Título: El destino del árbol y el junco
Autor: abysm
Disclaimer: Los personajes son de JR Tolkien, por supuesto. Los tomé prestados un tiempito.
Advertencias: Esto será slash Aragorn/Legolas, definitivamente. Creo que será rating R en algunos capítulos.
Aclaraciones: AU. No hay Anillo ni Sauron. El fic estará ambientado en la tradición de las geishas. Algunas de esas costumbres van a estar alteradas para beneficio de la trama del fic. Intentaré aclarar las ideas erróneas, me encanta el mundo de las geishas y no quisiera ofender. Por eso, habrá algunos nombres japoneses (personajes secundarios, obvio y poquitos) y alguna que otra frase.
Capitulo 23
Muy malas noticias
Sin presentir siquiera la situación que estaba pasando su 'hermano mayor', Legolas y Aragorn se aprestaban a bajar a los camarotes del capitán. El capitán Halbarad ya había advertido que probablemente tardarían bastante en volver a poner todo en orden, y tal vez lo más acertado, sería que la barca permaneciese en aquellos lugares y volviese a zarpar con las luces de la mañana.
Luego que Aragorn diese su consentimiento a aquello, procedió a llevarse a Legolas al camarote.
- Aragorn, ya te dije que estoy bien.
- Sí, ya te oí... pero quiero cerciorarme que así es.- dijo, porfiado y luchando para quitarle parte de la ropa sucia y manchada.- Aunque seas un elfo, amor; sabes que tienes que curar esa herida. Y también sabes que los haradrim podrían haber envenenado sus flechas...
Como era evidente que el humano no tenía ninguna intención en ceder, Legolas suspiró resignado y se sentó en la cama. Dejó que Aragorn le quitara la parte superior de la ropa sin hacer más que mirarlo.
No podía menos que sonreír al ver la dedicación y cuidado con que el humano fue a buscar una jofaina con agua, algunos lienzos y luego procedió a limpiar el profundo corte. Con extraordinaria suavidad, como si él fuese un objeto que pudiese quebrarse en cualquier momento.
No quedaría demasiado rastro de esa herida, Legolas lo sabía bastante bien. Había tenido heridas más graves durante las guardias que compartía con sus hermanos cuando vivía en Mirkwood y aquellas habían cerrado casi sin cicatrices, por lo tanto ésta, pronto sería un recuerdo.
Pero Aragorn estaba contento jugando a cuidarlo, de manera que lo dejó seguir hasta que puso una prolija venda sobre la herida.
- Listo.- dijo, satisfecho de su obra.
Si algo había aprendido en sus años de montaraz, era a curar heridas y poner vendas.
Cuando levantó la vista hacia su elfo, encontró los ojos azules fijos en él con una expresión que nunca había visto antes. Y tampoco su voz pareció la misma cuando habló.
- Casi te pierdo.
Aragorn no supo qué contestar porque ése no era el elfo que siempre se acomodaba suavemente en sus brazos. Ahora había una especie de aura de fortaleza alrededor de Legolas, como si en algún punto de la tarde, durante la batalla, los papeles se hubiesen invertido. Así había sido en cierto modo, Aragorn supo que de no haber sido por Legolas, probablemente no hubiese salido con bien de aquella trampa.
Por primera vez desde que estaban juntos, fue el elfo quien adelantó su mano para acariciarle el rostro, con un gesto que el mismo Aragorn usaba muchas veces. También por primera vez fue Legolas quien lo acercó hacia sí para poder besarlo.
Un ramalazo de excitación corrió por el cuerpo del hombre. Casi nunca había permitido que alguien se comportara así con él por la sencilla razón que nunca se había sentido a gusto en la situación inversa; pero con Legolas era diferente.
El elfo era fuerte, mucho más fuerte que él. A veces todavía no se explicaba cómo era posible que fuese tan dócil cuando estaban juntos... Solo que ahora, no había elfo dócil en ese camarote. No había sido un elfo dócil el que había luchado con él en la cubierta, tampoco el que salvara su vida matando a Boromir en el proceso...
No, el elfo suave y complaciente tal vez reapareciera luego, pero en ese momento, Aragorn sentía por primera vez en su vida que podía ser placentero ser besado en lugar de ser quien dirigiese el beso y se dejó guiar, descubriendo que Legolas había aprendido mucho y estaba aplicando todo lo aprendido con él.
Las manos blancas empezaron a depojarlo de la ropa, con lentitud como si nunca lo hubiese hecho antes. Mientras volvían a besarlo, Aragorn recordó que él había desvestido al elfo en muchas ocasiones, pero nunca había sucedido al revés. A lo sumo, Legolas habría ayudado, pero no más que eso.
"¿En qué momento llegué aquí?" se preguntó el hombre, dándose cuenta que estaba sentado donde antes había estado Legolas y los lazos de su camisa desaparecían junto con aquella. Pero en realidad no importaba. Nada importaba si las caricias que brindaban esos dulces labios no hacían más que arrancarle profundos suspiros.
