Capítulo 12: Un nuevo comienzo
Unos días después, en Sailon, una multitud compuesta por los combatientes que sobrevivieron a la Batalla por la liberación de la ciudad, se congregaron en la recientemente reconstruida plaza mayor. Soldados y dragones habían estado trabajando en los últimos días por poner los cimientos de lo que en un futuro no muy lejano sería la nueva capital de la magia blanca. Era el momento de olvidar de una vez por todas el pasado y luchar por granjearse un futuro mejor….También era el momento de las despedidas, pues los pocos dragones que sobrevivieron a la batalla, entre ellos su líder Milgazia, regresaban a su hogar, a las montañas de Kaatar, con la sensación del deber cumplido.
–Espero que tengáis un buen viaje, Milgazia. – dijo solemnemente Philionel estrechándole la mano al viejo dragón – Y muchas gracias por todo.
–Es una pena que os tengáis que ir tan pronto. – añadió Andracis, que estaba al lado de su abuelo, al igual que el resto de sus compañeros y los Slayers de siempre - ¡Seguro que con vuestra ayuda habríamos reconstruido toda la ciudad en menos de una semana!
–Los humanos no nos necesitáis para esta tarea, joven príncipe. – repuso el dragón con vehemencia y una sonrisa – Si algo he aprendido con los años es que los seres humanos, a pesar de vuestras cortas vidas, sois capaces de realizar grandes proezas…
–¡Eso¡Y si no, mira a Mina! – dijo Valteria palmeando el hombro de la aludida - ¡Que ella solita consiguió acabar con Sherra en un pis pas!
–¡Ay, venga, que me vas a sonrojar! – exclamó Mina un tanto cohibida por las adulaciones… claro que luego reaccionó de una forma muy diferente – Aunque claro, quién sino podría acabar con esa demonia que la hermosa y fantástica Mina Gabriev, hija de…
–Que sí, Mina, que ya te hemos entendido… - la interrumpió Andracis antes de que el discursito fuera a más, sudando de vergüenza ajena -.
–Jajajajaja… - rió por lo bajo Milgazia – Realmente sólo alguien tan loco como vosotros podría haberlo conseguido… Veo con alegría que el mundo está en buenas manos ¿verdad, Reena Invers?
–Hum… supongo que sí, - murmuró la pelirroja - aunque tampoco estoy yo muy segura de las capacidades de mi hija…
–¡Jo, Mamáaaaa…! – protestó la pelirrosada haciendo un puchero -.
–¡De "jo, Mamá", nada¡En cuanto regresemos a casa pienso ponerte un entrenamiento más severo! Que si no fuera por la espada de tu padre, la habrías palmado fijo…
–¡No me digas eso…!
Milgazia no pudo evitar volver a reír. Realmente los humanos eran unas criaturas muy extrañas…
–De todos modos – añadió – mi gente debe regresar a casa… Los seguidores del Dios Dragón del Agua han sufrido ya demasiados golpes bajos… puede que esta sea la última vez que entremos en conflicto… no nos quedan casi guerreros y alguien tiene que proteger el lugar donde yace la Biblia Clair…
–En ese caso – se despidió Reena dándole la mano – hasta siempre, Milgazia… y ciudaos mucho.
–Gracias, Reena Invers. – dijo el dragón inclinándose hacia ella con respeto – Índiga, también puedes venirte con nosotros si así lo deseas… - añadió dirigiéndose a la semi-dragona -.
–Os lo agradezco, Milgazia-sama – respondió ella – pero creo que ya ha llegado la hora de regresar a casa… y cumplir con la última voluntad de mi padre… - diciendo esto, apretó el bastón de Xellos, del que no se había separado en todo este tiempo, contra su pecho -.
–¡Nooo, señorita Índiga, no se vayaaaaa! – lloriquearon Crystal, Yumei y Selena al tiempo, abrazándola hasta casi dejarla sin respiración -.
–¿Qué va a ser de nosotras si no está usted? – dijo a continuación Crystal con los ojos llorosos -.
–Y es más¿Qué será de usted sin nosotras? – añadió Yumei en el mismo estado -.
–¡Le prometimos que cuidaríamos de usted! – terció Selena.
–Chicas, chicas… - las tranquilizó la chiquilla con carácter maternal – Os agradezco muchísimo todo lo que habéis hecho por mí… pero ahora todo el peligro ha pasado, y ya no tenéis porqué seguir sirviéndome… ¡Además, mi hermano sabrá cuidar de mí, no os tenéis que preocupar por nada! – añadió mirando a su hermanastro con una sonrisa -.
Sin embargo, el trío de dragonas se siguió sin fiar y miraron al dragón antiguo con una mezcla de aprensión y desconfianza.
–¡Escúchanos bien, dragón antiguo…! – empezó Crystal en tono severo -.
–¡… si llegamos a enterarnos de que no cuidas bien a la señorita Índiga…! – continuó Yumei -.
–¡… vendremos y te daremos tu merecido! – terminó Selena amenazadoramente -.
