Título: El destino del árbol y el junco

Autor: abysm

Disclaimer: Los personajes son de JR Tolkien, por supuesto. Los tomé prestados un tiempito.

Advertencias: Esto será slash Aragorn/Legolas, definitivamente. Creo que será rating R en algunos capítulos.

Aclaraciones: AU. No hay Anillo ni Sauron. El fic estará ambientado en la tradición de las geishas. Algunas de esas costumbres van a estar alteradas para beneficio de la trama del fic. Intentaré aclarar las ideas erróneas, me encanta el mundo de las geishas y no quisiera ofender. Por eso, habrá algunos nombres japoneses (personajes secundarios, obvio y poquitos) y alguna que otra frase.

Capitulo 19

Consejero Real

Cuando Arwen regresó a la okiya luego de visitar a la bordadora, era tarde, y apenas tenía tiempo de aprestarse para los compromisos de la noche.

Lo que en realidad no esperaba, era el revuelo que habia y por supuesto, no iba a quedarse con la intriga de saber a qué se debía; pero la respuesta que recibió, la dejo por un instantes helada y sin aire.

- Legolas fue solicitado por la Casa Real a una reunión para esta noche.- informó Fumio, atentamente.

De no ser por el arduo entrenamiento en mantener sus emociones bajo un estricto control, la elfa hubiese estallado en un acceso de furia.

- No pueden solicitarlo... Recien ha pasado su mizuage... Apenas lleva algunos días como geijin. Y el rey Elessar ofició mi mizuage, yo debí ser enviada a palacio, y no un geijin sin experiencia que sin duda dejará nuestra reputación en entredicho.- alcanzó a decir, lo más neutral que pudo.

Conciente de la envidia detrás de las cuidadosas palabras de Arwen, Fumio solo sonrió.

- Tal vez, pero su Majestad lo solicitó especialmente a él. Y no creo que Legolas haga caer nuestra reputación, ya sabes que su mizuage ha sido el más alto del Barrio... el señor Mayoral no ha dejado de decir a quien quiera escucharlo, que Legolas estaba tan intacto como cuando nació al momento de su mizuage. Eso sin duda es una gran recomendación para nuestra okiya.

- Probablemente...

Arwen se guardó el resto de sus observaciones, al ver que el hombre estaba por completo de parte del elfo y se dirigió a sus habitaciones.

Enfurecida, paseó de un lado a otro. Habia jugado su última carta, y ahora tenía que esperar, esperar a que el tiempo decidiera... Pero la espera era infernal, sabiendo que ese elfo ganaba terreno a pasos agigantados, y que al parecer al rey no le había importado para nada no haber sido el primero.

Tomó un bote de los tintes que usaban las otras jovencitas de la okiya y lo arrojó contra el espejo para descargar su ira. Por supuesto aquel se rompió y la pintura se esparció sobre algunas telas.

"Yo voy a sentarme junto al rey... El fue el primero para mí, y si no lo recuerda, yo me encargaré de que alguien se lo recuerde... probablemente le dará un dolor de cabeza a mi buen padre saber que su hija fue desflorada por un arrogante rey humano... No me importa si se desata una guerra entre humanos y elfos, él me tomará como reina. A cualquier precio."

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Varias veces en el curso de los días siguientes, Legolas había sido solicitado por la Casa Real para dar su agradable compañía al rey. O al menos eso era lo que decían las invitaciones que se recibían en la okiya y que la dueña veía con una sonrisa tan amplia como su cara.

Por su parte, el elfo no hacía ni una mención a lo sucedido, ya que tal como Baldor le había indicado, ya no tenía por qué detallar en su okiya todo lo que hacía. Por supuesto seguía aceptando las invitaciones a las diferentes reuniones donde lo solicitaban, pero aquellas solo incluían eso: su presencia para amenizar el tiempo con sus canciones, tocando el shamishen o con las danzas.

De lo que sucedía entre Aragorn y él, no hacía mención alguna y a decir verdad procuraba ni siquiera pensar en ello porque el solo recordar el inefable placer que ambos tenían al estar juntos no era algo que pudiese ir pregonando por todos lados, aunque su corazón estuviese deseoso por hacerlo de ese modo.

Un tanto sobrepasado por algunas de las clases que aún recibía, las reuniones y aquellos extenuantes pero agradables encuentros, Legolas casi no hallaba tiempo para pensar en otras cosas.

Egaldus seguía siendo un maestro afable y al mismo tiempo severo y exigente, por lo cual aquella tarde, el elfo regresaba a la okiya con muchos deseos de darse un largo y reparador baño antes de empezar a prepararse para la rutina de la noche.

Apenas había empezado a caminar por el estrecho pasillo central de la okiya cuando llegó a sus oídos un sonido familiar. El chasquido de la correa de cuero de Fumio cortó el aire, y el gemido que vino inmediatamente después lo alertó acerca de lo que sucedía. Su propia espalda pareció estremecerse ante el recuerdo. Hubo un par de azotes más y como eso no parecía terminar, se encaminó hacia el jardín para encontrar la escena.

Cuando el hombre preparaba el siguiente fustazo, Legolas detuvo su brazo. Hecho un ovillo a sus pies, Mamoru sollozaba en forma más que lastimera.

- Por favor, ya es suficiente...- pidió Legolas ante la mirada asombrada del hombre.- No creo que quieras lastimarlo más.

- Claro que no quiero, Legolas; pero el muchacho estropeó con maquillaje un obi de Arwen y era muy costoso...

- Yo no lo hice...- gimió todavía desde el suelo.