Muchas veces había besado el musculoso cuerpo de Aragorn cuando hacían el amor, pero siempre lo hacía a modo de respuesta a lo que el humano le hacía. Legolas tenía plena conciencia de eso mientras deslizaba su lengua a través del vientre llano. Levantó la vista hacia el rostro del rey y las miradas se encontraron por unos segundos.
Casi igual al momento en que el puñal de Boromir amenazaba hundirse en su cuello, del mismo modo, Aragorn volvió a sentir esa sensación de plena confianza. Sabía que podía poner toda su vida, todo su corazón y su integridad en manos de Legolas y nunca tendría que temer. Entonces, igual que en aquel momento, Aragorn asintió con suavidad y permitió que lo recostaran al tiempo que volvían a besarlo con pasión.
Disfrutando de esa nueva sensación de posesión, Legolas apenas consiguió librarse del resto de su ropa. Le hubiese gustado que Aragorn le ayudase con eso, pero tampoco quería darle al humano la posibilidad de regresar a su papel anterior. Sonriendo, empezó a acariciar con manos, labios y lengua todo lo que hubiese a su paso.
Para cuando llegó a la zona que realmente delataba lo bien que el elfo hacía su labor, Aragorn no pensaba en nada, solo sentía.
Legolas se aplicó a saborear a Aragorn, midiendo con una exactitud escalofriante sus atenciones. Realmente estaba disfrutando esa situación, pero lo que en realidad quería, era por una vez, hacer que el hombre sintiera lo que él sentía cuando estaban juntos.
Quería que pudiese sentir cuanto lo amaba, cómo el deseo se despertaba en cada una de las células de su cuerpo haciéndolo gemir y ansiar el momento en que fuesen uno. Se tendió sobre el cuerpo de Aragorn sabiendo que su peso era leve, pero deseando sentirlo cerca y entonces, la fricción directa encendió el fuego. Cuando volvió a besarlo, el hombre llevó sus manos hacia el cabello rubio para acariciarlo, al tiempo que cruzaba una de sus piernas sobre el cuerpo del elfo para acercarlo todavía más.
Ambos jadearon sin poder contenerse.
- No...- protestó Aragorn cuando el elfo se separó un momento, pero de inmediato lo hicieron girar sobre sí mismo, y se encontró tendido sobre su estómago.
- Oh... Elbereth...- gimió cuando los labios de Legolas se posaron levemente al final de su espalda, y comenzaron a ascender.
Labios, lengua y el roce del pelo sedoso...
Con cuidado, Legolas mordió apenas la piel del cuello, oprimiéndola entre sus dientes, sabiendo que dejaría una marca que no se iría con tanta facilidad como se iban las suyas. En cierto modo, estaba marcando su propiedad del mismo modo en que Aragorn lo marcaba como suyo. Ahora él dejaría la muestra que ese humano era suyo.
- ¿Continuo?- preguntó en un susurro.
- Por... favor...
- Has hecho esto antes supongo...
No era una pregunta, sino casi una afirmación, y Aragorn emergió por unos segundos de su nebulosa de placer para girar la cabeza y enfocar los azules ojos fijos en él.
- Una vez... Hace mucho... Nunca volví a permitírselo a nadie...
La sonrisa satisfecha del elfo precedió a sus palabras.
- Una vez no cuenta, mi amor...- dijo, y supo que los dos recordaron aquel asunto del mizuage.
Mientras tanto, las manos no se quedaban quietas y acariciaban, tocaban todo con una voracidad nunca antes experimentada. Los labios del elfo descendieron por el mismo camino por el que habían ascendido hasta llegar a las firmes redondeces.
Sabía exactamente lo que Aragorn estaría experimentando, esa espera ansiosa antes de sentir la caricia húmeda justo allí donde palpitaba. Y como sabía que esa espera podía volverse una angustiosa tortura, lo dejó esperar.
- Por favor...
Legolas se lanzó hacia su objetivo, para humedecer y expandir ese sitio que sería suyo. Tan bien lo hizo, que al cabo de un par de minutos, Aragorn se retorcía bajo su toque. Ahora comprendía lo que era tener que contenerse para sumir en el placer al otro, para brindar amor. Su propia virilidad pulsaba de una manera casi dolorosa, impulsándolo a tomarlo, pero respiró hondo un par de veces para sosegarse.
- ¿Estás seguro...?- preguntó.
Por toda respuesta, el hombre se abrió a él y ese solo gesto casi consiguió hacerle perder el control que nunca perdía. Lo retomó a tiempo.
Empujó su rígido miembro en la entrada muy despacio, y al sentir que Aragorn se tensionaba un poco, deslizó la mano debajo de su cuerpo hasta aferrar la palpitante carne del hombre y lo acarició. Lo masajeó muy lentamente hasta que vio la tensión desaparecer, solo entonces volvió a empujar.
La presión alrededor de su pene era abrumadora, sentir esas paredes de terciopelo aprisionándolo con firmeza, hicieron que el elfo soltara un intenso jadeo que le costó reconocer como propio. Cuando por fin estuvo por completo dentro, elfo y hombre yacieron en la cama, intentando captar toda esa gama de sensaciones nuevas.
