Título: El destino del árbol y el junco

Autor: abysm

Disclaimer: Los personajes son de JR Tolkien, por supuesto. Los tomé prestados un tiempito.

Advertencias: Esto será slash Aragorn/Legolas, definitivamente. Creo que será rating R en algunos capítulos.

Aclaraciones: AU. No hay Anillo ni Sauron. El fic estará ambientado en la tradición de las geishas. Algunas de esas costumbres van a estar alteradas para beneficio de la trama del fic. Intentaré aclarar las ideas erróneas, me encanta el mundo de las geishas y no quisiera ofender. Por eso, habrá algunos nombres japoneses (personajes secundarios, obvio y poquitos) y alguna que otra frase.

N/A: Ando en días pitufitos (según descripción de Jun) por eso le doy un respirito más a estos dos preciosos. Por eso, y porque tuve una especie de bloqueo con los hermanitos, pero ya los arreglé a esos dos y prometo que para el próximo capi habrá novedades de Imrahil y Elroy.

Capitulo 20

Lluvia de estío

A medida que avanzaba por los jardines de la casa de Haldir, todos los que se cruzaban por su camino, guardias o sirvientes, se inclinaban en una profunda reverencia, y eso hastiaba bastante el ánimo de Aragorn.

Algo que realmente lo ponía fuera de sí, era no contemplar rostros, ojos o narices sino coronillas que se inclinaban ante él como si compitiesen a ver quien de ellos hacía la reverencia mas cercana al suelo. Pero tambien era algo que había aprendido a ignorar, ya que no podía cambiarlo.

Llegó a la salita donde Haldir tenía un pequeño estudio y entró sin golpear.

- ¿Jamás te anuncias?- preguntó el elfo, alzando la cabeza de su lectura.

Aragorn se encogió de hombros, displicente.

- Soy el rey, no necesito anunciarme.

- Humano arrogante.

- Elfo estúpido.

Ahora sí había conseguido captar la atención del galadrim, que alzó los ojos hacia él sin saber cómo tomar esa frase.

- ¿Y a qué se debió eso?

- Has estado muy ocupado últimamente, según he oído...- continuó el rey, tomando asiento sin que se lo ofrecieran y sin dar explicaciones en ese momento.

- Bastante.

- ¿Esquivando a Baldor...?

Ante esas palabras, Haldir se irguió en su asiento y contempló al rey, cuyo rostro parecía complacido y feliz. En realidad, Haldir no recordaba haber visto nunca tan contento a Aragorn y supo, por supuesto que eso era obra de Legolas.

- Yo no tengo por qué esquivar a nadie... Mucho menos a un humano que ni siquiera ha salido de su primera juventud.

- Es bueno saberlo. Por un momento, creí que el gran capitan Haldir temía enfrentarse a un jovencito. Uno bastante delicioso, por cierto pero que no deja de ser un muchach...

- Suficiente Aragorn, no creo que hayas venido hasta aquí, solo para inmiscuirte en mi vida privada.

A ese punto, el rey lanzó una sonora carcajada.

- ¿Por qué no? Te has inmiscuido alegremente en la mía sin tener ningún cargo de conciencia por ello; y aunque en general agradezco tus intervenciones, no veo motivo para no hacer lo mismo.

- Es increíble lo que Legolas ha hecho contigo... Juraría que ese sonido horrible y esa mueca espeluznante es parte de lo que en las personas normales llaman 'risa'.

- ¿Tienes miedo que Baldor produzca un efecto similar en tí?

Ahora la pregunta había sido directa, pero sin malicia y Haldir lo sabía. A pesar que a veces se enojaran y discutieran, no había maldad entre ellos.

- No tengo miedo.- dijo Haldir, resistiendo no obstante el interrogatorio.

Aragorn resopló, era evidente que hacer entrar en razones al elfo no iba a resultarle tan fácil como había pensado.

- Supongo que hay pocas probabilidades que yo pueda sumergirte en una fuente llena de agua helada para que se te aclaren las ideas... ¿Tanto te cuesta admitir que puedes sentirte atraído por un humano...? ¿O es miedo a amar algo que puedes perder?

Lamentablemente para Haldir, Aragorn podía ser tan incisivo como él, a la hora de hacerle ver ciertas cosas.

- Es tan fácil para ti, mortal...- dijo al final.- Cuando un elfo ama, lo hace para siempre, Aragorn... Tienes el amor de Legolas, y siempre lo tendrás... ¿Te has puesto a pensar qué será de él cuando tú envejezcas y mueras?

- Claro que lo hago, Haldir. Cada día, cada vez que me mira... pienso si seguirá mirándome así cuando yo sea un viejo decrépito... Pero si el destino quiere que sigamos juntos, también puede que llegue el día en que ambos podamos estar juntos para siempre. Y eso también está a tu alcance... Vamos Haldir... ¿De qué sirve la inmortalidad si tienes que vivir solo?