- Supongo que no pensarás hacer un obi nuevo con la piel de Mamoru...- comentó el elfo.- Yo pagaré un obi nuevo para Arwen.

- No puedes. El obi se agregará a las deudas que ya tiene el muchacho... pero con esto, creo que no conseguirá que Arwen consienta en entrenarlo.

Entonces el elfo recordó que Mamoru estaba ahora en la misma situación en la que él había estado, esperando que la elfa aceptara enseñarle. Conociéndola, sabía que haría calor en el paso de Caradrhas antes que aceptara entrenar a alguien. Hubiese querido poder desempeñar él mismo ese papel, pero no había pasado tiempo suficiente como geijin para poder tomar a un hermano pequeño.

- Aun así, creo que ya es suficiente, Fumio... Míralo, apenas puede moverse... Por favor...

Nada más quería el hombre que tener una excusa que le permitiera detener eso. Si algo detestaba era esa parte de su trabajo.

- Supongo que si una geiko puede ordenar el castigo, un geijin puede detenerlo... - dijo al fin, contento de haber encontrado la excusa.- Vamos a llevarlo a tu habitación.

Entre los dos llevaron al sollozante muchachito a la habitación que aún compartía con Legolas y lo atendieron hasta que se durmió. Dejándolo al cuidado de Fumio, Legolas olvidó el asunto del baño y el descanso y volvió a salir.

Caminó un rato de ida y vuelta por la callecita hasta que creyó haber dado con la solución y se puso en camino de inmediato.

Se detuvo frente a la okiya que estaba casi a la entrada de la calle y llamó cuando estuvo en el vestíbulo. Apenas un poco después, una de las criadas se presentó.

- Legolas, qué sorpresa que hayas venido...- dijo la mujer, reconociéndolo.- ¿En qué podemos ayudarte?

- Buenas tardes... Me pregunto si Seisuke podría recibirme unos minutos. Quisiera hablar algunas cosas con él.

- Le preguntaré. Estaba preparándose para la noche.

La mujer lo escoltó hasta la salita donde esperó unos minutos más. Poco después, otro joven apareció desde el interior y al ver a Legolas, sonrió amistosamente antes de dedicarle la reverencia de saludo que ahora debía con un colega.

Desde aquel horrible malentendido con las hierbas que Arwen le había dado, los dos solían encontrarse con bastante regularidad en la escuela. Las hierbas que Legolas le había obsequiado no solo habían aliviado las erupciones, sino que con el uso continuado, habían hecho que el aspecto del muchacho fuese envidia de incluso algunas geiko.

- Satoka dijo que necesitabas hablar conmigo... Tú dirás en qué puedo ayudarte.

- Necesito pedirte un favor, pero no sé si será posible.

- Haré lo que pueda por ayudarte.

- En realidad, es para ayudar al muchacho que vive en la okiya conmigo... Mamoru. ¿Lo recuerdas?

- Creo que sí.

- Bien, verás, él debería esperar a que Arwen acceda a enseñarle para poder convertirse en aprendiz...- ante esas palabras, Legolas vio el gesto del otro muchacho.- Sí, no creo que eso suceda nunca, así que me preguntaba si tú no estarías interesado en tomarlo como tu hermano pequeño.

El joven se quedó un tanto asombrado por el pedido, no era común que un geijin fuese a solicitar ayuda para alguien que podría convertirse en una posible competencia; pero en realidad, ya conocía a Legolas lo suficiente como para saber que el interés del elfo era genuino.

- Me gustaría mucho poder hacerlo yo,- continuó Legolas.- Pero apenas he pasado mi mizuage... Todavía no he terminado de aprender todo lo que Baldor tiene para enseñarme. No puedo ser estudiante y maestro a la vez... Por eso pensé que tal vez te interesaría.

- Bueno, Legolas... No es que no me interese, pero sabes que tomar un hermano pequeño requiere tiempo y mucha dedicación... ¿El muchacho es capaz?

- Es capaz, y es muy voluntarioso, muy trabajador y obediente... Quizás no destaque mucho pero te aseguro que nadie trabajará tan duro como él si le das una oportunidad.

El muchacho pensó un poco. Le debía a Legolas no solo el haber curado tan bien, sino tambien que aquello había redundado en muchas nuevas invitaciones por su buen aspecto.

- Haremos un trato. Lo observaré durante algunos días en la escuela, veré su desempeño y su dedicación, si lo que veo me convence, lo tomaré como hermano pequeño... Pero tienes que prometerme que no le advertirás que lo estoy observando. Quiero estar seguro antes de embarcarme en un asunto así.

Contento, Legolas asintió.

- Me parece justo, te lo prometo, no le diré nada. Obsérvalo y luego podrás decirme cual es tu decisión. Te agradezco que hayas consentido en tomar en cuenta mi pedido, Seisuke.

Luego de saludar con todo respeto, Legolas regresó a la okiya dispuesto a hacer que Mamoru se repusiera lo mejor posible de su paliza. Tenía que dar lo mejor de sí en los próximos días si quería que su futuro cambiase, pero fiel a su promesa, no le dijo nada al muchachito.

Algunos días después, Legolas y Seisuke coincidieron a la salida del Barrio y el joven geijin aprovechó para hablar con el elfo.

- Tenías razón, Legolas, es muy dedicado... Tal vez no sea especialmente diestro, pero con su trabajo cubrirá muchas cosas que otros tienen. Ya solicité permiso en mi okiya y me lo han concedido, tomaré a Mamoru como hermano pequeño.

