lo siento, Maestro. Con su permiso.- dijo y haciendo el saludo correspondiente, salió de la sala.
Tenía que regresar a la okiya y seguramente tendría que explicar lo que había sucedido, porque una cosa era no asistir a las clases regulares, y otra muy distinta no asistir a una del Maestro Egaldus. Así que iba a tener que explicar que sí había asistido y lo habían despedido con un fuerte regaño.
"Como si fuese un niño... Nunca me había sentido tan avergonzado, ni siquiera los tutores del palacio me habían retado así."
Por fin había llegado a la okiya y un tanto titubeante, le contó a Fumio, quien decidió que era mejor que se quedara en sus habitaciones el resto de la tarde. Si Tyra-san no lo veía, quizás no hubiese daño. Así que aparte de la humillación anterior, tuvo que quedarse en su habitación hasta que se hiciera la hora en que habitualmente regresaba de sus clases.
Cuando eso sucedió y se aprestaba a encaminarse a su rincón favorito, Fumio lo alcanzó.
- Legolas, en la sala está Baldor y quiere hablar contigo... ¿Tambien hiciste enfadar a tu 'oniisan'?
Con muchos deseos de regresar al interior de su habitación aunque eso significase estar encerrado, Legolas prefirió no contestar y se encaminó hacia la sala.
Decir que el rostro de Baldor estaba serio e impasible, era poco. Siguiendo las normas, el elfo saludó y luego se sentó frente a él.
- Haldir estuvo en mi casa hoy por la mañana.- dijo al cabo de unos segundos de silencio.- Me dijo unas cuantas cosas y realmente, no sé si sentirme peor por lo que me ocultaste o por el daño que eso pudo hacer a tu carrera. ¿Tienes algo que decir al respecto?
La verguenza inicial de Legolas se estaba convirtiendo rápidamente en enojo.
- ¿Cómo se atreve...? ¿Cómo se atrevió a ir a contarte lo que sucedió cuando él tambien tiene la culpa...?
- Él no tiene la culpa. No toda al menos. ¿No te das cuenta de...?
- Por favor, Baldor, ya me siento bastante mal por haber caído en eso y no creas que no me he reprochado lo que hice. Lo siento, por favor, discúlpame. Procedí mal contigo, debí contarte todo.
- Si me lo hubieses contado, yo me hubiese asegurado que no te separaras de mí durante las reuniones, aunque hubiese tenido que atarte a una banqueta.- sacudió la cabeza, suspirando.- Agradece que esto no llegó a oídos de cierta persona, de lo contrario estaríamos ambos en un gran problema.
- ¿Ambos?
- Por supuesto.- se irguió ante la pregunta del elfo.- Soy tu hermano mayor, se supone que te enseño todo lo que sé, todo lo que es correcto y lo que no... ¿Qué crees que pensarían si todos supieran lo sucedido? No sería solamente tu reputación la que sufriría daños. Aunque yo soy un geijin establecido y eso me molestaría un poco, no me dañaría demasiado. En tu caso, podría ser fatal.
- Perdón.- fue lo único que el elfo pudo susurrar.
- Bien, ya está hecho... ¿Me dirás ahora qué fue lo que pasó?
- Pero... pero dijiste que Haldir te había contado...
- Sí, me dijo que uno de sus amigos estaba viéndose contigo, que te ocultó algo importante y que contó con su silencio para hacerlo. No fue muy claro que digamos, solo me dijo que se siente profundamente avergonzado y desea hablar contigo para disculparse.
- No deseo hablar con ninguno de los dos.
- ¿Tan grave fue? Espera, antes de que continuemos con esto, tranquilízame con respecto a una sola cosa... ¿Ustedes dos solo conversaban cuando se veían?
La implicación de esa pregunta, era más que evidente y ahora fue Legolas el avergonzado. Todo su proceder había hecho que incluso Baldor sospechara algo fuera de lugar.
- Solo hablamos.- dijo con firmeza.
- Bien. ¿Entonces... tan grave fue?
- Es que... yo pensé que era otra persona y luego descubrí que me había ocultado algo importante... Y Haldir, en lugar de decirme, lo ayudó a engañarme.
- Y eso tan importante... ¿Estás seguro que te lo ocultaron para engañarte?
- No te entiendo... ¿Por qué mas iban a hacerlo?