El elfo se quedó en silencio por un largo rato, y como no parecía que fuese a decir nada, Aragorn se levantó y fue hasta la puerta para llamar a un criado y darle algunas órdenes.

- ¿Qué crees que haces?- preguntó Haldir.

- Pedí que trajeran vino... Es tarde, y no tengo ganas de ir a verle las caras a los imbéciles de mis ministros, así que tú y yo nos embriagaremos esta noche.

- Yo no bebo, Aragorn.

- Pues es un buen momento para empezar. El vino ayuda a aclarar algunas cosas...

- A mi me pareció que fue el agua helada la que te ayudó a aclarar cosas, no el vino...

- Bueno, sí, pero ya dijimos que no tengo probabilidades de meterte en una fuente, así que... me conformaré con embriagarte hasta que puedas admitir que te gusta Baldor.

- Jamás lo lograrás.

La sonrisa del rey fue amplia y complaciente.

- Veremos eso, galadrim.

(-0-) (-0-) (-0-)

Cuando Legolas entró a la casita, se dio cuenta de inmediato que algunas cosas habían cambiado de sitio e incluso otras habían desaparecido.

Los tapices bordados que tanto le gustaban a Baldor habían sido reemplazados por dos grabados en madera representando escenas de batalla, y la mesa se había desplazado del lugar central en la sala para hacer espacio cerca del hogar, donde ahora había un gran sillón y un pequeño taburete para apoyar los pies junto al fuego.

Baldor salió de su habitación envuelto en una bata verde oscura que parecía resaltar mas la piel blanca y el cabello castaño con reflejos cobrizos. Sin embargo, Legolas no pudo dejar de notar que se veía distinto.

El joven lo invitó a sentarse y le indicó a Sati que les trajese té.

- ¿A qué se deben los cambios, Baldor?

- Bien, es un aspecto de la vida de un geijin que no hemos tocado hasta ahora, y de hecho, para que te llegue el momento, aún falta bastante, Legolas... Pero no me queda más que explicártelo ahora. Te das cuenta que tú o inclusive Arwen, viven en una okiya; pero yo tengo mi propia casa... También has visto mi vestuario personal, que es bastante costoso... ¿Nunca te has preguntado cómo es posible?

- Bueno, sí... Pero, como eres el geijin más popular, pensé que lo habías obtenido con tus ganancias...

- Podría obtenerlo ahora, con mis ganancias actuales, pero cuando me vine a vivir aquí, yo apenas era un geijin del montón... y muy joven además.

- Baldor, aún eres muy joven.- comentó Legolas, pero no podía hacerse a la idea de un Baldor distinto al que conocía, solicitado y exitoso.

- Y de hecho mis ganancias fueron bastante reducidas hasta mi mizuague. En fin, la solución a este acertijo es fácil. Mi 'danna' es un hombre rico y solía ser bastante poderoso. Él es quien me regaló la mayor parte de mi vestuario y quien paga mis cuentas. También es la razón por la cual tengo más prestigio que Arwen. Tengo un 'danna' rico y ella no tiene ninguno.

Legolas había pasado ya bastante tiempo en el Barrio como para oír hablar de los 'danna'. Un danna era una especie de protector, el que se hacía cargo de mantener a una geiko o un geijin, pagando sus gastos de ropa, casa y comida, a cambio de ciertos 'privilegios' que por supuesto el resto de los clientes no tenían.

Tener un danna no era una obligación, como el mizuage, sino una elección del geijin o la geiko. Si un hombre se interesaba en tener un protegido, se ponía en contacto con la okiya, si el futuro 'protegido' manifestaba su aprobación y llegaban a un acuerdo, se celebraba una pequeña ceremonia, similar a la de la hermandad. A partir de ese momento, el 'danna' correría con los gastos de su protegido.

Aunque algunos protegidos continuaban viviendo en sus respectivas okiyas, algunos 'danna' preferían que tuviesen sus propias casas, para mayor intimidad. Este trato se mantenía hasta que alguna de las dos partes manifestaba su deseo de terminar con el trato.

Una geiko o un geijin de buena reputación no mancharía la misma con una seguidilla ininterrumpida de 'dannas', sino que tendría dos o tres durante el tiempo que se dedicase a eso, por tal motivo, una vez establecido el trato, este podía durar el tiempo que las partes quisieran. La relación entre el 'danna' y su protegido era absolutamente normal en el Barrio y muy respetada.

- Arwen es muy hermosa... No puede ser que ningún hombre haya querido ser su 'danna'- comentó Legolas, pensando con cierta ilusión que tal vez Aragorn pudiese ser su 'danna'.