- Gracias, Seisuke... Estoy seguro que no perderás con esto.

- ¿Me dirás por qué haces esto Legolas...? ¿No crees que Mamoru pueda convertirse en un competidor para tí dentro de tu misma okiya?

La expresión de candidez en el rostro del elfo le demostró al joven humano que esa era una idea que jamás había pasado por su cabeza. Y la respuesta que obtuvo terminó de convencerlo.

- Él necesita una oportunidad... - Legolas recordó su propia experiencia al respecto.- Si Baldor no me hubiese dado a mí una oportunidad, tal vez hoy continuaría limpiando la okiya y esperando los desplantes de Arwen. Pasará tiempo antes que yo pueda tomar un hermano pequeño... Y Mamoru no puede esperar tanto...

- Cierto, esa elfa puede terminar con cualquiera en un par de días.- dijo Seisuke sonriendo y recibió la sonrisa cómplice del elfo en respuesta.

- Me gustaría que no le digas que haces esto por pedido mío.- pidió todavía Legolas.

- ¿Y eso por qué? El debería ser agradecido con quien le está ayudando.

- Tal vez más adelante pueda saberlo, pero creo que ahora solo magullaría más su ya maltrecho orgullo, ¿no lo crees? Quizas cuando sea aprendiz, o cuando llegue a ser un geijin pueda saberlo.

- Como quieras. Si es lo que deseas, mantendré el secreto. Ahora me disculpo contigo, Legolas, tengo que estar en una reunión en unos minutos...

El joven desapareció detrás de los portones mientras Legolas regresaba a su okiya. No sabía qué disfrutaría más, si el placer del muchachito cuando supiese que su vida iba a cambiar muy pronto, o la cara de Arwen cuando supiese que iba a quedarse sin criado. Decidió que disfrutaría ambas.

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Legolas se quedó mirando en silencio el rostro de su 'oniisan'. Baldor no se veía bien los últimos días, y aunque no lo demostraba en su trato con los demás, Legolas veía que el joven hacía un buen esfuerzo por sonreír y mostrarse amable.

- Pensé que te vería anoche... En casa de Haldir.- dijo el elfo, suavemente.

- No fui invitado... Probabablemente Haldir lo haya olvidado, ha estado muy ocupado, creo.

Legolas intentó no parecer asombrado, pero sí lo estaba. Había estado bastante seguro que a pesar de toda la compostura que el galadrim guardaba siempre, estaba interesado en el joven humano. No estaba tan seguro del interés de Baldor, en general, el muchacho era una máscara de amabilidad.

- ¿Te sientes bien...? Estás raro...

Baldor pestañeó como si saliera de un pensamiento lejano y se irguió en su asiento sonriendo de forma automática, pero eso no engañó al elfo.

- Estoy bien.

- Venga, Baldor... Baila para nosotros...- exclamó uno de los invitados a esa reunión.

- Te suplico que me disculpes, señor...- dijo Baldor sonriendo.- Debieron avisarme que querían que bailara antes de hacerme beber todo ese vino...

Nuevo asombro para Legolas. Baldor podría beber muchísimo más que él y caminar en una perfecta línea recta sin que eso le afectara. Hubiese estudiado un poco más al joven si aquel no hubiese seguido hablando casi de inmediato.

- ...Pero estoy seguro que todos estarán deseosos de ver a mi 'hermano pequeño'...

No es que no estuviese preparado, pero no lo esperaba. Y de pronto, tuvo pánico.

- No, Baldor... No puedo...- murmuró apenas.

- Sí, sí puedes.- dijo el joven, con seguridad.- Yo tocaré como hacemos en la escuela, y podrás bailar con mis espadas.

- Pero...

- Aún eres mi 'hermano pequeño', y si yo digo que puedes, es porque puedes.

Y como todos alrededor estaban en un todo de acuerdo con el cambio en el danzarín, no tuvo excusa para negarse. Baldor armó el intrumento y lo afinó con mucha soltura mientras él se quitaba el haori y revisaba las espadas de Baldor. Por fortuna había practicado varias veces con ellas y las conocía bastante bien. No podía elegir de cualquier manera, porque aún no tenía unas propias, así que las tomó y se ubicó en medio del salón.

- Veamos, Legolas...- dijo un guerrero que había permanecido en silencio pero que no dejaba de mirarlos con un cierto toque de burla.

Se acercó al elfo y tomó una de las espadas. Probó el filo con la yema del dedo.

- Ni un niño llevaría estas armas sin sentirse un imbécil.

Legolas se encogió de hombros y sonrió, conciliador.

- No hay mucho por hacer al respecto, señor... Nosotros no usamos armas con filo para danzar.

- Podemos arreglar eso.

Fue hasta el sitio donde había estado sentado y trajo dos espadas. No eran como las grandes espadas pesadas que usaban los guardias de Gondor, sino dos armas largas y apenas curvadas. Los mangos eran largos y cuidadosamente labrados en marfil, en tanto las hojas refulgían con destellos azulados.

- ¿Serás capaz de bailar con éstas, elfo? Estas sí son espadas...

Había un claro desafío en esas palabras, eso picó el orgullo de Legolas. Como si él no conociera de espadas con filo. Había manejado armas sumamente afiladas cuando ese humano aún no estaba en los planes de sus padres, no se iba a dejar amedrentar por eso.

Con algo de susto, Baldor vio el rostro estirándose en una sonrisa amabilísima y por lo mismo un tanto inquietante.

- Creo que sí, señor... Siempre que me acompañes sosteniendo mis blancos.

