Capítulo 2: El último de los dragones antiguos
Hacía ya casi dos semanas que Mina y Andracis habían salido de Zefilia para encaminarse a las montañas de Kaatar. Su ruta continuaba por un bosque que les llevaría hacia su próxima parada: el pequeño y pacífico pueblo de Darien.
Sin embargo tenían un pequeño problema....
-Mina... ¿Estás segura de que es por aquí? - preguntó Andracis con
aspecto de cansado - Juraría que esta es la tercera vez que veo ese
roble....
-¡Pues claro que es por aquí! Bueno, o al menos debería ser por aquí.
- dijo Mina volteando varias veces el mapa que sostenía en sus manos
-.
-O sea, que nos hemos perdido.... - suspiró Andracis al tiempo que una
gota de sudor emanaba de su frente -.
-No, no nos hemos perdido. - replicó Mina de mala gana - Sólo que no
sé todavía donde estamos, eso es todo....
Al oír tan estúpida respuesta por parte de su compañera, Andracis se cayó para atrás del corte.
-¡Estúpido mapa....! - maldijo Mina - Ya podría mi madre haberme dado
uno mejor....
-Algo me dice que el mapa no tiene toda la culpa.... - murmuró
Andracis malhumorado -.
Pero Mina, que tenía un oído finísimo, le oyó.
-¡¿Insinúas que tengo un sentido de la orientación pésimo?! - le gritó
enfurecida -.
-Yo no insinúo. - le replicó Andracis en tono insolente - Afirmo en
voz alta.
-¡¡¿Quéeee?!! ¡Serás...! - dijo Mina indignada y dispuesta a darle un
par de hostias a su compañero -.
Pero antes de que llevase a cabo su cometido, Andracis se giró alarmado por algo que había oído, desenvainó su espada y cogió a Mina con un brazo, acercándola hacia sí.
-¡¡¡Eh!!! ¡¡No te aproveches, pervertido!! - exclamó Mina al ver que
la mano de Andracis se acercaba peligrosamente a la zona de los pechos
-.
-¡Calla! - le chistó Andracis y a continuación le dijo al oído - ¿No
oyes?
-¿El qué? - preguntó Mina sin comprender -.
-Escucha... - le insistió él -.
Mina cerró los ojos y agudizó el oído todo lo que pudo, haciéndose pantalla con las manos. Y efectivamente, al cabo de un rato de estar en silencio, pudo percibir los murmullos de gente que se ocultaba tras los frondosos árboles del bosque.
-Sí... - afirmó - Les oigo. ¿Crees que pretenden tendernos una
emboscada?
-No, si te parece... - dijo Andracis en tono escéptico -.
-Podrían ser bandidos ¿no? - preguntó Mina con la ilusión pintada en
el rostro, ante la expectativa de poder dar una paliza a unos cuantos
bandidos -.
-No lo creo. - negó el muchacho - Ni siquiera creo que sean humanos.
Al oír aquello, Mina empezó a preocuparse.
-¿Son... demonios? - le preguntó a Andracis -.
-No lo sé. - respondió él - Pero más vale que nos preparemos para lo
peor.
Mina entonces desenvainó su espada y los dos espadachines se pusieron espalda contra espalda. Los murmullos se tornaron en risas malévolas. Alarmados, ambos comenzaron a mirar en todas direcciones, al tiempo que daban vueltas en círculo sobre sí mismos.
-¡¡Basta!! ¡¡Salid de dónde estéis y dad la cara de una vez!! - ordenó
Mina -.
Accediendo a sus deseos, una figura finalmente salió de entre unos matorrales. Era un ser bajito, apenas alcanzaba la altura de un niño de seis años. Su cara era alargada, en forma de bulbo invertido, con barbilla y nariz prominentes y orejas puntiagudas. Vestía unos pantalones verdes raídos, con una camisa amarillo canario debajo de un chaleco rojo igualmente raído. En su cintura lucía un grueso cinturón con pistolera para trabucos, como los que sostenía en sus manos de largos y huesudos dedos.
Era un goblin. Los goblins pertenecían, al igual que los humanos, a las llamadas Razas Intermedias, aquellas que se hallaban entre el caos y el orden. La diferencia de los goblins y los humanos, aparte de su aspecto, residía en que los goblins formaban parte a su vez de una subraza, la de los semi-humanos, en la que se agrupaban además los trolls, los hombres- pez, los hombres-zorro, y una larga lista de etcéteras.
-Las manos arriba, los dos. - ordenó el goblin, apuntando a Mina y
Andracis con sus trabucos -.
-¡Ja! ¿Y quién lo dice? - dijo Mina con aires de suficiencia -.
-Yo... y mis colegas aquí presentes...
Tras decir aquello, el resto de los asaltantes salieron de sus escondites. Eran trolls, armados con hachas y cachiporras. Seres de entre metro setenta y dos metros veinte, robustos y fuertes como toros, su capacidad de raciocinio no llegaba a la de los humanos ni a la suela del zapato, a pesar de poseer la capacidad del habla. No obstante, su espíritu guerrero y su capacidad de obediencia y lealtad ciegas hacían que fueran muy apreciados como infantería ligera por los demonios, uno de los pocos seres capaces de controlar a tan malévolas, a la par que estúpidas, criaturas.
Automáticamente, los dos jóvenes espadachines se pusieron en posición de ataque, pero eran demasiados, veinte o quizás más, y les tenían completamente rodeados.
-¿Qué queréis de nosotros? - interrogó Andracis al goblin, sin soltar
en ningún momento su arma -.
-Oh, nada importante. - respondió el goblin, como si aquello fuese
algo habitual - Sólo asaltamos a la gente en este bosque para obtener
sus riquezas...y joyas. Como ésa que tú llevas, chico.
Mina miró a Andracis y se fijó, por primera vez, en la joya que éste lucía en su pecho, sosteniendo su capa. Era una joya esférica, de color azul, con una especie de estrella de cinco astas en su interior. Tenía el aspecto de una joya realmente valiosa, tanto como para haber llamado la atención del goblin y sus secuaces.
Los trolls dieron un paso al frente. Una cosa estaba clara para los dos jóvenes; no tendrían más remedio que luchar. Se miraron durante unos minutos y, como si en ese momento se hubieran leído el pensamiento, sonrieron y asintieron. Con las espadas en ristre, se situaron el uno al lado de la otra y esperaron a que sus enemigos realizaran el siguiente movimiento.
Uno de los trolls se abalanzó sobre ellos emitiendo su grito de guerra. Sin mucho esfuerzo, Andracis le despojó de su arma con un rápido mandoble de la suya propia y le pegó un codazo en la nuca que le dejó inconsciente. Otro troll se aproximó a Mina, balanceando en el aire una maza de guerra. Mina saltó segundos antes de que la golpease y utilizó un hechizo de sueño sobre él. Los demás trolls se lanzaron al ataque enseguida, pero Mina y Andracis, con su agilidad casi felina, les esquivaban una y otra vez. El goblin se dio cuenta de que atacando a los dos a la vez no tendría nada que hacer, por muchos trolls que tuviera bajo sus órdenes, así que cambió de estrategia.
-¡Tú! - ordenó a uno de los pocos trolls que todavía no se había decidido
a atacar - ¡Golpea entre los dos!
El troll obedeció. Con una extraordinaria rapidez corrió hacia Mina y Andracis, cachiporra en mano. Los dos hechiceros saltaron a ambos lados para evitar el arma. Craso error.
La cachiporra impactó con tal fuerza contra el suelo entre los dos que la onda expansiva les arrojó más lejos todavía, haciéndoles caer como fardos pesados. Cuando Andracis logró incorporarse, contempló con horror cómo los trolls rodeaban a su amiga, sin ninguna posibilidad de ayudarla.
Pero lo peor estaba aún por venir.
Súbitamente, el goblin emitió un sonoro silbido. Al rato, Andracis percibió un temblor de tierra. Luego otro. Y otro... Con cada temblor, se dibujaban ondas en el agua de un charco que había allí. Era como si algo hiciese retumbar la tierra a su paso.
Cuando se dio la vuelta, pudo ver con sus propios ojos que no andaba mal encaminado en sus suposiciones. Una criatura de más de dos metros y medio de altura, mucho más robusto si cabe que sus camaradas trolls y con enormes y voluminosos brazos que casi arrastraba por el suelo, le miraba al tiempo que varios hilos de saliva emanaban de su boca, en la que destacaban unos enormes colmillos inferiores.
Era un trasgo.
En ese momento, Mina se levantó dolorida del suelo. Lo primero que vio fue que, para su desgracia, estaba completamente rodeada de trolls, sin posibilidad de escapatoria. Por si eso fuera poco, pudo vislumbrar entre la masa de rivales que había frente a ella a Andracis, frente a un trasgo que vaya uno a saber de dónde había salido. La chica empezó a preocuparse. Había oído hablar de que los trasgos eran criaturas tan brutas y salvajes que eran capaces de despedazar a un ser humano sin pestañear. Tan peligrosos eran de manejar los trasgos que ni tan siquiera los demonios se atrevían a acercarse a ellos, por lo que la mayoría de estos seres vivían en su medio natural, sin que nadie osase a adentrarse en su territorio. por la cuenta que les traía.
Andracis entonces giró la cabeza hacia ella y la miró durante un rato a los ojos. Finalmente, le hizo un guiño y le dijo haciendo el signo del pulgar arriba:
-¡No te preocupes, yo me ocuparé de este grandullón! ¡Tú encárgate de los
demás! ¿De acuerdo?
Mina, ya más tranquila asintió.
-¡Vale! ¡Confío en tí!
Tras estas palabras por parte de la joven hechicera, Andracis desenvainó su espada y se encaró con el trasgo. Mina hizo otro tanto con su propia espada, pero en vez de ponerse en posición de ataque, se arrodilló en el suelo, apoyándose en la espada, que había clavado en el suelo, y cerró los ojos.
'Calma.', se decía mientras intentaba concentrarse. 'Ante todo calma. El enemigo siempre aprovecha cuando estás nervioso para atacar. Concentración..... Tengo que concentrarme en mi objetivo....No ataques primero nunca, espera a que sea el momento oportuno.... Eso es lo que suele decirme mi padre. No puedo defraudarle. Debo concentrarme y aprovechar la oportunidad....'
Los trolls miraban desconcertados a la chica, que continuaba, inmutable, en pose de meditación. El goblin, ya harto de esperar, tomó cartas en el asunto.
-¡Dejad de mirarla, idiotas! - le gritó a sus subordinados trolls -
¡Atacadla de una vez!
Obedientes, aunque dubitativos, los trolls se abalanzaron en tropel sobre la todavía pensante Mina. En el momento en que casi los tenía encima, abrió los ojos finalmente y alzó la mano que hasta el momento había mantenido apoyada sobre su rodilla.
-¡LUZ!
Después de decir aquella palabra, una brillantísima luz surgió mágicamente de la mano de la chica. Los trolls, sorprendidos por la rapidez de aquella reacción y la intensidad de aquella luz cegadora, se detuvieron y se cubrieron los ojos con los brazos.
'Ésta es mi oportunidad', pensó Mina. 'No mires, Mina. Debes sentir a tus enemigos, su energía, su miedo....'
Rápidamente, mientras aún duraba el efecto del hechizo de luz, Mina sacó la espada del suelo y atacó. A través de sus otros sentidos, pudo percibir la posición de sus oponentes. Uno por uno fue derrotándolos a base de certeros mandobles de espada. A uno le arrancó una oreja, a otro un brazo, a otro lo atravesó limpiamente por el vientre.... y todo ello con una precisión increíble.
Cuando finalmente el efecto del hechizo se pasó, Mina cayó agotada de rodillas al suelo. Reuniendo fuerzas pudo levantarse y darse la vuelta para contemplar el efecto de su ataque.
Lo que vio la dejó horrorizada.
Los trolls que ella creía derrotados, se levantaron del suelo en donde habían yacido, supuestamente sin vida o muy malheridos. Entonces, para mayor sorpresa de Mina, las heridas que había provocado en la piel de los trolls se cerraron rápidamente. Los miembros amputados volvieron a crecer. Incluso aquel al cual Mina había atravesado logró que el profundo agujero que tenía en el vientre se cerrara.
Mina lo contemplaba todo con el desconcierto y el miedo pintados en el rostro. A su espalda, el goblin se reía estridente y cruelmente. Aquella risa le heló la sangre.
-¿Es que acaso no lo sabías, jovencita? - preguntó el goblin con sorna -
Los trolls tienen la capacidad de regenerar cualquier herida, por
profunda o grave que sea. Lo que implica que por más que les ataques,
jamás podrás vencerles.
-¿Co.....Cómo? - balbució Mina atemorizada al tiempo que se volvía hacia
el goblin -.
-Tu amigo y tú habéis sido muy molestos. - continuó el goblin - Pensaba
perdonaros la vida y sólo abandonaros malheridos en medio del bosque.....
Aún habríais podido tener la posibilidad de sobrevivir, pero por tercos
no voy a tener más remedio que mataros a los dos. Bien, grandullón, te
dejo que hagas lo que quieras con él. - dijo a continuación dirigiéndose
al trasgo -.
El trasgo sonrió maliciosamente al oír aquello. Volvió la cabeza hacia Andracis, que seguía frente a él en posición defensiva, cogiendo la espada con ambas manos frente a sí. A continuación, el trasgo pasó la lengua golosamente por sus afilados colmillos y se abalanzó sobre el muchacho.
-¡Andracis...! - gritó Mina al tiempo que corría para socorrerle -.