- ¿Con el carácter que tiene...? No bromees, Legolas. Aunque he oído decir que hay hombres que les gusta ser azotados mientras... Oh, bueno, eso no viene al caso. El caso, es que mi 'danna' vendrá a la ciudad en algunos días... y preferiría que no vinieras a casa en esos días.

- ¿No quieres que me vea?

- En realidad, a él no le gusta ver a nadie cuando viene aquí... De hecho, ni siquiera soporta a Sati.

- Está bien, si eso puede incomodarlo, no deseo causarte problemas.

- Te avisaré cuando se haya marchado y podrás regresar a visitarme... Es probable que no nos veamos mucho en las reuniones en esos días, por eso necesitaba prevenirte con tiempo.

Legolas estuvo a punto de preguntarle si había conseguido hablar con Haldir, pero se detuvo a tiempo. Sin ninguna duda no era el tipo de pregunta que debía hacer cuando Baldor le estaba anunciando la visita de su protector. Una visita que no parecía causarle el regocijo que hubiese sido de esperar al volver a ver a alguien que se ausenta largo tiempo y por fin regresa.

Luego del té, Legolas regresó a su okiya preguntándose si Haldir estaría al tanto de esa relación y esa visita.

(-0-) (-0-) (-0-)

La expresión en el rostro del elfo era recompensa suficiente para Aragorn, que a su vez sonreía sin poder evitarlo. Mientras, Legolas no hacía mas que acariciar el pelaje suave del caballo que tenía frente a sí.

- ¿De verdad...?- no terminó de hacer la pregunta, al tiempo que los ojos asombrados todavía se dirigían al humano buscando la confirmación.

- De verdad, amor.- puntualizó Aragorn.- Es tuyo, para tí... Su nombre es Arod, es lo mejor de los caballos de Rohan. Los compré a Théoden, el padre de Éomer... Es muy celoso de sus caballos, obtenerlos fue todo un triunfo.

- No puedo aceptarlo, Aragorn... Es demasiado valioso, y yo no puedo tenerlo.

- Es cierto que no puedes tenerlo en la okiya, pero estará aquí para cuando vengas y se nos antoje salir a cabalgar.

- ¿Salir...? ¿Quieres decir fuera de la ciudad?

- Por supuesto, Legolas... A menos que quieras dar vueltas por el patio de armas...

Legolas guardó silencio. Ya había olvidado lo que se sentía al montar libremente y dejarse llevar a traves de los bosques o el campo. Luchó contra el deseo de aceptar y al final, fue el rey quien resolvió el asunto.

- Salgamos a cabalgar ahora.

- ¿Ahora?

Por toda respuesta, Aragorn entró a otra caballeriza y salió un poco después llevando de la brida otro caballo, algo mas grande, de pelaje gris oscuro. Le colocó una montura y miró espectante a su elfo, sabiendo que no podría resistirse a la invitación.

Y tuvo razón.

Con el corazón exhultante, Legolas asintió; pero rápidamente quitó la montura que Arod ya tenía puesta, dejandolo libre.

- ¿Qué haces? Arod es un poco fogoso y te será difícil manejarlo sin la silla.

- No la necesito, Aragorn. Estoy mejor sin ella.

Como para demostrar que así era, con un salto ágil estuvo sobre el caballo, e inclinandose sobre él, susurró algunas palabras en élfico, con lo cual el animal se quedó tranquilo y calmado. Sonriente el elfo se volvió para mirar a Aragorn.

- ¿Donde iremos?- preguntó Legolas.

- No lo sé. Solo salgamos de la ciudad y dejemos que ellos decidan.- contestó Aragorn, palmeando el cuello musculoso de Hasufel, su propia montura.

Diciendo así, taloneó suavemente, y salió al galope seguido por Legolas.

Con cierto cuidado, debido a la gente que circulaba por las calles empedradas, recorrieron los niveles hasta llegar a la Puerta Grande. Pasaron demasiado rápido como para que Legolas notara las miradas que las personas de la ciudad dirigían al rey y su hermoso acompañante. Ya había corrido el rumor que el soberano parecía conceder muy especial atención a un elfo que habitaba en el Barrio, y aunque eso había sido motivo de bastantes habladurías, cuando pudieron observar la serena belleza de quien tenía la atención del rey, no pudieron menos que aceptar, que al menos, el monarca tenía un gusto impecable.

Apenas atravesaron la puerta, el camino se extendió en toda su plenitud delante de ellos, y entonces el espíritu montaraz de Aragorn salió a flote. Casi no tuvo que hacer nada, Hasufel emprendió una loca carrera sin rumbo atravesando el llano que rodeaba Minas Tirith.

Se sentía tan bien estar así, lejos de las paredes de palacio, lejos del protocolo y la hipocresía que lo rodeaba continuamente, que se sentía flotar en el aire. En un instante, giró apenas la cabeza para comprobar si Legolas lo seguía.