–¡Pero bueno, claro que la voy a cuidar, no tenéis porqué poneros así conmigo…! – sudó de vergüenza ajena Valteria, para luego inquirir con cara de sabelotodo – ¡Ah, ya entiendo: a vosotras lo que os pasa es que como ya no podéis meteros con Xellos, os tenéis que descargar conmigo¿verdad?
Las dragonas al principio pusieron cara de sorpresa. Luego, se miraron las unas a las otras y empezaron a hacer pucheritos, tratando de contener las lágrimas… y fallando miserablemente en el intento.
–¡ES CIERTO – admitieron abrazándose las unas a las otras desconsoladas – ECHAMOS DE MENOS AL DESPRECIABLE NAMAGOMI¡BUAAAAAAAAAA!
–¡Jajajaja…! Sea pues, que tengas suerte Índiga. – accedió el viejo dragón, tomando su forma draconiana y emprendiendo finalmente el vuelo, removiendo con el aire que generaba su batir de alas, los cabellos de todos los presentes – ¡De todos modos, sabed que todos vosotros sois bienvenidos cuando queráis al Pico del Dragón!
–¡Lo tendremos en cuenta! – exclamó Mina despidiéndose con la mano a medida que las majestuosas criaturas voladoras se alejaban -.
–¡Adiós, Milgazia, y gracias por vuestra ayuda! – se despidió a su vez Andracis -.
–¡Id en paz, valientes dragones! – terció Phil - ¡Y que la justicia siempre rija vuestros corazones!
A la despedida de Philionel, se le unieron las de voces de los soldados supervivientes, que durante las semanas que duró la campaña de guerra y la batalla posterior, llegaron a establecer una gran camaradería con los guerreros dragones que ahora, finalmente, desaparecían en la lejanía, como una pequeña nubecilla que brillaba con reflejos dorados bajo el sol.
–Bueno… - suspiró Índiga cuando los dragones se marcharon – creo que para mí también es hora de despedirse…
–¿Eh¿Pero tan pronto te vas? – exclamó Mina desilusionada - ¡Quédate unos días más por lo menos!
–Cuanto antes regrese a casa, mejor. – aseveró la dragoncita con una sonrisa - ¿Verdad, hermano?
–Ya, ya… - le reprochó éste dándole unos ligeros golpecitos en la cabeza con el puño - … lo dice la cabecita loca que se puso a seguir a Andracis y Mina cuando estábamos a escasas millas de Darien¿eh? - por toda respuesta, la semi-dragona sacó la lengua divertida con una mano apoyada en su nuca -.
–Bueno… se trataba de ayudar a unos amigos en apuros, la familia podía esperar un poco, jijiji… - luego se dirigió a Mina y Andracis – Me ha encantado conoceros, chicos…
–Igualmente. – sonrió Andracis -.
Te echaremos de menos. – dijo Mina abrazando a su amiga -.
–Y yo a vosotros. – respondió Índiga separándose ligeramente de la pelirrosada - ¡Oh vamos, no pongáis esas caras! Ya veréis como muy pronto nos volvemos a ver… ¡Venga, vámonos, hermano!
El dragón antiguo asintió, desplegó sus alas negras emplumadas y ofreció su espalda para que su hermana se subiera en ella. Una vez Índiga estuvo bien acomodada, Valteria empezó a batir las alas y a alejarse mientras los demás les despedían con la mano.Fue entonces, mientras aún les estaban despidiendo, cuando Mina se dio cuenta de algo…
–¡Eh, esperad un momento! – gritó, haciendo que Val detuviera momentáneamente su vuelo y se girara junto a su hermana – Índiga… ¿cómo estás tan segura de que nos volveremos a ver algún día? – inquirió con mirada de sospecha -.
Índiga no respondió inmediatamente. Se quedó un rato haciendo como que lo pensaba detenidamente, tras lo cual rió ligeramente para sí. (Val mientras tanto empezaba a poner cara de circunstancias porque se imaginaba lo que iba a pasar después) Finalmente, depositó su delicado dedo índice sobre sus labios y dijo, guiñando al tiempo un ojo:
–Verás, eso…. ¡Es un secreto!
Al oír por enésima vez la famosa frase, los Slayers (Mina y Andracis incluidos) se cayeron de culo al suelo. Aprovechando eso y que los demás presentes les miraron con gotazas de sudor resbalando por sus sienes, Valteria e Índiga reemprendieron el vuelo y se alejaron sobrevolando el bosque cercano a Sailon, en dirección a su hogar.
–Ay… - suspiró Reena ya recuperada de la conmoción – Cómo se nota que esa niña es hija de Xellos…
–De tal palo, tal astilla… - corroboró Zelgadis -.
–¡Bueno, gente, no nos durmamos en los laureles! – llamó de pronto la atención Philionel con su gran vozarrón - ¡Todavía queda mucho trabajo de reconstrucción por hacer¡Hay que aunar esfuerzos o si no, no terminaremos a tiempo!