Pero la chica fue parada en seco por un puño poderoso que se le clavó en el estómago, haciendo que expulsara sangre por la boca. El puño pertenecía a uno de los trolls del goblin, que la había golpeado tan fuertemente que la lanzó hacia atrás. Otro troll que estaba detrás de ella le pegó una poderosa patada en la espalda, enviándola hacia otro troll, que la golpeó en plena cara con su maza de guerra. Como si fuera una pelota de playa, los trolls se fueron pasando a Mina los unos a los otros, vapuleándola cada vez más fuerte. El último golpe que recibió, de parte de un troll que blandió su maza directamente a su mentón, hizo que cayera rodando por el suelo.
La imagen de la pobre chica intentando levantarse del suelo, provocó una carcajada generalizada entre los trolls. Realmente el aspecto de Mina ofrecía un espectáculo lamentable: tenía moratones y heridas por todas partes, eso sin contar con que todavía sangraba por la boca, a causa del golpe recibido en el estómago. Pero eso no era lo peor.
Cuando Mina intentó incorporarse sobre sus piernas, sintió un fuerte dolor en una de ellas. Al agarrársela dolorida, pudo constatar que se había torcido el tobillo.
'¡Mierda! Es justo lo que me faltaba.', se lamentó para sus adentros. 'Ahora ni tan siquiera puedo huir. ¿Qué voy a hacer?'
Justo en ese momento, oyó un alarido. Al levantar la vista se percató de que el alarido lo había emitido Andracis. El trasgo le había propinado un zarpazo tremendo, despojándole de su espada y provocándole una profunda herida en el pecho.
-¡¡Andracis.....!!
Mina hizo un último esfuerzo por ponerse en pie y ayudar a pobre Andracis, pero su dolor de tobillo era mayor que su resistencia y cuando apenas había dado dos pasos, se desplomó en el suelo gimiendo y sujetándose en tobillo torcido.
'Es inútil.....', pensó al tiempo que de sus ojos surgían lágrimas de impotencia. 'No puedo hacer nada.....Ni siquiera puedo ayudar a Andracis..... He fallado en mi misión, padre... Es el fin......'
Un par de ojos se abrieron y brillaron entre las hojas de los árboles.
Segundos después, una figura pasó como una exhalación entre el grupo de trolls que rodeaban a la desvalida Mina. Antes de que éstos pudieran reaccionar, la chica había desaparecido. Volvieron a verla, en brazos del extraño que levitaba, amenazador a la vez que majestuoso, por encima de sus cabezas.
-¡No.... no puede ser...! - balbució el goblin, quién había reconocido al
recién llegado y lo miraba, completamente pálido - ¡Es él! ¡Él otra vez!
* * *
Mina abrió los ojos y dirigió la mirada, sorprendida, a su salvador. Era un muchacho joven, puede que uno o dos años más mayor que ella. Era de facciones hermosas, de cara alargada al igual que su nariz. Su pelo turquesa era largo y algo desordenado, como la melena de un león. En cada una de sus mejillas dos surcos de cicatrices eran perfectamente visibles. Los brazos que la sostenían eran fuertes y musculosos. Su bien formado pecho estaba cubierto por un chaleco oscuro, de color azul marino. Vestía además unos pantalones blancos que le llegaban hasta las rodillas, un pañuelo largo de color violeta que rodeaba su cintura, unas vendas que le cubrían parte de las pantorrillas, a modo de calcetines, y calzaba una especie de mocasines.
Cuando él le devolvió la mirada, Mina se fijó en sus ojos, de color ámbar, alargados y grandes, de mirada viva pero triste y seria. Y en ese momento ella pensó que eran los ojos más hermosos que había visto en su vida y se sonrojó.
Iba a darle las gracias por haberla salvado, cuando, sin mediar palabra, el muchacho la tiró directamente a las ramas del árbol más cercano y, sin preocuparse de que ella no se hubiera caído (afortunadamente Mina era rápida de reflejos y pudo aferrarse a un par de gruesas ramas, aunque eso sí, se sentía algo confusa), dirigió sus palmas abiertas hacia el grupo de trolls que todavía lo miraban.
-¡INVERTIR! - gritó -.
Un flujo de energía fluyó de sus manos y alcanzó a todos los trolls, que se miraban entre sí confusos. Seguidamente se metió entre las ramas de los árboles de dónde había salido y surgió de nuevo, con una lanza en la mano derecha. Mina entonces se fijó en que un par de alas negras sobresalían de su espalda.
El muchacho alado lanzó la lanza directamente a los trolls. Éstos la esquivaron, la mayoría sin más consecuencias que un arañazo y después de atravesar todo el grupo, la lanza se clavó en el suelo.
Mina no comprendía el porqué de ese ataque tan fútil, pero no tardó en darse cuenta de que lo había infravalorado. Tan pronto como la lanza se clavó en el suelo, los arañazos que ésta había provocado en la piel de los trolls se empezaron a abrir, tornándose en heridas cada vez más grandes. Al cabo de unos minutos, los trolls cayeron en el suelo, desangrados y gimiendo de dolor.
El joven descendió para recoger su arma del suelo. En ese momento las ramas en las que Mina se sostenía decidieron romperse. Por suerte el muchacho, que estaba justo debajo, la cogió antes de que cayera al suelo. Después la depositó cuidadosamente al pie del árbol y dirigió una mirada seria al goblin, que estaba paralizado por el miedo, y dirigió sus pasos, lentos pero decididos, hacia él.
Desesperado, el goblin disparó sus trabucos, pero fue un ataque inútil; el joven hizo girar su lanza de manera que formó un escudo que desvió las balas. El goblin entonces tomó la decisión más sensata: huir. Pero el muchacho ya le había cogido del chaleco y lo había alzado frente a sí, de manera que se situaron cara a cara.
-Por favor, por favor, suéltame... - imploró el goblin con dos surcos de
lágrimas exageradas surgiendo de sus ojos y poniendo una carita que
parecía más bien decir "¡No me mates, porfaaa...!" -.
El joven sonrió maliciosamente y habló por primera vez desde su aparición.
-¿Todavía sigues con ésas? - dijo - Groom, eres realmente patético. Sabes
perfectamente que por más secuaces que contrates yo siempre estaré aquí
para impedir que ataques a gente inocente... ¿Y aún así te arriesgas? No
he visto un goblin más cabezota que tú....
-¡No lo haré más, no lo haré más! - juró el goblin, de nombre Groom -
¡Por favor, déjame marchar...!
-No te preocupes por eso, te dejaré ir. - dijo el chico arrojando a Groom
a los matorrales y añadió con cara de desprecio: - No vales la pena...
Groom se incorporó torpemente y miró al joven con odio contenido. Antes de salir corriendo, ordenó a su trasgo:
-¡Termina con ése de una vez y luego encárgate de los otros dos!
Y tras estas palabras desapareció.
Alarmados, Mina y el otro dirigieron sus miradas hacia el trasgo que se estaba enfrentando a Andracis. Mina vio con horror cómo el trasgo cogía a su amigo y lo zarandeaba en el aire antes de arrojarlo con fuerza al suelo. Andracis quedó totalmente inmóvil. Un charco de sangre empezaba a rodearle a medida que el troll se acercaba a él para rematarle.
-¡Andracis! ¡NOOO! - gritó Mina desesperada e impotente -.
El trasgo se paró justo al lado del cuerpo inmóvil de Andracis y alzó su zarpa. Mina se cubrió los ojos con las manos, incapaz de mirar lo que creía que vendría después. Entonces se oyó un ruido, como de dos metales chocando.
Mina, picada por la curiosidad, se destapó los ojos y levantó la vista.
El joven desconocido se había interpuesto entre Andracis y el trasgo, reteniendo la zarpa con su lanza. Entonces, con un rápido movimiento, apartó la zarpa y con otro hizo retroceder a la bestia.
El trasgo se palpó el pecho, atravesado por una cicatriz enorme, provocada por la punta de la lanza que empuñaba el muchacho con pose desafiante. Sus ojos se tornaron rojizos por la rabia y arremetió contra el joven.
Éste se elevó rápidamente, evitando el ataque del monstruo. A continuación, voló hacia su espalda y se aferró a su cuello. El trasgo se empezó a mover bruscamente tratando de quitárselo de encima, pero el chico se sujetaba con fuerza. En un momento en que el trasgo se movía menos, enarboló la lanza y la dirigió con fuerza hacia la nuca.
El trasgo quedó paralizado al sentir la punta de la lanza atravesando su médula espinal. Pronto se quedó sin aire, pues sus pulmones habían dejado de funcionar. Luego también le falló el corazón. Finalmente, el cuerpo sin vida del trasgo cayó como un fardo pesado. El muchacho había saltado de su espalda justo a tiempo para coger a Andracis y alejarlo antes de que el troll lo aplastara.
Mina corrió, tan deprisa como se lo permitía su tobillo hinchado, hacia el cuerpo inerte de Andracis, quien había sido depositado cuidadosamente en el suelo cerca del árbol. Se inclinó sobre él y comprobó que aún respiraba, pero sangraba mucho por el pecho y estaba inconsciente.
-¡Andracis! - le gritó agitándolo para que se despertase - ¡Andracis!
¿Estás bien? ¡Responde! ¡Dime algo, por el amor de Ceipheid!
Pero el chico no reaccionaba. Mina, sin perder más tiempo empezó a recitar un hechizo de resurrección, pero alguien se le adelantó.
El muchacho desconocido tenía ya sus manos, de las cuales surgía una brillante luz blanca, extendidas sobre el pecho de Andracis. A pesar de ello, Mina decidió colaborar y también ejerció su hechizo de resurrección sobre su amigo. Poco a poco, las heridas se fueron cerrando y dejó de sangrar. Unos minutos después, Andracis empezó a recobrar el conocimiento.
-¿Te encuentras mejor? - le preguntó ella, ayudándole a incorporarse -.
-Sí... Bueno, eso creo... - respondió él -.
De repente, sin previo aviso, recibió un capón por parte de Mina en toda la cocorota, provocando un enorme chichón.
-¡Eh! ¿¡Porqué has hecho eso...!? - le gritó él, al tiempo que una vena
sobresalía de su frente, pero pasó rápidamente del enfado a la sorpresa
al ver que Mina intentaba contener las lágrimas -.
-¡Idiota! - le insultó ella - ¡Casi me matas del susto! ¡No vuelvas a
enfrentarte a un trasgo tú sólo! ¿¡Me oíste!?
Andracis sonrió con cariño y depositó una mano sobre el hombro de Mina.
-No te preocupes. - le tranquilizó - Ya todo ha pasado.. Por cierto:
¿Quién es ése? - añadió fijándose de pronto en el muchacho del pelo
turquesa -.
-¡Ah, es verdad! - exclamó Mina acordándose de pronto del recién llegado
- Andracis, te presento a nuestro salvador. Y a propósito, gracias por
ayudarnos...eh...
-Valteria. Valteria Ul Copt. - dijo el muchacho, adivinando la pregunta -
Y no ha sido nada, olvídalo.
-Ya, bueno... eh... estooo.... - balbució Mina al fijarse de nuevo en las
alas negras que sobresalían de la espalda de Valteria - Oye, esas alas...
¿No serás por casualidad...?
-¿...Un dragón? - terminó la frase Valteria, adivinando de nuevo los
pensamientos de la chica - Sí, en efecto, lo soy. Un dragón antiguo para
ser más exactos.
-¿Un dragón antiguo? - preguntó Andracis extrañado - Juraría que habían
sido exterminados hace mucho tiempo... o al menos eso leí...
-Todos excepto yo. - apuntó Valteria, triste pero a la vez con orgullo -
Soy el último de los dragones antiguos que existen en este mundo.
Los dos adolescentes se quedaron con la boca abierta sorprendidos ante aquella revelación. Habían oído historias de sus padres entablando amistad con dragones dorados (en particular con una sacerdotisa del templo del Dios Dragón de Fuego), pero eso de ver frente a sus propias narices a un dragón antiguo distaba mucho de cualquier experiencia de sus padres tratando con dragones dorados, comunes y corrientes en aquel mundo. Contemplar a Valteria era poco menos que contemplar un milagro de la naturaleza.
-¿Sorprendidos? - les preguntó Valteria con una sonrisa - No me extraña.
La mayoría de los viajeros que rescato se quedan igual de alelados cuando
se lo digo...
-¿Es a eso a lo que te dedicas? - preguntó Andracis - A rescatar
viajeros, me refiero...
-A eso - aclaró Valteria - y a guiarles fuera del bosque, para llevarles
a Darien... previo pago de un módico precio, claro está. No me importa
salvar el pellejo a unos pobres desgraciados una vez, pero hacerles de
guardaespaldas hasta llegar al pueblo... Digamos que es un riesgo que
preferiría no correr gratis...
-¿Tan peligroso es éste bosque? - preguntó Mina temerosa -.
-¿No me digáis que no habéis oído hablar del Bosque Maldito de Darien? -
dijo Valteria riendo a carcajadas ante la ignorancia de los dos jóvenes -
Ya veo que no. Bueno, jovencita, míralo de éste modo: por alguna extraña
razón que desconocemos, hace unos diez años aproximadamente el bosque
empezó a infestarse de trolls, trasgos y hombres-lobo salvajes. Como les
falta territorio, la mayoría se han vuelto hostiles y atacan
sistemáticamente a todo aquel que osa entrar en el bosque, en especial
humanos. Algunos aprovechados, como el menda ése - añadió refiriéndose a
Groom, el goblin - se han dedicado a domesticar a algunas de éstas
criaturas y usarlas para asaltar a los caminantes inocentes y
enriquecerse a su costa. Yo soy el único habitante de Darien capaz de
atreverse a entrar y salir del bosque sin prácticamente riesgo a salir
herido.