No lo seguía, iba junto a él dominando con verdadera maestría su caballo, conseguía mantenerse a su paso. Los ojos azules entrecerrados apenas para proteger la visión, el cabello rubio ondeando tras él, era una visión espléndida.

Solo se detuvieron cuando la ciudad quedó atrás, y estuvieron en medio de una llanura sembrada y verde. Desmontaron y por un rato caminaron llevando los animales por la brida, en silencio, sin querer romper la perfecta armonía que había entre ellos y tambien a su alrededor.

- Es muy hermoso... – señaló el elfo, muy suavemente.- Tienes un reino hermoso.

- Seguramente no ha de ser tan hermoso como Mirkwood, sus bosques, sus arroyos... Mira... Hacia allá, en aquella dirección, está Cair Andros. Ese tambien es un sitio precioso. Algún día podemos ir allá.

- ¿Crees que podríamos?

- Por supuesto, amor. Si mal no recuerdo, le cedí una propiedad al padre de Faramir cuando asumí el control de Minas Tirith, pero nunca la usó porque al final lo envié a vivir con él a Ithilien. Creo que podría pedirle que me preste esa propiedad para pasar unos días...

Diciendo así, enlazó con su brazo la cintura de Legolas, acercándolo hacia sí. El elfo se dejó estar en el abrazo, cómodo, tranquilo.

Por momentos, se preguntaba qué pensaría el resto de los humanos cuando lo viesen con Aragorn, o mejor dicho, con el rey. Sacudió la cabeza, ya estaba haciéndose ilusiones otra vez. Necesitaba ser objetivo consigo mismo para evitarse desengaños y frustraciones.

Aragorn le había dicho que lo amaba y sabía que era cierto, pero tambien sabía que el humano tenía deberes que cumplir con su gente. Desde su más tierna infancia, su adar le había inculcado esa enseñanza: un rey o en su caso, un príncipe; se debe a su pueblo y es el bienestar de su gente lo que debe guiar sus acciones.

No habría ningún bienestar para el pueblo de Gondor si el rey se enredaba con un geijin del Barrio. No faltarían tampoco quienes podrían escandalizarse con el asunto y causar disturbios. El elfo se estremeció ante la sola idea de ser el causante de algo así. La idea de evitar esas desavenencias entre su gente había sido tambien uno de los motivos por los cuales Imrahil y él habían debido alejarse de Mirkwood y dejar a Elroy solo.

- Te quedaste demasiado silencioso, amor.- comentó Aragorn.

Las palabras del hombre lo sacaron de sus pensamientos. Ya había estado volando de nuevo. Lo mejor era disfrutar lo que tenía, y luego los Valar sabrían qué poner en su destino.

- Disfrutaba el paisaje.- mintió Legolas.- Creo que nos alejamos demasiado, Aragorn... y el cielo no se vé amistoso con nosotros.

- ¿El valiente elfo le teme a una lluviecita pasajera?

- No le temo a la lluvia, solo digo que nos alejamos demasiado, tonto. El aire huele a lluvia, y la tierra está sedienta... ¿No sientes el pedido de la tierra?

Casi como para darle razón al elfo, un trueno rodó a lo lejos para terminar como un rumor grave y sordo. El viento se hizo un poco más fuerte y agitó los sembradíos verdes. Ahora el aire olía decididamente a lluvia.

- Creo que tienes razón.- admitió Aragorn y montó rápidamente.- Creo que mejor emprendemos el regreso o nos mojaremos bastante.

No llegó a terminar la frase, cuando un estampido cruzó el cielo y casi en el acto, la lluvia se desencadenó con una fuerza casi temible.

- Apresúrate, Legolas... Nos estamos mojando...

- ¿Y qué?- preguntó aquel, parado en medio del camino, dejando que el agua lo mojara por completo y sin hacer ningún intento por montar.- Según recuerdo, era yo quien temía a una mojadura...

Levantó el hermoso rostro para recibir las gotas frescas y dispuesto a dejar que esa frescura corriera por todo su cuerpo, mientras Aragorn lo miraba enmudecido y arrobado.

"Definitivamente, no tiene idea de lo hermoso que se vé así... Y no tiene idea del efecto que causa en mí". Pensaba Aragorn sin notar que también él estaba mojándose.

Entonces el elfo pareció despertar y montó con rapidez.

- Un poco más atrás pasamos una casita con un establo... Podemos pedir que nos permitan usar el establo mientras deja de llover.- dijo, y sin esperar respuesta, azuzó a Arod que se puso en camino.

Por supuesto, Aragorn no tenía idea en qué momento su elfo había podido observar aquello, pero no tenía ninguna duda que era así como él decía. Esa capacidad de ver, no solo lo que estaba a la vista, sino más allá, era algo raro de encontrar. Con cierta inquietud, se dio cuenta que sabía muy poco de Legolas, apenas lo poquísimo que el elfo le había contado y algo escuchado a Haldir o a Baldor.