–¿A tiempo para qué, Pap�? – interrogó Amelia extrañada por las prisas de su padre -.
–¡Pues para vuestra boda, naturalmente! – exclamó Phil agarrando alternativamente a su hija y a Zelgadis con sus fuertes brazos - ¿Para qué si no¡JUAJAJAJAJAJAJA!
–Euh… Phil… - objetó Zelgadis con un gotón de sudor – No sé si te habrás dado cuenta de que tu hija y yo llevamos casados 16 años…
–¡Lo sé muy bien, muchacho! – tronó de nuevo el gobernante de Sailon, palmeándole la espalda a su yerno (afortunadamente esta vez Zelgadis logró mantener el equilibrio y no se cayó de morros como era costumbre…) - ¡Pero mi hija merece tener una boda de lujo como Ceipheid, manda... ¡Nada de casarse en una ermita perdida en el monte con un cura de dudosa reputación¡WUAJAJAJAJAJAJAJAJA….!
Aunque por su risa era evidente que Phil lo había dicho por hacer la gracia, Amelia y Zelgadis se pusieron a sudar profusamente, ya que aquello fue EXACTAMENTE lo que pasó…
–Ejem… - Phil dejó a un lado las risas y se aclaró la garganta, tratando de poner el semblante más serio que podía – Además, has de tener en cuenta que has desposado a la futura Reina de Sailon… lo que te convierte a ti en el Rey Consorte… ¡Y por eso quiero que todo el mundo entero sepa el gran hombre que mi hija ha escogido para gobernar junto a ella nuestra amada nación con verdad y justicia¿No estáis de acuerdo, muchachos? – preguntó a los guerreros sailonienses -.
Éstos respondieron con vítores y hurras, además de frases del tipo "¡Larga vida al Rey Zelgadis!" que hicieron que la pobre quimera se sonrojara hasta las raíces de su cabello de alambre. No estaba muy seguro de si sabría sobrellevar el peso de la corona de Sailon y la gran responsabilidad que ello conllevaba…
Fue su mujer la que acabó por convencerle.
–¡Venga, Zel! – le dijo ella, radiante como nunca mientras se abrazaba a su brazo - ¡Será como una segunda boda¿A ti no te haría ilusión?
–Hum… Por supuesto. – aseveró la quimera, mirándola a los ojos – Me casaría contigo sin dudarlo una y mil veces…
–Ay… Zelgadis-kun… - suspiró la princesa mirándole con sus ojitos lapislázuli brillándole de emoción -.
–¡Ayyy, hija mía, ahora sí que estoy emocionado! – exclamó Phil llorando a lágrima viva - ¡Se nota que este hombre te quiere de verdad¡SOY TAN FELIZ…!
–Ey, Zel… - dijo Reena picarona dándole unos ligeros codazos en el costado – Qué romanticón te has vuelto con los años, jejeje… - Zelgadis no dijo nada, pero le dirigió a su amiga una mirada que venía a decir: "Tú calla, que cobras" -.
–Aunque antes que nada… - añadió Zel antes de dirigirse a su hijo con la mano extendida hacia él – Andracis, ya puedes dármela.
–¿Ein? – Andracis, pillado por la sorpresa, no supo a qué se refería su padre -.
–Hijo, no te hagas el tonto que la tenemos… - insistió Zelgadis mostrando aún más la palma de su mano -.
–Pero… ¿De qué me estás hablando? – interrogó el muchacho con un despiste más propio de Gaudy que de él -.
–Zelgadis se masajeó las sienes, tratando de controlarse.
–Andracis… - dijo calmadamente para que éste lo entendiera – Te mandé a buscar algo ¿recuerdas?
–Sí, lo sé, me mandaste a buscar la Biblia Clair para encontrar una cura para Mamá. – respondió Andracis – Pero ella ya está bien, no hace falta que…
–¡Y CON MI CURA QUÉ PASA! – le gritó Zelgadis ya perdiendo la paciencia del todo - ¡O ES QUE A TI NO TE IMPORTA QUE TU PADRE SEA UNA QUIMERA PARA TODA LA ETERNIDAD?
–Pe-pero Pap�, yo creía que lo de Mamá era más importante… - murmuró asustado el joven hechicero sudando de miedo -.
–¡SÍ, ESO ERA LO PRIORITARIO, PERO TAMBIÉN MI CURA ERA IMPORTANTE! – continuó gritándole al tiempo que le golpeaba repetidas veces con una pantufla - ¡Y YA QUE IBAS A BUSCAR LA BIBLIA CLAIR PODRÍAS HABERLO MIRADO DE PASO!
–¡Ay¡Jo, Papa, yo qué sabía! – gimoteó adolorido Andracis - ¡Si pensaba que sólo era la cura de Mamá y ya est�!… ¡Ay!… ¡No me dijiste nada de ir a por tu cura!… ¡Ay!…. ¡Y además, nunca llegué a ver la Biblia Clair, cómo querías que….¡Ay¡Papa, te lo suplico, no me pegues máaaaas!
