Título: El destino del árbol y el junco
Autor: abysm
Disclaimer: Los personajes son de JR Tolkien, por supuesto. Los tomé prestados un tiempito.
Advertencias: Esto será slash Aragorn/Legolas, definitivamente. Creo que será rating R en algunos capítulos.
Aclaraciones: AU. No hay Anillo ni Sauron. El fic estará ambientado en la tradición de las geishas. Algunas de esas costumbres van a estar alteradas para beneficio de la trama del fic. Intentaré aclarar las ideas erróneas, me encanta el mundo de las geishas y no quisiera ofender. Por eso, habrá algunos nombres japoneses (personajes secundarios, obvio y poquitos) y alguna que otra frase.
Aclaraciones2: Este capítulo contiene lemon, y valga la nota, el título no es solo por la larga espera de estos dos, sino de tods los que han leído hasta aquí. JE.
Capitulo 18
Tan esperado
Haldir casi arrastraba bajo su brazo el cuerpo quejumbroso de Aragorn, tal como lo había encontrado en la salita donde se había embriagado hasta perder el sentido.
Si debía ser sincero consigo mismo, lo que sentía en esos momentos; eran unas poderosas ganas de subir a la torre y arrojar desde allí a ese mortal idiota.
Pese a que Aragorn estaba haciendo un esfuerzo por mantenerse en pie, resbalaba en forma penosa debido a la velocidad con la que era remolcado. La luz de la mañana le dio de lleno e hizo un gesto de dolor ante el impiadoso aguijón que le perforó las sienes.
Igualmente, no tuvo mucho tiempo para quejarse. Las poderosas manos del galadrim lo tomaron por la parte de atrás de la chaqueta y le hundieron la cabeza en el agua fría de la fuente. Manoteó, jadeando desesperado intentando resistirse, pero en su estado actual, no podía hacer nada contra la fuerza de esos brazos.
Lo sacaron por unos instantes, y boqueó para tomar aire.
- ¿Ya estás despierto?- reclamó una voz demasiado alto para su gusto.- Evidentemente, no.
Esas palabras precedieron a una nueva sumergida en el agua helada. Esta vez sí despertó cuando las manos lo sostuvieron por la ropa, consiguió enfocar al elfo rubio y su mirada furiosa.
- ¡Haldir...! ¿Estás intentando asesinarme...?- jadeó, sofocado.
- No es mala idea.- dijo, tajante, dejándolo caer como un guiñapo.
- ¿Qué demonios te pasa?- preguntó Aragorn, desde el suelo.
Parecía que un ejército de orcos marchaba sobre su cabeza, y su último recuerdo coherente de la noche anterior era la discución con Legolas.
- Esa es la pregunta que yo iba a hacer. ¿Qué demonios le dijiste a Legolas?
- No es asunto tuyo.- replicó, levantándose y sentándose en el borde de la fuente.
- Sí lo es, porque estuve junto a Legolas intentando retrasar ese dichoso mizuage hasta que regresaras, y vi cada uno de sus esfuerzos por evitarlo, y tambien sé que hizo lo único honorable que podía cuando ya no le quedó otra salida.
- ¿Y que era eso tan honorable? ¿Acostarse con otro? ¿Permitir que otro lo tomara? Fantástico honor...
- ¡Por supuesto que es fantásticamente honorable, mortal idiota! ¡Hizo un juramento, debía cumplirlo aunque eso le acarreara estas consecuencias! No tienes ni idea del sentido del honor de un elfo como Legolas... Me niego a creer que lleves sangre Eldar y no puedas comprenderlo.
- ¿Y por un juramento tenía que hacerlo?
- Por supuesto que sí.- intentó sosegarse, no podían hablar si los dos perdían los estribos.- Le hiciste mucho daño anoche, Aragorn... Él cree que lo único que querías era oficiar su mizuage, y como ya no podrás hacerlo, lo estás desechando como una cosa deteriorada. ¿Es así?
- No es cierto.- el humano respiró hondo.- Pero no puedo evitarlo... no puedo evitar pensar en que ha estado con otro...
- ¿Y qué con eso?- preguntó Haldir, extrañado.
- ¿Como y qué?
- Sí, ¿Y qué? ¡Acaso ha perdido su valor por haber estado con otro? ¿Ha cambiado en algo? ¿Acaso ya no es el mismo Legolas estúpidamente enamorado de tí? Porque si piensas eso, tambien deberías ir pensando en dedicarte nuevamente a montaraz...
- ¿A qué te refieres?
- Lógico: si estás haciendo a un lado a Legolas porque otro lo ha tenido antes, - dijo, y utilizó deliberadamente la palabra 'tener' para dar más enfasis a lo que estaba diciendo.- entonces tambien deberías pensar en desechar esa corona, por empezar con algo... ¿Quien puede saber cuantos humanos la han tenido? Sin embargo no creo que le confieras menos valor por eso... ¿Me equivoco?
- No es lo mismo.- porfió Aragorn.- Legolas no es una cosa...
- Qué bueno que coincidimos en eso. Entonces sí debe haberse desvalorizado de alguna manera... Ya no es digno de que poses tus reales ojos en él.- replicó sarcástico.
- ¡Claro que no!
- Entonces, en nombre de todos los Valar... ¿Puedes decirme porqué es tan malditamente importante para tí no haber sido el primero?? Yo me empeñaría mucho más en ser el último que en ser el primero... Dicho sea de paso, Legolas debe estar intentando olvidar ese mizuage con todas sus fuerzas.
Las palabras tardaron un poco en entrar en el aturdido cerebro del soberano.
'Estúpidamente enamorado' había dicho Haldir.
Por supuesto que así era, él lo sentía en cada fibra de su ser cuando estaban juntos. Recordó la última noche que había hablado con Legolas antes de marcharse a Ithilien. Había sido el elfo el que había estado dispuesto a ceder a todos sus requerimientos aunque eso lo metiera en problemas. Y había sido él quien había dicho que tenían que hacer las cosas del modo correcto.
- Si no es tan importante ser el primero... ¿Entonces por qué me siento tan mal?- preguntó, completamente desolado y confundido.
- Porque eres demasiado posesivo... - Haldir resopló, rodando los ojos.- Demasiado celoso, y tambien estás estúpidamente enamorado de él... Y estás desilusionado, lo cual es comprensible... pero no justifica que lo hagas a un lado por eso, porque tambien Legolas está desilusionado... Además, si debes ser justo contigo mismo, ahora están en igualdad de condiciones.
- ¿Qué quieres decir?
- ¿Vas a decirme que él iba a ser tu primera experiencia en este campo?- la sonrisita burlona era por demás explícita.
Aragorn simplemente decidió no contestar a esa pregunta. Posesivo, celoso, desilusionado, enamorado... y por todo eso, le estaba haciendo daño a Legolas y a sí mismo, porque tenía que admitir que no quería estar sin él.
- Además, - continuó aguijoneando Haldir.- Estás asumiendo que Legolas disfrutó con lo sucedido, y eso, sí puedo asegurarte, sólo es producto de tu mente perturbada.
'No fue agradable... Yo no quería así... Yo solo quería contigo...'
El recuerdo de las palabras del elfo durante la conversación de la noche anterior, fueron una tortura extra en la mente de Aragorn. Así que eso era todo. Ni agradable, ni deseado. Y él estaba sintiéndose celoso de algo que no había sido ni agradable ni deseado. Ante esa revelación, tuvo muchos deseos de ahogarse por sí mismo en la fuente.
- Dulces Valar...- murmuró, ahora desesperado.- Lo hice de nuevo...Volví a arruinarlo...
Con un suspiro de alivio, Haldir se sentó a su lado.
- Yo diría que estás muy cerca de arruinarlo por completo, amigo mío. Aunque todo podría depender de lo que decidas hacer en los próximos días.
- ¿Qué más haré? Lo de siempre... Buscar la manera de disculparme. De nuevo.
Diciendo así, se levantó y salió casi corriendo rumbo al interior del palacio.
Dos días.
Dos días largos, lentos, que se arrastraron sin piedad, sin hacerse ni un ápice más llevaderos.
A pesar de toda la voluntad que Legolas ponía para no pensar en lo sucedido, cada una de las palabras de Aragorn parecían martillear en sus recuerdos. Una y otra vez se repetía que había hecho lo único que podía hacer, pero eso no servía como consuelo cuando recordaba lo que había perdido.
Esa mañana, fue a la escuela casi por costumbre. Por ser un geijin, ya no tenía que hacerlo todos los días, sino solamente cuando los maestros se lo indicaran, pero en esa ocasión, le sirvió para tratar de alejar los pensamientos pesarosos, aunque solo fuera por unas horas.
La okiya estaba en un revuelo cuando regresó y en cuanto traspasó el umbral, Fumio lo tomó por un brazo y lo llevó en andas hasta la sala principal, donde esperaba Tyra-san.
- Qué bueno que llegaste, Legolas. Ha sucedido algo inesperado.
"Por favor, más cosas inesperadas, no" rogó para sus adentros, el elfo.
- Ha llegado una invitación de palacio.- continuó la mujer.- El rey Elessar ha solicitado tu compañía para una reunión formal esta noche.
La expresión del rostro de Legolas no varió en absoluto, pero el corazón se detuvo en su pecho.
- Tengo compromisos asumidos para esta noche, Tyra-san.- fue lo único que consiguió decir, y hasta para él fue una frase estúpida.
- Ya nos estamos ocupando de eso, Legolas. Me interesaba hablar contigo por la importancia de esta invitación... Sabes que habíamos esperado que fuera Arwen la que recibiera estas invitaciones luego de que el rey celebrara su mizuage... pero eso no pasó. Ahora resulta que el rey te solicita a tí... - la mujer meneó la cabeza sin comprender.- Y es una gran responsabilidad porque representarás a nuestra okiya... Si no fuera porque la invitación te solicita especialmente, enviaría a un geijin con más experiencia.
- No hay otro geijin en nuestra okiya, Tyra-san.- se atrevió a decir el elfo.- Pero no te preocupes, no causaré una mala impresión.
- Bien. Solo quería asegurarme que entendieras la importancia del asunto. Ahora tendrás que empezar a prepararte, la invitación dice que un carruaje estará listo para tí en la entrada del Barrio.
Con un gesto, le indicó que podía retirarse, cosa que el elfo hizo en silencio mientras los pensamientos le revoloteaban locamente en la cabeza.
"Lo hizo... En realidad solo necesitaba un par de días... "
No quería hacerse ilusiones, no podría resistir otra desilusión, pero tampoco podía evitarlo. La sola idea le hacía una extraña presión en el estómago, como si tuviese un centenar de mariposas revoloteando dentro de él.
Hubiese querido ir a avisarle a Baldor, pero no era posible, el tiempo apremiaba, y si quería estar listo para cuando el carruaje llegara, tenía que apresurarse. Decidió que iría a ver a su hermano mayor en cuanto regresara.
Le extrañó un poco no ver a Arwen merodeando por los alrededores. No que la echara en falta, pero en general, prefería tenerla a la vista, y no encontrarse con sus manejos sin haber podido preveerlos. Cuando interrogó a Fumio, aquel le comentó que la elfa había tenido un par de días insoportables y de momento, ni siquiera estaba en la okiya, cosa que él agradeció en su interior.
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Aragorn paseó nervioso por el corredor mientras esperaba el arribo del carruaje. La reunión con un par de ministros había comenzado algo más de dos horas antes, pero eso estaba previsto. Había despachado rápidamente los asuntos que requerían su presencia, dejándolos para que se arreglaran sin él.
Cuando le avisaron que el carruaje había llegado, dio un rápido vistazo a su apariencia en uno de los tantísimos espejos que llenaban los pasillos del palacio y se preparó. El sonido de los pasos de su guardia le anunció que ya llegaban, aunque por supuesto no consiguiera oír los de su elfo.
"Mío." pensó. "No importa quien haya estado antes. Si él lo quiere, si una vez más puede perdonarme..."
No estaba preparado para la visión que desembocó en el extremo del corredor y por unos instantes, se quedó sin palabras.
Había dicho que la reunión era formal, por lo tanto, en la okiya habían elegido un traje sobrio, de colores serios e irónicamente, muy similar al que había usado la noche del mizuage. El haori y el hakama eran negros, y el keikogi gris. Había intrincados bordados en gris tanto en los bordes del haori como en el hakama. Ahora que ya era un geijin, el cabello rubio estaba sobriamente sujeto hacia atrás con una cinta negra.
Escoltado por el guardia, avanzaba a pasos medidos hasta que llegó junto al monarca.
Legolas no había podido quitar los ojos de Aragorn a medida que caminaba. Tenía un poco de temor por lo que podía hallar, ya que al encontrarlo, lo primero que había captado era el semblante neutro y adusto. Sin expresiones a flor de piel. Intentó no sentirse intranquilo por eso; él mismo solía poner ese rostro frío cuando no estaba muy seguro de lo que podía encontrar en el otro.
Y estaba tan elegante, vestido como si fuese a encontrar a un alto dignatario o algo similar. Con un asomo de sonrisa, recordó que eso podía ser lo adecuado, después de todo, él había sido un príncipe.
Al llegar frente a él hizo una respetuosa reverencia, y esperó a que él comenzara la conversación, como era lo debido.