-¿Y tú nos guiarías a través de éste bosque? - preguntó Mina ansiosa y
con los ojos brillantes de ilusión, ante la posibilidad de ser protegida
por un dragón antiguo tan apuesto -.
-Ya lo dije antes: sí, mientras me paguéis una buena cantidad.... -
respondió Valteria -.
-Eh, un momento... - dijo Andracis desconfiado - ¿Cómo sabemos que nos
guiarás hasta Darien y no a una muerte segura?
-Muy sencillo. Si quisiera enviaros a una muerte segura, habría dejado
que ellos - dijo el dragón señalando los restos mortales de los trolls y
el trasgo - se encargaran de vosotros... En cambio os he salvado la vida.
En mi opinión eso es una muestra clara de que no pretendo vuestro mal...
En ese momento, desde lo más profundo del bosque, se oyó un aullido de un hombre-lobo que heló la sangre a Mina y Andracis.
-Claro que si preferís quedaros aquí y arriesgaros a que os devoren las
bestias... - añadió Valteria dándose la vuelta y desplegando sus alas, en
ademán de irse -.
-¡¡No, no, espera!! - le retuvo Andracis y suspirando resignado accedió -
Está bien, te pagaremos, tú pon el precio....
-Normalmente no hago este trabajo por menos de 200 monedas.
-¡¡¿¿QUÉEEEE??!! - exclamó Andracis horrorizado - ¡¿200 MONEDAS?! ¡PERO
ESTO ES UN ROBO...!
-Espera, Andracis... - le interrumpió Mina. A continuación la chica
registró su mochila y al cabo de un rato sacó una bolsa, que contenía el
dinero que había recibido por proteger al transportista en el camino
hacia Zefilia unos días antes - Te doy 150 monedas ahora y no volverás a
vernos el pelo nunca más. ¿Hacemos trato?
Valteria se pensó unos minutos la oferta. Andracis no lo veía claro y miraba a su amiga con cara de preocupación, pero Mina estaba tranquila. Confiaba plenamente en su habilidad para los negocios, en parte heredada de su madre, en parte aprendida de su tía.
-¡Hecho! - accedió el dragón finalmente, arrebatándole a Mina la bolsa de
las manos y metiéndosela en el bolsillo interior del chaleco. A
continuación añadió, desplegando sus alas y echando a volar: - ¡Seguidme!
Mina se apresuró a seguir a Valteria y Andracis hizo otro tanto corriendo en pos de su amiga a la vez que le gritaba:
-¡Eeeeh! ¡Mina, espérame....!
* * *
Tras apenas diez minutos de marcha, Mina, Andracis y Valteria llegaron a los límites del bosque. Desde donde se hallaban podían contemplar una preciosa vista panorámica del pueblo. Era bastante pequeño, con una única calle que la atravesaba y estaba conectada con la carretera de acceso principal. Casi todo eran casas pequeñitas, de no más de 2 pisos (excepto la casa del gobernador local, que tenía tres), cada una de las cuales tenía su chimenea que expulsaba humo constantemente.
-Parece acogedor. - observó Andracis -.
-Psé, bueno, no es como Zefilia, pero no está nada mal. - dijo Mina -.
-¿Habéis estado en Zefilia? - preguntó Valteria con interés -.
-Venimos precisamente de allí. - afirmó Andracis -.
-¡De hecho yo nací allí! - presumió Mina -.
Valteria dirigió la mirada, nostálgico, a su pueblo natal.
-Los pueblos son siempre bonitos y acogedores. - dijo - Pero enseguida te
cansas de estar siempre en el mismo sitio. Me dais tanta envidia...
Seguro que habéis estado viajando por muchos sitios interesantes. Lo que
yo daría por ver las tierras más allá de mi pueblo, más allá de la
barrera incluso....
Andracis y Mina le miraron sin comprender. Valteria, al sentirse observado, se llevó una mano a la nuca y dijo riendo para disimular:
-¡Pero bueno, supongo que mis problemas no os interesan mucho! ¡Ja, ja,
ja! En fin - añadió reanudando la marcha - sigamos...
-¿Adónde nos llevas? - preguntó Mina - Ya hemos salido del bosque...
-Os dije que os guiaría hasta Darien y eso es lo que haré. - respondió
Valteria sin girarse - Venid, os llevaré al taller de mi madre...
-¿De tu madre? - preguntó Andracis -.
-Sí. Ella tiene un negocio de venta de jarrones y mazas. - aclaró el
dragón - Hace los mejores jarrones a este lado de la barrera. - añadió
orgulloso - Por cierto, os agradecería que le comprarais alguno..
llevamos unos meses sin vender nada y...
Mina y Andracis miraron a Valteria con sendas gotas de sudor resbalando por sus frentes. Andracis pensaba: 'Qué morro, nos cobra un ojo de la cara por llevarnos a Darien y encima quiere que compremos un estúpido jarrón....'
-Claro que si no lo hacéis me veré obligado a... digamos, devolveros al
bosque... - amenazó Valteria, como si hubiera leído los pensamientos de
Andracis -.
-¡Oh, no te preocupes! - le dijo éste, sudando nervioso - ¡Si tenemos
dinero de sobras! Je, je, je, je...
Sonriendo satisfecho, el dragón se dio la vuelta y siguió caminando. Mina y Andracis lo siguieron con cara de resignación.
Poco después llegaron frente a una de las muchas casitas de Darien. Ésta tenía además un escaparate en el que se exhibían al público las maravillas que realizaba la dueña con su torno de alfarero, recién acabadas y pintadas. Eran unas vasijas exquisitamente decoradas. Al verlas, Mina comprendió porqué Valteria decía que eran las mejores de aquel lado de la barrera.
En los escalones de la entrada había un hombre-zorro, de pelaje rojizo, más o menos de la misma altura que Mina, con un parche cubriendo el lugar donde debiera estar su ojo izquierdo. En esos momentos estaba ataviado con un delantal rosa y barría los escalones con una escoba de cerdas desgastadas por los años de uso. Al verle, Mina se asustó y se refugió detrás de Valteria.
-¡Eh, tranquila, no pasa nada! - le tranquilizó él - Es totalmente
inofensivo. Se llama Jiras y trabaja para mi madre.
El tal Jiras, al oír la conversación, levantó la vista. Al ver que el joven hijo de su patrona había regresado, sonrió y le saludó.
-¡Bienvenido de nuevo, amo Valgaarv!
-¿Valgaarv? - preguntó Mina extrañada - ¿No decías que te llamabas
Valteria? - y añadió amenazadoramente: - ¿O acaso intentas pegárnosla?
-No, no, os he dicho la verdad. - dijo Valteria con una gota de sudor
resbalando por su frente - Lo que pasa es que Jiras se empeña en llamarme
así, aunque no entiendo porqué...
Mientras la discusión se desarrollaba, Jiras había entrado por unos segundos en casa, llamando a su patrona a voz de grito.
-¡¡Eh, Jefa!! ¡El amo Valgaarv ya está aquí!
Volvió poco después junto a una mujer, de largos cabellos rubios que caían en abanico por su espalda, y unos grandes ojos azules que miraban a su hijo seriamente. Vestía un vestido rosa con volantes, (demasiado cursi, en opinión de Mina) encima del cual llevaba una capa blanca con ribetes púrpuras, atada con un grueso lazo azul. Sus manos, apoyadas en las caderas en jarra, estaban cubiertas por unos guantes cortos blancos y calzaba unas botas igualmente blancas. También era blanca la cofia que reposaba sobre su cabeza. De sus orejas pendían unos voluminosos pendientes dorados y azules y su frente estaba adornada por una diadema con una esferita azul en el centro.
-¡Hola, Mamá! - saludó Valteria sonriente y añadió señalando a Mina y a
Andracis - ¡Mira, me he encontrado a éstos en el bosque! Groom les había
atacado...
Los dos hechiceros asintieron, pero la madre de Valteria no parecía estar escuchando. Había cerrado sus ojos y cruzado los brazos encima de su pecho, todavía seria.
-Y están muy pero que muy interesados en tus jarrones. - y dijo
amenazadoramente a los dos jóvenes: - ¿Verdad, chicos?
Mina y Andracis volvieron a asentir, con sendas gotas de sudor resbalando por sus frentes, mientras la madre de Valteria seguía en la misma pose de antes, con una vena resaltando en su frente.
-¿No es una buena noticia, Mamá? ¿Eh? - insistió el joven dragón al ver
que su madre no decía nada -.
Finalmente, tras suspirar para controlar su estado de ánimo, la mujer habló:
-Val, hijo... ¿No te has olvidado de algo?
Valteria miró, extrañado, a su madre con los ojos abiertos de par en par. Intentó hacer memoria rápidamente, pero parecía que ya había hecho todas sus tareas antes de salir de casa: había limpiado las tazas del desayuno, colgado el cartel de "ABIERTO", sacado la basura, hecho sus camas.. no, que él supiera no se había olvidado de nada.
Mientras meditaba, su madre se le había acercado por detrás. De repente, puso sus puños cerrados sobre las sienes del muchacho y las apretó fuertemente con los nudillos.
-¡¡CUÁNTAS VECES TE HE DICHO QUE CADA VEZ QUE DESPLIEGUES LAS ALAS TE
QUITES EL CHALECO PRIMERO!!¡¡ESTOY HARTA DE TENER QUE COSER LOS AGUJEROS
CADA DOS POR TRES!!¡¡LA PRÓXIMA VEZ QUE VUELVAS A HACERLO TE LOS COSERÁS
TÚ...!!
Consignas de ese tipo siguió despotricando la buena mujer, mientras su hijo suplicaba clemencia a causa del insoportable dolor en las sienes, y Jiras, Mina y Andracis contemplaban la escena sudando de vergüenza ajena.
-Esteee... deben excusar al amo Valgaarv... - se disculpó Jiras en nombre
de Valteria - La jefa tiene mucho carácter...
-No, si no pasa nada... - dijo Mina con una sonrisita nerviosa - Si ya
estoy acostumbrada a escenas como ésta... - añadió al recordar las
cientos de escenas familiares protagonizadas por sus progenitores, en las
que el padre casi siempre acababa sufriendo las consecuencias de la ira
de su madre -.
Y Mina suspiró pesadamente, preguntándose si todas las madres a este lado de la barrera eran igual de brutas...
* * *
Media hora después, la madre de Valteria servía algo de té recién hecho en las tazas de Mina y Andracis, mientras que el propio Valteria cosía, resignado, los agujeros de su chaleco sentado en una butaca aparte. Jiras también estaba presente en aquella reunión, sorbiendo té de su propia taza.
-¿Así que usted es Filia Ul Copt? - preguntó Mina antes de darle un sorbo
a su té - Mis padres alguna vez me hablaron de usted, pero jamás me
mencionaron que viviese aquí...
-Normal. - dijo Filia tras sorber su té - Nunca les dije dónde vivía. No
me lo preguntaron y aunque lo hubiesen hecho, no se lo habría dicho;
prefería estar tranquila, cuidando de mi hijo y de mi tienda, sin que me
hicieran una visita sorpresa. ¿Comprendes lo que quiero decir?
-Me temo que sí... - dijo Mina sudando de vergüenza ajena al recordar que
todas las salidas con sus padres siempre habían acabado con el lugar que
visitaban completamente destrozado -.
En ese momento una figura, embutida en un delantal de color rosa (Andracis juraría que era el mismo que vestía Jiras hace un rato, sólo que en talla extra grande) apareció de la cocina con una bandeja llena de pastas para el té. Era un troll, de piel verdosa, muy alto y corpulento como era habitual en su especie. Al igual que Jiras era tuerto del ojo izquierdo, sólo que en vez de cubrirse el ojo malo con un parche, tenía una especie de joya insertada en la cuenca del susodicho ojo. Mina se quedó paralizada ante aquella aparición.
-¿Os apetecen unas pastas? - preguntó amablemente el troll -.
Entonces ocurrió el desastre: Mina empezó a chillar nerviosa y a repartir mandobles con su espada a diestro y siniestro, tirando la mesa y todo lo que había encima (que incluía la tetera todavía llena, las tazas. y las pastas que el troll acababa de traer). Después se refugió en los brazos de un no menos confundido Andracis, lloriqueando.
-¡¡Que no se acerque a miiii....!! - dijo entre sollozos -.
-¿Qué le pasa, amo Valgaarv? - preguntó el troll a Valteria, quien seguía
concentrado en su tarea de costura, ajeno a lo que había ocurrido -
¿Acaso no le gustan las pastas?
-No te lo tomes como algo personal, Gaubros. - le respondió el dragón -
Es que ella fue atacada por trolls de Groom y, claro, está asustada.... Y
Mina - añadió dirigiéndose a la todavía sollozante hechicera - no tienes
de qué preocuparte, también él trabaja para Mamá.
Mina, ya más tranquila, dejó de sollozar y se desprendió de los brazos de Andracis al tiempo que se secaba las lágrimas. Jiras levantó de nuevo la mesa y ayudó a su jefa a poner un poco de orden, mientras Gaubros recogía la bandeja del suelo y se retiraba a la cocina, al tiempo que pensaba: 'Seguro que se ha puesto así porque le he echado demasiado azúcar...'
-Madre mía, cómo se nota que eres hija de Reena y Gaudy... - murmuró
Filia después de recoger todo el estropicio que había provocado Mina -
Ah, y hablando de ellos: ¿Qué tal están?
