Amor Eterno.

Autora: Princess Lalaith

Nota Inicial: No soy dueña de Inuyasha ni de sus personajes así que por favor no me demanden. Sólo escribí esto para honrar a mi pareja favorita: RinSess.

Capítulo 4.- Última Oportunidad.

El momentáneo silencio de estupor fue roto por un grito desgarrador:

¡NOOOOO! –gritó Rei desesperada.

Ella y su hermano, corrieron a una velocidad sobrehumana, hasta llegar junto a su madre. Rei de inmediato le buscó el pulso, la respiración, algún signo vital, pero nada, no había nada.

¡NO¡Mamá! –gritó Rei desesperándose aún más.

Cuando alzó el rostro vieron que estaba bañada en lágrimas, y sus ojos, destellaban de un hermoso tono dorado.

Seth por su parte alzó la espada, lo que parecía un gruñido pareció surgir de su garganta en el momento que alzó su espada y sin medir palabra decapitó a aquel que se había atrevido a herir a su madre.

Ambos hermanos, con los ojos dorados, empezaron a desprender un aura de gran poder que dejó a todos realmente sorprendidos.

Rei empezó a moverse a una velocidad aún mayor a la acostumbrada, esquivando enemigos y matando a diestra y siniestra; entre el movimiento, su cabello volaba, y se distinguía con mayor claridad el extraño símbolo que adornaba su frente. Además que sus uñas parecían haberse afilado, como delicadas garras, y su agilidad parecía haber mejorado.

Seth por su parte se arrancó la pañoleta de la cabeza, dejando libre su larga (para un chico) cabellera gris-plata, y un símbolo muy parecido al que lucía su hermana, en la frente. Sus músculos parecieron remarcarse en ese momento, y su fuerza y rapidez (ya bastante considerables) aumentaron aún más.

Sesshomaru permaneció inmóvil, sus sospechas aumentando a cada momento, esos chicos tenían algo que Rin no le había dicho.

Los demás a su alrededor no entendían.

Excepto Sanzura, quien entendía perfectamente lo que los símbolos en las frentes de esos chicos significaban.

Uno de los demonios-serpiente blandió un sable contra Rei, era muy rápido para que ella tuviera tiempo de sacar su propia espada. Y entonces ella hizo algo que sacó exclamaciones de casi todos los presentes. Juntando sus manos frente a sí en el último momento, detuvo el filo de la espada con las palmas. Todos la miraban en silencio; el movimiento que acababa de hacer era muy temerario, difícil, casi imposible. Se requería mucha fuerza y precisión, cualquier error podía costarle al valiente un brazo o incluso la vida. Y ella parecía haberlo hecho con tal facilidad... Y para acabar Rei hizo un movimiento duro, partiendo la espada, para luego patear al enemigo lejos.

De pronto algo más sorprendió todos los presentes, y cambió su objeto de atención. Cuando Seth alzó su brazo y lo movió, el mismo movimiento de cuando su madre blandiera el látigo; y un látigo pareció surgir de sus dedos, un látigo que de un color verde y que al enredarse en los enemigos provocaba que la carne de éstos se pudriera, era como un rápido veneno.

Ese poder que sólo surgía de Seth cuando él se enfurecía, cuando perdía el control. La razón por la cual Rei siempre lo calmaba, ella era la única que podía.

Y en ese momento Rei miró a Seth.

"Mamá dijo que no debíamos usar éstos poderes frente a otros, menos si éstos eran demonios, pues todo se sabría." Pensó Rei. Entonces volteó a ver a su madre inerte en el suelo. "Pero ahora ya nada de eso importa."

Y como si eso determinara la decisión más importante Rei dio un salto muy alto, y mientras descendía hizo un movimiento rápido y brusco. Sus uñas brillaron levemente, antes de salir disparadas de éstas lo que parecían agujas verdes, venenosas, que al contacto con cualquier cosa la derretían, corroían como un poderoso ácido.

Éstos dos ataques parecieron terminar de aclarar las mentes de algunos de los presentes. Quienes apenas si podían creer lo que tenían frente a sí.

No puede ser... –murmuró uno.

Pero es la única explicación. –susurró otro.

Entonces ellos no son humanos. –dedujo un tercero.

Son demonios. –agregó uno más.

Hijos de Sesshomaru. –sentenció Sanzura, y por alguna extraña razón, su voz no mostraba lástima o tristeza alguna.