- Déjanos.- dijo Aragorn al guardia, con autoridad y aquel se retiró al punto. Luego se volvió hacia él y entonces sí, su rostro mostró una pequeña sonrisa nerviosa.- Gracias por venir... Después de todas las idioteces que dije, temí que no aceptaras mi invitación.
- Llegó a mi okiya, Majestad, no hubiese podido rechazarla.- fue la ambigua respuesta del elfo. "Y no lo hubiese hecho aunque hubiese tenido que escaparme para venir".
Esa ambiguedad no pasó desapercibida para el rey, quien asintió intentando no ceder ante la posibilidad de que su invitación hubiese sido aceptada por obligación.
- Estás muy hermoso esta noche.
- Su Majestad informó que era una reunión formal. Me vistieron de acuerdo a eso... ¿Donde será la reunión?
Ni una palabra fuera del protocolo.
- Es una cena.- informó Aragorn girando y empezando a caminar. De acuerdo a lo normal en esos casos, Legolas lo siguió, ubicándose al costado izquierdo, dejando campo libre al brazo usado para el arma. Ambos se detuvieron junto a la puerta y el rey abrió, cediéndole el paso.
Eso no era lo establecido. El invitado entraba primero y luego el acompañante. Él era el acompañante, por lo tanto debía entrar después de Aragorn. Lo miró, confundido. El rey era asiduo a esas compañías, seguro que la modalidad no le era desconocida. Encontró la mirada anhelante de los ojos grises y el gesto amable que le indicaban que entrara.
Con un hondo suspiro, entró.
El recinto estaba solitario. No había otros invitados, solo el salón iluminado por las velas y la mesa de roble, inmensa, en cuyo extremo había preparados dos lugares.
Legolas se volvió hacia Aragorn, inquisitivo.
- Estoy intentando pedirte perdón por mi estúpida actuación de hace dos días, Legolas... Por supuesto, puedes irte si lo deseas, pero me haría muy feliz que me acompañaras a cenar.
Las palabras se atoraban en la boca del rey, sintiendo que el corazón le palpitaba demasiado fuerte en el pecho a la espera de la respuesta de su elfo. Si tan solo Legolas sintiese lo mismo que él...
Por supuesto, lo único que Legolas quería, era quedarse, pero aún así tenía que dejar algunas cosas en claro.
- Las cosas que dijiste... Me hicieron mucho daño.- musitó, clavando su mirada, intensamente azul en el rostro del rey.
Deseando hundirse en esos ojos, Aragorn se animó a llevar su mano hacia el rostro impasible que tenía a su alcance, y deslizar sus dedos por una mejilla suave.
- Perdóname...¿Qué puedo hacer, Legolas...? Solo soy un humano idiota... Soy celoso y posesivo... Algunas cosas hacen que me ponga peor... Pero estos dos días sin verte, han sido los peores de toda mi vida... Con o sin mizuage... Ahora sé que no puedo estar sin tí.
Demasiada información en una sola frase. El elfo intentó procesarla lo más rápido que pudo pero las palabras quedaron resonando en su mente. Como la respuesta tardaba en llegar, Aragorn, se animó a acercarse y la mano se deslizó hacia el cuello, para poder tener un completo acceso a los labios que en esos momentos ocupaban toda su atención.
Tenía plena conciencia que si el elfo seguía enojado con él, era probable que volviera a volar por el salón y esta vez aterrizando en algún lugar menos propicio que la primera ocasión; pero decidió arriesgarse. Y consiguió posar su boca sobre la del elfo, volver a sentir el roce delicado y el aliento fresco. Antes de poder plantearse otra cosa, estaba devorando esos labios que no solo no se opusieron sino que colaboraron con verdadero entusiasmo, abriéndose, permitiendole tomar sitio en aquel lugar que había extrañado tanto en las últimas horas.
Sabiendo que eso era todo lo que había esperado desde aquella noche horrible, Legolas solo se aplicó a permitir el beso. Algo en su interior le decía que hubiese tenido que hacerse rogar un poco más, pero supo que no tendría las fuerzas suficientes como para repetir aquella danza de tira y afloja antes de permitirle su primer beso.
Así que decidió ignorar por completo esa molesta voz interior. Además, Aragorn era avasallante, había cierta rudeza y ternura mezclada en su beso y eso era algo que siempre conseguía romper todas las resistencias del elfo.
Al cabo de unos segundos, se dio cuenta que su cuerpo se había amoldado a la perfección al del rey, los dos tan juntos, tan encerrados en el pequeño universo que eran los brazos del otro, que era como si todo el resto del mundo hubiese dejado de existir. Pese a la extraordinaria comodidad de esa postura, Aragorn se obligó a soltarlo y sonrió.
- Al menos, esta vez no me aventaste del otro lado del salón...
- No vuelvas a hacerlo.- advirtió Legolas, en un susurro.- No vuelvas a lastimarme así.
Conciente de la enormidad de su suerte, Aragorn asintió.
- Lo prometo... Nunca más. ¿Cenarás conmigo?
- ¿No vendrá nadie más?
- Nadie más. Solo nosotros dos.
Ilusionado por tener por fin un momento a solas con el hombre Legolas sonrió tambien y asintió.
- Cenemos, entonces.
- Permíteme esto.- el hombre puso gentilmente las manos sobre los hombros del elfo y lo libró del haori, dejándolo a un lado. Ante el asombro que provocó esa actitud, explicó.- Esta noche, tú no eres mi acompañante. Eres mi invitado.
Lo escoltó hasta el lugar que le había asignado a la derecha de la mesa y luego tomó lugar en la cabecera de la mesa.
Había toda clase de platos, el humano fue quitando las cubiertas de plata y descubriendo las exquisiteces que había mandado a preparar para la ocasión. Sabía que las carnes rojas no eran del gusto del elfo, pero había otras cosas que podía ofrecerle y para ello había importunado a su cocinero durante toda la tarde.
- Esto es especialmente preparado para tí, amor...- quitó la cubierta y el aroma se expandió en el aire.
- ¿Qué es esto?- preguntó Legolas, mirando los extraños animales que habían en medio de la fuente y dudando seriamente si eso era comestible.
- Langostinos mar... er...bueno, langostinos, acompañados con ensalada de maiz tostado, tomate fresco, cebolla morada... y... bueno, el cocinero me dijo algo más pero no lo recuerdo... Creo que son estas hojitas verdes...
- ¿Hojas verdes? ¿Planeas servirme en tu cena?
La mirada de Aragorn fue tan evidente, que el elfo sintió un repentino calor subiendole al rostro.
- No para la cena... Para el postre quizás.
- Cilantro.- dijo un ruborizado Legolas volviendo la vista al plato.
- ¿Cómo...?
- Las... hojitas... Son de cilantro...
Sonriendo todavía, Aragorn sirvió el vino color ambar en las altas copas de cristal.
Si no hubiese sido por el exhaustivo entrenamiento que Baldor le había dado sobre las costumbres a seguir en la mesa de los mortales, el elfo hubiese tenido un pequeño contratiempo para comer ese plato, pero con absoluto desenvolvimiento, como si lo hubiese hecho infinidad de veces, empuño los utensilios.
Durante unos minutos, no se animaron a hablar, entonces Legolas apeló al entrenamiento conseguido en aquellas noches de diversas reuniones para quebrar el silencio.
- Espero que Faramir esté mejor.- deseó el elfo, en verdad preocupado por ese humano divertido y animoso que había conocido durante las celebraciones.- ¿Fue tan grave?
- Muy grave. Tuve miedo de no poder hacer nada por él... realmente hicieron un gran trabajo con él.
- Y no fue una enfermedad.
- No. No pude reconocer qué clase de veneno usaron con él, pero fue poderoso y devastador. Estuvieron muy cerca de conseguirlo.- la mano de Legolas se cerró sobre la suya, en un gesto de apoyo.
Luego de eso, la conversación se encausó hacia otros temas, hacia el lugar hermoso y florido que era Emyn Arnen y que el príncipe de Ithilien había mejorado durante sus años de gobierno. Tan bien describió las maravillas del lugar, que Legolas sintió muchos deseos de conocerlo.
Un par de sirvientes entraron cuando Aragorn hizo sonar una campanilla, y con rapidez y eficiencia quitaron algunas cosas y dejaron el postre.
El deleite del elfo por los dulces le iluminó el rostro por unos segundos. A diferencia de la vez anterior, no preguntó qué era, sino que se dedicó a saborearlo.
- No... mejor no sirvas más.- dijo, poniendo su mano sobre el borde de la copa e impidiendo que Aragorn volviese a llenarla.- No estoy del todo acostumbrado, y no querrás embriagarme... ¿Verdad?
- De ninguna manera... - juzgando que ya había ganado suficiente al obtener una vez más el perdón de Legolas, asintió de forma casi imperceptible.- Además, ya deberías regresar a tu okiya.
- ¿Ya..?- preguntó Legolas, desencantado, pero entonces decidió que no iba a irse de ahí todavía.- ¿En realidad quieres que me vaya?
Aragorn se puso de pie y se encaminó hacia una de las puertas laterales del salón.
- No. Había preparado algo más para esta noche... Eso, claro, si tienes el valor para cruzar esa puerta conmigo.
El elfo se movilizó hacia él, hasta llegar a su lado. No había ningún matiz beligerante en su voz, sino algo mas bien similar a un cierto tono burlón.
- ¿Crees que no tengo valor suficiente para enfrentar cualquier cosa que hayas puesto detrás de esa puerta?
- Oh, yo sé que eres un elfo valeroso... pero siempre se puede tener un momento de vacilación...
- Ya tuve mi momento de vacilación y cobardía hace algunos días, así que estoy preparado.
Los dos supieron a qué se refería sin hacer mención al suceso en especial, como tambien que la afirmación, 'estoy preparado' era absolutamente cierta.
- Como quieras. - y le tendió la mano para entrar juntos.
La habitación contigua estaba en semi penumbras. Con un gesto de cierta incredulidad, Legolas vio que aunque el mobiliario era distinto, conocía bastante bien la disposición de cada mueble. Una mesa con un par de copas a un lado, la alfombra mullida y espesa, y más lejos, el lecho, cercano al hogar encendido. La atmósfera era cálida, serena.
- ¿De qué se trata esto, Aragorn...?
- De tu mizuage, amor.- antes que el elfo pudiese decir algo más, lo envolvió en sus brazos.- Y de lo que borrará todo el mal recuerdo de lo sucedido... Si me lo permites.
Por unos instantes, Legolas se quedó sin aire, lo último que hubiese querido esa noche, era que le recordaran aquello. Si Aragorn lo quería, tendría que quererlo así.
- No se puede deshacer lo hecho.
- No quiero deshacer lo hecho... Quiero reescribir una experiencia mejor sobre eso. Y quiero que lo hagamos juntos.
Sin deshacerse por completo del contacto, lo llevó hasta la mesa, donde además de las copas, había otras cosas que Legolas reconoció al punto. Una copa ritual del mizuage y un cuenco pequeño con unos pastelitos en él.
Sin quitar los ojos de encima de su elfo, Aragorn tomó uno de los 'ekubo' que había encargado al mismo lugar donde Legolas había hecho los suyos, y lo mordió lentamente. Luego, con un gesto suave, ofreció la parte restante a Legolas que vaciló apenas antes de acercarse al pastelito y tomarlo directamente con su boca. El trozo era tan pequeño, que sin proponérselo, sus labios rozaron con sensualidad los dedos de Aragorn.
Luego el humano sirvió el licor en la copa baja y bebió un sorbo, tendiéndola hacia el elfo, que esta vez, con total conocimiento, aferró la copa y la mano del hombre con la suya, mientras bebía en una repetición casi exacta de la ceremonia de su mizuage.
Cuando abandonaron la copa en la mesa, ya no hubo mas indecisiones para ninguno de los dos.
Aragorn depositó besos leves como plumas en los labios entreabiertos y ansiosos del elfo y deslizó sus labios hacia el cuello, enterrando su rostro en el cálido hueco detrás de la oreja, luego se alejó un poco y giró hasta quedar a espaldas de Legolas.
Aquel sabía muy bien lo que seguía, era parte del ritual para despojarlo de sus ropas, y ese hecho, que algunos días atrás solo le había producido un intenso deseo de correr, ahora solo lo llenaba de ansiedad. Las manos del rey hicieron a un lado el cabello y sintió sus labios recorriendo la curva del cuello esta vez desde atrás. Un poco después, las manos descendieron hasta la cintura y avanzaron hacia adelante, tal como lo había hecho el Mayoral y deshicieron el nudo del obi, que cayó al suelo.
Tambien Aragorn tenía práctica en eso, porque los lacitos que aseguraban los cruces del keikogi fueron desarmados en segundos y la prenda se deslizó por los hombros del elfo ayudado por las manos oficiosas del hombre para quedar junto al obi. Cuando Aragorn lo sujetó, oprimiéndolo contra su cuerpo, el contacto, esperado hizo que el elfo soltara un pequeño suspiro y recargara su cuerpo hacia atrás. Apoyó la cabeza en el hombro del hombre al tiempo que las manos viajaban por su tórax, desde su abdomen hasta el pecho firme.
No era ni siquera parecido a lo que había pasado antes, porque ahora, Legolas ansiaba seguir. Quería ser besado de nuevo, lo necesitaba por lo que giró hasta quedar de frente a Aragorn.
- Bésame de nuevo...- pidió y claro que el hombre no necesitó mayor invitación.
