Título: El destino del árbol y el junco
Autor: abysm
Disclaimer: Los personajes son de JR Tolkien, por supuesto. Los tomé prestados un tiempito.
Advertencias: Esto será slash Aragorn/Legolas, definitivamente. Creo que será rating R en algunos capítulos.
Aclaraciones: AU. No hay Anillo ni Sauron. El fic estará ambientado en la tradición de las geishas. Algunas de esas costumbres van a estar alteradas para beneficio de la trama del fic. Intentaré aclarar las ideas erróneas, me encanta el mundo de las geishas y no quisiera ofender. Por eso, habrá algunos nombres japoneses (personajes secundarios, obvio y poquitos) y alguna que otra frase.
Ali: Muchas gracias por revisar )
Capítulo
Cofre de revelaciones
Legolas estaba algo preocupado por el estado de Arwen y el bebé, pero ni siquiera así dejaba de pensar que tenía algo pendiente que había pospuesto y ya no quería seguir postergando.
Se detuvo justo antes de golpear la puerta y por unos instantes escuchó las dos voces en el interior.
- Por favor, Haldir... Estoy cansado de estar acostado... Si al menos pudiese caminar un poquito, aquí en la habitación...- decía Baldor, y al escucharlo, Legolas se sintió un poco más tranquilo.
- Hagamos algo, pequeño... Si te quedas descansando ahora, por la tarde, te llevaré a los jardines y pasearemos un ratito...
Resultaba un poco extraño para Legolas escuchar ese tono tan tierno en la voz de Haldir pero se sintió muy feliz al saber que sus dos amigos estaban tan bien juntos. Golpeó discretamente y esperó. El rostro de Haldir se asomó segundos después.
- Me gustaría saludar a mi oniisan, si no es molestia, Haldir.
- ¿Legolas?- preguntó Baldor desde la cama, irguiéndose para ver.
Aquel hizo una pequeña seña a Haldir para que se quedase tranquilo y se adelantó.
Por unos instantes, le alarmó la extrema palidez del muchacho, y comprendió la preocupación que había escuchado en la voz de Haldir momentos antes. Sin embargo, los ojos brillaban y se notaba animado. Seguramente los cuidados del elfo tendrían buenos resultados, sólo era cuestión de tiempo.
Luego de dedicarle la profunda reverencia correspondiente al rango de Baldor, se quedó de pie junto al lecho, sonriendo.
- No seas tonto, Legolas...- comentó Baldor, sabiendo que en una relación formal entre hermano mayor y hermano pequeño, el último no debería tomar asiento si no se le autorizaba antes -. Ya no soy geijin... Ni siquiera merezco esa reverencia...
- ¿Entonces puedo sentarme?- consultó sin dejar de sonreir.
- Claro que sí.
- Puede que hayas decidido retirarte, Baldor; pero siempre serás mi hermano mayor... Y eso quiere decir...
- No decidí retirarme. Me expulsaron... Y si no lo hicieron, lo harán... La verdad, no me interesa.
La noticia asombró un poco a Legolas, pues nunca hubiese podido suponer que serían capaces de expulsar a Baldor, que había extendido la fama del Barrio incluso hasta otras ciudades. Pero recordando las rígidas normas que prevalecían en el lugar, no era del todo inesperado. Injusto, pero no inesperado.
Baldor estaba intentando mentir con respecto a la importancia que daba a ese asunto, pero no quería profundizar demasiado en eso con él. Después le preguntaría mejor a Haldir.
- No te culpo- dijo entonces para cambiar de tema -. Aquí estás al cuidado de las mejores manos que se pueden encontrar en Minas Tirith, así que no te culpo por querer permanecer aquí... ¿Cómo te sientes?
- Como un inútil- dijo, evitó la mirada que Haldir le estaba dedicando en esos momentos y agregó rápidamente -. Pero mentiría si no dijese que me agrada mucho que me mimen...
- Qué bien... Y no eres un inútil. Estás reponiéndote de tus heridas, que es muy diferente... Baldor, necesitaba disculparme contigo... Si no me hubieses acompañado esa noche, los hombres de Dénethor no te hubiesen herido...
- No lo creo Legolas... Ese hombre estaba loco... Creo que si yo no hubiese estado allí, me hubiera hecho buscar. No podía perdonar que lo hubiese abandonado y creyó que lo estaba traicionando...
- ¿Por qué mejor no dejan de hablar de él...?- preguntó Haldir -. Y de paso, me dicen si estoy molestándoles.
- Nunca molestas, Haldir- comentó Legolas -. Y te necesitaré aquí por las dudas...
- No comprendo- dijo Baldor, mirando a ambos.
- Bueno...- empezó Legolas -. Supongo que Haldir te mencionó que mi familia vino a buscarme. Mi padre y mis hermanos.
- Sí... Pero no me cuenta mucho. Dice que me pongo muy nervioso.
Eso sí era nuevo para Legolas, pues no conocía humano más calmado y centrado que Baldor, pero había que concederle algo de atención a esa frase.
- El asunto es que... Verás, yo les he contado todo sobre ti... Y ser mi 'hermano mayor' te convierte de manera inmediata en hermano mayor de ellos... Así que están muy ansiosos por conocerte.
Si Legolas no hubiese estado sonriendo tan abiertamente, Baldor podría haberse inquietado, pero el gesto despreocupado y casi divertido de su hermano menor lo tranquilizaban, de manera que en vista de eso, Haldir abrió de nuevo e hizo una seña a quienes aguardaban afuera.
Legolas les había pedido que no volviesen a vestirse como él, sabía que Baldor no estaba en condiciones de asimilar una broma como la que le habían gastado a Arwen; de manera que Imrahil y Elroy entraron en silencio, sin poder evitar sonreír también, simplemente porque sabían que no había modo de preparar a nadie para ver tres elfos casi idénticos.
La mirada atónita del muchacho fue de inmediato hacia Haldir, que se apresuró a ubicarse a su lado.
- No, no estás delirando, amor... En verdad son tres- se apresuró a aclarar.
Los dos elfos se ubicaron al lado del tercero y no habiendo mejor sitio, se arrodillaron junto a la cama.
- Ellos son mis hermanos... Aunque no podía decirte mucho, te hablé de ellos hace tiempo- empezó a decir Legolas -. Él es Elroy... Fue él quien me explicó todo ese asunto que tanto te costaba abordar cuando hablamos del mizuage. ¿Recuerdas?
Baldor sólo asintió sin quitar los ojos de encima de los tres.
- Y él es Imrahil... Era con él con quien debía encontrarme el día que creyeron que estaba escapando... Elroy, Imrahil; él es Baldor, mi 'hermano mayor'.
Recobrando rápidamente la compostura, Baldor ejercitó una leve inclinación de cabeza en reemplazo a la acostumbrada reverencia.
- Así que tú eres el humano que ayudó tanto a nuestro hermanito...- comentó Elroy.
- Yo... sólo hice lo que cualquier 'hermano mayor'... Tal vez Legolas haya exagerado un poco...
- No lo creo- intervino Imrahil -. Por lo que Legolas nos ha contado, hiciste por él, cosas que sólo nosotros hubiésemos hecho.
- Eso, te convierte en nuestro 'hermano mayor honorario'- terminó Elroy, y agregó con una nota de picardía -. Me gustaría ver la cara de Ada cuando sepa que tiene un hijo más...
- Ya sé que podemos hacer...- comentó Imrahil mirando a su alrededor -. Este lugar está muy encerrado... ¿Qué te parece si desayunamos todos juntos en los jardines?
Ilusionado, Baldor miró hacia las ventanas, y en el trayecto tropezó con el rostro anhelante de Haldir. Había tan franca preocupación en él, que el muchacho no tuvo corazón para ponerlo en esa incertidumbre. Sonrió solo para él, y negó suavemente.
- Les agradezco la invitación, pero no puedo aceptarla... Tengo que descansar para poder reponerme pronto.
- Lo que necesitas para reponerte pronto, es aire libre... Contacto con la tierra- dijo resuelto Elroy a quien no había pasado desapercibida esa mirada -. Capitán Haldir, no sé si las costumbres del lejano Bosque Dorado difieren mucho de las nuestras, pero me agradaría mucho que nos acompañara en nuestro desayuno... Su presencia es muy importante para la recuperación de nuestro 'hermanito humano'...
Por mucho que Haldir adorase cuidar de Baldor, también era cierto que el encierro de esas habitaciones lo agobiaba en muchas ocasiones, pero jamás lo hubiese dejado notar. En aquel momento, la ilusión de Baldor por volver a sentirse en actividad, lo decidió. Y también la desenfadada frase final de Elroy.
- No vas a caminar hasta los jardines- dijo con decisión -. Yo mismo te llevaré y te traeré. Sin protestas. Vas a ser buenito y me harás algo de caso... ¿De acuerdo?
- Lo que quieras, Haldir- aceptó Baldor, sonriente.
- ¡Perfecto!- exclamó Imrahil levantándose de un salto -. Ya mismo voy a saquear las cocinas de este palacio para buscar cosas ricas... Legolas, espero que este rey tuyo tenga sus alacenas tan bien provistas como el mío tiene las suyas...
Legolas lo dejó ir sin decir nada, porque no quería aceptar que no tenía idea de dónde estaban las cocinas de palacio y mucho menos si estaban bien provistas.
- Nosotros podemos ubicarnos en cualquier sitio, pero habrá que buscar un lugar cómodo para Baldor- dijo Elroy encaminándose hacia la salida también -. Vuelvo en unos minutos.
En cuanto salió, entre Haldir y Legolas se ocuparon de preparar al muchacho para su primera salida al exterior.
Y como Baldor había prometido ser buenito y obediente, no se opuso a ninguna de las propuestas que hizo su amante para su cuidado. Un rato después, lejos de todos los problemas que todavía bullían dentro de las paredes del palacio, los cuatro elfos y el joven humano conversaban animadamente en los jardines reales.
(-o0o-)
Si no estaba sintiéndose bien, era por la odiosa presencia de ese elfo; no porque su bebé estuviese en peligro. O al menos eso pensó Arwen al despertar del desmayo que había sufrido. La luz de la mañana empezaba a entrar por los amplios ventanales y en esa luz difusa, vio la silueta de su padre, que contemplaba el paisaje exterior.
Presentía que no contaba con su total apoyo, y no terminaba de explicarse por qué. Había construido cuidadosamente su historia, y tenía un hijo en camino como prueba irrefutable de los hechos. Sin embargo, sentía lejos el corazón de su padre y sabía que iba a necesitar mucho más para convencerlo.