Los Príncipes del Oeste. –sentenció Jaken admirado.

En ese momento Rei y Seth quedaron lado a lado, con la guardia en alto, preparados para el siguiente movimiento.

Ya se dieron cuenta. –dijo Rei en voz baja.

Seth simplemente se encogió de hombros, le tenía sin cuidado.

Ambos hermanos se lanzaron de nuevo al ataque, una fuerza, agilidad, velocidad y sincronía tan perfectas, como no se habían visto jamás antes. Los enemigos fueron cayendo uno por uno, destazados por las espadas, o destruidos por los ataques.

El poder que esos dos tenían era tanto, que eran un peligro para todo el que los rodeaba. Seth, casi siempre molesto, podía perder el control fácilmente, y era por eso que su hermana Rei siempre estaba cerca para calmarlo, pues si no lo hacía Seth podía acabar destruyendo algo o peor...matando a alguien. Sin embargo ahora Rei no tenía ninguna intención de calmar a su hermano, ella misma había perdido el control, no dejaban de pelear, sólo una idea en su mente: venganza.

Finalmente los hermanos volvieron a detener su ataque. Espadas alzadas, pensando cómo terminar la batalla de una buena vez.

Y fue en ese momento que Sesshomaru finalmente se movió. Acomodándose entre los dos hermanos desenvainó su espada: Tokijin y la alzó.

Fue como si se pusieran de acuerdo en silencio, los tres al mismo tiempo, un movimiento en el aire, y el corte pareció liberar todo el poder guardado en las auras de los tres.

Los enemigos no tuvieron tiempo ni de parpadear, sus cuerpos parecieron disolverse entre la oleada de poder, desapareciendo para siempre, aunque no así su maldad.

¡Mamá! –volvió a gritar Rei.

Corrió junto a su madre, ya más calmada, sus ojos habían vuelto a su tono oscuro, y su aura nuevamente parecía humana.

Y era que aunque habían sucedido tantas cosas, apenas hacía menos de cinco minutos que Rin había caído muerta por proteger a Sesshomaru. Hecho que había desatado el poder oculto de sus dos hijos, y revelado aquello que ella se había esforzado tanto por ocultar.

Seth fue junto a su hermana, tratando de idear una solución, pero él no era el de las ideas, era Rei, y en ese momento estaba demasiado desesperada para pensar.

Lo único que se le ocurrió a Seth fue gritar, desquitar su coraje de alguna manera.

Sesshomaru se acercó a los dos hermanos en silencio, aún tratando de ordenar sus pensamientos, demasiadas cosas habían sucedido en pocos instantes, cuando de pronto Seth se puso frente a él.

No se atreva a dejar las cosas así. –le dijo Seth fríamente.

Algunos de los presentes se sorprendieron. ¿Cómo podía un chico 'humano' hablarle así a Sesshomaru, como si lo estuviera amenazando?

Pero a Seth poco le importaba lo que otros pensaran de él, él sólo quería recuperar la paz, ver a su hermana tranquila, y eso sólo sucedería si su mamá volvía.

Sin decir una palabra Sesshomaru pasó junto a Seth, apenas acercarse lo suficiente la Tenseiga (que aún entonces seguía amarrada a la cintura de Rin), salió de su funda y flotó a manos de su auténtico dueño. Sesshomaru la sintió latir, esa espada le estaba pidiendo lo mismo que su corazón.

Al verla ahí, muerta, Sesshomaru no pudo evitar recordar cómo la encontrara aquella vez, hacía veinticinco años, muerta en el bosque, cuando unos lobos la habían matado. Y ahora ella nuevamente había muerto, pero ésta vez la causa había sido él.

Las últimas palabras que Rin le dijera, justo antes de desplomarse al suelo sin vida, resonaron en la mente del Lord en ese momento: -Porque...aún te amo...

Y entonces, sin pensarlo más, blandió la espada; y, por segunda vez, ésta trajo de vuelta el alma de una humana, de la humana que le había cambiado a él la vida.

Rin se enderezó de golpe al tiempo que sus pulmones se llenaban de aire.

¿Qué...? –comenzó ella.

Y en el momento que vio a Sesshomaru, aún de pie frente a ella, con la espada en mano, lo entendió.

¡Mamá! –exclamó Rei abrazándose a ella.

Rin correspondió al abrazo.

El resto miraba la escena en silencio, sin entender del todo lo que acababa de ocurrir.