Mientras lo besaba, lo conducía hacia el lecho y al llegar, lo depositó casi con delicadeza. Legolas vio cómo el rey, ahora solo el hombre que amaba, se arrodillaba frente a él para quitarle las botas, una por una, y luego deslizaba sus manos a través de la tela del hakama hasta llegar a los lazos que la aseguraban.
Sentado al borde de la cama, con Aragorn arrodillado entre sus piernas, Legolas veía los dedos morenos desarmando los lazos, mientras sus propias manos impacientes lo ayudaban en la tarea. No podía creer que estuviese haciendo eso pero una parte de su mente registró el hecho que mientras que en su mizuage cada capa de ropa era una protección, ahora, cada prenda era un estorbo que le impedía sentir el tacto de Aragorn sobre su piel. Tacto que anhelaba de una manera casi dolorosa.
Desapareció el hakama junto con la ropa interior y Aragorn se irguió frente a él para enfrentar la visión de su elfo, con el rostro levemente arrebatado, los labios exhalaban su respiración anhelante, y los ojos azules que no dejaban de mirarlo.
Se suponía que era como su mizuage... Pero no se podía deshacer lo hecho, y de aquella noche, Legolas había aprendido algunas cosas. Pocas, pero inevitables. Y no se puede desaprender lo aprendido. Tomó el rostro de Aragorn y se inclinó hacia él,para besarle, para ofrecerle sus labios y al mismo tiempo, dejar que sus manos viajaran a través de los hombros fuertes y desembocaran en la abotonadura de la ropa del rey. Uno a uno, se deshizo del obstáculo de los botones y luego deslizó la prenda, para descubrir, no sin cierta frustración que debajo había una camisa blanca, hermosa pero molesta. Poco dispuesto a luchar de nuevo con botones, hizo correr los dedos por los flancos de ese cuerpo atlético y musculos hasta las caderas, tiró de los bordes hasta que la liberó.
Mientras Aragorn hundía su rostro en su cuello, mordiendo con suavidad la delicada piel de esa zona, Legolas levantó la camisa dejando que las yemas de sus dedos reconocieran los contornos del pecho. Siguió subiéndola, hasta que el hombre tuvo que levantar sus brazos para que la prenda saliese por sobre su cabeza. Ofensiva e inútil, la pieza de tela fue desechada a un costado.
Aragorn se elevó un poco, y gentilmente, colocando sus manos sobre los hombros del elfo, lo reclinó con suavidad en el lecho, manteniéndose suspendido sobre sus manos y rodillas, mientras sus bocas volvían a buscarse con tanta avidez como si nunca se hubiesen conocido.
Cuando por fin el humano liberó sus labios, Legolas dejó que su vista recorriera el amplio pecho con una pequeña mata de vello castaño en medio, el vientre, tan tentador, tan firme que apenas pudo contener los deseos de deslizar su boca a través de él. Se contentaba por el momento, con dejar que sus manos reconocieran los brazos fuertes como columnas que tenía a su alcance.
Con el cuerpo del elfo entre sus brazos y piernas, Aragorn solo podía contemplar la belleza que tenía a su disposición, y en un último segundo de cordura envió un pensamiento de gratitud hacia su amigo Haldir por haberlo hecho entrar en razones. Si no hubiese sido por él, ese ser maravilloso no hubiese estado con él, amándolo de esa forma. Apoyando su peso sobre sus rodillas, dejó que sus manos viajaran hacia las estrechas caderas, acariciando, aquellas se metieron dentro del 'hadajuban', única prenda que Legolas mantenía sobre su piel y se deslizaron por dentro hasta alcanzar los ya semiendurecidos pezones.Sus uñas trazaron círculos enloquecedores alrededor de uno de ellos y luego sobre el otro, hasta que sintió un gemido suave proveniente de su compañero.
- ¿Podemos... quitar esto...?- preguntó Aragorn y nunca supo que tan parecidas fueron sus palabras a las que había usado el Mayoral.
- Sí...- fue la respuesta casi inmediata y pronto, la prenda se deslizó sobre su rostro y salió disparada hacia algún rincón.
Ahora sin que nada pudiese entorpecer su visión, Aragorn contempló la figura que tenía a su alcance, con arrobamiento absoluto.
Legolas era simplemente perfecto. No había mácula en la piel alabastrina, la silueta delgada y flexible de músculos marcados suavemente. Debido a las tiernas caricias proporcionadas por él, los pezones rosados resaltaban en el pecho, y el leve hundimiento del ombligo era una cavidad oscura que invitaba a que posara sus labios en él. Las cintura delgada, y las piernas tan perfectas como el resto del cuerpo. Hasta los pies, hermosos y aristocráticos eran deseables.
El elfo había cerrado los ojos por un instante, para sentir con plenitud cada contacto, y el tenue rubor que afloraba en sus mejillas era el marco perfecto para los labios entreabiertos y húmedos.
- Eres tan hermoso...- susurró el mortal luchando desesperadamente con el deseo de sentir al elfo gimiendo bajo su cuerpo, pero estaba decidido a ir a la velocidad adecuada.
Ante esas palabras, Legolas lo enfocó y decidió arrojar atrás su inexperiencia y tomar lo que tenía frente a sí, lo que había anhelado tanto tiempo. Se izó apenas sobre sus codos, y ese gesto hizo que el humano retrocediera un poco, dejándole espacio para que pudiese sentarse.
Ahora, el precioso rostro élfico había quedado justo a la altura de la necesitada entrepierna del rey, y eso, no podía disimularlo ni siquiera la ropa que todavía cubría esa parte de la antomía de Aragorn. Tentativamente, con algo de timidez, Legolas hizo que sus manos recorrieran toda la longitud de los muslos poderosos y los dedos largos y blancos engancharon el borde de los pantalones, los abrieron y empezaron a bajarlos.
Muy despacio, Aragorn sentía que su última prenda era removida, y trataba de controlar su respiración, si bien no podía controlar ninguna otra parte de su cuerpo. Al mirar hacia abajo, la rubia cabeza, los labios entreabiertos tan cerca de él estuvieron a punto de jugarle una muy mala pasada. Apartó la vista y apretó fuertemente los puños para resistir mientras su pantalón seguía descendiendo un poco más.
Ante la golosa vista de Legolas, el vientre plano, tentador y moreno parecía temblar y sus manos fueron hacia atrás, para librar la tela de las nalgas redondas, firmes. No se privó del placer de hacer correr muy levemente sus dedos por esa tersura. Los oscuros vellos rizados aparecieron pronto, y pronto tambien saltó ante su vista que todas sus maniobras agradaban profundamente al rey.
No podía terminar de quitar la prenda si Aragorn continuaba de rodillas, pero de pronto lo asaltó un deseo irrefrenable de posar sus labios en aquella parte húmeda y erguida. Un beso tenue, fue casi solamente echar su aliento caliente sobre ese lugar, para que aquel diera un brinco y todo el cuerpo de Aragorn se tensara al límite.
Aún sin saber muy bien qué hacer, Legolas se preparaba para tomar ese bocado por completo, cuando las manos del rey separaron su rostro de allí, haciendo que elevara sus ojos.
- Elbereth, Legolas...- jadeó el humano.- ¿Acaso quieres volverme loco...?
Y el elfo solo pudo sonreír. Nunca habría podido imaginar que la intimidad con alguien podía ser además de tan caliente, tan divertida; porque sí era divertido saber que podía causar esos estremecimientos en Aragorn.
Aquel consiguió reunir algo de coordinación para quitarse esa última prenda, entonces lanzó una mirada llena de ansia al elfo, y con un movimiento ágil y casi felino, avanzó de nuevo sobre él atrapando su boca con pasión casi salvaje. Lo cubrió con su cuerpo y por un instante tuvo cierto temor que su peso fuese demasiado, pero al segundo siguiente recordó que ese elfo era incluso mas fuerte que él.
Al sentir el contacto, un gemido escapó del control de Legolas. No solamente el roce del velludo pecho de Aragorn contra el suyo, sino el de su punzante erección contra la propia, y las piernas enroscándose en las suyas hicieron que abriera los ojos para enfocarlos directamente sobre el rostro del humano que esperaba su reacción.
- No tengas temor, hermoso mío... Tendré cuidado...- murmuró Aragorn.
- No tengo temor.- fue la respuesta, suave pero segura.
- Ahora... seré yo quien se divierta...
Y el humano decidió a dedicarse por completo a adorar esas formas que tanto había anhelado y comenzó un lento recorrido con su boca comenzando en los labios del elfo, a través de la perfecta curva del cuello hasta el pecho, donde sus dientes tironearon con delicadeza los pezones una y otra vez, primero de uno, luego de otro.
- Aahh...Ar... Arag...- ni siquiera eran frases completas sino solo tenues gemidos los que llegaron como respuesta a esas atenciones.
El recorrido siguió hasta el ombligo y Aragorn dedicó bastante tiempo a lamer el oscuro orificio mientras sus manos viajaban a traves de las caderas. Descendió aun más hasta encontrar que tambien su elfo estaba ansioso y lo demostraba de forma evidente. Necesitaba acomodarse en una mejor posición, de modo que tentativamente metió una mano entre las piernas del elfo, para separarlas.
El contacto tibio en el interior de sus muslos, hizo que Legolas se tensara apenas un poco e irguiera el rostro. Al constatar que era Aragorn el que estaba ahí, volvió a dejarse caer hacia atrás y sumisamente dejó que se situara entre sus piernas. Aquella aceptación, casi acaba con el control del humano que consiguió mantenerlo a muy duras penas.
Además, había mucho por disfrutar todavía. La sonrosada cabeza del pene de Legolas brillaba, humedecida por sus primeras muestras de excitación, y Aragorn acercó sus labios a ese sitio haciendo vengativamente, lo mismo que su elfo había echo con él: exhaló su tibio aliento en ese preciso lugar.
- ¡Aragorn...!- fue el grito ahogado.
El contacto hizo que el elfo se arqueara de forma incontenible y lanzara un profundo gemido, que fue seguido por otros igual de intensos cuando la boca del humano se apoderó de su miembro y comenzó a succionarlo.
Despacio, suave por momentos y fuerte, con ritmo después, haciendo vibrar todo el cuerpo élfico acompañando los movimientos, deseando plegarse a esas ondas calientes que corrían a lo largo de toda su piel.
Incapaz de controlar la intensidad de las sensaciones que lo bombardeaban, Legolas ya no pensaba en nada que no fuese el placer que lo recorría. La boca caliente que lo aprisionaba se alejó.
- Por favor... por favor...- gemía desesperado, al sentir que lo abandonaban así.
- Dime, hermoso mío... Dime qué quieres...- acicateó el humano, besando el sedoso interior de los muslos blancos. Besitos leves, prometedores... y el enloquecedor roce de la barba contra la piel...
- Yo...- el elfo se mordió los labios para no ceder.
- Dímelo...
Era un terrible placer brindar esa ardiente tortura, escuchar los gemidos dulces que no se animaban a poner en palabras lo que él tanto quería seguir haciendo.
- No... te det...engas...- rogó.
La entrecortada frase fue acallada al segundo siguiente, porque le habían elevado las caderas y ahora la lengua húmeda y juguetona se dirigía más al sur. Su entrada palpitaba de expectación y la caricia en los alrededores casi lo llevó al límite.
Viendo que si seguía, el elfo estallaría, Aragorn se retiró por unos segundos, buscando tambien un poco de sosiego para sí mismo.
Pero Legolas no estaba tan dispuesto a detenerse, ni a resignar tan fácilmente su orgullo ligeramente herido al haber dejado escapar esa súplica.
Cuando el humano sintió que un par de manos lo sostenían por los brazos, y con rapidez y fuerza invertían las posiciones, recordó peregrinamente que Legolas lo había hecho volar varios metros cuando se había atrevido a besarlo 'sin permiso'.
Ahora, la mirada un tanto asombrada, pero sin duda excitada por el cambio, de Aragorn encontró sobre sí el rostro encandilado del elfo. El cabello rubio caía como una cascada, libre, sedoso y cuando aquel se inclinó para besarlo, el mundo se tornó dorado y azul para el humano que quedó atrapado en ese universo del cual no quería salir.
Había inexperiencia en las suaves caricias que su elfo le estaba prodigando, pero eso era doblemente placentero para Aragorn. Le brindaba placer y le demostraba que Legolas se sentía tan a gusto como él con lo que estaba sucediendo.
Ahora le tocaba a él sufrir ese tormento que había sido tan generoso en prodigar. Unos labios increíblemente suaves recorrieron su cuello, delinearon la línea de la clavícula y unos dientes juguetones intentaron atrapar su nuez, la cual subía y bajaba cada vez que él tragaba para resistir.
La risita de Legolas al no conseguir su objetivo, fue deliciosa.
- Elfo... travieso...- rezongó Aragorn, en un suspiro que se cortó en seco cuando los dientes oprimieron apenas uno de sus duros pezones.
- Humano peludo...- ronroneó el elfo, dando pequeños tironcitos en el vello del pecho antes de dedicarse al otro pezón.
Y luego su boca siguió recorriendo, bajando y bajando. Hasta que llegó exactamente al lugar donde le habían impedido llegar antes. Se animó a tomarlo con su mano, muy despacio, sintiendo cómo pulsaba bajo su tacto, como se humedecía más todavía. Tocándolo, con todo su deseo, con toda su inexperiencia a cuestas, pero sin resignarse a dejarlo antes que le suplicara como él mismo había hecho minutos antes.