Pero ya había llegado hasta allí, no iba a detenerse ahora, y mucho menos permitiría que la presencia de todos los elfos de Mirkwood interfiriesen en sus planes de permanecer en el palacio.
(-o0o-)
Luego del desayuno, los tres elfos caminaban en silencio por el corredor que llevaba hacia las habitaciones asignadas a Arwen.
- No es buena idea- dijo Imrahil sin detenerse.
- No sólo no es buena. Es horrible- añadió Elroy y ante esa segunda opinión, Legolas se detuvo.
- Puedo sentir lo que piensan al respecto, pero necesito que entiendan algo: yo no deseo mal a Arwen. Y mucho menos deseo que ese niño que viene en camino sufra algún daño.
- Ella no lo merece... En cuanto al niño... ¿Estás tan seguro que es de tu Aragorn? Y si es así... ¿Te das cuenta que lo mejor que podría suceder es que no naciese?
- ¡Imrahil!- exclamó Elroy, escandalizado por la crudeza de la exposición de su hermano, pero sin disentir con él.
- No estoy mintiendo, Elroy; y lo sabes. Si ese niño nace, sólo conseguirá separar a nuestro hermano de Aragorn. No deseo mal a criatura alguna, pero los Valar serían justos si...
- Por favor, no vuelvas a decir algo así, Imrahil... –interrumpió Legolas -. He pensado mucho en todo lo que dijeron, pero aún así, no puedo desear que... que no nazca. Y lo único que quiero por el momento, es preguntar si se encuentra mejor. Sólo eso. Si no quieren acompañarme, lo entenderé.
- ¿Acaso crees que hemos hecho todo el camino hasta aquí para dejarte solo?- preguntó Imrahil, palmeándole el hombro.
- Por supuesto- terció Elroy -. Te acompañaremos en todas las tonterías que desees hacer.
- Vaya, gracias...
- Pero igual no es buena idea- indicó Imrahil.
- Cierto- finalizó Elroy, poniéndose de nuevo en camino.
Luego de cruzar unos cuantos salones, llegaron al pabellón que tenía asignado Arwen, y una vez allí, no les costó demasiado ubicar las habitaciones principales, pero no llegaron muy lejos, ya que la escolta de Lord Elrond los detuvo en el pasillo.
- Quisiera saber cómo se encuentra Arwen- pidió Legolas a uno de los elfos -. ¿Podrías informar a Lord Elrond que estamos aquí?
El elfo miró rápidamente las extrañas ropas de Legolas, ignoró las de Imrahil y definitivamente reconoció las del heredero de Mirkwood. Hizo una leve reverencia y en silencio se alejó hasta entrar por una de las puertas del corredor.
Poco después, el padre de Arwen salía a recibirlos.
- Lord Elrond... Me gustaría saber cómo se enc...
- Lo que yo me pregunto es cómo tú tienes el descaro de venir hasta aquí- interrumpió el elfo mayor, sin dejarle tiempo a terminar -. ¿Acaso no tienes bastante con lo que has hecho?
Por unos cuantos segundos, Legolas no supo qué decir, obviamente sin comprender nada. Ni siquiera había sido presentado con el padre de Arwen, pero aquel lo observaba con tan gélida presencia, que lo dejaba casi sin aliento. Se recompuso, sin embargo, para contestar.
- Discúlpeme, pero no sé de qué está hablando...
- Así que además de malvado, eres mentiroso.
- Lord Elrond, le recuerdo que Legolas es mi hermano- intervino Elroy, con firmeza -. Usted y yo somos familia por matrimonio, pero no permitiré que nadie se exprese así de mi hermano.
- Ya quisiera yo olvidar que hemos emparentado, Príncipe Elroy, pero eso no es posible. En cuanto a lo otro, es verdad; me disculpo, me dejé llevar por las circunstancias. Sin embargo debo pedirles...- se corrigió de inmediato, y la fría mirada de ojos celestes, tan celestes como los de Arwen, se dirigieron a Legolas -. Debo pedirte que te mantengas lejos de mi hija. Está delicada y tu presencia la altera notablemente después de lo que sucedió.
- ¿Lo que sucedió...?- preguntó Legolas -. Le repito que no entiendo...
- No es un tema que trataré con ninguno de ustedes- cortó Elrond -. Es un problema serio y lo trataré directamente con el rey Thranduil. Ahora les pido que se marchen de aquí, y no regresen.
- Retirémonos, Legolas- dijo Imrahil, tomándolo por un brazo y haciéndolo retroceder -. No somos bienvenidos aquí...
- Pero no entiendo...
- Imrahil tiene razón- terció Elroy y entre los dos consiguieron que Legolas iniciara el camino de regreso por el corredor -. No hay mucho que entender, creo... Me temo que esa bruja haya dicho unas cuantas mentiras más a su padre.
- Y me temo que Ada será el primero en escucharlas- comentó Imrahil -. No, no lo hará. Ese elfo de Rivendel no irá con mentiras a nuestro ada. Lleva a Legolas a sus habitaciones, Elroy, yo encontraré a ada y lo pondré sobre aviso.
- De acuerdo.
- ¿Y yo no tengo nada que decir?- preguntó Legolas algo molesto.
- Creo que no, hermanito. Está visto que cualquier cosa que hagas puede servirle a esa bruja para sus planes, así que lo mejor es que vayas a tu habitación y te quedes tranquilito allí hasta que vayamos por ti.
Y como lamentablemente todo lo que decían sus hermanos parecía ser cierto, de momento Legolas se dejó conducir de regreso a sus habitaciones a esperar para enterarse qué nueva mentira habría inventado la hija de Elrond.
(-o0o-)
Ni sus hermanos ni Thranduil aparecían para traer noticias y Legolas estaba empezando a impacientarse. No podía quedarse sentado allí mientras su nombre era arrastrado por el suelo y sin tener siquiera la oportunidad de defenderse.
Cuando la puerta se abrió, se puso de pie al punto, esperando ver ingresar a su padre, pero fue Aragorn quien entró y fue a su encuentro.
- Qué bueno encontrarte aquí, Legolas- dijo Aragorn, luego de depositar un leve beso en los labios del elfo -. ¿Puedes decirme qué pasó?
Sentándose nuevamente, invitó a Aragorn a hacer lo mismo a su lado al tiempo que buscaba una respuesta.
- No podría decírtelo... Esta mañana, mis hermanos y yo desayunamos con Haldir y Baldor en los jardines... Luego intenté llegar a las habitaciones de Arwen, preguntar cómo estaba... Y Lord Elrond prácticamente nos echó de allí. Estaba muy contrariado, enojado conmigo pero no me dijo de qué se trataba...
- ¿Y tus hermanos?
- Lord Elrond dijo que trataría el asunto directamente con mi ada, y bien... Como no sabemos qué clase de cosas puede decir de mí, mis hermanos fueron a buscarlo para ponerlo sobre aviso.
- Espero que hayan llegado a tiempo... Yo estaba en mi estudio, con la Dama Galadriel y de pronto ambos entraron... Casi me sacaron fuera para hablar a solas.
- Estoy preocupado, Aragorn... Todo está tan complicado... Yo no hubiese podido imaginar jamás que Lord Elrond era tu padre adoptivo... Y que Arwen podría ser tu hermana...
- Pero no lo es... Y ya te expliqué cómo fue eso... Tampoco yo hubiese podido pensar que mi elfo geijin era en realidad, príncipe de Mirkwood.
Por unos instantes ambos se quedaron en silencio, sopesando todas las cosas que en los últimos días habían salido a la luz. Por fin, fue Aragorn quien extendió los brazos y jaló al elfo al interior de los mismos. Contento por el abrigo ofrecido, Legolas se dejó guiar y se acomodó dentro del cálido círculo.
- No me importa si eres geijin o príncipe- dijo Aragorn, hundiendo la nariz en el cabello rubio -. No dejaré que te aparten de mí. Hemos pasado muchas cosas como para rendirnos ahora. Te amo, y eres todo lo que quiero.
Buscó con ahínco la boca de Legolas que respondió con la misma ansiedad. Al menos, si todo parecía tan confuso y complicado, de una cosa podía estar seguro y era del amor de Aragorn. Pese a todo lo que le había sucedido, Aragorn aún lo amaba, todavía deseaba estar con él y las horribles escenas de sus sueños, no habían sido más que delirios. Tener presente eso era lo que lo hacía resistir los recuerdos que todavía lo atormentaban.
- También te amo...- murmuró Legolas dentro del beso, deseoso de permanecer así por siempre.
Se separaron un poco cuando la puerta volvió a abrirse para dar paso al rey de Bosque Negro.
Posiblemente otro no hubiese captado mayor expresión en el rostro del soberano, pero Legolas era su hijo y sabía leer en él muy bien. Y lo que veía era una profunda indignación.
- ¿Qué pasó ada?
Thranduil miró reprobatoriamente a Aragorn y luego decidió hablar igual.
- Lord Elrond acaba de decirme que Arwen despertó y los acusó, a ti y a tus hermanos de querer causarles daño, tanto a ella como a su hijo no nacido.
Las palabras del elfo adulto dejaron a Legolas boquiabierto por segunda vez en la mañana, porque si bien esperaba alguna especie de mentira, no hubiese podido pensar que fuese tan inmensa. Para sorpresa de Thranduil, fue Aragorn quien saltó de su asiento como si tuviese fuego.
- ¡Eso es una idiotez! No importa quién la diga...
- Es un poco difícil refutar la credibilidad de una persona que está en un estado de salud tan delicado, Majestad...
- Eso está por verse- dijo Aragorn con ferocidad y rápidamente se volvió hacia Legolas -. Voy a hablar con mi padre. Esto no es Rivendel y no puede levantar una tal acusación sin ponerme sobre aviso.
Sin recordar que el presente allí no sólo era rey, sino también el padre de Legolas, Aragorn se inclinó hacia su elfo, lo besó tiernamente y luego de una pequeña reverencia de cortesía hacia Thranduil, se retiró del aposento.
El gesto tan espontáneo no pasó desapercibido para Thranduil, que deploró bastante lo que tendría que decir.
- Ahora que por unos minutos tus hermanos no están aquí, debemos hablar Legolas.
- Sí, ada.
- Es necesario que te aprestes y prepares tus cosas. Ya estás bien y podemos regresar a casa.
- ¿Vol...ver...?- alcanzó a tartamudear el elfo -. ¿A casa...?
- Sí, hijo. Volver a casa, tal como te prometí cuando llegamos... ¿recuerdas? Ya estás lo suficientemente bien como para viajar. No estaba muy seguro, pero hoy el escuchar las cosas que Elrond dijo de ti, me hicieron decidirme. No puedo permitir que sigas en este lugar.
