Capítulo 1: 16 años después
16 Años después de la boda de Reena y Gaudy, la historia continúa.
La escena se sitúa esta vez en un caminito a las afueras de Zefilia. Un camino por el que diariamente pasan personas de todo tipo, con frecuencia mercaderes de paso, pero también mercenarios y bandidos de poca monta que buscan enriquecerse a costa de los mercaderes, mediante la protección o el robo respectivamente.
En la lejanía del camino aparece, súbitamente, una brillante luz roja, seguida del sonido de una explosión. Segundos después, huyendo a la desesperada, aparecen alrededor de una decena de bandidos. Se produce una segunda explosión, parecida a la anterior, y los bandidos son alcanzados por ésta. Para cuando se ha disipado el humo, tan sólo quedan una montaña de cuerpos calcinados y quejumbrosos.
Una chica joven contemplaba el panorama con una sonrisa de satisfacción.
-¡Genial! ¡Diez de golpe! ¡He vuelto a batir mi récord! - exclamó triunfal -.
Era una chica bastante bajita (apenas si levanta 1m 65 del suelo), pero ágil. Su pelo, de color rosa claro, estaba trenzado y cogido por una especie de moño, sostenido por una cinta negra. Llevaba una falda de terciopelo marrón muy claro y una camisa de mangas cortas de color azul celeste (como sus ojos), que dejaba al descubierto su ombligo. Además, encima de la camisa llevaba un juego de pectorales y hombreras negras y se ceñía un cinto que sujetaba una espada.
Su nombre era Mina Gabriev y tenía 15 años.
-Estooo..... Srta. Gabriev, no quisiera parecer un aguafiestas pero.....¿No cree que se ha pasado un poquito?
El que había hablado, un hombre de treinta y tantos de pelo castaño cortado en cazo y de ropajes humildes, parecía terriblemente nervioso, al igual que el caballo que tiraba de su carro. A juzgar por el cargamento de tinajas llenas del famoso vino de Zefilia recién salido de las viñas que llevaba en el susodicho carro, era fácilmente deducible que aquel hombre era uno de los muchos transportistas que entraban y salían regularmente de Zefilia.
Mina se giró hacia el transportista, quien la había contratado como guardaespaldas para que los custodiase a él y a su mercancía y los protegiese del asalto de bandidos como los que se acababan de encontrar. Reflexionó unos minutos acerca de la observación de su protegido y finalmente, poniendo su pose de orgullosa, con los brazos en jarra, las piernas separadas y la sonrisa risueña en el rostro, dijo:
-Quizás sí que me haya pasado un poco..... ¡Pero yo soy así, no puedo evitar ser tan poderosa!
Mina se rió de su frase, mientras su protegido y su caballo la miraban con una mezcla de preocupación y vergüenza ajena. Quizás, pensó el transportista, no había sido tan buena idea contratarla para que le protegiese de los bandidos. Más le hubiera valido contratar a alguien que le protegiese de ella.....
-De cualquier modo - continuó él - debemos darnos prisa; tengo que dejar estas tinajas en el almacén antes del mediodía. ¡Y a juzgar por la posición del sol, ya debe faltar poco para esa hora!
-Tiene razón. - corroboró Mina - Con tanto bandido nos hemos retrasado. Y cuanto antes entregue sus tinajas, antes cobraré yo.
Diciendo esto, Mina se situó detrás del carro.
-¿Qué..... qué va a hacer usted? - le preguntó el transportista con cierto temor en el tono de voz -.
-Muy sencillo: sólo voy a darle un empujoncito. - respondió Mina simplemente -.
-¿Un empujoncito? - preguntó él extrañado - Pero mujer, si este carro pesa mucho. Ya me cuesta a mí sacarlo del barro, con que no creo que pueda.....
-¡Golpe de Viento! - gritó ella, sin dejar que acabase de hablar -.
Por desgracia para ella y su cliente-protegido, Mina se había pasado tres pueblos con el Golpe de Viento; pensaba crear una corriente que impulsara el carro rápidamente por las calles de Zefilia y en vez de eso había conseguido que el transportista, su caballo y su carro saliesen volando, literalmente. Suspiró pesadamente y pensó: Si ya me lo dice mamá: "Antes de lanzar un golpe de viento asegúrate primero de que apuntas adonde debes.....". Decidió entonces que no podía perder más el tiempo y voló usando la levitación hasta donde estaba su protegido, antes de que se rompiera la crisma.
Mientras tanto, todavía en el aire, el transportista y su equino compañero se abrazaban al tiempo que miraban asustados hacia el suelo, donde seguramente acabarían despachurrados sin remedio.
-¡Buenas! - saludó Mina apareciendo volando a su lado de repente - Lamento lo ocurrido; creo que me pasé con la potencia del golpe de viento.....
-¡¡Haga algo, que nos vamos a matar!! - le suplicó su protegido -.
-Oiga a mí me contrató para protegerle de los bandidos, no para que le salvara de caerse del cielo. - dijo Mina con dejadez - Si quiere que haga trabajitos extra tendrá que pagarme. No es culpa mía que usted no sepa levitar.
-¡COMO SE ROMPAN LAS TINAJAS Y ME ROMPA YO LA CABEZA AL CAER, NO PIENSO PAGARLE NI UNA MÍSERA MONEDA!
Alarmada ante la posibilidad de quedarse sin cobrar, la joven hechicera rápidamente conjuró un Raywing. La burbuja que les envolvió les llevó flotando por el aire hacia el almacén de la tienda de vinos, aterrizando suavemente sobre el asfalto sin sufrir daños.
-¡Vaya, qué rápido! - exclamó el encargado del almacén - Todavía no es mediodía y ya han llegado. ¡Eso está muy bien!
Después de descargar las tinajas (que a pesar del trajín no sufrieron ni un rasguño), el encargado fue a ver al patrón, quien le entregó al transportista las 150 monedas de oro por el trabajito. Fue entonces cuando Mina, tocándole al transportista el hombro para llamar la atención, decidió reclamar su parte.
-Si no recuerdo mal - dijo - íbamos al 10% ¿no?
-¡Quédeselo! - chilló el transportista poniéndose pálido de pronto - ¡Quédese con todo! ¡No quiero verla nunca más ni a usted ni a sus hechizos! Y se acabó lo de transportar mercancías para mí. ¡Sí! A partir de ahora plantaré lechugas. ¡Je, je! Las lechugas se venden bien últimamente.....
Y sin más tardanza espoleó al caballo y se fue rápido como el alma que lleva al diablo. El dueño de la tienda y Mina miraban al transportista, que se perdía de vista en la lejanía, con cara de asombro.
-¿Y a este qué le pasa, Mina? - preguntó el patrón confuso -.
-Ni idea. Yo sólo hice lo que me pedía. - dijo la chica - Pero bueno, por lo menos ha valido la pena. - añadió mirando su bien (ejem) ganada bolsa de dinero - ¡Ahora, a celebrarlo con una comida en la taberna de tía Luna!
* * *
La Taberna de los 4 Reyes-Dragón, era un local sórdido, oscuro y que desprendía olor a tabaco prácticamente las 24 horas del día. Sin embargo era el lugar de ocio preferido por los habitantes de Zefilia, quizás porque era el lugar ideal para encontrar pelea si la buscabas o porque era el sitio perfecto para esconderte por un tiempo sin ser perseguido por las autoridades (en el caso de que fueras un asesino, un bandido o un proscrito) o quizás por el buen trato y físico que su propietaria, Luna Invers, que además preparaba las mejores comidas de este lado de la barrera. Era esa principalmente la razón por la que a Mina le agradaba ese local.
Además hacía buenas migas con su tía, hasta tal punto que no llegaba a comprender porqué su madre no podía verla ni en pintura. Para Mina, Luna era una mujer risueña, atenta y buena amiga de las bromas, firme y seria cuando era necesario y por encima de todo una persona de confianza a la que podía contar todo.
El ambiente de la taberna cuando entró Mina no era muy diferente al de otras ocasiones. Los clientes que no estaban metidos en una pelea, se jugaban todas sus posesiones jugando a las cartas o bebían alcohol y fumaban como cosacos.
Quizás por eso le extrañó ver a un individuo, que ocultaba su rostro bajo la capucha de su capa, de color claro como el resto de su indumentaria, bebiendo de una taza de café solo, silencioso y tratando de pasar desapercibido sentado en una mesa situada en una esquina de la taberna.
-¡Mina! - saludó su tía Luna desde la barra, haciendo que se olvidara de aquel hombre misterioso - ¿Qué tal va todo, muchacha? ¿Mucho trabajo últimamente?
-Pues sí. Y muy bien pagado, por cierto. - afirmó Mina, mostrando orgullosa la bolsa de dinero que acababa de ganar - Es por eso que estoy aquí. ¡He venido a celebrarlo con un atracón de tu deliciosa comida!
-Pues vas a tener que esperarte. - dijo Luna al tiempo que llenaba de cerveza un par de jarras y las ponía en una bandeja - Hoy estoy muy liada, con que no tengo tiempo para ponerme a cocinar para ti ahora.....
-¡¿Qué pasa?! ¿Van esas cervezas sí o no? - gritó un cliente con voz gutural desde el otro lado de la taberna -.
-¡Sí, ya voy! - gritó Luna a su vez, mientras cargaba la bandeja de las cervezas y otra bandeja más - ¡Un poco de paciencia, hombre!
-Deja que me encargue yo. - se ofreció Mina cogiendo las bandejas de las manos de su tía - Y tú a cambio me prepararás ese estofado de ternera tan bueno que haces ¿De acuerdo?
Luna miró a su sobrina esbozando una media sonrisa. Aquella chica había heredado el voraz apetito de su madre y era capaz de cualquier cosa para conseguir comida, sobretodo si se trataba de la que cocinaba ella.
-Está bien. - accedió finalmente - Pero como se queje algún cliente, adiós al estofado ¿Entendido?
-¡A la orden, jefaza! - dijo Mina esbozando una amplia sonrisa y llevando las bandejas a las mesas correspondientes -.
Durante los siguientes 15 minutos Mina estuvo sirviendo bebidas a los clientes, anotando los pedidos de comida y limpiando las mesas cuando los clientes se iban. Era un trabajo duro, pero Mina estaba acostumbrada; no era la primera vez que trabajaba de camarera en la taberna de su tía. Casi siempre era la primera en ofrecerse voluntaria, bien a cambio de un generoso sueldo, bien como pago a una buena comida. Esa era otra de las razones por las que Luna se llevaba bien con su sobrina, porque a menudo la echaba un cable (Reena sencillamente no quería saber nada de ella y en cuanto a Gaudy. digamos que la última vez que le pidió ayuda provocó accidentalmente muchos más destrozos que los producidos durante las peleas entre clientes)
En una ocasión, Mina tuvo que servir una nueva taza de café al hombre misterioso. Intentó aprovechar ese momento para verle la cara, pero el hombre bajó la mirada ocultándose aún más, con lo que le dio a entender que no quería ser reconocido. Así que Mina le dejó estar.
Cuando Mina hubo terminado su trabajo y los clientes estuvieron satisfechos, Luna regresó de la cocina con un inmenso plato de estofado de ternera y algunas cosillas más que había preparado para su sobrina.
-Ten, muchacha y que aproveche. - dijo Luna dejando los platos en una mesa libre y regresando a continuación a la cocina -.
-¡Gracias! - dijo Mina acomodándose en la mesa y empezando a degustar el estofado y las demás cosas que su tía le había preparado -.
Mina no sólo había heredado el apetito de su madre, sino también los modales en la mesa; los clientes, en concreto aquellos que venían por primera vez a la taberna (los clientes habituales ya estaban más que acostumbrados a tan vergonzoso espectáculo) miraban de reojo y con un enorme gotón de sudor emanando de su frente cómo Mina comía atropelladamente, sin pausa y casi sin masticar.
Iba Mina a comerse una salchicha rellena de queso, cuando una mano enorme se le plantó en el hombro, sobresaltándola. Lentamente giró la cabeza y se encontró con un hombre altísimo, mucho más alto incluso que su padre, un hombre que muchos definirían de fisonomía tipo armario perchero. Sus bien desarrollados músculos asomaban por una camiseta raída y en su cara cuadrada destacaba una cicatriz que le atravesaba la mejilla izquierda. Tenía la cabeza rapada y su frente la adornaba una cinta gruesa de color verde oscuro.
El hombretón esbozó una media sonrisa y dijo dirigiéndose a alguien que tenía tras de sí:
-¿Es ésta la chica que te atacó, Minus?
El aludido asomó por detrás del hombretón. A pesar de que llevaba vendajes por todos lados y se sostenía a duras penas con un par de muletas, Mina reconoció en él a uno de los bandidos a los que dejó fritos con su bola de fuego, en concreto al que se había hecho llamar el líder del grupo.
-¡Sí, sí es ella! ¡Ésa es la loca que me atacó! - dijo señalándola con un dedo tembloroso -.
