Amor Eterno.

Autora: Princess Lalaith

Nota Inicial: No soy dueña de Inuyasha ni de sus personajes así que por favor no me demanden. Sólo escribí esto para honrar a mi pareja favorita: RinSess.

Capítulo 2.- Volver

Cuando Rin salió del otro lado del pozo Seth la ayudó a escalar hasta la superficie. Al llegar ahí notaron a Rei, que observaba todo a su alrededor, parecía fascinada.

Este lugar es... increíble. –dijo Rei realmente encantada. –Se ve aún más hermoso que en los libros.

Si, muy bonito, pero por si ya se te olvidó hermanita, no vinimos a admirar el paisaje. –le recordó Seth.

Cierto. –asintió Rei.

Bien. –dijo Rin. –Kotori.

La pequeña ave azul que siempre estaba montada en su hombro se elevó un par de metros, se envolvió en un remolino de viento y un segundo después estaba ahí con su verdadera forma, la de un gran pájaro, un Tori.

Wow... –murmuraron Rei y Seth asombrados.

Sólo una vez antes habían visto la verdadera forma de Kotori.

En ese momento escucharon algo extraño. De entre los matorrales salió lo que parecía otro Tori, pero su plumaje negro tenía un tono verdoso, y no volaba bien.

¿Qué le pasa? –preguntó Seth.

Está herido. –respondió Rei levantando al ave (en su forma pequeña) entre sus manos. El pájaro empezó a picar levemente una pequeña herida que tenía Rei en su mano, de cuando se había cortado cocinando.

¡Ay! –exclamó Rei soltando al pájaro.

Hubo un remolino de aire y el pájaro creció, un poco más grande que Kotori, su plumaje negro con verde-oscuro, era un macho.

¿Qué pasó? –preguntó Rei.

La sangre de demonio tiene propiedades curativas. –explicó Rin. –Es por eso que ustedes, y cualquier otro youkai o hanyou se curan rápidamente. Ese Tori parece que tomó gotas de la sangre de su herida. Y eso detonó la facultad curativa de su propia sangre.

Rei asintió, aunque la verdad no había entendido mucho de lo dicho por su mamá. Lo importante era que el Tori estaba curado y ya.

Akito. –dijo Rei acariciándolo.

El Tori se inclinó.

Rei volteó a ver a su madre con duda.

Te está invitando a que lo montes. –le explicó Rin.

Rei asintió y lo montó. Detrás de ella montó Seth.

Así Akito. –dijo Rei acariciando el cuello del Tori. –Con tu ayuda podremos viajar más rápido.

Akito (así bautizado por Rei) se elevó, seguido de Kotori, quien llevaba a Rin. Y salieron rápidamente en la dirección que Rin indicaba.

OoOoOoOoOoOoO

Unos días más tarde llegaron al Monte Hi, donde vivía Totosai, el youkai que forjaba las mejores armas y armaduras de todo el Sengoku.

Así que quiere armas para sus hijos. –dijo Totosai una vez que Rin medio le explicó lo que quería.

Así es, -respondió Rin. –Espadas.

Bien, es trabajo fácil. –le aseguró Totosai. –Las puedo tener listas para mañana mismo. Puede quedarse, usted y sus hijos, mientras tanto.

Bien. –aceptó Rin.

Mientras tanto Seth y Rei estaban practicando artes marciales. Kotori y Akito parecían disfrutar su mutua compañía.

¿Desea éstas armas para ir a pelear al Oeste? –preguntó Totosai.

Rin volteó a verlo en silencio, disimulando muy bien la sorpresa de que el armero conociera sus intenciones.

No se sorprenda mi señora. –le dijo Totosai. –Usted me está pidiendo armas para dos adolescentes que según veo tienen mucha habilidad. Por su actitud deduzco que es muy importante y urgente. Y en este momento el único lugar donde puede ser urgente la ayuda para pelear es en Oeste.

No veo por qué deba ser urgente. –dijo Rin tratando de aparentar indiferencia. –El Señor de esas tierras es muy poderoso, seguramente podría destruir a todos sus enemigos con un solo movimiento.

Seguramente podría. –asintió Totosai. –Si tan solo él estuviera peleando.

¿Qué? –preguntó Rin, esta vez sin preocuparse por ocultar su sorpresa. -¿A qué se refiere?

A lo mismo que usted se está imaginando mi señora. –le dijo Totosai. –Desde que inició la guerra, hace unos meses, el Gran Señor Sesshomaru se ha negado a pelear. Dicen algunos que ya nada le importa, ni siquiera la vida misma.