–¡Zel, deja ya de darle al niño en la cabeza, hombre, que está estudiando! – salió Amelia en defensa de su hijo, tratando de retener a su esposo -.
Como es obvio, la ridícula escena fue contemplada por todos los allí presentes con cara de circunstancias y enormes gotones de vergüenza ajena…
Cuando Zelgadis ya se cansó de darle, el pobre Andracis estaba medio molido en el suelo y él intentaba calmarse respirando hondo. Todo ello hasta que soltó:
–¡Pues ahora mismo, te vas de nuevo a buscar la Biblia Clair, o en su defecto una copia que contenga la fórmula para crear quimeras! – le gritó al joven hechicero - ¡Y ni se te ocurra pasar por casa hasta que lo consigas¿Me has oído!
–¡Jo, Papáaaaaa….!
–Hijo, haz caso a tu padre por una vez. – intervino Amelia tratando de calmar la situación por la vía diplomática – Que ya sabes que con esto de su cura se pone un poco nervioso…
–¿Nervioso¡Yo más bien diría histérico perdido! – murmuró Mina sudando aún más -.
–¡Qué me vas a contar, hija mía! – suspiró Reena resignada – Si es que el viejo Zel es un caso perdido…
–¿Os creéis que no os oigo? – inquirió Zelgadis dirigiéndose hacia ellas con mirada peligrosa, a lo que ambas decidieron prudentemente dejar los comentarios para otra ocasión… -.
–Ay… está bien. – se rindió Andracis ante la imposibilidad de una alterativa – Iré otra vez a por la dichosa Biblia Clair… y ya que estoy de viaje, aprovecharé para pregonar el mensaje de paz de Sailon ¡Y esparcir la justicia allá donde mi corazón me lleve! – terminó con pose justiciera incluida -.
–¡Así se habla, hijo! – le animó la princesa Amelia -.
–¡AYYYYYY¡QUÉ ORGULLOSO ME SIENTO DE TENER UN NIETO TAN LLENO DE SUEÑOS DE JUSTICIA¡ESTOY QUE ME EMOCIONO YO SOLO…! – volvió a lloriquear Phil a moco tendido - ¡Que sepas que te doy mi bendición! – añadió plantándole sendas manazas en los hombros -.
–¡Gracias abuelito! – agradeció el muchacho con lagrimillas en los ojos -.
–¡NIETO MÍOOOO!
–¡ABUELIIITOOOOO!
–¡Bueno, ya está bien! – zanjó Zel de una vez por todas, arrastrando a su hijo hacia el camino que llevaba fuera de la ciudad - ¡Vete de una vez, que es para hoy!
Con malas maneras, la quimera empujó a su hijo de cara al sendero y éste resignado, aunque en el fondo contento porque de nuevo tenía una misión importante que cumplir entre manos, echó a caminar empezando a alejarse…
–Espera. – le llamó de pronto Zel y el muchacho, extrañado, se volvió. La quimera, mirando a su descendiente por el rabillo del ojo, esbozó una media sonrisa y haciendo el signo de la victoria le dijo: - Ve con cuidado…
–¡Ah¡Gracias papa! – sonrió Andracis -.
–No me las des. – replicó el otro desviando la mirada – No quiero preocupar a tu madre más de lo necesario, así que no hagas tonterías ¿entendido?
Andracis amplió su sonrisa. En el fondo sabía perfectamente que, aunque a su padre le costara expresarlo, también él se preocuparía si no regresaba…
Y eso más que nada, le dio fuerzas para seguir su camino, arropado por los gritos de despedida de sus camaradas sailonienses, compañeros de batalla, familiares y amigos.
Echó una última mirada hacia atrás, encontrándose con la mirada de ojos azul cielo de Mina.
Ella le miraba fijamente, como sin aún creerse que se iba a marchar…
Cerró los ojos, no osando mirarla ni un instante más. Al frente, siempre al frente… , se repitió igual que había hecho en los últimos meses, tratando de infundirse ánimos. No podía haber duda en sus acciones. Su padre contaba con él y cumpliría su misión.
Aún a costa de separarse de ella…
Mientras tanto, Mina se quedó mirando la figura del joven hechicero que se alejaba, esta vez sin intención de regresar hasta pasado un tiempo. Sabía que de todos modos Andracis y ella, una vez vencida Sherra, deberían tomar caminos diferentes: ella regresaría con su familia a Zefilia y él permanecería con la suya (bueno, en este caso, cumpliendo una misión para un miembro de su familia…)
Y sin embargo, aun sabiéndolo, pareció cómo si su corazón se parase en el mismo instante en que le vio desaparecer en la lejanía, internándose en la espesura del bosque. Su mundo interior se volvió silencioso y lento, ignorando las voces de la gente y lo que ocurría a su alrededor.
–¡Ay, Zel! – dijo Amelia tiernamente abrazándose a su marido - ¡Si es que en el fondo eres un pedazo de pan!