El hombretón la volvió a mirar, escudriñándola a fondo, de arriba abajo. Después empezó a reírse, primero para sí mismo, pero luego cada vez más y más fuerte, hasta que estalló en una carcajada que se oyó por toda la taberna y contagió a algunos de sus seguidores.
-¡JA, JA, JA, JA, JA! ¿¿Y ésta es la que dices que te pegó una paliza?? ¡¡JA, JA, JA, JA!! ¡Minus, de verdad, eres patético! ¡Te dejas ganar por una chiquilla de tres al cuarto! ¡JA, JA, JA, JA!
Al oír aquello, a Mina se le resaltó una vena de la frente. Al igual que a su madre, le irritaba que la gente le llamara chiquilla, niñata, cría y cosas por el estilo que ponían en duda su condición de mujer. Se levantó enfurecida y se encaró al hombretón con pose de superioridad, diciéndole en tono desafiante:
-¡Oye, grandullón, ten cuidado con lo que dices, porque podrías comerte tus palabras!
-¿Y quién me lo dice? - dijo el hombretón inclinándose hacia Mina (quien a duras penas le llegaba un poco más allá de la cintura) - ¿Tú, niñita?
-Por si no lo sabías - dijo Mina en tono de superioridad al tiempo que echaba para atrás su trenza - soy la increíble e incomparable Mina Gabriev, hija de la poderosa hechicera Reena Invers y del legendario espadachín de la Espada de Luz, Gaudy Gabriev.
-Pues yo soy - respondió el hombretón acercando su cara a la de Mina - Trancos Fermentor, hermano de ese cretino de allí - añadió señalando despectivamente a Minus - y el asesino más sanguinario al oeste de la gran barrera. Y créeme niña cuando te digo que gentuza como tú me la he cargado a puñados y con éstas manos desnudas..... - amenazó poniendo su puño cerrado frente a Mina -.
Aquel poderoso puño cerrado, sin embargo, no pareció impresionar a Mina, quien se limitó a replicar:
-Si crees que con eso me vas a dar miedo, estás muy equivocado. Es más, si me sigues tocando las narices con eso de que sólo soy una niña, te daré tal tunda que cuando acabe contigo vas a quedar peor que tu hermano.....
Trancos no tomó en serio aquella advertencia y se rió más todavía, volviendo a contagiar a sus seguidores. Con una cara que parecía decir: "Tú lo has querido", Mina se puso en posición y rápidamente desenvainó su espada, pasando como una exhalación al lado de Trancos.
Se hizo un silencio total. Incluso Trancos dejó de reír, sorprendido por la rapidez de la chica. Mina se giró para ver el resultado de su ataque relámpago. A los pocos segundos, un hilillo de sangre asomó por la mejilla izquierda de Trancos, justo encima de la cicatriz anterior, atravesándola transversalmente.
Trancos se palpó la mejilla y se miró la mano manchada de sangre. De la sorpresa pasó a la ira y su mano se cerró, al tiempo que se giraba hacia Mina.
-Nadie, y repito NADIE - le dijo calmada y pausadamente, pero en tono enfurecido - se atreve a rajarle la cara a Trancos Frementor y vive para contarlo.
Tras decir eso chasqueó los dedos y algunos de los hombres que le acompañaban se acercaron a Mina, enarbolando sus armas.
Entonces, lanzando un grito de guerra, Mina mostró todo su potencial en el manejo de la espada.
Sus ágiles y rápidos movimientos, que le permitían esquivar una tras otra las armas de sus oponentes y arremeter con furia y precisión contra ellos, era algo que había aprendido, y muy bien, de su padre. Y aunque jamás llegó a su nivel, si que era una alumna aventajada, tal y como estaba demostrando en estos momentos.
Sin embargo, a pesar de sus esfuerzos, cada vez se sentía más agotada. Cuando acababa con uno, venían otros tres a sustituirle. En ningún momento se había fijado en que Trancos estuviera tan bien acompañado. Más parecía que sus oponentes brotaban del suelo como setas en otoño. Y así, poco a poco, se vio más y más presionada por los secuaces del bandido, hasta que quedó completamente rodeada por ellos, sin ninguna posibilidad de movimiento.
-¡JA, JA, JA, JA! ¿Qué? Ya no te ves tan valiente ¿verdad, niña? - se burló Trancos -.
-25 contra uno..... Tsk, tsk, tsk..... - dijo de repente una voz a sus espaldas - Eso no es un número justo, me temo.....
Todos se giraron sorprendidos hacia el dueño de la voz. La única persona que no había abandonado la taberna y que permanecía todavía sentado en su mesa y apurando lo que le quedaba de su café.
El hombre misterioso al que Mina tanto había llamado la atención.
-¡Esto no es asunto tuyo! - replicó Trancos - ¡Así que no metas las narices donde no te llaman!
-Oh, al contrario. - respondió el hombre misterioso - Cualquier persona que se halle en peligro, es asunto mío.
En ese momento el hombre misterioso se levantó de la mesa y se quitó la capucha, descubriendo al fin su rostro. Se trataba de un chaval, aproximadamente de la misma edad de Mina, aunque un poco más alto que ésta. Tenía el pelo negro azabache y corto, con una especie de flequillo que le tapaba media cara, dejando al descubierto uno de sus ojos, de un precioso color gris acero.
-¿Pero quién diablos eres tú? - preguntó Trancos -.
-Mi nombre es Andracis Greywords. - respondió el muchacho desenvainando su espada- Y en nombre de la justicia te haré pagar por todos tus pecados.
-Pero bueno ¿qué es esto? - exclamó Trancos exasperado y poniendo una cara que parecía decir: "Por favor, más no" - ¿Una convención de chavales espadachines sadomasoquistas? Será posible..... A ver, tú, tú y tú - dijo a continuación señalando a tres de sus mejores hombres - encargaos de él.
Los tres aludidos se acercaron al tal Andracis y éste les respondió con un rápido y fugaz mandoble de espada que les dejó totalmente KO.
Mina abrió los ojos como platos al ver aquello. Era muy rápido, quizás tanto o más rápido que ella y hábil como el que más. Quienquiera que le enseñara el manejo de la espada, había hecho un gran trabajo.
Antes de que Trancos pudiera ordenar que acabaran con él, Andracis despachó a tres o cuatro más, despejando el camino que le llevaría hasta Mina y permitiendo que ésta se incorporara a la pelea. Los cuerpos de los secuaces caían poco a poco en el suelo de la taberna, malheridos por las dos hojas de las espadas que manejaban los jóvenes. En un momento dado, ambos quedaron espalda contra espalda, momento que Mina aprovechó para decirle a Andracis, bien alto para que le oyese en medio del barullo:
-¡Eres muy bueno!
-¡Gracias! - agradeció él al tiempo que arremetía contra uno que se le venía encima con un hacha de guerra - ¡Tú tampoco lo haces mal!
-Pse, bueno..... - dijo ella con falsa modestia. Después hirió a uno que manejaba una cachiporra y continuó: - Oye, no es que no lo agradezca, pero..... ¿Porqué me has salvado?
-Era mi deber. - respondió Andracis simplemente - Y además, el café que me serviste estaba muy bueno.
-Gracias, pero el mérito no es mío, sino de mi tía. - dijo Mina, rebanándole el brazo a otro bandido -.
Antes de que Andracis pudiera continuar la conversación, dos espadachines se le abalanzaron. Los despachó enseguida, al igual que Mina despachaba su último adversario.
Después de ellos, ya sólo quedaba Trancos.
El asesino más sanguinario al oeste de la barrera no estaba precisamente de buen humor. Había perdido a sus hombres a manos de unos chavales, pero no estaba dispuesto a rendirse. Si era necesario, acabaría con ellos con sus propias manos, como había hecho tantas veces con aquellos que se pasaban de listos.
-De éste me encargo yo. - dijo Mina apartando a Andracis de su camino - Tú quédate al margen.
Obediente, Andracis se retiró, permitiendo que Mina se encarara a su adversario. Trancos hizo crujir sus nudillos y se puso en posición de ataque. Otro tanto hizo Mina.
A un grito de guerra por parte de Trancos, los adversarios se acercaron corriendo el uno al otro. Pero justo en el momento en que Trancos se tiraba sobre ella, Mina pegó un salto inmenso, lo que confundió a su rival el tiempo suficiente como para tocarle la cabeza con un dedo.
-¡Dormir! - dijo -.
Al instante, el gigante cayó, dormido, a los pies de Mina.
Mientras Trancos roncaba, Mina sonrió, orgullosa de sí misma y a continuación miró a Minus, quien se había mantenido al margen de la pelea, contemplándola sin poder creer que una chica de a duras penas 15 años de edad había conseguido tumbar en apenas unos segundos a su hermano mayor, con bastante más experiencia en los combates cuerpo a cuerpo que ella y por supuesto más fuerza.
Al ver cómo Mina le miraba, el cuerpo de Minus tembló como una hoja agitada por el viento. Cuando vio como empezaba a conjurar una bola de fuego, salió corriendo tan rápido como sus muletas le permitían.
-¡Ja! ¿Has visto? - dijo Mina dirigiéndose a Andracis - ¡Menudo cobarde! ¡No me extraña que.....!
-¡CUIDADO! - exclamó Andracis de pronto -.
Mina se giró a tiempo para ver cómo Trancos, al que ella creía todavía dormido, se abalanzaba sobre ella, sin que pudiera reaccionar, con un hacha de guerra en las manos, dispuesto a partirla en dos.
Y entonces, con la velocidad de un rayo, alguien la cogió, protegiéndola con su cuerpo y el gigante Trancos se detuvo.
Era Andracis, quien había asestado un golpe de espada mortal al asesino más sanguinario al oeste de la barrera. Mina vio como la espada de Andracis, manchada de sangre, atravesaba limpiamente su cuerpo.
-¿Porqué.....? - se preguntó Trancos a sí mismo casi sin aliento -.
Y entonces el gigante comenzó a caer hacia atrás, ya sin fuerzas para tenerse en pie. Mina pudo oír el ruido que emitía la hoja de la espada a medida que se deslizaba por el cuerpo que acababa de atravesar. Finalmente, con un ruido sordo, Trancos cayó, ya sin vida, sobre el suelo de la taberna, en medio de un charco de su propia sangre.
Mina contempló aquello sin poder emitir ni una sola palabra, ni el más leve respingo de sorpresa. No lo había visto, pensó. Ha estado a punto de matarme.....no habría tenido la más mínima oportunidad. Si no llega a ser por Andracis.....
Miró al joven espadachín, que limpiaba la sangre que aún quedaba en la hoja de la espada con su propia capa.
Y en ese momento Luna salió de la cocina.
-¡¿PERO ESTO QUÉ ES?! - exclamó al contemplar el espectáculo de cuerpos malheridos y sangre que había por toda la taberna - ¡MINA! ¡¿TE DEJO SOLA UNOS SEGUNDOS Y ESTO ES LO QUE ME ENCUENTRO?! ¡¿CUANTAS VECES TE HE DICHO QUE LAS PELEAS A ESPADA FUERA DE LA TABERNA?! ¡¡AHORA MISMO ME VAS A RECOGER TODO ESTO!!
Mina cogió resignada el delantal y la fregona que le tendía su tía Luna mientras le decía estas palabras. A pesar de que ya la había reñido en varias ocasiones, jamás la había visto de tan mal humor como ahora.
-¡¡Y QUIERO QUE LIMPIES HASTA LA ÚLTIMA GOTA DE SANGRE DEL SUELO!! ¡¿¿ENTENDIDO??! - le siguió gritando Luna mientras ella frotaba la gran mancha que había debajo del cuerpo de Trancos, rezando para que saliera -.
-Disculpe Señorita, pero Mina no tiene toda la culpa. - Andracis salió repentinamente en defensa de la joven hechicera - Parte de la responsabilidad es mía. De hecho - añadió señalando el cuerpo de Trancos - fui yo quien mató a este hombre.
Luna miró sorprendida al muchacho y dudó un momento entre si echarlo a patadas de la taberna por metomentodo o regañarle a él también.
-¿Quién es éste? - le preguntó la tabernera a su sobrina - ¿Un amigo tuyo?
-Sí..... Bueno, no. En realidad lo acabo de conocer. - dijo Mina - Tía Luna, te presento a......estooo..... Perdona: ¿Cómo dijiste que te llamabas? - le preguntó a Andracis con la mano sobre la nuca y sacando la lengua, como para disculparse -.
Mina había heredado gran parte de las habilidades y el potencial mágico de sus progenitores, pero para su desgracia también algunos de sus mayores defectos. En este caso quedaba patente que había heredado la mala memoria de su padre.
-Andracis, Andracis Greywords - respondió el joven mago - Justiciero errante, para servirle. - añadió con una reverencia -.
-Vaya, vaya, por lo menos es educado..... - observó Luna con una sonrisa y mirando a Andracis de arriba abajo - ¿ Y dices que tú mataste a éste hombre? - le preguntó señalando a Trancos -.
-Así es, Srta. Luna. -afirmó él -.