- Mira, no sé cómo son los elfos; pero los hombres somos bastante complicados. A veces, se ocultan cosas por distintas razones... Tal vez porque nos sentimos avergonzados de algo, o porque pensamos que si ese algo se sabe nos tratarán diferente... Puede haber muchas razones, y no siempre deben tener una mala intención detrás.
Esas palabras estaban haciendo pensar de nuevo al elfo. Haldir siempre había sido confiable, siempre se había preocupado por ellos, nunca hasta ese momento, había dado alguna razón para desconfiar de él. En cuanto al humano, Legolas recordó las serenas conversaciones que habían mantenido, y la clara sensación de que todo aquello era importante.
- ¿Me dirás que los elfos nunca mienten, nunca ocultan cosas?- continuó Baldor.- Tú, por ejemplo... Nunca me has hablado de tu vida antes de llegar a Minas Tirith. Supongo que no quieres recordarlo, o tal vez no puedes hablar de ello, pero no por eso guardas malas intenciones conmigo ¿Verdad?
Durante unos minutos, Legolas meditó en silencio las palabras de Baldor, porque estaban mas cercanas a la verdad de lo que el humano podía suponer. Tambien él tenía sus secretos, secretos tan profundos como los de Aragorn, y aunque él no podía hablar aunque quisiera, igual estaba ocultando cosas importantes. Quizás se había apresurado al juzgarlos.
- ¿Crees que debo hablar con él?
- Al menos con Haldir, creo que sí. Escucha lo que tiene que decir, y si no es convincente, entonces sí podrás darle la espalda con toda tranquilidad. Y de paso, me lo dices, no quisiera tener cerca a alguien capaz de engañar a su propia raza.
- Está bien... Hablaré con Haldir.- concedió Legolas.
- Perfecto, vamos.- Baldor se puso de pie, al instante.
- ¿Ahora?
- Claro, ahora. Estas cosas hay que arreglarlas rápido, cuanto antes, mejor. Y Haldir nos está esperando en su casa. No le aseguré que iríamos, pero dijo que igual esperaría.
- Espera, tengo que avisar dónde estaré... Y con quien. Ya no quiero más problemas.
Rápido, el elfo salió y regresó a los pocos segundos, listo para ir con Baldor.
(-0-) (-0-) (-0-)
Legolas abrió la puerta del salón donde se efectuaban las reuniones y entró. Baldor le había dicho que Haldir lo esperaría allí y mientras hablaban, él se quedaría en los jardines a esperar, de manera que confiadamente, pasó dentro.
El amplio salón parecía estar vacío.
- ¿Haldir...?
- No, Haldir no está aquí.
Legolas giró a toda velocidad al reconocer la voz, y empezó a enojarse de nuevo, al ver que otra vez lo habían engañado. De momento, olvidó con quien estaba allí.
- Así que una vez más estás usando engaños... Debo ser el elfo mas tonto de la Tierra Media. Dos veces consiguieron engañarme. Está muy bien que Haldir y tú sean amigos... Son exactamente iguales.
- Legolas, no negaré que esta vez sí te engañé para que vinieras...
- ¿En verdad?- preguntó, sarcástico.
- ¿Hubieses venido de saber que era yo quien esperaba? Necesito explicarte lo que pasó.
- No. Vine porque pensé que hablaría con Haldir, tú no estabas en mis planes.
- Pero tú si estás en los míos.
La frase cortó un poco el enojo del elfo, pero no cedió y se encaminó hacia la puerta. Aragorn se paró ante ella, obstruyéndola con su cuerpo.
- Déjame salir.- advirtió Legolas.
- Necesito que escuches... Nunca planeé mentirte... No te dije quien era porque no quería que me trataras como al monarca... No quería ser el rey Aragorn para tí... Solo quería ser Aragorn...
- Perfecto, lo conseguiste. Dejame salir, Aragorn.
- El primer día que te ví, en el jardín del Barrio ¿recuerdas? No me dí cuenta que no te lo había dicho... y luego, cuando te encontré aquí, el día de tu presentación... Tuve miedo de que cambiaras...
- ¿Acaso pensaste que te iba a tratar diferente solo porque eres el rey?- siseó el elfo, a medias ofendido por la suposición.
- Sí.- fue la sincera respuesta del humano.
Declarar todas esas cosas, le estaba costando mucho. Hablar de sus sentimientos siempre le costaba demasiado, y ahora se veía en la imperiosa necesidad de que le creyeran, que creyeran en lo que estaba diciendo.