- Pero... Pero ada, yo...
Era muy difícil explicarle a su ada que no deseaba irse, sobre todo porque no era del todo cierto que no deseaba volver a casa. El solo pensar en sus bosques tan queridos, en todo lo que había dejado atrás, lo llenaba de nostalgia y de anhelo por regresar; pero al mismo tiempo, no quería dejar a Aragorn.
- Ada, yo no deseo irme- dijo por fin, esperando que Thranduil pudiese comprenderlo.
- ¿Es por ese humano...?
Legolas asintió, levemente ruborizado, pero sabiendo que no quería mentir ni ocultar nada, y mucho menos a su padre.
- Lo amo, ada... Y él a mí.
- Lo sé, no soy ciego- replicó Thranduil, tomando asiento frente a su hijo -. Se les sale por los ojos cuando están juntos... Pero, hijo... ¿Te das cuenta que la hija de Elrond espera un hijo de ese humano...?
Apenas hizo la pregunta, supo que había causado efecto, y si bien no le agradaba hacerlo, tenía que poner en claro su posición en el asunto.
- Sí, ada; lo sé...- admitió Legolas.
- Y como quiera que sea, él tendrá que asumir su responsabilidad en todo el asunto.
- Pero no es justo, ada... No pueden obligarlo a un enlace con alguien a quien no ama. Yo sé que no ama a Arwen.
- Dime una cosa, Legolas. ¿Serás capaz de interponerte entre un padre y su hijo...? Y en cuanto a no poder obligarlo... No lo sé. Ese niño será su heredero y ahora sabes lo importante que es un heredero... No sé hasta dónde intentarán presionar para que ceda.
- Si lo presionan demasiado, Aragorn renunciará al trono.
La suave declaración de Legolas asombró a Thranduil. Tal como había dicho, el amor entre ellos ni siquiera necesitaba anunciarse, sólo era preciso verlos juntos; pero no podía creer que el humano fuese capaz de hacer algo así.
- Aragorn me lo dijo muchas veces, ada... Incluso antes de que todo esto sucediese. No le interesa el trono, si lo presionan demasiado, abdicará.
- ¿Y eso es lo que deseas? ¿Después de todos los sacrificios que se han hecho, de todo el tiempo que estos humanos han esperado el resurgimiento de la Casa Telcontar, serás capaz de permitir que un buen rey abdique...?
- Yo...
-Las opciones para él no son muchas. Abdica o toma a Arwen como esposa... ¿Qué harás si finalmente el trono sí le importa, y aunque no ame a la hija de Elrond, decide casarse con ella...? ¿En qué posición quedarás, hijo mío? ¿Te convertirás en su 'protegido' y él en tu 'danna'?
Escuchar esas palabras en boca de su padre no era lo que Legolas esperaba, no esperaba que el rey estuviese al tanto del tipo de relaciones que podían existir en el Barrio y su rostro debió demostrarlo en forma evidente, porque Thranduil siguió adelante.
- Oh, claro que he estado haciendo algunas averiguaciones acerca de los usos y costumbres del sitio donde has vivido, cosa que debí hacer antes... Pero no me has contestado, Legolas... ¿Te convertirás en el amante del rey...?
Tomando aire y coraje para seguir adelante, el elfo más joven se obligó a sonreír, porque la idea de compartir a Aragorn no le causaba ningún placer.
- Soy un geijin, ada... Y no sería un deshonor tener un 'danna' como Aragorn.
- Eres un príncipe, Legolas, y eso sí sería un deshonor.
- Ya no lo soy- replicó -. Dejé de serlo cuando salí de Mirkwood.
- Y volviste a serlo cuando 'yo' salí de Mirkwood para buscarte. Con Elroy afianzado en el trono como heredero, no era necesario que Imrahil y tú continuaran en el exilio... Firmé el decreto que les restituía sus títulos antes de salir de Bosque Negro.
No podía creerlo. Simplemente, Legolas no podía creer que todo lo que había deseado al llegar a Minas Tirith por fin se cumplía y cuando por fin volvía a tener todo lo que había perdido, lejos de poder sentirse feliz por eso, era una traba más para su felicidad.
- ¿Crees que me hace feliz decirte todo esto, hijo?- continuó Thranduil viendo la tribulación pintada en el rostro del elfo -. No te mentiré... Mi corazón todavía se debate entre la desesperación y la felicidad... Recuperar a mis dos hijos es lo mejor que me ha sucedido en los últimos tiempos... Ver que ambos han decidido unir sus destinos a la efímera existencia de dos mortales... Aún no sé cómo sentirme al respecto. No quiero pensar en el dolor que sufrirá Imrahil cuando ese hombre... Eomer envejezca y muera... Pero él ha sido lo bastante fuerte como para imponerse al destino que le fue deparado... Acepto su decisión.
- ¿Y no puedes aceptar la mía, ada? ¿cuál es la diferencia?
- Que el rey Eomer es un mortal libre. No tiene herederos en camino y ofrece a tu hermano una posición de respeto y dignidad como Príncipe Consorte. Esa es la gran diferencia...
- ¿Entonces el amor no es importante?- exclamó desesperado -. A nadie parece importarle lo que nosotros sentimos...
Thranduil se puso de pie, y paseó en silencio meditando, pensando mucho. No quería volver a ser el causante de la infelicidad de Legolas pero tampoco podía aceptar una posición tan indecorosa para su hijo.
- Entiende esto, Legolas. Eres mi hijo, eres príncipe y no aceptaré que un hijo mío sea el amante de un mortal, por más rey que sea. No contarás con mi anuencia para tu unión con ese hombre, a menos que pueda ofrecerte una posición digna y acorde a tu estirpe.
- Pero ada...
- Nada, Legolas. Esa es mi decisión... En tanto tu... el rey Elessar no pueda responderte con la dignidad y el respeto que mereces, no habrá consentimiento... Así que hijo mío... Ahora trabajaremos para ver cómo ayudamos a ese tonto y afortunado humano a librarse de un enlace no deseado.
- ¿En verdad, ada...?- preguntó Legolas, incrédulo todavía por la decisión de su padre.
- Sí, pequeño...- confirmó Thranduil, esperando no equivocarse con lo que estaba haciendo -. En un par de horas, habrá una reunión... Elrond, Galadriel, el rey Elessar y yo... Creo que debes estar presente, pues también tu nombre está en entredicho. Escucharemos sus argumentos, y trataremos de exponer los tuyos.
Legolas fue hasta su padre y lo abrazó con fuerza. Nunca había dudado del amor que su padre sentía por ellos, pero en ese gesto de apoyo incondicional, sabía que había mucho más de lo que exteriormente se veía.
- Gracias, ada...
- No me lo agradezcas aún. Y eso no modifica mi decisión, Legolas. Recuérdalo muy bien.
- Lo recordaré, ada...
- A mí sí me importa lo que sientes, hijo; y el amor es lo más importante.
Pese a que el futuro todavía era un gran interrogante, Legolas se sintió un poco más confiado. Con su ada de su parte, sus hermanos y el amor de Aragorn, podía enfrentar todo lo que se le pusiese por delante.
(-o0o-)
En el pequeño espacio de silencio que se hizo en el recinto, Galadriel aprovechó para sondear los rostros que tenía frente a sí.
En la pequeña mesa oval del saloncito, se habían ubicado de un modo bastante indicativo para el caso. Aragorn estaba sentado en uno de los extremos, exactamente enfrente a Elrond, ambos distanciados. Ella misma se ubicó a un lado en medio de Aragorn y Elrond, como si previese algún altercado. Del otro lado, Legolas estaba sentado cerca del humano y Thranduil a su lado, demasiado cerca de Elrond, en opinión de Galadriel.
Durante la conversación, Elrond casi exigió saber cómo se había desarrollado todo el asunto, tanto de su hija como el de Legolas, puesto que por éste último Aragorn se negaba a casarse con Arwen.
La misma Galadriel no pudo dejar de observar que a pesar de algunos ligeros titubeos por parte del elfo rubio, motivados más que nada por cierta dosis de pudor, la historia fluyó sin contratiempos. La mirada de ojos azules no deambulaba, sino que se detenía en cada rostro, sincera y honesta; pero cuando se detenía en Aragorn, parecía volverse líquida y fundirse en los ojos del mortal, que respondía del mismo modo.
Allí había amor, genuino, del que se cimienta en buenos y malos momentos. Galadriel se preguntó si al menos una pizca de toda esa gama de sentimientos nobles que percibía en el elfo, se habían contagiado a su nieta.
Según los informes de Elrond, no era conveniente exponer a Arwen a la presencia de Legolas luego de lo sucedido, ya que eso la alteraría enormemente, corriendo riesgo su embarazo; pero la Dama de Lórien no estaba del todo segura de eso. Sin duda, tendría que hablar a solas con su nieta, necesitaba ver; realmente ver qué había en el corazón de la elfa, pero no quería usar su autoridad y pasar por encima de la autoridad de Elrond al menos por el momento.
En esos instantes, Aragorn se masajeaba el puente de la nariz, en clara señal que estaba algo exasperado porque la conversación no parecía llevarlos a ningún lado.
- Ya te dije, padre… No es mi intención dejar a Arwen librada a su suerte. Cuidaré de ella, me haré cargo de todo, reconoceré a mi hijo…
- Pero no te casarás con ella.
- No será la primera ni la última elfa en tener un hijo sin enlazarse con alguien…
- Ese niño por nacer es tu heredero, por si no lo recuerdas.
- ¿Cómo olvidarlo…? No has dejado de decírmelo desde que empezamos a hablar.
- ¡Un heredero no puede ser un bastardo! ¡Debe nacer dentro de las reglas!!
- Las reglas no pueden ser más fuertes que el sentido común, padre. Y el sentido común me dice que, puesto que no la amo, casarme con Arwen sería la estupidez más grande de la Tierra Media.
- Pero te acostaste con ella.
Esa última réplica restalló en el saloncito y Aragorn supo que en muy pocas palabras, había vuelto a hacerle daño a Legolas. El recuerdo de lo sucedido no podía sino lastimar al elfo, que en esos instantes, miraba fijamente la mesa intentando no hacer ningún gesto que delatase su dolor.
- Estaba ebrio- fue la seca respuesta de Aragorn.
- Lo sé. Es una excusa bastante pobre.
- No es excusa, es una realidad. Si Arwen hubiese tenido una pizca de dignidad, no se hubiese pres...