Rin sólo tuvo que voltear a su alrededor y ver lo que quedaba de los enemigos para deducir lo que había ocurrido; y si le quedaban dudas, éstas desaparecieron cuando vieron que sus hijos no llevaban la frente cubierta.

Ustedes... –comenzó Rin viendo a su hija.

Rei se limitó a asentir.

Rin no les reprochó nada, sabía que eso iba a pasar algún día. Y en cierta forma, le enorgullecía saber que sus hijos eran tan poderosos.

Seth mientras tanto estaba ayudando a Iza, quien gracias a sus poderes de sacerdotisa (y sangre de hanyou) se estaba recuperando rápidamente.

Rin se puso de pie con ayuda de Rei, se desamarró la funda de la Tenseiga y la colocó a los pies de Sesshomaru.

Pido perdón por habérmela llevado hace quince años. –fue todo lo que ella dijo antes de darle la espalda al demonio y empezar a caminar.

Rin... –llamó Sesshomaru.

Pero Rin no le hizo caso, siguió caminando sin mirar atrás una sola vez.

Y Sesshomaru se quedó ahí, de pie, sin saber qué más hacer.

Mientras que a un lado del campo de batalla Sanzura observaba todo.

Ha llegado la hora. –fue todo lo que dijo ella, antes de girarse y emprender la marcha al castillo.

Bueno, parece que todo salió bien al final. –dijo Kei satisfecho.

Esto todavía no se acaba. –lo contradijo Kikyo.

Seth gruñó, sabía a lo que se refería la hermana de su novia, y no le gustaba ni tantito.

Pues yo creo que pronto podremos volver a casa¿Verdad Ao...? –preguntó Inuyasha, pero se interrumpió al notar la ausencia de su esposa.

Aome no lo escuchó. En ese momento llegó donde Sesshomaru y lo abofeteó.

Aome...no...no...no hagas eso...-murmuraba Inuyasha totalmente espantado.

¿Qué acaso su esposa no sabía lo peligroso que era hacer enojar a Sesshomaru?

Todos los demás que aún seguían ahí permanecían completamente quietos, preguntándose qué reacción tendría Sesshomaru ante la audacia de la sacerdotisa.

Mientras que Sesshomaru observaba fríamente a Aome, como si la fuera a perforar con la mirada, pero no hablaba.

Y a ella realmente no le afectaba la actitud de él en lo más mínimo (después de aguantar a Inuyasha por veinticinco años...)

Te lo advierto Sesshomaru. Si Rin decide irse, yo no la vuelvo a traer. –sentenció Aome fríamente. –Si se va otra vez, será para siempre.

Y sin más, le dio la espalda y se alejó de él, seguida de sus hijos y de un Inuyasha aún bastante sorprendido y espantado.

Y si bien Sesshomaru no había pronunciado ni una palabra, no dejaba de pensar en lo que le había dicho Aome: si Rin se iba, ésta vez no volvería...Si la quería recuperar ésta era su última oportunidad.

OoOoOoOoOoOoO

A la mañana siguiente Rin ya se sentía totalmente recuperada.

Alrededor del mediodía se encontraba recargada en la ventana del cuarto cuando notó algo extraño: sirvientes cargando maletas, un carruaje siendo preparado, y parecía que los que lo iban a abordar eran¿La princesa Sanzura y su hijo?

Confundida, Rin abandonó la recámara y de inmediato se dirigió al patio. Donde encontró a la princesa a punto de abordar el carruaje.

¿Se marcha? –preguntó Rin sorprendida.

Así es. –respondió Sanzura. –Ya es el momento.

Rin no entendió.

Sanzura hizo una seña a los sirvientes para que se marcharan, así quedaron ambas mujeres solas.

Yo ya no tengo nada que hacer aquí. –dijo Sanzura sencillamente.

Pero las Tierras de Oeste... –comenzó Rin, sin saber cómo plantear la situación.

Si te refieres a Sesshomaru, es lo mejor. –dijo Sanzura.

Rin se sorprendió al notar que no parecía haber el más mínimo signo de arrepentimiento, dolor o tristeza en su voz.

Si es por mí... –comenzó Rin.

En parte. Pero no es sólo por eso. –dijo Sanzura. –Yo no pertenezco aquí.

Pero su hijo... –comenzó Rin.

Es hijo de un hombre a quien amé muchísimo, y sin embargo murió. –explicó Sanzura. –Me acompañó cuando llegué, y fue el único que me hizo compañía en mi soledad, cuando yo no entendía por qué mi nuevo esposo no se fijaba en mí.