- Es que eso siempre pasa...- comenzó a decir.- ¿No te diste cuenta lo que sucedió el día de la reunión? No, probablemente estabas demasiado enojado como para notarlo. Todos dejaron de hacer lo que estaban haciendo, dejaron de hablar y comenzaron a empeñarse en llamar mi atención. Hombres y mujeres solo ven en mí una oportunidad de acceder al poder... ¿Te das una idea lo difícil que es encontrar a alguien que realmente se preocupe en escuchar lo que yo tengo que decir?
El enfado de Legolas empezaba a remitir un poco ante las palabras del humano, pero no dejó que eso se viera y permaneció en silencio.
- Cuando estoy contigo, sé que estás escuchandome. Escuchándome a mí, no al rey... Por eso te conté cosas que ni siquiera Haldir sabe... y él es un buen amigo.
- El que te ayudó en todo esto.
- No por su voluntad.- admitío Aragorn.- Casi lo obligué a que no te dijera nada, él estaba completamente decidido a contártelo todo. Intentó aconsejarme...
- Y por lo que veo no tuvo éxito.
- Ninguno.
Por unos segundos, continuaron allí, ninguno miraba al otro, los dos con cierto temor a enfrentarse. Por fin, Legolas rompió el silencio.
- ¿Vas a dejarme salir?
Decepcionado, casi desesperado, Aragorn, asintió sin embargo y se movió de delante de la puerta. Pasó a un lado del elfo, y supo que se estaba movilizando hacia la salida. Evidentemente, se había equivocado de nuevo, pero había estado tan seguro...
- Maldición, de cualquier manera ya me detestas...- murmuró.
Legolas sintió que lo tomaban por el brazo y lo retenían, haciendolo girar. Lo siguiente, fue la firme pero cálida sensación de unos labios sobre los suyos y una tibia mano sosteniéndo su rostro.
Durante los primeros instantes, no reaccionó por la sorpresa; después se dejó llevar por la caricia que esa boca hacía sobre la suya, porque era tanto o más embriagante de lo que había imaginado y finalmente la razón eligió los instantes que siguieron para hacer su aparición.
Apoyó las manos sobre el pecho del hombre, lo tomó por las solapas, lo separó de sí y antes de meditar muy bien lo que hacía, lo arrojó contra una pared con toda la fuerza de sus brazos. Aragorn voló un par de metros y aterrizó muy malamente al pie de un muro luego de impactar con bastante violencia en él.
Sin aliento, sabiendo que debía estar enrojecido y con el corazón latiendo en su pecho con tanta fuerza que tenía miedo de que se sintiese desde afuera, el elfo giró para que el hombre no pudiese ver su turbación, para que no pudiera ver lo agitado que estaba.
- ¿Cómo... se te ocurre...?- fueron las primeras indignadas palabras que pudo pronunciar al tiempo que se volvía hacia Aragorn.
Tuvo una pequeña conmoción al ver que continuaba caído en el mismo sitio. No se movía y las palabras de Baldor resonaron en su mente una vez más: Un geijin nunca puede ponerse violento con un cliente.
"No solo con un cliente, con el rey... Dulces Valar, con el rey... Estoy arruinado por completo" fueron los primeros pensamientos del elfo, mientras esperaba que el humano se pusiera de pie y enfurecido arremetiera contra él. Era de esperar, después de todo, él lo había atacado.
Pero pasaron unos segundos y el hombre no se movía.
- ¿Aragorn...?- preguntó, temeroso antes de acercarse un par de pequeños pasos, pero no hubo respuesta. Llegó hasta él y se arrodilló a su lado. Vaciló un poco antes de palmear un poco la mejilla cubierta por una cuidada barba, pero al final dio un par de tímidos cachetitos. Sin resultados.
- ¿Y ahora que hago..?- miró alrededor y vio una de los tantos pedestales que adornaban la casa de Haldir. Una columna de mármol tallado que en general tenía en su cúspide, un amplio platón semihondo, lleno de agua y flores hermosas flotando en ella.
Sin pensarlo dos veces, fue hasta ella, y tomó el platón. Antes de meditar demasiado sobre la conveniencia de lo que iba a hacer, simplemente vació todo el contenido sobre el caído rey de Gondor.