En un primer momento, Aragorn había apretado las mandíbulas con fuerza, resistiendo el punzante dolor al ser tomado. Una vez le había permitido a alguien hacerle eso, y solamente porque era joven y apasionado, pero hacía ya tanto tiempo. Sin embargo, quería eso, quería pertenecer al elfo, tanto como Legolas le pertenecía a él, y resistió. Después, el placer lo inundó por completo.
Entonces ambos notaron el movimiento, que no era de ellos, sino de la barca que se mecía con el oleaje del río y sin embargo resultaba inquietantemente perturbadora. Sin darse cuenta, los dos empezaron a imitar ese lento vaivén, una y otra vez, despacio al principio, hasta que los cuerpos encontraran el ritmo en esa danza que ambos bailaban por primera vez de esa forma.
Inexorable, el éxtasis reemplazó el entendimiento y la razón; empujó lejos cualquier otra sensación que no fuese la de sentir ese placer intenso y por fin estalló.
La mano del elfo no había dejado de moverse sobre la rígida carne de Aragorn y casi al mismo tiempo, sintió la húmeda descarga en su mano y cómo los músculos internos del hombre lo aprisionaban con fuerza. Ese doble estímulo hizo colapsar su sistema, y respondió inundándolo con su propia semilla.
Durante algunos segundos más, ninguno de los dos pronunció palabra, únicamente escuchaban las respiraciones agitadas volviendo muy despacio a un ritmo normal.
Legolas se retiró con suavidad. Ahora que la razón volvía a ocupar su lugar, tuvo temor de haber sido demasiado brusco, de no haber podido medir la potencia de sus movimientos en medio del frenesí del momento. Apenas estuvo a un lado, Aragorn se movió hacia él para tomarlo en sus brazos, tal como siempre hacía.
- ¿Estás bien, amor...?- fue la primera cosa que el elfo dijo, mientras los dedos recorrían una vez más la piel tibia.
- Perfecto...- los ojos grises parecían divertidos.- Podría acostumbrarme a esto.
- ¿En serio...?
- Claro... Pero soy un rey ocupado, imagíname presidiendo audiencias de pie porque mi hermoso elfo me ha tenido ocupado toda la noche...
Sin duda semejante visión sería digna de contemplarse, y Legolas sofocó una risita. Luego volvió a ponerse serio, tal como lo había estado cuando todo eso comenzó.
- Eres mío ahora, humano.
La frase, la voz segura y firme, encendió un nuevo chispazo de excitación en Aragorn, que respondió a eso atrapando sus labios en un beso apasionado.
- Siempre, amor...- contestó sin dejar esa boca deliciosa.- No lo dudes nunca.
Volvió a acomodarse mientras conseguía una manta para cubrir los dos cuerpos.
Todavía había tiempo para descansar antes que la barca emprendiera el regreso al puerto de Osgiliath. Aragorn tenía ahora la seguridad que ese ataque tenía mucho que ver con la presencia del antiguo Senescal en Minas Tirith, y tenía intenciones de mantener una larga conversación con ese hombre en cuanto pusiese los pies en tierra firme.
(-o0o-)
Enfurecido al verse expulsado de la casa de su protegido, Denethor deambuló un rato por el barrio elucubrando toda clase de venganzas hacia el galadrim. Por fin, regresó a la Hostería donde se hospedaba cuando no estaba con Baldor.
Solo recordar a ese jovencito ingrato hacía que la sangre le hirviese de rabia. Le había dado una casa, ropa, un bienestar que jamás hubiese podido tener por sí mismo, y le pagaba de esa forma. Encamándose con el elfo rubio cuando hubiese tenido que besar el suelo bajo sus pies.
En realidad, él se ocupaba que casi lo hiciera cuando iba a visitarlo, pero se suponía que ser dócil y complaciente era parte de sus obligaciones como protegido suyo; eso era lo que Anborn le había dicho cuando se lo cedió como danna.
"Ni siquiera pude terminar con él..." pensó, al recordar la interrupción justo cuando estaba empezando a ponerse a tono.
Se desvistió para descansar y poder pensar mejor en la manera de cobrarse esa afrenta, pero no llegó a dormir. Un par de horas después, cuando estaba dormitando apenas; golpearon la puerta con tanta insistencia, que tuvo que levantarse. Habían deslizado un mensaje por debajo de la puerta.
A medida que leía, su rostro se tornaba lívido, en parte por asombro y luego por una indescriptible furia.
Todo había fracasado. La esquela, escueta y concisa daba los datos mínimos pero suficientes.
Tantas planificaciones a lo largo de años, largos años de lucha para establecer alianzas con esos detestables haradrim y los corsarios, todo se derrumbó en una noche. Aragorn seguía con vida y en cambio él había perdido a Boromir, el único hijo con el que podía contar para recuperar el lugar que alguna vez su familia había ostentado con orgullo.
