Amor Eterno.
Autora: Princess LalaithNota Inicial: No soy dueña de Inuyasha ni de sus personajes así que por favor no me demanden. Sólo escribí esto para honrar a mi pareja favorita: RinSess.
Capítulo 1.- Quince años.Pasaron quince años, quince largos años. Rin vivía como Rin Higurashi, la prima de Aome, en casa de la Sra. Ayame Higurashi(mamá de Aome). Rin la trataba como si realmente fuera su tía, se sentía muy a gusto. Ayame fue una gran ayuda cuando Rin dio a luz, a dos niños, mellizos, a los que bautizo como Seth y Rei.
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Una mañana Rin se encontraba preparando unos dibujos (trabajaba como dibujante para una revista), mientras observaba a sus hijos en la sala. Ambos de catorce años. Seth, parecía una copia exacta de Sesshomaru, con el cabello platinado, a excepción de que él tenía los ojos ambarinos, no dorados, era alto y fuerte, y solía vestir de pantalón y playera casual, con una pañoleta cruzándole la frente. Rei era más parecida a Rin, con el cabello negro, unos mechones grisáceos, ojos marrones, solía vestir con una falda corta, blusa y una mascada que le cubría gran parte de la cabeza. Ambos sabían de su condición de hanyou, y que su padre era un demonio de otra época.
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Rei se encontraba sentada en un sofá leyendo un libro algo viejo cuando 'sintió' que su hermano estaba intranquilo.
¿Qué ocurre Seth? –preguntó Rei.
Nunca voy a perdonar a ese maldito, nunca. –murmuró Seth entre dientes.
¿Eh? –Rei se confundió, al no saber a quien se refería su hermano.
Hacer sufrir a nuestra madre de esa manera, no tiene perdón. –agregó Seth con los puños apretados.
Ah, te refieres a nuestro padre. –dijo Rei sin darle mucha importancia.
No era la primera vez que Seth se ponía así.
Ni siquiera merece ser llamado padre. –dijo Seth furioso. –Dejó a nuestra madre embarazada, para casarse con otra.
Él ni siquiera sabía que mamá estaba embarazada. –le recordó Rei.
Debió saberlo maldita sea¡es un demonio! –exclamó Seth golpeando la mesa bruscamente.
No creo que a la tía Ayame le agrade que le rompas otra mesa. –le reprochó Rei.
Es que me da tanto coraje. –dijo Seth con el ceño fruncido.
Lo sé, créeme que yo no estoy feliz tampoco, pero con esa actitud no ayudas. –le dijo Rei con calma. –Sólo conseguirás preocupar más a mam� y ella ya tiene bastantes problemas.
Finalmente Seth asintió, y poco a poco se fue calmando. La situación se repetía más o menos una vez al mes. Rin se ponía melancólica, Seth lo notaba y se enfurecía, y a Rei le correspondía calmarlo.
Como ella había dicho, ella tampoco estaba muy contenta con su 'padre', pero sabía que no ganaba nada enfureciéndose; además que si alguno de ellos llegaba a perder el control podían dañar a alguien con la tremenda fuerza y el poder que poseían.
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Esa noche estaban todos reunidos cuando vieron entrar corriendo a Aome.
Aome, de 40 años, no aparentaba más de veinticinco, se seguía viendo joven, como parte del deseo que habían pedido a la Perla de Shikon, habían deseado que ella e Inuyasha estarían juntos por siempre. Era por eso que Aome envejecía más lentamente.
¡Tía Aome! –exclamó Rei con una sonrisa. Pero antes de abrazarla se detuvo en seco. -¿Qué te ocurre?
Pese a nunca haber sido realmente 'entrenados' en sus poderes, los más básicos como 'sentir' a otros, y sus sentidos agudizados los habían aprendido ellos solos.
¿Qué ocurre Aome? –preguntó Ayame. –Creí que Inuyasha, los chicos y tú vendrían hasta la próxima semana.
En realidad sólo vine yo mamá. –les dijo Aome. –Para hablar con ustedes. Hay algunos asuntos en el Segoku, Inuyasha y yo vamos a tener que viajar, nuestros hijos van a acompañarnos.