Al contacto con el agua fría, aquél dio un repingo y recuperó el conocimiento resoplando. Todavía atontado por el encontronazo, levantó la vista hacia el elfo que todavía continuaba con el platon en las manos mirándolo desde lo alto.
- Yo ya me bañé.- declaró, al comprobar el rostro tenso que tenía enfrente, sabiendo de inmediato por qué estaba así, tratando de quitar importancia a lo sucedido.- ¿Me vas a seguir mojando?
Aliviado, Legolas, volvió a arrodillarse cerca para comprobar que de verdad estuviese bien.
- La culpa es tuya, humano. ¿Cómo crees que puedes acercarte...tocarme...así? Sin mi permiso.- cuidadosamente, evitó decir 'besarme así'.
- No sabía que necesitaba tu permiso para eso.- dijo Aragorn, acomodándose en el suelo y quitando un par de flores que oscilaban sobre su cabeza.
- Por supuesto que lo necesitas.
A pesar del tono frío y distante que estaba empleando, Legolas tenía que hacer serios esfuerzos para no sonreír ante la vista del hombre, que en esos momentos, lucía empapado y compungido.
- Lo siento, no lo vuelvo a hacer.
- Eso espero.- Legolas dejó a un lado el platón, sin poder decidir si ya debía marcharse.
- También siento lo anterior.- dijo Aragorn, completamente sincero ahora.- De verdad, Legolas, no lo hice con ánimo de engañarte, solo quería asegurarme que... siguieras tratándome igual que la primera vez que nos encontramos.
- Lo único que tenías que hacer, era pedirlo. Yo no necesito los favores del rey, así que puedes estar seguro que nuestro trato seguirá siendo el mismo.
Estaba a punto de deshacerse en disculpas para obtener su perdón si hacía falta, pero se quedó prendado de una frase. Antes de sentirse alegre antes de tiempo, prefirió asegurarse.
- ¿Nuestro trato 'seguirá' siendo el mismo...? Entonces... ¿Podré verte de nuevo?
Legolas se dio cuenta que una vez más su boca lo había traicionado actuando por su propia voluntad. Primero, respondiendo a ese beso robado, y luego dejando salir esas palabras donde quedaba más que claro que sí quería seguir viéndolo. Dominó con determinación el color que amenazaba con subirle al rostro.
- No puedo seguir viéndote a escondidas. Ya tuve problemas con Baldor por eso, y puede dañar mi reputación de manera irrevocable.
- No hay inconvenientes... Haré llegar las invitaciones para Baldor y para ti.
- Vas a arruinarte, Baldor tiene honorarios bastante altos.
- Ya lo sé. No importa, pagaré lo que sea para volver a hablar contigo. ¿Algo más?
Aragorn estaba tan contento por haber obtenido así el perdón del elfo, que hubiese hecho cualquier cosa que le pidieran. Solo que no imaginó lo que venía. Legolas se puso de pie, y muy seriamente lo miró desde arriba.
- No te prometo que siempre estaré disponible para ti.
Sabiendo que era parte de lo que merecía, asintió.
- ¿Tengo permiso para besarte de nuevo...?- preguntó suavemente, con la esperanza puesta en la respuesta que había sentido.
- No.
- ¿No??
- No.- confirmó Legolas.
- No.- dijo, como tratando de convencerse a sí mismo.
- No.- reafirmó el elfo, luchando con la sonrisa que se le escapaba al ver los asombrados ojos del monarca.Compuso un poco su aspecto y se encaminó hacia la salida.
- Pero... pero... Soy el rey...
- No creo que sea buena idea el que yo recuerde eso ahora.- la voz divertida de Legolas alivió un poco el corazón del rey.- Como dijiste, el rey es un salvaje maleducado y no quiero saber nada de él. En cuanto a Aragorn... probablemente tenga que hacer algunos méritos antes. Portarse bien.
- Me portaré bien, lo prometo.
- Veremos.- diciendo así, salió del salón, cerrando las pesadas puertas tras de sí.
Viendo a su elfo dorado desaparecer detrás de las puertas, Aragorn estuvo a punto de ponerse de pie y salir tras él, pero solo llegó a realizar la primera parte de su cometido.
Había prometido que iba a hacer las cosas bien y salir corriendo tras él, no era cumplir lo prometido. Sacudió la cabeza, tratando de aclarar sus ideas.