-Oh, bien... Bueno, discutiendo siempre, sobretodo a la hora de la
comida... - dijo Mina - La que no está demasiado bien es su madre. -
añadió señalando a Andracis - Está gravemente enferma.
-¿En serio? - preguntó Filia mirando a Andracis con cara de preocupación
- ¿Y qué tiene?
-Es mejor que se lo explique desde el principio - respondió éste tras
dejar su taza encima de la mesa -.
Durante los siguientes minutos, Andracis le explicó con todo detalle cómo hace unos años su madre empezó a manifestar los primeros síntomas de una enfermedad que se agravaría con el tiempo, cómo su padre le pidió que fuera en busca de Reena Invers para que le ayudase a encontrar la Biblia Clair original (y con ella, con suerte, un remedio para la extraña enfermedad de su madre) y cómo finalmente se unió a Mina para ir hacia las montañas de Kaatar, donde la Biblia Clair estaba oculta desde hacía años. Para cuando el joven hechicero concluyó su relato, Valteria ya había terminado de coser los agujeros de su chaleco y se había unido a los demás en la mesa.
-Así que por eso llegasteis aquí. - dijo Filia meditabunda - Porque
Darien y su bosque son lugares de paso obligatorio para llegar a las
montañas de Kaatar.
-Así es. - afirmaron Andracis y Mina al unísono -.
-Hum... Conozco ese lugar... y también a quien lo custodia, Milgazia -
continuó Filia tras unos minutos de pausa - Él era uno de los más
ancianos en el antiguo templo de Ragardia, es decir, la Diosa Dragón de
Agua. Cuando ésta fue destruida por Gaarv, la mitad de los dragones del
templo, incluido Milgazia, se refugiaron en las montañas de Kaatar y
decidieron custodiar la Biblia Clair, la memoria viva de Ragardia. La
otra mitad desapareció. Algunos dicen que Gaarv los mató. Otros que
simplemente se desperdigaron por el mundo y ahora viven vaya uno a saber
dónde...
Hizo una pausa para sorber algo de té y siguió.
-El caso es que al final tu madre, Reena Invers, - dijo dirigiéndose a
Mina - consiguió acceder a la Biblia Clair y adquirir conocimientos que
más adelante le permitirían derrotar a Fibrizo. Lamentablemente parece
ser que cuando ella acabó de consultarla, Gaarv apareció en el plano
donde se ocultaba y tras una lucha contra Aqua, una de las encarnaciones
de Ragardia, el lugar quedó destruido y la Biblia Clair sellada para
siempre. Así que me temo que vuestra búsqueda ha sido infructuosa...
Mina y Andracis se miraron y agacharon la cabeza desilusionados. Todas las esperanzas que habían puesto en la Biblia Clair para curar a la madre de Andracis se habían desvanecido en apenas un instante. Pero Filia aún no había terminado de hablar:
-No obstante - dijo - aún os queda una posibilidad...
Tras decir éstas palabras, la dragona se acercó a las estanterías que adornaban la pared del salón, cogió un pergamino y lo desplegó encima de la mesa, después de despejarla. El pergamino resultó ser un detallado mapa geográfico de la zona comprendida entre Zefilia y Zoana, ambos reinos inclusive.
-¿Veis esto? - dijo señalando un lugar en el mapa - En este lugar se
hallaba antes la ciudad de Sailon...
-¿Sailon? - preguntó Mina con curiosidad - Alguna vez he oído hablar de
ella. ¿No era esa ciudad que fue destruida por los demonios hace....? -
se rascó la cabeza intentando recordar cuando tuvo lugar aquel
acontecimiento- A ver... ¿Cuánto hace de aquello?
-Quince años. - dijo de repente Andracis - Me acuerdo perfectamente
porque poco tiempo después mi madre enfermó. Fue algo terrible.. -
recordó tristemente - Hasta aquel entonces, Sailon había sido la capital
de la magia blanca. Un lugar donde los demonios no podían acceder, pues
estaba protegido por una fuerte barrera mágica, cuyo origen aún se
desconoce.. Fue un reino muy próspero y su gobernante, el Príncipe
Philionel de Sailon, un líder respetado por sus súbditos y otros reinos
vecinos, promovió su política de la no-violencia...
-Pero el reino tenía serios problemas internos, especialmente por la
intriga y las traiciones que se habían forjado en torno a la familia de
Philionel. - continuó Valteria - Primero el asesinato de su esposa y la
marcha de su hija mayor, luego dos intentos de atentado contra él, el
primero perpetrado por su hermano Randy y el segundo por su sobrino
Alfred, quien había hecho un pacto con dos demonios... Pero la gota que
colmó el vaso fue la desaparición de su hija menor. Eso destrozó a
Philionel; se retiró definitivamente de la política y le pasó el testigo
a su hermano Christopher, quien no supo mantener a los demonios alejados
del reino. La ciudad fue tomada y más tarde destruida. - ante la cara de
asombro de los demás, sonrió y dijo: - ¿Qué pasa? También yo he leído
libros de historia respecto al tema...
-El caso - intervino de nuevo Filia - es que parece ser que en el Gran
Templo Sagrado de Sailon, los sacerdotes escondieron una de las muchas
copias de la Biblia Clair...y hay quienes dicen que es una transcripción
íntegra del original.... - y añadió con una gran sonrisa: - A falta de la
auténtica, creo que esa copia podría veniros al pelo.
Los rostros de Mina y Andracis volvieron a iluminarse de esperanza; si encontrasen esa copia entre las ruinas de la ciudad, probablemente encontrarían lo que buscaban sin correr demasiado riesgos... y además en bastante menos tiempo del esperado, pues la antigua ciudad de Sailon estaba mucho más cerca de Darien que las montañas de Kaatar.
-¡Entonces no perdamos más tiempo! - dijo Mina con determinación -
¡Vayamos en busca de esa copia de la Biblia Clair!
-¡No tan deprisa! - la interrumpió Filia - Si la ciudad fue conquistada y
destruida por los demonios, fácil es que el lugar esté infestado de
ellos. - y a continuación dijo, dirigiéndose a su hijo: - Valteria,
deberías ir con ellos.
De la impresión, Valteria se quedó con cara de bobo, mirando con estupor a su madre. ¡Después de tantos años dándole largas para que no se marchara de casa, por fin ella le dejaba ir de viaje! Estuvo a punto de pellizcarse para asegurarse de que lo que había oído no era un sueño, pero en vez de eso simplemente preguntó:
-¿Lo dices en serio? ¿Significa eso que ya me consideras lo
suficientemente maduro para ir de aventuras?
-No, todavía no puedo considerarte maduro. Además eres un descuidado,
sobretodo en cuanto a tu ropa se refiere...
Ante aquella respuesta tan tajante por parte de su madre, Valteria perdió el equilibrio y se cayó al suelo del corte.
-Sin embargo sí te considero una persona responsable. - continuó Filia
mirándole con ojos tiernos - Y también te has hecho muy fuerte. Eso es lo
que necesitan estos chicos: una persona responsable y fuerte que sepa
protegerles y cuidar de ellos...
-Mamá.... - dijo Valteria, conmovido - ¿Y qué hay de ti?
-Oh, no te preocupes por eso. - respondió Filia haciendo como que no le
daba importancia - Tengo a Jiras y a Gaubros, ellos me harán compañía..
-Valteria, por favor. - le rogó Mina al indeciso dragón antiguo,
cogiéndole de ambas manos - Tú puedes sernos de mucha ayuda. Cuando me
salvaste a mí y a Andracis de los secuaces de Groom.... fue algo
fantástico, realmente sabes luchar bien. Ven con nosotros, te lo ruego.
Anda, hazlo por mí....
Al decir esta última frase, Mina puso su mejor carita de pena, con los ojos brillantes y suplicantes. Valteria se la quedó mirando unos instantes, con aquellos ojos ámbar tan bonitos que casi hicieron a Mina enrojecer de nuevo. Después cerró los ojos, sonrió y movió la cabeza afirmativamente, lo que podría interpretarse por un sí.
Mina, visiblemente emocionada e ilusionada, se lanzó sobre Valteria y lo abrazó muy cariñosamente. Al darse entonces cuenta de lo que había hecho, rápidamente se apartó de él y tosió un poco para disimular. Valteria quedó simplemente algo confundido, pero Andracis, que lo había estado observando todo, parecía un poco molesto.
-En fin - dijo Filia cambiando de tema - creo que lo mejor es que os
quedéis aquí a pasar la noche... Gaubros podrá preparar hoy la cena y..
¡Mina! ¿Qué haces? ¡Sal de debajo de la mesa ahora mismo!
* * *
Aquella noche, Mina no pudo dormir. Estaba nerviosa ante la expectativa de poder encontrar la Biblia Clair después de tantos días de caminata. Además también estaba ilusionada por el inesperado acoplamiento de Valteria al grupo...
De repente se lo imaginó, con el pecho descubierto y las alas desplegadas, sonriéndola y mirándola con esos ojos tan hermosos e intrigantes. Se sonrojó un poco y se rió para sí.
-¿No puedes dormir? - preguntó una voz debajo de ella -.
Mina se asomó al borde de su litera y miró abajo, hacia la litera inferior donde se suponía que Andracis dormía. Y allí estaba él, mirándola fijamente con sus ojos grises.
-¡Vaya! ¿Te he despertado? Lo siento mucho, de verdad. - se disculpó Mina
poniendo una mano en su nuca y sacando la lengua -.
-Da lo mismo. - dijo Andracis - Tampoco yo podía dormir de todos modos.
-¿En qué piensas? - preguntó Mina con curiosidad -.
-En que pronto encontraré la Biblia Clair... y podré curar a mi madre...
- dijo Andracis en respuesta a la pregunta -.
-Sí. Es genial ¿verdad? - corroboró la chica - Sobretodo con Valteria a
nuestro lado - añadió sonrojándose -.
-Pues eso es lo que me preocupa. - dijo él poniendo mala cara - La
verdad, no sé porque te hace tanta ilusión. Vamos, ni que te gustara..
-¿Y porqué no iba a gustarme? - le respondió ella algo molesta - Es alto,
guapo, tiene un cuerpo de impacto...
-Venga ya, no creo que sea para tanto.
-Pues claro que no lo crees. Tú eres un tío... ¿O es que no te van las
tías? - preguntó ella con picardía -.
Ante aquella pregunta, Andracis no pudo evitar sonrojarse.
-¡Pues claro que me gustan las chicas, Mina! ¡Vaya una pregunta más
tonta! En cualquier caso, lo que me has dicho sólo demuestra que a ti
sólo te interesa Valteria por su físico...
-¡Eso no es verdad! También es valiente, gentil, amable.... - empezó a
enumerar Mina -.
-...Y avaricioso, y chantajista también... - terminó Andracis - ¡Venga,
Mina, sé más realista!
-Andracis, también tú deberías comprenderle. Si nos chantajeó para
comprar un jarrón a su madre es porque la pobre no vendía desde hacía
días ¿O es que lo habías olvidado? Y en cuanto a lo de avaricioso,
hombre....el que más, el que menos...
-Aún así no me fío...
-Ya sé lo que te pasa... ¡estás celoso!
Andracis enrojeció todavía más que la vez anterior al verse descubierto, pero a pesar de ello trató de disimular.
-¿Ce...celoso yo? ¡Ja! ¿Y porqué debería estarlo...?
-Vamos, Andracis, no tienes porqué ocultármelo... sé exactamente lo que
sientes... - dijo Mina con ternura y alargando una mano hacia su
compañero. Tras esto y unos minutos de pausa en los que Andracis no dejó
de ponerse colorado, añadió: - ¡Estás celoso porque crees que con
Valteria cerca ya no te prestaré atención y no podrás aprender de mi
talento para la magia!
Aquella frase casi hizo que el muchacho se cayera de la cama del corte.
-Pero no tienes porqué preocuparte. - le tranquilizó Mina - Que él esté
no significa que no vaya a enseñarte mis secretos. Lo único que pasará es
que ahora tendré que enseñar a dos personas a la vez... En fin - terminó
- será mejor que durmamos de una vez. ¡Buenas noches!
-Este... Sí, eso, Buenas noches... - respondió Andracis todavía un poco
cortado -.
Ya había visto en su primer encuentro en la taberna y en los días sucesivos que Mina era algo orgullosa. Pero aquello era mucho más que ser orgullosa.
'Ésta muchacha no tiene abuela.....', pensó antes de sucumbir al sueño.
* * *
Mientras tanto, Filia miraba al cielo tachonado de estrellas desde su pequeño balconcito, en su habitación. Lloraba amargamente pero en silencio, recordando a alguien a quien no veía desde hace años... y a alguien a quien no llegó a conocer....
No sabía que una sombra oscura la miraba tristemente en la distancia.
Suspiró amargamente antes de desaparecer, dejando de nuevo a Filia en su soledad.
Continuará... en el Capítulo 3.
~?~?~?~?~?~?~?~?~?~?~?~?~?~?~?~?~?~?~?~?~?~?~?~?~?~?~?~?~?~?~?~?~?~?~?~?~?~? ~?~?~?~?~?~?~? Nota de Amber: Cada vez son más en el grupo... ¿Qué pasará ahora que Valteria se ha unido a los demás? ¿Qué encontrarán en las ruinas de Sailon? ¿Y quién es el misterioso personaje que espiaba a Filia? (Sale Silver Lady con un cartel que pone: "ES XELLOS!!" y Amber se lo estampa en la cara por chivata..)