Ya veo. –dijo Ayame. –No van a poder venir.
Lo siento de veras mamá. –dijo Aome apenada. –Pero es que esto es en verdad de suma importancia.
Lo sé hija, no te preocupes. –le dijo Ayame comprensiva. –Eres una gran sacerdotisa, tu esposo un demonio poderoso, y sus hijos...es lógico que los necesiten para solucionar problemas.
Eres muy linda mamá. –dijo Aome sonriendo. –Gracias por tu comprensión. Te prometo que después vendremos y te repondremos ésta ausencia.
Ayame asintió.
Rin, disculpa¿podemos hablar un momento? –preguntó Aome.
Rin podía sentir la tensión en el ambiente, y no era la única, siguió a Aome fuera de la casa.
¿Qué ocurre? –preguntó una vez afuera.
Los problemas en los que nos necesitan. –dijo Aome. –Son de las Tierras de Oeste.
Por un momento Rin pareció reaccionar, pero fue sólo un momento.
Rin, -la llamó Aome. –Estamos hablando de las tierras de Sessho...
Lo sé. –la cortó Rin.
Creí que te importaría. –dijo Aome con duda.
Hace quince años a él no le importé yo. –dijo Rin con rencor. -¿Por qué me habría de importar él a mí ahora?
Pero Rin... –comenzó Aome. –Tú...
No Aome. –la detuvo Rin. –No lo digas. Sea lo que sea que esté pasando en las Tierras del Oeste ya no es asunto mío. Dejó de serlo el día en que él decidió casarse con otra, tirar mis sentimientos a la basura. Si él no se preocupó por mí¿Por qué habría de preocuparme yo? Que lo ayude la princesa esa, su esposa.
Rin... –murmuró Aome entre sorprendida y espantada. –Nunca creí oírte hablar así.
Yo tampoco creí que algún día hablaría así. –dijo Rin con melancolía. –Pero la vida me ha enseñado que la vida no es tan dulce como yo quise creer por años. Que el verdadero amor ya no existe. Ya no existe el 'Amor Eterno'.
¡Claro que existe! –exclamó Aome.
Eso lo dices porque tú tienes a Inuyasha. –dijo Rin. –Sabes que él te ama, a ti y a sus hijos. Pero a mí la persona que amaba me decepcioné. Yo le entregué mi corazón y él me lo devolvió hecho pedazos.
Él te devolvió la vida. –le recordó Aome.
Me devolvió la vida con una espada. –dijo Rin con frialdad. –Pero para volvérmela a destrozar no necesitó mas que unas palabras, y un rechazo. Ese tipo de muerte la Tenseiga nunca la podrá revivir.
¿Entonces por qué conservas la Tenseiga? –preguntó Aome.
Rin se sorprendió de que Aome lo supiera. Entonces decidió que no podía seguir discutiendo. Se dio la vuelta y se dirigió de nuevo a la casa.
Dime Rin¿Por qué? –le insistió Aome a la distancia.
Quizá porque en el fondo nunca dejé de amarlo. –respondió Rin en voz abaja antes de entrar a la casa.
Pero los sentidos agudizados que Aome también había obtenido al unirse a Inuyasha le permitieron escuchar cada palabra. Y también le permitieron darse cuenta de las dos personas que observaban todo desde las sombras. Dos personas que aunque trataran de ocultarlo, era obvio que habían estado espiando.
Rin...Tú confía... Yo sé que él aún te ama... –murmuró Aome a la vez que se daba la vuelta para dirigirse de nuevo al pozo.
Y en medio de las sombras una figura comenzó a hacer movimientos violentos, mientras la otra trataba de calmarlo.
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Rin no pudo dormir esa noche. Pasó las horas sentada en su cama, observándose en el espejo. Pese a su 'enlace' ella no había cambiado mucho, y quizá ahí estaba el problema, pues pese a tener ya treinta y dos años, se seguía viendo bastante joven. Muchos le habían dicho que más que la madre de Rei y Seth parecía la hermana mayor. Si esas personas tan solo supieran la razón...
Finalmente, cuando ya era de madrugada, Rin tomó una decisión. Corrió hasta su closet y sacó una vieja bolsa.