¿Él lo sabe? –preguntó Rin.

¿Sesshomaru? Si. –respondió Sanzura. –Debía saberlo, él fue quien se negó a acercarse a mí. Y sin embargo fingió que Shin era su hijo, creo que para no deshonrarme, ni deshonrarse él; aunque quizá fue simplemente porque no le importaba.

El silencio perduró por unos segundos que parecieron eternos; hasta que Sanzura nuevamente hizo ademán para abordar el carruaje.

Pero usted es la pareja de... –comenzó Rin.

No. –sentenció Sanzura, negando con la cabeza para mayor énfasis. –No lo soy, nunca lo fui. –se estiró el cuello de su blusa un poco, tenía el cuello inmaculado, no llevaba ninguna marca de posesión. –Él nunca me reclamó como suya. –miró a Rin a los ojos antes de agregar muy segura: -Pero yo sé que a ti si.

Rin se llevó una mano al cuello, y apartando un poco el kimono se descubrió: dos finas marcas, de colmillos, y en medio: lo que parecía un pequeño tatuaje de luna creciente azul.

Tú eres quien realmente debe estar aquí. No yo. –dijo Sanzura sencillamente.

Con una seña los sirvientes se acercaron, subieron a Shin y prepararon todo.

Buena Suerte, Señora. –dijo Sanzura con una reverencia que sorprendió a Rin, antes de abordar el carruaje. –Y Adiós.

Y con eso el carruaje partió.

Rin permaneció todavía un rato más en el jardín antes de volver al dormitorio.

'¿Qué yo pertenezco aquí?' se iba preguntando. 'No lo creo. Me llamó Señora de éstas tierras pero¿Qué significa realmente ese título?' Negó con la cabeza. 'A mi no me importa título alguno. Si tan sólo él me amara...todo sería tan diferente...' suspiró tristemente.

OoOoOoOoOoOoO

Esa tarde Sesshomaru iba caminando por su castillo, sumido en sus pensamientos. Él sabía de la partida de Sanzura, pues había hablado con ella antes de que partiera; y era cierto, siempre había sabido que Shin era hijo de un sirviente, él nunca había tocado a Sanzura pues no había podido olvidar a Rin. Y sobre tener al hijo de otro de heredero, hasta hace unos días le tenía sin cuidado, nada le importaba, pero ahora eso había cambiado. Ahora tenía una oportunidad de lograr el futuro que quería, con felicidad, tranquilidad, y sin arrepentimientos, una oportunidad para corregir los errores del pasado, la última.

Al acercarse a un extremo del jardín alcanzó a ver a Rei sentada en el suelo de piernas cruzadas, parecía estar meditando. La observó por un rato. Realmente era muy bonita, idéntica a Rin con excepción de los mechones grises.

Sé que está ahí. –dijo Rei aún con los ojos cerrados.

Sesshomaru salió de detrás del árbol y fue a recargarse en él, cerca de Rei. Ella a su vez abrió los ojos y volteó a verlo en silencio.

En ese momento Sesshomaru notó algo más, ella no llevaba su mascada (se había roto) y con el cabello peinado hacia atrás tenía la frente despejada, y el símbolo era notorio: una luna creciente en color lila.

Entonces tú realmente eres... –comenzó Sesshomaru.

¿Su hija? –completó Rei.

Sesshomaru se limitó a asentir.

Creo que la respuesta es bastante obvia. –dijo Rei. –Después de todo no creo que el símbolo en mi frente sea muy común, ni siquiera entre los demonios.

Es la marca que llevan los primogénitos de mi clan. –explicó Sesshomaru.

Lo sé. –respondió Rei. –Eso ya me lo había explicado mi mamá. Aunque estaría difícil saber quién es el primogénito, siendo que Seth tiene una marca igual, sólo que un poco más oscura que la mía.

Sesshomaru asintió, siendo ellos hermanos mellizos era normal.

Y si bien la marca en mi frente simboliza que soy su hija, yo no lo siento como mi padre. –dijo Rei con sinceridad. –Usted no estuvo ni con mi hermano ni conmigo cuando nacimos, ni cuando crecimos. Hemos pasado nuestra vida sólo con nuestra mamá, y considero que estamos bien.

Si. –asintió Sesshomaru. –Rin ha hecho un maravilloso trabajo, de eso no me queda duda.