Bueno, si tienen algo que decirme, ya saben: almudenmumu@yahoo.es
Ah, y antes de que se me olvide, muchas gracias a Galatea por su review ^_^ ¡Y los demás, no seais vagos y haced como ella! ¬_¬
Hacía ya casi dos semanas que Mina y Andracis habían salido de Zefilia para encaminarse a las montañas de Kaatar. Su ruta continuaba por un bosque que les llevaría hacia su próxima parada: el pequeño y pacífico pueblo de Darien.
Sin embargo tenían un pequeño problema....
-Mina... ¿Estás segura de que es por aquí? - preguntó Andracis con
aspecto de cansado - Juraría que esta es la tercera vez que veo ese
roble....
-¡Pues claro que es por aquí! Bueno, o al menos debería ser por aquí.
- dijo Mina volteando varias veces el mapa que sostenía en sus manos
-.
-O sea, que nos hemos perdido.... - suspiró Andracis al tiempo que una
gota de sudor emanaba de su frente -.
-No, no nos hemos perdido. - replicó Mina de mala gana - Sólo que no
sé todavía donde estamos, eso es todo....
Al oír tan estúpida respuesta por parte de su compañera, Andracis se cayó para atrás del corte.
-¡Estúpido mapa....! - maldijo Mina - Ya podría mi madre haberme dado
uno mejor....
-Algo me dice que el mapa no tiene toda la culpa.... - murmuró
Andracis malhumorado -.
Pero Mina, que tenía un oído finísimo, le oyó.
-¡¿Insinúas que tengo un sentido de la orientación pésimo?! - le gritó
enfurecida -.
-Yo no insinúo. - le replicó Andracis en tono insolente - Afirmo en
voz alta.
-¡¡¿Quéeee?!! ¡Serás...! - dijo Mina indignada y dispuesta a darle un
par de hostias a su compañero -.
Pero antes de que llevase a cabo su cometido, Andracis se giró alarmado por algo que había oído, desenvainó su espada y cogió a Mina con un brazo, acercándola hacia sí.
-¡¡¡Eh!!! ¡¡No te aproveches, pervertido!! - exclamó Mina al ver que
la mano de Andracis se acercaba peligrosamente a la zona de los pechos
-.
-¡Calla! - le chistó Andracis y a continuación le dijo al oído - ¿No
oyes?
-¿El qué? - preguntó Mina sin comprender -.
-Escucha... - le insistió él -.
Mina cerró los ojos y agudizó el oído todo lo que pudo, haciéndose pantalla con las manos. Y efectivamente, al cabo de un rato de estar en silencio, pudo percibir los murmullos de gente que se ocultaba tras los frondosos árboles del bosque.
-Sí... - afirmó - Les oigo. ¿Crees que pretenden tendernos una
emboscada?
-No, si te parece... - dijo Andracis en tono escéptico -.
-Podrían ser bandidos ¿no? - preguntó Mina con la ilusión pintada en
el rostro, ante la expectativa de poder dar una paliza a unos cuantos
bandidos -.
-No lo creo. - negó el muchacho - Ni siquiera creo que sean humanos.
Al oír aquello, Mina empezó a preocuparse.
-¿Son... demonios? - le preguntó a Andracis -.
-No lo sé. - respondió él - Pero más vale que nos preparemos para lo
peor.
Mina entonces desenvainó su espada y los dos espadachines se pusieron espalda contra espalda. Los murmullos se tornaron en risas malévolas. Alarmados, ambos comenzaron a mirar en todas direcciones, al tiempo que daban vueltas en círculo sobre sí mismos.
-¡¡Basta!! ¡¡Salid de dónde estéis y dad la cara de una vez!! - ordenó
Mina -.
Accediendo a sus deseos, una figura finalmente salió de entre unos matorrales. Era un ser bajito, apenas alcanzaba la altura de un niño de seis años. Su cara era alargada, en forma de bulbo invertido, con barbilla y nariz prominentes y orejas puntiagudas. Vestía unos pantalones verdes raídos, con una camisa amarillo canario debajo de un chaleco rojo igualmente raído. En su cintura lucía un grueso cinturón con pistolera para trabucos, como los que sostenía en sus manos de largos y huesudos dedos.
Era un goblin. Los goblins pertenecían, al igual que los humanos, a las llamadas Razas Intermedias, aquellas que se hallaban entre el caos y el orden. La diferencia de los goblins y los humanos, aparte de su aspecto, residía en que los goblins formaban parte a su vez de una subraza, la de los semi-humanos, en la que se agrupaban además los trolls, los hombres- pez, los hombres-zorro, y una larga lista de etcéteras.
-Las manos arriba, los dos. - ordenó el goblin, apuntando a Mina y
Andracis con sus trabucos -.
-¡Ja! ¿Y quién lo dice? - dijo Mina con aires de suficiencia -.
-Yo... y mis colegas aquí presentes...
Tras decir aquello, el resto de los asaltantes salieron de sus escondites. Eran trolls, armados con hachas y cachiporras. Seres de entre metro setenta y dos metros veinte, robustos y fuertes como toros, su capacidad de raciocinio no llegaba a la de los humanos ni a la suela del zapato, a pesar de poseer la capacidad del habla. No obstante, su espíritu guerrero y su capacidad de obediencia y lealtad ciegas hacían que fueran muy apreciados como infantería ligera por los demonios, uno de los pocos seres capaces de controlar a tan malévolas, a la par que estúpidas, criaturas.
Automáticamente, los dos jóvenes espadachines se pusieron en posición de ataque, pero eran demasiados, veinte o quizás más, y les tenían completamente rodeados.
-¿Qué queréis de nosotros? - interrogó Andracis al goblin, sin soltar
en ningún momento su arma -.
-Oh, nada importante. - respondió el goblin, como si aquello fuese
algo habitual - Sólo asaltamos a la gente en este bosque para obtener
sus riquezas...y joyas. Como ésa que tú llevas, chico.
Mina miró a Andracis y se fijó, por primera vez, en la joya que éste lucía en su pecho, sosteniendo su capa. Era una joya esférica, de color azul, con una especie de estrella de cinco astas en su interior. Tenía el aspecto de una joya realmente valiosa, tanto como para haber llamado la atención del goblin y sus secuaces.
Los trolls dieron un paso al frente. Una cosa estaba clara para los dos jóvenes; no tendrían más remedio que luchar. Se miraron durante unos minutos y, como si en ese momento se hubieran leído el pensamiento, sonrieron y asintieron. Con las espadas en ristre, se situaron el uno al lado de la otra y esperaron a que sus enemigos realizaran el siguiente movimiento.
Uno de los trolls se abalanzó sobre ellos emitiendo su grito de guerra. Sin mucho esfuerzo, Andracis le despojó de su arma con un rápido mandoble de la suya propia y le pegó un codazo en la nuca que le dejó inconsciente. Otro troll se aproximó a Mina, balanceando en el aire una maza de guerra. Mina saltó segundos antes de que la golpease y utilizó un hechizo de sueño sobre él. Los demás trolls se lanzaron al ataque enseguida, pero Mina y Andracis, con su agilidad casi felina, les esquivaban una y otra vez. El goblin se dio cuenta de que atacando a los dos a la vez no tendría nada que hacer, por muchos trolls que tuviera bajo sus órdenes, así que cambió de estrategia.
-¡Tú! - ordenó a uno de los pocos trolls que todavía no se había decidido
a atacar - ¡Golpea entre los dos!
El troll obedeció. Con una extraordinaria rapidez corrió hacia Mina y Andracis, cachiporra en mano. Los dos hechiceros saltaron a ambos lados para evitar el arma. Craso error.
La cachiporra impactó con tal fuerza contra el suelo entre los dos que la onda expansiva les arrojó más lejos todavía, haciéndoles caer como fardos pesados. Cuando Andracis logró incorporarse, contempló con horror cómo los trolls rodeaban a su amiga, sin ninguna posibilidad de ayudarla.
Pero lo peor estaba aún por venir.
Súbitamente, el goblin emitió un sonoro silbido. Al rato, Andracis percibió un temblor de tierra. Luego otro. Y otro... Con cada temblor, se dibujaban ondas en el agua de un charco que había allí. Era como si algo hiciese retumbar la tierra a su paso.
Cuando se dio la vuelta, pudo ver con sus propios ojos que no andaba mal encaminado en sus suposiciones. Una criatura de más de dos metros y medio de altura, mucho más robusto si cabe que sus camaradas trolls y con enormes y voluminosos brazos que casi arrastraba por el suelo, le miraba al tiempo que varios hilos de saliva emanaban de su boca, en la que destacaban unos enormes colmillos inferiores.
Era un trasgo.
En ese momento, Mina se levantó dolorida del suelo. Lo primero que vio fue que, para su desgracia, estaba completamente rodeada de trolls, sin posibilidad de escapatoria. Por si eso fuera poco, pudo vislumbrar entre la masa de rivales que había frente a ella a Andracis, frente a un trasgo que vaya uno a saber de dónde había salido. La chica empezó a preocuparse. Había oído hablar de que los trasgos eran criaturas tan brutas y salvajes que eran capaces de despedazar a un ser humano sin pestañear. Tan peligrosos eran de manejar los trasgos que ni tan siquiera los demonios se atrevían a acercarse a ellos, por lo que la mayoría de estos seres vivían en su medio natural, sin que nadie osase a adentrarse en su territorio. por la cuenta que les traía.
Andracis entonces giró la cabeza hacia ella y la miró durante un rato a los ojos. Finalmente, le hizo un guiño y le dijo haciendo el signo del pulgar arriba:
-¡No te preocupes, yo me ocuparé de este grandullón! ¡Tú encárgate de los
demás! ¿De acuerdo?
Mina, ya más tranquila asintió.
-¡Vale! ¡Confío en tí!
Tras estas palabras por parte de la joven hechicera, Andracis desenvainó su espada y se encaró con el trasgo. Mina hizo otro tanto con su propia espada, pero en vez de ponerse en posición de ataque, se arrodilló en el suelo, apoyándose en la espada, que había clavado en el suelo, y cerró los ojos.
'Calma.', se decía mientras intentaba concentrarse. 'Ante todo calma. El enemigo siempre aprovecha cuando estás nervioso para atacar. Concentración..... Tengo que concentrarme en mi objetivo....No ataques primero nunca, espera a que sea el momento oportuno.... Eso es lo que suele decirme mi padre. No puedo defraudarle. Debo concentrarme y aprovechar la oportunidad....'
Los trolls miraban desconcertados a la chica, que continuaba, inmutable, en pose de meditación. El goblin, ya harto de esperar, tomó cartas en el asunto.
-¡Dejad de mirarla, idiotas! - le gritó a sus subordinados trolls -
¡Atacadla de una vez!
Obedientes, aunque dubitativos, los trolls se abalanzaron en tropel sobre la todavía pensante Mina. En el momento en que casi los tenía encima, abrió los ojos finalmente y alzó la mano que hasta el momento había mantenido apoyada sobre su rodilla.
-¡LUZ!
Después de decir aquella palabra, una brillantísima luz surgió mágicamente de la mano de la chica. Los trolls, sorprendidos por la rapidez de aquella reacción y la intensidad de aquella luz cegadora, se detuvieron y se cubrieron los ojos con los brazos.
'Ésta es mi oportunidad', pensó Mina. 'No mires, Mina. Debes sentir a tus enemigos, su energía, su miedo....'
Rápidamente, mientras aún duraba el efecto del hechizo de luz, Mina sacó la espada del suelo y atacó. A través de sus otros sentidos, pudo percibir la posición de sus oponentes. Uno por uno fue derrotándolos a base de certeros mandobles de espada. A uno le arrancó una oreja, a otro un brazo, a otro lo atravesó limpiamente por el vientre.... y todo ello con una precisión increíble.
Cuando finalmente el efecto del hechizo se pasó, Mina cayó agotada de rodillas al suelo. Reuniendo fuerzas pudo levantarse y darse la vuelta para contemplar el efecto de su ataque.
Lo que vio la dejó horrorizada.
Los trolls que ella creía derrotados, se levantaron del suelo en donde habían yacido, supuestamente sin vida o muy malheridos. Entonces, para mayor sorpresa de Mina, las heridas que había provocado en la piel de los trolls se cerraron rápidamente. Los miembros amputados volvieron a crecer. Incluso aquel al cual Mina había atravesado logró que el profundo agujero que tenía en el vientre se cerrara.
Mina lo contemplaba todo con el desconcierto y el miedo pintados en el rostro. A su espalda, el goblin se reía estridente y cruelmente. Aquella risa le heló la sangre.
-¿Es que acaso no lo sabías, jovencita? - preguntó el goblin con sorna -
Los trolls tienen la capacidad de regenerar cualquier herida, por
profunda o grave que sea. Lo que implica que por más que les ataques,
jamás podrás vencerles.
-¿Co.....Cómo? - balbució Mina atemorizada al tiempo que se volvía hacia
el goblin -.
-Tu amigo y tú habéis sido muy molestos. - continuó el goblin - Pensaba
perdonaros la vida y sólo abandonaros malheridos en medio del bosque.....
Aún habríais podido tener la posibilidad de sobrevivir, pero por tercos
no voy a tener más remedio que mataros a los dos. Bien, grandullón, te
dejo que hagas lo que quieras con él. - dijo a continuación dirigiéndose
al trasgo -.
El trasgo sonrió maliciosamente al oír aquello. Volvió la cabeza hacia Andracis, que seguía frente a él en posición defensiva, cogiendo la espada con ambas manos frente a sí. A continuación, el trasgo pasó la lengua golosamente por sus afilados colmillos y se abalanzó sobre el muchacho.
-¡Andracis...! - gritó Mina al tiempo que corría para socorrerle -.
