.:.EL SUEÑO DE MANTA.
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:SÁBADO:
A la mañana siguiente Manta acudió a la oficina de su padre, el cual le tenía excelentes noticias, había conseguido que un renombrado investigador internacional tomara su caso
–pero no soy culpable– objetó Manta que veía en todo eso la duda de su padre
–lo sé hijo, el investigador se encargará de reunir pistas que demuestren tu inocencia– al escuchar esa frase Manta se tranquilizó; esa era sin duda una buena idea considerando que el encargado del caso: Marco, estaba más ocupado tratando que Manta pareciera culpable que lo contrario; su padre le dijo que el investigador acudiría esa tarde a su casa y le pidió que estuviera ahí para recibirlo, como era Sábado y no teniendo nada mejor que hacer Manta regresó a su hogar, tal vez podría hurgar en su closet y ver si faltaba algo además de su laptop, aún no se explicaba como había llegado a la escena del crimen y le parecía una incoherencia que Marco pensara que si él era el asesino cargaría su computadora con él para matar a alguien, acaso esperaba que golpeara a Shalona en la cabeza con ella o algo por el estilo.
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Manta llegó a su casa, el auto de su madre no estaba así que dedujo que no se encontraba, entró y al llegar a la sala por poco se desmaya; Ana estaba ahí –hola Manta– lo saludó como si nada hubiera pasado
–¡Ana¿qué haces aquí?
–vine de visita– le contesto Ana
–no me refiero a eso, quiero decir– Manta se enredó, no sabía que quería decir y lo único que se le ocurrió fue gritarle a Ana que era una traidora por irse con el peor enemigo de Yoh –ya se te olvidó que Hao quería matarlo– Ana se levantó amenazadoramente y Manta recordó cuanto respetaba a esa mujer
–no te atrevas a gritarme– le dijo en un peligroso siseo y Manta cerró la boca de inmediato –ya sabía que no me comprendería ninguno de ustedes, tú eres el más racional y pensé en venir a verte
–lo siento Ana, pero si esperas que me ponga de tu lado estás muy lejos de la verdad– le dijo Manta
–en realidad vine a verte porque tengo un interés personal en el caso de Shalona– Manta abrió los ojos desmesuradamente y se dispuso a escuchar pero Ana se rehusó a hablar sin té y panquecillos de por medio, Manta la complació, haría lo que fuera por ella en ese instante con tal que soltará su información –ella estaba siguiendo a Hao, vino tras él desde Estados Unidos– comenzó Ana, Manta se dio cuenta que el estomago se le revolvía de coraje cada vez que escuchaba a Ana mencionar a Hao –temía que Hao viniera a liquidar a Yoh finalmente– Manta abrió la boca para decir que cualquiera pensaría eso pero Ana se le adelantó –no vino a eso, está muy cambiado– dijo y la mirada se le apagó al pensar en ello
–¿pero entonces a que vino?– quiso saber Manta pero Ana se rehusó a hablar de ello
–yo me reuní con ella hace una semana, hablamos de Yoh y de Hao y la convencí de que regresara a Estados Unidos, me prometió que se iría y también...– Ana hizo una pausa dramática –me dijo que alguien la había estado siguiendo
–¿alguien la seguía, entonces ¿el asesino viene de Estados Unidos?
–no estoy segura– dijo Ana terminando su té –Shalona no me especifico si la seguían desde allá o habían comenzado a hacerlo cuando llegó a Japón– Manta repasó la información recién reunida, Ana le anunció que debía irse, dejando su panquecillo a medias
–¿dónde te estás quedando Ana?– preguntó Manta pensando que sería útil saberlo en caso de que Marco le pidiera testigos
–en el Hilton– respondió Ana sonrojándose; Manta la acompañó a la puerta y se despidió de ella.
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Eran cerca de las cinco de la tarde cuando el timbre sonó sobresaltando a Manta, se asomó por la ventana temiendo que se tratara de Marco que venía a penar su alma, no alcanzó a ver a nadie así que bajo y atisbo por el rabillo de la puerta, para su alivió no era el temido oficial, así que abrió
–Buenas tardes– lo saludó una persona educadamente, Manta se sorprendió pero se calmó de inmediato –hola Lyzerg– lo saludó
–¿nos conocemos?– preguntó Lyzerg, Manta se pegó en la cabeza¿acaso la doncella de hierro les había borrado la memoria a sus súbditos?
–no, supongo que no– dijo Manta
–soy el investigador contratado por su padre para el caso del asesinato de Shalona
–pase– balbuceó Manta, le sirvió té a Lyzerg sin dejar de mirarlo intensamente, inclusive pensó en llamar a Yoh para que viniera a refrescarle la memoria al chico inglés; Lyzerg lo interrogó igual que Marco, y Manta empezó a temer que no aceptarán que un niño de su edad lo defendiera, tras contarle lo sucedido con Marco y con Ana, Lyzerg quiso ver su habitación, estaba toda revuelta por el cateo y luego porque el propio Manta había estado buscando en su closet
–¿ya sabe que se llevaron?– preguntó Lyzerg, Manta le dijo que no –¿ya recordó como perdió su laptop?– siguió
–pues, el Jueves en la mañana todavía la tenía conmigo porque la usé en clase, luego fui a comer y cuando llegué a mi casa no la utilicé así que no recuerdo mucho
–¿cree que eso fue lo que el intruso se llevó esa noche?
–no, porque la laptop la tengo siempre dentro la mochila en mi escritorio nunca la pongo en el closet– contestó Manta
–¿cuándo notó que no la tenía consigo?– Manta se sonrojó un poco
–cuando Marco me la enseñó en la jefatura de policía
–probablemente se la robaron en su camino a casa– concluyó Lyzerg y dando por terminada la entrevista, se retiró, iba a la jefatura a indagar que había averiguado Marco y que habían hallado durante el cateo.
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Len, Jun y Fausto estaban en la jefatura de policía pero no vieron a Lyzerg cuando entró porque estaban encerrados en una oficina discutiendo con el encargado del robo del tesoro Tao, era una oficial relativamente joven de nombre Mine, si Manta la hubiera visto se hubiera infartado y empezaría a creer que los soldados X se habían apropiado de todos los puestos de la policía en Japón
–no puedo creer que se lo hayan llevado –espetó Len bastante enojado –empiezo a pensar que se trata de una conspiración de su gobierno para lavarse las manos y quedarse el tesoro
–por favor, no sea absurdo, nuestro gobierno está buscando el tesoro afanosamente pues aunque no nos pertenezca estaba bajo nuestra custodia
–¿tienen algún sospechoso¿huellas digitales tal vez?– preguntó Jun, la oficial Mine le dijo que no
–lo más extraño es, que el tesoro ni siquiera estaba en exhibición, lo tenían en la boveda, así que quién lo robo sabía de que se trataba y sabía donde estaba guardado porque no se llevaron nada más– dijo Mine
–eso reduce la lista de sospechosos– apuntó Fausto
–si, pero eso también los hace a ustedes sospechosos– dijo Mine mirando al trío
–¿no creerá que nosotros lo hicimos?– dijo Jun
–en realidad no lo creo, pero tengo que investigarlos así que debo pedirles que no abandonen Japón al menos hasta que tengamos sus declaraciones y hallamos reunido pistas– se levantó dando por terminada la entrevista y condujo el trío a la puerta, Len estaba furioso, no era de extrañarse siempre había sido un sujeto muy temperamental, que el tesoro fuera robado en sus narices y que además fueran sospechosos lo puso de un humor especialmente volátil.
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