El hombre pareció indeciso por apenas unos segundos, pero luego, dándose cuenta que no podía echarse atrás sin quedar en ridículo, asintió. Al punto, un sirviente trajo una frutera, y con mucho cuidado, Legolas eligió un par de manzanas y una banana.

Sonriendo, puso una en cada mano del guerrero y sostuvo la banana cerca de la boca del hombre, esperando que la tomara con ella. Como él mismo había comenzado todo, no le quedó más remedio que hacerlo, fingiendo que no le importaban los comentarios que empezaron a hacer algunos de los invitados acerca de eso.

Legolas regresó al centro del salón, y con una leve indicación, dio señal a Baldor para que comenzara.

Durante los minutos que siguieron, los invitados solo contenían el aliento. Era claro que todos habían visto alguna vez las danzas de Arwen, la gracia de sus movimientos, pero esto era algo que superaba todas sus expectativas. Los pies élficos se deslizaban en completo silencio, sin interferir en el suave tañido de las cuerdas. Tan suave era el desplazamiento, que por momentos, el elfo parecía levitar muy cerca del piso, claro, pero sin tomar contacto con él por mas de algunos segundos.

Las espadas dibujaban surcos plateados en el aire, con una velocidad y exactitud escalofriante, aunque de momento, el elfo se mantenía a una prudencial distancia del guerrero que seguía de pie algo más lejos.

Los giros eran pausados y gráciles, llenos de hermosura; y las espadas casi silbaban por el aire, recordando con ese sonido que no eran las inofensivas armas usadas comúnmente por los geijin, sino algo bello y mortífero.

Tan bello como la música que comenzaba a aumentar su ritmo y tan mortal como la palidez en el rostro del guerrero al ver que los plateados filos se acercaban más con cada giro.

Los dedos de Baldor tañeron un par de notas y acallaron en seco la vibración de las cuerdas. En el silencio que siguió, solo hubo dos cosas: el rapidísimo movimiento del elfo girando sobre sus pies, y tres silbidos penetrantes.

Las manzanas que el guerrero sostenía en sus manos, a los lados de su cuerpo, apenas se movieron, y la fruta restante sí cayó partida a escasos centímetros de la nariz del hombre.

El elfo dio un paso atrás y con la punta de una de las espadas tocó los brazos levemente temblorosos del hombre. Las mitades cortadas cayeron entonces al suelo. Tan certero y ágil había sido el corte, que ni siquiera se habían movido de su sitio original. Con eso provocó el aplauso entusiasmado del resto de los invitados.

Sabiendo que el hombre estaba bien, pero un tanto conmocionado por haber visto esos filos tan cerca de su rostro, Legolas se acercó y le extendió las espadas.

- Tenías razón, señor... Estas sí son espadas. Me disculparás, pero para mis danzas prefiero usar las armas sin filo... Estas son demasiado peligrosas para mí.

Tal vez estaba un poco deslumbrado todavía, lo cierto es que el guerrero solo se limitó a mirar el sonriente y afable rostro del elfo que parecía estar disculpándose con toda sinceridad. Para beneficio de su orgullo prefirió creer que así era. Sin decir nada, tomó sus armas y regresó a su asiento mirando a Legolas con un nuevo respeto.

- Eso de las frutas no lo enseñan en la escuela...- susurró Baldor, tan asombrado como los demás.

- No, es algo que aprendí con mi adar... mi padre.- el elfo miró hacia la puerta del salón, donde el pequeño palito de incienso que le pertenecía, humeaba suavemente.- Ya tengo que irme, Baldor. Me están esperando...

Baldor sonrió y asintió.

- Ya no tienes que darme explicaciones, Legolas, puedes hacer lo que quieras. Además me imagino que deben estar esperándote con verdadera impaciencia.

Legolas no pudo evitar un pequeño sonrojo, pero lo dominó al instante, y se puso de pie para saludarlo. Unos minutos después, luego de presentar los respetos debidos al anfitrión de la reunión, el elfo salió de la casa. En la puerta, esperándolo, había un carruaje pequeño, muy similar a los que usaban para trasladarse hasta el Barrio, solo que éste estaba convenientemente cubierto.

Sin asombrarse, Legolas subió al carruaje, y aquel partió de inmediato.

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El carruaje ya tenía un ocupante cuando Legolas subió en él. Cubierto con su vieja capa verde, Aragorn había esperado un rato antes que el elfo apareciese; pero en cuanto estuvo dentro, lo encerró entre sus brazos fuertes acercándolo hasta que sus rostros estuvieron a escasos centímetros uno de otro.

Lo miró con arrobamiento antes de dedicarse a besarlo. Incluso cuando lo tenía así, le costaba creer que una criatura tan hermosa como Legolas hubiese podido fijarse en alguien como él. Aunque tenía algo de sangre élfica corriendo por sus venas, Aragorn sabía que distaba mucho de ser el 'bocado ideal' del común de los elfos, ya que todos ellos eran tan hermosos que no era raro que en general solo encontraran pareja entre ellos mismos.

Y que además ese elfo lo amara así, de una manera tan completa; simplemente lo dejaba sin respiración. Cuando se separaron, Legolas se acomodó dentro del abrazo para disfrutar el resto del viaje.

- ¿Has estado ocupando mucho a Haldir...?- preguntó de pronto, sorprendiendo un poco a Aragorn.

- ¿Ocuparlo?

- Bueno, ustedes son tan amigos... Supongo que él te servirá para cosas que no puedes confiarle a otras personas.