Pero la chica fue parada en seco por un puño poderoso que se le clavó en el estómago, haciendo que expulsara sangre por la boca. El puño pertenecía a uno de los trolls del goblin, que la había golpeado tan fuertemente que la lanzó hacia atrás. Otro troll que estaba detrás de ella le pegó una poderosa patada en la espalda, enviándola hacia otro troll, que la golpeó en plena cara con su maza de guerra. Como si fuera una pelota de playa, los trolls se fueron pasando a Mina los unos a los otros, vapuleándola cada vez más fuerte. El último golpe que recibió, de parte de un troll que blandió su maza directamente a su mentón, hizo que cayera rodando por el suelo.
La imagen de la pobre chica intentando levantarse del suelo, provocó una carcajada generalizada entre los trolls. Realmente el aspecto de Mina ofrecía un espectáculo lamentable: tenía moratones y heridas por todas partes, eso sin contar con que todavía sangraba por la boca, a causa del golpe recibido en el estómago. Pero eso no era lo peor.
Cuando Mina intentó incorporarse sobre sus piernas, sintió un fuerte dolor en una de ellas. Al agarrársela dolorida, pudo constatar que se había torcido el tobillo.
'¡Mierda! Es justo lo que me faltaba.', se lamentó para sus adentros. 'Ahora ni tan siquiera puedo huir. ¿Qué voy a hacer?'
Justo en ese momento, oyó un alarido. Al levantar la vista se percató de que el alarido lo había emitido Andracis. El trasgo le había propinado un zarpazo tremendo, despojándole de su espada y provocándole una profunda herida en el pecho.
-¡¡Andracis.....!!
Mina hizo un último esfuerzo por ponerse en pie y ayudar a pobre Andracis, pero su dolor de tobillo era mayor que su resistencia y cuando apenas había dado dos pasos, se desplomó en el suelo gimiendo y sujetándose en tobillo torcido.
'Es inútil.....', pensó al tiempo que de sus ojos surgían lágrimas de impotencia. 'No puedo hacer nada.....Ni siquiera puedo ayudar a Andracis..... He fallado en mi misión, padre... Es el fin......'
Un par de ojos se abrieron y brillaron entre las hojas de los árboles.
Segundos después, una figura pasó como una exhalación entre el grupo de trolls que rodeaban a la desvalida Mina. Antes de que éstos pudieran reaccionar, la chica había desaparecido. Volvieron a verla, en brazos del extraño que levitaba, amenazador a la vez que majestuoso, por encima de sus cabezas.
-¡No.... no puede ser...! - balbució el goblin, quién había reconocido al
recién llegado y lo miraba, completamente pálido - ¡Es él! ¡Él otra vez!
* * *
Mina abrió los ojos y dirigió la mirada, sorprendida, a su salvador. Era un muchacho joven, puede que uno o dos años más mayor que ella. Era de facciones hermosas, de cara alargada al igual que su nariz. Su pelo turquesa era largo y algo desordenado, como la melena de un león. En cada una de sus mejillas dos surcos de cicatrices eran perfectamente visibles. Los brazos que la sostenían eran fuertes y musculosos. Su bien formado pecho estaba cubierto por un chaleco oscuro, de color azul marino. Vestía además unos pantalones blancos que le llegaban hasta las rodillas, un pañuelo largo de color violeta que rodeaba su cintura, unas vendas que le cubrían parte de las pantorrillas, a modo de calcetines, y calzaba una especie de mocasines.
Cuando él le devolvió la mirada, Mina se fijó en sus ojos, de color ámbar, alargados y grandes, de mirada viva pero triste y seria. Y en ese momento ella pensó que eran los ojos más hermosos que había visto en su vida y se sonrojó.
Iba a darle las gracias por haberla salvado, cuando, sin mediar palabra, el muchacho la tiró directamente a las ramas del árbol más cercano y, sin preocuparse de que ella no se hubiera caído (afortunadamente Mina era rápida de reflejos y pudo aferrarse a un par de gruesas ramas, aunque eso sí, se sentía algo confusa), dirigió sus palmas abiertas hacia el grupo de trolls que todavía lo miraban.
-¡INVERTIR! - gritó -.
Un flujo de energía fluyó de sus manos y alcanzó a todos los trolls, que se miraban entre sí confusos. Seguidamente se metió entre las ramas de los árboles de dónde había salido y surgió de nuevo, con una lanza en la mano derecha. Mina entonces se fijó en que un par de alas negras sobresalían de su espalda.
El muchacho alado lanzó la lanza directamente a los trolls. Éstos la esquivaron, la mayoría sin más consecuencias que un arañazo y después de atravesar todo el grupo, la lanza se clavó en el suelo.
Mina no comprendía el porqué de ese ataque tan fútil, pero no tardó en darse cuenta de que lo había infravalorado. Tan pronto como la lanza se clavó en el suelo, los arañazos que ésta había provocado en la piel de los trolls se empezaron a abrir, tornándose en heridas cada vez más grandes. Al cabo de unos minutos, los trolls cayeron en el suelo, desangrados y gimiendo de dolor.
El joven descendió para recoger su arma del suelo. En ese momento las ramas en las que Mina se sostenía decidieron romperse. Por suerte el muchacho, que estaba justo debajo, la cogió antes de que cayera al suelo. Después la depositó cuidadosamente al pie del árbol y dirigió una mirada seria al goblin, que estaba paralizado por el miedo, y dirigió sus pasos, lentos pero decididos, hacia él.
Desesperado, el goblin disparó sus trabucos, pero fue un ataque inútil; el joven hizo girar su lanza de manera que formó un escudo que desvió las balas. El goblin entonces tomó la decisión más sensata: huir. Pero el muchacho ya le había cogido del chaleco y lo había alzado frente a sí, de manera que se situaron cara a cara.
-Por favor, por favor, suéltame... - imploró el goblin con dos surcos de
lágrimas exageradas surgiendo de sus ojos y poniendo una carita que
parecía más bien decir "¡No me mates, porfaaa...!" -.
El joven sonrió maliciosamente y habló por primera vez desde su aparición.
-¿Todavía sigues con ésas? - dijo - Groom, eres realmente patético. Sabes
perfectamente que por más secuaces que contrates yo siempre estaré aquí
para impedir que ataques a gente inocente... ¿Y aún así te arriesgas? No
he visto un goblin más cabezota que tú....
-¡No lo haré más, no lo haré más! - juró el goblin, de nombre Groom -
¡Por favor, déjame marchar...!
-No te preocupes por eso, te dejaré ir. - dijo el chico arrojando a Groom
a los matorrales y añadió con cara de desprecio: - No vales la pena...
Groom se incorporó torpemente y miró al joven con odio contenido. Antes de salir corriendo, ordenó a su trasgo:
-¡Termina con ése de una vez y luego encárgate de los otros dos!
Y tras estas palabras desapareció.
Alarmados, Mina y el otro dirigieron sus miradas hacia el trasgo que se estaba enfrentando a Andracis. Mina vio con horror cómo el trasgo cogía a su amigo y lo zarandeaba en el aire antes de arrojarlo con fuerza al suelo. Andracis quedó totalmente inmóvil. Un charco de sangre empezaba a rodearle a medida que el troll se acercaba a él para rematarle.
-¡Andracis! ¡NOOO! - gritó Mina desesperada e impotente -.
El trasgo se paró justo al lado del cuerpo inmóvil de Andracis y alzó su zarpa. Mina se cubrió los ojos con las manos, incapaz de mirar lo que creía que vendría después. Entonces se oyó un ruido, como de dos metales chocando.
Mina, picada por la curiosidad, se destapó los ojos y levantó la vista.
El joven desconocido se había interpuesto entre Andracis y el trasgo, reteniendo la zarpa con su lanza. Entonces, con un rápido movimiento, apartó la zarpa y con otro hizo retroceder a la bestia.
El trasgo se palpó el pecho, atravesado por una cicatriz enorme, provocada por la punta de la lanza que empuñaba el muchacho con pose desafiante. Sus ojos se tornaron rojizos por la rabia y arremetió contra el joven.
Éste se elevó rápidamente, evitando el ataque del monstruo. A continuación, voló hacia su espalda y se aferró a su cuello. El trasgo se empezó a mover bruscamente tratando de quitárselo de encima, pero el chico se sujetaba con fuerza. En un momento en que el trasgo se movía menos, enarboló la lanza y la dirigió con fuerza hacia la nuca.
El trasgo quedó paralizado al sentir la punta de la lanza atravesando su médula espinal. Pronto se quedó sin aire, pues sus pulmones habían dejado de funcionar. Luego también le falló el corazón. Finalmente, el cuerpo sin vida del trasgo cayó como un fardo pesado. El muchacho había saltado de su espalda justo a tiempo para coger a Andracis y alejarlo antes de que el troll lo aplastara.
Mina corrió, tan deprisa como se lo permitía su tobillo hinchado, hacia el cuerpo inerte de Andracis, quien había sido depositado cuidadosamente en el suelo cerca del árbol. Se inclinó sobre él y comprobó que aún respiraba, pero sangraba mucho por el pecho y estaba inconsciente.
-¡Andracis! - le gritó agitándolo para que se despertase - ¡Andracis!
¿Estás bien? ¡Responde! ¡Dime algo, por el amor de Ceipheid!
Pero el chico no reaccionaba. Mina, sin perder más tiempo empezó a recitar un hechizo de resurrección, pero alguien se le adelantó.
El muchacho desconocido tenía ya sus manos, de las cuales surgía una brillante luz blanca, extendidas sobre el pecho de Andracis. A pesar de ello, Mina decidió colaborar y también ejerció su hechizo de resurrección sobre su amigo. Poco a poco, las heridas se fueron cerrando y dejó de sangrar. Unos minutos después, Andracis empezó a recobrar el conocimiento.
-¿Te encuentras mejor? - le preguntó ella, ayudándole a incorporarse -.
-Sí... Bueno, eso creo... - respondió él -.
De repente, sin previo aviso, recibió un capón por parte de Mina en toda la cocorota, provocando un enorme chichón.
-¡Eh! ¿¡Porqué has hecho eso...!? - le gritó él, al tiempo que una vena
sobresalía de su frente, pero pasó rápidamente del enfado a la sorpresa
al ver que Mina intentaba contener las lágrimas -.
-¡Idiota! - le insultó ella - ¡Casi me matas del susto! ¡No vuelvas a
enfrentarte a un trasgo tú sólo! ¿¡Me oíste!?
Andracis sonrió con cariño y depositó una mano sobre el hombro de Mina.
-No te preocupes. - le tranquilizó - Ya todo ha pasado.. Por cierto:
¿Quién es ése? - añadió fijándose de pronto en el muchacho del pelo
turquesa -.
-¡Ah, es verdad! - exclamó Mina acordándose de pronto del recién llegado
- Andracis, te presento a nuestro salvador. Y a propósito, gracias por
ayudarnos...eh...
-Valteria. Valteria Ul Copt. - dijo el muchacho, adivinando la pregunta -
Y no ha sido nada, olvídalo.
-Ya, bueno... eh... estooo.... - balbució Mina al fijarse de nuevo en las
alas negras que sobresalían de la espalda de Valteria - Oye, esas alas...
¿No serás por casualidad...?
-¿...Un dragón? - terminó la frase Valteria, adivinando de nuevo los
pensamientos de la chica - Sí, en efecto, lo soy. Un dragón antiguo para
ser más exactos.
-¿Un dragón antiguo? - preguntó Andracis extrañado - Juraría que habían
sido exterminados hace mucho tiempo... o al menos eso leí...
-Todos excepto yo. - apuntó Valteria, triste pero a la vez con orgullo -
Soy el último de los dragones antiguos que existen en este mundo.
Los dos adolescentes se quedaron con la boca abierta sorprendidos ante aquella revelación. Habían oído historias de sus padres entablando amistad con dragones dorados (en particular con una sacerdotisa del templo del Dios Dragón de Fuego), pero eso de ver frente a sus propias narices a un dragón antiguo distaba mucho de cualquier experiencia de sus padres tratando con dragones dorados, comunes y corrientes en aquel mundo. Contemplar a Valteria era poco menos que contemplar un milagro de la naturaleza.
-¿Sorprendidos? - les preguntó Valteria con una sonrisa - No me extraña.
La mayoría de los viajeros que rescato se quedan igual de alelados cuando
se lo digo...
-¿Es a eso a lo que te dedicas? - preguntó Andracis - A rescatar
viajeros, me refiero...
-A eso - aclaró Valteria - y a guiarles fuera del bosque, para llevarles
a Darien... previo pago de un módico precio, claro está. No me importa
salvar el pellejo a unos pobres desgraciados una vez, pero hacerles de
guardaespaldas hasta llegar al pueblo... Digamos que es un riesgo que
preferiría no correr gratis...
-¿Tan peligroso es éste bosque? - preguntó Mina temerosa -.
-¿No me digáis que no habéis oído hablar del Bosque Maldito de Darien? -
dijo Valteria riendo a carcajadas ante la ignorancia de los dos jóvenes -
Ya veo que no. Bueno, jovencita, míralo de éste modo: por alguna extraña
razón que desconocemos, hace unos diez años aproximadamente el bosque
empezó a infestarse de trolls, trasgos y hombres-lobo salvajes. Como les
falta territorio, la mayoría se han vuelto hostiles y atacan
sistemáticamente a todo aquel que osa entrar en el bosque, en especial
humanos. Algunos aprovechados, como el menda ése - añadió refiriéndose a
Groom, el goblin - se han dedicado a domesticar a algunas de éstas
criaturas y usarlas para asaltar a los caminantes inocentes y
enriquecerse a su costa. Yo soy el único habitante de Darien capaz de
atreverse a entrar y salir del bosque sin prácticamente riesgo a salir
herido.