- ¡Estel!! Estás llegando demasiado lejos!!-exclamó Elrond, perdiendo momentáneamente la compostura.
- Ambos deben calmarse- intervino Galadriel.
Aragorn se reclinó en el sillón, evidentemente cansado, y Elrond mantuvo su posición erguida y firme.
- En realidad, no hay mucho por discutir- continuó Elrond, implacable -. Eres rey, y necesitas un heredero. Heredero que Legolas no puede darte, por más amor que haya entre ustedes.
La mirada de Aragorn se volvió tan implacable como la de Elrond, y Legolas se irguió un poco, listo para detener lo que sabía podía escuchar en cualquier momento.
- Es cierto, soy rey y por eso necesito un heredero- se quitó la corona que había llevado sobre la frente, y la arrojó sobre la mesa -. Pero eso se arregla con facilidad... ¿Quieres la corona? Ahí la tienes, no estoy dispuesto a pagar el precio que me piden por ella.
Legolas abrió la boca para intervenir, pero un gesto de Aragorn lo detuvo.
- No, amor... Yo te lo dije muchas veces. No necesito ese pedazo de metal en mi cabeza ni el trono duro donde presido audiencias- su mano se alargó sobre la mesa hasta aprisionar los dedos blancos y apretarlos cálidamente -. Esto es lo único que necesito.
- No puedes- conminó Elrond -. Eres el último de la Casa de los Reyes, el último de los Númenor... Tienes un deber con la raza de los hombres, y contigo mismo...
- Ya no seré el último, padre. El hijo de Arwen aún será mío aunque no sea rey... ¿No es cierto? Es simple, Faramir será Senescal de Gondor hasta que mi hijo cumpla con la edad requerida para ser rey. En cuanto a mi deber... Hice un juramento para desposar a Legolas, es mi deseo y mi deber cumplirlo.
- Es interesante que menciones eso, porque ese juramento no es válido.
La frase directa y firme dejó a todos en silencio por unos segundos. Un juramento era algo muy difícil de impugnar y el que reaccionó primero en esa ocasión, no fue Aragorn.
- Espero, Elrond, que tus motivos para intentar impugnar ese juramento, sean muy válidos y no solamente tus deseos de matrimonio para tu hija- señaló Thranduil casi con suavidad.
- Esperaba no tener que recurrir a esto, pero es la verdad... Estel, no puedes prometer que darás algo que ya concediste antes a otra persona.
- No comprendo de qué estás hablando- alcanzó a decir Aragorn.
- Que ese juramento que le hiciste a Legolas, ya lo habías hecho a Arwen. Eso fue lo que le prometiste para que accediera a pasar la noche contigo.
- Eso no es cierto...- tartamudeó Aragorn -. No es posible... Yo no puedo haber dicho semejante cosa.
- Pues haz memoria, hijo mío, porque eso fue lo que Arwen me contó... No tengo ninguna razón para no creerle. Y no es el comportamiento de mi hija lo que estamos discutiendo aquí sino tus responsabilidades.
- ¡Tampoco eso está en discusión!- exclamó, ya desesperado -. Aparentemente, lo que estamos discutiendo aquí, es la intención de hacerme entrar en un lazo que no deseo... Y no lo haré...
- Pues si no puedes aceptarlo, tampoco verás a tu hijo.
- No me amenaces, padre...- advirtió Aragorn, y aunque la corona ya no brillaba en su frente, fueron sus ojos los que brillaron en forma peligrosa.
- Arwen es mi hija y puedo llevármela de aquí- replicó Elrond inconmovible -. ¿Usarás la fuerza contra mí para impedirlo?
- Si me obligas...
- Aragorn, no...- suplicó Legolas, en un murmullo.
No fue sino hasta ese momento que Legolas comprendió a qué se refería su padre al decir que estaba colocándose entre padre e hijo, pero había creído que Thranduil se refería a Aragorn y el bebé por llegar. Sin embargo, ahora veía que no era sólo eso, también estaba interfiriendo entre Elrond y su hijo.
Y si hubiese sido únicamente eso... Pero ahora, en el colmo de la exasperación, Aragorn hasta estaba amenazando con usar la fuerza para impedir que se llevaran a su hijo.
- Por favor, así no...- musitó sin alzar la voz, pero consiguiendo sin embargo que todos lo escucharan.
Aragorn se volvió hacia él sin comprender demasiado a qué se refería. La mirada de Legolas lo buscó hasta que coincidieron.
- ¿Te das cuenta lo que estás diciendo, Aragorn...? ¿Acaso no puedes suponer cuál sería la respuesta de Lord Elrond si te decidieras a intentar retener a Arwen aquí en contra de su voluntad? Posiblemente la misma que tendría mi ada... Buscar a todos los elfos que quisieran seguirle y tratar de recuperarla. A cualquier precio... ¿Serás capaz de causar todo eso... por mí...?
- Sin dudarlo un instante, amor- fue la respuesta segura, sin sombras de dudas.
A pesar de todo, Legolas sonrió apenas, leyendo en los ojos grises la absoluta determinación y el amor.
Ahora ninguno de los dos prestaba atención a los otros tres elfos que compartían la habitación. Hablaban entre ellos como si no hubiese nadie, mirándose, absorbiendo cada sonido y cada gesto del otro sin que les importasen los demás.
- Pero yo no puedo permitirlo... Salí de Mirkwood para no ser motivo de ruptura y guerra entre mi pueblo, no podría vivir si por causa mía semejantes desgracias cayeran sobre tu gente...
- No serás la causa, amor mío... No habrá guerras porque yo no seré rey de este pueblo por mucho tiempo más y...
Los dedos largos y blancos se posaron suavemente sobre sus labios, para impedir que siguiera adelante.
- Tienes un deber que cumplir con tu gente, lo aceptaste cuando aceptaste convertirte en su rey y ahora no puedes echarte atrás. Pero hay algo aún más importante que esto...- los ojos azules se clavaron en el rostro del rey, sin reproches pero con firmeza -. Con honestidad, amor... Con toda la honestidad que puedas... ¿Podrías asegurarme que no le juraste a Arwen que te casarías con ella...?
Podía decir que no. Aragorn sabía que podía negarlo en ese momento pero Legolas sabría la verdad, y no aceptaría otra cosa distinta. Pero no quería admitirlo tampoco y en silencio maldijo a todos sus antepasados por no poder recordar con exactitud lo sucedido esa noche.
Su silencio, sin embargo, fue respuesta evidente y el elfo lo interpretó a la perfección.
Muy despacio, Legolas se quitó el anillo que Aragorn le había dado, le tomó la mano y lo colocó en la palma. Nunca pensó que le costaría tanto un gesto tan sencillo, pero cada movimiento le demandó un esfuerzo terrible. Y más porque el lacerante dolor que cruzó la mirada de Aragorn al comprender lo que pasaba, sólo era comparable al que él mismo sentía.
Algo se hundía en su pecho, pero se obligó a seguir adelante, simplemente porque sabía que en ultima instancia, lo que estaba haciendo era correcto. Terriblemente doloroso pero correcto.
- Te devuelvo esto, Aragorn... No me pertenece y... Creo que lo prometiste a alguien antes que a mí...
- Legolas, no... Me prometiste que estarías conmigo...- fue el desesperado ruego que salió de los labios del mortal.
- Y estoy contigo. Te amo y no necesito anillos ni promesas...- por primera vez, Legolas se volvió a la Dama de Lórien y el señor de Rivendel-. Lord Elrond, puede decirle a su hija que tendrá al rey de Gondor, tal como siempre quiso... Pero Aragorn es mío y nunca podrá hacer nada al respecto...- luego giró hacia Thranduil -. Ada... Perdóname, por favor...
Una vez más volvió su mirada al hombre, que seguía sus palabras como si fuesen la última gota de agua en un desierto.
- Aragorn... ¿Quieres ser mi 'danna'...?
(-o0o-)
Debía reconocer que estaba un poco cansado luego de regresar de los jardines reales pese a que Haldir había insistido en llevarlo y regresarlo en brazos. Una vez más en su cama, Baldor leyó un poco y hasta durmió un rato antes que Haldir llegase con la noticia de lo que sucedía en los salones de audiencia del palacio.
A pesar de que intentaba mantenerse tranquilo diciéndose que Legolas terminaría triunfando sobre todos los inconvenientes, no podía dejar de sentirse algo inquieto.
Hacía al menos un par de días, que cada vez que su mirada divagaba por la habitación, presa del aburrimiento, iba a tropezar de forma inevitable con la caja de Arwen; y en esos momentos, se preguntó por enésima vez qué contendría.
Había momentos en que tenía que esforzarse en no pensar en ella, como si el objeto tuviese voluntad propia y casi estuviese obligándolo a levantarse, ir hacia allá y abrirla; pero decididamente, Baldor giraba la cabeza o cerraba los ojos con fuerza para resistirse, sólo porque sabía que Haldir no sería feliz si supiese que había estado metiendo los dedos en ese objeto.
Una vez más, miró el cofrecito, que parecía llamarlo desde el buró de la habitación.
- Bien... Haldir no tiene por qué enterarse...- se dijo, como para disculparse por lo que iba a hacer porque ya no resistía la curiosidad.
Con cuidado se deslizó de la cama, fue hasta el mueble y tomando la caja, regresó al lecho donde se sentó.
La cerradura había sido violentada, probablemente por Mamoru cuando se la llevó de la okiya, de modo que Baldor se dijo que no era culpa suya si alguien ya la había roto, de manera que la abrió.
Lo primero que saltó a la vista, fue un paño de terciopelo azul, a medias abierto y un destello plateado surgiendo desde su interior. En cuanto hizo a un lado la tela, quedaron expuestas una cantidad no desdeñable de joyas, la mayoría de plata mithrill con gemas incrustadas, algunas de oro. Era sin duda una pequeña fortuna, pero eso no tentó para nada a Baldor.
En sus mejores épocas de geijin, había tenido muchísimas joyas. Cierto era que luego iban a parar a los arcones de Anborn, pero él las recibía y muchas veces las lucía antes de que el propietario de su okiya se las apropiase. No, definitivamente las joyas no representaban ninguna tentación. Volvió a cubrirlas y las puso a un lado sobre el cobertor, para asegurarse luego de guardar todo en el orden en que estaban.
Un pequeño bolsito de tela roja atado con cinta. Baldor lo tomó y quitó la cinta para descubrir en su interior un pequeño ramillete de flores secas, blancas y perfumadas. Reconoció las flores porque Legolas se las había mencionado cuando le contó el inconveniente que había tenido con Seisuke antes que él accediese a enseñarle. Meneó la cabeza, claro que ambos siempre supieron que Arwen lo había hecho a propósito para obstaculizar su camino, pero jamás habían tenido pruebas de ello. Volvió a cerrar el saquito y lo colocó junto a las joyas.