No tenía motivos para desconfiar de él, pero le extrañaba el silencio que a veces parecía rodearlo, o esa pequeña sombra de tristeza que en ocasiones nublaba los ojos azules. Tenía que tratar de averiguar más de él, tal vez preguntando mejor a Baldor. Él era su 'hermano mayor', él debía saber algo más.

"O tal vez podría averiguar con mis consejeros cómo están las relaciones con el rey de Mirkwood y enviar una pequeña comisión que investigue...".

Cuando pronunció la palabra investigar, se dio cuenta de lo que estaba diciendo. Estaba pensando en hurgar en un pasado del cual Legolas no quería hablar. Le había dicho que no habia nada reprobable en las razones que lo habían hecho alejarse de su bosque natal, y no habia manera en que pudiese mentirle...

Antes que pudiese seguir preguntándose cosas, llegaron al establo que estaba, tal como Legolas había dicho, no muy lejos de donde los había sorprendido la lluvia.

Una mujer iba saliendo de allí, evidentemente de poner a resguardo a sus animales, cuando se encontró con esos dos jinetes a la puerta. Pese a que eran desconocidos, no pudo dejar de quedarse algo sorprendida al ver la delgada figura rubia que desmontando ágilmente, se adelantó para hablarle.

- ¿Buena mujer, nos permitirías refugiarnos en tu establo?... Es que la lluvia nos sorprendió en medio del paseo...

Las maneras agradables y educadas del elfo hicieron que la mujer se sintiera confiada, no todos los días un viajero se presentaba tratando a una capesina como si fuese una dama de noble cuna. Y tan apuesto que casi dolía mirarlo.

- Pero está sucio, señor... Y hay olor a los animales.

La sonrisa del elfo fue deslumbrante.

- No importa, señora... Es solo hasta que pase la lluvia.

- Si es lo que quieres, señor...- se hizo a un lado, para dejarles paso libre.- Allí al fondo hay unas mantas, para que puedan secarse, si lo desean.

La mujer salió corriendo hacia la casa porque en esos momentos, la lluvia arreció. Una vez que estuvieron dentro, acomodaron a los animales.

- Tenías razón... La tierra estaba sedienta, pero los que tomamos toda el agua, fuimos nosotros.- se quejó Aragorn, mientras se frotaba el pelo con una de las mantas.

- ¿También eras tan quejoso cuando eras montaraz?

- No soy quejoso... y tú eres un irrespetuoso con tu rey.

Por toda respuesta, el elfo hizo un gesto desdeñoso frunciendo la nariz, como si hubiese olido algo en mal estado.

El rey huele como cualquier mortal mojado...

Ah, claro... porque el señor elfo huele muy bien...- comentó Aragorn, moviéndose con rapidez hacia Legolas y atrapándolo en un abrazo de oso.

Hundió la nariz en el hueco entre el cuello y el hombro y para su propio asombro y alegría, Legolas olía lluvia de verano, a tierra mojada, a pasto verde. Se dejó estar así, un momento, aspirando con fruición, jamás el olor de la lluvia le había parecido tan tentador.

Ya conocía bastante bien a Aragorn, como para saber en qué podía terminar eso, así que Legolas solo intentó apartarse un poquito.

- Aragorn... Esa mujer podría volver...

- No lo creo, amor... No más escucha como llueve... Nadie en su sano juicio saldría con esta lluvia.

- Nosotros salimos.

- Ah, pero nosotros estamos locos.- susurró el hombre, y luego deslizó la punta de la lengua a través de la piel del cuello, recorrió las formas de la oreja y mordisqueó despacito la punta sabiendo que eso causaba una serie de temblores deliciosos.

No podía resistir eso. Legolas había descubierto que no podía resistirse a las manos acariciantes que en ese momento empezaban a deshacerse de los lazos de su ropa. Y estaba descubriendo que probablemente Aragorn tenía razón, porque solamente en una mente un poco loca, un rey y un príncipe estarían a punto de hacer el amor en un establo.

Dejó de resistirse para buscar por sí mismo los labios de Aragorn, y hacer que sus bocas se unieran hasta que ya no hubiese aire disponible en sus pulmones.

En una caballeriza vacía, sobre una paca de paja seca y cálida, terminaron de deshacerse de esa molesta ropa que siempre venía a presentar el obstáculo de encontrar la piel. Parecía como si nunca se hubiesen tocado, como si cada vez necesitaran recorrer cada centímetro con dedos hambrientos.

Sentado entre el lío de ropas, Aragorn guió a Legolas sobre sus piernas, sentándolo sobre sus muslos. Era enloquecedoramente sensual tenerlo asi, frente a frente, ver cómo el color de la excitación aparecía poco a poco en la blanca piel, tener su cuerpo tan cerca y sus dos manos libres para extasiarse haciéndolas correr por toda la extensión de su elfo.