Él era la fuerza de Gondor, durante mucho tiempo su familia había ocupado el cargo máximo de poder en Minas Tirith hasta que ese montaraz advenedizo apareció y con la ayuda de su hijo menor, el traidor Faramir consiguió recuperar el trono.
Pese al dolor por la pérdida, su mente trabajó a mucha velocidad. El rey sabía que estaba en la ciudad y no había que ser muy lúcido para atar cabos. En cuanto regresara, iba a buscarlo, de manera que tendría que ocultarse, ocultarse hasta poder encontrar la forma de salir de la ciudad.
Rápidamente juntó algunas ropas metiéndolas en una alforja. No puso mucho, en todo caso, tal vez si dejaba algunas ropas allí, pensarían que podía regresar en cualquier momento. La Gran Puerta ya debía estar cerrada, y cuando la abriesen al día siguiente, con seguridad ya habrían puesto sobre aviso a la guardia de la ciudad. Tendría que ocultarse pues, dentro de la ciudad misma.
Aunque la idea no le agradaba en absoluto, tendría que recurrir a los contactos que tenía en los niveles inferiores, donde se reunía lo menos recomendable de la población. Resopló, fastidiado; las cantinas del nivel inferior eran de todo menos limpias y confortables pero al menos estaría libre para poder pensar en el modo de escapar.
"Pero no sin vengarme antes. Lo juro, Boromir... Van a pagar. Todos ellos."
El pensamiento 'todos ellos' incluía a Aragorn, Haldir, Baldor... Y por supuesto, el elfo que había terminado con la vida de su Boromir.
Sobre todo a él.
(-o0o-)
Baldor abrió los ojos muy despacio, sin saber muy bien dónde estaba. Ante su vista se extendía una superficie suave y azul en la cual descansaba su rostro a modo de almohada. Solo que esa almohada subía y bajaba con el ritmo de una respiración pausada.
En ese instante regresaron a su mente, todos los sucesos de la noche anterior y casi al mismo tiempo, se dio cuenta que un brazo fuerte lo mantenía aferrado por la cintura. Fue un gesto instintivo el que hizo para intentar alejarse, pero entonces la presión en su cuerpo se hizo un poco más firme.
"Por favor, no... No puede ser... Dioses, qué vergüenza..."
- Tranquilo... Todo está bien...
La voz calmada de Haldir solo vino a confirmar que sí. Sí era cierto todo lo que recordaba de la noche anterior. Vencido, se dejó caer en su lugar en silencio.
¿Estás bien...?- preguntó Haldir, al ver que no se movía.
Baldor asintió sin hablar, no confiaba en poder emitir una sola palabra. Estar así, era lo único que había deseado en esos días anteriores. Cada vez que Denethor se acercaba a él, pensaba en lo cálido que se sentiría estar al abrigo de los brazos del elfo, pero jamás hubiese pensado que tendría que pasar antes por la inmensa vergüenza por la que había cruzado la noche anterior.
- ¿Por qué le permitiste que te lastimara así?
Baldor creyó notar un cierto reproche en la pregunta, pese a que había sido formulada con mucha suavidad y apenas consiguió encontrar su voz para contestar.
- Es mi danna...- dijo en un susurro- El pagó a Anborn por mí...
Haldir meditó un poco para asegurarse de haber comprendido bien el significado de esa frase.
- Anborn es el hombre que te rescató de los haradrim...
Baldor supo que tenía que contarle la verdad para que Haldir comprendiera hasta qué punto estaba atado a Denethor, de modo que sin moverse, así como estaba, dejó salir también esa parte de la historia. No quería levantar la vista y enfrentar la mirada del elfo.
Estaba seguro que Haldir lo despreciaría aún más cuando supiese todo, de manera que se aferró a ese contacto por el tiempo que todavía pudiese disfrutar de él.
- ... Y esa es toda la historia... Él no me rescató, él me compró a los haradrim... y ahora tengo que pagarle, Haldir. Si no le pago, tendré que irme de aquí.
- ¿Y eso es tan malo?
Baldor tomó coraje para separarse del elfo. El movimiento hizo que su cuerpo le recordara todo lo sucedido y apenas consiguió reprimir el quejido, aunque el gesto no pasó desapercibido para Haldir que lo observó mientras se ponía de pie.
- Lo es para mí... No podría vivir en otro sitio... No soy un campesino, no tengo un oficio, lo único que sé son cosas que son útiles aquí... – el muchacho se arrebujó en la bata, tratando de desaparecer dentro de ella. Admitir todas esas cosas era mucho más doloroso de lo que hubiese podido pensar.- No se hacer nada, Haldir. Soy un inútil y un cobarde... Tengo miedo de salir de aquí porque no podría sobrevivir fuera...
A toda costa estaba intentando no quebrarse de nuevo. Se limpió con furia la cara, para que esas odiosas lágrimas no se atrevieran a correr y enfrentó al galadrim que se había incorporado también. No esperaba comprensión, a decir verdad no esperaba nada menos que desprecio, después de todo, el elfo era un guerrero que no podría tolerar la cobardía que implicaba toda su existencia actual.
