Debo pedir una disculpa. Si alguien intentó dejar un r/r, y no habéis podido, debéis perdonadme, pero no sabía que tenía activado algo para no dejar que gente anónima lo haga. Y debo agradecer a Gandulfo por decírmelo y también por haber dejado un r/r.
CAPÍTULO III. Encuentros.

Nada más entrar por la puerta, Chrysaetos vio a Cristian saliendo de ella, para luego abrazarse a Chrysaetos. Ella no entendía lo que le pasaba al chico, pero prefirió preguntar después, y corresponder al abrazo del chico. Lo consideraba su hermano, en tan solo unas horas que había estado con él, y este parecía sentir lo mismo.

Cuando Cristian se calmó, Chrysaetos se agachó un poco, colocando sus ojos a la altura de los del chiquillo, y con una dulce sonrisa que lo tranquilizó.

¿Qué te ha pasado? ¿Cómo es que estás tan asustado? –le preguntó Chrysaetos con mucha suavidad, para que no se volviera a asustar.

Es... es qu... es que... –sus ojos empezaban a llenarse de lágrimas cuando Chrysaetos lo volvió a abrazar fuertemente, mientras este le decía en un susurro-: es que he tenido una pesadilla sobre los chicos de Londres, y al despertarme y no verte aquí me he asustado mucho, y he pensado que tú solo habías sido un sueño.

Tranquilo, ya verás como no te pasa nada conmigo- le dijo Chrysaetos dándole un beso en la mejilla, mientras se separaba de él, y lo dirigía a la cocina.

Chrysaetos le preparó un poco de leche con colacao, para que se relajara un poco más, y decidió que sería bueno decirle unas cuantas cosas sobre Privet Drive.

Cristian, mientras veníamos en el metro, te has quedado dormido, y creo que no sabes donde estás exactamente, ¿verdad? –el chico asintió, y ella siguió hablando-: Bueno, estamos en Privet Drive. Esta es mi casa, y donde te has despertado, será tu habitación a partir de ahora. Ahora tengo que hablarte un poco sobre nuestros vecinos. Todos son unos cotillas, que hacen lo que sea por enterarse de algo. Si alguien te pregunta, dices que eres mi hermano pequeño. Como nadie sabe aún mis apellidos, utilizaremos el tuyo, Cambell. Nuestros supuestos padres, marchan muy temprano, y llegan muy tarde con lo que casi no los vemos. ¿Hasta aquí todo claro? –le preguntó con una sonrisa.

Sí –afirmó el chico-

En este barrio solo podrás confiar en dos personas: Harry Potter y Arabella Figg – le dijo marcando muchos los nombres de esas personas-. No quiero que hables con chicos mucho mayores que tú, pues hay una pandilla que se dedica a pegar a los chicos más pequeños que ellos. Uno es Dudley Dursley, y es muy gordo, y siempre está rodeado de otros chicos. Esa es la pandilla de abusones. En el parque podrás jugar con quién quieras, siempre y cuando no le digas nada acerca de tu verdadera identidad, y si sales me dices a dónde vas. No quiero perderte de vista.

Pero si aún no conozco nada de aquí, ¿cómo voy hacer para ir al parque?

Yo te llevaré los primeros días, y estaré un poco alejada de ti. Después podrás ir tú solo. Si ves gente muy rara por el parque, te vienes para casa inmediatamente.

Está bien –le respondió Cristian con una sonrisa radiante.

Creo que ya es hora de acostarse, casi es media noche, y mañana tendremos que madrugar, pues creo que necesitas ropa, así que prepárate –le iba diciendo Chrysaetos mientras lo dirigía a su habitación-. Métete en la cama, y descansa.

Ya voy, Chrysaetos –le sonrió Cristian.

Llámame Chrysa, por ser hermanos –le dijo riendo, mientras lo acurrucaba en la cama, y le dio las buenas noches. En cuanto el chico le dio la espalda, ella susurró-: Dormus totalus –y una luz plateada salió de sus manos hacia Cristian, para dejarlo dormido durante toda la noche sin despertarse.