"Bien, yo quería que no me tratara como al soberano. Lo conseguí. Me aporreó como un costal viejo y acaba de marcar el límite de lo que puedo hacer con él..."
Con una sonrisa de satisfacción, se acarició levemente los labios. Todavía sentía la tersura de la boca que había besado, el sabor del beso continuaba con él pese a que había sido tan fugaz.
"Voy a conseguir ese permiso, Legolas... Me lo vas a dar."
Estornudó estrepitosamente y decidió que tenía que ir a cambiarse.
(-0-) (-0-) (-0-)
Legolas salió del salón y en cuanto cerró las puertas tras él, necesitó unos instantes para calmar los agitados latidos de su corazón. Todavía le ardían los labios por ese pequeño beso arrebatado en un instante de desesperación, y no es que hubiese sido brusco, todo lo contrario. Jamás hubiese podido pensar que un humano podía brindar tanta suavidad con apenas un roce.
Esperó a unos pocos pasos, anhelante, para saber si Aragorn iba a respetar su promesa y a aceptar el límite que le había puesto.
Cuando pasaron unos minutos sin que saliera, suspiró, aliviado y contento. Ahora tenía que ir a encontrar a Baldor.
Lo ubicó exactamente en el lugar donde le había dicho que esperaría, en los jardines; pero no estaba solo, Haldir estaba con él.
Ya al acercarse, se dio cuenta que la situación era tensa. Haldir estaba impidiendo que Baldor se dirigiera hacia la casa. En cuanto el joven vio a Legolas, pareció tranquilizarse un poco. Su furibunda mirada se posó ahora en el galadrim, pero Legolas lo detuvo antes que dijera nada.
- Todo está bien ahora, Baldor.
- ¿Estás seguro?- preguntó aquel, dudoso.- Este... elfo no me dejaba ir por tí, tenía temor que algo malo te hubiese pasado.
- Nada malo me pasó.
- ¿Algo malo le pasó a Aragorn, entonces?- aventuró Haldir, un tanto preocupado.- ¿Está bien?
- Un poco machucado, quizás pero sí. Está bien.- comentó Legolas, y a continuación, fijó sus ojos en Haldir, con un silencioso reproche por todo lo sucedido.
El galadrim aceptó la reconvención, esta vez sin desviar su vista, como si pudiese así prometerle que no volvería a hacer algo similar. Baldor miraba a ambos, esperando algún intercambio de palabras, pero luego de unos instantes, Legolas solo dijo:
- No vuelvas a hacerlo.
- Lo juro.
- Bien.
- ¿Eso es todo?- intervino Baldor que no entendía casi nada.
- Sí, eso es todo.- replicó Legolas, sonriendo.- Volvamos al Barrio.
- Claro que volveremos, pero vamos a mi casa y prepárate porque quiero saberlo absolutamente todo.- tomó el brazo a su 'hermano menor' para sacarlo de la casa de un Haldir que en cuanto los vio salir, se apresuró a verificar que su amigo estuviese bien.
(-0-) (-0-) (-0-)
Sentados a la mesa del salón de la casa de Baldor, Legolas hizo el relato de lo sucedido, y en una muestra de confianza que no había tenido con nadie mas que con sus hermanos, no ocultó nada de lo que refería a sus encuentros con Aragorn. Inclusive el asunto del beso.
A ese punto, Baldor lo miraba, sin saber muy bien cómo sentirse.
- ¿El rey te besó...?
Legolas asintió, levemente ruborizado, sin hablar.
- Y entonces lo aventaste a través de la habitación.- una vez más, la rubia cabeza asintió en silencio.- Dioses... Primero te encuentras a solas con un hombre, por más que sea el rey, no deja de estar mal... Luego, dejas que te bese... Y no conforme con eso, lo arrojaste contra un muro. Mi trabajo contigo es más deficiente de lo que pensé... ¿Hiciste alguna otra cosa por la que deba lamentarme?
- Le vacié un platón de agua encima... - comentó Legolas, inocentemente.- Es que estaba inconciente... Pero luego hablamos, y todo quedó bien, Baldor. No estaba enojado conmigo. Hasta me pidió permiso para volver a besarme.
- ¿Y qué le dijiste??
- Que no.
Baldor parpadeó, incrédulo.
- Le dijiste que no.- repitió y Legolas volvió a asentir.- Le dijiste que no al rey de Gondor.
Un nuevo asentimiento.
