Sakumino: siento mucho no haber contenstado a tu review, pero se me olvidó (esta memoria mía). Gracias por tu apoyo, y creo que lo CA es obvio, pero ya te enterarás de las cosas. Bikiños, y ahí tienes otro capítulo.

Capítulo V. Hogwarts

El resto de la semana, Chrysa se tuvo que quedar en Grimmauld Place para que le terminaran de sanar las heridas. No hay que decir, que la chica aprovechó lo mejor que pudo dada la situación. Que si quería esto, que sí aquello, que sí lo otro. Y claro, como la pobre estaba convaleciente, Marius no se negó a dárselo, pero siempre le juraba y perjuraba que se las iba a cobrar todas.

Dumbledore mandó a dos miembros de la orden con Cristian para comprar la varita y los materiales de los demás adolescentes. Otro miembro fue a la casa de los Dursley (no que a los pobres casi les da un ataque cardíaco cuando vieron a Moody en su puerta) para coger las pertenencias de Harry. Y a por las cosas de Chrysa fue Marius, al que también le encargó que fuera a alguna tienda muggle y le comprara suficiente ropa a Cristian, pues supuestamente iban a ir al día del ataque, pero todo les salió del revés.

Y así estaban las cosas: todos los chicos se llevaban de maravilla con Cristian, que era al que más se le veía. Chrysa tenía que estar encerrada en la "enfermería", por así decirlo, y Marius le hacia compañía. No hay que decir, que la mayoría de los chicos no iban mucho, pues les intimidaban, y después de la conversación que tuvieron con Bill, tampoco les apeteció enfadarlos mucho.

Cristian también iba mucho por la enfermería, aunque no estaba tanto tiempo como Marius.

Creo, que lo primero que haré nada más salir de aquí, será lanzarle una maldición a la enfermera –exclamó frustrada un día por su aislamiento-. ¡Ni siquiera me deja ir por el resto de la casa! Voy por acabar de odiar el blanco. Y tú no te rías.

¡Ni siquiera me deja ir por el resto de la casa! –la imitó-. ¿Qué le falta? ¿El tejado? –y ella lo miró con una mirada asesina.

¡No ves que me tiene encerrada!

¿Te traen la casa por fascículos? –y de verdad que lo intentó estrangular, pero no le dio tiempo a agarrarlo-. Pues ya me dirás como la traes. ¿O es de tamaño Pinipon?

No, es la de las barbies –le dijo irónicamente.

Marius había empezado a reír como nunca. Aunque llevaba más de siete años conociéndola, siempre salía con algo nuevo, y lo acababa tumbando en el suelo por la risa. Esos arrebatos que sufría lo traían de cabeza. Nunca sabía a que agarrarse, pues un día a lo mejor lo decía en broma, pero si se hartaba de verdad, pobre de aquel que se cruzara en su camino. Aún recordaba al último que había hechizado.

Después de una misión un poco suicida por parte de los chicos, se encontraban estos en la enfermería. Pero esta no era como las demás, blancas relucientes. No, esta era más lúgubre, más oscura. Ni que decir que lo único blanco que había eran algunas pociones y las etiquetas con el nombre de estas.

Después de la misión, ellos llevaban diez días en la enfermería. Prácticamente estaban bien desde el tercer día, pero la enfermera insistía que estuvieran allí. A la pobre le gustaba la compañía. Chrysa llevaba tres días insistiéndole que la dejara ir, aunque no fuera de misión, que le permitiera andar por la casa a delante. Pero no, a la pobre amargada no le daba la gana.

-Mire –empezó un día Chrysa-, o me deja salir de aquí ahora mismo, o le juro por lo que más quiera, que la próxima vez que vea a un paciente será en el desierto del Sahara.

Pero la enfermera empezó con sus desvaríos sobre que si aún no estaba bien que si podía tener complicaciones, alergia a alguna poción, y así media hora, hasta que acabó con la poco paciencia de la chica, que cogiendo el termómetro de la enfermera, lo convirtió en un trasladador, y la mandó al Sahara, tal y como la había amenazado.