Pero no había tal desprecio en el rostro que lo enfrentó. Haldir no expresaba nada en esos momentos.
- Por favor, Haldir... Necesito estar solo...
- ¿Volverás a recibirlo?- preguntó el galadrim, ignorando el pedido.
Baldor desvió la vista sin animarse a contestar porque no quería ver el rostro del elfo cuando lo hiciera, pero las palabras no se terminaban de formar en su boca.
Aunque hubiese estado mirándolo, Baldor nunca hubiese podido ver todo lo que en ese momento se revolvía en el elfo rubio. El solo pensar que ese hombre podía volver a ponerle las manos encima a Baldor, con su consentimiento o sin él, hacía que de pronto el galadrim comprendiese ese sentimiento que tantas veces hacía presa en Aragorn.
Era una cruel manera de descubrir que no era tan inmune a los celos como él mismo se empeñaba en creer. O quizás nunca se había interesado en alguien lo suficiente como para que le importase compartirlo. En tantos años de vida, nunca los celos habían mordido con tanta ferocidad su alma.
Como habían quedado separados por la pequeña cama de Baldor, Haldir la rodeó para acercarse al joven.
- No te acerques...- pidió Baldor, retrocediendo.
Si Haldir volvía a tocarlo, no podría seguir adelante, eso era algo seguro; pero el elfo no se detuvo y Baldor siguió retrocediendo hasta que la pared le indicó que no podía seguir escapando.
- No me hagas esto, Haldir... Por favor...- suplicó.
El elfo se acercó más hasta que los cuerpos casi se tocaban, pero no permitió que eso sucediese. Veía lo que su cercanía causaba en el joven humano, pero necesitaba estar seguro. Usando apenas dos dedos le tomó la barbilla para elevarle el rostro y dejó que su boca se posara con suavidad en los labios levemente hinchados del muchacho.
Todo el cuerpo de Baldor se estremeció ante tan dulce contacto. Nunca había sido besado por otro hombre que no fuese su danna, los únicos besos que conocía eran los de Denethor y lo que aquel hombre hacía no era besar. Era oprimir su boca contra la suya con fiereza, obligarlo a abrir los labios, invadirlo sin una pizca de gentileza o dulzura.
Y ahora, los suavísimos labios de Haldir, apenas posándose sobre los suyos, le descubrían una marea de sensaciones que no estaba preparado para recibir.
Besitos leves como plumas, besos que no eran invasores ni amenazantes. Baldor sintió que sus piernas no podrían sostenerlo mucho tiempo si Haldir seguía haciendo eso y el galadrim debió notarlo también porque entonces sí, enlazó con firmeza la cintura del muchacho para aferrarlo y acercarlo más.
No tenía sentido que siguiera resistiendo lo que sentía. Una serie de pequeños mordiscos en sus labios, la lengua suave solicitando su venia para avanzar, Baldor le permitió el ingreso porque ya no era capaz de razonar.
- No vuelvas a recibirlo.- pidió el elfo, en un murmullo en un momento en que dejó de besarlo.
No había mucho por pensar para Baldor. Había creído que Haldir lo despreciaría, que nunca volvería a acercarse a él cuando supiese todo y ahora resultaba que Haldir sí quería estar con él. No, no había nada que pensar al respecto. Asintió, en silencio, buscando refugio en el mismo pecho fuerte que le había dado abrigo durante la noche.
- Volveré a la okiya... Solo tengo que reunir algunas cosas. Saldré de aquí hoy mismo.
- No volverás a ninguna okiya.- fue esta vez la oración terminante, e hizo que Baldor levantara la vista hacia él.
- Pero, entonces... ¿Dónde voy a ir...? Oh, puedo ir con Legolas, seguro él podrá...
Haldir volvió a besarlo para impedir que siguiese hablando.
- Todos los humanos son iguales...- masculló el galadrim.- Hablan y hablan sin cesar. Quiero que vengas a mi casa.
El elfo se encontró diciéndose que jamás había encontrado un humano con ojos tan expresivos como los castaños y asombrados ojos de Baldor.
- ¿A tu casa...? ¿Contigo?
- Sí... ¿Tienes alguna idea mejor?
Tener alguna idea mejor... A duras penas Baldor conseguía pensar de manera coherente, mucho menos podía tener una idea mejor que ésa. Negó con la cabeza sin poder terminar de creer en todo lo que estaba sucediendo.
Los dedos largos de Haldir se metieron entre su cabello, tocando esa textura tan distinta al sedoso pelo élfico, pero no por eso menos agradable.
- No te preocupes por Anborn... Yo iré a hablar con él, le diré que no volverás a recibir a Denethor y arreglaré todo... Te ayudaré a juntar tus cosas para que salgas de aquí ahora mismo.
- Haldir, yo... puedo hacerlo... y debo esperar a Sati... decirle que ya no estaré más aquí... Ella vendrá a mediodía.