-En ese caso - dijo ella tendiéndole otro delantal y unos trapos - tú también deberás dejar todo esto como una patena y en concreto ese machón de sangre que hay debajo de ese tipo. ¡Venga, a trabajar!
-Lo haré encantado. - dijo él cogiendo el delantal y los trapos - Es lo justo, después de todo.....
Durante el tiempo que estuvieron limpiando la taberna, Mina miró a Andracis fascinada. No sólo era un excelente espadachín, sino que además, tal y como demostraba en esos momentos, era bueno en las tareas del hogar.
Era ya muy avanzada la tarde cuando terminaron de limpiar todo el local. Ya había anochecido y los serenos ya empezaban a iluminar las lámparas de aceite de las calles. Mina salió de la taberna, seguida de Andracis, estirándose como un gatito.
-¡Uaaah! ¡Menudo cansancio! - bostezó y añadió dirigiéndose a Andracis: - Oye ¿te importa que te haga una pregunta?
-Adelante. - concedió él -.
-¿Cómo es que sabes limpiar tan bien? No es que sea una tradicionalista, de hecho mi padre a veces cocina, pero hasta él considera que eso es un trabajo de mujeres. ¿Cómo es que tú no?
-Oh, bueno, yo también lo pienso a veces, pero estoy acostumbrado. - respondió con una sonrisa - En casa casi siempre soy yo el que hace las tareas del hogar.
-¿Y qué pasa con tu madre? ¿Es que ella no hace nada?
Andracis bajó la cabeza, poniendo una expresión seria.
-De eso quería hablarte. - dijo - Le dijiste a Trancos que eras hija de Reena Invers. ¿Es eso cierto?
-En efecto. - respondió ella henchida de orgullo - ¿Pero para qué quieres hablar con mi madre?
-Traigo un mensaje de un viejo amigo suyo. - respondió él y a continuación le rogó a Mina: - ¿Te importaría mucho si te acompaño a tu casa para verla? Vamos, si quieres.....
-¡Claro! ¿Porqué no? - accedió ella cogiéndole con un brazo y acercándole a sí - Es más, te invito a cenar. Después de todo, te debo una.
* * *
-¡¿QUÉ HORAS SON ÉSTAS DE LLEGAR A CASA, JOVENCITA?! ¡¡ESPERO QUE TENGAS UNA BUENA EXCUSA, PORQUE DE LO CONTRARIO EN CUANTO ACABE CONTIGO VAN A TENER QUE RECOGER TUS RESTOS MORTALES CON PINZAS DE LA ROPA!!
Aquel fue el recibimiento que obtuvo Mina nada más llegar a casa, por parte de su madre. Sin embargo a las regañinas de ésta ya estaba más que acostumbrada.
-¡Hola, cariño! ¿Qué tal te ha ido el día? - le saludó su padre cordialmente, saliendo de detrás de su madre -.
-¡Jolín, Gaudy! - dijo ella molesta - Siempre acabas chafando mis reprimendas. ¡Además se lo tiene merecido! ¡Hace ya horas que debería haber vuelto y ella está por allí hasta mucho después de haber anochecido!
-Pero si ha tardado tanto, seguro que es por una buena razón - insistió su marido - ¿Verdad, Mina?
Una de las razones por las que las rabietas de su madre eran siempre más soportables que las de su tía era porque su padre estaba casi siempre allí para defenderla, excepto cuando él tenía que proteger a alguien y su trabajo le obligaba a estar varios días fuera de casa.
Debería añadir antes de continuar que después de casarse y establecerse definitivamente en Zefilia, Gaudy había retomado el oficio de mercenario, mientras que Reena había fundado una tienda de objetos decorativos, la mayoría de los cuales eran en realidad objetos que había ido coleccionado a lo largo de sus viajes, y que vendía luego casi a precio de oro.
-Es cierto. - dijo Mina respondiendo a la pregunta de su padre - Veréis éste es.....
-Srta. Invers - se le adelantó Andracis - debo hablar con usted sobre un asunto serio.
-Oye, oye, un momento - le detuvo Reena - que primero hay que presentarse. Después de todo no nos conoce.....
Reena calló al instante al observar la espada que Andracis llevaba al cinto. Su empuñadura era dorada y la guarnición de la misma tenía una forma extraña, como de dos medias esferas curvas acabadas en punta.
Espadas así eran difíciles de olvidar, especialmente porque la última vez que Reena había visto esa espada, la empuñaba un viejo amigo, hace tiempo desaparecido.
-¿Zel? ¿Eres tú? - preguntó Reena esperanzada -.
-No, señorita - negó el muchacho - no soy Zelgadis Greywords, sino su hijo, Andracis. He venido para darle un mensaje de mi padre.
Reena le miró, al principio sin comprender, pero después de asimilar toda esa nueva información que el chico recién acababa de darle, lo acercó con un brazo hacia sí y lo empujó dentro de la casa, diciendo:
-¡Estupendo! Los hijos de mis amigos también son bienvenidos. Pero quiero que me cuentes todo lo que le ha pasado al viejo Zel durante este tiempo ¿De acuerdo?
-Bueno, lo intentaré. - dijo Andracis con una sonrisa nerviosa -.
-¿Qué le está pasando a Mamá? - preguntó Mina a su padre -.
-Pues creo que por el momento - respondió Gaudy - se va a olvidar de que hoy has llegado tarde, por suerte para ti..... y para mí......
* * *
Andracis contemplaba, sudando de vergüenza ajena, a los tres miembros de la familia Gabriev-Invers devorando su comida con avidez y pocos modales, al tiempo que él comía despacio su ración. No le sorprendía, sin embargo, ya que su padre le había advertido acerca de los hábitos alimenticios de su amiga. y que éstos eran contagiosos.
-Así que..... glub..... - dijo Reena con la boca llena - tu padre ahora trabaja de jornalero a sueldo.....ñam.....
-Así es. - afirmó Andracis - No había mucha gente que quisiera darle un trabajo, por lo de. bueno ya lo sabéis..... - añadió señalándose la cara para dar a entender de qué estaba hablando - Así que al final aceptó trabajar como jornalero, cultivando la tierra o talando leña para el gobernador de nuestra villa, en Elmekia.
-¿Y qué tal le va..... slurp..... - preguntó Gaudy también con la boca llena - a la princesa.....ñom..... Amelia?
-¿Princesa Amelia? - preguntó Andracis extrañado -.
-Pues claro. ñam. tu madre, Amelia Will..... eh..... ¿Cómo era su nombre completo, Reena? - le preguntó Gaudy a su mujer -.
-Amelia Will Tesla Seyruun, cabeza de chorlito. - contestó ésta secamente - Desde luego, Gaudy, a veces me pregunto cómo consigues acordarte de en qué día vives.....
Pues ahora que lo dice, pensó Gaudy para sus adentros tiene razón; no recuerdo qué día es hoy.....
-Me temo que ha habido un error. - dijo entonces Andracis - Es cierto que mi madre se llama Amelia, pero su apellido es Alset, y no Will Lo-que- sea.....
Ante esa revelación, Gaudy pareció decepcionado.
-Pues yo estaba seguro de que Zel se casaría con la princesa Amelia. -dijo -.
-Probablemente los dos habrán tomado caminos diferentes. - dedujo Reena, encogiéndose de hombros - Qué le vamos a hacer, es decisión de Zelgadis y no nuestra, nos guste o no..... Ah, a propósito: ¿Qué hay del mensaje que tu padre te dijo que me dieras?
-Más que un mensaje - aclaró el muchacho - se trata de una petición. Verá Srta. Invers, mi padre tenía la esperanza de que usted pudiera ayudarme a encontrar el original de la Biblia Clair.
-Ya. - dijo Reena al tiempo que pensaba: Lo de siempre.....Este hombre no tiene imaginación. - Para encontrar una cura para él ¿no?
-No. Es para mi madre.
Los tres Gabriev-Invers se quedaron mudos de repente y dejaron de comer, para mirar a Andracis con cara de estupor.
-¿Tu madre también es una quimera? - soltó Gaudy -.
Mientras el ex-espadachín se llevaba un par de hostias de parte de su mujer por el comentario, Mina habló por primera vez desde que empezaron a cenar.
-¿Y qué le pasa a tu madre? - le preguntó a Andracis -.
-Nadie lo sabe. - respondió él con tristeza - Es algo muy extraño. Empezó a sentir los síntomas hace..... a ver..... sí, hace unos quince años más o menos. Al principio no era nada importante, jaquecas de vez en cuando, lo normal. Pero luego los síntomas fueron a más, hasta que en el último año empezó a presentar lo que parecían los síntomas típicos de una pulmonía.
-Y a ver si lo adivino: No era pulmonía ¿verdad? - intervino Reena tras hacerle un buen chichón a Gaudy -.
-Exacto. - afirmó Andracis - No es pulmonía, ni mal de ojo, ni ninguna enfermedad conocida. Se está muriendo por dentro y lo peor es que no sabemos de qué..... Así que después de años de hacer que la visitaran todo tipo de magos, médicos y curanderos, sin que ninguno pudiera hacer nada por ella, mi padre me envió a Zefilia para encontrar a una vieja amiga suya, es decir usted, Srta. Invers, para guiarme hacia la Biblia Clair con la esperanza de encontrar entre sus páginas el remedio para su extraña enfermedad. Lo comprende ¿verdad?
Reena meditó unos instantes, seria, mientras su marido e hija, así como el joven hijo de Zelgadis, la miraban expectantes.
-Por lo que respecta a la ubicación de la Biblia Clair, te puedo decir que está escondida en las montañas de Kaatar. - dijo finalmente - Pero me temo que no puedo llevarte hasta allí. Compréndelo, chico, no es que no quiera ayudar a tu madre, pero yo aquí tengo un negocio que mantener y además mis días de aventurera terminaron hace mucho.....
-Lo entiendo. - dijo Andracis - De todos modos, ahora sé donde buscar, así que gracias. - agradeció inclinándose respetuosamente y haciendo ademán de irse -.
-¡Espera! - lo retuvo Reena - No tienes porqué irte ahora.
-Claro que no. - añadió Gaudy - Puedes quedarte a dormir esta noche aquí, si quieres.....
-Con mucho gusto. - aceptó el muchacho - Son ustedes muy amables, gracias de nuevo.
-¡Bah! No tienes porqué darlas. - le quitó importancia Reena - Después de todo los hijos de mis amigos son también mis amigos. ¡Y ahora a comer!
-Pero..... - objetó Andracis con una gota de sudor resbalando por su frente al recordar la inmensa cantidad de alimentos que Reena, Gaudy y Mina habían devorado previamente - ¿No hemos comido ya?
-¡Oh, qué va, eso sólo eran los entremeses! - dijo la hechicera con una amplia sonrisa - Ahora viene el plato fuerte. ¿Verdad, Gaudy?
-Sí. - afirmó su marido - Ahora se está haciendo en el horno. No tardará.....
-¿No oléis a quemado? - dijo Mina de pronto -.
Todos pusieron sus narices en el aire y empezaron a olfatear. En efecto, había un fuerte olor a quemado en el ambiente. y el olor provenía de la cocina.
-¡¡¡Gaudy!!! - exclamó Reena alarmada - ¡¡El horno!!
-¡Ay, no! - exclamó Gaudy llevándose las manos a la cabeza y saliendo disparado hacia la cocina -.
Segundos después, Gaudy llegó de nuevo al salón, tosiendo y cubierto de polvo y hollín, sosteniendo una bandeja con lo que parecía un pavo carbonizado.
-Estooo. Reena, me parece que nos hemos quedado sin plato principal..... - se disculpó él -.
-¡¡GAUDY, CEREBRO DE MEDUSA!! - le gritó Reena aumentando 100 veces el tamaño de su cabeza, al tiempo que Gaudy, convertido ahora en un chibi, agitaba los brazos asustado - ¡TE DIJE QUE VIGILARAS EL HORNO! ¡ANIMAL DE BELLOTA! ¡TONTO DEL BOTE! ¡SABES PERFECTAMENTE QUE CON LA COMIDA SE HA DE TENER CUIDADO Y NO DESPISTARTE, PORQUE SI NO TE PUEDE SALIR MAL! ¡IMBÉCIL! ¡TARUGO!.....
Reena continuó con la batería de insultos al tiempo que le daba de leches a Gaudy, mientras éste, cubriéndose con los brazos adolorido, clamaba piedad. Y éste lamentable espectáculo lo contemplaban Mina y Andracis, con sendas gotas de sudor resbalando por sus respectivas frentes.
* * *
-Buenas noches, Srta. Invers, Sr. Gabriev.....
-Buenas noches, muchacho. ¿Vienes Gaudy?
-Ahora vendré, Reena, en cuanto recoja lo de la cena.
-Vale, pero no tardes.
Ya había caído la noche sobre Zefilia. Mientras Andracis y Reena se iban a la cama, Gaudy recogía los platos de la mesa y los llevaba hacia la cocina.
-Mina ¿no tienes sueño?