Había un saquito más, de tela negra y al abrirlo, el aroma picante y dulzón hizo que Baldor estornudara estrepitosamente y lo cerrara con rapidez. Era evidente que el polen o lo que tuviesen esas plantas era muy volátil. Lo puso junto al otro bolsito y por un instante, se quedó mirando la caja.
El sobre que había dentro, lo conocía bastante bien, porque él mismo había elegido el color y el diseño de los sobres para los ofertantes del mizuage de Legolas.
"Pero se supone que el sobre que quedó sin usar estaba dentro de la caja donde se recibieron las ofertas..." pensó Baldor, sin comprender y de pronto supo.
También en esa ocasión Arwen debió hacer de las suyas. Recordó que los tres se habían asegurado que la oferta de Haldir fuese imposible de superar, pero a último momento, alguien había hecho una oferta mejor y se aseguró el mizuage de Legolas. Ahora, Baldor se preguntó seriamente si en verdad el Mayoral de las Casas de Curación había ganado el mizuage.
Igual, ya era tarde para hacer algo al respecto y el Mayoral estaba muerto, de modo que guardó de nuevo la declaración del sanador que daba fe que Legolas estaba intacto antes de su mizuage en su sobre y lo dejó a un lado.
Sus dedos se deslizaron por la suave tela que permanecía doblada en el fondo de la caja, seguro de haberla visto antes en algún sitio. No era extraño porque como geijin, Baldor tenía muy buena memoria recordando las vestimentas que usaba y en qué momento las usaba para asegurarse de no repetir los atuendos en sus reuniones; le costó apenas nada identificar esa tela con una prenda de Legolas y se preguntó que hacía allí al tiempo que la extraía de la caja.
No era una prenda completa, eso podía verlo bien, era un trozo de tela desgarrada pero sus manos comenzaron a temblar cuando de forma inevitable recordó en qué ocasión la vestía Legolas.
"Cuando nos atacaron en el túnel..."
Haldir le contó que entre las pertenencias de su ex 'danna', habían encontrado las ropas rotas del elfo, y Baldor recordaba muy bien la conversación, porque Haldir había hecho especial hincapié en el modo en que estaban desgarradas.
"No las rompieron para quitárselas... Sólo le quitaron la solapa donde llevaba ese bordado que Legolas usa en todas sus ropas... El bordado del junco..."
Baldor se sentía tan culpable por lo que le había sucedido a Legolas, que casi no dormía, y en una de esas noches, mientras el elfo continuaba inconsciente en otra de las habitaciones, Haldir le contó esas cosas con la esperanza que comprendiese que él no era culpable por la locura de Denethor.
No quería desdoblarla para no constatar con sus propios ojos lo que temía, que en ese desgarrado trozo de tela había un bordado.
Pero allí estaba, y la silueta del junco pareció resplandecer con más brillo, como si estuviese deseosa de salir a la luz.
"¿Cómo es que Arwen tiene esto... Se supone que Denethor tenía la ropa de Legolas... A menos que ella... Oh, dioses..."
Dominando el temblor en sus manos, Baldor volvió a plegar la tela y trató de guardar todas las cosas en el orden en que las había encontrado. Luego manoteó una bata que había quedado sobre un taburete y pensó que debía buscar algo para calzarse; pero al fin desistió de la idea. Era imperioso que Haldir y el rey viesen el contenido de esa caja, ahora, en ese momento y no cuando él hubiese terminado de buscar sus dichosas pantuflas.
Tomando la caja, se puso de pie y avanzó hasta la puerta.
Tuvo un ligero mareo cuando salió al corredor, y necesitó tomarse del muro para no tambalearse. Por un instante maldijo a Haldir y sus cuidados, y también a sí mismo por dejarse mimar tanto. Si hubiese estado solo, seguramente las cosas hubiesen sido distintas.
"Claro, hubiese muerto en ese túnel. Baldor, ingrato... Deja de quejarte y camina..." se dijo, y resueltamente avanzó por el corredor en busca de la sala donde estaban reunidos. "Es fácil... Un paso a la vez, Baldor... Un paso a la vez."
No era tan simple. Luego de un par de pasillos y tres salones, estaba transpirando copiosamente y el dolor en el pecho empezaba a ser demasiado fuerte.
"¿Por qué no hay un guardia cuando se lo necesita...?"
Quiso alzar la voz y llamar, pero se dio cuenta que eso era una importante pérdida de aliento, de modo que se detuvo un momento para intentar normalizar un poco su respiración. Se recargó en el muro sin dejar de aferrar con fuerza la caja, sabiendo que era mucho más que importante.
"Muy bien, geijin perezoso... Muévete..."
Lo peor es que no sabía dónde dirigirse. Su única esperanza era encontrar a alguien y preguntar, un guardia, un ministro perdido, cualquiera sería bueno en esos momentos. Y el dolor era cada vez más agudo.
Cuando se nubló su vista, no supo si era debido al dolor, o al sudor que corría por su rostro, pero sí supo que no podía seguir adelante. Jadeaba y cada vez que respiraba, el dolor en su pecho era desesperante. De nuevo se apoyó en una de las paredes, pero esa vez no pudo mantenerse en pie y lentamente se deslizó hacia el suelo.
Alguien detuvo su caída y lo ayudó a sentarse en el piso frío.
Entre nieblas, Baldor vio el rostro desconocido de un hombre mayor, de largo cabello blanco y barba que lo miraba con curiosidad. No era para menos, un muchacho en bata, descalzo y aferrando en sus brazos una caja de madera deambulando por los corredores de palacio debía ser algo extraño y digno de verse.
- ¿Y tú quién eres?- preguntó el extraño.
- Por favor... Ayúdame... Tengo que llegar con el rey...
- Bueno, yo también necesito ver al rey...- dijo el anciano.
Con la punta de su capa limpió un poco el sudor, puso la mano sobre su cuello luego en su pecho, y rebuscando en su morral, extrajo algunas hojas de una hierba rara que puso entre los labios de Baldor.
- Mastica pero no las tragues- ordenó.
Sin fuerzas para oponerse, Baldor lo hizo y unos minutos después, el dolor en su pecho empezó a ceder. El aire dejó de ser un enemigo para sus pulmones y se convirtió en una bendición nuevamente.
- ¿Baldor...? ¿Gandalf...?
La voz algo exaltada de Haldir resonó en el corredor y poco después estaba a su lado. El rostro pálido de Baldor y los labios morados lo pusieron al borde del terror, pero la calmada expresión del anciano que sostenía las manos del muchacho hicieron que el galadrim mantuviese la calma.
- Haldir...- murmuró Baldor -. La caja... La caja de Arwen...
El elfo estuvo a punto de soltar una imprecación para nada galante, pero de pronto recordó que su Baldor no hacía las cosas sin pensar. Recordó la obstinación y el valor del muchacho cuando insistió para decirle lo que sabía acerca del paradero de Legolas; ahora no parecía ser diferente.
- El rey... debe... ver eso...
Indeciso aún, Haldir abrió la caja, pero no llegó a revolver en ella. Lo primero que salió, fue un aroma agradable que golpeó su memoria sin piedad y el reconocimiento lo dejó sin habla por espacio de unos segundos. Se recuperó al instante y puso la caja en manos del anciano mago.
Gandalf lleva esto a Aragorn, es muy importante que lo vea ahora...- la mano de Baldor se aferró a su túnica con fuerza.
- ¡No...!- exclamó -. Tú debes llevarlo... Tú sabrás mejor...
- No puedo dejarte aquí... No puedo dejarte ahora...
- Llévame... Ya estoy bien.
El color estaba reapareciendo de a poco en el rostro del muchacho, y por una vez Haldir no se opuso. No había tiempo para discutir. Con todo cuidado, levantó a Baldor en brazos.
- Vamos, Gandalf... No tienes idea lo que va a ocurrir aquí...
- En absoluto... Yo sólo vine porque uno de los ministros de Aragorn fue a buscarme hasta la Comarca, pero no pude dejarlos de inmediato...- comentó el anciano poniéndose de pie y aferrando la caja y su morral.
El ministro había hecho algo más que ir por él. Le había contado las dificultades del rey y en ese morral traía varios antiquísimos documentos que podía dar a conocer si era necesario.
Pero tan sólo si era muy necesario.
(-o0o-)
Por un breve lapso, Thranduil tardó en comprender las palabras de Legolas, pero luego entendió y estuvo a punto de perder la compostura. No podía creer que su hijo, un príncipe orgulloso y de noble estirpe, fuese capaz de rebajarse por amor al punto de aceptar convertirse en el amante de un mortal.
Las puertas del salón se abrieron en el momento en que se aprestaba a dar a conocer su exacta opinión del asunto.
- Espero sepan disculpar la interrupción, pero traigo algo que debe ser visto de inmediato- dijo Haldir.
Había dejado a Baldor instalado en uno de los divanes de la antesala para poder entrar con seguridad por si había guardias dentro del recinto. Avanzó hasta la mesa y colocó sobre ella la caja de madera tallada.
- Eso es de mi hija...- comentó Elrond, reconociéndola al punto.
- Es bueno que lo reconozca, Lord Elrond- dijo Haldir -. También lo que está dentro es de ella... Creo que debes verlo por ti mismo, Aragorn.
Como sabía que Haldir no hubiese interferido por una causa menor, Aragorn acercó la caja y la abrió. Tal como el galadrim, el primer contacto con el contenido, fue el aroma fragante que se desprendió del interior e inundó la estancia.
Aragorn palideció al reconocerlo y sus ojos buscaron a Haldir para confirmarlo. Aquel asintió en silencio.
- Trae la redoma que encontramos entre las pertenencias de Denethor, Haldir... Ya sabes dónde está- ordenó y el galadrim salió del salón a toda velocidad mientras Aragorn seguía extrayendo cosas.
Algunas no significaban nada para él. Las joyas, las flores secas del bolsito de tela roja, el sobre de papel delicado y finamente escrito; pero a su lado, Legolas palidecía cada vez más al contemplar el contenido de aquel pequeño cofre porque venía a descubrir que Arwen había estado detrás de cada obstáculo en su camino.
Aragorn descubrió las hierbas en su bolsito de tela negra y las olió con cuidado. Sí era el mismo aroma picante. Las extendió a la Dama de Lórien.
- Señora... ¿Podrías decirme qué clase de hierba es ésta...?