El galadrim buscó en esas palabras algún signo de indecisión, pero al no hallarlo, asintió levemente.
- Yo tengo que regresar a casa ahora, Baldor... Me gustaría llevarte conmigo, pero está bien. Infórmale a Sati y reúne tus cosas... Vendré por ti. ¿De acuerdo?
Baldor no se opuso más. Haldir no le había prometido nada más que eso: hablar con Anborn y librarlo de Denethor. No había mencionado que lo amara, pero al menos no lo despreciaba y Baldor podía conformarse con eso, al menos por el momento.
(-o0o-)
Legolas regresó a la okiya ya entrada la mañana, luego que la barca llegara pacíficamente al muelle. Tuvo que dar unas cuantas explicaciones, pero aquellas no eran más que la verdad, y la dueña de la okiya no tuvo más salida que creerle.
Un mensajero esperaba en una de las salitas y le extrañó bastante que todos estuviesen en actividad siendo tan temprano. Subió al primer piso y se disponía a ir a sus habitaciones, cuando pasó por la puerta de la habitación de Arwen. Estaba abierta pero eso no era raro, las estudiantes ya debían estar en pie.
- Legolas...- llamó la voz al verlo pasar.
El elfo volvió sobre sus pasos al escuchar su nombre, pero sabía de quien se trataba. Solo para no ser descortés, se asomó para ver qué se le ofrecía.
Arwen estaba recostada en su futón, semisentada entre almohadones. Se veía un poco pálida, pero sonriente, y de algún modo, esa sonrisa no le agradó al elfo.
- Qué bueno que regresaste temprano... Estaba esperándote.
- ¿Qué quieres, Arwen?- el elfo no podía olvidar la última vez intervención de la elfa.
- Necesito enviar un mensaje al rey... Y si estás aquí, quiere decir que él ya debe estar en su palacio.
- Sí, supongo que allí debe estar.
- Perfecto, estará muy feliz de recibir mis noticias, estoy segura... – una vez más la sonrisa triunfante.- Creo que si lo ves esta noche, podrías llevárselo tú...
- No sé si lo veré esta noche, Arwen. Envía un mensajero.
- Oh, bueno... Pero estaba segura que querrías llevárselo tu mismo...
El rostro de Legolas lució cansado y giró para irse.
- Pues estabas equivocada.
- ¿Ni siquiera para preguntarle si es cierto que estoy esperando un hijo suyo?
Muy despacio, Legolas volvió a enfrentar los luminosos ojos celestes que ahora brillaban de alegría.
- No es cierto, no necesito preguntárselo.
- Pues si necesitas preguntárselo... El sanador se retiró hace un rato y me lo confirmó.
- Búscale otro padre a ese inocente, Arwen... Yo sé que él nunca volvería...
- ¿A estar conmigo...? Creo que ésa es la otra pregunta que deberías hacerle... Pregúntale qué estuvo haciendo la noche que se enteró de tu mizuage... ¿Recuerdas esa noche, Legolas? Yo la recuerdo muy bien, porque el rey estaba desesperado y furioso...
Por supuesto que el elfo recordaba esa noche, mucho más de lo que el hubiese querido porque a pesar de todo, las palabras habían sido como flechas. Una vez disparadas, ya no podían regresar al arco que las había arrojado.
- ... Tan furioso como para desear a alguien más.- terminó Arwen, con una espléndida sonrisa.
- Mientes, como siempre...
Sin embargo había tanta seguridad en las palabras de la elfa, que Legolas comenzó a dudar y aquella, al ver eso, lanzó la última carta, media mentira, media verdad.
- La pequeña habitación que está tapizada en amarillo... Ahí es donde lo dejaste... ¿Recuerdas? Él salió a buscar vino, y me encontró a mí... Yo le serví el vino, una y otra vez... y luego, bueno... Pasó lo que debía pasar. El rey es muy ardiente, no acepta un no por respuesta.
- ¿Y tú eres una débil mujer indefensa, no?
Ahora el rostro de Arwen fue amable y casi plácido.
- Pero Legolas, tú sabes mejor que yo que nosotros nunca podemos ponernos violentos con un cliente... Menos aún con el rey.
"Prometeme que la próxima vez que esa elfa te diga algo, no le creerás... Al menos hasta oír lo que yo tengo que decir al respecto..."
Esas palabras que habían parecido perfectas apenas unos días atrás, ahora más bien parecían un intento de ponerse a resguardo de algo que podía descubrirse de un momento a otro.
- Estás pálido, Legolas... ¿Te sientes bien?- preguntó solícita y maliciosa.
- No voy a creerte...- musitó, aunque parecía que toda su sangre era hielo puro.- Él no volvería nunca a tocarte...
- Oh, pues hizo algo más que tocarme... Pregúntale. Si no me crees a mí, le creerás a él... Anda, elfito, pregúntale.
- No dejaré que vuelvas a meter su ponzoña. Lo hiciste muchas veces, no volveré a creerte.