Aragorn pestañeó sorprendido por la percepción del elfo hacia la situación entre ellos, pero negó con suavidad.

- No le pedido nada en los últimos días... ¿Por qué?

- Es que... Hubo una reunión en su casa y yo pensé que encontraría a Baldor alli, pero él me dijo que no había sido invitado... Y creo que estaba un poco desilusionado por eso.

- ¿Y tú crees que Haldir podría estar interesado en tu 'hermano mayor'?- dijo aquello sin malicia, pero Legolas creyó captar el matiz de la pregunta y se irguió de inmediato.

- ¿Y por qué no podría interesarse en él? Baldor es un joven muy agradable y educado y amable...

- Lo siento, lo siento...- Aragorn alzó las manos en señal de rendición, sonriendo ante la calurosa defensa que Legolas hacía del muchacho.- No quise decir que no podría interesarse en él, es solo que... Bueno, Haldir conoce a Baldor desde hace bastante tiempo... Ese jovencito tiene 'cosas' en su pasado...

Ahora el gesto de enfado en el bello rostro élfico fue más que evidente. Se sentó en su lugar original, esto es, un poco alejado de Aragorn y cruzó los brazos para mirarlo fríamente desde allí.

- Por supuesto que tiene cosas en su pasado, Aragorn. Si Haldir o tú quieren alguien sin cosas en su pasado, tendrían que buscarse un par de bebés...

La ocurrencia hizo reír a Aragorn, que tuvo que admitir que su observación había sido inoportuna y bastante dictada por su anterior modo de pensar. Como estaba viendo que el elfo no iba a regresar a su lugar, fue él quien se desplazó en el asiento y se arrebujó contra Legolas.

- Tienes razón, amor... pero no sé qué pasa con Haldir. Es cierto, Baldor es un jovencito muy agradable y bastante atractivo, si me permites la observación. ¡Ay!

Aragorn no pudo evitar el salto ante el pellizco. El gesto lo llenó de alborozo; Legolas tambien podía sentirse celoso, pero se frotó el brazo porque el pellizco había sido fuerte. Hubiese seguido la conversación, y en esos instantes, el carruaje entró a los establos.

Ambos descendieron y mientras Legolas miraba alrededor, Aragorn le daba instrucciones al hombrecito que los había traído para que llegara a las cocinas, donde lo atenderían hasta que fuese el momento de llevar al elfo de regreso.

Luego, condujo a Legolas por una cantidad de corredores, mostrándole toda esa parte del palacio que de otra forma nunca hubiese visto, ya que estaba bastante lejos de los salones que habitualmente se usaban para las reuniones. Mientras caminaban, lo mantenía muy cerca, aferrado por la cintura y aunque esa actitud abierta y franca ponía feliz a Legolas, no dejaba tampoco de causarle cierto temor.

- Aragorn...- dijo, al fin, tratando de librarse de su abrazo.- ¿No sería mejor que camináramos separados...? Alguien podría vernos...

- ¿Y qué con eso?

- Bueno... tal vez no les haga buena impresión ver que estás abrazando a... es decir, que yo no soy...

Avergonzado, no se animó a articular la última parte de la frase.

El rostro de Aragorn se tornó severo y adusto.

- Soy un hombre libre, Legolas. Puedo tomar como pareja a quien se me antoje. Y además soy el rey, así que puedo tomar como pareja a quien se me antoje.- reiteró la última frase recalcando bastante bien aquello de 'soy el rey'.

Legolas prefirió sentirse feliz por esa declaración. Aragorn lo prefería a él, y no le importaba lo que los demás pensasen de ello, eso era algo por lo que podía sentirse feliz y halagado. Sonrió complacido y con ese gesto consiguió desvanecer la seriedad en el rostro del humano.

- Y se me antoja que tú seas mi pareja.- terminó Aragorn, respondiendo a la sonrisa con un gesto claramente lobuno.

Miró alrededor, y se abalanzó sobre la primera puerta que tuvo cerca y que resultó ser la del estudio donde planeaba los asuntos de estado.

"Bien, no hay problemas..." pensó mientras remolcaba a un ruborizado elfo tras de sí. "Yo soy el estado y hacerle el amor a Legolas es prioridad del estado."

Cerró con dos vueltas de llave en cuanto estuvieron adentro y de inmediato encerró entre sus brazos a su adorado elfo, sitiando sus labios con verdadera ansiedad.

En apenas cuestión de minutos, la ropa solo servía para hacer un poco mas mullida la superficie de la alfombra donde los dos quedaron tendidos mientras sus manos febriles acariciaban y delineaban cada plano, cada curva y cada pequeño recoveco. Durante un lapso aparentemente interminable de tiempo, se dedicaron a besar y saborear sin que uno diera tregua a otro.

Disfrutando de los ahogados gemidos que Legolas ya no intentaba contener, Aragorn se irguió para buscar el pequeño frasquito de aceite que tenía entre sus ropas, pero no podía distinguir demasiado si lo que había debajo de sus cuerpos era su ropa o la del elfo.

- Aragorn... olvídalo... - pidió Legolas.- Ya.. nos arreglaremos, amor...

Bien, si su elfo lo decía, él no tenía nada que oponer. Al regresar, gateando por encima del cuerpo de Legolas, quedó en posición invertida, su propio rostro justamente sobre la deliciosa entrepierna que en aquellos momentos parecía absolutamente necesitada. Con una sonrisa hambrienta, Legolas encontró justo a su alcance algo que deseaba mucho en esos momentos.