Pero yo creí que tenían tierras que cuidar, y una familia. –dijo Rin.

Así es. –asintió Totosai. –Pero tal parece que nada de eso le importa.

¿Desde cuándo está así? –preguntó Rin con ansiedad, realmente quería, necesitaba saberlo.

Totosai notó la aprensión en su voz, se imaginó que era alguien que apreciaba mucho a Sesshomaru, quizá un ex-sirviente suyo.

Tal parece que los problemas empezaron desde el mismo día en que se casó con la Princesa Sanzura. –respondió Totosai. –Dicen algunos que durante el festejo de la boda él estaba más preocupado por alguien que parecía haber desaparecido.

Rin se quedó atónita, ella estaba casi segura que la única persona que se había desaparecido ese día había sido ella. ¿Sería posible que...?

"No..." se dijo Rin. "Es imposible."

Dicen algunos de la servidumbre. –le dijo Totosai en tono de chisme. –Que esa noche él no desposó a la princesa. Que así transcurrió algo de tiempo. La Princesa Sanzura ya era considerada la Dama y Señora del Oeste, y sin embargo los sirvientes susurraban en voz baja que su señor aún no la había reclamado como su pareja. Además que él desaparecía muy seguido, buscando algo muy preciado que había perdido.

Rin casi no podía creer lo que escuchaba, era demasiado increíble para ser verdad.

Finalmente, después de cinco años la Princesa dio a luz a un hijo. –siguió el armero. –Y ahí fue donde de nuevo empezaron los rumores.

Rin lo miró extrañada.

Todo primogénito de un demonio debe llevar la misma marca del padre, un sello de que es el hijo legítimo, el heredero. –explicó Totosai. –El príncipe Shin no lleva la Marca del Señor Sesshomaru.

La marca... –murmuró Rin.

Por un momento volteó a ver a sus hijos en silencio. Y éstos voltearon a verla, parecían haberse dado perfecta cuenta de lo que estaba pensando su madre. Y de pronto Seth empezó a pelear con más fiereza, mientras Rei se esforzaba por calmarlo.

Dicen que aún hoy, nada le importa al Señor Sesshomaru. –siguió Totosai. –Que es por eso que nunca se une a la lucha. Siempre encerrado en su propia habitación. Nadie ha podido lograr que salga...

Rin asintió, y se ofreció a preparar la cena, un favor a Totosai por el esfuerzo que éste hacía para tener las espadas listas lo más pronto posible.

Y por más que Rin trataba de distraerse no lo conseguía, la duda la carcomía.

"¿Será cierto todo lo que me han dicho?" se preguntaba ella. "¿Que Sesshomaru me buscó¿Que esperó por mí¿Qué nada le importa desde que yo me fui?" suspiró tristemente. "¿O es acaso sólo mi sobre-activa mente, que desea creer que aún después de quince años aún tengo esperanza?"

Seth sólo miraba a su madre apretando los puños, clavándose las uñas, haciendo sus palmas sangrar.

Calma Seth, calma. –le dijo Rei con suavidad.

Es que no es justo Rei. No es justo. –se quejó Seth, un dejo de tristeza en su mirada. -¿Por qué mamá tiene que sufrir tanto por él?

Porque así es el verdadero amor. –respondió Rei con un suspiro.

Él no la ama a ella. –replicó Seth entre dientes.

Eso lo sé, y ella también lo sabe. –dijo Rei con dulzura. Volteó a ver a su mamá con una sonrisa triste. –Y aún así, ella nunca va a dejar de amarlo.

Seth sólo negó con la cabeza, no le gustaba para nada la situación a la que se estaba sometiendo su madre, pero no podía hacer nada por cambiarla. Había sido Rin quien decidiera volver al Sengoku, Rei y Seth no podían detenerla, lo único que podían hacer era estar ahí para ella...como siempre.

OoOoOoOoOoOoO

A la mañana siguiente muy temprano Totosai les tuvo las armas listas. Rin decidió partir de inmediato en dirección al Oeste.

Si queremos ser realmente de alguna ayuda debemos darnos prisa. –les dijo Rin a sus hijos.

Tía Aome y su familia ya están all verdad? –preguntó Rei.

Si. –respondió Rin. –Ya deben haberse unido a la lucha, y nosotros debemos alcanzarlos, aunque nos tomará unos días.

Entonces debemos apresurarnos. –dijo Seth con seriedad.

Si, -dijo Rei con picardía. –Ya sabemos que quieres ver a Iza.

Un ligero rubor llegó a las mejillas de Seth, quien se limitó a voltear la cara, mientras su hermana casi se cae del Tori por la risa.