- Legolas... no... no voy a re... a resistir...
- Mmm... qué pena...
Preguntándose si podría repetir lo que Aragorn había hecho con él, el elfo lo liberó de su mano, pero acercó sus labios y aplicó un suave beso en la punta, ocasionando un estremecimiento tan fuerte que casi se sobresaltó. Ahora seguro que iba por buen camino, dejó que su lengua jugueteara un poco allí antes de recorrerlo en toda su longitud. Notaba la tensión que estaba creando y que se acrecentó cuando lo tomó por completo en su boca. Apenas un par de succiones y lo soltó.
- ¡Ah! ¿Qué te propones...?- preguntó desesperado, levantando la cabeza.
La mirada cándida lo enfocó entre sus piernas levemente encogidas.
- Dime que es lo que deseas...
Conciente que estaba recibiendo su merecido, Aragorn se dejó caer hacia atrás y para resistir, se dedicó a recitar entre dientes toda su genealogía, mientras la juguetona lengua del elfo lo atormentaba. Qué demonios, no tenía orgullo ni nada que se le pareciera en esos momentos.
- Deseo... deseo que sigas... por favor...- su propia voz, ronca, extraña y desconocida.
Durante algunos segundos, solo sus ahogados gemidos llenaron la habitación. No, no tenía que detenerlo antes que todo terminara y él tenía otros planes todavía. Reuniendo la poca razón que le quedaba, consiguió maniobrar sus manos y separar amorosamente al elfo que seguía tratándolo como si de una golosina se tratase.
Pensó que Legolas se resistiría a encontrarse debajo nuevamente, pero no fue así. Aquel solo rodeó su cuello con sus brazos, haciendo que el contacto entre ellos fuese pleno una vez más mientras que no cesaba de acariciarlo. Esa aceptación, terminó por decidir a Aragorn que ya necesitaba poseerlo con urgencia.
Tal como en otros mizuage, el pequeño cuenco con el aceite estaba a un borde de la cama y él aprovechó esos segundos para lubricar sus dedos. Luego, resuelto a ir hasta el final, volvió al ataque.
Con cuidado, sus dedos acariciaron la entrada del elfo e introdujo uno de ellos muy suavemente sin perder de vista las reacciones en el rostro de su amado. Apenas un gesto de contracción en la mandíbula. Masajeó el interior aterciopelado, expandiéndolo y cuando introdujo el segundo, Legolas jadeó y se mordió el labio inferior para evitar un nuevo gemido. Unos pequeños movimientos de tijera en su interior, preparándolo para un tercero.
Ya no podía seguir aguantando más. Aragorn había se contenido todo lo humanamente posible, pero estaba llegando al límite de su resistencia. Retiró sus dedos y se ubicó. Casi de inmediato, Legolas empujó con sus caderas, buscandolo con deseo. Untando un poco más de aceite en su endurecida carne, Aragorn lo penetró muy despacio pero eso no evitó el pequeño gesto de dolor. Conciente de ello, el hombre se quedó quieto un segundo y tomó en sus manos el pene palpitante del elfo,masajeándolo hasta que el gesto se desvaneció. Solo entonces empujó de nuevo hasta ser engullido por un interior apretado y caliente.
Nada hubiese podido evitar el súbito ardor que se encendió en la región sur de su cuerpo, y Legolas lo sabía. Aunque no hubiese visto mucho del Mayoral, a primera vista había notado que Aragorn era mas grande y aunque eso le había causado un poco de inquietud al principio, la dulce preparación y la atención amorosa que le habían brindado lo habían hecho sentir seguro. Seguro que si el dolor era demasiado y él le pedía que se detuviera, Aragorn se detendría. Solo que no deseó en ningún momento detener nada, ni siquiera por ese pequeño aguijón.
Las manos blancas buscaron y encontraron sus brazos, en realidad, Legolas buscaba cualquier parte de Aragorn que pudiese tocar, que pudiese aferrar. Se sentía invadido por completo, todo su ser palpitaba en la parte inferior de su cuerpo y anhelaba más, aunque no tuviese idea de qué más podía darle Aragorn, si ya estaba hundido por completo en él.
Y entonces, como adivinando sus deseos, el hombre se movió, se retiró casi por completo y volvió a hundirse en su cuerpo, haciendo contacto con su centro interno, provocando una violenta oleada de placer que se disparó con la velocidad de un relámpago.
Los movimientos se volvieron más largos, sinuosos, y ahora ambos gemían al unísono, las manos acariciaban hombros, brazos, espaldas. Una y otra vez se unieron los labios, explorando uno al otro, mordiendo con anhelo, con frenesí.
- Legolas... Legolas...
Era tan placentero oír su nombre en los labios amados, que el elfo solo podía aferrarse a la espalda morena, hundir sus dedos febriles en la piel que ondulaba cada vez que arremetían contra él y dejarse arrastrar.
El ritmo crecía sin cesar hasta que el climax los arrolló y Legolas se liberó entre los dos cuerpos con un gemido profundo, incontenible. Segundos después, la emisión caliente de Aragorn lo llenó por completo.
Ambos yacieron, sudorosos, jadeantes, uno en brazos del otro, todavía temblando por la excitación que lentamente se retiraba. Con cuidado para no causar ninguna molestia a su amor, Aragorn salió del cuerpo del elfo y se ubicó a un costado, arrastrándolo dentro de su abrazo. Pero seguía acariciándolo, sus manos nunca lo abandonaban.
Abrigado allí, Legolas se mantuvo quieto, esperando que Aragorn hiciera algun gesto, mientras dejaba que las luces que se habían encendido por todos lados, se apagaran de a poco. Y no podía dejar de comparar lo sucedido en ese momento con lo sucedido en su mizuage.
Aquello había sido tan irreal, tan forzado y aunque no había sido violento, no había dejado de ser antinatural. En cambio esto... Y esto abarcaba toda la maravilla que había descubierto en el cuerpo de Aragorn, en las sensaciones que podía despertar en otro y en las que se habían despertado en él. Tan diferente, placentero y fácil.
Aragorn se movio, todavía respirando con agitación y le acarició el rostro, ubicandolo para volver a besarlo, esta vez con tanta dulzura que el elfo lamentó que el beso terminara.
- Te amo.- le dijo a ese rostro perfecto, a los brillantes ojos azules que se abrieron de asombro ante la frase. - Nunca le dije esto antes a nadie, Legolas... Te amo.
Aragorn dejó caer las palabras con el corazón enloquecido en espera de una respuesta. Y la respuesta vino.
Claro que ésa era la diferencia. Sabiendo ahora que sus sentimientos eran por completo correspondidos, el elfo pudo dejar salir las palabras que habían estado a punto de aflorar un par de días atras. Se izó hasta el rostro de Aragorn y besó sus ojos, la punta de su nariz y encontró sus labios.
- Humano tonto... Posesivo... Celoso... Tambien te amo.
Y lo que sentía era tan intenso, que quemaba, quemaba con un calor que solo se apaciguaba al contacto de una piel con la otra.
Durante el resto de la noche, solo se preocuparon en apaciguar el fuego.
Legolas regresó a la okiya cuando casi amanecía y se fue directo a su habitación, porque a pesar de toda su élfica resistencia, estaba agradablemente agotado. Y antes de entregarse al descanso, sonrió al recuerdo de Elroy.
"Es grandioso, Legolas... Te lo aseguro hermanito... "
- Tenías razón. Sí es grandioso...
TBC...
N/A: Je, por si a alguien le interesa, el reyecito tenía sus intenciones desde el principio. Lo que están cenando, son langostinos marinados y la ensalada etc, etc, pertenecen a un recetario afrodisíaco... ;-) mejor no pregunten cómo lo sé... juasjuas.
Reviews:
Vania: Ays, sí comprendo perfectamente lo que te sucede... Cuando llego a casa, me quito los zapatos y ya pueden irse olvidando de mí en el resto del mundo jeje apenas cenar y dormir... Aquí está pues, porque ya no iba a seguir haciendo sufrir a estos dos. Ya tenían que tener su ratito de felicidad, y creo que les daré unos más... No te gusta que aparezca Denethor, bueno, éste tambien se las trae. Ya alguien se encargó de 'refrescarle' las ideas a Aragorn Juas, es que este montaraz no es malo, pero a veces medio testarudo. En cuanto al concurso... pues fue inesperado. En el viajecito que hice pusieron esa canción en el bus, y ahì salió eso. Yo, contentita de participar. Un besote.
Forfirith: Hi! Por nada, niña... las felicitaciones al terminar un estudio siempre son merecidas Sip, está tristecito mi Leggy; pero ya viste, no le duró mucho. Haldir se encargó de hacer que el cabezotas de Aragorn entrara en razones. Te gusta Haldir y Baldor... Tendré otra parejita para hacer sufr... err... para hacer feliz... Jajajaja muy buena la colección de improperios para la brujísima y que son totalmente merecidos. Te recomiendo que vayas coleccionando algunos más, ésta todavía no hizo todo lo malo que tenía por delante en este fic. En cuanto al rey, pues se pescó terrible borrachera, y cuando eso pasa, algunos no se dan cuenta de nada ¬¬ ( ni siquiera de la ausencia de ciertas cositas) Conste que toy esperando el próximo capi de tu fic... Muchos besitos.
Monce: Holis... Ahá, rey, pero un poquitin estúpido, cierto... En cuanto a tu idea... pues yo creo que podría ser, pero el elfito sufriría horrores snif, snif... me parece que mucho mas que el mortal idiota. Lo único que salvó a Aragorn es que no lo rechazó por completo, nomás tuvo que luchar un poco con sus ideas trogloditas jeje. Sigo coleccionando ideas para que Arwen termine de una manera muy horrorosa porque ya quedó descartado de plano el viajecito a Valinor. Por lo de 'Ser tres'... gracias mil. No la publico aquí porque a veces la gente se pone quisquillosa con eso del mpreg... en el otro sitio toy tranquilita. Besos.
Amazona Verde: Uy, ;-P Creo que no me expliqué bien... Lo de los rangos lo dije porque muy al principio la idea era poner a Imrahil con Iorlas, pero después alguien me dijo eso que merecía a alguien con más jerarquía y ahí fue donde me dije yo: qué mejor que otro reyecito? Intentémoslo. Así que me quedo más tranquilita que te guste esa pareja, para allá va... Nos vemos! Besinhos.
Azalea: Todos están de acuerdo con Baldor, el rey es un idiota; pero por suerte tiene un buen amigo que lo hace recapacitar a tiempo antes que meta su real pata hasta el cuello, aunque ya metió otras cositas uff ...¬¬... Y tienes razón, esa bruja piruja (lexico nuevito tomado de Fortirith) hará sufrir al elfito, pero buscará el momento justo para decírselo. Denethor va a llegar y las cosas se pondrán color de hormiga. Haldircito tendrá que darse cuenta que le pasan cosas con Baldor y yo haré de las mías. Muchos besotes.
Nina: Hi! Mientras la musa me acompañe, actualizaré prontito. Bueno, la reacción de Aragorn fue bastante mala por un momento, y Arwen se aprovechó. No te quepa duda que usará lo sucedido contra Legolas, solo que esperará el momento justo. Ya ves que hubo alguien encargado de hacer entrar en razones al rey, un poquito a la fuerza, pero bien... resultó. Jajaja, no eres la única que odia a Arwen... Te gustan Haldir y Baldor juntos? Bueno, estoy trabajando en eso, pero no les resultará fácil. Un beso.
Prince Legolas: Así que asesinato... La idea es buena y tiene muchas adeptas jiji. Pero si la asesinan ahora, quien hará las próximas maldades que me quedan para el resto del fic? El elfito y el rey ya se contentaron y lo pasaron genial pese a la bruja. Y tendrán sus lindos ratitos de felicidad por ahora... Mueejeje... Con respecto al concurso, tambien te deseo que te vaya muy bien, porque tu fic es realmente precioso. Besitos.
Fedia: Justo, ni mucho ni tan poco. Es que este reyecito es un poquito menos celoso que el Aragorn de tu fic jeje. Pero que más dá, los celos igual hacen sufrir. Y más cuando los ahogan en vino... Yo he pensado que es bastante común eso, y mi Aragorn puede ser rey, montaraz y todo, pero es un hombre común... Por eso metió la pata, ufa con él. En cuanto a las consecuencias, aunque no lo creas, la elfa puede hacer cosas peores que embarazarse. Un beso.
Iona: tienes razón, bruja peor no ha habido, y ahora tambien, Denethor... Ese me cayó muy mal en el libro, por querer matar a Faramir, y luego en la película, ni hablar. Ahora tampoco será bueno para nadie muejeje. Vaya que al rey le enfriaron la cabeza!! Y el elfito sí le importa, pero está luchando con esas cosas tontas que les ponen a algunos hombres en la cabeza sobre eso de ser el primero... Uf. En cuanto a lo fatal para Leggy... pues no será que la elfa se haya revolcado con el rey. Ah, pillina!! Disfrutando ahora que el dolor...er...que no hay novio, no? Lo bien que haces. El viajecito me vino bien, de allí salió el fic para el concurso de Jun. Por cierto, muchas gracias por tu comentario. Un monton de besitos.