Con algo más de experiencia, Aragorn tomó el miembro del elfo y lamió con delicadeza la punta, como si fuese una golosina provocando con ello que el cuerpo bajo él se arqueara de excitación. Por su parte, Legolas intentó lo mismo que sentía que estaban haciendo con él. Debió ser lo correcto porque Aragorn estuvo seguro que las piernas no podrían sostenerlo durante mucho tiempo. Luego de unos minutos, de atención mutua, cada uno le dio al otro, de su propia escencia.

Jadeando, Aragorn dio la vuelta para volver a tomar los labios de Legolas, que respondió a su beso casi con la misma pasión que él.

Cuando sintió el peso del cuerpo del hombre sobre el suyo, Legolas suspiró dentro del beso. Amaba la sensación de esa piel caliente sobre la suya, del vello oscuro rozándolo, y que no le provocaba repulsión, sino que era como si hubiese cientos de pequeños dedos acariciándolo, haciéndolo estremecer. No se reconocía a sí mismo en ese montón de carne gimiente que respondía a cada caricia con un quejido ahogado y que podía arrancar de la garganta del humano, sonidos similares con solo deslizar sus dedos sobre él.

Las piernas se entrelazaron, y los cuerpos se friccionaron, provocando cada vez más calor.

- Por favor, amor...- jadeó el elfo, abriéndose por completo para Aragorn.

Nadie en su sano juicio hubiese podido resistir ese pedido, y en esos instantes, Aragorn no tenía ni una pizca de juicio. Ni del sano ni de ningún otro, por lo que rápidamente se situó para prepararlo, al menos un poco. Sus dedos encontraron la caliente entrada y lubricados con los restos de su primer clímax, expandieron el pasaje, acariciaron el interior y provocaron nuevos gemidos.

Se introdujo muy lentamente, sintiendo cómo la espalda se curvaba y las caderas empujaban hacia él en un intento de mayor contacto. Y conciente de esa necesidad, Aragorn empujó hasta estar por completo dentro del elfo dándole unos segundos para que se acostumbrase; después, solo se dejó llevar por el ritmo que su cuerpo le pedía y que el elfo demandaba con los ondulantes movimientos de sus caderas.

Apretado, caliente y perfecto... así sentía Aragorn al elfo mientras susurraba desesperado su nombre una y otra vez en medio del sinuoso baile de los cuerpos.

Grande, caliente y perfecto... eso era lo que Legolas sentía del humano al tiempo que tenía que morderse los labios para no gritar su éxtasis y que todo el palacio se enterara de lo que ocurría allí dentro.

Y en un momento, tambien perfecto, los dos encontraron el punto cumbre. Después, solo se abandonaron uno en brazos del otro, casi incoherentes de satisfacción.

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Legolas contemplaba el rostro dormido del rey, situado a su lado. Los dos cuerpos perfectamente alineados, y desnudos parecían encajar a la perfección, uno junto al otro.

Lo miraba con adoración, mientras un dedo delgado delineaba con suavidad el contorno de los labios del hombre. Rosados y ahora bastante llenos luego de los apasionados besos compartidos. Con un leve rubor, el elfo se encontró deseando morderlos de a poquito, hasta hacerlo despertar y que respondiera a su beso.

Pero el humano dormía con tanta tranquilidad, que prefirió dejarlo así por el momento. El dedo recorrió la línea de la nariz recta y luego las cejas oscuras. Las largas pestañas esparcían pequeñas sombras bajo los ojos, por lo tupidas y onduladas. Legolas se alzó un poquito y besó con mucha delicadeza la boca, la nariz y los párpados cerrados.

Decidió alejarse para que el hombre pudiese descansar un momento más.

Sin preocuparse por ponerse alguna prenda, vagó por el salón, mirando los muebles, la biblioteca con libros, los tapices que cubrían algunas paredes y finalmente reparó en la enorme mesa de trabajo cubierta con los mapas que Aragorn usaba.

Rodeó la mesa, mirando y reconociendo sitios de los que había oído hablar en su lejano bosque.

Sin que él supiese, Aragorn había despertado unos minutos antes y lo observaba en silencio.

Lo que había despertado al humano, era la falta del calor a su lado, simplemente eso y la sensación de vació al darse cuenta que el elfo no estaba allí donde lo había visto por última vez. Se izó sobre el codo, recorriendo la estancia con la vista y lo vio de pie junto a la mesa.

Por unos instantes, se quedó mudo. Nunca dejaría de extasiarse ante la diáfana belleza de Legolas. El saber que ese cuerpo perfecto había estado entre sus brazos, y que podía volver a estar así, lo llenaba de un regocijo muy difícil de explicar.

Sí, quería al elfo entre sus brazos otra vez, así que se puso de pie, fue hasta él y lo abrazó desde atrás.

Sin sobresaltarse en lo absoluto, Legolas giró el rostro sobre su hombro y lo recibió con un dulce beso.

- ¿Te gusta mi mesa de trabajo?

- Interesante...- Legolas volvió la vista hacia allí, con el ceño serio y concentrado.- Estás en problemas... ¿Sabías eso, no?

La observación sorprendió a Aragorn.

- ¿Qué quieres decir?

Legolas meditó sobre la conveniencia de hablar, pero no podía quedarse callado. Su mano señaló algunas marcas.

- Supongo que estas son zonas de peligro... Ithilien... Edoras... Minas Morgul... Son sitios claves. Si yo fuese tu enemigo, atacaría esos sitios para asegurarme el acceso a Minas Tirith. Dices que lo que le sucedió a Faramir no fue una enfermedad, así que alguien intentó quitarlo del medio... Ese alguien probablemente intente tambien algo en Rohan...- ahora el rostro del elfo lucía claramente preocupado.- ¿Has sabido algo de tu amigo Éomer desde que salió de Minas Tirith?