Legolas acomodó sus piernas a los lados del cuerpo del hombre, disfrutando de la sensación de tenerlo tan cerca que el calor que despedía alcanzaba para entibiarlos a ambos. Deslizó sus dedos a través del pecho hasta los hombros, y enredó el pelo de la nuca para atraerlo hacia sí. Con ese movimiento, las dos erguidas virilidades entraron en contacto y los dos gimieron a un tiempo, uno dentro de los labios del otro.

Las manos de Aragorn descendieron por la espalda hasta encontrar las nalgas tan redondas, tan invitantes que nadie lo hubiese culpado por abarcarlas con sus dedos y constatar su firmeza. En respuesta, sintió los dientes de Legolas hundiéndose en su hombro. El elfo flexionó un poco sus piernas y se acercó todavía mas a su cuerpo, como si ansiara pegarse a él, unirse de manera tal que no pudiesen separarse.

Los gemidos suaves que llegaban a los oídos del mortal, solo conseguían poner su sangre a correr a velocidades despiadadas, y tampoco podía evitar sus propios jadeos ahogados.

Moverse, despacio, pausado y al compás de esa música interna que los dos parecían escuchar, intentando prologar el placer, hacerlo tan intenso como fuese posible. Sintiendo la dureza de Aragorn presionando firmemente contra la suya, Legolas casi temblaba de anticipación, deseando, ansiando el momento en que el mortal volviese a tomarlo.

Aragorn acercó sus dedos a la deliciosa boca del elfo y aquel los tomó, mojándolos, recorriéndolos con tanta sensualidad que el hombre tuvo que detenerlo antes que ese solo gesto lo hiciera terminar antes de tiempo. Segundos después, uno de esos dedos acarició con cuidado y lentitud la entrada y se hundió en la caliente profundidad que lo recibió palpitando.

Estás ansioso, amor...- jadeó Aragorn, disfrutando el saber que podía despertar un deseo tan primario en una criatura perfecta como Legolas.

El elfo solo respiró pesadamente en su cuello y asintió mientras la caricia interna desvanecía las fronteras de su realidad. Deshaciendo un poco el abrazo, buscó con sus ojos, los del humano y al encontrarlos, se irguió apenas sobre sus piernas, y se acomodó por sí mismo sobre el miembro de Aragorn. Sin dejar de mirarlo, descendió muy despacio, controlando la penetración y su desesperada ansiedad.

Incrédulo, Aragorn se sentía poco a poco entrando en el estrecho pasaje, hundiéndose en esa calidez que lo oprimía suavemente a medida que entraba. El bello rostro frente al suyo arrebolado, una gotita de sudor corrió a través de la sien y en un arrebato, Aragorn se irguió para lamerla. Y en ese momento, Legolas se sentó por completo en él, llevándolo hasta el fondo.

El cuerpo blanco se arqueó y el elfo echó la cabeza hacia atrás para obtener aire, respirar y resistir la repentina invasión que le hizo lanzar un pequeño grito.

Sintiendo el temblor que sacudía a su amante, Aragorn se quedó inmóvil, por un instante temeroso de haberlo lastimado.

- ¿Te lastimé...?- intentó preguntar a través de sus jadeos.

Entonces Legolas volvió a mirarlo y su sonrisa satisfecha disipó los temores del rey unos segundos antes que esos labios tiernos y sedosos se apoderaran de los suyos.

No importaba que afuera todo el universo pareciese estar desmoronándose entre rayos, truenos y lluvia, si adentro los movimientos, los jadeos y las caricias ponían fuego en ese establo.

- ¡Ara... gorn...!- el grito ahogado del elfo murió dentro de la boca del humano, al alcanzar primero la cúspide.

- Mi Legolas...- alcanzó a gemir Aragorn, antes de empujar una vez más y derramarse por completo en ese cuerpo perfecto.

Tal vez había sido un plan urdido por espíritus traviesos, porque a medida que muy despacio los dos cuerpos retomaban su ritmo de respiración normal, que la temperatura de la piel regresaba a su cauce natural, afuera la lluvia comenzó a amainar.

El repiqueteo en el techo, que los había acompañado durante todo su acto de amor, se hizo más leve, cada vez mas suave y en concordancia con eso, elfo y hombre, un tanto cansados pero satisfechos se apresuraron a vestirse antes que alguien fuese a sorprenderlos así.

Un poco después, como pasaba casi siempre luego de esas lluvias de época cálida, el sol lanzó unos tímidos resplandores. Los suficientes como para que los dos pudiesen agradecer a la mujer, el refugio brindado y regresar al galope tendido hacia la ciudad.

(-0-) (-0-) (-0-)

Cuando Legolas vio a Haldir merodeando en los alrededores del mercado, lo siguió con la vista por unos cuantos minutos. A veces se preguntaba qué hacía durante tanto tiempo dando vueltas y más vueltas por esos sitios tan llenos de gente.