Tiene que estar por aquí, tiene que estar. –repitió ella una y otra vez mientras revisaba los contenidos de la bolsa.
Finalmente dio con lo que buscaba. Un espejo de lo que parecía plata, estaba cubierto de polvo, pero con una pequeña sacudida se volvió a ver igual de magnífico que el día en que lo recibió.
Un regalo de mi señor... –suspiró ella viendo en espejo.
Flashback
Era el cumpleaños número doce de Rin. Ella estaba muy contenta, los sirvientes le habían preparado su comida favorita, y ella había pasado todo el día jugando. Hasta que Sesshomaru se le acercó.
Toma. –le dijo extendiéndole una pequeña caja.
Rin lo miró con duda.
Toma. –repitió Sesshomaru.
¿Es para mí? –preguntó Rin con emoción. –El Amo Sesshomaru le trajo un regalo a Rin.
Sesshomaru se limitó a asentir.
Rin de inmediato abrió el paquete, revelando un hermoso espejo de lo que parecía plata muy fina.
¡Es hermoso! –exclamó ella encantada.
Y hay algo más. –le dijo Sesshomaru. –Si te concentras y le dices al espejo lo que quieres ver, éste te lo mostrará.
¿En serio? –preguntó Rin, aún más emocionada ante la idea.
Sesshomaru asintió.
Espejito, quiero ver a Jaken, por favor. –pidió Rin sujetando el espejo frente a ella.
En ese momento el espejo le mostró la imagen del demonio-sapo, corriendo de un lado a otro, para de pronto resbalar con un charco de agua, estrellarse con una mesa y que le cayera encima un costal de harina.
Rin se empezó a carcajear mucho con eso.
Gracias mi señor Sesshomaru. –le dijo Rin con una sonrisa.
Ese espejo también te servirá para cuando ya no estemos juntos Rin, y me quieras ver. –le dijo Sesshomaru.
¿Cuándo ya no estemos juntos? –preguntó Rin, no parecía agradarle la idea. –Pero si Rin siempre va a estar con su señor Sesshomaru. Rin se va a quedar con su señor eternamente.
Nada es eterno Rin. –negó Sesshomaru.
Y la pequeña Rin ya no dijo nada más.
Fin del Flashback.
Mi amor por ti si lo es Sesshomaru. –murmuró Rin(adulta) en ese momento. –Mi amor por ti sí.
Ella depositó el espejo sobre su cama y volteó a ver el cielo nocturno. De pronto sintió una urgencia y volvió a sujetar el espejo.
Muéstrame a mi Señor Sesshomaru, por favor. –pidió Rin.
El espejo se llenó de niebla, y poco después fue mostrando un escenario, una oficina que Rin conocía bastante bien, la de su señor. Y en la silla principal estaba él, sentado con su porte y actitud tan fría como siempre. Pero Rin pudo ver en sus ojos algo que nunca antes había visto: tristeza.
Mi señor... –murmuró ella, una lágrima resbaló por su mejilla y cayó en el espejo.
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Y mientras tanto, en el castillo de las Tierras de Oeste, Jaken entró a toda prisa a la oficina de su señor.
¡Mi Señor Sesshomaru! –exclamó Jaken entrando precipitadamente. -¡Nos atacan mi señor¡Nos atacan!
Pues envía al ejército. –dijo Sesshomaru con su voz monótona.
Ya lo hice mi señor, pero no sé si sea suficiente. –dijo Jaken. –Los enemigos esta vez son muchos.
Sesshomaru no dijo palabra alguna.
Mi señor... –comenzó Jaken.
Vete. –le ordenó Sesshomaru.
Pero mi señor usted no va a... –comenzó Jaken.
¡Que te vayas! –le ordenó Sesshomaru.
Si mi señor. –dijo Jaken con una reverencia y se retiró.
Una vez afuera suspiró con aire derrotado, y se dirigió a donde los soldados esperaban., tendría que decirles que ésta vez su señor tampoco lucharía con ellos.
Y, sin que Jaken lo supiera, una mujer observaba todo desde un lado: de cabello anaranjado-dorado y ojos de un tono cobrizo, la princesa Sanzura había escuchado todo con decepción. Esto no era lo que ella esperaba cuando se casó.