Autor: abysm
Disclaimer: Los personajes son de JR Tolkien, por supuesto. Los tomé prestados un tiempito.
Advertencias: Esto será slash Aragorn/Legolas, definitivamente. Creo que será rating R en algunos capítulos.
Aclaraciones: AU. No hay Anillo ni Sauron. El fic estará ambientado en la tradición de las geishas. Algunas de esas costumbres van a estar alteradas para beneficio de la trama del fic. Intentaré aclarar las ideas erróneas, me encanta el mundo de las geishas y no quisiera ofender. Por eso, habrá algunos nombres japoneses (personajes secundarios, obvio y poquitos) y alguna que otra frase.
Aclaraciones2: Este capítulo contiene lemon, y valga la nota, el título no es solo por la larga espera de estos dos, sino de tods los que han leído hasta aquí. JE.
Capitulo 18
Tan esperado
Haldir casi arrastraba bajo su brazo el cuerpo quejumbroso de Aragorn, tal como lo había encontrado en la salita donde se había embriagado hasta perder el sentido.
Si debía ser sincero consigo mismo, lo que sentía en esos momentos; eran unas poderosas ganas de subir a la torre y arrojar desde allí a ese mortal idiota.
Pese a que Aragorn estaba haciendo un esfuerzo por mantenerse en pie, resbalaba en forma penosa debido a la velocidad con la que era remolcado. La luz de la mañana le dio de lleno e hizo un gesto de dolor ante el impiadoso aguijón que le perforó las sienes.
Igualmente, no tuvo mucho tiempo para quejarse. Las poderosas manos del galadrim lo tomaron por la parte de atrás de la chaqueta y le hundieron la cabeza en el agua fría de la fuente. Manoteó, jadeando desesperado intentando resistirse, pero en su estado actual, no podía hacer nada contra la fuerza de esos brazos.
Lo sacaron por unos instantes, y boqueó para tomar aire.
- ¿Ya estás despierto?- reclamó una voz demasiado alto para su gusto.- Evidentemente, no.
Esas palabras precedieron a una nueva sumergida en el agua helada. Esta vez sí despertó cuando las manos lo sostuvieron por la ropa, consiguió enfocar al elfo rubio y su mirada furiosa.
- ¡Haldir...! ¿Estás intentando asesinarme...?- jadeó, sofocado.
- No es mala idea.- dijo, tajante, dejándolo caer como un guiñapo.
- ¿Qué demonios te pasa?- preguntó Aragorn, desde el suelo.
Parecía que un ejército de orcos marchaba sobre su cabeza, y su último recuerdo coherente de la noche anterior era la discución con Legolas.
- Esa es la pregunta que yo iba a hacer. ¿Qué demonios le dijiste a Legolas?
- No es asunto tuyo.- replicó, levantándose y sentándose en el borde de la fuente.
- Sí lo es, porque estuve junto a Legolas intentando retrasar ese dichoso mizuage hasta que regresaras, y vi cada uno de sus esfuerzos por evitarlo, y tambien sé que hizo lo único honorable que podía cuando ya no le quedó otra salida.
- ¿Y que era eso tan honorable? ¿Acostarse con otro? ¿Permitir que otro lo tomara? Fantástico honor...
- ¡Por supuesto que es fantásticamente honorable, mortal idiota! ¡Hizo un juramento, debía cumplirlo aunque eso le acarreara estas consecuencias! No tienes ni idea del sentido del honor de un elfo como Legolas... Me niego a creer que lleves sangre Eldar y no puedas comprenderlo.
- ¿Y por un juramento tenía que hacerlo?
- Por supuesto que sí.- intentó sosegarse, no podían hablar si los dos perdían los estribos.- Le hiciste mucho daño anoche, Aragorn... Él cree que lo único que querías era oficiar su mizuage, y como ya no podrás hacerlo, lo estás desechando como una cosa deteriorada. ¿Es así?
- No es cierto.- el humano respiró hondo.- Pero no puedo evitarlo... no puedo evitar pensar en que ha estado con otro...
- ¿Y qué con eso?- preguntó Haldir, extrañado.
- ¿Como y qué?
- Sí, ¿Y qué? ¡Acaso ha perdido su valor por haber estado con otro? ¿Ha cambiado en algo? ¿Acaso ya no es el mismo Legolas estúpidamente enamorado de tí? Porque si piensas eso, tambien deberías ir pensando en dedicarte nuevamente a montaraz...
- ¿A qué te refieres?
- Lógico: si estás haciendo a un lado a Legolas porque otro lo ha tenido antes, - dijo, y utilizó deliberadamente la palabra 'tener' para dar más enfasis a lo que estaba diciendo.- entonces tambien deberías pensar en desechar esa corona, por empezar con algo... ¿Quien puede saber cuantos humanos la han tenido? Sin embargo no creo que le confieras menos valor por eso... ¿Me equivoco?
- No es lo mismo.- porfió Aragorn.- Legolas no es una cosa...
- Qué bueno que coincidimos en eso. Entonces sí debe haberse desvalorizado de alguna manera... Ya no es digno de que poses tus reales ojos en él.- replicó sarcástico.
- ¡Claro que no!
- Entonces, en nombre de todos los Valar... ¿Puedes decirme porqué es tan malditamente importante para tí no haber sido el primero?? Yo me empeñaría mucho más en ser el último que en ser el primero... Dicho sea de paso, Legolas debe estar intentando olvidar ese mizuage con todas sus fuerzas.
Las palabras tardaron un poco en entrar en el aturdido cerebro del soberano.
'Estúpidamente enamorado' había dicho Haldir.
Por supuesto que así era, él lo sentía en cada fibra de su ser cuando estaban juntos. Recordó la última noche que había hablado con Legolas antes de marcharse a Ithilien. Había sido el elfo el que había estado dispuesto a ceder a todos sus requerimientos aunque eso lo metiera en problemas. Y había sido él quien había dicho que tenían que hacer las cosas del modo correcto.
- Si no es tan importante ser el primero... ¿Entonces por qué me siento tan mal?- preguntó, completamente desolado y confundido.
- Porque eres demasiado posesivo... - Haldir resopló, rodando los ojos.- Demasiado celoso, y tambien estás estúpidamente enamorado de él... Y estás desilusionado, lo cual es comprensible... pero no justifica que lo hagas a un lado por eso, porque tambien Legolas está desilusionado... Además, si debes ser justo contigo mismo, ahora están en igualdad de condiciones.
- ¿Qué quieres decir?
- ¿Vas a decirme que él iba a ser tu primera experiencia en este campo?- la sonrisita burlona era por demás explícita.
Aragorn simplemente decidió no contestar a esa pregunta. Posesivo, celoso, desilusionado, enamorado... y por todo eso, le estaba haciendo daño a Legolas y a sí mismo, porque tenía que admitir que no quería estar sin él.
- Además, - continuó aguijoneando Haldir.- Estás asumiendo que Legolas disfrutó con lo sucedido, y eso, sí puedo asegurarte, sólo es producto de tu mente perturbada.
'No fue agradable... Yo no quería así... Yo solo quería contigo...'
El recuerdo de las palabras del elfo durante la conversación de la noche anterior, fueron una tortura extra en la mente de Aragorn. Así que eso era todo. Ni agradable, ni deseado. Y él estaba sintiéndose celoso de algo que no había sido ni agradable ni deseado. Ante esa revelación, tuvo muchos deseos de ahogarse por sí mismo en la fuente.
- Dulces Valar...- murmuró, ahora desesperado.- Lo hice de nuevo...Volví a arruinarlo...
Con un suspiro de alivio, Haldir se sentó a su lado.
- Yo diría que estás muy cerca de arruinarlo por completo, amigo mío. Aunque todo podría depender de lo que decidas hacer en los próximos días.
- ¿Qué más haré? Lo de siempre... Buscar la manera de disculparme. De nuevo.
Diciendo así, se levantó y salió casi corriendo rumbo al interior del palacio.
Dos días.
Dos días largos, lentos, que se arrastraron sin piedad, sin hacerse ni un ápice más llevaderos.
A pesar de toda la voluntad que Legolas ponía para no pensar en lo sucedido, cada una de las palabras de Aragorn parecían martillear en sus recuerdos. Una y otra vez se repetía que había hecho lo único que podía hacer, pero eso no servía como consuelo cuando recordaba lo que había perdido.
Esa mañana, fue a la escuela casi por costumbre. Por ser un geijin, ya no tenía que hacerlo todos los días, sino solamente cuando los maestros se lo indicaran, pero en esa ocasión, le sirvió para tratar de alejar los pensamientos pesarosos, aunque solo fuera por unas horas.
La okiya estaba en un revuelo cuando regresó y en cuanto traspasó el umbral, Fumio lo tomó por un brazo y lo llevó en andas hasta la sala principal, donde esperaba Tyra-san.
- Qué bueno que llegaste, Legolas. Ha sucedido algo inesperado.
"Por favor, más cosas inesperadas, no" rogó para sus adentros, el elfo.
- Ha llegado una invitación de palacio.- continuó la mujer.- El rey Elessar ha solicitado tu compañía para una reunión formal esta noche.
La expresión del rostro de Legolas no varió en absoluto, pero el corazón se detuvo en su pecho.
- Tengo compromisos asumidos para esta noche, Tyra-san.- fue lo único que consiguió decir, y hasta para él fue una frase estúpida.
- Ya nos estamos ocupando de eso, Legolas. Me interesaba hablar contigo por la importancia de esta invitación... Sabes que habíamos esperado que fuera Arwen la que recibiera estas invitaciones luego de que el rey celebrara su mizuage... pero eso no pasó. Ahora resulta que el rey te solicita a tí... - la mujer meneó la cabeza sin comprender.- Y es una gran responsabilidad porque representarás a nuestra okiya... Si no fuera porque la invitación te solicita especialmente, enviaría a un geijin con más experiencia.
- No hay otro geijin en nuestra okiya, Tyra-san.- se atrevió a decir el elfo.- Pero no te preocupes, no causaré una mala impresión.
- Bien. Solo quería asegurarme que entendieras la importancia del asunto. Ahora tendrás que empezar a prepararte, la invitación dice que un carruaje estará listo para tí en la entrada del Barrio.
Con un gesto, le indicó que podía retirarse, cosa que el elfo hizo en silencio mientras los pensamientos le revoloteaban locamente en la cabeza.
"Lo hizo... En realidad solo necesitaba un par de días... "
No quería hacerse ilusiones, no podría resistir otra desilusión, pero tampoco podía evitarlo. La sola idea le hacía una extraña presión en el estómago, como si tuviese un centenar de mariposas revoloteando dentro de él.
Hubiese querido ir a avisarle a Baldor, pero no era posible, el tiempo apremiaba, y si quería estar listo para cuando el carruaje llegara, tenía que apresurarse. Decidió que iría a ver a su hermano mayor en cuanto regresara.
Le extrañó un poco no ver a Arwen merodeando por los alrededores. No que la echara en falta, pero en general, prefería tenerla a la vista, y no encontrarse con sus manejos sin haber podido preveerlos. Cuando interrogó a Fumio, aquel le comentó que la elfa había tenido un par de días insoportables y de momento, ni siquiera estaba en la okiya, cosa que él agradeció en su interior.
(-0-) (-0-) (-0-)
Aragorn paseó nervioso por el corredor mientras esperaba el arribo del carruaje. La reunión con un par de ministros había comenzado algo más de dos horas antes, pero eso estaba previsto. Había despachado rápidamente los asuntos que requerían su presencia, dejándolos para que se arreglaran sin él.
Cuando le avisaron que el carruaje había llegado, dio un rápido vistazo a su apariencia en uno de los tantísimos espejos que llenaban los pasillos del palacio y se preparó. El sonido de los pasos de su guardia le anunció que ya llegaban, aunque por supuesto no consiguiera oír los de su elfo.
"Mío." pensó. "No importa quien haya estado antes. Si él lo quiere, si una vez más puede perdonarme..."
No estaba preparado para la visión que desembocó en el extremo del corredor y por unos instantes, se quedó sin palabras.
Había dicho que la reunión era formal, por lo tanto, en la okiya habían elegido un traje sobrio, de colores serios e irónicamente, muy similar al que había usado la noche del mizuage. El haori y el hakama eran negros, y el keikogi gris. Había intrincados bordados en gris tanto en los bordes del haori como en el hakama. Ahora que ya era un geijin, el cabello rubio estaba sobriamente sujeto hacia atrás con una cinta negra.
Escoltado por el guardia, avanzaba a pasos medidos hasta que llegó junto al monarca.
Legolas no había podido quitar los ojos de Aragorn a medida que caminaba. Tenía un poco de temor por lo que podía hallar, ya que al encontrarlo, lo primero que había captado era el semblante neutro y adusto. Sin expresiones a flor de piel. Intentó no sentirse intranquilo por eso; él mismo solía poner ese rostro frío cuando no estaba muy seguro de lo que podía encontrar en el otro.
Y estaba tan elegante, vestido como si fuese a encontrar a un alto dignatario o algo similar. Con un asomo de sonrisa, recordó que eso podía ser lo adecuado, después de todo, él había sido un príncipe.
Al llegar frente a él hizo una respetuosa reverencia, y esperó a que él comenzara la conversación, como era lo debido.