Mina era la única, aparte de Gaudy, que aún permanecía en pie. Aunque se hubiera acostado le habría sido imposible conciliar el sueño. Tenía una duda en la mente que no la dejaba tranquila, algo que debía soltar como fuera.
Su padre era la única persona en la que había confiado plenamente toda su vida. Era pues la única persona que podría comprender lo que le pasaba a ella.
-No, no tengo sueño. - mintió - Si quieres te ayudo a lavar los platos.
-Por mí de acuerdo. - aceptó Gaudy con una sonrisa -.
Cuando ya llevaban unos doce platos lavados, Mina se lanzó.
-Papá..... ¿Puedo hablar contigo de una cosa?
-Sabes que siempre estoy dispuesto a escucharte. - respondió Gaudy - ¿Te ocurre algo?
-¡No!..... Bueno, sí.......verás..... - empezó la chica - Es que..... Papá, me gustaría ir por allí, ya sabes, de aventuras.....
Gaudy dejó de lavar platos y miró a su hija con una mezcla de lástima y seriedad. No era la primera vez que Mina sacaba ese tema.
-Ya sabes lo que opina tu madre. - dijo - Y también sabes lo que opino yo.....
-¡Sí, lo sé, lo sé, pero esta vez es diferente! - se justificó ella -.
-¿Y qué hay de diferente entre esta y las otras veces?
-Pues..... verás, es por Andracis.....
Al oír nombrar al joven hijo de Zelgadis, a Gaudy se le iluminó el rostro.
-¿Te gusta, eh? - dijo en tono travieso y dándole un codazo -.
-¡¡Claro que no, Papá!! - negó rotundamente, poniéndose colorada - ¡¿Cómo puedes pensar eso?! - cuando estuvo más tranquila, aclaró: - No es por eso, Papá, es que..... tengo una..... ¿Cómo lo llamabas tú? Deuda de honor, creo.....
-¿Una deuda de honor? - preguntó Gaudy confuso -.
-Sí..... En la taberna de tía Luna. Un tipo llamado Trancos me quiso matar. una venganza familiar, yo freí a su hermano con una bola de fuego, pero bueno, eso no tiene importancia. El caso es que..... me atacó por la espalda y..... Andracis me protegió, le ensartó a él antes de que pudiera hacerme daño.
Gaudy quedó en silencio, pensativo.
-¿No lo entiendes, Papá? ¡Le debo la vida! - continuó ella - Y tú siempre me has dicho que cuando alguien te salva la vida, tienes una deuda de honor con él y debes acompañarle hasta devolverle el favor...... Por eso quiero ir con Andracis, es el único modo en que puedo pagarle lo que ha hecho por mí.
-Comprendo..... - dijo finalmente Gaudy - ¿Tu madre lo sabe?
Mina negó con la cabeza. Gaudy siguió lavando los pocos platos que faltaban sin decir una palabra. Cuando el último plato fue colocado en lo alto del montón, el guerrero se quitó el delantal y le dijo a su hija, esbozando una media sonrisa y suspirando resignado:
-Hablaré con ella. Pero no te hagas ilusiones, porque es muy tozuda y es capaz de.....
Mina se abrazó a él repentinamente, impidiendo que acabara su frase.
-Gracias, Papá. - dijo ella -.
-Ay, por el Dios Ceipheid..... - suspiró Gaudy - ¿Porqué no tienes esa confianza con tu madre? Ya sé que es muy burra y que a la mínima que digas te suelta una bola de fuego, pero cuando se muestra tan temperamental es porque le importas, aunque en realidad no lo parezca y ella diga que no es así, que es al revés y luego te pega, pero sin querer.....bueno en realidad queriendo, pero sin malas intenciones, porque..... Euh..... creo que ni siquiera yo me aclaro con lo que estoy diciendo.....
* * *
Gaudy abrió suavemente la puerta de la habitación de matrimonio que compartía con Reena, entró sigilosamente y la volvió a cerrar a sus espaldas. Se acercó de puntillas a la cama, se quitó la ropa, se puso el pijama y se metió debajo de las sábanas, acariciando suavemente la piel de su mujer que asomaba por el camisón de raso que envolvía su cuerpo. Reena notó la caricia de su marido, se giró hacia él y le besó en los labios, sonriendo a continuación con ternura. Seguidamente ella recostó su cabeza en su pecho, mientras él la rodeaba con un brazo y la acercaba hacia sí.
-Reena.....
-¿Hum? Dime..... - preguntó ella adormilada -.
-Tenemos que hablar.....
Reena se apartó del pecho de Gaudy y dijo seria, apoyando su cabeza en su brazo:
-Ya te lo dije, Gaudy, no pienso contratar a alguien para que haga la limpieza de la casa. Bastante nos cuesta ya comprar comida y ropa, con que no tenemos para gastos extra.....
-No, ese tema no. - aclaró Gaudy - El otro.
-¡¿Ha vuelto a insistir?! - exclamó Reena con cara de fastidio - ¡A esa chica la tendré que dar un par de tundas mañana, para que aprenda!
-Esta vez es distinto..... - insistió Gaudy -.
-¡Me da igual! Ya sabes lo que pienso de esto, Gaudy, y no me vas a hacer cambiar de opinión, diga lo que diga la niña. - zanjó Reena girándose repentinamente para el lado contrario y envolviéndose enfurecida con las sábanas -.
Gaudy hizo una pausa. Sabía que debía decirlo, pero no quería preocupar a su mujer. Si lo hacía era capaz de negarse aún más.
-Andracis le salvó la vida a Mina. - le soltó -.
Reena agudizó el oído, pero no se movió.
-Tiene con él una deuda de honor ¿entiendes? - continuó Gaudy - Por eso ella dice que debe ir con él, porque así le devolverá el favor.
-¡Excusas! - dijo Reena quitándole importancia - Esa aprovecha cualquier oportunidad que se le presente para largarse por ahí.
-Vamos, Reena. - le insistió su marido - Sabes que Andracis no puede ir solo a las montañas de Kaatar. Es un viaje largo y peligroso y necesitará toda la ayuda posible. Además..... - añadió abrazándola - Mina ha crecido, Reena. Y aunque te cueste admitirlo, sabría cuidar de sí misma. - Reena iba a replicar, cuando Gaudy la interrumpió - Ya sé lo que me vas a decir, que todavía no domina todos los hechizos y que tampoco conoce todos los secretos del manejo de la espada. Y es cierto, admito que no es tan buena como tú o yo..... Pero aún así, creo que deberíamos darla una oportunidad, para que se pruebe a sí misma. Nunca progresará si no experimenta por sí sola lo que nosotros experimentamos en su día.
Reena volvió a girarse hacia Gaudy, a punto de echarse a llorar. Le miró a los ojos, esos preciosos ojos azules que la fascinaron antaño y que ahora la miraban medio serios medio suplicantes. Suspiró largamente y finalmente respondió:
-Está bien. Mañana hablaré con ella y si considero que sus argumentos son convincentes, la dejaré marchar.
Gaudy, sonrió y la besó apasionadamente, al tiempo que la abrazaba y la acariciaba, permitiendo que ella se pusiera de horcajadas sobre él.
-¡Maldita sea, Gaudy! - se lamentó ella - Desde que estoy contigo me he vuelto una blanda......
-Pues a mí me gustas más así.
Y diciendo esto, la volvió a besar de nuevo, mientras se sumergía, como había hecho tantas noches, en la suavidad de su piel y el perfume de sus cabellos, rojos cual fuego pasional y ardiente.
Tan pasional y ardiente como el fuego que ahora ardía en el interior de ambos.
* * *
Ni falta hace decir que a la mañana siguiente, después de una larga charla materno-filial, Reena consintió que Mina acompañase a Andracis en su viaje, con la única condición de que en cuanto él encontrara la Biblia Clair, volvería inmediatamente a casa.
Ya algo avanzada la mañana, Mina repasaba los últimos detalles con su madre.
-Seguid esta ruta. - les indicó Reena, señalando la susodicha ruta en el mapa que les había entregado - Es el camino más corto para llegar a las montañas de Kaatar. Tardaréis aproximadamente entre dos semanas y 20 días en llegar allí. Preguntad por Milgazia y decidle que vais de mi parte, él os ayudará..... Mina, te he dejado suficiente dinero para que podáis comprar la comida necesaria por el camino, procura no malgastarlo.
-Tranquila, Mamá, intentaré racionarlo. - la tranquilizó Mina -.
Reena miró durante unos minutos a su hija, en silencio, prácticamente al borde de las lágrimas. Ella ya sabía que tarde o temprano acabaría llegando el día en que su hija se marcharía para seguir sus pasos. Por esa razón quiso retrasar lo más posible la partida con excusas banales, porque aunque jamás lo admitiría quería demasiado a Mina como para querer que se marchase de su lado.
-En fin - dijo tras secarse las lágrimas que empezaban a asomar por sus ojos - os deseo mucha suerte. Y tú, Mina, recuerda esto: pase lo que pase, jamás te rindas ¿entendido? Una Invers nunca se rinde.
-Confía en mí, Mamá. - le dijo Mina con una gran seguridad en sí misma - Te aseguro que cuando vuelva podrás estar orgullosa de mí.
Madre e hija se miraron unos segundos en silencio, hasta que, movidas por un sentimiento de amor mutuo, se abrazaron la una a la otra. Entonces Reena no pudo contenerse más y dos surcos de lágrimas resbalaron por sus mejillas.
-¿Mamá? ¿Estás llorando? - preguntó Mina extrañada -.
-¿Eh? ¡Pues claro que no! - se excusó Reena al tiempo que se secaba las lágrimas rápidamente - Es que me pican los ojos, eso es todo.....
Mina sonrió y tras separase de su madre se abrazó a su padre. Después fue donde estaba Andracis, esperándola; era el momento de partir.
-¡Adiós, Papá! ¡Adiós, Mamá! - se despidió Mina agitando la mano, al tiempo que comenzaba a caminar - ¡Volveré pronto, lo prometo!
-¡Adiós, Sr. Gabriev! ¡Adiós, Srta. Invers! - se despidió a su vez Andracis - ¡Gracias por todo!
-¡Adiós, chicos! - se despidió Reena - ¡Y tened cuidado!
Tras las despedidas, los dos jóvenes hechiceros se alejaron con paso firme y decidido por el camino que les llevaría fuera de Zefilia. Reena veía acongojada cómo desaparecían de la vista, mientras Gaudy la cogía por el hombro acercándola hacia sí.
-¿Crees que volverán? - le preguntó a su marido, dubitativa -.
-¡Pues claro que volverán! - dijo Gaudy con total convencimiento - ¿No has oído lo que ha dicho Mina? Ha prometido que volvería. Y yo la he enseñado que nunca hay que mentir cuando se hace una promesa.....
Reena le sonrió y volvió la vista de nuevo hacia el camino. Ya no se veía rastro alguno de los jóvenes. Sólo quedaba el viento fresco y ligero de la mañana que movía las hojas de los árboles.
* * *
Cuando ya habían recorrido un buen trecho de camino, después de haber salido de la ciudad, Mina se detuvo. De repente había sentido una sensación extraña en el estómago, y no se trataba de hambre ( había desayunado muy fuerte esa mañana) Pensar que quizás pasaría mucho tiempo antes de que volviera a ver a su familia, le hizo volver la mirada, nostálgica, a la vista panorámica de la ciudad que se podía contemplar desde esa parte del camino.
-Mina ¿estás bien? - preguntó preocupado Andracis, quien se había detenido al ver que la chica no le seguía -.
-Sí, sí estoy bien. - dijo Mina volviendo repentinamente la mirada hacia el muchacho - Es sólo que..... ¿Tú crees que volveré a verles algún día?
-¿A tus padres? Pues claro que sí. - dijo él con total convencimiento - Igual que yo volveré a ver a los míos..... Ya sé, al principio cuesta separarse de ellos. Pero tú piensa que estarán esperando tu regreso con paciencia.....
-¿Es eso lo que tú haces? - le preguntó ella -.
-Sí. - afirmó él - Y por eso sé que debo continuar, pase lo que pase, y que debo esforzarme al máximo para conseguir la Biblia Clair y volver a casa cuanto antes. Por eso no debemos mirar atrás, Mina; hay que mirar siempre al frente .....
Mina asintió con la cabeza y cogió la mano que el muchacho le tendía, al tiempo que echaba un último vistazo a Zefilia, para luego mirar al frente, como bien había dicho Andracis, hacia ese futuro que les aguardaba, ese mundo que estaba allí, esperando a que ellos lo descubrieran.
Continuará. en el Capítulo 2.
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Nota de Amber: ¡La aventura comienza! Mina se va de casa, siguiendo los pasos de su mami. (Snif, snif. qué bonito, creo que me voy a echar a llorar. T_T) ¿Qué tal le irá con Andracis de compañero? Lo sabrán en el capítulo 2..
Para lo de siempre, o sea, dudas, quejas, etc., etc., escriban a: almudenmumu@yahoo.es
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16 Años después de la boda de Reena y Gaudy, la historia continúa.