Chrysa salió de la habitación y se dirigió a su escritorio, donde se transformó en águila, cogió un paquete que había encima de la mesa y salió hacia el estrellado cielo. Le encantaba sobre volar Privet Drive como un águila, sentirse libre. Rápidamente encontró su objetivo. Se unió a un grupo de tres lechuzas, las cuales se dirigían al nº 4. En cuanto entraron por la ventana, vieron a Harry Potter que las recibían con una gran sonrisa. Primero leyó la carta que traía una lechuza blanca, luego la de una que era muy chiquitita, luego la de una marrón, y finalmente cogió el paquete que Chrysa traía. Nada más quitárselo de las patas, ella emprendió el vuelo, y se dirigió al parque.

Allí se aseguró que no hubiera nadie, y se volvió a transformar en persona. Se encontraba sentada en un árbol, sobre una rama bastante alta. Ágilmente saltó, dando una voltereta, y cayó suavemente en el suelo. Sin pensárselo dos veces, siguió caminando hacia su casa.

Nada más entrar se encontró con algo que no esperaba. Había una lechuza apoyada en el respaldo de una silla. Nada más observarla, encontró dos sobres iguales al de Harry, en sus patas. Se dirigió hacia ella, y recogió los sobres. La lechuza emprendió el vuelo, y salió por la ventana. Chrysa leyó la dirección del sobre:

S. Cristian Cambell Sñt. Chrysaetos Aquila

Nº 20, Privet Drive. Nª 20, Privet Drive.

Surrey. Surrey.

Mierda!" fue lo que pensó al ver el sobre con su nombre. "Ya decía yo que se estaba tardando Dumbledore mucho en descubrirme. Ala, ahora para Hogwarts, sino quiero que me rompan la varita y no me dejen utilizar magia." Y pensando eso abrió el sobre:

Señorita Aquila, nos complace informarle que ha sido admitida en el Colegio Hogwarts de Magia y Hechicería. Por razones que desconocemos, usted no recibió su carta cuando tenía 11 años, pero estamos al tanto que recibió estudios mágicos. Por eso mismo tendrá que presentar sus Timos después de las navidades. También le agradeceríamos que nos indicara que asignaturas desea tomar para preparar su horario. Tenga en cuenta que algunas a lo mejor no las puede cursar después de haber recibido sus Timos. Sin nada más que decir, se despide de usted

Minerva McGonagall , subdirectora.

P:D: Por favor se le pide que deje de usar magia fuera de la escuela, y para aparecerse tendrá que pasar el examen de aparición a finales del curso venidero.

"Bueno, ya tengo que hacer mañana. De paso vamos los dos y conseguimos nuestros materiales, y ya veremos que más podremos hacer." Y se fue a su cama a dormir

Al día siguiente Harry se levantó por orden de su tía, para que desayunara y le llevara a la nueva vecina el pastel que ella le había hecho. Cuando ya se hubo vestido, bajó a desayunar. Dudley se encontraba allí, furioso. Aún no le habían levantado el castigo, y él estaba muy acostumbrado a hacer lo que le daba la gana. Nada más terminar de desayunar, tía Petunia le dio el pastel, y Harry salió hacia el nº 20.

Chrysa se levantó un poco más tarde de lo habitual. Enseguida se duchó, y se vistió con unos vaqueros ajustados de color azul marino, y una camiseta con un poco escote, de tiras, y de color rosa clarito.

Después se dirigió a la cocina, para preparar un desayuno para ella y Cristian. Aún no había acabado cuando él apareció en la cocina, con un cara un poco extraña. Ella lo miró, y rió divertida. Cristian aún se extrañó más y le preguntó:

¿De qué te ríes?

De tu cara –le respondió Chrysa, aguantando la risa-. Leíste la carta.

Sí –contestó Cristian-. ¿Qué es eso del colegio Hogwarts de magia y hechicería?

Un colegio de magos.

Si, ya, y yo soy un mago –le dijo con ironía.

¿No crees en la magia?- Cristian negó con la cabeza-. Pues mira –Chrysa dirigió su mano hacia el fregadero con loza y dijo-: ¡Fregoteo!

Cristian gritó asustado mientras veía como la loza se lavaba sola. La magia existía.

Tendremos que cambiar nuestros planes –prosiguió Chrysa-. Primero iremos a comprar tu ropa muggle...

¿Muggle? –le interrumpió Cristian.