-¿Y tú nos guiarías a través de éste bosque? - preguntó Mina ansiosa y
con los ojos brillantes de ilusión, ante la posibilidad de ser protegida
por un dragón antiguo tan apuesto -.
-Ya lo dije antes: sí, mientras me paguéis una buena cantidad.... -
respondió Valteria -.
-Eh, un momento... - dijo Andracis desconfiado - ¿Cómo sabemos que nos
guiarás hasta Darien y no a una muerte segura?
-Muy sencillo. Si quisiera enviaros a una muerte segura, habría dejado
que ellos - dijo el dragón señalando los restos mortales de los trolls y
el trasgo - se encargaran de vosotros... En cambio os he salvado la vida.
En mi opinión eso es una muestra clara de que no pretendo vuestro mal...
En ese momento, desde lo más profundo del bosque, se oyó un aullido de un hombre-lobo que heló la sangre a Mina y Andracis.
-Claro que si preferís quedaros aquí y arriesgaros a que os devoren las
bestias... - añadió Valteria dándose la vuelta y desplegando sus alas, en
ademán de irse -.
-¡¡No, no, espera!! - le retuvo Andracis y suspirando resignado accedió -
Está bien, te pagaremos, tú pon el precio....
-Normalmente no hago este trabajo por menos de 200 monedas.
-¡¡¿¿QUÉEEEE??!! - exclamó Andracis horrorizado - ¡¿200 MONEDAS?! ¡PERO
ESTO ES UN ROBO...!
-Espera, Andracis... - le interrumpió Mina. A continuación la chica
registró su mochila y al cabo de un rato sacó una bolsa, que contenía el
dinero que había recibido por proteger al transportista en el camino
hacia Zefilia unos días antes - Te doy 150 monedas ahora y no volverás a
vernos el pelo nunca más. ¿Hacemos trato?
Valteria se pensó unos minutos la oferta. Andracis no lo veía claro y miraba a su amiga con cara de preocupación, pero Mina estaba tranquila. Confiaba plenamente en su habilidad para los negocios, en parte heredada de su madre, en parte aprendida de su tía.
-¡Hecho! - accedió el dragón finalmente, arrebatándole a Mina la bolsa de
las manos y metiéndosela en el bolsillo interior del chaleco. A
continuación añadió, desplegando sus alas y echando a volar: - ¡Seguidme!
Mina se apresuró a seguir a Valteria y Andracis hizo otro tanto corriendo en pos de su amiga a la vez que le gritaba:
-¡Eeeeh! ¡Mina, espérame....!
* * *
Tras apenas diez minutos de marcha, Mina, Andracis y Valteria llegaron a los límites del bosque. Desde donde se hallaban podían contemplar una preciosa vista panorámica del pueblo. Era bastante pequeño, con una única calle que la atravesaba y estaba conectada con la carretera de acceso principal. Casi todo eran casas pequeñitas, de no más de 2 pisos (excepto la casa del gobernador local, que tenía tres), cada una de las cuales tenía su chimenea que expulsaba humo constantemente.
-Parece acogedor. - observó Andracis -.
-Psé, bueno, no es como Zefilia, pero no está nada mal. - dijo Mina -.
-¿Habéis estado en Zefilia? - preguntó Valteria con interés -.
-Venimos precisamente de allí. - afirmó Andracis -.
-¡De hecho yo nací allí! - presumió Mina -.
Valteria dirigió la mirada, nostálgico, a su pueblo natal.
-Los pueblos son siempre bonitos y acogedores. - dijo - Pero enseguida te
cansas de estar siempre en el mismo sitio. Me dais tanta envidia...
Seguro que habéis estado viajando por muchos sitios interesantes. Lo que
yo daría por ver las tierras más allá de mi pueblo, más allá de la
barrera incluso....
Andracis y Mina le miraron sin comprender. Valteria, al sentirse observado, se llevó una mano a la nuca y dijo riendo para disimular:
-¡Pero bueno, supongo que mis problemas no os interesan mucho! ¡Ja, ja,
ja! En fin - añadió reanudando la marcha - sigamos...
-¿Adónde nos llevas? - preguntó Mina - Ya hemos salido del bosque...
-Os dije que os guiaría hasta Darien y eso es lo que haré. - respondió
Valteria sin girarse - Venid, os llevaré al taller de mi madre...
-¿De tu madre? - preguntó Andracis -.
-Sí. Ella tiene un negocio de venta de jarrones y mazas. - aclaró el
dragón - Hace los mejores jarrones a este lado de la barrera. - añadió
orgulloso - Por cierto, os agradecería que le comprarais alguno..
llevamos unos meses sin vender nada y...
Mina y Andracis miraron a Valteria con sendas gotas de sudor resbalando por sus frentes. Andracis pensaba: 'Qué morro, nos cobra un ojo de la cara por llevarnos a Darien y encima quiere que compremos un estúpido jarrón....'
-Claro que si no lo hacéis me veré obligado a... digamos, devolveros al
bosque... - amenazó Valteria, como si hubiera leído los pensamientos de
Andracis -.
-¡Oh, no te preocupes! - le dijo éste, sudando nervioso - ¡Si tenemos
dinero de sobras! Je, je, je, je...
Sonriendo satisfecho, el dragón se dio la vuelta y siguió caminando. Mina y Andracis lo siguieron con cara de resignación.
Poco después llegaron frente a una de las muchas casitas de Darien. Ésta tenía además un escaparate en el que se exhibían al público las maravillas que realizaba la dueña con su torno de alfarero, recién acabadas y pintadas. Eran unas vasijas exquisitamente decoradas. Al verlas, Mina comprendió porqué Valteria decía que eran las mejores de aquel lado de la barrera.
En los escalones de la entrada había un hombre-zorro, de pelaje rojizo, más o menos de la misma altura que Mina, con un parche cubriendo el lugar donde debiera estar su ojo izquierdo. En esos momentos estaba ataviado con un delantal rosa y barría los escalones con una escoba de cerdas desgastadas por los años de uso. Al verle, Mina se asustó y se refugió detrás de Valteria.
-¡Eh, tranquila, no pasa nada! - le tranquilizó él - Es totalmente
inofensivo. Se llama Jiras y trabaja para mi madre.
El tal Jiras, al oír la conversación, levantó la vista. Al ver que el joven hijo de su patrona había regresado, sonrió y le saludó.
-¡Bienvenido de nuevo, amo Valgaarv!
-¿Valgaarv? - preguntó Mina extrañada - ¿No decías que te llamabas
Valteria? - y añadió amenazadoramente: - ¿O acaso intentas pegárnosla?
-No, no, os he dicho la verdad. - dijo Valteria con una gota de sudor
resbalando por su frente - Lo que pasa es que Jiras se empeña en llamarme
así, aunque no entiendo porqué...
Mientras la discusión se desarrollaba, Jiras había entrado por unos segundos en casa, llamando a su patrona a voz de grito.
-¡¡Eh, Jefa!! ¡El amo Valgaarv ya está aquí!
Volvió poco después junto a una mujer, de largos cabellos rubios que caían en abanico por su espalda, y unos grandes ojos azules que miraban a su hijo seriamente. Vestía un vestido rosa con volantes, (demasiado cursi, en opinión de Mina) encima del cual llevaba una capa blanca con ribetes púrpuras, atada con un grueso lazo azul. Sus manos, apoyadas en las caderas en jarra, estaban cubiertas por unos guantes cortos blancos y calzaba unas botas igualmente blancas. También era blanca la cofia que reposaba sobre su cabeza. De sus orejas pendían unos voluminosos pendientes dorados y azules y su frente estaba adornada por una diadema con una esferita azul en el centro.
-¡Hola, Mamá! - saludó Valteria sonriente y añadió señalando a Mina y a
Andracis - ¡Mira, me he encontrado a éstos en el bosque! Groom les había
atacado...
Los dos hechiceros asintieron, pero la madre de Valteria no parecía estar escuchando. Había cerrado sus ojos y cruzado los brazos encima de su pecho, todavía seria.
-Y están muy pero que muy interesados en tus jarrones. - y dijo
amenazadoramente a los dos jóvenes: - ¿Verdad, chicos?
Mina y Andracis volvieron a asentir, con sendas gotas de sudor resbalando por sus frentes, mientras la madre de Valteria seguía en la misma pose de antes, con una vena resaltando en su frente.
-¿No es una buena noticia, Mamá? ¿Eh? - insistió el joven dragón al ver
que su madre no decía nada -.
Finalmente, tras suspirar para controlar su estado de ánimo, la mujer habló:
-Val, hijo... ¿No te has olvidado de algo?
Valteria miró, extrañado, a su madre con los ojos abiertos de par en par. Intentó hacer memoria rápidamente, pero parecía que ya había hecho todas sus tareas antes de salir de casa: había limpiado las tazas del desayuno, colgado el cartel de "ABIERTO", sacado la basura, hecho sus camas.. no, que él supiera no se había olvidado de nada.
Mientras meditaba, su madre se le había acercado por detrás. De repente, puso sus puños cerrados sobre las sienes del muchacho y las apretó fuertemente con los nudillos.
-¡¡CUÁNTAS VECES TE HE DICHO QUE CADA VEZ QUE DESPLIEGUES LAS ALAS TE
QUITES EL CHALECO PRIMERO!!¡¡ESTOY HARTA DE TENER QUE COSER LOS AGUJEROS
CADA DOS POR TRES!!¡¡LA PRÓXIMA VEZ QUE VUELVAS A HACERLO TE LOS COSERÁS
TÚ...!!
Consignas de ese tipo siguió despotricando la buena mujer, mientras su hijo suplicaba clemencia a causa del insoportable dolor en las sienes, y Jiras, Mina y Andracis contemplaban la escena sudando de vergüenza ajena.
-Esteee... deben excusar al amo Valgaarv... - se disculpó Jiras en nombre
de Valteria - La jefa tiene mucho carácter...
-No, si no pasa nada... - dijo Mina con una sonrisita nerviosa - Si ya
estoy acostumbrada a escenas como ésta... - añadió al recordar las
cientos de escenas familiares protagonizadas por sus progenitores, en las
que el padre casi siempre acababa sufriendo las consecuencias de la ira
de su madre -.
Y Mina suspiró pesadamente, preguntándose si todas las madres a este lado de la barrera eran igual de brutas...
* * *
Media hora después, la madre de Valteria servía algo de té recién hecho en las tazas de Mina y Andracis, mientras que el propio Valteria cosía, resignado, los agujeros de su chaleco sentado en una butaca aparte. Jiras también estaba presente en aquella reunión, sorbiendo té de su propia taza.
-¿Así que usted es Filia Ul Copt? - preguntó Mina antes de darle un sorbo
a su té - Mis padres alguna vez me hablaron de usted, pero jamás me
mencionaron que viviese aquí...
-Normal. - dijo Filia tras sorber su té - Nunca les dije dónde vivía. No
me lo preguntaron y aunque lo hubiesen hecho, no se lo habría dicho;
prefería estar tranquila, cuidando de mi hijo y de mi tienda, sin que me
hicieran una visita sorpresa. ¿Comprendes lo que quiero decir?
-Me temo que sí... - dijo Mina sudando de vergüenza ajena al recordar que
todas las salidas con sus padres siempre habían acabado con el lugar que
visitaban completamente destrozado -.
En ese momento una figura, embutida en un delantal de color rosa (Andracis juraría que era el mismo que vestía Jiras hace un rato, sólo que en talla extra grande) apareció de la cocina con una bandeja llena de pastas para el té. Era un troll, de piel verdosa, muy alto y corpulento como era habitual en su especie. Al igual que Jiras era tuerto del ojo izquierdo, sólo que en vez de cubrirse el ojo malo con un parche, tenía una especie de joya insertada en la cuenca del susodicho ojo. Mina se quedó paralizada ante aquella aparición.
-¿Os apetecen unas pastas? - preguntó amablemente el troll -.
Entonces ocurrió el desastre: Mina empezó a chillar nerviosa y a repartir mandobles con su espada a diestro y siniestro, tirando la mesa y todo lo que había encima (que incluía la tetera todavía llena, las tazas. y las pastas que el troll acababa de traer). Después se refugió en los brazos de un no menos confundido Andracis, lloriqueando.
-¡¡Que no se acerque a miiii....!! - dijo entre sollozos -.
-¿Qué le pasa, amo Valgaarv? - preguntó el troll a Valteria, quien seguía
concentrado en su tarea de costura, ajeno a lo que había ocurrido -
¿Acaso no le gustan las pastas?
-No te lo tomes como algo personal, Gaubros. - le respondió el dragón -
Es que ella fue atacada por trolls de Groom y, claro, está asustada.... Y
Mina - añadió dirigiéndose a la todavía sollozante hechicera - no tienes
de qué preocuparte, también él trabaja para Mamá.
Mina, ya más tranquila, dejó de sollozar y se desprendió de los brazos de Andracis al tiempo que se secaba las lágrimas. Jiras levantó de nuevo la mesa y ayudó a su jefa a poner un poco de orden, mientras Gaubros recogía la bandeja del suelo y se retiraba a la cocina, al tiempo que pensaba: 'Seguro que se ha puesto así porque le he echado demasiado azúcar...'
-Madre mía, cómo se nota que eres hija de Reena y Gaudy... - murmuró
Filia después de recoger todo el estropicio que había provocado Mina -
Ah, y hablando de ellos: ¿Qué tal están?
-Oh, bien... Bueno, discutiendo siempre, sobretodo a la hora de la
comida... - dijo Mina - La que no está demasiado bien es su madre. -
añadió señalando a Andracis - Está gravemente enferma.