–Los hijos te cambian el carácter cosa mala¿eh, Zel? - comentó Gaudy divertido palmeando la espalda de su amigo -.
–No lo sabes tú bien… - admitió la quimera suspirando y con una sonrisa -.
–Huy, huy, huy… ¡El gran Zel admitiendo sus debilidades! – se mofó Reena - ¡El mundo se está volviendo loco!
Y en ese mismo instante, de pronto, Mina se dio cuenta de algo.
Se dio cuenta de que ése era su destino.
Recorrer el mundo por sí misma, vivir sus propias aventuras junto con Andracis.
Y se dio cuenta también de que si no le seguía ahora, se arrepentiría por toda la eternidad.
–Lo siento.
–¿Eh? – Reena y los demás dejaron su conversación y sus chanzas y miraron a la pelirrosada extrañados - ¿Qué es lo que sientes?
–Lo siento… - repitió Mina antes de clavar una mirada de firme decisión en los ojos de su madre – Mam�, Papá… Lo siento, pero… ¡No puedo volver con vosotros a Zefilia!
–�¿Quéeeee¡Pero qué dices! – se escandalizó Reena -.
–Debo ir con Andracis. – continuó la pelirrosada – Es mi misión en la vida, tengo que seguirle, acompañarle en su búsqueda y… ¡TONK! - su discurso quedó interrumpido abruptamente por el poderoso puño de su madre impactando en su cocorota con un ruido sordo - ¡Ayyyyy¡Eso duele!
–¡Niña, ya está bien de marear la perdiz! – le reprendió la hechicera pelirroja - ¡Ya has tenido suficiente con los líos en los que te has metido, así que ahora que has terminado tu misión, volverás con nosotros a casa y…!
–¡Ahí es donde te equivocas!
Tan tajante afirmación por parte de Mina dejó a Reena tan traspuesta y extrañada que no pudo replicar nada, quedándose en cambio con cara de solemne despiste.
–Mama¿Te acuerdas de lo que te prometí antes de marcharme de casa? – le preguntó la joven hechicera -.
–Pues.. sí… - balbució Reena sin saber adónde quería parar – que regresarías cuando todo terminara, pero…
–¡NO! – negó Mina con una sonrisa triunfal en el rostro – Te dije específicamente que volvería a casa tan pronto como Andracis encontrara la Biblia Clair…
–Sí, es cierto, pero…
–…sin embargo, Andracis no encontró la Biblia Clair ¿cierto?
–Eh… no, pero…
–Luego, no pudo concluir su misión¿cierto?
–Estooo…
–¡Luego, yo no he cumplido mi promesa¡Así que tengo que seguirle hasta que la encuentre!
–¡Pero eso no tiene nada que ver con venirte con nosotros…! – protestó Reena -.
–¡Claro que tiene que ver! – insistió Mina – Andracis me salvó la vida, así que tengo una deuda de honor con él. ¡Y esa deuda es mucho más importante para mí que cualquier cosa¡Mi honor y el de mi familia está en juego, así que acompañaré a Andracis en su búsqueda de la Biblia Clair tanto si te gusta como si no! – terminó tajante -.
–¡Pero…! – Reena, completamente derrotada, ya no sabía como continuar. Fue su marido en cambio, quien con una sonrisa habló a continuación: -.
–¿No te rendirás hasta que te dejemos marchar, verdad? – fue el comentario de Gaudy -.
–¡Nop! – respondió Mina sacando la lengua -.
–Jujuju… en ese caso es mejor que tengas esto… - dijo a continuación el espadachín, sacando de su cinto la espada de luz en su vaina y entregándosela a su hija en tono solemne – Te hará mucha falta a partir de ahora.
–Mina cogió la Gorn Nova con manos temblorosas de emoción. La legendaria Espada de Luz, el legado que generación tras generación conservó su familia durante años y que un buen día volvió a manos de sus legítimos dueños, para más tarde, por azares del infortunio, caer en las garras de un demonio, era ahora suya.
Al derrotar con ella a Sherra había sentido el inmenso poder del que tanto había oído hablar. Era realmente un tesoro, una magnífica espada digna de un gran espadachín.
Sin embargo….
–No puedo. – negó Mina alargándole de nuevo la espada a su padre para que la cogiera – No puedo aceptarla.
–¿Porqué no? – interrogó Gaudy sin mostrar la menor intención de coger la espada que su hija le quería devolver -.
–¡Yo la recuperé para ti! – dijo Mina con decisión - ¡Esta espada debes llevarla tú, es…!
–La herencia de los Gabriev. – terminó por ella la frase el rubio espadachín – La Espada de Luz es un tesoro que los Gabriev han pasado de padres a hijos. – continuó más serio que nunca – Como Gabriev que eres, tienes derecho también a heredarla… Yo ya he sido el Portador de la Espada de Luz mucho tiempo; ahora es tu turno, Mina. Y sé que harás buen uso de ella. – concluyó depositando una mano en su hombro -.