Galadriel casi no necesitó verla porque el olor era característico, pero igual lo tomó, más que nada para asegurarse.
- Es una planta que crece sólo en Bosque Dorado. Con ella elaboramos una poción que ayuda en algunas enfermedades de humanos... Relaja los músculos e impide las convulsiones que esas enfermedades provocan.
- ¿Sólo sirven para eso?
- El otro propósito, me temo es mucho más frívolo... Perfume, como podrás notar.
Haldir regresó trayendo la alforja que rescataran de las pertenencias de Denethor y la colocó junto al cofre. De allí, el mismo Aragorn se encargó de sacar la pequeña redoma de cristal. Sus ojos no se apartaban de Elrond, que no dijo nada esa vez, pero cuya expresión se tornó inescrutable al ver el frasco.
- ¿Es ésta la poción que se prepara, señora?- preguntó Aragorn, extendiendo la redoma hacia la elfa.
Aquella abrió el recipiente y apenas tomó el aroma, lo alejó de su rostro.
- Sí... pero ésta es muy fuerte... Está muy concentrada.
- ¿Qué efecto tiene sobre un elfo?
- Casi los mismos que en un humano, pero con efectos algo más atenuados... En un humano relaja los músculos de las convulsiones... En un elfo sólo los hace más laxos... como si no tuviese fuerzas.
Ante esas palabras, Legolas tuvo que sentarse. Eso era lo que Denethor había usado con él, era la explicación de por qué no había podido defenderse, por qué parecía tener la fuerza de un humano adolescente. Hubiese seguido pensando, pero en esos instantes, Aragorn extraía también de la caja, el pedazo de tela. Ambos lo reconocieron al punto.
Mucho más fríamente de lo que hubiese podido pensar, Aragorn rebuscó en la alforja de Denethor , extendió la camisa sobre la mesa y como prueba final, puso el trozo de tela encontrado en la caja de Arwen para que coincidiese, demostrando que encajaba a la perfección.
- Antes de seguir hablando de este enlace, padre... Creo que Arwen me debe muchas explicaciones. A mí algunas... Pero muchas más a Legolas. Y pienso pedírselas ahora mismo.
- No, Aragorn- dijo Galadriel.
- ¿Cómo que no?- fue el estentóreo vozarrón de Thranduil lo que llenó el recinto -. Durante esta discusión han puesto a mi hijo al extremo de aceptar convertirse en el amante de un hombre sólo para mantenerse al lado del dueño de su corazón y ahora...?
- Ten calma, Thranduil- indicó nuevamente la Dama de Lórien, con voz suave pero firme.
La autoridad que generalmente no le gustaba utilizar, era necesaria en esos momentos y Galadriel la utilizó al máximo.
Sabía que las cosas que el Espejo le mostraba eran solamente posibilidades cuando se trataba del futuro. En general podía confiar cuando mostraba eventos del pasado pero tratándose del futuro, siempre era arriesgado aventurar o afirmar cosas. Los eventos podían cambiar radicalmente con el curso de una sola decisión.
Mucho había visto relacionado con su nieta, pero Elrond como sanador y padre celoso no había permitido que nadie la viese, y ahora Galadriel comprendía el error de ello.
Hablar de lo que el reflejo del agua le mostraba hubiese sido aventurar, sobre todo sin tener pruebas de los hechos; pero ahora las pruebas estaban sobre aquella mesa, proclamando a toda voz que Arwen era, sino autora, al menos cómplice de muchos hechos altamente reprobables.
- No he dicho que no se le pedirán explicaciones...- aclaró Galadriel al exaltado Thranduil -. Sin embargo, es cierto que Arwen está encinta y también es cierto que su estado es delicado, por lo que yo misma me encargaré de ver qué hay en su corazón con relación a todas estas cosas.
A un lado, Elrond asintió en silencio.
En su corazón, rogaba que su hija tuviese una muy buena explicación para todo eso. Como padre, simplemente se negaba a aceptar que Arwen hubiese sido capaz de cometer tales actos. Sin embargo, mientras pensaba en eso, no podía dejar de mirar al elfo rubio que no quitaba la vista de los objetos sobre la mesa y trataba a todas luces de mantener una calma que en cualquier momento podía quebrarse.
Por primera vez en el curso de la conversación y de todos los acontecimientos, se detuvo a pensar que quizás Legolas no era como Arwen le había dicho y él mismo estaba equivocado en el modo como lo había tratado.
Galadriel colocó de nuevo todas aquellas cosas en la caja y tomándola se puso de pie.
- Vamos, Elrond. Mi nieta tiene muchas explicaciones que dar.
(-o0o-)
A medida que el contenido de la caja desfilaba ante los ojos de Arwen, no podía evitar que la Dama de Lórien viese todo lo que en su corazón había guardado con respecto a esos objetos. Siempre supo del poder de Galadriel para observar el interior de los corazones, pero jamás pensó que lo usaría con ella.
Y Galadriel nunca pensó ver tales actos en Arwen. Decisiones erradas tomadas con un único propósito: conseguir una posición de poder. Posición que Aragorn podía brindarle en su calidad de gobernante del reino más importante de los hombres.
Con verdadera tristeza, se preguntó dónde habría quedado la dulce elfita que correteaba por los flets de Bosque Dorado luego de que Celebrian partiese a Valinor. Pero aunque no supo dónde habría ido, Galadriel sí supo en qué momento la había perdido.
En una noche oscura, cuando Arwen se asomó al Espejo y vio en sus aguas la imagen de sí misma, rodeada de esplendor y lujo, de mortales que se inclinaban ante su resplandeciente belleza, sentada al lado del trono de Gondor; disfrutando del reinado de los hombres cuyo poder recién comenzaba a despuntar. No como el de los elfos, que iniciaba su lenta pero inexorable decadencia.
Nadie le había explicado a Arwen que esos acontecimientos podían no llegar a suceder jamás, que cada suceso era la consecuencia inevitable de otros actos, no solamente propios, sino también de los seres que la rodeaban, pues todo estaba relacionado con todo. Nadie le había dicho que el Espejo era una peligrosa guía de conducta.
Galadriel había sentido su ánimo decaído y sombrío luego de esas revelaciones no sólo por lo que descubría, sino porque no veía sombra de arrepentimiento en las facciones hermosas, tan parecidas a las de su querida Celebrian.
Convocó a una nueva reunión para tratar de decidir de la mejor manera posible, pero no podía evitar pensar que de una u otra manera, todavía quedaba la última prueba para los tres implicados en ese intrincado asunto.
(-o0o-)
En un sitio apartado en la antesala donde habían vuelto a reunirse, Aragorn y Legolas se mantenían apartados del resto. Baldor continuaba en el diván, en brazos de Haldir, pues se negaba rotundamente a regresar a la habitación hasta saber qué sucedía. Algo más lejos Eomer estaba sentado junto a Imrahil y muy cerca de Elroy en una espera que ya se había extendido por horas.
La Dama de Lórien y el señor de Rivendel habían regresado en silencio de las habitaciones de Arwen, anunciando que tenían que reconsiderar oda la situación y en el nuevo concilio habían permitido el ingreso de Gandalf.
- No me agrada que estén decidiendo nuestras vidas mientras nosotros estamos aquí afuera...- comentó Legolas.
Aragorn comprendía a la perfección a su elfo, pero de momento, sólo podía pensar en lo sucedido durante la conversación anterior. Mantenía las manos de Legolas firmemente sujetas entre las suyas, como si temiese que de soltarlo, pudiesen alejarlo de él; cosa que no estaba dispuesto a permitir bajo ningún concepto.
- Al menos así no estoy al alcance de tu padre... Amor, creí que me asesinaría cuando dijiste... ¿En verdad estás dispuesto a permitir que sea tu 'danna'...?- se animó a preguntar por fin, todavía incrédulo.
Legolas no dejó de mirarlo y casi sonrió.
- ¿En verdad estás dispuesto a renunciar al trono por mí...? ¿O a causar una guerra entre elfos y humanos...?
- Sabes que sí.
- Entonces yo puedo aceptar que seas mi 'danna'... ¿Aceptarás?
- No quiero ser tu 'danna'. No quiero ponerte en esa posición, quiero...
La explicación de Aragorn se vio interrumpida cuando las puertas del recinto se abrieron y Gandalf apareció en el umbral. Todos se pusieron de pie, pero el anciano hizo una indicación para que únicamente Aragorn y Legolas entrasen.
Negándose a separarse del elfo por un instante, Aragorn se sentó en su lugar original manteniendo a Legolas a su lado. Desafiante, alzó la vista hacia los tres elfos adultos.
- ¿Y bien...?
- Aragorn, hemos tenido muchas cosas para considerar en esta decisión... Pero sin duda alguna, y creo que coincidirás conmigo, lo más importante es el futuro del niño que está por nacer y que es, en última instancia, el inocente que podría salir perjudicado- empezó Galadriel, y su voz sonaba triste y cansada -. Durante largas horas hemos discutido si entran en vigencia aquí las leyes de los hombres o las leyes de los elfos, pues nuestras leyes son más antiguas que las humanas... Pero también es cierto que cuando vinieron a vivir aquí, tanto Legolas como Arwen aceptaron regirse y respetar las normas que regían el sitio donde vivían.
- Las leyes del Barrio indican que Arwen puede pedir un resarcimiento únicamente si su hijo es producto del mizuage- continuó Gandalf -. En los archivos de palacio está indicada la fecha exacta en que se produjo la ceremonia que ofició el rey, y por el tiempo de embarazo que tiene, es del todo evidente que la criatura no fue concebida en ese momento. Esto se produjo la segunda vez que estuvieron juntos.
- Los recuerdos de Arwen en esa segunda ocasión son bastante confusos- dijo Galadriel -. Y dado que no puedo ver más de lo que tú mismo recuerdas, me temo que su palabra es más fidedigna que la tuya en esa ocasión, puesto que tú estabas ebrio como lo has admitido.
- Así que en estas circunstancias, había sido nuestra decisión que respondieras como es debido a la madre de tu hijo, concertando una unión formal- terminó Lord Elrond, y él también se veía agobiado.
- ¡No puedo creer esto!- exclamó Aragorn -. No puedo creer que intenten...