La escena se sitúa esta vez en un caminito a las afueras de Zefilia. Un camino por el que diariamente pasan personas de todo tipo, con frecuencia mercaderes de paso, pero también mercenarios y bandidos de poca monta que buscan enriquecerse a costa de los mercaderes, mediante la protección o el robo respectivamente.
En la lejanía del camino aparece, súbitamente, una brillante luz roja, seguida del sonido de una explosión. Segundos después, huyendo a la desesperada, aparecen alrededor de una decena de bandidos. Se produce una segunda explosión, parecida a la anterior, y los bandidos son alcanzados por ésta. Para cuando se ha disipado el humo, tan sólo quedan una montaña de cuerpos calcinados y quejumbrosos.
Una chica joven contemplaba el panorama con una sonrisa de satisfacción.
-¡Genial! ¡Diez de golpe! ¡He vuelto a batir mi récord! - exclamó triunfal -.
Era una chica bastante bajita (apenas si levanta 1m 65 del suelo), pero ágil. Su pelo, de color rosa claro, estaba trenzado y cogido por una especie de moño, sostenido por una cinta negra. Llevaba una falda de terciopelo marrón muy claro y una camisa de mangas cortas de color azul celeste (como sus ojos), que dejaba al descubierto su ombligo. Además, encima de la camisa llevaba un juego de pectorales y hombreras negras y se ceñía un cinto que sujetaba una espada.
Su nombre era Mina Gabriev y tenía 15 años.
-Estooo..... Srta. Gabriev, no quisiera parecer un aguafiestas pero.....¿No cree que se ha pasado un poquito?
El que había hablado, un hombre de treinta y tantos de pelo castaño cortado en cazo y de ropajes humildes, parecía terriblemente nervioso, al igual que el caballo que tiraba de su carro. A juzgar por el cargamento de tinajas llenas del famoso vino de Zefilia recién salido de las viñas que llevaba en el susodicho carro, era fácilmente deducible que aquel hombre era uno de los muchos transportistas que entraban y salían regularmente de Zefilia.
Mina se giró hacia el transportista, quien la había contratado como guardaespaldas para que los custodiase a él y a su mercancía y los protegiese del asalto de bandidos como los que se acababan de encontrar. Reflexionó unos minutos acerca de la observación de su protegido y finalmente, poniendo su pose de orgullosa, con los brazos en jarra, las piernas separadas y la sonrisa risueña en el rostro, dijo:
-Quizás sí que me haya pasado un poco..... ¡Pero yo soy así, no puedo evitar ser tan poderosa!
Mina se rió de su frase, mientras su protegido y su caballo la miraban con una mezcla de preocupación y vergüenza ajena. Quizás, pensó el transportista, no había sido tan buena idea contratarla para que le protegiese de los bandidos. Más le hubiera valido contratar a alguien que le protegiese de ella.....
-De cualquier modo - continuó él - debemos darnos prisa; tengo que dejar estas tinajas en el almacén antes del mediodía. ¡Y a juzgar por la posición del sol, ya debe faltar poco para esa hora!
-Tiene razón. - corroboró Mina - Con tanto bandido nos hemos retrasado. Y cuanto antes entregue sus tinajas, antes cobraré yo.
Diciendo esto, Mina se situó detrás del carro.
-¿Qué..... qué va a hacer usted? - le preguntó el transportista con cierto temor en el tono de voz -.
-Muy sencillo: sólo voy a darle un empujoncito. - respondió Mina simplemente -.
-¿Un empujoncito? - preguntó él extrañado - Pero mujer, si este carro pesa mucho. Ya me cuesta a mí sacarlo del barro, con que no creo que pueda.....
-¡Golpe de Viento! - gritó ella, sin dejar que acabase de hablar -.
Por desgracia para ella y su cliente-protegido, Mina se había pasado tres pueblos con el Golpe de Viento; pensaba crear una corriente que impulsara el carro rápidamente por las calles de Zefilia y en vez de eso había conseguido que el transportista, su caballo y su carro saliesen volando, literalmente. Suspiró pesadamente y pensó: Si ya me lo dice mamá: "Antes de lanzar un golpe de viento asegúrate primero de que apuntas adonde debes.....". Decidió entonces que no podía perder más el tiempo y voló usando la levitación hasta donde estaba su protegido, antes de que se rompiera la crisma.
Mientras tanto, todavía en el aire, el transportista y su equino compañero se abrazaban al tiempo que miraban asustados hacia el suelo, donde seguramente acabarían despachurrados sin remedio.
-¡Buenas! - saludó Mina apareciendo volando a su lado de repente - Lamento lo ocurrido; creo que me pasé con la potencia del golpe de viento.....
-¡¡Haga algo, que nos vamos a matar!! - le suplicó su protegido -.
-Oiga a mí me contrató para protegerle de los bandidos, no para que le salvara de caerse del cielo. - dijo Mina con dejadez - Si quiere que haga trabajitos extra tendrá que pagarme. No es culpa mía que usted no sepa levitar.
-¡COMO SE ROMPAN LAS TINAJAS Y ME ROMPA YO LA CABEZA AL CAER, NO PIENSO PAGARLE NI UNA MÍSERA MONEDA!
Alarmada ante la posibilidad de quedarse sin cobrar, la joven hechicera rápidamente conjuró un Raywing. La burbuja que les envolvió les llevó flotando por el aire hacia el almacén de la tienda de vinos, aterrizando suavemente sobre el asfalto sin sufrir daños.
-¡Vaya, qué rápido! - exclamó el encargado del almacén - Todavía no es mediodía y ya han llegado. ¡Eso está muy bien!
Después de descargar las tinajas (que a pesar del trajín no sufrieron ni un rasguño), el encargado fue a ver al patrón, quien le entregó al transportista las 150 monedas de oro por el trabajito. Fue entonces cuando Mina, tocándole al transportista el hombro para llamar la atención, decidió reclamar su parte.
-Si no recuerdo mal - dijo - íbamos al 10% ¿no?
-¡Quédeselo! - chilló el transportista poniéndose pálido de pronto - ¡Quédese con todo! ¡No quiero verla nunca más ni a usted ni a sus hechizos! Y se acabó lo de transportar mercancías para mí. ¡Sí! A partir de ahora plantaré lechugas. ¡Je, je! Las lechugas se venden bien últimamente.....
Y sin más tardanza espoleó al caballo y se fue rápido como el alma que lleva al diablo. El dueño de la tienda y Mina miraban al transportista, que se perdía de vista en la lejanía, con cara de asombro.
-¿Y a este qué le pasa, Mina? - preguntó el patrón confuso -.
-Ni idea. Yo sólo hice lo que me pedía. - dijo la chica - Pero bueno, por lo menos ha valido la pena. - añadió mirando su bien (ejem) ganada bolsa de dinero - ¡Ahora, a celebrarlo con una comida en la taberna de tía Luna!
* * *
La Taberna de los 4 Reyes-Dragón, era un local sórdido, oscuro y que desprendía olor a tabaco prácticamente las 24 horas del día. Sin embargo era el lugar de ocio preferido por los habitantes de Zefilia, quizás porque era el lugar ideal para encontrar pelea si la buscabas o porque era el sitio perfecto para esconderte por un tiempo sin ser perseguido por las autoridades (en el caso de que fueras un asesino, un bandido o un proscrito) o quizás por el buen trato y físico que su propietaria, Luna Invers, que además preparaba las mejores comidas de este lado de la barrera. Era esa principalmente la razón por la que a Mina le agradaba ese local.
Además hacía buenas migas con su tía, hasta tal punto que no llegaba a comprender porqué su madre no podía verla ni en pintura. Para Mina, Luna era una mujer risueña, atenta y buena amiga de las bromas, firme y seria cuando era necesario y por encima de todo una persona de confianza a la que podía contar todo.
El ambiente de la taberna cuando entró Mina no era muy diferente al de otras ocasiones. Los clientes que no estaban metidos en una pelea, se jugaban todas sus posesiones jugando a las cartas o bebían alcohol y fumaban como cosacos.
Quizás por eso le extrañó ver a un individuo, que ocultaba su rostro bajo la capucha de su capa, de color claro como el resto de su indumentaria, bebiendo de una taza de café solo, silencioso y tratando de pasar desapercibido sentado en una mesa situada en una esquina de la taberna.
-¡Mina! - saludó su tía Luna desde la barra, haciendo que se olvidara de aquel hombre misterioso - ¿Qué tal va todo, muchacha? ¿Mucho trabajo últimamente?
-Pues sí. Y muy bien pagado, por cierto. - afirmó Mina, mostrando orgullosa la bolsa de dinero que acababa de ganar - Es por eso que estoy aquí. ¡He venido a celebrarlo con un atracón de tu deliciosa comida!
-Pues vas a tener que esperarte. - dijo Luna al tiempo que llenaba de cerveza un par de jarras y las ponía en una bandeja - Hoy estoy muy liada, con que no tengo tiempo para ponerme a cocinar para ti ahora.....
-¡¿Qué pasa?! ¿Van esas cervezas sí o no? - gritó un cliente con voz gutural desde el otro lado de la taberna -.
-¡Sí, ya voy! - gritó Luna a su vez, mientras cargaba la bandeja de las cervezas y otra bandeja más - ¡Un poco de paciencia, hombre!
-Deja que me encargue yo. - se ofreció Mina cogiendo las bandejas de las manos de su tía - Y tú a cambio me prepararás ese estofado de ternera tan bueno que haces ¿De acuerdo?
Luna miró a su sobrina esbozando una media sonrisa. Aquella chica había heredado el voraz apetito de su madre y era capaz de cualquier cosa para conseguir comida, sobretodo si se trataba de la que cocinaba ella.
-Está bien. - accedió finalmente - Pero como se queje algún cliente, adiós al estofado ¿Entendido?
-¡A la orden, jefaza! - dijo Mina esbozando una amplia sonrisa y llevando las bandejas a las mesas correspondientes -.
Durante los siguientes 15 minutos Mina estuvo sirviendo bebidas a los clientes, anotando los pedidos de comida y limpiando las mesas cuando los clientes se iban. Era un trabajo duro, pero Mina estaba acostumbrada; no era la primera vez que trabajaba de camarera en la taberna de su tía. Casi siempre era la primera en ofrecerse voluntaria, bien a cambio de un generoso sueldo, bien como pago a una buena comida. Esa era otra de las razones por las que Luna se llevaba bien con su sobrina, porque a menudo la echaba un cable (Reena sencillamente no quería saber nada de ella y en cuanto a Gaudy. digamos que la última vez que le pidió ayuda provocó accidentalmente muchos más destrozos que los producidos durante las peleas entre clientes)
En una ocasión, Mina tuvo que servir una nueva taza de café al hombre misterioso. Intentó aprovechar ese momento para verle la cara, pero el hombre bajó la mirada ocultándose aún más, con lo que le dio a entender que no quería ser reconocido. Así que Mina le dejó estar.
Cuando Mina hubo terminado su trabajo y los clientes estuvieron satisfechos, Luna regresó de la cocina con un inmenso plato de estofado de ternera y algunas cosillas más que había preparado para su sobrina.
-Ten, muchacha y que aproveche. - dijo Luna dejando los platos en una mesa libre y regresando a continuación a la cocina -.
-¡Gracias! - dijo Mina acomodándose en la mesa y empezando a degustar el estofado y las demás cosas que su tía le había preparado -.
Mina no sólo había heredado el apetito de su madre, sino también los modales en la mesa; los clientes, en concreto aquellos que venían por primera vez a la taberna (los clientes habituales ya estaban más que acostumbrados a tan vergonzoso espectáculo) miraban de reojo y con un enorme gotón de sudor emanando de su frente cómo Mina comía atropelladamente, sin pausa y casi sin masticar.
Iba Mina a comerse una salchicha rellena de queso, cuando una mano enorme se le plantó en el hombro, sobresaltándola. Lentamente giró la cabeza y se encontró con un hombre altísimo, mucho más alto incluso que su padre, un hombre que muchos definirían de fisonomía tipo armario perchero. Sus bien desarrollados músculos asomaban por una camiseta raída y en su cara cuadrada destacaba una cicatriz que le atravesaba la mejilla izquierda. Tenía la cabeza rapada y su frente la adornaba una cinta gruesa de color verde oscuro.
El hombretón esbozó una media sonrisa y dijo dirigiéndose a alguien que tenía tras de sí:
-¿Es ésta la chica que te atacó, Minus?
El aludido asomó por detrás del hombretón. A pesar de que llevaba vendajes por todos lados y se sostenía a duras penas con un par de muletas, Mina reconoció en él a uno de los bandidos a los que dejó fritos con su bola de fuego, en concreto al que se había hecho llamar el líder del grupo.
-¡Sí, sí es ella! ¡Ésa es la loca que me atacó! - dijo señalándola con un dedo tembloroso -.