Sin deshacer el abrazo, Aragorn pensaba en lo que el elfo decía. Tenía mucho sentido, no había tenido demasiado tiempo para hilvanar sucesos, pero al parecer, Legolas podía hacerlo con mucha facilidad.

- No... Pero ya debe haber llegado a Edoras.

- ¿Por qué no...?- iba a hacer una sugerencia, pero se detuvo recordando de pronto que él ya no estaba en Bosque Negro.

Ya no era una opinión válida para esos temas. Solo era el amante del rey, se recordó con algo de pena.

- Ibas a decir algo...

- No... Yo... Lo siento, Aragorn. No soy nadie para decirte cómo manejar tus asuntos de seguridad.

- ¿Cómo que no eres nadie? Eres mucho más sensato que muchos de mis ministros, y según he podido comprobar en algunas ocasiones, mas sensato que yo... Aunque eso no sea un gran halago... ¿Qué ibas a decir?

A su pesar, Legolas sonrió.

- Iba a sugerirte que envies algunos correos a verificar que Éomer está bien... Faramir pudo ser el primer intento para dejarte sin aliados. Éomer tiene muchas probabilidades de ser el próximo, ya que Minas Morgul te pertenece por completo.

- Puedo hacer eso mañana a primera hora.- dijo Aragorn, tomando completamente en serio el pedido, no solo porque lo había hecho Legolas, sino tambien porque era por completo razonable.

- Y vigila Osgiliath.- agregó el elfo, consiguiendo con ello que el rey le dirigiera una penetrante mirada de interrogación.- Si un mercader conoce a la perfección sus defensas, y lo comentó en medio de una reunión, pudo haberlo escuchado cualquiera. O pudo decirlo en otro sitio.

Esa memoria retrospectiva tan minuciosa no era común, y Aragorn lo reconoció al punto. Lo hizo girar para poder observarlo mejor.

- ¿Sabes que serías un extraordinario consejero...? ¿Qué hacías en Bosque Negro, mi amor...? No creo que haya okiyas en el medio de Mirkwood.

Legolas se quedó un poco cortado. No había esperado que su advertencia derivara en un interrogatorio acerca de su pasado. No podía decirle lo que había sido antes, era su secreto.

- No puedo decirte...- murmuró al fin y se apresuró a hablar antes que hubiese nuevas preguntas.- Te aseguro que no hubo nada reprobable que me hiciera salir de Mirkwood... Solo fue algo inevitable. En cuanto a esto...- su mano hizo un gesto vago hacia la mesa cubierta de mapas.- Yo... siempre estaba cerca del encargado de la guardia y aprendí mucho de él.

- Pero amor... Yo quisiera sab...

Hubiese seguido hablando, pero Legolas le interrumpió la frase sellando sus labios con los propios.

Consiguió su objetivo a la perfección.

Unos minutos después, nuevos gemidos llenaban el recinto.

(-0-) (-0-) (-0-)

Una vez que Legolas abandonó la reunión, Baldor continuó allí un rato más y luego de excusarse debidamente, emprendió el regreso a su casa.

No quería sentirse así, pero no podía evitarlo.

Los últimos días, parecía que Haldir lo había evitado. No podía ser de otra forma, ya que de común lo encontraban casi todos los días merodeando por el mercado, por las tiendas, en muchos distintos lugares; pero esos últimos días, parecía haberse esfumado.

Tampoco lo había invitado a la reunión que Legolas había mencionado.

"No debería asombrarme. Él puede ser un elfo, pero no deja de ser como todos los demás..." intentó consolarse con esos pensamientos, pero no resultó.

Se sintió molesto consigo mismo. Había dejado salir algunos de sus peores recuerdos en un acceso de confianza que no había tenido nunca con nadie, ni siquiera con Legolas y todavía no se explicaba por qué.

"Porque eres un tonto, Baldor, por eso. Has sobrevivido por años usando la cabeza, no empezarás ahora a hacer las cosas diferentes."

Llegó a su casa sin darse cuenta. Apenas entró, en la tenue iluminación que Sati siempre dejaba para que no tropezara al llegar por las noches, vio el papel sobre la mesa. Avivó la llama de la lámpara y lo tomó.

Lo leyó y se sentó mientras lo hacía. Después puso el papel cuidadosamente frente a sí y continuó mirándolo, hasta que las letras se volvieron algo confuso ante sus ojos. No había escuchado a la mujer que se había levantado al oírlo llegar.

- ¿Está bien, señor Baldor?- preguntó, poniendo su mano en el hombro del muchacho.

Aquél respingó un poquito al contacto, pero luego sonrió, casi como siempre.

- Sí, Sati... Solo estoy un poco cansado...- miró de nuevo el papel y respiró hondo.- Quisiera que mañana abras la habitación principal para que se airee. Verifica que los cambios de ropa de cama estén todos limpios y perfumados... Tendremos algunos días para poner la casa en orden.

Encontró la mirada comprensiva de la mujer y asintió levemente ante la pregunta no formulada.

- Y quitaremos esos tapices... y algunas otras cosas, ya sabes que a mi 'danna' no le gustan.

- Sí, señor Baldor.

- Bien. Me voy a dormir, entonces. Buenas noches, Sati.

Aunque dijo que iba a dormir, no pudo hacerlo durante gran parte de la noche. Los días por venir iban a ser difíciles, mucho más difíciles de lo que habían sido hasta ese momento.