- Déjanos.- dijo Aragorn al guardia, con autoridad y aquel se retiró al punto. Luego se volvió hacia él y entonces sí, su rostro mostró una pequeña sonrisa nerviosa.- Gracias por venir... Después de todas las idioteces que dije, temí que no aceptaras mi invitación.
- Llegó a mi okiya, Majestad, no hubiese podido rechazarla.- fue la ambigua respuesta del elfo. "Y no lo hubiese hecho aunque hubiese tenido que escaparme para venir".
Esa ambiguedad no pasó desapercibida para el rey, quien asintió intentando no ceder ante la posibilidad de que su invitación hubiese sido aceptada por obligación.
- Estás muy hermoso esta noche.
- Su Majestad informó que era una reunión formal. Me vistieron de acuerdo a eso... ¿Donde será la reunión?
Ni una palabra fuera del protocolo.
- Es una cena.- informó Aragorn girando y empezando a caminar. De acuerdo a lo normal en esos casos, Legolas lo siguió, ubicándose al costado izquierdo, dejando campo libre al brazo usado para el arma. Ambos se detuvieron junto a la puerta y el rey abrió, cediéndole el paso.
Eso no era lo establecido. El invitado entraba primero y luego el acompañante. Él era el acompañante, por lo tanto debía entrar después de Aragorn. Lo miró, confundido. El rey era asiduo a esas compañías, seguro que la modalidad no le era desconocida. Encontró la mirada anhelante de los ojos grises y el gesto amable que le indicaban que entrara.
Con un hondo suspiro, entró.
El recinto estaba solitario. No había otros invitados, solo el salón iluminado por las velas y la mesa de roble, inmensa, en cuyo extremo había preparados dos lugares.
Legolas se volvió hacia Aragorn, inquisitivo.
- Estoy intentando pedirte perdón por mi estúpida actuación de hace dos días, Legolas... Por supuesto, puedes irte si lo deseas, pero me haría muy feliz que me acompañaras a cenar.
Las palabras se atoraban en la boca del rey, sintiendo que el corazón le palpitaba demasiado fuerte en el pecho a la espera de la respuesta de su elfo. Si tan solo Legolas sintiese lo mismo que él...
Por supuesto, lo único que Legolas quería, era quedarse, pero aún así tenía que dejar algunas cosas en claro.
- Las cosas que dijiste... Me hicieron mucho daño.- musitó, clavando su mirada, intensamente azul en el rostro del rey.
Deseando hundirse en esos ojos, Aragorn se animó a llevar su mano hacia el rostro impasible que tenía a su alcance, y deslizar sus dedos por una mejilla suave.
- Perdóname...¿Qué puedo hacer, Legolas...? Solo soy un humano idiota... Soy celoso y posesivo... Algunas cosas hacen que me ponga peor... Pero estos dos días sin verte, han sido los peores de toda mi vida... Con o sin mizuage... Ahora sé que no puedo estar sin tí.
Demasiada información en una sola frase. El elfo intentó procesarla lo más rápido que pudo pero las palabras quedaron resonando en su mente. Como la respuesta tardaba en llegar, Aragorn, se animó a acercarse y la mano se deslizó hacia el cuello, para poder tener un completo acceso a los labios que en esos momentos ocupaban toda su atención.
Tenía plena conciencia que si el elfo seguía enojado con él, era probable que volviera a volar por el salón y esta vez aterrizando en algún lugar menos propicio que la primera ocasión; pero decidió arriesgarse. Y consiguió posar su boca sobre la del elfo, volver a sentir el roce delicado y el aliento fresco. Antes de poder plantearse otra cosa, estaba devorando esos labios que no solo no se opusieron sino que colaboraron con verdadero entusiasmo, abriéndose, permitiendole tomar sitio en aquel lugar que había extrañado tanto en las últimas horas.
Sabiendo que eso era todo lo que había esperado desde aquella noche horrible, Legolas solo se aplicó a permitir el beso. Algo en su interior le decía que hubiese tenido que hacerse rogar un poco más, pero supo que no tendría las fuerzas suficientes como para repetir aquella danza de tira y afloja antes de permitirle su primer beso.
Así que decidió ignorar por completo esa molesta voz interior. Además, Aragorn era avasallante, había cierta rudeza y ternura mezclada en su beso y eso era algo que siempre conseguía romper todas las resistencias del elfo.
Al cabo de unos segundos, se dio cuenta que su cuerpo se había amoldado a la perfección al del rey, los dos tan juntos, tan encerrados en el pequeño universo que eran los brazos del otro, que era como si todo el resto del mundo hubiese dejado de existir. Pese a la extraordinaria comodidad de esa postura, Aragorn se obligó a soltarlo y sonrió.
- Al menos, esta vez no me aventaste del otro lado del salón...
- No vuelvas a hacerlo.- advirtió Legolas, en un susurro.- No vuelvas a lastimarme así.
Conciente de la enormidad de su suerte, Aragorn asintió.
- Lo prometo... Nunca más. ¿Cenarás conmigo?
- ¿No vendrá nadie más?
- Nadie más. Solo nosotros dos.
Ilusionado por tener por fin un momento a solas con el hombre Legolas sonrió tambien y asintió.
- Cenemos, entonces.
- Permíteme esto.- el hombre puso gentilmente las manos sobre los hombros del elfo y lo libró del haori, dejándolo a un lado. Ante el asombro que provocó esa actitud, explicó.- Esta noche, tú no eres mi acompañante. Eres mi invitado.
Lo escoltó hasta el lugar que le había asignado a la derecha de la mesa y luego tomó lugar en la cabecera de la mesa.
Había toda clase de platos, el humano fue quitando las cubiertas de plata y descubriendo las exquisiteces que había mandado a preparar para la ocasión. Sabía que las carnes rojas no eran del gusto del elfo, pero había otras cosas que podía ofrecerle y para ello había importunado a su cocinero durante toda la tarde.
- Esto es especialmente preparado para tí, amor...- quitó la cubierta y el aroma se expandió en el aire.
- ¿Qué es esto?- preguntó Legolas, mirando los extraños animales que habían en medio de la fuente y dudando seriamente si eso era comestible.
- Langostinos mar... er...bueno, langostinos, acompañados con ensalada de maiz tostado, tomate fresco, cebolla morada... y... bueno, el cocinero me dijo algo más pero no lo recuerdo... Creo que son estas hojitas verdes...
- ¿Hojas verdes? ¿Planeas servirme en tu cena?
La mirada de Aragorn fue tan evidente, que el elfo sintió un repentino calor subiendole al rostro.
- No para la cena... Para el postre quizás.
- Cilantro.- dijo un ruborizado Legolas volviendo la vista al plato.
- ¿Cómo...?
- Las... hojitas... Son de cilantro...
Sonriendo todavía, Aragorn sirvió el vino color ambar en las altas copas de cristal.
Si no hubiese sido por el exhaustivo entrenamiento que Baldor le había dado sobre las costumbres a seguir en la mesa de los mortales, el elfo hubiese tenido un pequeño contratiempo para comer ese plato, pero con absoluto desenvolvimiento, como si lo hubiese hecho infinidad de veces, empuño los utensilios.
Durante unos minutos, no se animaron a hablar, entonces Legolas apeló al entrenamiento conseguido en aquellas noches de diversas reuniones para quebrar el silencio.
- Espero que Faramir esté mejor.- deseó el elfo, en verdad preocupado por ese humano divertido y animoso que había conocido durante las celebraciones.- ¿Fue tan grave?
- Muy grave. Tuve miedo de no poder hacer nada por él... realmente hicieron un gran trabajo con él.
- Y no fue una enfermedad.
- No. No pude reconocer qué clase de veneno usaron con él, pero fue poderoso y devastador. Estuvieron muy cerca de conseguirlo.- la mano de Legolas se cerró sobre la suya, en un gesto de apoyo.
Luego de eso, la conversación se encausó hacia otros temas, hacia el lugar hermoso y florido que era Emyn Arnen y que el príncipe de Ithilien había mejorado durante sus años de gobierno. Tan bien describió las maravillas del lugar, que Legolas sintió muchos deseos de conocerlo.
Un par de sirvientes entraron cuando Aragorn hizo sonar una campanilla, y con rapidez y eficiencia quitaron algunas cosas y dejaron el postre.
El deleite del elfo por los dulces le iluminó el rostro por unos segundos. A diferencia de la vez anterior, no preguntó qué era, sino que se dedicó a saborearlo.
- No... mejor no sirvas más.- dijo, poniendo su mano sobre el borde de la copa e impidiendo que Aragorn volviese a llenarla.- No estoy del todo acostumbrado, y no querrás embriagarme... ¿Verdad?
- De ninguna manera... - juzgando que ya había ganado suficiente al obtener una vez más el perdón de Legolas, asintió de forma casi imperceptible.- Además, ya deberías regresar a tu okiya.
- ¿Ya..?- preguntó Legolas, desencantado, pero entonces decidió que no iba a irse de ahí todavía.- ¿En realidad quieres que me vaya?
Aragorn se puso de pie y se encaminó hacia una de las puertas laterales del salón.
- No. Había preparado algo más para esta noche... Eso, claro, si tienes el valor para cruzar esa puerta conmigo.
El elfo se movilizó hacia él, hasta llegar a su lado. No había ningún matiz beligerante en su voz, sino algo mas bien similar a un cierto tono burlón.
- ¿Crees que no tengo valor suficiente para enfrentar cualquier cosa que hayas puesto detrás de esa puerta?
- Oh, yo sé que eres un elfo valeroso... pero siempre se puede tener un momento de vacilación...
- Ya tuve mi momento de vacilación y cobardía hace algunos días, así que estoy preparado.
Los dos supieron a qué se refería sin hacer mención al suceso en especial, como tambien que la afirmación, 'estoy preparado' era absolutamente cierta.
- Como quieras. - y le tendió la mano para entrar juntos.
La habitación contigua estaba en semi penumbras. Con un gesto de cierta incredulidad, Legolas vio que aunque el mobiliario era distinto, conocía bastante bien la disposición de cada mueble. Una mesa con un par de copas a un lado, la alfombra mullida y espesa, y más lejos, el lecho, cercano al hogar encendido. La atmósfera era cálida, serena.
- ¿De qué se trata esto, Aragorn...?
- De tu mizuage, amor.- antes que el elfo pudiese decir algo más, lo envolvió en sus brazos.- Y de lo que borrará todo el mal recuerdo de lo sucedido... Si me lo permites.
Por unos instantes, Legolas se quedó sin aire, lo último que hubiese querido esa noche, era que le recordaran aquello. Si Aragorn lo quería, tendría que quererlo así.
- No se puede deshacer lo hecho.
- No quiero deshacer lo hecho... Quiero reescribir una experiencia mejor sobre eso. Y quiero que lo hagamos juntos.
Sin deshacerse por completo del contacto, lo llevó hasta la mesa, donde además de las copas, había otras cosas que Legolas reconoció al punto. Una copa ritual del mizuage y un cuenco pequeño con unos pastelitos en él.
Sin quitar los ojos de encima de su elfo, Aragorn tomó uno de los 'ekubo' que había encargado al mismo lugar donde Legolas había hecho los suyos, y lo mordió lentamente. Luego, con un gesto suave, ofreció la parte restante a Legolas que vaciló apenas antes de acercarse al pastelito y tomarlo directamente con su boca. El trozo era tan pequeño, que sin proponérselo, sus labios rozaron con sensualidad los dedos de Aragorn.
Luego el humano sirvió el licor en la copa baja y bebió un sorbo, tendiéndola hacia el elfo, que esta vez, con total conocimiento, aferró la copa y la mano del hombre con la suya, mientras bebía en una repetición casi exacta de la ceremonia de su mizuage.
Cuando abandonaron la copa en la mesa, ya no hubo mas indecisiones para ninguno de los dos.
Aragorn depositó besos leves como plumas en los labios entreabiertos y ansiosos del elfo y deslizó sus labios hacia el cuello, enterrando su rostro en el cálido hueco detrás de la oreja, luego se alejó un poco y giró hasta quedar a espaldas de Legolas.
Aquel sabía muy bien lo que seguía, era parte del ritual para despojarlo de sus ropas, y ese hecho, que algunos días atrás solo le había producido un intenso deseo de correr, ahora solo lo llenaba de ansiedad. Las manos del rey hicieron a un lado el cabello y sintió sus labios recorriendo la curva del cuello esta vez desde atrás. Un poco después, las manos descendieron hasta la cintura y avanzaron hacia adelante, tal como lo había hecho el Mayoral y deshicieron el nudo del obi, que cayó al suelo.
Tambien Aragorn tenía práctica en eso, porque los lacitos que aseguraban los cruces del keikogi fueron desarmados en segundos y la prenda se deslizó por los hombros del elfo ayudado por las manos oficiosas del hombre para quedar junto al obi. Cuando Aragorn lo sujetó, oprimiéndolo contra su cuerpo, el contacto, esperado hizo que el elfo soltara un pequeño suspiro y recargara su cuerpo hacia atrás. Apoyó la cabeza en el hombro del hombre al tiempo que las manos viajaban por su tórax, desde su abdomen hasta el pecho firme.
No era ni siquera parecido a lo que había pasado antes, porque ahora, Legolas ansiaba seguir. Quería ser besado de nuevo, lo necesitaba por lo que giró hasta quedar de frente a Aragorn.
- Bésame de nuevo...- pidió y claro que el hombre no necesitó mayor invitación.