- Por favor, Estel, permite que termine, luego dirás todo lo que creas conveniente- lo interrumpió Elrond y se volvió hacia Legolas, cuyo rostro anhelante no dejaba de enfocarlo -. Príncipe Legolas... Ni siquiera sé cómo comenzar... Me encegueció mi amor de padre... Aún me resulta difícil creer todo esto pese a que las pruebas me abruman. De todos los reprobables actos que mi hija cometió contra ti, el más digno de rechazo es haber dado la información y los medios para que Denethor pudiese llevar a cabo sus planes. En nombre de la Casa de Elrond de Rivendel, estoy dispuesto a aceptar un desafío formal en caso que lo creas adecuado ya que las ofensas recibidas te asisten a solicitarlo.
Sentado en medio de Aragorn y Thranduil, Legolas no podía creer lo que oía. Pese a saber que no contaba con la estima de Arwen, nunca hubiese podido pensar que lo odiara tanto como para entregarlo a Denethor. El recuerdo de todo lo que había pasado en esos días, volvió a su mente, y sin poder evitarlo, temblaron demasiado sus manos, por lo cual Aragorn volvió a tomarlas entre las suyas, para confortarlo.
Las suaves palabras de Elrond entraban poco a poco en su entendimiento, como también la comprensión del intenso sufrimiento y humillación del orgulloso elfo al tener que asumir esa posición por su hija. Sin embargo era su honor y su reputación lo que había quedado por los suelos. Ni Aragorn ni el mismo Thranduil esperaban su respuesta.
- Te desafío, Lord Elrond- pese a la intensa palidez de su rostro, su voz no tembló y sus manos se tornaron súbitamente firmes.
El elfo adulto suspiró, también pálido.
- Acepto el desafío... Pero nuestras leyes indican que un desafío de esta naturaleza, puede quedar zanjado mediante el ofrecimiento de unas enmiendas honorables... ¿Verdad, Galadriel?
- Seguro que nuestras leyes te otorgan ese beneficio, Elrond- contestó la Dama de Lorien, quien tampoco había esperado eso de parte del elfo rubio.
- En ese caso... Legolas Thranduillion, príncipe de Mirkwood, te ofrezco en nombre de mi hija, la Dama Arwen, mis más humildes disculpas por todo el mal que recibiste; porque a causa de sus malas artes, tu honor y dignidad fueron mancilladas, y tu buen nombre quedó en entredicho. Por todo esto, te ofrezco cualquier enmienda honorable que esté a mi alcance... ¿Servirá esto para zanjar este desafío?
El rostro del Legolas era inescrutable, y en su fuero interno, Aragorn supo que el elfo tenía todo el derecho para pedir disculpas públicas o muchas cosas más, pero rogaba que no lo hiciese. Nunca había visto al orgulloso elfo de Rivendel ofrecer unas disculpas como en esa ocasión. De repente, sintió un enorme respeto por su padre adoptivo, porque a pesar del dolor y la humillación, era capaz de hacer lo debido.
Y Legolas debió sentir lo mismo.
- Acepto tus disculpas, Lord Elrond. El desafío queda zanjado... Y dejo libradas a tu honor las enmiendas del caso.
- Pero hijo...- murmuró Thranduil y Legolas negó suavemente interrumpiendo sus palabras.
- No, ada... Nada de lo que digan puede revertir lo hecho. Terminemos aquí con esto- contestó, porque tampoco él quería seguir causando dolor al señor de Rivendel.
- Dado el estado delicado de Arwen, es imprescindible la permanencia de Aragorn junto a ella para que el embarazo llegue a buen término. Esto es inevitable- dijo entonces Elrond luego de meditar unos segundos -. A causa de todas las mentiras y los falsos juramentos que mi hija ha hecho en el curso del tiempo que lleva aquí, declaro que su palabra no es digna de credibilidad y que puede estar faltando a la verdad al declarar que recibió promesa de matrimonio por parte del rey de Gondor. Dejo las decisiones finales a la Dama de Bosque Dorado.
Aragorn comprendió de inmediato, que ésas eran las enmiendas que su padre otorgaba, de manera indirecta, a Legolas. No podía declarar inválido un juramento, pero podía dudar de la palabra de Arwen. Todos los rostros se volvieron hacia la Dama de Lorien.
- En ese caso, Elessar Telcontar, rey de Gondor, no se requerirá de ti un enlace formal con la madre de tu hijo, pero sí tu permanencia junto a ella hasta el nacimiento de tu hijo, luego de lo cual, quedarás en libertad de hacer tu existencia junto a quien tu corazón haya elegido. En cuanto a ti, príncipe Legolas de Bosque Negro... Tu presencia, lamentablemente causa serios trastornos en la salud de Arwen, y pone en riesgo su embarazo, por lo tanto te pedimos que en bien de la criatura por nacer, permanezcas lejos de ella hasta que se produzca el nacimiento.
- ¿Qué pasará con mi hijo?- preguntó Aragorn.
- El niño nacerá aquí, y luego vivirá con su madre en Lothlórien o Rivendel, eso quedará a su decisión, pero no es posible separar a un hijo de su madre durante los primeros tiempos de vida. Luego, si su conducta lo amerita, le será permitido educarlo.
- ¿Podré verlo...?
- Nadie te lo impedirá, hijo mío- contestó Elrond en lugar de Galadriel.
Eso dio por terminada la reunión, y los tres elfos mayores junto con Gandalf salieron del recinto dejando a Legolas y Aragorn solos.
En cuanto todos hubieron salido, el hombre se apresuró a tomar en sus brazos el cálido cuerpo de Legolas y ambos permanecieron juntos, en silencio. Aragorn temía decir cualquier cosa que rompiese la magia del momento. No podía creer que finalmente estuviese casi en libertad y para confirmar que no era un sueño, buscó los labios amados pero Legolas rehuyó ese contacto.
Extrañado, Aragorn buscó una explicación y encontró la mirada triste del elfo.
- Una vez más lo consiguió...- musitó Legolas.
- No entiendo, amor... ¿De qué estás hablando?
- De Arwen. Pese a todo consiguió lo que quería... Separarnos, aunque sea únicamente por algún tiempo.
- Pero no nos ha separado, amor. Ella se quedará aquí solamente hasta que tenga el bebé, luego tendrá que marcharse.
- No entiendes... ¿Verdad? Yo no puedo seguir aquí sabiendo lo que ahora sé...- con algo de desesperación se deshizo de los brazos de Aragorn y regresó a la mesa donde todavía estaba la caja.
En silencio, tomó el bolsito de tela roja y sacó las flores secas mostrándoselas al hombre.
- ¿Ves esto...? Arwen se las dio a Seisuke con una mala indicación. Sabía que le haría mal, y me culpó a mí... Me azotaron por eso... Y yo, que no tenía dónde ir y les permití que hicieran conmigo algo que ni siquiera mi ada hizo nunca... Y esto...- la mano blanca levantó el sobre hasta la altura de su rostro -. Se hicieron seis declaraciones para mi mizuage y una no se usó. La única forma en que Arwen puede tener esto es habiendo metido sus manos en el cofre donde se recibieron las ofertas. ¿Te das cuenta Aragorn? Tal vez Haldir debió ganar mi mizuage...
- ¿Haldir...?
- Baldor le pidió a Haldir que aceptara, que hiciera tan buena oferta, que cuando ganase el derecho a mi mizuage, podría pedir una postergación e ir a buscarte a Ithillien... Pero gracias a ella, eso no ocurrió y yo...- prefirió no decir nada más acerca del mizuage -. Y esto...
Ahora los dedos finos tomaron casi con asco la redoma de cristal con el terrorífico líquido en su interior.
- Ella le dio a Denethor los medios para que pudiesen dominarme... ¡Ella me entregó a Denethor!
Esa última frase había salido en un tono bastante alto, y en eso Aragorn vio lo muy afectado que Legolas estaba por todas esas revelaciones. El rostro del elfo estaba tan pálido, tan descompuesto que el hombre tuvo miedo que nuevamente las ansias de morir se apoderaran de él, pero no era así en este caso.
- ¡Sin este preparado, yo hubiese podido defenderme...! Ellos jamás hubiesen podido hacerme... todo lo que me hicieron...
- Por favor, amor... Tienes que calmarte...
- ¡No quiero calmarme! Y si Lord Elrond no fuese tu padre adoptivo, hubiese llevado el desafío hasta el final... No hubiese aceptado disculpas ni enmiendas...
- ¿Hubieses luchado con mi padre?- consiguió preguntar Aragorn.
- ¡Por supuesto! Soy un buen guerrero... ¡Sin esta porquería soy un excelente guerrero!
- ¿Entonces por qué aceptaste sus disculpas?
- Por ti- la atribulada mirada del elfo volvió hacia el hombre, dolorida como nunca -. Porque de haber luchado, hubiese sido a muerte... Y cualquiera que fuese el resultado, te hubiera perdido...
Eso era del todo cierto. Esos desafíos eran a muerte sin posibilidad de alternativa y Aragorn reconoció la verdad en lo que el elfo decía.
- Y no puedo quedarme aquí, sabiendo que cuando no estés conmigo tendrás que estar con ella. Porque tendrás que estar a su lado para que el bebé esté bien y yo no podré resistir eso...
Era el límite de lo que Legolas podía resistir, y Aragorn consiguió verlo. Había muchas cosas que el elfo había sufrido en silencio y de las que él no supo hasta ese momento, y el escuchar algunas de ellas lo convencieron de que no podía pedir más.
Para estar junto a él Legolas había decidido dejar atrás su orgullo hasta el punto de aceptar convertirse en su amante, incluso perdonar las terribles ofensas recibidas sólo para no combatir contra su padre. Ponerlo en la situación de tener que soportar la presencia de Arwen y tener que contemplar su creciente embarazo, era definitivamente pedir demasiado.
Lentamente se movilizó hacia él y al llegar a su lado, lo tomó por los hombros y lo hizo girar hacia él.
- Precioso mío... ¿Será más fácil para ti esta espera si vas a tu hogar, con tus hermanos...?
Legolas negó con suavidad.
- Nada lo haría más fácil... Pero si me quedo aquí... Verte con ella...
- Ven aquí- Aragorn lo atrajo a sus brazos y esta vez, el elfo no luchó -. Tienes razón... Lo consiguió una vez más... Pero será la última vez, porque cuando mi hijo nazca, ya no tendrá motivos para quedarse, y nada podrá impedir que vaya a buscarte.
Legolas se aferró con fuerza al cuerpo del hombre, disfrutando de esa calidez. No quería irse, pero sabía que quedarse en esas circunstancias era superior a sus fuerzas.
- ¿Estás seguro que quieres hacer esto?- preguntó Aragorn, una vez más.
Legolas negó con el rostro hundido en el hombro del rey rogando para que Aragorn no fuese a pedirle que se quedara, porque sabía que si él se lo pedía, accedería a quedarse, aunque eso significase languidecer día a día al contemplarlos juntos.