- Sabes que hay maneras de averiguar si es cierto o no, si el rey es o no el padre del hijo que espero... Solo tienes que aguardar un par de meses, y tendrás todas las pruebas que necesitas... Pero hasta que eso pase... Te juro por esta vida que crece dentro de mí, Legolas; fue engendrada por el rey Elessar. ¿Te alcanza con ese juramento, elfito?
Legolas retrocedió al tiempo que se repetía una y otra vez que no iba a creer en esas pérfidas palabras de nuevo.
Pero Arwen parecía tan segura... Ese juramento...
Salió de la habitación casi sin ver, pero sin poder evitar el oír las últimas palabras.
- Él tiene una responsabilidad conmigo, Legolas. Ofició mi mizuage y me hizo un hijo luego... tendrá que cumplir.
"No... Aragorn no lo haría... Él me ama, me ama a mí... Me lo dijo... Pero esa noche estaba desilusionado y furioso conmigo... Elbereth, no. Por favor, no..."
Se repetía una y otra vez esas frases para convencerse que así era. Se encerró en la habitación luchando con la desgarrante decisión entre desconfiar de Aragorn e ir a preguntarle, y confiar en él. Paseó de un lado a otro, intentando detener las imágenes que una y otra vez venían a su mente.
"No. Debo confiar en él, debo hacerlo... ¿Por qué me pidió que en el futuro no creyese en lo que Arwen podía llegar a decir? ¿Imaginaba esto...?"
Respiró profundo para tranquilizarse. Tenía que pensar con calma.
"Muy bien, Aragorn me pidió que no creyese en lo que Arwen dijese sin oír lo que él tuviese que decir. Eso haré entonces... Esto es demasiado grave como para pasarlo por alto... Y si el sanador estuvo aquí... No, deténte, no sigas... Primero pregúntale a Aragorn."
No pensó ni un segundo más. Sin recordar que no había descansado en absoluto desde la noche anterior, la espléndida noche anterior, salió de la okiya dispuesto a ver a Aragorn.
(-o0o-)
Legolas había resentido bastante la conversación y todas las revelaciones, Arwen lo sabía. A fuerza de observar el rostro del elfo durante muchos días sabía cuando sus palabras surtían el efecto adecuado. Tal vez los pequeños cambios en la expresión pasaran desapercibidos para otros, pero para ella o para cualquiera de su especie serían tan fáciles de leer como un libro abierto.
Y Legolas era tan transparente que era sumamente fácil saber cuándo las palabras hacían blanco.
Sonriendo, se encerró en su habitación para su paso siguiente: contarle a su padre que iba a ser abuelo.
Tomó una pluma y empezó a redactar la carta, pensando muy bien la manera de exponer todo para obtener el mejor efecto.
Redactó los saludos iniciales, con el respeto que debía para ir directo al punto.
'... siguiendo tus órdenes y ansiando mostrarte que sí puedo ser una hija obediente y atenta, he permanecido aquí, en el lugar al que me enviaste. Cumpliendo también tus indicaciones, Gandalf me hizo jurar que respetaría las autoridades de este sitio y que conviviría de acuerdo a las leyes que rigen a los humanos que viven aquí; y conforme a eso, debo informarte, que cumplí sus normas y en consecuencia, me encuentro encinta.
Sé que esta noticia te causará asombro, pero no debes apenarte ni enfurecerte, padre, ya que el hombre a quien entregué mi virtud, es alguien a quien conoces, ya que compartió tu techo durante muchos años, y a quien te enorgulleces en llamar hijo aunque no comparta la sangre de nuestra familia.
La criatura que viene en camino tiene un gran futuro, ya que el rey no tiene esposa y tampoco herederos, por lo que no dudo que esta noticia le causará una inmensa alegría, al igual que a ti.
Sin embargo, me encuentro sola en esta situación, y me haría falta tu sabio consejo, además de tus cuidados como experto sanador de elfos... Los humanos que viven aquí tienen muy buena voluntad, pero muy escasos conocimientos de nuestra raza. Me haría mucho bien contar contigo, padre.
Sé que el rey tendrá mucho gusto en arreglar contigo todos los pormenores para que nuestro hijo nazca dentro del marco adecuado al rango que ostentará, por eso esperaré con ansias noticias de tu llegada a Minas Tirith...'
Terminó la carta con algunas otras nimiedades. Volvió a releerla, una y otra vez para asegurarse que no estaba cometiendo errores porque su padre era demasiado sagaz y si deslizaba alguna equivocación, era capaz de arruinarlo todo.
Finalmente complacida con el resultado de su carta, salió en busca del mensajero que esperaba en la salita. Las puertas correderas de la habitación del elfo estaban abiertas, y Arwen sonrió con doble felicidad.
Estaba convencida que en esos momentos, Legolas iba directo a dar su noticia al rey. Solo hubiese querido estar presente cuando le confirmaran lo sucedido.
'Bien, no se puede tener todo... pero tendré al rey. Eso compensa.'
Poco después, el mensajero salía con el encargo de cabalgar a toda velocidad hacia Rivendell.
Continuará...