La bronca que le echaron los superiores duró por lo menos una hora, y a la pobre enfermera le daba un ataque de nervios cada vez que veía a Chrysa y sobre todo cuando le sonreía inocentemente. Tardaron cinco días en dar con ella, y no gracias a la ayuda de Chrysa, que mantenía la certeza de que se lo merecía. La chica podía ser tan cabezota y terca, que exasperaba a cualquiera.

Marius, al menos, ahora tenía la certeza de que no podía hacer magia, pero no dudaba que a lo mejor era capaz de intentar algo cuando estuvieran en Hogwarts. Se hizo una nota mental de no olvidarse controlar los encuentros de la enfermera con Chrysa.

Ese día, la enfermera entró como siempre, revisó a la chica, apuntó algo, le dio un par de pociones, y antes de que ella pudiera preguntar algo, le dijo.

En cuanto se tome esas pociones podrá salir, aunque cada mañana vendrá a que la revise hasta que yo lo diga.-ni que fuera una niña pequeña.

¡Por fin! –y se levantó hasta llegar a la enfermera y darle un abrazo-. Ya pensé que me iba a secuestrar y que a lo mejor tendría que mandarla al Sahara.

Esta frase dejó desconcertada a Madame Pomfrey, pero no a Marius, al cual le dio otro ataque de risa, pero por intentar disimularlo, ya estaba aguantando en las costillas. En cuanto la enfermera salió por la puerta, se rió a sus anchas, sentándose en el suelo.

Bueno si acabaste, podrías conjurarme algo de ropa, digo, si estás disponible –y como vio que no le hacía caso, puso una sonrisa pícara que él conocía muy bien, pero ahora mismo no la estaba viendo-, sino voy así por la casa a delante, hasta encontrarme con Potter y Weasley, ya que son unos adolescentes en plena edad del pavo. –añadió dulcemente, mientras se enrollaba un mechón del pelo con el dedo.

Marius dejó de reír al instante. El motivo, la chica simplemente tenía una camisa que le tapaba poco más de lo justo, y dejaba sus piernas al aire, y un hombro totalmente descubierto. No que no le gustaba como iba, pero una cosa es que él la viera y otra, el resto de la casa.

Cogió su varita, y transformó la camisa por un pantalón ancho, y una camisa muy grande para ella y de cuello redondo.

Chrysa lo miró con una ceja levantada, como diciéndole que seguía esperando por una ropa más normal. Y como que el chico la ignoraba.

Bien, el pantalón me gusta, pero cámbiame la camisa ahora.

Pero si así estás muy mona –le dijo con una voz muy parecida a la que emplean las madres cuando ven a sus hijos con ropa nueva, que ellos detestan, claro está.

Chrysa simplemente lo ignoró, y se fue por la casa, buscando a alguien que le dijera donde estaba su baúl con la ropa.

Marius la siguió, pues había estado a punto de ponerle un traje de monja y mandarla a un convento, pero supuso que no le gustaría (obviamente). Y va ahora y se enfada.

Chrysa, que no es para tanto –pero ella seguía ignorándolo-. Haber, dime que quieres –se resignó.

Tranquilo, que ya veré yo que me pongo –y siguió andando por el pasillo.

Al llegar al final del pasillo, entró por la puerta que daba al salón donde estaba el árbol genealógico de los Black. Dentro estaban Harry, Ron, Hermione, Ginny y los gemelos.

Los chicos estaban sonriendo, pues la conversación que habían mantenía por el pasillo, se había escuchado perfectamente, y ahora al verla, lo entendían.

Hola –les saludó con una sonrisa radiante-. ¿Sabéis dónde está mi baúl?

Pues no –le respondió Fred sin dejar decir nada a las chicas-. Lo tiene Marius.

Estupendo –murmuró-. Marius, ¿por una casualidad de la vida, no sabrás dónde está mi baúl?

Uf, pues mira que no –le respondió irónicamente, pero viendo la mirada que le echó, ya se veía en el Sahara si no se lo decía-. Está en mi habitación.