Sí. Los muggles son personas sin poderes mágicos, y también nos referimos a sus objetos poniendo muggle después de la palabra –le explicó Chrysa-. Por la tarde iremos al Callejón Diagon a comprar tus utensilios mágicos. Pasaremos todo el día fuera.

De pronto sonó el timbre. Chrysa se sorprendió. Hacia tiempo que nadie iba a su casa.

Vete a abrir –le ordenó Chrysa a Cristian.

Cuando se abrió la puerta, Harry pudo observar a un chico de no mas de 11 años. El chico lo miraba fijamente, cuando una voz que ambos reconocieron, habló desde otro lugar de la casa:

Cristian, ¿quién es? –y al no obtener respuesta fue hacia el vestíbulo, mientras le preguntaba-: ¿Estás bien? Como es que no dic... – Chrysa acababa de ver a Harry, en el umbral de la puerta, observándolo-. Hola. Pasa. Cristian cierra la puerta, por favor.

Gracias –dijo sin más Harry, y siguió a Chrysa hacia la cocina-. Bonita casa.

¿Qué quieres? No es por ser desagradable, pero no esperaba ninguna visita, y menos proveniente de tu casa.

Mi tía Petunia me ha enviado para pedirte disculpas por lo que hizo Dudley, y también quiere que te de este pastel, y que te diga que Dudley ha sido castigado –dijo de carrerilla, sin pararse casi a respirar.

Chrysa cogió el pastel que le estaba ofreciendo Harry, y lo puso sobre el mostrador. Cogió el desayuno de Cristian, y se lo puso delante, mientras decía:

No tendría porqué molestarse.¿ Te apetece tomar algo?- le preguntó con una dulce sonrisa a Harry-. Y no es por nada, pero no te has presentado. Este es mi hermano Cristian.

Encantado. Yo me llamo Harry Potter –dijo, sonrojándose débilmente-. Y gracias por la invitación, pero ya he desayunado. –Y recordando algo, le advirtió-: Mi primo Dudley tiene pensado vengarse de ti, por lo que le hiciste. Yo que tú, tendría cuidado.

Chrysa dejó ver una sonrisa irónica, cosa que dejo perplejos a los dos muchachos allí presentes.

Creo que el que debía tener cuidado es él – le corrigió las palabras que le había dicho Harry-. No sabe donde se puede meter.

Harry estaba asombrado por las palabras de la chica, y se quedó pensativo. Los señores Weasley le habían recomendado que no se acercara a ella. Estaba empezando a pensar que tenía razón, sobre todo si no tenía miedo a enfrentarse a Dudley y su pandilla.

Chrysaetos lo estaba viendo fijamente, pudo sentir sin ningún problema sus pensamientos. Así que le habían advertido que no se acercara a ella. Interesante.

Ese Dudley es el que estuvo aquí ayer, ¿no? –preguntó Cristian, sorprendiendo a ambos muchachos.

Sí cielo – le contestó Chrysa, sabiendo de antemano que el pequeño no estaba asustado, sino preocupado por ella.

No te preocupes, yo te defenderé de ese tonto mug... –empezó a decir Cristian.

Gracias Cristian, pero creo que me podré defender yo sola –le cortó Chrysa, dirigiéndole una mirada fría a Cristian, para que se callara, y no metiera más la pata.

Bueno, yo creo que debería irme –dijo Harry desconcertado-. Me están esperando en casa. Hasta luego, y ha sido un placer conocerlos.

Chrysa acompañó a Harry hasta la puerta, y en cuanto el chico salió y ella hubo cerrado la puerta, dejó salir un suspiro, y rezando para que Harry no se diera cuenta de lo que había estado a punto de decir Cristian.

Chrysa le explicó a Cristian sobre el famoso Harry Potter, y porque no podía decir que eran magos delante de él. El chico lo comprendió en seguida, y pidió disculpas por haber sido tan tonto.

No tienes porque ponerte así –le dijo Chrysa, intentando que se sintiera mejor-. Tú no sabías nada, y es normal que cometas ciertos errores. Además lo vas a conocer este año en el colegio.

Gracias. Y, ¿por qué no le dices que eres una maga, y te haces su amiga? –le preguntó interesado por saber la razón por la cual ella escondía su identidad.