Y sin embargo siempre nos hizo falta un padre. –continuó Rei. –Una persona que estuviera ahí para velar por nosotros, para protegernos a nosotros y a mamá, para hacernos sentir seguros; una persona que nos acompañara. Que le sirviera de ejemplo a Seth, que me celara a mi. Tantas cosas...

Sesshomaru se quedó callado, nunca imaginó cuanta falta podría hacer una figura paterna, él, en la vida de una persona.

Yo no le estoy diciendo que quiero ahora un padre. –siguió diciendo Rei. –Ahora ya me he acostumbrado a vivir sin uno. Seth siente lo mismo. Pero creo que mi madre si necesita aún a alguien a su lado, -se puso de pie y le dio la espalda a Sesshomaru, y aún mientras se alejaba seguía hablando. -alguien que la quiera, que la proteja, que la entienda...que la merezca...

Y fue lo último que Sesshomaru escuchó antes de que ella se marchara.

OoOoOoOoOoOoO

Al anochecer Rin ya estaba lista. Ella y sus hijos se habían puesto de acuerdo para partir temprano a la mañana siguiente, tan pronto amaneciera. Aunque antes Rin había insistido en darle un último vistazo a su antigua recámara. Seth la estaba esperando afuera.

Seth estaba con su ropa de siempre, aún su marca de luna creciente púrpura ya no estaba cubierta, de brazos cruzados esperaba a su mamá.

Hablé con él. –dijo Rei llegando en ese momento y recargándose en la pared opuesta a su hermano.

¿Con quién? –preguntó Seth.

¿Nuestro padre? –sugirió Rei con sarcasmo. -¿Sesshomaru?

Yo no lo considero a él un padre. –replicó Seth con frialdad.

Yo tampoco, y se lo dije. –explicó Rei.

¿Entonces por qué lo llamas padre? –preguntó Seth.

Porque creo que quizá deberíamos darle una oportunidad. –explicó Rei. -Tú sabes que mamá aún conserva una esperanza.

Lo sé. Y no me gusta. –asintió Seth. –Y temo que se le vuelva a romper el corazón cuando él le falle, otra vez.

No tiene por qué ser así. –dijo Rei sonriendo.

Seth alzó la ceja, era obvio que su hermana sabía algo que él no.

Las personas cambian, y también los demonios. –explicó Rei. –Y bien dicen, el amor puede lograr muchas cosas, hasta milagros. –se dio la vuelta y empezó a alejarse.

Estás hablando de algo de hace más de una década. –replicó Seth. –Que ya no existe, ya se acabó. Nada es eterno.

Sólo el amor. –suspiró Rei

Al dar la vuelta al corredor se topó con Sesshomaru y simplemente sonrió sin detenerse.

Sesshomaru se detuvo frente a la puerta donde estaba apostado Seth, quien desde hacía rato se había percatado de su llegada gracias a sus sentidos agudizados. Hubo un incómodo silencio que duró casi un minuto. Finalmente, cuando Sesshomaru estaba por hablar Seth se le adelantó:

Te lo advierto. –dijo Seth fríamente. –Si te atreves a hacerle daño otra vez, yo mismo te mato.

Y sin decir una palabra más se fue.

Sesshomaru se quedó ahí por unos segundos, tratando de decidir lo que iba a hacer a continuación. Hasta que por fin suspiró y abrió la puerta frente a sí, la puerta a su última oportunidad.


¿Qué tal eh? Espero que les haya gustado el capi. A mi me gustó mucho escribirlo, aunque tuve que rehacer más de tres veces la batalla, simplemente no me convencía el orden en que se iban dando pistas sobre la identidad de los chicos. Al final, pues ya así quedó.

Espero que ustedes queden satisfechos. Debo decir que ya había decidido no actualizar sino hasta una semana más, y los que saben que tengo otro fic pendiente se darán cuenta que sólo actualicé este. (para ser sincera tengo miedo de que alguien me vaya a andar persiguiendo si no actualizo, sobre todo después del final que le dí al capí. anterior).

Como podrán ver ya sólo falta que Sesshomaru decida hablar con Rin, y tienen que ver todo lo que le va a decir. Así es, la próxima actualización será el epílogo (espero para entonces ya estar de vacaciones y no andar tan apurada).

Así que, agárrense, porque en aprox. dos semanas viene el epílogo, que en mi opinión está quedando de maravilla.

Y por cierto, no olviden dejar review en este. Gracias.