El hombretón la volvió a mirar, escudriñándola a fondo, de arriba abajo. Después empezó a reírse, primero para sí mismo, pero luego cada vez más y más fuerte, hasta que estalló en una carcajada que se oyó por toda la taberna y contagió a algunos de sus seguidores.
-¡JA, JA, JA, JA, JA! ¿¿Y ésta es la que dices que te pegó una paliza?? ¡¡JA, JA, JA, JA!! ¡Minus, de verdad, eres patético! ¡Te dejas ganar por una chiquilla de tres al cuarto! ¡JA, JA, JA, JA!
Al oír aquello, a Mina se le resaltó una vena de la frente. Al igual que a su madre, le irritaba que la gente le llamara chiquilla, niñata, cría y cosas por el estilo que ponían en duda su condición de mujer. Se levantó enfurecida y se encaró al hombretón con pose de superioridad, diciéndole en tono desafiante:
-¡Oye, grandullón, ten cuidado con lo que dices, porque podrías comerte tus palabras!
-¿Y quién me lo dice? - dijo el hombretón inclinándose hacia Mina (quien a duras penas le llegaba un poco más allá de la cintura) - ¿Tú, niñita?
-Por si no lo sabías - dijo Mina en tono de superioridad al tiempo que echaba para atrás su trenza - soy la increíble e incomparable Mina Gabriev, hija de la poderosa hechicera Reena Invers y del legendario espadachín de la Espada de Luz, Gaudy Gabriev.
-Pues yo soy - respondió el hombretón acercando su cara a la de Mina - Trancos Fermentor, hermano de ese cretino de allí - añadió señalando despectivamente a Minus - y el asesino más sanguinario al oeste de la gran barrera. Y créeme niña cuando te digo que gentuza como tú me la he cargado a puñados y con éstas manos desnudas..... - amenazó poniendo su puño cerrado frente a Mina -.
Aquel poderoso puño cerrado, sin embargo, no pareció impresionar a Mina, quien se limitó a replicar:
-Si crees que con eso me vas a dar miedo, estás muy equivocado. Es más, si me sigues tocando las narices con eso de que sólo soy una niña, te daré tal tunda que cuando acabe contigo vas a quedar peor que tu hermano.....
Trancos no tomó en serio aquella advertencia y se rió más todavía, volviendo a contagiar a sus seguidores. Con una cara que parecía decir: "Tú lo has querido", Mina se puso en posición y rápidamente desenvainó su espada, pasando como una exhalación al lado de Trancos.
Se hizo un silencio total. Incluso Trancos dejó de reír, sorprendido por la rapidez de la chica. Mina se giró para ver el resultado de su ataque relámpago. A los pocos segundos, un hilillo de sangre asomó por la mejilla izquierda de Trancos, justo encima de la cicatriz anterior, atravesándola transversalmente.
Trancos se palpó la mejilla y se miró la mano manchada de sangre. De la sorpresa pasó a la ira y su mano se cerró, al tiempo que se giraba hacia Mina.
-Nadie, y repito NADIE - le dijo calmada y pausadamente, pero en tono enfurecido - se atreve a rajarle la cara a Trancos Frementor y vive para contarlo.
Tras decir eso chasqueó los dedos y algunos de los hombres que le acompañaban se acercaron a Mina, enarbolando sus armas.
Entonces, lanzando un grito de guerra, Mina mostró todo su potencial en el manejo de la espada.
Sus ágiles y rápidos movimientos, que le permitían esquivar una tras otra las armas de sus oponentes y arremeter con furia y precisión contra ellos, era algo que había aprendido, y muy bien, de su padre. Y aunque jamás llegó a su nivel, si que era una alumna aventajada, tal y como estaba demostrando en estos momentos.
Sin embargo, a pesar de sus esfuerzos, cada vez se sentía más agotada. Cuando acababa con uno, venían otros tres a sustituirle. En ningún momento se había fijado en que Trancos estuviera tan bien acompañado. Más parecía que sus oponentes brotaban del suelo como setas en otoño. Y así, poco a poco, se vio más y más presionada por los secuaces del bandido, hasta que quedó completamente rodeada por ellos, sin ninguna posibilidad de movimiento.
-¡JA, JA, JA, JA! ¿Qué? Ya no te ves tan valiente ¿verdad, niña? - se burló Trancos -.
-25 contra uno..... Tsk, tsk, tsk..... - dijo de repente una voz a sus espaldas - Eso no es un número justo, me temo.....
Todos se giraron sorprendidos hacia el dueño de la voz. La única persona que no había abandonado la taberna y que permanecía todavía sentado en su mesa y apurando lo que le quedaba de su café.
El hombre misterioso al que Mina tanto había llamado la atención.
-¡Esto no es asunto tuyo! - replicó Trancos - ¡Así que no metas las narices donde no te llaman!
-Oh, al contrario. - respondió el hombre misterioso - Cualquier persona que se halle en peligro, es asunto mío.
En ese momento el hombre misterioso se levantó de la mesa y se quitó la capucha, descubriendo al fin su rostro. Se trataba de un chaval, aproximadamente de la misma edad de Mina, aunque un poco más alto que ésta. Tenía el pelo negro azabache y corto, con una especie de flequillo que le tapaba media cara, dejando al descubierto uno de sus ojos, de un precioso color gris acero.
-¿Pero quién diablos eres tú? - preguntó Trancos -.
-Mi nombre es Andracis Greywords. - respondió el muchacho desenvainando su espada- Y en nombre de la justicia te haré pagar por todos tus pecados.
-Pero bueno ¿qué es esto? - exclamó Trancos exasperado y poniendo una cara que parecía decir: "Por favor, más no" - ¿Una convención de chavales espadachines sadomasoquistas? Será posible..... A ver, tú, tú y tú - dijo a continuación señalando a tres de sus mejores hombres - encargaos de él.
Los tres aludidos se acercaron al tal Andracis y éste les respondió con un rápido y fugaz mandoble de espada que les dejó totalmente KO.
Mina abrió los ojos como platos al ver aquello. Era muy rápido, quizás tanto o más rápido que ella y hábil como el que más. Quienquiera que le enseñara el manejo de la espada, había hecho un gran trabajo.
Antes de que Trancos pudiera ordenar que acabaran con él, Andracis despachó a tres o cuatro más, despejando el camino que le llevaría hasta Mina y permitiendo que ésta se incorporara a la pelea. Los cuerpos de los secuaces caían poco a poco en el suelo de la taberna, malheridos por las dos hojas de las espadas que manejaban los jóvenes. En un momento dado, ambos quedaron espalda contra espalda, momento que Mina aprovechó para decirle a Andracis, bien alto para que le oyese en medio del barullo:
-¡Eres muy bueno!
-¡Gracias! - agradeció él al tiempo que arremetía contra uno que se le venía encima con un hacha de guerra - ¡Tú tampoco lo haces mal!
-Pse, bueno..... - dijo ella con falsa modestia. Después hirió a uno que manejaba una cachiporra y continuó: - Oye, no es que no lo agradezca, pero..... ¿Porqué me has salvado?
-Era mi deber. - respondió Andracis simplemente - Y además, el café que me serviste estaba muy bueno.
-Gracias, pero el mérito no es mío, sino de mi tía. - dijo Mina, rebanándole el brazo a otro bandido -.
Antes de que Andracis pudiera continuar la conversación, dos espadachines se le abalanzaron. Los despachó enseguida, al igual que Mina despachaba su último adversario.
Después de ellos, ya sólo quedaba Trancos.
El asesino más sanguinario al oeste de la barrera no estaba precisamente de buen humor. Había perdido a sus hombres a manos de unos chavales, pero no estaba dispuesto a rendirse. Si era necesario, acabaría con ellos con sus propias manos, como había hecho tantas veces con aquellos que se pasaban de listos.
-De éste me encargo yo. - dijo Mina apartando a Andracis de su camino - Tú quédate al margen.
Obediente, Andracis se retiró, permitiendo que Mina se encarara a su adversario. Trancos hizo crujir sus nudillos y se puso en posición de ataque. Otro tanto hizo Mina.
A un grito de guerra por parte de Trancos, los adversarios se acercaron corriendo el uno al otro. Pero justo en el momento en que Trancos se tiraba sobre ella, Mina pegó un salto inmenso, lo que confundió a su rival el tiempo suficiente como para tocarle la cabeza con un dedo.
-¡Dormir! - dijo -.
Al instante, el gigante cayó, dormido, a los pies de Mina.
Mientras Trancos roncaba, Mina sonrió, orgullosa de sí misma y a continuación miró a Minus, quien se había mantenido al margen de la pelea, contemplándola sin poder creer que una chica de a duras penas 15 años de edad había conseguido tumbar en apenas unos segundos a su hermano mayor, con bastante más experiencia en los combates cuerpo a cuerpo que ella y por supuesto más fuerza.
Al ver cómo Mina le miraba, el cuerpo de Minus tembló como una hoja agitada por el viento. Cuando vio como empezaba a conjurar una bola de fuego, salió corriendo tan rápido como sus muletas le permitían.
-¡Ja! ¿Has visto? - dijo Mina dirigiéndose a Andracis - ¡Menudo cobarde! ¡No me extraña que.....!
-¡CUIDADO! - exclamó Andracis de pronto -.
Mina se giró a tiempo para ver cómo Trancos, al que ella creía todavía dormido, se abalanzaba sobre ella, sin que pudiera reaccionar, con un hacha de guerra en las manos, dispuesto a partirla en dos.
Y entonces, con la velocidad de un rayo, alguien la cogió, protegiéndola con su cuerpo y el gigante Trancos se detuvo.
Era Andracis, quien había asestado un golpe de espada mortal al asesino más sanguinario al oeste de la barrera. Mina vio como la espada de Andracis, manchada de sangre, atravesaba limpiamente su cuerpo.
-¿Porqué.....? - se preguntó Trancos a sí mismo casi sin aliento -.
Y entonces el gigante comenzó a caer hacia atrás, ya sin fuerzas para tenerse en pie. Mina pudo oír el ruido que emitía la hoja de la espada a medida que se deslizaba por el cuerpo que acababa de atravesar. Finalmente, con un ruido sordo, Trancos cayó, ya sin vida, sobre el suelo de la taberna, en medio de un charco de su propia sangre.
Mina contempló aquello sin poder emitir ni una sola palabra, ni el más leve respingo de sorpresa. No lo había visto, pensó. Ha estado a punto de matarme.....no habría tenido la más mínima oportunidad. Si no llega a ser por Andracis.....
Miró al joven espadachín, que limpiaba la sangre que aún quedaba en la hoja de la espada con su propia capa.
Y en ese momento Luna salió de la cocina.
-¡¿PERO ESTO QUÉ ES?! - exclamó al contemplar el espectáculo de cuerpos malheridos y sangre que había por toda la taberna - ¡MINA! ¡¿TE DEJO SOLA UNOS SEGUNDOS Y ESTO ES LO QUE ME ENCUENTRO?! ¡¿CUANTAS VECES TE HE DICHO QUE LAS PELEAS A ESPADA FUERA DE LA TABERNA?! ¡¡AHORA MISMO ME VAS A RECOGER TODO ESTO!!
Mina cogió resignada el delantal y la fregona que le tendía su tía Luna mientras le decía estas palabras. A pesar de que ya la había reñido en varias ocasiones, jamás la había visto de tan mal humor como ahora.
-¡¡Y QUIERO QUE LIMPIES HASTA LA ÚLTIMA GOTA DE SANGRE DEL SUELO!! ¡¿¿ENTENDIDO??! - le siguió gritando Luna mientras ella frotaba la gran mancha que había debajo del cuerpo de Trancos, rezando para que saliera -.
-Disculpe Señorita, pero Mina no tiene toda la culpa. - Andracis salió repentinamente en defensa de la joven hechicera - Parte de la responsabilidad es mía. De hecho - añadió señalando el cuerpo de Trancos - fui yo quien mató a este hombre.
Luna miró sorprendida al muchacho y dudó un momento entre si echarlo a patadas de la taberna por metomentodo o regañarle a él también.
-¿Quién es éste? - le preguntó la tabernera a su sobrina - ¿Un amigo tuyo?
-Sí..... Bueno, no. En realidad lo acabo de conocer. - dijo Mina - Tía Luna, te presento a......estooo..... Perdona: ¿Cómo dijiste que te llamabas? - le preguntó a Andracis con la mano sobre la nuca y sacando la lengua, como para disculparse -.
Mina había heredado gran parte de las habilidades y el potencial mágico de sus progenitores, pero para su desgracia también algunos de sus mayores defectos. En este caso quedaba patente que había heredado la mala memoria de su padre.
-Andracis, Andracis Greywords - respondió el joven mago - Justiciero errante, para servirle. - añadió con una reverencia -.
-Vaya, vaya, por lo menos es educado..... - observó Luna con una sonrisa y mirando a Andracis de arriba abajo - ¿ Y dices que tú mataste a éste hombre? - le preguntó señalando a Trancos -.
-Así es, Srta. Luna. -afirmó él -.