Por varios motivos –le respondió, y viendo la cara que puso Cristian, continuo-: Todo el mundo creía que estaba muerta, pero Dumbledore me descubrió, déjame terminar –le pidió antes de que la interrumpiera-, y nadie sabe sobre todos mis poderes. Sería muy arriesgado que se enterara, sobre todo Voldemort. A él le interesaría conseguir algunos de los poderes que yo tengo, y ahora Dumbledore no me deja usar magia fuera del colegio, de hecho ya me lo ha advertido.

¿A qué te refieres? –preguntó Cristian que había oído su susurro.

Pues verás... –no sabía muy cómo decírselo, pero allí iba-. También a mí me enviaron una carta para asistir a Hogwarts. Dumbledore me debe de haber rastreado. Y yo pensando que no se habían dado cuenta. Eso sería demasiado fácil. –las últimas frases las dijo muy bajito, y Cristian no alcanzó a oírlas-. Así que este año te haré compañía

Y así pasaron toda el día. Pospusieron su planes, y Chrysa le contó toda la historia del regreso de Voldemort, así como su historia.

Harry salió de la casa, pensando en todo lo que había ocurrido. El chico había estado a punto de decir muggle. Estaba seguro. Con lo cual quería decir que eran magos. Pero él nunca había visto a la chica en Hogwarts. Podría estar en otro colegio, pero si eran magos, deberían saber quien era él. No era por presumir pero todo el mundo, desgraciadamente, sabía quien era él. Se dirigió al nº 4 de Privet Drive, y entró en su habitación.

Pero, ¿por qué ocultaría su identidad? Él estaría encantado de poder hablar con alguien del mundo mágico, aunque fuera una completa desconocida. Pero también le preocupaba algo: si se creía lo suficiente fuerte para vencer a Dudley como una muggle, también lo podría ser como una maga. Y eso podría significar que estaba al servicio de Lord Voldemort, lo cual sería un peligro para él. Pero aún con todos esos posibles argumentos, Harry sentía que esa chica estaba ocultando algo: claramente pudo ver en sus ojos un gran odio, no contra su persona, pero muy fuerte; tristeza infinita, y tan solo el cambio de su miraba cuando miraba a Cristian, como lo más importante de su vida. Pero algo lo había asustado: la miraba fría que le dirigió al chico cuando estuvo a punto de decir muggle.

Tampoco se podía negar que era muy atractiva, lo cual causaba una falsa impresión, lo que si se aprovechaba, conseguiría engañar a cualquier persona.

Harry pensó que lo más importante en ese momento, sería avisar al señor Weasley sobre la chica, dado que lleva varias días intentando saber quien es, pero no lo había conseguido.

Sº Weasley:

¿Cómo están todos? Espero que bien. Yo de momento sin ninguna queja. Le escribo pues creo que esto le va a agradar un poco: mi nueva vecina se llama Chrysaetos Cambell, y tiene un hermano como de once años. Ayer por la noche, mi primo Dudley intentó entrar en su casa, y ella lo cogió in fraganti. Lo trajo hasta aquí y se lo dijo a mis tíos. Dudley juró que se vengaría de ella. Mi tía me ha mandado esta mañana a su casa para darle un pastel, y pedirle unas disculpas por lo ocurrido. Cuando yo le advertir sobre mi primo, ella sonrió. Después me ha asegurado que el que tendría que tener cuidado sería él. Pero ahí no acaba la cosa, su hermano interrumpió la conversación, y estuvo a punto de decir la palabra "muggle", pero ella lo interrumpió, dirigiéndole una mirada fría, que causo espanto. Después de esto, yo me he venido para mi casa, y me encuentro escribiendo esta carta.

Espero que esta carta le sirva para algo,

Atentamente, Harry.

P.D: ¿Cuándo voy a ir a la Madriguera?

Harry enrolló la carta, y se la dio a Hedwig, que enseguida salió de la habitación con la carta en las patas. Luego Harry, pensó en hacer el resto de sus deberes, para poder divertirse en la Madriguera cuando fuera allí con los Weasley y Hermione.

Cuando empezaba a anochecer, vio a Hedwig atravesando el cielo. Cuando su lechuza llegó a la habitación, Harry cogió la carta, y deposito la lechuza en su jaula para que pudiera beber y descansar del viaje. Rápidamente desenrolló la carta y se dispuso a leerla.