OoOoOoOoOoOoO

Una mañana la Princesa Sanzura corría por todo el castillo.

¡Shin! –llamaba ella con desesperación. -¡Shin¿Dónde estás!

Pero el pequeño príncipe-demonio, de nueve años, no aparecía por ningún lado. Y esto parecía preocupar cada vez más a su madre. Ya todos los sirvientes la ayudaban a buscar, y aún nada.

Jaken decidió ir a informar a su Señor Sesshomaru de la desaparición del pequeño demonio.

Mi señor. –dijo el pequeño demonio-sapo.

Hmmm... –fue toda la respuesta que obtuvo que su señor.

El príncipe Shin ha desaparecido mi señor. –le informó Jaken. –No está en ninguna parte del castillo y...

‚ NO!

El grito de desesperación se escuchó en todo el castillo, y varios kilómetros a la redonda.

La princesa Sanzura se encontraba a las puertas del castillo del Oeste, observando la batalla que se sucedía a unos metros, y no muy lejos de ahí...su hijo.

Justo en ese momento uno de los demonios enemigos pareció notar al pequeño príncipe y se dirigió contra él.

Sanzura estaba desesperada, sin saber qué hacer.

Los soldados del Oeste habían escuchado el llamado de su Señora, pero el pequeño príncipe estaba demasiado lejos de su alcance.

El demonio alzó su espada contra Shin, Sanzura se medio-cubrió el rostro con espanto. Pero entonces notó algo: en el último momento, una figura de ropajes claros pasó corriendo a velocidad increíble, alzó al pequeño y corrió lejos del lugar.

¿Eh? –preguntó Sanzura sorprendida.

¡Hey tú! –gritó una voz femenina con autoridad. -¡Métete con alguien de tu tamaño!

Todos se sorprendieron al ver a la mujer, montada sobre lo que parecía un majestuoso Tori, látigo en mano.

Rin... –murmuró Aome, aliviada de que finalmente hubiera llegado.

Entonces sus hijas voltearon a un lado y vieron, junto a un árbol detenerse a la figura que acababa de salvar a Shin, era Rei. Y junto a ella desmontó su hermano.

¡Seth! –llamó Iza sonriente.

Vaya, ni en medio de una batalla deja de pensar en su novio. –la molestó Kei.

Iza se puso de todos los tonos de rojo.

No te golpeo sólo porque tengo que ahorrar fuerzas. –le dijo Iza entre dientes.

En ese momento el demonio que había tratado de matar a Shin intentó atacar a Rin. Ésta descendió de Kotori de un brinco y respondió al ataque.

Seth de inmediato desenvainó su nueva espada y se dispuso a apoyar a su madre.

¡No! –le dijo Rin. –Cuida a tu hermana.

Seth asintió y empezó a combatir a todos los demonios que se acercaban a su hermana.

Mientras que Rei con un brazo cargaba a Shin y con el otro maniobraba con la espada, atacando a los poco que lograban acercarse.

Rin peleaba con gran habilidad, cosa que tenía realmente sorprendidos a los enemigos, quienes al final optaron por retirarse.

La Princesa Sanzura se acercó a ellos.

¡Hijo! –exclamó.

Rei le entregó al pequeño Shin a la vez que hacía una reverencia y retrocedía donde su madre.

Muchísimas gracias. –dijo Sanzura con una sonrisa. -¿Cómo podré pagarles?

No hace falta. –negó Rei.

Hicimos esto porque así lo quisimos. –agregó Rin. –Fue un placer ayudar.

En ese momento vio a Sesshomaru salir del castillo.

Niños, vámonos. –indicó Rin dándose la vuelta.

Al ver Seth a quien se acercaba no pudo estar más de acuerdo con la decisión de su madre. Tanto él como Rei la siguieron de inmediato.

En ese momento Sesshomaru llegó junto a Sanzura.

"Percibo el aroma, pero ¿Dónde estÿ" se preguntaba él.

¿Sesshomaru? –preguntó Sanzura sorprendida.

A decir verdad todos estaban sorprendidos de ver que su Señor finalmente había salido de su habitación.

¿Todo está bien? –preguntó Sesshomaru.

Si. –le respondió Sanzura abrazando a Shin. –Todo está bien.

Sesshomaru seguía volteando en todas direcciones, buscando desesperadamente algo que no podía encontrar.

Mi señor... –llamó Jaken.

Volvamos adentro. –ordenó Sesshomaru dándose la vuelta.

Todos los siguieron.

Mientras tanto Aome, Inuyasha y sus hijos se acercaron a donde Rin y sus hijos se habían detenido, a unos metros del Castillo.