-En ese caso - dijo ella tendiéndole otro delantal y unos trapos - tú también deberás dejar todo esto como una patena y en concreto ese machón de sangre que hay debajo de ese tipo. ¡Venga, a trabajar!
-Lo haré encantado. - dijo él cogiendo el delantal y los trapos - Es lo justo, después de todo.....
Durante el tiempo que estuvieron limpiando la taberna, Mina miró a Andracis fascinada. No sólo era un excelente espadachín, sino que además, tal y como demostraba en esos momentos, era bueno en las tareas del hogar.
Era ya muy avanzada la tarde cuando terminaron de limpiar todo el local. Ya había anochecido y los serenos ya empezaban a iluminar las lámparas de aceite de las calles. Mina salió de la taberna, seguida de Andracis, estirándose como un gatito.
-¡Uaaah! ¡Menudo cansancio! - bostezó y añadió dirigiéndose a Andracis: - Oye ¿te importa que te haga una pregunta?
-Adelante. - concedió él -.
-¿Cómo es que sabes limpiar tan bien? No es que sea una tradicionalista, de hecho mi padre a veces cocina, pero hasta él considera que eso es un trabajo de mujeres. ¿Cómo es que tú no?
-Oh, bueno, yo también lo pienso a veces, pero estoy acostumbrado. - respondió con una sonrisa - En casa casi siempre soy yo el que hace las tareas del hogar.
-¿Y qué pasa con tu madre? ¿Es que ella no hace nada?
Andracis bajó la cabeza, poniendo una expresión seria.
-De eso quería hablarte. - dijo - Le dijiste a Trancos que eras hija de Reena Invers. ¿Es eso cierto?
-En efecto. - respondió ella henchida de orgullo - ¿Pero para qué quieres hablar con mi madre?
-Traigo un mensaje de un viejo amigo suyo. - respondió él y a continuación le rogó a Mina: - ¿Te importaría mucho si te acompaño a tu casa para verla? Vamos, si quieres.....
-¡Claro! ¿Porqué no? - accedió ella cogiéndole con un brazo y acercándole a sí - Es más, te invito a cenar. Después de todo, te debo una.
* * *
-¡¿QUÉ HORAS SON ÉSTAS DE LLEGAR A CASA, JOVENCITA?! ¡¡ESPERO QUE TENGAS UNA BUENA EXCUSA, PORQUE DE LO CONTRARIO EN CUANTO ACABE CONTIGO VAN A TENER QUE RECOGER TUS RESTOS MORTALES CON PINZAS DE LA ROPA!!
Aquel fue el recibimiento que obtuvo Mina nada más llegar a casa, por parte de su madre. Sin embargo a las regañinas de ésta ya estaba más que acostumbrada.
-¡Hola, cariño! ¿Qué tal te ha ido el día? - le saludó su padre cordialmente, saliendo de detrás de su madre -.
-¡Jolín, Gaudy! - dijo ella molesta - Siempre acabas chafando mis reprimendas. ¡Además se lo tiene merecido! ¡Hace ya horas que debería haber vuelto y ella está por allí hasta mucho después de haber anochecido!
-Pero si ha tardado tanto, seguro que es por una buena razón - insistió su marido - ¿Verdad, Mina?
Una de las razones por las que las rabietas de su madre eran siempre más soportables que las de su tía era porque su padre estaba casi siempre allí para defenderla, excepto cuando él tenía que proteger a alguien y su trabajo le obligaba a estar varios días fuera de casa.
Debería añadir antes de continuar que después de casarse y establecerse definitivamente en Zefilia, Gaudy había retomado el oficio de mercenario, mientras que Reena había fundado una tienda de objetos decorativos, la mayoría de los cuales eran en realidad objetos que había ido coleccionado a lo largo de sus viajes, y que vendía luego casi a precio de oro.
-Es cierto. - dijo Mina respondiendo a la pregunta de su padre - Veréis éste es.....
-Srta. Invers - se le adelantó Andracis - debo hablar con usted sobre un asunto serio.
-Oye, oye, un momento - le detuvo Reena - que primero hay que presentarse. Después de todo no nos conoce.....
Reena calló al instante al observar la espada que Andracis llevaba al cinto. Su empuñadura era dorada y la guarnición de la misma tenía una forma extraña, como de dos medias esferas curvas acabadas en punta.
Espadas así eran difíciles de olvidar, especialmente porque la última vez que Reena había visto esa espada, la empuñaba un viejo amigo, hace tiempo desaparecido.
-¿Zel? ¿Eres tú? - preguntó Reena esperanzada -.
-No, señorita - negó el muchacho - no soy Zelgadis Greywords, sino su hijo, Andracis. He venido para darle un mensaje de mi padre.
Reena le miró, al principio sin comprender, pero después de asimilar toda esa nueva información que el chico recién acababa de darle, lo acercó con un brazo hacia sí y lo empujó dentro de la casa, diciendo:
-¡Estupendo! Los hijos de mis amigos también son bienvenidos. Pero quiero que me cuentes todo lo que le ha pasado al viejo Zel durante este tiempo ¿De acuerdo?
-Bueno, lo intentaré. - dijo Andracis con una sonrisa nerviosa -.
-¿Qué le está pasando a Mamá? - preguntó Mina a su padre -.
-Pues creo que por el momento - respondió Gaudy - se va a olvidar de que hoy has llegado tarde, por suerte para ti..... y para mí......
* * *
Andracis contemplaba, sudando de vergüenza ajena, a los tres miembros de la familia Gabriev-Invers devorando su comida con avidez y pocos modales, al tiempo que él comía despacio su ración. No le sorprendía, sin embargo, ya que su padre le había advertido acerca de los hábitos alimenticios de su amiga. y que éstos eran contagiosos.
-Así que..... glub..... - dijo Reena con la boca llena - tu padre ahora trabaja de jornalero a sueldo.....ñam.....
-Así es. - afirmó Andracis - No había mucha gente que quisiera darle un trabajo, por lo de. bueno ya lo sabéis..... - añadió señalándose la cara para dar a entender de qué estaba hablando - Así que al final aceptó trabajar como jornalero, cultivando la tierra o talando leña para el gobernador de nuestra villa, en Elmekia.
-¿Y qué tal le va..... slurp..... - preguntó Gaudy también con la boca llena - a la princesa.....ñom..... Amelia?
-¿Princesa Amelia? - preguntó Andracis extrañado -.
-Pues claro. ñam. tu madre, Amelia Will..... eh..... ¿Cómo era su nombre completo, Reena? - le preguntó Gaudy a su mujer -.
-Amelia Will Tesla Seyruun, cabeza de chorlito. - contestó ésta secamente - Desde luego, Gaudy, a veces me pregunto cómo consigues acordarte de en qué día vives.....
Pues ahora que lo dice, pensó Gaudy para sus adentros tiene razón; no recuerdo qué día es hoy.....
-Me temo que ha habido un error. - dijo entonces Andracis - Es cierto que mi madre se llama Amelia, pero su apellido es Alset, y no Will Lo-que- sea.....
Ante esa revelación, Gaudy pareció decepcionado.
-Pues yo estaba seguro de que Zel se casaría con la princesa Amelia. -dijo -.
-Probablemente los dos habrán tomado caminos diferentes. - dedujo Reena, encogiéndose de hombros - Qué le vamos a hacer, es decisión de Zelgadis y no nuestra, nos guste o no..... Ah, a propósito: ¿Qué hay del mensaje que tu padre te dijo que me dieras?
-Más que un mensaje - aclaró el muchacho - se trata de una petición. Verá Srta. Invers, mi padre tenía la esperanza de que usted pudiera ayudarme a encontrar el original de la Biblia Clair.
-Ya. - dijo Reena al tiempo que pensaba: Lo de siempre.....Este hombre no tiene imaginación. - Para encontrar una cura para él ¿no?
-No. Es para mi madre.
Los tres Gabriev-Invers se quedaron mudos de repente y dejaron de comer, para mirar a Andracis con cara de estupor.
-¿Tu madre también es una quimera? - soltó Gaudy -.
Mientras el ex-espadachín se llevaba un par de hostias de parte de su mujer por el comentario, Mina habló por primera vez desde que empezaron a cenar.
-¿Y qué le pasa a tu madre? - le preguntó a Andracis -.
-Nadie lo sabe. - respondió él con tristeza - Es algo muy extraño. Empezó a sentir los síntomas hace..... a ver..... sí, hace unos quince años más o menos. Al principio no era nada importante, jaquecas de vez en cuando, lo normal. Pero luego los síntomas fueron a más, hasta que en el último año empezó a presentar lo que parecían los síntomas típicos de una pulmonía.
-Y a ver si lo adivino: No era pulmonía ¿verdad? - intervino Reena tras hacerle un buen chichón a Gaudy -.
-Exacto. - afirmó Andracis - No es pulmonía, ni mal de ojo, ni ninguna enfermedad conocida. Se está muriendo por dentro y lo peor es que no sabemos de qué..... Así que después de años de hacer que la visitaran todo tipo de magos, médicos y curanderos, sin que ninguno pudiera hacer nada por ella, mi padre me envió a Zefilia para encontrar a una vieja amiga suya, es decir usted, Srta. Invers, para guiarme hacia la Biblia Clair con la esperanza de encontrar entre sus páginas el remedio para su extraña enfermedad. Lo comprende ¿verdad?
Reena meditó unos instantes, seria, mientras su marido e hija, así como el joven hijo de Zelgadis, la miraban expectantes.
-Por lo que respecta a la ubicación de la Biblia Clair, te puedo decir que está escondida en las montañas de Kaatar. - dijo finalmente - Pero me temo que no puedo llevarte hasta allí. Compréndelo, chico, no es que no quiera ayudar a tu madre, pero yo aquí tengo un negocio que mantener y además mis días de aventurera terminaron hace mucho.....
-Lo entiendo. - dijo Andracis - De todos modos, ahora sé donde buscar, así que gracias. - agradeció inclinándose respetuosamente y haciendo ademán de irse -.
-¡Espera! - lo retuvo Reena - No tienes porqué irte ahora.
-Claro que no. - añadió Gaudy - Puedes quedarte a dormir esta noche aquí, si quieres.....
-Con mucho gusto. - aceptó el muchacho - Son ustedes muy amables, gracias de nuevo.
-¡Bah! No tienes porqué darlas. - le quitó importancia Reena - Después de todo los hijos de mis amigos son también mis amigos. ¡Y ahora a comer!
-Pero..... - objetó Andracis con una gota de sudor resbalando por su frente al recordar la inmensa cantidad de alimentos que Reena, Gaudy y Mina habían devorado previamente - ¿No hemos comido ya?
-¡Oh, qué va, eso sólo eran los entremeses! - dijo la hechicera con una amplia sonrisa - Ahora viene el plato fuerte. ¿Verdad, Gaudy?
-Sí. - afirmó su marido - Ahora se está haciendo en el horno. No tardará.....
-¿No oléis a quemado? - dijo Mina de pronto -.
Todos pusieron sus narices en el aire y empezaron a olfatear. En efecto, había un fuerte olor a quemado en el ambiente. y el olor provenía de la cocina.
-¡¡¡Gaudy!!! - exclamó Reena alarmada - ¡¡El horno!!
-¡Ay, no! - exclamó Gaudy llevándose las manos a la cabeza y saliendo disparado hacia la cocina -.
Segundos después, Gaudy llegó de nuevo al salón, tosiendo y cubierto de polvo y hollín, sosteniendo una bandeja con lo que parecía un pavo carbonizado.
-Estooo. Reena, me parece que nos hemos quedado sin plato principal..... - se disculpó él -.
-¡¡GAUDY, CEREBRO DE MEDUSA!! - le gritó Reena aumentando 100 veces el tamaño de su cabeza, al tiempo que Gaudy, convertido ahora en un chibi, agitaba los brazos asustado - ¡TE DIJE QUE VIGILARAS EL HORNO! ¡ANIMAL DE BELLOTA! ¡TONTO DEL BOTE! ¡SABES PERFECTAMENTE QUE CON LA COMIDA SE HA DE TENER CUIDADO Y NO DESPISTARTE, PORQUE SI NO TE PUEDE SALIR MAL! ¡IMBÉCIL! ¡TARUGO!.....
Reena continuó con la batería de insultos al tiempo que le daba de leches a Gaudy, mientras éste, cubriéndose con los brazos adolorido, clamaba piedad. Y éste lamentable espectáculo lo contemplaban Mina y Andracis, con sendas gotas de sudor resbalando por sus respectivas frentes.
* * *
-Buenas noches, Srta. Invers, Sr. Gabriev.....
-Buenas noches, muchacho. ¿Vienes Gaudy?
-Ahora vendré, Reena, en cuanto recoja lo de la cena.
-Vale, pero no tardes.
Ya había caído la noche sobre Zefilia. Mientras Andracis y Reena se iban a la cama, Gaudy recogía los platos de la mesa y los llevaba hacia la cocina.
-Mina ¿no tienes sueño?