- ¿Te das cuenta que casi todos los geijin y absolutamente todas las geiko de Minas Tirith asesinarían por una oportunidad como esa? Y tú le dijiste que no al rey.
De repente, el rostro del joven humano cambió y se estiró en una sonrisa satisfecha que tranquilizó un poco a Legolas.
- Me equivoqué. Te estoy enseñando bien.
TBC...
N/A: Algo que me había quedado pendiente: los honorarios de las geiko, el pago, por decirlo fácil. Veamos, cuando las invitaban a los banquetes, o reuniones, las geikos confirmaban sus asistencias con mucho tiempo de anticipación. Las más solicitadas y con más prestigio podían acudir a varias reuniones en una misma noche porque cobraban por el tiempo que permanecían en cada una. Cuando llegaban, una persona especialmente encargada de eso, encendía una especie de incienso que duraba una x cantidad de tiempo, y lo apagaba cuando la geiko se retiraba.Así calculaban el tiempo que había permanecido en el banquete y lo que tendrían que pagarle. Luego se le informaba al cliente, que era el que pagaba la factura. De ese dinero, una parte correspondia a la casa de té que patrocinaba a la geiko, otra a la okiya, otra al sindicato donde se anotaban todas las geiko desde que eran aprendizas y lo que quedaba era para la geiko. No sé muy bien cuánto representaba en dinero, pero me parece que no les quedaba mucho para ellas, no? En fin, eso me dá la causa justa para lo que vendrá después.
Reviews:
PrinceLegolas: Bien, como verás, no le dura demasiado el enojo al elfito, porque ya se encargaron de recordarle que él tambien tiene sus secretos. Aragorn hará méritos, pero creo que cada hermanito tendrá que arreglarse solo... Y todavía no sé si Thandruil se murió o no... Éste fue un besito medio robado, pero por lo menos Aragorn se sentirá ilusionado, jeje. Un besote.
Kagome-black.: holis! Sí ta un poco decepcionado, pero no le dura mucho... aunque el reyecito tendrá que hacer buena letra para que lo dejen ir más lejos. Eso le pasa por no hacer caso, es un cabezotas y así le va. Haldir, cayó en la volteada, pero tambien lo perdonarán. Besito
Iona: Vaya que cada hermanito debe estar preguntándose porqué los meto en esos líos...Err... quiero decir, por qué les tocó ese destino...juas. No será fácil para ninguno, y habrá todavía algunos problemillas para todos... El elfo se lo tomó un poco a la tremenda, pero ya se le pasa, los dos tenían motivos. Uno para mentir un poquito y el otro para enojarse, por suerte ninguno demasiado grave. Haldircito parece destinado a ser el tercero en discordia, pero me parece que aquí no será. Leggy tambien se enojó con él, por hacerle de tapadera al rey... jeje. Nos vemos, un beso.
Vania: Sí... me quedó relargo el capítulo... Eso por los tres hermanitos, me alargan los capitulos y cuando miro la cantidad de hojas, me caigo de espaldas. Y empiezo a suprimir a lo loco... Juas! Silmatar, elfo traidor, pero yo ya había dicho que había cositas raras en Mirkwood cuando el rey le cuenta a Leggy que 'hay facciones formadas entre el pueblo...' Quienes están metidos en este lío, pues ya sabrás a medida que desenrrolle esta madeja. La elfita ayudará a su esposo a pesar de todo, snif. Ni parece prima de la bruja. Imrahil, pobechito, casi le hacen pupa. Y tengo su parejita pensada, pero la estoy preparando... El elfito resentido, ya se le estará pasando el entripado. Aragorn se encargará de que se le pase el enojo. Un montón de besitos.
Forfirith: Muchas gracias, dudé bastante antes de subirlo, tenía un día terrible cuando lo escribí y no me gustaba para nada ; -P Cada uno de los hermanitos tiene su propio problema, jeje... Todos la pasan mal. Ya ves que Leggy si habló con Aragorn, y el reyecito hizo algo más que hablar... total, perdido por perdido, al menos se animó, aunque lo sacudieron un poquito por atrevido : -) Oh! Locura compartida... qué bueno, somos muchas!! Un besazo.