¡Seth! –exclamó Iza lanzándose a los brazos de su novio.

Seth la cargó con una sonrisa, algo raro en él (por mucho que lo quiera negar salió al padre), la besó ligeramente en la mejilla.

No coman pan frente a los pobres. –se quejó Kikyo.

Era una frase de la época de su madre que había aprendido.

¿Tú de que te quejas si ya hasta te vas a casar con Kohaku? –preguntó Iza sin separarse de Seth.

Kohaku, llamado así en recuerdo al fallecido hermano de Sango, el mayor de los hijos de Sango y Miroku, estaba comprometido con Kikyo desde hacía unos meses, se casarían en cuanto ella cumpliera los veinte años.

Si. –asintió Kikyo. –Dijo que no podría venir a ayudarnos porque tenía que acompañar a sus padres a visitar la tumba de su tío.

Los demás asintieron.

Sabes que no te puedes quedar aquí. –le dijo Aome a Rin. –Es peligroso.

El peligro me es indiferente. –replicó Rin con sencillez. –Pero realmente si quisiera entrar al castillo, ver a Jaken y a otros de los sirvientes, no los he visto en tanto tiempo.

Verlo a él. –dijo Aome.

No. –se negó Rin.

Aunque esa era una mentira que ni ella misma creía.

¿Qué crees que diga cuando vea a tus hijos? –preguntó Inuyasha.

No lo sé. –respondió Rin. –Lo más probable es que piense que me casé con alguien más. Y la verdad me tiene sin cuidado. No vine aquí a reclamar tener hijos de él, nada de él me interesa ya.

Y sin embargo viniste a ayudar. –le insistió Aome.

Rin prefirió quedarse callada.

OoOoOoOoOoOoO

Esa noche la mayoría ya estaban listos para la cena. Inuyasha y su familia fueron los últimos en entrar. Por increíble que parezca Sesshomaru no se había quejado ni una sola vez de compartir la mesa con su medio-hermano y la familia de éste, parecía que prefería ignorarlos; aunque en ésta ocasión alzó la cabeza en cuanto los vio entrar, y no precisamente por su hermano...

Buenas noches. –dijo Aome con una inclinación al entrar.

Detrás de ella hicieron su entrada Rin, Rei y Seth.

Ah, he ahí a la salvadora de mi hijo. –dijo Sanzura poniéndose de pie en señal de agradecimiento y respeto. –Muchísimas gracias.

Fue un placer. –respondió Rei.

Varios de los demonios ahí presentes parecieron sorprenderse, pues si bien la joven tenía toda la apariencia de una humana, igual que los demás recién llegados, hablaba la lengua de los demonios con bastante fluidez.

Seth se imaginaba lo que los presentes pensaban; tanto él como su hermana habían aprendido el lenguaje de los demonios desde pequeños, su madre les decía que era una clave para hablar sólo entre ellos tres, que nadie más los entendiera, ya que crecieron les explicó la verdad sobre lo que hablaban.

Mientras los demás se preguntaban quienes serían los recién llegados, Sesshomaru no le quitaba los ojos de encima a Rin. Si bien no estaba del todo seguro de que fuera ella, los ojos eran los mismos a los que recordaba, y el aroma...

Rin tampoco podía dejar de verlo ahí, esa mirada que él tenía; ella lo conocía también que con sólo verlo a los ojos podía entender lo que él quería, y esa mirada le decía que él quería una explicación, quería saber por qué ella había huido años atrás.

Seth empezó a refunfuñar por lo bajo en el momento que notó lo que ocurría, Iza a su lado murmuraba cosas en el lenguaje humano para calmarlo.

¿Puedo saber el nombre de los que nos ayudaron tanto el día de hoy? –pidió Sanzura.

Desde luego mi señora. –dijo Rei con una sonrisa. –Mi nombre es Rei, éste es mi hermano Seth, y mi madre...Rin.

Mientras que la cara de Sesshomaru pasó a mostrar un shock total, no podía creer lo que estaba escuchando. Así que, sin más ni más, se puso de pie y se retiró, dejando a todos los presentes confundidos.


No tengo nada que decir excepto: muchísimas gracias a todos por sus reviews. Espero que a todos les guste este nuevo capítulo, la inspiración me está llegando en serio, aunque también me estoy esforzando en avanzar una historia que tengo que no es fanfic. Y como además voy a salir de vacaiones un fin... bueno, les prometo que en a más tardar dos semanas tendrán el próximo capi, que por cierto será el más importante de toda la historia.

Esto es todo por ahora. Por favor no olviden dejar reviews.

Gracias.