Querido Harry:

Nos alegra que te encuentres "sin ninguna queja". Por aquí también todo está bien. Sobre tu nueva vecina, Dumbledore nos aseguró que es de fiar y que no te debería de preocupar. Aún así, por petición expresa de Molly, ella quiere que no te juntes mucho con ella, no vaya a ser que te ocurra algo. Según tengo entendido, asistirá a Hogwarts en tu mismo curso.

Tampoco puedo decirte cuando vamos a ir a buscarte pues Dumbledore aún no nos confirmó nada, pero como mucho el domingo te vienes a Grimmauld Place, y mañana por la mañana alguien irá a recogerte para ir al Callejón Diagon a comprar tus materiales. Sin más que decir,

Arthur.

Hola Harry:

Como has visto por fin podrás venirte. Espero que no te importe tener que esperar un poco. Hermione llegará el sábado por la noche. Solo nos van a quedar dos semanas, pero tendremos que aprovecharlas al máximo. Procura tener los deberes hechos, esa parte es cosa de Hermione que me escribió y me recomendó decírtelo, para poder disfrutar nosotros el resto del verano.

Ron

P.D: Saludos de todos los Weasley's

A la mañana siguiente, Chrysa se levantó temprano para prepararle el desayuno a Cristian, el cual seguía durmiendo. Nada más terminarlo, se dirigió a su habitación, donde el chico ya estaba despierto y vestido.

Primero vamos a desayunar algo, y luego nos iremos- le informó Chrysa-, pero antes debo asegurar toda la casa para que no ocurra lo de ayer. Mientras tú, desayuna.

Vale – respondió Cristian-. Y termina pronto.

Tranquilo, que lo haré.

Chrysa tuvo que utilizar diversas pociones en las puertas y ventanas ya que por "orden de Dumbledore" no podía usar su magia. Maldito fuera él y sus leyes. Pero a Cristian le había encantado la idea de no tener que separarse de ella, se había resignado. Total, para el próxima año podría usar la magia, aunque tuviera que esperar hasta noviembre.

Cuando regresó a dentro se encontró con la cocina limpia y su desayuno encima de la mesa.

Gracias –le dijo al chico-. Pero no tendrías que haberte molestado.

Ya pero así marchamos antes y llegaremos más rápido al Callejón Diagon –le respondió felizmente.

Cuando termino de desayunar y de prepararse, Chrysa y Cristian salieron hacia la boca del metro más cercana. Mientras iban hacia allí, Chrysa le iba explicando muy bajito a Cristian lo más destacable del mundo mágico, para que se fuera acostumbrando a él. De momento fue cogiendo lo esencial, y parecía que se adaptarían rápido.

Pero de pronto sintió una sensación muy rara, como si alguien la estuviera observando desde lejos. Se giro sobre sus pies para voltear, pero no encontró nada. Cristian no comprendía muy que había ocurrido, pero cuando Chrysa dio otra vez la vuelta y le siguió contando cosas sobre su nuevo mundo, no le dio mayor importancia. Sin embargo, ella no dejo de sentir esa sensación hasta que doblaron una calle y llegaron a la entrada del metro.

Lo que ella no había visto, había sido una sombra que se movía muy lentamente, pero sin quitar sus ojos de encima de los hermanos. Cuando ellos doblaron la esquina, se apresuró a llegar y se dejó ver claramente. No tendría más de 17 0 18 años, y era alto, fuerte y moreno. Sus ojos los llevaba ocultos tras una gafas de sol, e iba vestido sencillamente, solo con unos vaqueros y una camiseta.

Pero ese chico no era el único que seguí a Chrysa. Pues algún integrante de la orden también lo hacía, y aunque Chrysa no se dio cuenta de la presencia de ese chico, si notó la del integrante de la orden. Por lo que apuró su paso y cuando cogieron el metro, su seguidor quedó atrás. El metro estaba muy lleno, al ser hora punta, pero eso no impidió al chico seguirlos.

Cuando salieron del metro, estaban a unos pasos de la entrada del Callejón Diagon. Después de atravesar el bar bajo la mirada de algunas de las personas que allí habían, salieron a la zona de compras. El chaval se apresuró a llegar a donde ellos estaban, y cuando estuvo lo suficientemente cerca, cogió a la chica en un descuido de ella, y la alejó de Cristian que no notó nada al estar mirando atentamente la tienda de calderos, y se metió en un callejón oscuro que había allí.