¿Y tu habitación está...? –le preguntó con un tono escéptico.

Pues en algún lugar de la casa.

Chrysa suspiró profundamente, como si estuviera llamando a la paciencia. Después se giró hacia los chicos, y se acercó a Ron.

Esto, ¿Ron? –el chico afirmó con la cabeza-. ¿Me podrías llevar a la habitación de Marius?

Ron tenía una disyuntiva entre manos. O bien, iba con Chrysa, cosa que le agradaría pues si vestía como Harry decía valdría la pena, o le hacia caso a Marius, que tenía la varita en sus manos, y negaba con la cabeza.

¿Y si le preguntas a Harry? –le respondió-. Conoce mejor la casa.

Chrysa se abstuvo de volver a preguntar. Simplemente se dio media vuelta, le espetó una mirada asesina a Marius, y salió por la puerta.

Bajó por las escaleras, atravesó el vestíbulo, y entró en la cocina. Allí estaba la señora Weasley y Bill.

¿Ya te dejó Poppy andar por la casa? –le preguntó nada más verla, y Chrysa afirmó con la cabeza, y se reprimió para no girar los ojos.

Señora Weasley, ¿sabría decirme donde está mi baúl? –le preguntó Chrysa con la mejor sonrisa que pudo.

Lo tienes en tu habitación, cariño –le respondió tranquilamente.

Ya. ¿Y me puede decir dónde cual es mi habitación?

Bill, por favor, llévala a su habitación –le pidió/ ordenó a su hijo.

Bill se levantó de la mesa, pero no pudo decir nada cuando Chrysa lo había enganchado por el brazo y salía por la puerta con él.

¿Primera o segunda planta? –le preguntó cuando pasaron por el vestíbulo.

Segunda.

Y arrastró a Bill por las escaleras, mientras este negaba con la cabeza y sonreía, al enterarse por él mismo los arrebatos de la chica, pues Madame Pomfrey siempre comentaba como iba la chica, y alguna que otra cosa más.

¿Derecha o izquierda? –le volvió a preguntar cuando llegaron al final de las escaleras.

Izquierda.

Y allí, debajo del umbral de una puerta, estaba Marius, que la miraba con una sonrisa enorme en la boca. Ella simplemente intentó ignorarlo, y volvió a preguntarle a Bill.

¿Cuál?

Esta –y le señaló la primera puerta a la derecha, que era donde estaba Marius.

Ok. Primer problema resuelto. –dijo despacio, mientras bajaba las manos-. Ahora, Marius, ¿Podrías apartar?

No –fue su respuesta, pues estaba disfrutando de lo lindo haciéndola rabear.

A ver si me explico. Quiero cambiarme de ropa. ¿Es eso tanto pedir? –le preguntó mientras apretaba los puños.

El resto de los habitantes, menos Cristian que aún no lo había visto y la señora Weasley que estaba en la cocina, miraban la escena divertidos.

Pues si –y añadió-. Ya podrías estar lista, pero como no quisiste, ahora te aguantas –

Chrysa simplemente puedo darse cabezazos contra el hombre de Bill, mientras murmuraba: "Por qué a mí... por qué a mí...", y con nuevas fuerzas volvió a la carga.

¿No querrás hacer de esto una montaña, verdad? –Marius negó con la cabeza-. Pues entonces apártate.

De acuerdo –le dijo, y le dejó espacio para que entrara.

Chrysa entró mirándolo sospechosamente, pero en cuanto desvió la mirada, Marius la cogió como una saco de patatas, y la puso de nuevo fuera, al lado de Bill. Ella solo pateó el suelo, y intentó entrar de nuevo, pero Marius le bloqueó la entrada.

Vale, ya te vengaste lo suficiente, déjame entrar. –pero Marius negó de vuelta con la cabeza, mientras volvía reír complacidamente.- De acuerdo –le dijo Chrysa tranquilamente –Tú verás lo que haces. –y puso una sonrisa maliciosa, y acercándose a su oído, le susurro –No querrás que me olvide de que somos novios y me enrolle con el primer tío, que esté bueno, que pase por delante, ¿Verdad?