Sesshomaru... –suspiró ella negando con la cabeza.
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Afuera Jaken estaba tratando de inventar una buena excusa de por qué Sesshomaru no salía a pelear, sin desmotivar a los demás demonios cuando llegó alguien que no esperaba.
¡Hey tú! –llamó una voz. -¡Jaken!
Inuyasha! –exclamó Jaken sorprendido, confundido, y hasta cierto punto aliviado (con Inuyasha ahí quizá no tendría que preocuparse tanto por la ausencia de su señor).
Si. –dijo Inuyasha.
¿Qué te trae por aquí? –preguntó Jaken. -¿No querrás aprovechar para quitarle las tierras de Oeste a mi señor, porque te advierto que... ¡Auch!
La interrupción se dio cuando una joven de cabello negro-grisáceo, con mechones platinados, y ojos ambarinos, y de aparentes diecinueve años, dio un golpe en la cabeza a Jaken.
Tú niña maleducada... –comenzó a regañarla Jaken.
Pero ella lo esquivó fácilmente.
Kikyo... –murmuró Aome alzando la ceja.
¿Qué? –preguntó Kikyo con mirada inocente. –Mam� el malcriado es él, todavía que nosotros venimos a ayudar él se pone a insultar a mi papá. Yo no tengo por qué permitir eso.
Kikyo tiene razón mamá. –dijo un chico.
El chico, de cabello platinado y ojos en un tono ocre, aparentaba unos quince años.
¿Verdad que sí Kei? –preguntó Kikyo orgullosa. -¿Tú que opinas Iza?
Creo que tienes razón. –dijo la más joven.
De cabello negro-grisáceo(parecida a Kikyo pero sin los mechones platinados) y ojos marrón claro, tenía trece años.
A nosotros no nos interesan las tierras de Sesshomaru. –dijo Aome.
¿Entonces que hacen aquí? –preguntó Jaken.
¡Feh! –dijo Inuyasha con desprecio. –Ni que estuviera muy contento de estar aquí.
Pero una mirada de Aome lo hizo cambiar de idea.
Estas también fueron las tierras de mi padre. –dijo Inuyasha. –Y si mi hermano no es lo bastante capaz de protegerlas pues yo sí lo haré.
Jaken no estaba de acuerdo con la manera en que ese hanyou insultaba a su señor, pero tenía que aceptar que Sesshomaru no estaba defendiendo sus tierras, e Inuyasha era el siguiente que podía reclamar el derecho a hacer tal cosa.
¡Cuidado! –se escuchó a uno de los demonios gritar.
Un ataque de energía se dirigía contra ellos.
Jaken ya estaba desesperado, no tenían tiempo para huir a ningún lado.
Cuando de pronto Iza dio un paso al frente y junto las manos, hubo un leve destello y un escudo se materializó alrededor de ellos, repeliendo el ataque.
Jaken se sorprendió bastante y volteó a ver a la joven hanyou que obviamente tenía dotes de sacerdotisa, estaba respirando agitadamente.
¿Estás bien Iza? –preguntó Kei.
De maravilla. –respondió Iza regularizando su respiración. –Sólo me tomó por sorpresa.
Entonces¿Vinimos a platicar o a pelear? –preguntó Kei, cansado de esperar.
Muy cierto. –asintió Inuyasha.
Y sin esperar palabra de Jaken los cinco se lanzaron a la lucha, y tras ellos el ejército de demonios de Oeste, bastante sorprendidos por los recién llegados.
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Mientras tanto, en la casa Higurashi. Rin acababa de terminar de vestirse. Llevaba puesto un kimono de seda amarillo pálido con bordados en anaranjado, y cinto blanco. Amarrado a éste llevaba la Tenseiga, además de su látigo al hombro, e iba cubierta por una capa beige. La ropa era parte de lo que se llevara consigo al abandonar el Castillo de Sesshomaru.
Bien... –dijo Rin satisfecha. –Aquí vamos.
Salió silenciosamente de su cuarto, apenas amanecía, nadie tenía por qué darse cuenta, a menos que...