No se podía mover. La había agarrado de tal forma que le era imposible defenderse, pero no por eso dejaba de forcejear con su agresor.

Deja de moverte o te vas a hacer daño –le regañó el chico con una voz fuerte.

Chrysa no dijo nada, y solo esperó a que él la dejara al llegar al sitio donde la llevaba. Pronto llegaron a una tienda abandonada, y él se metió en ella. Nada más después de que la soltara, se dio la vuelta para enfrentarse, pero al parecer el chico ya se lo esperaba, y la agarro por las muñecas. Con ese contacto, lo miró a los ojos, marrones, pero con una corana más clara, y que le daban aspecto de salvaje. No había duda. Solo conocía una persona capaz de sacarla de algún sitio sin que lo notara, y que tuviera unos ojos negros como esos.

Has vuelto –le dijo en un susurro. La voz le temblaba ligeramente y sus ojos no podían despegarse de los de aquel chico.

Eso, es algo obvio –le señaló con sorna, disfrutando la perplejidad de la chica-. No me espera un recibimiento como este. ¡Has intentado pegarme! –le añadió con una dulce sonrisa-. Pero dejemos de hablar de eso. Aún no puedo creer que no te hubieras dado cuenta de que alguien te estaba siguiendo.

Nadie es perfecto –le respondió-. Pero lo sentí, y al ver que era alguien de Dumbledore, le despisté en el metro, y resulta que en realidad eras tú. No puedo decir que no me alegra verte, pero tenía entendido que tardarías más en volver.

Cambio de planes –le dijo escuetamente-. Y ahora cuéntame, ¿Quién era ese chico que estaba contigo?

Cristian –exclamó de repente-. Me he olvidado de él. Tengo que ir a buscarlo, no lo puede dejar solo en el Callejón, se perdería y a saber que le harían.

¿Y dónde lo has conocido? –le preguntó curioso.

Me lo encontré abandonado en una calle. Y resulta que es un mago. Ya recibió la carta de Hogwarts y... no te lo vas a creer- le explicó-. Dumbledore también me mando una carta para asistir a Hogwarts, y está empeñado en que pase los Timos después de las navidades.

Eso significa que te ha detectado –reflexionó el chico-. Debió de ser a través de Cristian. Tampoco es tan malo. Podremos sacarle provecho, pues estábamos buscando la forma de entrar en Hogwarts para controlar a los hijos de mortífagos y Dumbledore.

Con lo que me vas a recomendar que vaya a Slytherin -añadió con una sonrisa traviesa, después de todo aún era una adolescente-. Aunque no podré hacer nada con la decisión que tome el sombrero seleccionador.

No necesariamente –le corrigió él -. Con que estés en el colegio bastará. Solo tendrías que tener cuidado al usar la el hechizo legemens, y procurar que no detecten tu magia. Por cierto, también tendrías que tener un ojo puesto en Potter –le advirtió-. No podemos arriesgarnos a que le pase algo. Ya llegó con lo sucedido en Junio.

Puede ser cierto, pero no creo que me coja suficiente confianza de buenas a primeras –le recordó-. Aunque no sé, tal vez y todo el sombrero me ponga en Slytherin. No es que esté por las Artes Oscuras, pero no negarás que ambición tengo mucha y también tendré más a mano a Snape.

Sigo diciendo que deberías dejarlo –le reprendió-. Ahora está con Dumbledore. Si matas a los otros mortífagos, allá tú, pero no mates al espía que posee la Orden del Fénix.

Si lo que tú digas –se resignó Chrysa-. Oye, Marius, ¿no se te ha olvidado algo cuando llegaste? –le preguntó ladeando la cabeza, y mirándolo fijamente.

Ummmm... déjame pensar ... –dijo mientras miraba para el techo y ponía un dedo sobre sus labios en son de broma -. Puede, aunque tú tampoco te has acordado.

Ya... –empezó a protestar Chrysa, cuando los labios de Marius se posaron sobre los suyos, en una beso con deseo y desesperación, como si hiciera mucho tiempo que lo esperaba.