Pero Aragorn no lo pidió. Y no porque no lo desease, sino porque también sabía cual sería la respuesta.
- ¿Cuándo...? ¿Cuándo partirás...?
Unos golpecitos leves en la puerta interrumpieron la respuesta del elfo, y la voz de uno de los sirvientes hizo el anuncio.
- Majestad, Lord Elrond pide que se presente pronto en las habitaciones del ala sur.
En el silencio de la habitación, Aragorn comprendió en ese momento lo que sería para Legolas quedarse allí.
- Dile que iré pronto- contestó -. No quiero verte sufrir esto, amor... Haz lo que creas conveniente.
Deshaciéndose del abrazo, Legolas tomó aire para hablar.
- Partiré cuanto antes. Ahora, vete con tu hijo... Reclama tu presencia.
Aragorn asintió. Por un instante, sintió los irrefrenables deseos de estrechar a Legolas en sus brazos y besarlo pero supo que si lo hacía, nunca podría soltarlo. Con increíble esfuerzo, dio un paso atrás, luego otro y obligó a sus manos a soltarlo.
En cambio, puso la palma de su mano en el pecho del elfo, donde sentía el tumultuoso latido de su corazón.
- Te llevas mi corazón, príncipe de Mirwood. Aquí no voy a necesitarlo, así que consérvalo en un sitio tibio y luminoso, porque iré a buscarlo.
Sin decir más, giró y salió del recinto antes de poder arrepentirse de lo que ambos estaban haciendo.
Cuando la puerta se cerró y Legolas estuvo solo, caminó hasta el sillón que había ocupado ese día y se derrumbó allí. Aún no se había ido y ya sentía la angustia creciendo en su pecho porque sabía hacia dónde se dirigía el humano al salir de esa habitación.
Tan grande era su desolación, que Imrahil y Elroy entraron a toda prisa, sólo para encontrarlo con el rostro inundado por las lágrimas que valerosamente había evitado durante toda esa jornada.
Un par de días después, una comitiva pequeña partía silenciosamente de Minas Tirith con rumbo al lejano Mirkwood y dos personas vieron esa partida desde lejos.
Una deseando que los días pasasen rápido, que las horas corriesen a toda velocidad para que la separación terminase pronto. Y la otra, con una sonrisa satisfecha dispuesta a utilizar hasta el final esa oportunidad, que era con seguridad la última.
TBC...
Notita: Como se me atrasó mucho la actualización del fic, agradezco todos los saluditos que me dejaron con motivo de las Navidades y año Nuevo ) Gracias mil y espero que este 2005 les traiga muchísimas cositas buenas, excelentes y maravillosas!
Reviews:
Azalea: Sí... Para esa elfa un Legolas ya es un dolor de cabeza, imagínate tres... jajaja, pero por salir así, puso en peligro a su bebé. Y ya te imaginarás que no va a dejar pasar la oportunidad de seguir haciendo maldades, no? Está bien, que aproveche, porque ya le queda poco tiempo MUEJEJE... Arwen debió deshacerse de todas esas pruebas, no te parece? Pero dicen que los malos, malos siempre guardan esos 'sourvenirs' para luego poder recrearse al recordar sus 'hazañas'. Que suerte, sino, no pueden probarle nada a la bruja esta. Un besito.
Nyarel: Hola!!! Los hermanitos por fin pudieron juntarse y ya no hay motivos para que sigan separados. Además, le ayudaron al elfito a gastarle esa bromita a Arwen... jeje, pobrecita :-P, tres Legolas juntos debe haber sido demasiado para ella MUEJEJE... Con lo de Arwen... Bueno, cuando yo leí los libros, hasta me caía bien Arwen... Yo decía, 'qué linda, cómo ama a Aragorn... Hasta renuncia a la inmortalidad por él...' Y luego me pasó lo mismo que a ti. De tanto leer los fics, ya no la aguanto... Porque Aragorn es del elfito ) Y bueno, Thranduil quiere llevarse a Legolas a casa porque mira la manera como lo encontró... Poecito elfo papi, no debe ser lindo encontrarte así de maltratado a tu hijito... Pero ya veremos qué pasa. Un besote!
Ashura: Hola aquí tambien! La respuesta del siglo... Pues parece que no, los elfitos no son curiosos... Menos mal que Haldir está junto a un humanito que sí tiene algunos defectillos... y ser curioso en este caso, no será un defecto para Baldor ) Pero no te preocupes, cuando abran esa cajita, saldrá de todo... Hasta un balrog, si te descuidas jajajaja... Algunas cositas que dices pueden suceder... y la reverenda Dama de Lórien está como árbitro... Sabe cosas, pero las ha visto en el Espejo, y cuando las vio no eran hechos, eran posibilidades. Ahora que son hechos no tiene pruebas... Hasta que abran la cajita... Oh, poecito Elrond cuando sepa la víbora que tiene como hija!! Un besazo!
Nina: Hi!! Legolas y Baldor están mejor, se recuperan bien porque están bien cuidaditos. Tienes razón, Elrond tendrá una gran desilusión cuando sepa la clase de elfa que tiene como hija... Mmm... Legolas no puede tener bebés en este fic, al menos hasta donde todos ellos saben, y si no encuentro una muy buena explicación para incluirlo en el fic, me temo que no sucederá. Nos vemos prontito... Kisses!!
Fedia: Bueno, a mí no me gusta que se mueran los bebés, puedo ponerlos en riesgo pero trato de no hacerles cositas malas en los fics... Aunque eso signifique que Legolas tendrá un problema más para resolver. Aragorn no podría culpar al elfito por lo que pasó, pero alguien lo hará, nomás para seguir molestando... XD, XD... estoy siguiendo el fic de Pulsares, está magnífico... Y eso de dejar la autoría... Pues, nooooo... que a mi también me hacen falta las lecturas!! Y a ti las del elfito te quedan estupendas... Creo que esto ya te lo dije en el comentario de tu fic... No estoy segura P. Un besito.
Prince Legolas: Jajaja... Thranduil y sus moños!!! Bueno, tener en cuenta que Aragorn tiene que resolver primero su dilema con la bruja, y luego recién podría hablarle de formalizar al elfito... Thranduil es un buen buen padre, pero no creo que le haga mucha gracia eso de que Aragorn ande regando hijos por toda la Tierra Media. Y no te preocupes por Elrond, más bien tenle pena, porque enterarse de la clase de hijita que tiene, será muy duro para él. Saluditos y besitos élficos.
Zekhen-angel: HOLAAAAA!! Qué felicidad que reapareciste!!! Pensé que no te vería más por aquí ) Qué bueno que pudiste hacerte un tiempito y regresar, toy feliz. Yo también he andado ocupada, como verás, el ritmo de las actualizaciones se me ha ido al "#$& ejem... así que no sufras. En cuanto a la elfa, pues está intentando aprovechar la última oportunidad que le queda, y tiene tiempo mientras esté embarazada... Luego, la arrojaremos a un cuarto repleto de todas las fans de Legolas, que tienen muchas ideas muy creativas para ella, jejeje... Un besito!!
Thesesshogroupie: Aiya! Qué suerte que esta vez la página decidió portarse bien contigo y conmigo ) y te dejó hacer el comentario! Esas cosas funcionan así, cuando quieren y como quieren jeje. Me alegra que te guste mi historia, espero que te siga gustando por los poquitos capítulos que me quedan, porque es que ya casi, casi voy llegando al final. Todavía me queda despachar a una elfa entrometida y hacer feliz a un elfito... Saluditos!!
Ishtar: M'hija, que manera de escribir!!! Jajajaja... Me reí un buen rato con tus comentarios, te lo juro, me encantan... Por el cap 28... Bueno, lamentablemente creo que no tienen todos esos productos en Minas Tirith, pero supongo que llegado el momento, Aragorn se arreglará para dejar al elfito limpiecito ;-) El pobre elfito estaba delirando, poecito... con todo lo que pasó... ToT... Lo lamento, pero Grima no hizo nada 'demasiado' malo... Montó una mentira, pero no contaba con que Brego iba a andar todavía dando vueltas por allí... Es un mentiroso y un mirón relajante, pero nada más... Jeje, Eomer tenía ganas de pasarlo por las armas, pero en fin... Imrahil y Eomer no tienen caso, aunque Theoden despotrique, esos dos seguirán haciendo 'cositas' y me temo que no son para nada discretos, si todo Meduseld se entera de lo que pasa en las habitaciones reales jajaja. Pero claro que puedes detestar a Silmatar, no era un buen elfo, sólo al final de todo hizo algo bien, pero que no era un buen elfo, no hay ninguna duda. .. Así que negocio familiar... XD,XD... entonces sabes de lo que te estaba hablando. No se puede escapar de eso, grrr... Ahora vamos por el capi 29: Yo sabía que soltarías babas con Haldircito tan galante, pero que no se haga el listo que Baldor está cerquita y se pone celoso ;-P Pobre Elrond, sí ahora se dará cuenta de que Arwen no es la dulce elfita que fue (¿Alguna vez fue...?) y no te enojes con Galadriel. Creo que lo explicaba en la respuesta a otro comentario... Cuando Galadriel vio todas esas cosas, aún no habían ocurrido, y por supuesto no se puede acusar a nadie por algo que todavía no hizo, y tal vez no haga. Ahora sabe que Arwensí hizo algunas de esas cosas horribles, pero no tiene pruebas... Y sí que es imponente Thranduil!! Y debe ser lindo, porque sino, de dónde saldrían tan preciosos sus elfitos? Nop, ya no está pelirrojo, creo que se me olvidó poner eso... Bue, paciencia, pero si te gusta, imaginátelo rubio, con algunas mechas rojitas, alto y con ojos grises muy penetrantes... XD, XD... También eres mala con él, mira que a Thranduil nunca le hizo mucha gracia lo que debía hacer, por eso le pide perdón a Leggy. Arwen se lo buscó, fue a provocar al elfito y no sabía que ahora había dos hermanitos, e iguales a Legolas, para mejor... Si ver uno es malo para ella, ver tres debe haber sido de terror MUEJEJE... Y no, no es capaz de ponerse mal sin molestar, y adivina a quién querrá perjudicar con eso. Pero la suerte se le empieza a terminar, y creo que el capi que viene me encargaré de ella. PD: Vos misma lo dijiste 'mas vale tarde que nunca'. Yo feliz que sigas conmigo. PD2: MUEJEJE... No suelo matar a los protagonistas, pero como verás, puedo hacerlo...Nos vemos. Besos grandooootes!!