-¿En serio? - preguntó Filia mirando a Andracis con cara de preocupación
- ¿Y qué tiene?
-Es mejor que se lo explique desde el principio - respondió éste tras
dejar su taza encima de la mesa -.
Durante los siguientes minutos, Andracis le explicó con todo detalle cómo hace unos años su madre empezó a manifestar los primeros síntomas de una enfermedad que se agravaría con el tiempo, cómo su padre le pidió que fuera en busca de Reena Invers para que le ayudase a encontrar la Biblia Clair original (y con ella, con suerte, un remedio para la extraña enfermedad de su madre) y cómo finalmente se unió a Mina para ir hacia las montañas de Kaatar, donde la Biblia Clair estaba oculta desde hacía años. Para cuando el joven hechicero concluyó su relato, Valteria ya había terminado de coser los agujeros de su chaleco y se había unido a los demás en la mesa.
-Así que por eso llegasteis aquí. - dijo Filia meditabunda - Porque
Darien y su bosque son lugares de paso obligatorio para llegar a las
montañas de Kaatar.
-Así es. - afirmaron Andracis y Mina al unísono -.
-Hum... Conozco ese lugar... y también a quien lo custodia, Milgazia -
continuó Filia tras unos minutos de pausa - Él era uno de los más
ancianos en el antiguo templo de Ragardia, es decir, la Diosa Dragón de
Agua. Cuando ésta fue destruida por Gaarv, la mitad de los dragones del
templo, incluido Milgazia, se refugiaron en las montañas de Kaatar y
decidieron custodiar la Biblia Clair, la memoria viva de Ragardia. La
otra mitad desapareció. Algunos dicen que Gaarv los mató. Otros que
simplemente se desperdigaron por el mundo y ahora viven vaya uno a saber
dónde...
Hizo una pausa para sorber algo de té y siguió.
-El caso es que al final tu madre, Reena Invers, - dijo dirigiéndose a
Mina - consiguió acceder a la Biblia Clair y adquirir conocimientos que
más adelante le permitirían derrotar a Fibrizo. Lamentablemente parece
ser que cuando ella acabó de consultarla, Gaarv apareció en el plano
donde se ocultaba y tras una lucha contra Aqua, una de las encarnaciones
de Ragardia, el lugar quedó destruido y la Biblia Clair sellada para
siempre. Así que me temo que vuestra búsqueda ha sido infructuosa...
Mina y Andracis se miraron y agacharon la cabeza desilusionados. Todas las esperanzas que habían puesto en la Biblia Clair para curar a la madre de Andracis se habían desvanecido en apenas un instante. Pero Filia aún no había terminado de hablar:
-No obstante - dijo - aún os queda una posibilidad...
Tras decir éstas palabras, la dragona se acercó a las estanterías que adornaban la pared del salón, cogió un pergamino y lo desplegó encima de la mesa, después de despejarla. El pergamino resultó ser un detallado mapa geográfico de la zona comprendida entre Zefilia y Zoana, ambos reinos inclusive.
-¿Veis esto? - dijo señalando un lugar en el mapa - En este lugar se
hallaba antes la ciudad de Sailon...
-¿Sailon? - preguntó Mina con curiosidad - Alguna vez he oído hablar de
ella. ¿No era esa ciudad que fue destruida por los demonios hace....? -
se rascó la cabeza intentando recordar cuando tuvo lugar aquel
acontecimiento- A ver... ¿Cuánto hace de aquello?
-Quince años. - dijo de repente Andracis - Me acuerdo perfectamente
porque poco tiempo después mi madre enfermó. Fue algo terrible.. -
recordó tristemente - Hasta aquel entonces, Sailon había sido la capital
de la magia blanca. Un lugar donde los demonios no podían acceder, pues
estaba protegido por una fuerte barrera mágica, cuyo origen aún se
desconoce.. Fue un reino muy próspero y su gobernante, el Príncipe
Philionel de Sailon, un líder respetado por sus súbditos y otros reinos
vecinos, promovió su política de la no-violencia...
-Pero el reino tenía serios problemas internos, especialmente por la
intriga y las traiciones que se habían forjado en torno a la familia de
Philionel. - continuó Valteria - Primero el asesinato de su esposa y la
marcha de su hija mayor, luego dos intentos de atentado contra él, el
primero perpetrado por su hermano Randy y el segundo por su sobrino
Alfred, quien había hecho un pacto con dos demonios... Pero la gota que
colmó el vaso fue la desaparición de su hija menor. Eso destrozó a
Philionel; se retiró definitivamente de la política y le pasó el testigo
a su hermano Christopher, quien no supo mantener a los demonios alejados
del reino. La ciudad fue tomada y más tarde destruida. - ante la cara de
asombro de los demás, sonrió y dijo: - ¿Qué pasa? También yo he leído
libros de historia respecto al tema...
-El caso - intervino de nuevo Filia - es que parece ser que en el Gran
Templo Sagrado de Sailon, los sacerdotes escondieron una de las muchas
copias de la Biblia Clair...y hay quienes dicen que es una transcripción
íntegra del original.... - y añadió con una gran sonrisa: - A falta de la
auténtica, creo que esa copia podría veniros al pelo.
Los rostros de Mina y Andracis volvieron a iluminarse de esperanza; si encontrasen esa copia entre las ruinas de la ciudad, probablemente encontrarían lo que buscaban sin correr demasiado riesgos... y además en bastante menos tiempo del esperado, pues la antigua ciudad de Sailon estaba mucho más cerca de Darien que las montañas de Kaatar.
-¡Entonces no perdamos más tiempo! - dijo Mina con determinación -
¡Vayamos en busca de esa copia de la Biblia Clair!
-¡No tan deprisa! - la interrumpió Filia - Si la ciudad fue conquistada y
destruida por los demonios, fácil es que el lugar esté infestado de
ellos. - y a continuación dijo, dirigiéndose a su hijo: - Valteria,
deberías ir con ellos.
De la impresión, Valteria se quedó con cara de bobo, mirando con estupor a su madre. ¡Después de tantos años dándole largas para que no se marchara de casa, por fin ella le dejaba ir de viaje! Estuvo a punto de pellizcarse para asegurarse de que lo que había oído no era un sueño, pero en vez de eso simplemente preguntó:
-¿Lo dices en serio? ¿Significa eso que ya me consideras lo
suficientemente maduro para ir de aventuras?
-No, todavía no puedo considerarte maduro. Además eres un descuidado,
sobretodo en cuanto a tu ropa se refiere...
Ante aquella respuesta tan tajante por parte de su madre, Valteria perdió el equilibrio y se cayó al suelo del corte.
-Sin embargo sí te considero una persona responsable. - continuó Filia
mirándole con ojos tiernos - Y también te has hecho muy fuerte. Eso es lo
que necesitan estos chicos: una persona responsable y fuerte que sepa
protegerles y cuidar de ellos...
-Mamá.... - dijo Valteria, conmovido - ¿Y qué hay de ti?
-Oh, no te preocupes por eso. - respondió Filia haciendo como que no le
daba importancia - Tengo a Jiras y a Gaubros, ellos me harán compañía..
-Valteria, por favor. - le rogó Mina al indeciso dragón antiguo,
cogiéndole de ambas manos - Tú puedes sernos de mucha ayuda. Cuando me
salvaste a mí y a Andracis de los secuaces de Groom.... fue algo
fantástico, realmente sabes luchar bien. Ven con nosotros, te lo ruego.
Anda, hazlo por mí....
Al decir esta última frase, Mina puso su mejor carita de pena, con los ojos brillantes y suplicantes. Valteria se la quedó mirando unos instantes, con aquellos ojos ámbar tan bonitos que casi hicieron a Mina enrojecer de nuevo. Después cerró los ojos, sonrió y movió la cabeza afirmativamente, lo que podría interpretarse por un sí.
Mina, visiblemente emocionada e ilusionada, se lanzó sobre Valteria y lo abrazó muy cariñosamente. Al darse entonces cuenta de lo que había hecho, rápidamente se apartó de él y tosió un poco para disimular. Valteria quedó simplemente algo confundido, pero Andracis, que lo había estado observando todo, parecía un poco molesto.
-En fin - dijo Filia cambiando de tema - creo que lo mejor es que os
quedéis aquí a pasar la noche... Gaubros podrá preparar hoy la cena y..
¡Mina! ¿Qué haces? ¡Sal de debajo de la mesa ahora mismo!
* * *
Aquella noche, Mina no pudo dormir. Estaba nerviosa ante la expectativa de poder encontrar la Biblia Clair después de tantos días de caminata. Además también estaba ilusionada por el inesperado acoplamiento de Valteria al grupo...
De repente se lo imaginó, con el pecho descubierto y las alas desplegadas, sonriéndola y mirándola con esos ojos tan hermosos e intrigantes. Se sonrojó un poco y se rió para sí.
-¿No puedes dormir? - preguntó una voz debajo de ella -.
Mina se asomó al borde de su litera y miró abajo, hacia la litera inferior donde se suponía que Andracis dormía. Y allí estaba él, mirándola fijamente con sus ojos grises.
-¡Vaya! ¿Te he despertado? Lo siento mucho, de verdad. - se disculpó Mina
poniendo una mano en su nuca y sacando la lengua -.
-Da lo mismo. - dijo Andracis - Tampoco yo podía dormir de todos modos.
-¿En qué piensas? - preguntó Mina con curiosidad -.
-En que pronto encontraré la Biblia Clair... y podré curar a mi madre...
- dijo Andracis en respuesta a la pregunta -.
-Sí. Es genial ¿verdad? - corroboró la chica - Sobretodo con Valteria a
nuestro lado - añadió sonrojándose -.
-Pues eso es lo que me preocupa. - dijo él poniendo mala cara - La
verdad, no sé porque te hace tanta ilusión. Vamos, ni que te gustara..
-¿Y porqué no iba a gustarme? - le respondió ella algo molesta - Es alto,
guapo, tiene un cuerpo de impacto...
-Venga ya, no creo que sea para tanto.
-Pues claro que no lo crees. Tú eres un tío... ¿O es que no te van las
tías? - preguntó ella con picardía -.
Ante aquella pregunta, Andracis no pudo evitar sonrojarse.
-¡Pues claro que me gustan las chicas, Mina! ¡Vaya una pregunta más
tonta! En cualquier caso, lo que me has dicho sólo demuestra que a ti
sólo te interesa Valteria por su físico...
-¡Eso no es verdad! También es valiente, gentil, amable.... - empezó a
enumerar Mina -.
-...Y avaricioso, y chantajista también... - terminó Andracis - ¡Venga,
Mina, sé más realista!
-Andracis, también tú deberías comprenderle. Si nos chantajeó para
comprar un jarrón a su madre es porque la pobre no vendía desde hacía
días ¿O es que lo habías olvidado? Y en cuanto a lo de avaricioso,
hombre....el que más, el que menos...
-Aún así no me fío...
-Ya sé lo que te pasa... ¡estás celoso!
Andracis enrojeció todavía más que la vez anterior al verse descubierto, pero a pesar de ello trató de disimular.
-¿Ce...celoso yo? ¡Ja! ¿Y porqué debería estarlo...?
-Vamos, Andracis, no tienes porqué ocultármelo... sé exactamente lo que
sientes... - dijo Mina con ternura y alargando una mano hacia su
compañero. Tras esto y unos minutos de pausa en los que Andracis no dejó
de ponerse colorado, añadió: - ¡Estás celoso porque crees que con
Valteria cerca ya no te prestaré atención y no podrás aprender de mi
talento para la magia!
Aquella frase casi hizo que el muchacho se cayera de la cama del corte.
-Pero no tienes porqué preocuparte. - le tranquilizó Mina - Que él esté
no significa que no vaya a enseñarte mis secretos. Lo único que pasará es
que ahora tendré que enseñar a dos personas a la vez... En fin - terminó
- será mejor que durmamos de una vez. ¡Buenas noches!
-Este... Sí, eso, Buenas noches... - respondió Andracis todavía un poco
cortado -.
Ya había visto en su primer encuentro en la taberna y en los días sucesivos que Mina era algo orgullosa. Pero aquello era mucho más que ser orgullosa.
'Ésta muchacha no tiene abuela.....', pensó antes de sucumbir al sueño.
* * *
Mientras tanto, Filia miraba al cielo tachonado de estrellas desde su pequeño balconcito, en su habitación. Lloraba amargamente pero en silencio, recordando a alguien a quien no veía desde hace años... y a alguien a quien no llegó a conocer....
No sabía que una sombra oscura la miraba tristemente en la distancia.
Suspiró amargamente antes de desaparecer, dejando de nuevo a Filia en su soledad.
Continuará... en el Capítulo 3.
~?~?~?~?~?~?~?~?~?~?~?~?~?~?~?~?~?~?~?~?~?~?~?~?~?~?~?~?~?~?~?~?~?~?~?~?~?~? ~?~?~?~?~?~?~? Nota de Amber: Cada vez son más en el grupo... ¿Qué pasará ahora que Valteria se ha unido a los demás? ¿Qué encontrarán en las ruinas de Sailon? ¿Y quién es el misterioso personaje que espiaba a Filia? (Sale Silver Lady con un cartel que pone: "ES XELLOS!!" y Amber se lo estampa en la cara por chivata..)
Bueno, si tienen algo que decirme, ya saben: almudenmumu@yahoo.es
Ah, y antes de que se me olvide, muchas gracias a Galatea por su review ^_^ ¡Y los demás, no seais vagos y haced como ella! ¬_¬