Mina se quedó largo rato mirando a su padre, prácticamente al borde de las lágrimas. Miró de nuevo a la Espada de Luz que ahora era suya y algún día sus hijos heredarían y tras secarse las lágrimas que pugnaban por salir con el dorso de la mano, volvió a mirar a Gaudy, esta vez con una mirada decidida y confiada, apretando la Gorn Nova contra su pecho.
–Gracias, papá. – dijo – Haré honor a la confianza que has depositado en mí.
Sin embargo, alguien no estaba demasiado de acuerdo con aquella entrega…
–¡Oye, un momento! – exclamó Reena dirigiéndose a su marido - ¡Yo llevo años reclamándote esa espada sin que cedieras lo más mínimo, y sin embargo luego vas y se lo entregas a la niña así, tan tranquilo?
–Reena… - dijo Gaudy poniendo cara de circunstancias – Hay una diferencia bastante importante entre ella y tú… y es que ella lleva el apellido Gabriev…. La Espada de Luz sólo puede traspasase a los miembros de mi familia…
–¿Es que ser tu mujer no cuenta? – preguntó la pelirroja poniendo ojitos de carnero degollado -.
–¡Ah, así que te casaste conmigo por mi espada! – replicó el rubio espadachín con algo de sorna en la voz -.
–Mmmm…. – Reena pareció pensarlo unos minutos - ¡Po zí¡Entre otras muchas cosas!
–Caída de culo por parte de Gaudy, gotón de sudor por parte de los demás.
–Bueno… - suspiró la hechicera resignada – Ya que tu padre te ha entregado su espada, lo justo es que yo también te dé algo antes de partir… - y justo en aquel momento, para gran sorpresa de todos, Mina la primera, Reena se quitó los cuatro talismanes que ella llevaba y se los entregó en mano a su hija -.
–¿Y esto? – preguntó Mina mirando alternativamente a los talismanes y a su madre -.
–Esto – respondió la pelirroja señalando las preciadas piedras – son los Talismanes de Sangre de Demonio. Me los regaló Xellos hace un tiempo…
–Creo recordar que nos dijiste más concretamente que se los compraste… - matizó Zelgadis -.
–Sí, bueno, detalles, simples detalles… - le quitó importancia la hechicera y luego continuó explicándole a su hija: - Cada piedra recibe el nombre de cada uno de los cuatro demonios de los cuatro mundos creados por la Diosa de la Pesadilla Eterna: Azul Caótico, Niebla Mortal, Ojos de Rubí y Estrella Oscura…. a ésta última tuve que delegarle parte del poder de las otras tres para compensar, porque desde que destruí al propio Dabraagnigudú no funcionaba bien…
–¿Y esto sirve para…? – quiso saber la pelirrosada -.
–Con un simple conjuro… espera, déjame la libreta tuya, que te lo apunte… - Mina rebuscó entre la pechera de su armadura hasta encontrar la libretita, Reena garabateó el hechizo allí y se la devolvió – Ya está… decía que diciendo estas palabras – señaló la libreta – invocas el poder de esos cuatro demonios… de tal manera que aumenta considerablemente la potencia de cualquier hechizo que lances a continuación…
–�¿En serio? – exclamó la joven hechicera con los ojitos brillantes de ilusión -.
–¡Quieta parada, que te conozco! – le bajó de las nubes su madre – Te los daré a condición de que los uses con prudencia. No te haces a la idea de lo que aumentan el poder esos talismanes, si no vas con cuidado podrías destrozar una aldea entera con una simple Bola de Fuego…
–Aumenta… hechizo…. – repetía Mina como un mantra con los ojitos aún brillando como estrellitas -.
–Nada, que ésta no me escucha… - suspiró la otra sudando -.
–¡Oye Mina! – le llamó la atención de pronto Ileana la amazona – Si quieres seguir a ese chico, más te vale que sea ahora, o no podrás alcanzarle…
–¡Ay¡Es verdad! – a toda prisa, la joven hechicera guardó los Talismanes de Sangre de Demonio en una pequeña bolsita que se colgó al cuello y ocultó en el interior de su armadura, se colgó la Espada de Luz al cinto y corrió como alma que lleva al diablo por el camino que llevaba al bosque, desapareciendo en sus espesura al tiempo que gritaba: - ¡Adiós, Pap�, Mam�, prometo escribir para contaros sobre el viaje!
–¡Nos basta con que vuelvas de una pieza! – le respondió su padre -.
–¡Y con un poquillo de dinero extra!
–¡Reena!
–Es broma…
La chica pelirrosada finalmente desapareció entre la negrura espesa del bosque. Philionel el di Sailon no tardó mucho en llamar a todos a voz de grito para que siguieran con los trabajos de reconstrucción.
Incluso aquellos que no tenían un porqué, se ofrecieron.
–Ileana… - Kronck llamó a su compañera de fatigas que cargaba en aquellos momentos con un par de tablas de madera - ¿No irnos ya?