TBC...

N/A: Bueno, aquí tengo una palabrita nueva: 'danna'. Aunque Baldor le explicará más adelante a Legolas de qué se trata, pondré algo para que no quede en el aire la última parte. En principio, 'danna' o 'danna-sama' es la expresión con que antiguamente las mujeres japonesas se dirigían a sus esposos, algo así como cariño y respeto. En general, el 'danna' de una geiko era el que la patrocinaba, un cliente especial, pagaba sus gastos y por eso mismo tenía (esto no lo admiten las geiko) un 'trato preferencial'... De momento, creo que esto será suficiente para explicar la actitud de Baldor. Su danna es quien paga su ropa, sus gastos de escuela y demás... Dejo el resto librado a su imaginación muejeje.

Reviews:

Vania: Holis! Ya que me dejaste mensajito en los dos sitios, pues contestaré en los dos sitios, claro :- ) ays, lo de las hojas verdes fue sin pensar, es que como yo tambien soy de horror en la cocina, a todas esas cosas les digo 'hojitas verdes'... es que pa' mí son todas igual :-P y luego me dí cuenta de lo que había puesto jejeje. Un tiempito para prepararle el terreno a la bruja y al amargado de Dénethor, mientras que estos dos difruten... porque cuando estalle el lío, todos sufrirán... muejeje. Besos!

Fedia: Una venérea?? XD,XD... no estaría mal, para la elfa... lástima que podría habérsela pegado al reyecito, y eso sí que no, no, no... Además, después de estrujar mi cerebrito, creo que ya sé qué haré con ella al final. La verdad que tengo que admirarle la paciencia a Aragorn y al elfito, se esperaron 18 capitulos para un poquito de lemon... Muchas gracias por tus comentarios, en realidad, ya tenía ganas que esos dos fueran directamente al punto :- ) pero el elfito no se iba a dejar así tan fácil. Gracias de nuevo. Un besote.

Zekhen-angel: Hola!! Me perdonaste!!! Toy feliz, ya tenía que compensar por lo del mizuage... jeje, pobechito Leggy. La elfa todavía tardará un poquito en desaparecer, pero antes le daré un par de capitulitos para que ellos disfruten y tú babees, juajua. Besitos mil.

Nina: Hi! Tanta espera... hice mi mejor esfuerzo para que quedara bonito y romántico el nuevo mizuage de Legolas. Ahora estarán felicísimos por un ratito... hasta que 'alguien' aparezca y haga de las suyas. Muchos besitos!

Azalea: Ay, cómo me he reído con eso de 'espíritu desprendido, regrésate que falta el final' jajaja... viste que Haldir emplea métodos drásticos pero eficaces... En cuanto a Arwen, pues infarto no le dará, tiene el corazón fuerte la elfa, pero sin duda no se quedará de brazos cruzados... aunque no todo será como ella piensa, y no digo más... pero creo que a la elfa se le puede saltar un tornillo de la bronca, juasjuas... Besotes.

Monce: Holis! Te gusta mi historia :- ) toy contenta... yo sabía que habría muchos saltitos cuando leyeran que por fin les había llegado el momento de estar juntitos a estos dos. Jajaja...así que ya te han amenazado con llevarte al mani? Pues avisa en cual te pondrán porque me temo que allí iremos a dar unas cuantas... yo, por ejemplo... Baldoncito tendrá que pasar lo suyo antes que Haldir llegue, para que no me digan que solo hago sufrir elfitos... La bruja sigue tramando, y aunque un embarazo no se descarta, todavía no me decidí... Haré sufrir mas a Leggy... muejeje... besos.

Iona: Todos felices por el lemoncito!!! El reyecito y Leggy vinieron de rodillas a pedir autorización... 'estamos esperando desde hace 18 capitulos, porfis,porfis...' y como tenían razón, no me pude negar... Ok, bueno, está bien... Les dije. Haldir ha hecho mucho para esto, ahora vamos a ver si puede aceptar sus propios consejos, muejeje... Vaya que les tengo algo preparado abysm se frota las manitos con cara de Arwen...er...de bruja Boda... Todavía falta, pero no pierdas las esperanzas. Ja, yo había dicho que necesitaría a ese viejo tambien... Tengo todos los malvados que necesito. Ya está decidido. Valinor lo verás en tus sueños, elfa!!! Un besote inmenso.

Amazona Verde: Holitas! Ahá, por fin rey y elfito enredados y juntitos... Arwen? Alguien dijo Arwen? Ja, ahora tiene que esperar, la elfa... aun no decidí si habrá un elfito en camino, pero bien... ya veré. Imrahil, tiene turno en uno o dos capis, tengo que arreglarle un reyecito para el también nos vemos! Besito

Forfirith: Hola! Toy feliz porque el lemoncito ha gustado mucho... y lo reescribí y recontracorregí como venticinco veces, pufs,pufs... pero al final quedó bien. XD,XD... 'Editorial Matemos a la Zorra' jajajaja, no hay caso, niña, la facilidad que tienes para el humor... Yo no puedo hacer reír a nadie ni haciéndole cosquillas en las patas. No has pensado en el concursito de Lanthir...? Te vendría de perlas. Menos mal que resucitó la compu... la mía me la hizo hace algun tiempo y vaya que es molesto el asunto. Y ya te dejé mi reviewcito para tu fic, ya sabes, como siempre, genial. Me acuerdo y me río... 'me gustan los dos...' XD, XD... Un montón de besitos!