Al cabo de un rato, se dio cuenta que el galadrim se acercaba a veces a un grupo de personas, simulando observar una mercancía, cuando en realidad, lo que hacía era escuchar lo que hablaban. Lo hizo una y otra vez, hasta que el entendimiento llegó al elfo.

"Así que es eso lo que hace para Aragorn... Escuchar lo que dice la gente... Humano taimado."

Pero no era eso lo que había ido a buscar, sino precisamente a Haldir. Eligió el momento en que aquel parecía estar en la elección de un nuevo grupo para escuchar, y se acercó a él.

- Haldir, qué fortuna que te encontré...- dijo, sonriente.

- Hace algunos días que no venía por aquí.

- Sí, supe eso.- cuidadosamente evitó decir que Baldor se lo había comentado.- Tenía que prevenirte que no podrás invitar a Baldor a tus reuniones.

La frase consiguió un efecto instantáneo y mucho más efectivo que la conversación con Aragorn.

- ¿Por qué?

- Hablé con él hace poco, y me dijo que su 'danna' lo visitará en estos días.

- ¿Danna? ¿Baldor tiene un 'danna'?- preguntó a medias asombrado.

Legolas intentó mantener una expresión neutra e inocente.

- Por supuesto... Un geijin tan exitoso como Baldor debe hacer tenido muchísimas ofertas de hombres interesados en convertirse en su 'danna'...

- ¿Quién es?- preguntó Haldir antes de poder meditar o controlar su curiosidad.

- No lo sé. Baldor no me lo dijo, pero como estará muy ocupado atendiéndolo, no aceptará invitaciones y hasta me pidió que no fuese a visitarlo en estos días a su casa.

- ¿Y eso por qué sería?

- No lo sé... Tal vez su 'danna' necesita... privacidad... Pero bueno, eso a ti no te interesa, supongo. Lo que yo quería, era prevenirte para que no perdieras tu tiempo intentando verlo en estos días. Que tengas buen día, Haldir...

Conciente que había dejado una gruesa espina clavada en la mente de su amigo, Legolas regresó a su okiya.

Aragorn le había comentado un poco acerca de su infructuosa conversación con el galadrim, y como era evidente que necesitaba algo más contundente que lo hiciera razonar, el elfo había decidido que tal vez un poquito de celos podían movilizar al orgulloso galadrim.

El rubio elfo de Lórien había quedado algo estremecido por la noticia.

Por supuesto tendría que haberlo imaginado. Un muchacho tan joven tenía pocas probabilidades de tener su propia casa, su propio costosísimo vestuario y todas las comodidades que disfrutaba Baldor, por sus propias ganancias a menos que contara con un protector rico.

"Pero Baldor nunca me dijo que tuviese un 'danna'..." pensó, pero también tenía que admitir que él nunca había preguntado.

De hecho, había evitado con todas sus fuerzas pensar en ese joven humano. Las palabras de Aragorn habían resultado mucho más ciertas de lo que el mismo Aragorn hubiese podido imaginar.

Durante su vida, había visto a muchos humanos nacer, crecer y lentamente desgastarse por el curso de los años para finalmente morir. No iba a admitirle a nadie que ese era el temor mas grande que tenía y por eso había intentado sacar a Baldor de su mente.

De su mente...

Como si fuese ahí donde se había instalado la imagen del joven humano.

Anduvo un rato más dando vueltas entre la gente, pero ya no escuchaba nada. Aunque no quería admitirlo siquiera para sí mismo, no podía alejar de su mente la idea que tal vez en esos momentos, Baldor estuviese 'atendiendo' a su danna.

Y la idea le resultaba violentamente molesta.

TBC...

Reviews:

Vania: Sí... Buenisimo lemmoncito de David y Lestat, pillina! Leggy es tan buenito, y todo será como dice ese dicho: todo en la vida vuelve, lo bueno y lo malo... jejeje. Aragorn y lo de 'soy el rey'... Juas, creo que ni él se cree demasiado eso de ser rey y por eso lo dice tanto. Su almita montaraz ansía irse lejos y olvidarse de todos esos problemas. Arwen sí, está esperando a Andrés... y que yo me decida, pero creo que ya lo tengo. El elfito precioso ya está demostrando ser mucho más que bonito (alguien lo dudaba acaso?). En cuanto a Baldor, ya le tocará también, pero que no se crea que le va a resultar fácil. Haldir se está negando, pero él es un caballero en brillante armadura si, si, ya dejo de babear y podrá demostrarlo. Un besote.