Mina era la única, aparte de Gaudy, que aún permanecía en pie. Aunque se hubiera acostado le habría sido imposible conciliar el sueño. Tenía una duda en la mente que no la dejaba tranquila, algo que debía soltar como fuera.
Su padre era la única persona en la que había confiado plenamente toda su vida. Era pues la única persona que podría comprender lo que le pasaba a ella.
-No, no tengo sueño. - mintió - Si quieres te ayudo a lavar los platos.
-Por mí de acuerdo. - aceptó Gaudy con una sonrisa -.
Cuando ya llevaban unos doce platos lavados, Mina se lanzó.
-Papá..... ¿Puedo hablar contigo de una cosa?
-Sabes que siempre estoy dispuesto a escucharte. - respondió Gaudy - ¿Te ocurre algo?
-¡No!..... Bueno, sí.......verás..... - empezó la chica - Es que..... Papá, me gustaría ir por allí, ya sabes, de aventuras.....
Gaudy dejó de lavar platos y miró a su hija con una mezcla de lástima y seriedad. No era la primera vez que Mina sacaba ese tema.
-Ya sabes lo que opina tu madre. - dijo - Y también sabes lo que opino yo.....
-¡Sí, lo sé, lo sé, pero esta vez es diferente! - se justificó ella -.
-¿Y qué hay de diferente entre esta y las otras veces?
-Pues..... verás, es por Andracis.....
Al oír nombrar al joven hijo de Zelgadis, a Gaudy se le iluminó el rostro.
-¿Te gusta, eh? - dijo en tono travieso y dándole un codazo -.
-¡¡Claro que no, Papá!! - negó rotundamente, poniéndose colorada - ¡¿Cómo puedes pensar eso?! - cuando estuvo más tranquila, aclaró: - No es por eso, Papá, es que..... tengo una..... ¿Cómo lo llamabas tú? Deuda de honor, creo.....
-¿Una deuda de honor? - preguntó Gaudy confuso -.
-Sí..... En la taberna de tía Luna. Un tipo llamado Trancos me quiso matar. una venganza familiar, yo freí a su hermano con una bola de fuego, pero bueno, eso no tiene importancia. El caso es que..... me atacó por la espalda y..... Andracis me protegió, le ensartó a él antes de que pudiera hacerme daño.
Gaudy quedó en silencio, pensativo.
-¿No lo entiendes, Papá? ¡Le debo la vida! - continuó ella - Y tú siempre me has dicho que cuando alguien te salva la vida, tienes una deuda de honor con él y debes acompañarle hasta devolverle el favor...... Por eso quiero ir con Andracis, es el único modo en que puedo pagarle lo que ha hecho por mí.
-Comprendo..... - dijo finalmente Gaudy - ¿Tu madre lo sabe?
Mina negó con la cabeza. Gaudy siguió lavando los pocos platos que faltaban sin decir una palabra. Cuando el último plato fue colocado en lo alto del montón, el guerrero se quitó el delantal y le dijo a su hija, esbozando una media sonrisa y suspirando resignado:
-Hablaré con ella. Pero no te hagas ilusiones, porque es muy tozuda y es capaz de.....
Mina se abrazó a él repentinamente, impidiendo que acabara su frase.
-Gracias, Papá. - dijo ella -.
-Ay, por el Dios Ceipheid..... - suspiró Gaudy - ¿Porqué no tienes esa confianza con tu madre? Ya sé que es muy burra y que a la mínima que digas te suelta una bola de fuego, pero cuando se muestra tan temperamental es porque le importas, aunque en realidad no lo parezca y ella diga que no es así, que es al revés y luego te pega, pero sin querer.....bueno en realidad queriendo, pero sin malas intenciones, porque..... Euh..... creo que ni siquiera yo me aclaro con lo que estoy diciendo.....
* * *
Gaudy abrió suavemente la puerta de la habitación de matrimonio que compartía con Reena, entró sigilosamente y la volvió a cerrar a sus espaldas. Se acercó de puntillas a la cama, se quitó la ropa, se puso el pijama y se metió debajo de las sábanas, acariciando suavemente la piel de su mujer que asomaba por el camisón de raso que envolvía su cuerpo. Reena notó la caricia de su marido, se giró hacia él y le besó en los labios, sonriendo a continuación con ternura. Seguidamente ella recostó su cabeza en su pecho, mientras él la rodeaba con un brazo y la acercaba hacia sí.
-Reena.....
-¿Hum? Dime..... - preguntó ella adormilada -.
-Tenemos que hablar.....
Reena se apartó del pecho de Gaudy y dijo seria, apoyando su cabeza en su brazo:
-Ya te lo dije, Gaudy, no pienso contratar a alguien para que haga la limpieza de la casa. Bastante nos cuesta ya comprar comida y ropa, con que no tenemos para gastos extra.....
-No, ese tema no. - aclaró Gaudy - El otro.
-¡¿Ha vuelto a insistir?! - exclamó Reena con cara de fastidio - ¡A esa chica la tendré que dar un par de tundas mañana, para que aprenda!
-Esta vez es distinto..... - insistió Gaudy -.
-¡Me da igual! Ya sabes lo que pienso de esto, Gaudy, y no me vas a hacer cambiar de opinión, diga lo que diga la niña. - zanjó Reena girándose repentinamente para el lado contrario y envolviéndose enfurecida con las sábanas -.
Gaudy hizo una pausa. Sabía que debía decirlo, pero no quería preocupar a su mujer. Si lo hacía era capaz de negarse aún más.
-Andracis le salvó la vida a Mina. - le soltó -.
Reena agudizó el oído, pero no se movió.
-Tiene con él una deuda de honor ¿entiendes? - continuó Gaudy - Por eso ella dice que debe ir con él, porque así le devolverá el favor.
-¡Excusas! - dijo Reena quitándole importancia - Esa aprovecha cualquier oportunidad que se le presente para largarse por ahí.
-Vamos, Reena. - le insistió su marido - Sabes que Andracis no puede ir solo a las montañas de Kaatar. Es un viaje largo y peligroso y necesitará toda la ayuda posible. Además..... - añadió abrazándola - Mina ha crecido, Reena. Y aunque te cueste admitirlo, sabría cuidar de sí misma. - Reena iba a replicar, cuando Gaudy la interrumpió - Ya sé lo que me vas a decir, que todavía no domina todos los hechizos y que tampoco conoce todos los secretos del manejo de la espada. Y es cierto, admito que no es tan buena como tú o yo..... Pero aún así, creo que deberíamos darla una oportunidad, para que se pruebe a sí misma. Nunca progresará si no experimenta por sí sola lo que nosotros experimentamos en su día.
Reena volvió a girarse hacia Gaudy, a punto de echarse a llorar. Le miró a los ojos, esos preciosos ojos azules que la fascinaron antaño y que ahora la miraban medio serios medio suplicantes. Suspiró largamente y finalmente respondió:
-Está bien. Mañana hablaré con ella y si considero que sus argumentos son convincentes, la dejaré marchar.
Gaudy, sonrió y la besó apasionadamente, al tiempo que la abrazaba y la acariciaba, permitiendo que ella se pusiera de horcajadas sobre él.
-¡Maldita sea, Gaudy! - se lamentó ella - Desde que estoy contigo me he vuelto una blanda......
-Pues a mí me gustas más así.
Y diciendo esto, la volvió a besar de nuevo, mientras se sumergía, como había hecho tantas noches, en la suavidad de su piel y el perfume de sus cabellos, rojos cual fuego pasional y ardiente.
Tan pasional y ardiente como el fuego que ahora ardía en el interior de ambos.
* * *
Ni falta hace decir que a la mañana siguiente, después de una larga charla materno-filial, Reena consintió que Mina acompañase a Andracis en su viaje, con la única condición de que en cuanto él encontrara la Biblia Clair, volvería inmediatamente a casa.
Ya algo avanzada la mañana, Mina repasaba los últimos detalles con su madre.
-Seguid esta ruta. - les indicó Reena, señalando la susodicha ruta en el mapa que les había entregado - Es el camino más corto para llegar a las montañas de Kaatar. Tardaréis aproximadamente entre dos semanas y 20 días en llegar allí. Preguntad por Milgazia y decidle que vais de mi parte, él os ayudará..... Mina, te he dejado suficiente dinero para que podáis comprar la comida necesaria por el camino, procura no malgastarlo.
-Tranquila, Mamá, intentaré racionarlo. - la tranquilizó Mina -.
Reena miró durante unos minutos a su hija, en silencio, prácticamente al borde de las lágrimas. Ella ya sabía que tarde o temprano acabaría llegando el día en que su hija se marcharía para seguir sus pasos. Por esa razón quiso retrasar lo más posible la partida con excusas banales, porque aunque jamás lo admitiría quería demasiado a Mina como para querer que se marchase de su lado.
-En fin - dijo tras secarse las lágrimas que empezaban a asomar por sus ojos - os deseo mucha suerte. Y tú, Mina, recuerda esto: pase lo que pase, jamás te rindas ¿entendido? Una Invers nunca se rinde.
-Confía en mí, Mamá. - le dijo Mina con una gran seguridad en sí misma - Te aseguro que cuando vuelva podrás estar orgullosa de mí.
Madre e hija se miraron unos segundos en silencio, hasta que, movidas por un sentimiento de amor mutuo, se abrazaron la una a la otra. Entonces Reena no pudo contenerse más y dos surcos de lágrimas resbalaron por sus mejillas.
-¿Mamá? ¿Estás llorando? - preguntó Mina extrañada -.
-¿Eh? ¡Pues claro que no! - se excusó Reena al tiempo que se secaba las lágrimas rápidamente - Es que me pican los ojos, eso es todo.....
Mina sonrió y tras separase de su madre se abrazó a su padre. Después fue donde estaba Andracis, esperándola; era el momento de partir.
-¡Adiós, Papá! ¡Adiós, Mamá! - se despidió Mina agitando la mano, al tiempo que comenzaba a caminar - ¡Volveré pronto, lo prometo!
-¡Adiós, Sr. Gabriev! ¡Adiós, Srta. Invers! - se despidió a su vez Andracis - ¡Gracias por todo!
-¡Adiós, chicos! - se despidió Reena - ¡Y tened cuidado!
Tras las despedidas, los dos jóvenes hechiceros se alejaron con paso firme y decidido por el camino que les llevaría fuera de Zefilia. Reena veía acongojada cómo desaparecían de la vista, mientras Gaudy la cogía por el hombro acercándola hacia sí.
-¿Crees que volverán? - le preguntó a su marido, dubitativa -.
-¡Pues claro que volverán! - dijo Gaudy con total convencimiento - ¿No has oído lo que ha dicho Mina? Ha prometido que volvería. Y yo la he enseñado que nunca hay que mentir cuando se hace una promesa.....
Reena le sonrió y volvió la vista de nuevo hacia el camino. Ya no se veía rastro alguno de los jóvenes. Sólo quedaba el viento fresco y ligero de la mañana que movía las hojas de los árboles.
* * *
Cuando ya habían recorrido un buen trecho de camino, después de haber salido de la ciudad, Mina se detuvo. De repente había sentido una sensación extraña en el estómago, y no se trataba de hambre ( había desayunado muy fuerte esa mañana) Pensar que quizás pasaría mucho tiempo antes de que volviera a ver a su familia, le hizo volver la mirada, nostálgica, a la vista panorámica de la ciudad que se podía contemplar desde esa parte del camino.
-Mina ¿estás bien? - preguntó preocupado Andracis, quien se había detenido al ver que la chica no le seguía -.
-Sí, sí estoy bien. - dijo Mina volviendo repentinamente la mirada hacia el muchacho - Es sólo que..... ¿Tú crees que volveré a verles algún día?
-¿A tus padres? Pues claro que sí. - dijo él con total convencimiento - Igual que yo volveré a ver a los míos..... Ya sé, al principio cuesta separarse de ellos. Pero tú piensa que estarán esperando tu regreso con paciencia.....
-¿Es eso lo que tú haces? - le preguntó ella -.
-Sí. - afirmó él - Y por eso sé que debo continuar, pase lo que pase, y que debo esforzarme al máximo para conseguir la Biblia Clair y volver a casa cuanto antes. Por eso no debemos mirar atrás, Mina; hay que mirar siempre al frente .....
Mina asintió con la cabeza y cogió la mano que el muchacho le tendía, al tiempo que echaba un último vistazo a Zefilia, para luego mirar al frente, como bien había dicho Andracis, hacia ese futuro que les aguardaba, ese mundo que estaba allí, esperando a que ellos lo descubrieran.
Continuará. en el Capítulo 2.
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Nota de Amber: ¡La aventura comienza! Mina se va de casa, siguiendo los pasos de su mami. (Snif, snif. qué bonito, creo que me voy a echar a llorar. T_T) ¿Qué tal le irá con Andracis de compañero? Lo sabrán en el capítulo 2..
Para lo de siempre, o sea, dudas, quejas, etc., etc., escriban a: almudenmumu@yahoo.es
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