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Vania: Holis! No te preocupes, ya me imaginaba yo que el concurso te traía de cabeza jeje... Siiii... ando melosa y romanticona con el elfito y el rey, no quiero que se separen... buah... En fin, Denethor se acaba de enterar y ahora tiene muchas más razones para odiar a cierto rey y ni hablar del elfito que le mató a Boromir... que no se queje, vaya... En el libro a Boromir lo mataron bichos feos, en cambio aquí lo despacha un elfito hermoso :-P ... Igual terminó cosido a flechazos jeje. Oohh... si te quedó lindo el montaje, incluso Daguel es lindo... pero... ays, es subjetivo, ese niñito no me cayó bien... se portó muuuuy mal y le hizo pupa a Aurilcito. Nuuuu, yo prefiero que hagas al elfito con Haldir :- ) Besotes!!
Nina: Hi!! Síii, Haldir, Haldir!!! El galadrim va a consolar al pobrecito Baldor para que no sufra más por ese viejo horrible. Definitivamente, no esperaba que Legolas estuviese allí, y mucho menos que el elfito matase a Boromir. Gandalf tardará un poquito (jajaja, siempre llega tarde). Nos vemos!! Kisses...
Amazona Verde: Hola! Haldir se ha portado como un caballero de blanca armadura :-P... bueno, sin armadura, pero caballero sí señor, con todas las letras. Lo del barco fue necesario para que el elfito despachara a Boromir y no lo pude evitar, me lo imaginaba trepadito en el mástil y tirando sus flechitas... Ahora los soldados lo respetarán, ésa también era la idea. Lo de la flecha en la cabeza... Si Kevin Costner lo pudo hacer en Robin Hood ¿No iba a poder mi elfito precioso? Claro que puede, y más abysm babea y da saltitos Arfs, los hermanitos aún están en el tintero, pero ya llegarán... Besitos!
Fedia: Sin proponérselo, el elfito ha demostrado que es la pareja ideal para el rey y se ganó el respeto de los soldados, demostrando que no es solamente cara bonita. Ese desastre en el barco también me sirvió para despachar al Mayoral... no podía quedar alguien que en el futuro pudiese decir que había tenido algo con él, no te parece? Ahora el rey quiere formalizar... Adivina quién no estará contenta con eso? Sip, ella. Denethor solo quiere a Baldor para desahogarse y es muy desagradable con él, además de que ahora lo maltrata snif, snif... Menos mal que lo tengo a Haldir para arreglar eso.
Monce: No, no te disculpes... yo toy contentita que pudiste darte un respirito y regresar. Denethor merece el infierno y más, porque es muy horrible con mi preciosito Baldor... Haldir ha llegado cual caballero a rescatar a su lindo humano... Pareja confirmada... Bueno, pues tendrás que preguntarle al viejo horrible si les permitirá ser felices. Con respecto a los hermanitos, pues Eomer ya vio todas las vueltas que había dado Aragorn para avanzar con el elfito y no estaba dispuesto a esperar tanto (Imrahil, el más feliz de todos por eso jeje) Casi pescan in fraganti al rey de Mirkwood jeje... pero ése tambien ya va cayendo de la mata. Ese combate en el barco hacía falta para despachar a cierto Mayoral, pero más que nada para terminar con Boromir y darle a Denethor el empujón final... Besitos.
Iona: Hola... Ufs, hay que tener cuidado con los resfriados, porque cuando no se curan bien, luego vuelven a molestar y hasta peor... Cuídate mucho, sip? El rey ya sabe muy bien que quiere al elfito a su lado :- ) tan precioso él... Todavía le quedaba una faceta por descubrir del elfito y en este capitulín la encontró jejeje. No te preocupes tanto por Faramir... preocúpate por Denethor, porque lo que pasó terminará de chiflarlo. Haldir ya casi cayó, y creo que tendrá felicidad en el proximo capi ;-) Cómo es que Denethor puede? Bueno, tan viejo no es... Nomás amargado, pero parece que todavía puede jeje. Un besote inmenso!
Ishtar: Hola! Primer review!!! Toy contenta porque te sacudiste la pereza y lo hiciste, jeje. Que bueno que te gusten los hermanitos... Sí que se volvieron importantes, al principio solo eran la excusa para alejar a Legolas de Mirkwood, y ya ves... Ahora cada uno tiene su rollo. Uhmm... bueno, no podré complacer del todo tu pedido, la odiosa ya tiene bebé, pero a no desesperar. Ella espera una cosa y yo tengo planeadas otras muy diferentes, muejeje... A Baldoncito le tengo preparada una 'felicidad' para dentro de poquito. Yo tambien le tomé cariño a Haldir por el fic de Jun... pero tambien por el de Ayesha. Ays, no lo puedo evitar... ¿Desde dónde me estás escribiendo? Hay ciertas frasecitas por allí que me hacen parecer como que debemos andar por los mismos pagos...'Aguante Eomer' no es algo que aparezca muy seguido en mis reviews... Porfis, porfis... Espero que sea así. Un besito!