Mrina Mortensen: Aragorn ya quiere que el elfito esté con él todo el tiempo... A esa elfa desgraciada aún le quedan un par más de cositas por hacer y que se prepare, porque ya verá lo que es bueno. Baldor y Haldir tendrán sus cositas, pero antes... Muejeje (risita malvada). Los hermanitos de Leggy, se vienen en el próximo capi, esos dos traviesos se estuvieron escapando de mí, pero ya los agarré. Gracias por dejarme tu mensajito, espero seguir viendote aquí. Un saludito.

PrinceLegolas: Epa!! Cuidado con el poster! Te regalo un lemmoncito más para que todas sigan contentitas y aprovechen porque ya se viene la peor parte del fic y todos van a tener muchos problemas. Si te digo que será por culpa de la bruja, sería casi redundante, no? Haldir tiene miedito, y no lo va admitir ante nadie, pero como él le hizo tantos favorcitos al rey, ahora Aragorn está tratando de retribuirle y hacerle ver que está equivocado. Un baby del elfito en camino sí que le sacaría una úlcera a la bruja... Eres malvada. Un besito.

Nina: Hi! Sí, mis dos hermosos están felices y juntos (por ahora). Esa que tú sabes se encargará de hacer lo suyo y lo hará en grande. Sobre Haldir y Baldor, has adivinado. El galadrim tiene miedito de enamorarse de un mortal, ése es su problema. Habrá que ver si puede superarlo. De momento, Legolas le ha dado un buen motivo para ponerse celoso. Y el rey ha encontrado un consejero inteligente y precioso... Yo quiero uno... Besitos.

Forfirith: Holitas! Gracias mil, estoy haciendo felices a todos ahora, pa' que después me perdonen... El enojo de Arwen todavía no revienta, así que reserva una porción de enojo bastante grande. Lo de las espadas, pues la cara del guerrero, yo la he visto de cerca... Mi maestro de artes marciales hace un truquito parecido... bueno, el personaje de Egaldus lo creé basándome en una foto suya de cuando era mas joven... Si se entera, no habrá meditación que lo salve de un soponcio jiji. Te regalo tambien a ti un encuentrito más. Baldor y Haldir habían venido muy tranquilitos en lo que va del fic, y si quieren algo, tendrán que aguantarse... Vaya, el reyecito y leggy se aguantaron como 18 capitulos y sufrieron lo suyo antes de tener dulce. Primero hiel, después miel, juasjuas. En tu caso, se nota que es natural hacer reír a la gente... En mi caso no hay remedio, hacer llorar a la gente, pues sí me sale, pero reír... Sí, anímate al concurso... Yo estaré esperando tu fic para echarte porras, estoy segura que estará bien chistosito. Un besote!

Amazona Verde: Hola! El reyecito está empezando a tener mucha curiosidad por saber de dónde salió esa joyita... yo tambien, a ver si encuentro una parecida, vaya... Te prometo para el pròximo capítulo tendrás noticias de la parejita Éomer-Imrahil. Esa está decidida, así que ya se viene en camino. Hasta la próxima! Adieu...

Iona: Creo que esa fue una descripción muy acertada... Como un tiburón, rondando, esperando... Conseguí intrigarte? Qué bueno! Ya conseguí poner a 'casi' todos los villanos, me queda uno, pero ya verás... Haldircito está portándose raro con el pobre Baldor, pero como ves, Aragorn y Leggy están trabajandole la cabeza para que entienda :- ) Denethor es malísimo y va a complicar todo muchísimo, muchísimo... Y el reyecito quiere ser muy serio con Legolas... a ver si 'cierta' persona lo deja :- ( Un besote!

Azalea: No, con la escoba, NOOO!!! Que así no saldría reviewcitos de ninguna manera juasjuas... No te preocupes, si tu eres una pervertida, yo debo ser 'pior' porque escribo los lemmoncitos y me encanta escribirlos... Estos dos se ven perfectos juntitos. Ni me digas, hace unos días entré en una página pa' ver fotitos y había una de Aragorn y Arwen 'demasiado juntos' pa mi gusto... Casi me dá algo. En cuanto a tus suposiciones, sipi, la elfa lo está intentando. A ver qué le resulta... Tú qué crees? Y tu otra preguntita... bueno, no te digo nada... Conste que porque me lo pediste así jejeje. Muchos besitos!

Monce: Hola! Respuesta al instante, en este capitulin... Le interesa mucho, pero tiene un miedito... Uy, cuantas preguntas!! A ver: el danna de baldor aparece en la próxima, y ahí verás como le va a Baldor... La bruja tendrá lo que se merece, no te quepa duda, y los dos hermanitos se vienen en el próximo tambien, ya estoy en eso. Sé que no fui muy clara... pero es todito lo que puedo decirte por ahora. Besito!

Fedia: Hola, amiga! Me alegra que te guste. Ah, sip... ahora que estos dos empezaron, no hay modo de despegarlos jejeje... Les queda un poco antes de estar juntos definitivamente, pero espero que puedan casarse. Besito.