–No. – negó ella – Creo que aquí nos necesitan más. Y de todos modos… - meditó - ¿qué prisa hay?
–¿Uh?
–A fin de cuentas – continuó la amazona mirándole con sus ojos oscuros – ya empezaba a cansarme de esto de ir de acá para all�, buscando trabajos constantemente sin un techo bajo el que guarecerse… Ya va siendo hora de que tengamos una vida más tranquila y Sailon parece un buen lugar para volver a empezar…
–¿eh¿Tú… y mí? – interrogó el vikingo, señalándose a ambos -.
–Pues claro. – dijo ella como si fuera cosa hecha – Cuando terminemos de reconstruir esto te vendrás a vivir conmigo ¿no?
La cara del gigantón se transformó en aquel momento en un farolillo rojo.
–¿Kronck… vivir con Ileana? – murmuró din creérselo aún -.
–¡Pues claro! – exclamo Ileana – A mí no me gustaría vivir sola ¿y a ti?
La ilusión habían invadido por completo el corazón y la mente del vikingo.
–… con Ileana…. – siguió murmurando mientras una sonrisa se dibujaba en su cara -.
–Venga, grandullón. – le dijo ella volviendo a cargar las tablas de madera – Cuanto antes les ayudemos a acabar las obras, antes podremos instalarnos…
–¡Síiiii¡Yo vivir con Ileana! – exclamó el grandullón entusiasmado mientras cargaba con todo un bloque de ladrillos repitiendo esta última frase como una cantinela – Vivir con Ileana… vivir con Ileana… vivir con Ileana…
Como Ileana y Kronck, muchos mercenarios decidieron también ayudar, con más ganas que nunca, a reconstruir aquella ciudad con la esperanza de hacerla suya. De aquellos mercenarios que un día ayudaron a poner los primeros cimientos, nacería la nueva y renacida Ciudad de Sailon, una ciudad que la historia conocería como la más antigua y duradera ciudad del Mundo Sur.
Pero eso por ahora es adelantar demasiada historia. En aquel instante, en el momento que narramos, tan sólo había cuatro personas que por ahora, permanecían en pie, mirando fijamente al camino por el que dos jóvenes hechiceros habían partido.
Reena, Gaudy, Amelia y Zelgadis.
Los Slayers.
En la mente de esos cuatro valientes guerreros que en su día llegaron a salvar, no una, sino varias veces al mundo de su destrucción, se instalaban los mismos sentimientos: pena por la marcha de sus hijos, pero también la esperanza de que algún día volverían.
–¿Sabéis? – comentó Reena – Ver como estos chicos se marchan de nuevo, así… me hace sentir un poco vieja…
–Y a mí… - corroboró Gaudy -.
–Tal vez es que sea eso realmente. – añadió Zelgadis – Me refiero a que ya estamos un poco viejos para andarnos con proezas épicas ¿No creéis?
–Es verdad. – admitió Amelia con un suspiro – Tal vez… sea el momento de pasarles el testigo a ellos…
Pasar el testigo…
Algo a lo que la mente aún joven y llena de ganas de juerga de Reena se negaba a aceptar.
Pero…
–Tienes razón. – dijo – Se lo merecen después de todo… ¡Y además, quién mejor que nuestros hijos para continuar el legado de Reena Invers!
–¡Eh! – se mosqueó Gaudy - ¿y que pasa con nosotros?
–¡Ay, déjame de dar el coñazo, hombre! – le chilló ella pegándole un coscorrón -.
–¡Ayyyy¡Y ahora porqué me pegas!
–¡Por pesao!
–¿Ah, sí?
–¡Sí!
–Zel, cariño… - sudó de vergüenza ajena la princesa de Sailon - ¿No deberíamos hacer algo?
–Ya les conoces… - dijo la quimera suspirando resignada – Cuando este par se pone a pelear entre ellos, ni todos los ejércitos del mundo les detendrían…
Ésa fue la última vez que los Slayers estuvieron juntos.
Claro que ahora, los Slayers ya no eran ellos.
Ahora lo eran Mina y Andracis. Pero también Valteria, Índiga y todos aquellos que llegaron a compartir sus aventuras, sus vivencias.
La nueva generación de Slayers ya estaba en marcha.
A mucha distancia de allí, en los límites del bosque, el joven hechicero Andracis Greywords echó una última mirada a los pocos cimientos que se habían levantado de Sailon. Aquella ciudad, por la que había luchado, que sin quererlo se había convertido en su patria… y que aún tardaría mucho en volver a ver.
Quizás para cuando regresara, pensó, volvería a tener el aspecto que tuvo antaño. La gran Capital de la Magia Blanca, Sailon, renacida de sus propias cenizas.
Sonrió para sí, reemprendiendo su camino…
Hasta que de pronto una voz chillona le gritó:
–¿ADÓNDE TE CREES QUE VAAAAAAAAAS!