Mientras lo besaba, lo conducía hacia el lecho y al llegar, lo depositó casi con delicadeza. Legolas vio cómo el rey, ahora solo el hombre que amaba, se arrodillaba frente a él para quitarle las botas, una por una, y luego deslizaba sus manos a través de la tela del hakama hasta llegar a los lazos que la aseguraban.
Sentado al borde de la cama, con Aragorn arrodillado entre sus piernas, Legolas veía los dedos morenos desarmando los lazos, mientras sus propias manos impacientes lo ayudaban en la tarea. No podía creer que estuviese haciendo eso pero una parte de su mente registró el hecho que mientras que en su mizuage cada capa de ropa era una protección, ahora, cada prenda era un estorbo que le impedía sentir el tacto de Aragorn sobre su piel. Tacto que anhelaba de una manera casi dolorosa.
Desapareció el hakama junto con la ropa interior y Aragorn se irguió frente a él para enfrentar la visión de su elfo, con el rostro levemente arrebatado, los labios exhalaban su respiración anhelante, y los ojos azules que no dejaban de mirarlo.
Se suponía que era como su mizuage... Pero no se podía deshacer lo hecho, y de aquella noche, Legolas había aprendido algunas cosas. Pocas, pero inevitables. Y no se puede desaprender lo aprendido. Tomó el rostro de Aragorn y se inclinó hacia él,para besarle, para ofrecerle sus labios y al mismo tiempo, dejar que sus manos viajaran a través de los hombros fuertes y desembocaran en la abotonadura de la ropa del rey. Uno a uno, se deshizo del obstáculo de los botones y luego deslizó la prenda, para descubrir, no sin cierta frustración que debajo había una camisa blanca, hermosa pero molesta. Poco dispuesto a luchar de nuevo con botones, hizo correr los dedos por los flancos de ese cuerpo atlético y musculos hasta las caderas, tiró de los bordes hasta que la liberó.
Mientras Aragorn hundía su rostro en su cuello, mordiendo con suavidad la delicada piel de esa zona, Legolas levantó la camisa dejando que las yemas de sus dedos reconocieran los contornos del pecho. Siguió subiéndola, hasta que el hombre tuvo que levantar sus brazos para que la prenda saliese por sobre su cabeza. Ofensiva e inútil, la pieza de tela fue desechada a un costado.
Aragorn se elevó un poco, y gentilmente, colocando sus manos sobre los hombros del elfo, lo reclinó con suavidad en el lecho, manteniéndose suspendido sobre sus manos y rodillas, mientras sus bocas volvían a buscarse con tanta avidez como si nunca se hubiesen conocido.
Cuando por fin el humano liberó sus labios, Legolas dejó que su vista recorriera el amplio pecho con una pequeña mata de vello castaño en medio, el vientre, tan tentador, tan firme que apenas pudo contener los deseos de deslizar su boca a través de él. Se contentaba por el momento, con dejar que sus manos reconocieran los brazos fuertes como columnas que tenía a su alcance.
Con el cuerpo del elfo entre sus brazos y piernas, Aragorn solo podía contemplar la belleza que tenía a su disposición, y en un último segundo de cordura envió un pensamiento de gratitud hacia su amigo Haldir por haberlo hecho entrar en razones. Si no hubiese sido por él, ese ser maravilloso no hubiese estado con él, amándolo de esa forma. Apoyando su peso sobre sus rodillas, dejó que sus manos viajaran hacia las estrechas caderas, acariciando, aquellas se metieron dentro del 'hadajuban', única prenda que Legolas mantenía sobre su piel y se deslizaron por dentro hasta alcanzar los ya semiendurecidos pezones.Sus uñas trazaron círculos enloquecedores alrededor de uno de ellos y luego sobre el otro, hasta que sintió un gemido suave proveniente de su compañero.
- ¿Podemos... quitar esto...?- preguntó Aragorn y nunca supo que tan parecidas fueron sus palabras a las que había usado el Mayoral.
- Sí...- fue la respuesta casi inmediata y pronto, la prenda se deslizó sobre su rostro y salió disparada hacia algún rincón.
Ahora sin que nada pudiese entorpecer su visión, Aragorn contempló la figura que tenía a su alcance, con arrobamiento absoluto.
Legolas era simplemente perfecto. No había mácula en la piel alabastrina, la silueta delgada y flexible de músculos marcados suavemente. Debido a las tiernas caricias proporcionadas por él, los pezones rosados resaltaban en el pecho, y el leve hundimiento del ombligo era una cavidad oscura que invitaba a que posara sus labios en él. Las cintura delgada, y las piernas tan perfectas como el resto del cuerpo. Hasta los pies, hermosos y aristocráticos eran deseables.
El elfo había cerrado los ojos por un instante, para sentir con plenitud cada contacto, y el tenue rubor que afloraba en sus mejillas era el marco perfecto para los labios entreabiertos y húmedos.
- Eres tan hermoso...- susurró el mortal luchando desesperadamente con el deseo de sentir al elfo gimiendo bajo su cuerpo, pero estaba decidido a ir a la velocidad adecuada.
Ante esas palabras, Legolas lo enfocó y decidió arrojar atrás su inexperiencia y tomar lo que tenía frente a sí, lo que había anhelado tanto tiempo. Se izó apenas sobre sus codos, y ese gesto hizo que el humano retrocediera un poco, dejándole espacio para que pudiese sentarse.
Ahora, el precioso rostro élfico había quedado justo a la altura de la necesitada entrepierna del rey, y eso, no podía disimularlo ni siquiera la ropa que todavía cubría esa parte de la antomía de Aragorn. Tentativamente, con algo de timidez, Legolas hizo que sus manos recorrieran toda la longitud de los muslos poderosos y los dedos largos y blancos engancharon el borde de los pantalones, los abrieron y empezaron a bajarlos.
Muy despacio, Aragorn sentía que su última prenda era removida, y trataba de controlar su respiración, si bien no podía controlar ninguna otra parte de su cuerpo. Al mirar hacia abajo, la rubia cabeza, los labios entreabiertos tan cerca de él estuvieron a punto de jugarle una muy mala pasada. Apartó la vista y apretó fuertemente los puños para resistir mientras su pantalón seguía descendiendo un poco más.
Ante la golosa vista de Legolas, el vientre plano, tentador y moreno parecía temblar y sus manos fueron hacia atrás, para librar la tela de las nalgas redondas, firmes. No se privó del placer de hacer correr muy levemente sus dedos por esa tersura. Los oscuros vellos rizados aparecieron pronto, y pronto tambien saltó ante su vista que todas sus maniobras agradaban profundamente al rey.
No podía terminar de quitar la prenda si Aragorn continuaba de rodillas, pero de pronto lo asaltó un deseo irrefrenable de posar sus labios en aquella parte húmeda y erguida. Un beso tenue, fue casi solamente echar su aliento caliente sobre ese lugar, para que aquel diera un brinco y todo el cuerpo de Aragorn se tensara al límite.
Aún sin saber muy bien qué hacer, Legolas se preparaba para tomar ese bocado por completo, cuando las manos del rey separaron su rostro de allí, haciendo que elevara sus ojos.
- Elbereth, Legolas...- jadeó el humano.- ¿Acaso quieres volverme loco...?
Y el elfo solo pudo sonreír. Nunca habría podido imaginar que la intimidad con alguien podía ser además de tan caliente, tan divertida; porque sí era divertido saber que podía causar esos estremecimientos en Aragorn.
Aquel consiguió reunir algo de coordinación para quitarse esa última prenda, entonces lanzó una mirada llena de ansia al elfo, y con un movimiento ágil y casi felino, avanzó de nuevo sobre él atrapando su boca con pasión casi salvaje. Lo cubrió con su cuerpo y por un instante tuvo cierto temor que su peso fuese demasiado, pero al segundo siguiente recordó que ese elfo era incluso mas fuerte que él.
Al sentir el contacto, un gemido escapó del control de Legolas. No solamente el roce del velludo pecho de Aragorn contra el suyo, sino el de su punzante erección contra la propia, y las piernas enroscándose en las suyas hicieron que abriera los ojos para enfocarlos directamente sobre el rostro del humano que esperaba su reacción.
- No tengas temor, hermoso mío... Tendré cuidado...- murmuró Aragorn.
- No tengo temor.- fue la respuesta, suave pero segura.
- Ahora... seré yo quien se divierta...
Y el humano decidió a dedicarse por completo a adorar esas formas que tanto había anhelado y comenzó un lento recorrido con su boca comenzando en los labios del elfo, a través de la perfecta curva del cuello hasta el pecho, donde sus dientes tironearon con delicadeza los pezones una y otra vez, primero de uno, luego de otro.
- Aahh...Ar... Arag...- ni siquiera eran frases completas sino solo tenues gemidos los que llegaron como respuesta a esas atenciones.
El recorrido siguió hasta el ombligo y Aragorn dedicó bastante tiempo a lamer el oscuro orificio mientras sus manos viajaban a traves de las caderas. Descendió aun más hasta encontrar que tambien su elfo estaba ansioso y lo demostraba de forma evidente. Necesitaba acomodarse en una mejor posición, de modo que tentativamente metió una mano entre las piernas del elfo, para separarlas.
El contacto tibio en el interior de sus muslos, hizo que Legolas se tensara apenas un poco e irguiera el rostro. Al constatar que era Aragorn el que estaba ahí, volvió a dejarse caer hacia atrás y sumisamente dejó que se situara entre sus piernas. Aquella aceptación, casi acaba con el control del humano que consiguió mantenerlo a muy duras penas.
Además, había mucho por disfrutar todavía. La sonrosada cabeza del pene de Legolas brillaba, humedecida por sus primeras muestras de excitación, y Aragorn acercó sus labios a ese sitio haciendo vengativamente, lo mismo que su elfo había echo con él: exhaló su tibio aliento en ese preciso lugar.
- ¡Aragorn...!- fue el grito ahogado.
El contacto hizo que el elfo se arqueara de forma incontenible y lanzara un profundo gemido, que fue seguido por otros igual de intensos cuando la boca del humano se apoderó de su miembro y comenzó a succionarlo.
Despacio, suave por momentos y fuerte, con ritmo después, haciendo vibrar todo el cuerpo élfico acompañando los movimientos, deseando plegarse a esas ondas calientes que corrían a lo largo de toda su piel.
Incapaz de controlar la intensidad de las sensaciones que lo bombardeaban, Legolas ya no pensaba en nada que no fuese el placer que lo recorría. La boca caliente que lo aprisionaba se alejó.
- Por favor... por favor...- gemía desesperado, al sentir que lo abandonaban así.
- Dime, hermoso mío... Dime qué quieres...- acicateó el humano, besando el sedoso interior de los muslos blancos. Besitos leves, prometedores... y el enloquecedor roce de la barba contra la piel...
- Yo...- el elfo se mordió los labios para no ceder.
- Dímelo...
Era un terrible placer brindar esa ardiente tortura, escuchar los gemidos dulces que no se animaban a poner en palabras lo que él tanto quería seguir haciendo.
- No... te det...engas...- rogó.
La entrecortada frase fue acallada al segundo siguiente, porque le habían elevado las caderas y ahora la lengua húmeda y juguetona se dirigía más al sur. Su entrada palpitaba de expectación y la caricia en los alrededores casi lo llevó al límite.
Viendo que si seguía, el elfo estallaría, Aragorn se retiró por unos segundos, buscando tambien un poco de sosiego para sí mismo.
Pero Legolas no estaba tan dispuesto a detenerse, ni a resignar tan fácilmente su orgullo ligeramente herido al haber dejado escapar esa súplica.
Cuando el humano sintió que un par de manos lo sostenían por los brazos, y con rapidez y fuerza invertían las posiciones, recordó peregrinamente que Legolas lo había hecho volar varios metros cuando se había atrevido a besarlo 'sin permiso'.
Ahora, la mirada un tanto asombrada, pero sin duda excitada por el cambio, de Aragorn encontró sobre sí el rostro encandilado del elfo. El cabello rubio caía como una cascada, libre, sedoso y cuando aquel se inclinó para besarlo, el mundo se tornó dorado y azul para el humano que quedó atrapado en ese universo del cual no quería salir.
Había inexperiencia en las suaves caricias que su elfo le estaba prodigando, pero eso era doblemente placentero para Aragorn. Le brindaba placer y le demostraba que Legolas se sentía tan a gusto como él con lo que estaba sucediendo.
Ahora le tocaba a él sufrir ese tormento que había sido tan generoso en prodigar. Unos labios increíblemente suaves recorrieron su cuello, delinearon la línea de la clavícula y unos dientes juguetones intentaron atrapar su nuez, la cual subía y bajaba cada vez que él tragaba para resistir.
La risita de Legolas al no conseguir su objetivo, fue deliciosa.
- Elfo... travieso...- rezongó Aragorn, en un suspiro que se cortó en seco cuando los dientes oprimieron apenas uno de sus duros pezones.
- Humano peludo...- ronroneó el elfo, dando pequeños tironcitos en el vello del pecho antes de dedicarse al otro pezón.
Y luego su boca siguió recorriendo, bajando y bajando. Hasta que llegó exactamente al lugar donde le habían impedido llegar antes. Se animó a tomarlo con su mano, muy despacio, sintiendo cómo pulsaba bajo su tacto, como se humedecía más todavía. Tocándolo, con todo su deseo, con toda su inexperiencia a cuestas, pero sin resignarse a dejarlo antes que le suplicara como él mismo había hecho minutos antes.