En el momento que Rin entró a la sala las luces se prendieron y ella volteó sorprendida.
¿Sales tan temprano mamÿ –preguntó Rei inocentemente.
Es que voy a dar una vuelta. –mintió Rin.
Una vuelta¿quinientos años al pasado? –preguntó Seth saliendo detrás de su madre.
¡No hagas eso! –lo reprendió Rin.
Sabemos a dónde vas mamá. –le dijo Rei. –Y no te vamos a dejar ir...
No me pueden detener. –los interrumpió Rin.
No, pero no irás sola. –dijo Seth.
Iremos contigo. –agregó Rei.
Qué! –exclamó Rin.
En ese momento sus hijos dejaron caer los mantos que los estaban cubriendo.
Rei llevaba una blusa de cuello alto y mangas largas así como un pantalón en color crema, y encima un kimono de cuello redondo, manga corta y con aberturas por ambos lados, en color rosa, zapatillas crema y su siempre presente mascada blanca completaban el atuendo. Se veía bien.
Seth por su lado llevaba un pantalón negro, y una camisa pegada del mismo color, encima lo que parecía la parte superior de una yukata de hombre, en color morado. Los zapatos eran morados también, y su banda gris seguía cruzando su frente.
Están locos. –sentenció Rin.
No más que tú queriendo regresar a ese lugar. –replicó Seth.
Rin trató de encontrar argumentos para obligarlos a quedarse, pero era imposible. Esos dos eran más necios que ella misma cuando tenía diez años, sabía que la seguirían aún contra su voluntad, así que era mejor que fuera en paz para estar segura de donde andaban.
Está bien. –asintió Rin. –Vámonos ya.
Seth y Rei asintieron y siguieron a su madre.
Aome había dejado un hechizo hecho con ayuda de sus hijas para permitir el paso a Rin y sus hijos de vuelta al Sengoku.
Bien. –dijo Rin –Ahora vayan, yo iré detrás de ustedes.
Sus hijos asintieron y se lanzaron al pozo, desapareciendo de inmediato.
Bien. Aquí voy. –se dijo Rin arrojándose también.
Una frase cruzó su mente en el momento que ella traspasó el límite entre ambas épocas.
"Nos volveremos a ver...Sesshomaru..."
Notas de la autora¡No puedo creer que tenga tantos reviews! (Se pone a saltar y bailar por todo el cuarto) Creo que ni siquiera en el anterior Rin/Sesshomaru que hice me fue tan bien. . Y ya sé que no les gustan los finales como éste pero tenía que terminar el capítulo en algún lado.
Agradezco mucho a todas las personas que me dejaron sus reviews. Si, ya sé que Sesshomaru se vio muy maldito con lo que le hizo a Rin, y que se casó con Sanzura y todo eso, pero ya verán en el próximo capi que no es tan malo como parece. Y además, era necesario para que la historia se diera como está planeada. Como verán ya se dieron los primeros indicios de por qué la historia lleva éste título, se irán dando más en los siguientes capítulos.
A las personas que hicieron algunas preguntas sobre ciertos detalles en el prólogo, lamentablemente no les puedo responder en éste momento porque estaría arruinando algunas sorpresas que tendrán en los siguientes capítulos. La historia está planeada para ser corta (entre cinco y siete capis, no más), así que no tendrán que esperar demasiado.
Si les parece que tardo mucho en actualizar en serio discúlpenme. Tengo 18 años, estoy en la universidad (en plena temporada de exámenes), y me es difícil escribir e incluso conectarme al internet muy seguido.
Hubo una persona que me pidió una participación en el fanfic y me incluyó toda una serie de ideas, como verás lamentablemente no podré hacer eso en este fic, pero te prometo que en cuanto me tome un rato libre haré uno así, me gustó la idea.
Finalmente no me queda mas que pedirles que sean tan amables de dejar más reviews, realmente hacen que me den más ganas de escribir, y olvidarme de los problemas de la escuela un rato. Actualizaré tan rápido como pueda, aunque ya saben no tardaré más de dos semanas en hacerlo. Y me esforzaré mucho porque disfruten de ésta historia.
Gracias. Y hasta el próximo capítulo.