Y tras esto, el pobre Andracis sintió en su cocorota el característico peso de la patada mortal de Mina, haciéndole perder el equilibrio y cayendo al embarrado suelo del camino con un notable chichón adornando su cabeza.
Cuando se levantó, lo hizo con un cabreo de tres pares de narices.
–¡MINA! – le gritó enfurecido frotándose dolorido el chichón - ¿ SE PUEDE SABER A QUÉ HA VENIDO ESO?
–¡No trates de disimular haciéndote el ofendido! – le recriminó la pelirosada - ¡Sé perfectamente que te has querido librar una vez más de la gran Mina Gabriev¡Y no te va a resultar tan fácil!
–¿Ofendido¡SI ME HAS DADO UNA PATADA EN TODA LA…! – empezó recriminándole Andracis, hasta que su maltrecho coco empezó a procesar la última frase que había soltado Mina y cambió de actitud - ¿Uh? Un momento… ¿Eso quiere decir…?
–¡Quiere decir que a partir de este mismo instante – exclamó la joven hechicera señalándole con el dedo – pienso seguirte a todas partes hasta que encuentres esa dichosa Biblia Clair! A fin de cuentas – terminó guiñándole un ojo – dos pares de ojos buscan mejor que uno ¿no?
–Ah… - en la cara de Andracis se dibujó una amplia sonrisa – Mina… Gracias, tu ayuda significa mucho para mí…
–¡Alto, alto, alto, ni pienses que esto lo hago por compasión! – dijo Mina muy seria – Lo hago porque me salvaste la vida en la taberna de tía Luna y prometí que te ayudaría, y yo jamás dejo un deuda de honor pendiente…
–Bueno… aún así es muy honorable de tu parte… - dijo Andracis, un poco desilusionado, pero contento de todas formas -.
–¡Y además, la Biblia Clair es la mayor fuente de hechizos poderosos que existe! – añadió la pelirosada con los ojitos brillándole con estrellitas - ¡Con esa información, la espada de mi padre y los talismanes de mi madre, el nombre de Mina Gabriev será conocido a este y el otro lado de la antigua barrera!
Y tras soltar aquella pedorata se rió con orgullo, haciendo que un gotón de sudor resbalara por la frente de Andracis, al tiempo que pensaba: Esta tía siempre tan interesada…
Pero me alegro de que volvamos a viajar juntos…
–Entonces – suspiró el joven hechicero sonriendo y tendiéndole a Mina la mano – volveremos a ser compañeros de viaje ¿verdad?
–Mina se giró sonriendo tan ampliamente o más que Andracis.
–¡Eso ni lo dudes, compañero! – exclamó chocando su mano con la de su camarada -.
Las mantuvieron así, unidas en un lazo que confirmaba su amistad y su camaradería, a prueba de todo.
Y al tiempo, los ojos azules cielo de Mina y los grises de Andracis se encontraron.
Sus almas y sus destinos quedaron entrelazados en ese instante.
–¡Bueno! – exclamó la chica cortando la escenita y dándole una fuerte palmada en la espalda, que por poco no le tira de nuevo al suelo – ¡Ya va siendo hora de ponernos en marcha!
–¡Tienes razón! – corroboró él -.
–¡Muy bien, pues entonces…! – empezó la pelirrosada señalando al cielo, cuando de pronto se quedó en blanco – Aaaah…. ¿Cómo era esa frase que tú siempre dices?
–¿Hacia el frente? – murmuró Andy con un enorme gotón de sudor -.
–¡Eso es! – gritó la pelirosada entusiasmada cogiéndole de la mano y arrastrándole por el camino - ¡Vamos all�¡Siempre hacia el frente!
Y así, nuevamente, Mina Gabriev emprendió el camino de su destino.
Un destino que le llevaría a vivir muchas y emocionantes aventuras.
También un destino que, sin duda, traería consigo grandes peligros y numerosas pruebas a superar.
Pero a fin de cuentas era el destino que había elegido.
Por eso, jamás se rendiría.
Por mucho que pasara, por muchas dificultades que hubiera, ella miraría siempre al frente.
Hacia su nuevo futuro.
FIN…
Amber: (entrando en escena) ¡ESPERA, ESPERA UN MOMENTO¿CÓMO QUE FIN¡DE ESO NADA, MONADA! (arranca los títulos de crédito, los arruga haciendo una bola con ellos y los tira a la papelera más cercana de una patada) Uf… listos… (se sacude las manos) Bueno… ¡Decía que esto aún no se ha acabado, señores fans¡Todavía queda una última cosita por hacer! Un epílogo, una menudencia de nada, en la que terminaré de atar cabos sueltos… bueno, los que pueda nnU… y donde pondré todos mis agradecimientos ¡Hasta entonces sed pacientes, porque ya falta muy pero que muy poquito para el verdadero final de SLAYERS CONTINOUS! See ya!
Notas post-publicación: De nuevo disculpas por las faltas provocadas por el sistema de ff-net que como siempre hace sus cosas raras n-nU (al menos he solventado el problema de los guiones...)