- Legolas... no... no voy a re... a resistir...
- Mmm... qué pena...
Preguntándose si podría repetir lo que Aragorn había hecho con él, el elfo lo liberó de su mano, pero acercó sus labios y aplicó un suave beso en la punta, ocasionando un estremecimiento tan fuerte que casi se sobresaltó. Ahora seguro que iba por buen camino, dejó que su lengua jugueteara un poco allí antes de recorrerlo en toda su longitud. Notaba la tensión que estaba creando y que se acrecentó cuando lo tomó por completo en su boca. Apenas un par de succiones y lo soltó.
- ¡Ah! ¿Qué te propones...?- preguntó desesperado, levantando la cabeza.
La mirada cándida lo enfocó entre sus piernas levemente encogidas.
- Dime que es lo que deseas...
Conciente que estaba recibiendo su merecido, Aragorn se dejó caer hacia atrás y para resistir, se dedicó a recitar entre dientes toda su genealogía, mientras la juguetona lengua del elfo lo atormentaba. Qué demonios, no tenía orgullo ni nada que se le pareciera en esos momentos.
- Deseo... deseo que sigas... por favor...- su propia voz, ronca, extraña y desconocida.
Durante algunos segundos, solo sus ahogados gemidos llenaron la habitación. No, no tenía que detenerlo antes que todo terminara y él tenía otros planes todavía. Reuniendo la poca razón que le quedaba, consiguió maniobrar sus manos y separar amorosamente al elfo que seguía tratándolo como si de una golosina se tratase.
Pensó que Legolas se resistiría a encontrarse debajo nuevamente, pero no fue así. Aquel solo rodeó su cuello con sus brazos, haciendo que el contacto entre ellos fuese pleno una vez más mientras que no cesaba de acariciarlo. Esa aceptación, terminó por decidir a Aragorn que ya necesitaba poseerlo con urgencia.
Tal como en otros mizuage, el pequeño cuenco con el aceite estaba a un borde de la cama y él aprovechó esos segundos para lubricar sus dedos. Luego, resuelto a ir hasta el final, volvió al ataque.
Con cuidado, sus dedos acariciaron la entrada del elfo e introdujo uno de ellos muy suavemente sin perder de vista las reacciones en el rostro de su amado. Apenas un gesto de contracción en la mandíbula. Masajeó el interior aterciopelado, expandiéndolo y cuando introdujo el segundo, Legolas jadeó y se mordió el labio inferior para evitar un nuevo gemido. Unos pequeños movimientos de tijera en su interior, preparándolo para un tercero.
Ya no podía seguir aguantando más. Aragorn había se contenido todo lo humanamente posible, pero estaba llegando al límite de su resistencia. Retiró sus dedos y se ubicó. Casi de inmediato, Legolas empujó con sus caderas, buscandolo con deseo. Untando un poco más de aceite en su endurecida carne, Aragorn lo penetró muy despacio pero eso no evitó el pequeño gesto de dolor. Conciente de ello, el hombre se quedó quieto un segundo y tomó en sus manos el pene palpitante del elfo,masajeándolo hasta que el gesto se desvaneció. Solo entonces empujó de nuevo hasta ser engullido por un interior apretado y caliente.
Nada hubiese podido evitar el súbito ardor que se encendió en la región sur de su cuerpo, y Legolas lo sabía. Aunque no hubiese visto mucho del Mayoral, a primera vista había notado que Aragorn era mas grande y aunque eso le había causado un poco de inquietud al principio, la dulce preparación y la atención amorosa que le habían brindado lo habían hecho sentir seguro. Seguro que si el dolor era demasiado y él le pedía que se detuviera, Aragorn se detendría. Solo que no deseó en ningún momento detener nada, ni siquiera por ese pequeño aguijón.
Las manos blancas buscaron y encontraron sus brazos, en realidad, Legolas buscaba cualquier parte de Aragorn que pudiese tocar, que pudiese aferrar. Se sentía invadido por completo, todo su ser palpitaba en la parte inferior de su cuerpo y anhelaba más, aunque no tuviese idea de qué más podía darle Aragorn, si ya estaba hundido por completo en él.
Y entonces, como adivinando sus deseos, el hombre se movió, se retiró casi por completo y volvió a hundirse en su cuerpo, haciendo contacto con su centro interno, provocando una violenta oleada de placer que se disparó con la velocidad de un relámpago.
Los movimientos se volvieron más largos, sinuosos, y ahora ambos gemían al unísono, las manos acariciaban hombros, brazos, espaldas. Una y otra vez se unieron los labios, explorando uno al otro, mordiendo con anhelo, con frenesí.
- Legolas... Legolas...
Era tan placentero oír su nombre en los labios amados, que el elfo solo podía aferrarse a la espalda morena, hundir sus dedos febriles en la piel que ondulaba cada vez que arremetían contra él y dejarse arrastrar.
El ritmo crecía sin cesar hasta que el climax los arrolló y Legolas se liberó entre los dos cuerpos con un gemido profundo, incontenible. Segundos después, la emisión caliente de Aragorn lo llenó por completo.
Ambos yacieron, sudorosos, jadeantes, uno en brazos del otro, todavía temblando por la excitación que lentamente se retiraba. Con cuidado para no causar ninguna molestia a su amor, Aragorn salió del cuerpo del elfo y se ubicó a un costado, arrastrándolo dentro de su abrazo. Pero seguía acariciándolo, sus manos nunca lo abandonaban.
Abrigado allí, Legolas se mantuvo quieto, esperando que Aragorn hiciera algun gesto, mientras dejaba que las luces que se habían encendido por todos lados, se apagaran de a poco. Y no podía dejar de comparar lo sucedido en ese momento con lo sucedido en su mizuage.
Aquello había sido tan irreal, tan forzado y aunque no había sido violento, no había dejado de ser antinatural. En cambio esto... Y esto abarcaba toda la maravilla que había descubierto en el cuerpo de Aragorn, en las sensaciones que podía despertar en otro y en las que se habían despertado en él. Tan diferente, placentero y fácil.
Aragorn se movio, todavía respirando con agitación y le acarició el rostro, ubicandolo para volver a besarlo, esta vez con tanta dulzura que el elfo lamentó que el beso terminara.
- Te amo.- le dijo a ese rostro perfecto, a los brillantes ojos azules que se abrieron de asombro ante la frase. - Nunca le dije esto antes a nadie, Legolas... Te amo.
Aragorn dejó caer las palabras con el corazón enloquecido en espera de una respuesta. Y la respuesta vino.
Claro que ésa era la diferencia. Sabiendo ahora que sus sentimientos eran por completo correspondidos, el elfo pudo dejar salir las palabras que habían estado a punto de aflorar un par de días atras. Se izó hasta el rostro de Aragorn y besó sus ojos, la punta de su nariz y encontró sus labios.
- Humano tonto... Posesivo... Celoso... Tambien te amo.
Y lo que sentía era tan intenso, que quemaba, quemaba con un calor que solo se apaciguaba al contacto de una piel con la otra.
Durante el resto de la noche, solo se preocuparon en apaciguar el fuego.
Legolas regresó a la okiya cuando casi amanecía y se fue directo a su habitación, porque a pesar de toda su élfica resistencia, estaba agradablemente agotado. Y antes de entregarse al descanso, sonrió al recuerdo de Elroy.
"Es grandioso, Legolas... Te lo aseguro hermanito... "
- Tenías razón. Sí es grandioso...
TBC...
N/A: Je, por si a alguien le interesa, el reyecito tenía sus intenciones desde el principio. Lo que están cenando, son langostinos marinados y la ensalada etc, etc, pertenecen a un recetario afrodisíaco... ;-) mejor no pregunten cómo lo sé... juasjuas.
Reviews:
Vania: Ays, sí comprendo perfectamente lo que te sucede... Cuando llego a casa, me quito los zapatos y ya pueden irse olvidando de mí en el resto del mundo jeje apenas cenar y dormir... Aquí está pues, porque ya no iba a seguir haciendo sufrir a estos dos. Ya tenían que tener su ratito de felicidad, y creo que les daré unos más... No te gusta que aparezca Denethor, bueno, éste tambien se las trae. Ya alguien se encargó de 'refrescarle' las ideas a Aragorn Juas, es que este montaraz no es malo, pero a veces medio testarudo. En cuanto al concurso... pues fue inesperado. En el viajecito que hice pusieron esa canción en el bus, y ahì salió eso. Yo, contentita de participar. Un besote.
Forfirith: Hi! Por nada, niña... las felicitaciones al terminar un estudio siempre son merecidas Sip, está tristecito mi Leggy; pero ya viste, no le duró mucho. Haldir se encargó de hacer que el cabezotas de Aragorn entrara en razones. Te gusta Haldir y Baldor... Tendré otra parejita para hacer sufr... err... para hacer feliz... Jajajaja muy buena la colección de improperios para la brujísima y que son totalmente merecidos. Te recomiendo que vayas coleccionando algunos más, ésta todavía no hizo todo lo malo que tenía por delante en este fic. En cuanto al rey, pues se pescó terrible borrachera, y cuando eso pasa, algunos no se dan cuenta de nada ¬¬ ( ni siquiera de la ausencia de ciertas cositas) Conste que toy esperando el próximo capi de tu fic... Muchos besitos.
Monce: Holis... Ahá, rey, pero un poquitin estúpido, cierto... En cuanto a tu idea... pues yo creo que podría ser, pero el elfito sufriría horrores snif, snif... me parece que mucho mas que el mortal idiota. Lo único que salvó a Aragorn es que no lo rechazó por completo, nomás tuvo que luchar un poco con sus ideas trogloditas jeje. Sigo coleccionando ideas para que Arwen termine de una manera muy horrorosa porque ya quedó descartado de plano el viajecito a Valinor. Por lo de 'Ser tres'... gracias mil. No la publico aquí porque a veces la gente se pone quisquillosa con eso del mpreg... en el otro sitio toy tranquilita. Besos.
Amazona Verde: Uy, ;-P Creo que no me expliqué bien... Lo de los rangos lo dije porque muy al principio la idea era poner a Imrahil con Iorlas, pero después alguien me dijo eso que merecía a alguien con más jerarquía y ahí fue donde me dije yo: qué mejor que otro reyecito? Intentémoslo. Así que me quedo más tranquilita que te guste esa pareja, para allá va... Nos vemos! Besinhos.
Azalea: Todos están de acuerdo con Baldor, el rey es un idiota; pero por suerte tiene un buen amigo que lo hace recapacitar a tiempo antes que meta su real pata hasta el cuello, aunque ya metió otras cositas uff ...¬¬... Y tienes razón, esa bruja piruja (lexico nuevito tomado de Fortirith) hará sufrir al elfito, pero buscará el momento justo para decírselo. Denethor va a llegar y las cosas se pondrán color de hormiga. Haldircito tendrá que darse cuenta que le pasan cosas con Baldor y yo haré de las mías. Muchos besotes.
Nina: Hi! Mientras la musa me acompañe, actualizaré prontito. Bueno, la reacción de Aragorn fue bastante mala por un momento, y Arwen se aprovechó. No te quepa duda que usará lo sucedido contra Legolas, solo que esperará el momento justo. Ya ves que hubo alguien encargado de hacer entrar en razones al rey, un poquito a la fuerza, pero bien... resultó. Jajaja, no eres la única que odia a Arwen... Te gustan Haldir y Baldor juntos? Bueno, estoy trabajando en eso, pero no les resultará fácil. Un beso.
Prince Legolas: Así que asesinato... La idea es buena y tiene muchas adeptas jiji. Pero si la asesinan ahora, quien hará las próximas maldades que me quedan para el resto del fic? El elfito y el rey ya se contentaron y lo pasaron genial pese a la bruja. Y tendrán sus lindos ratitos de felicidad por ahora... Mueejeje... Con respecto al concurso, tambien te deseo que te vaya muy bien, porque tu fic es realmente precioso. Besitos.
Fedia: Justo, ni mucho ni tan poco. Es que este reyecito es un poquito menos celoso que el Aragorn de tu fic jeje. Pero que más dá, los celos igual hacen sufrir. Y más cuando los ahogan en vino... Yo he pensado que es bastante común eso, y mi Aragorn puede ser rey, montaraz y todo, pero es un hombre común... Por eso metió la pata, ufa con él. En cuanto a las consecuencias, aunque no lo creas, la elfa puede hacer cosas peores que embarazarse. Un beso.
Iona: tienes razón, bruja peor no ha habido, y ahora tambien, Denethor... Ese me cayó muy mal en el libro, por querer matar a Faramir, y luego en la película, ni hablar. Ahora tampoco será bueno para nadie muejeje. Vaya que al rey le enfriaron la cabeza!! Y el elfito sí le importa, pero está luchando con esas cosas tontas que les ponen a algunos hombres en la cabeza sobre eso de ser el primero... Uf. En cuanto a lo fatal para Leggy... pues no será que la elfa se haya revolcado con el rey. Ah, pillina!! Disfrutando ahora que el dolor...er...que no hay novio, no? Lo bien que haces. El viajecito me vino bien, de allí salió el fic para el concurso de Jun. Por cierto, muchas gracias por tu comentario. Un monton de besitos.