Ali: Sí que les compliqué la vida, verdad? El elfo heredero ahora se encontró con que tiene que hacerse cargo de todo lo que no quería... ni yo me esperaba que el amante me resultara así, pero creo que me va a ayudar a enredar más las cosas. El asunto de Imrahil ya venía mal desde el principio... estos elfos hacen que a los hombres les salgan los peores instintos juas... Leggy se enojó, pero apenas un poquito, ya se reconcilian. Arwen aparece pronto... vaya, nunca creí que la extrañarían jeje. Gracias por tu mensajito, me levantó mucho el ánimo. Besitos.
Fedia: Uy... muchas gracias... Aprecio mucho lo que me dices, gracias otra vez . Ahora ya estoy entrando mejor en el slashito entre estos dos. Ya empezaran a entenderse, esta peleíta no dura, como podrás ver, aunque el elfito se haga un poco el difícil. Besitos.
Relley-chan: Hola!! Te estaba extrañando... sí, me quedó super largo este capítulo, en fin, al menos gustó. A ver... Elroy todavía está enganchado con ese elfo %$# , tengo que ver qué hago con él. Je, nadie quiere que mate a Thandruil, veremos que puedo hacer al respecto, tiene muchas admiradoras. Imrahil: Sip, el ratón de biblioteca está empezando a hacer cosas que en su vida había pensado hacer... Inclusive pegarse esa taja de cerveza... Ja, cuando escribí eso, pensaba en los jarros de cerveza que dan en Alemania, para el Oktoberfest... creo que tienen como litro y medio cada uno...Menuda borrachera. Brego suelto y peligroso. Legolas: Gion de la Tierra Media... Me gusta como suena. Aragorn y Haldir resultaron dentro de la misma bolsa. El elfito se enojó con los dos, pero ya recapacita, no sufras. El problema con los encuentros a solas es que tenían que ser cortitos, y así no se puede... ni siquiera un besito, así que había que blanquear el asunto. Y me encantan los reviewcitos largos... no te preocupes por eso. Muchos besitos : -)
Alym: Si... snif, le quité como tres o cuatro hojitas... es que sino iba a quedar kilométrico. Esta vez le tocó la china a los tres... No recuerdo quien dice por aquí "todos flotan..."... Así es. Imrahil tendrá su parejita, no te preocupes, que ya la estoy planeando. Así que crees que Elroy es el que la está llevando peor... y por ahora puede ser. Sin el papi elfo que lo acompañe, sin la esposita (porque él no quiere) y con ese %$# amante; que no sabe lo maloso que es. Una más para que Thandruil no muera, bue... veremos, jeje. Seguimos adelante con el delirio. Muchos besos.
Azalea: Era la hora de los hermanitos, les tocaba el capítulo. Además, necesito emparejar las historias, porque están un poquito desfasadas en el tiempo... Y más adelante necesitaré que corran parejas, jejeje. Brego no aceptó que le 'cortaran el rostro' (lo despreciaran) como decimos por aquí, pero con todo y resaca, Imrahil no iba a ser tan fácil. Se escapó por los pelos. Sí, el elfito jinete tendrá su pareja, para la próxima entrega. Una más pide por la vida de Thandruil, quien lo hubiera dicho? El padre elfo tenía sus admiradoras tambien. Sí, creo que esa es la palabra justa, Elroy está apasionado, pero enamorado... creo que no. Ja, ya ves lo que le pasó al reycito por andar ocultando cosas, le sacudieron las ideas. Juas. Un besote.
Ayesha: Buaahh... No me tienes que matar a mí, si yo no tengo la culpa. Un momento, yo escribo el fíc. Ooops, sí tengo la culpa. Bueno, Legolas estaba un poco desilusionado, y tiene su orgullo según podrás ver, aunque el reycito lo puede y el enojo no le dura demasiado. El elfo jinete tendrá su pareja, pero creo que no será Iorlas, jejeje. Y el amante de Elroy ES una cucaracha élfica, le hará la vida a cuadritos a la princesa consorte. La verdad, iba a slashear a todos, pero me pareció un poquito exagerado y en el sorteo le tocó ser 'el príncipe azul'. Literalmente. Espero que haya mejorado la resaca, un besote.
Monce: Hola!! Gracias por leer y dejar el mensajito, más vale tarde que nunca : -) No, los hermanos estan metidos en terribles líos y tendrán que salir de ellos por su cuenta, como puedan. O mejor dicho, como yo pueda sacarlos de ellos : -P Espero seguir viéndote por aquí...Muchos besitos.