Marius la miró preocupado. Chrysa era muy capaz de cumplir con sus amenazas, y lo último que quería era exactamente eso.

Bill, que fue él único que alcanzó a oír lo que Chrysa le dijo a Marius, estaba riéndose tranquilamente, mientras los demás lo miraban extrañados, pues no tenían tanta suerte.

Chrysa, que aún no tenía todas consigo, volvió a decirle, pero esta vez en un tono normal.

Decide: o me dejas pasar o atente a las consecuencias. –y con una carita de niña buena añadió-: Sabes que puedes perder mucho más de lo que piensas –y como el chico frunció el ceño, continuo-. Pues si me olvidó de que somos novios, lo olvido para todo –terminó con una sonrisa de ganadora.

Y que te hace creer que tendrás a cualquier chico que se te antoje –le preguntó con cierto temor.

¿Y aún lo preguntas? –le dijo y le miró como si fuera un alienígena-. Tienes todas tus cualidades mentales, ¿verdad? No sufriste ningún golpe fuerte en la cabeza y quedaste sin recuerdos, ¿verdad? –y él simplemente reviró los ojos, pero ella continuo maliciosamente-. ¿Te acuerdas de cuando estuvimos en Suiza?

Marius estaba pálido. Vaya si se acordaba. No mató al tipo de puro milagro, y porque era necesario para sus jefes... pero tampoco se le olvidó las técnicas usadas para que fuera voluntariamente a la habitación. No, y no quería volver a verlo.

Puedes pasar –le dijo mientras se apartaba y intentaba poner la sonrisa más reconciliadora que tenía en su repertorio-. Si necesitas algo solo pídelo.

Chrysa simplemente entró en la habitación, y le cerró la puerta en las narices. La habitación tenía tres camas. Debía de compartirla con Hermione y Ginny, las cuales no tardaron en entrar.

Fuera, todos se miraban curiosos, como preguntándose qué había ocurrido en Suiza. Pero tampoco podían preguntarlo con las chicas delante, las cuales se miraron y fueron hacia la habitación en la que había entrado Chrysa, desapareciendo del panorama, para alegría de unos cuantos.

De los chicos, Bill era el que se veía más divertido con la situación, pues tenía información de más, e intuía por donde iban los tiros de lo sucedido en Suiza. Los demás, miraban a Marius, el cual estaba muy pensativo.

¿Tan malo fue lo de Suiza? –le preguntó Bill, que sonreía abiertamente.

No sabes bien –le respondió Marius-. Y espero que no tenga que volver a verlo –le informó mientras se rascaba el cuello, y dejaba salir un suspiro.

Bill solo se rió, le dio unas palmadas en el hombro, y se fue hacia la cocina mientras murmuraba algo que sonó más o menos a adolescentes.

El resto estaban aún más intrigados, pero se quedaron con las ganas al ver a Marius ir hacia la habitación que compartía con Bill.

Cuando las chicas entraron, vieron que Chrysa estaba buscando algo en su baúl, y pareció no notar en su presencia. Cuando se levantó, llevaba en sus manos alguna ropa doblada, y todo un repertorio de higiene personal. Se volteó buscando algo, y al ver a las chicas, les preguntó:

¿Dónde hay un baño?

En la puerta de al lado –fue la respuesta que obtuvo de Hermione.

Pero yo que tú, tendría cuidado –le comentó Ginny a lo que Chrysa simplemente levantó una ceja-. Hay demasiados chicos con las hormonas alteradas por la casa. Y no habló solo de dos.

¿Y algún otro baño, más privado?

Nanai. –le volvió a responder Ginny-. A lo máximo que puedes optar es a una ducha rapidísima sin que se den cuenta, y cambiándote como una flecha.

¡Y yo que quería un baño relajante! –se quejó cómo una niña pequeña, pero enseguida sonrió como pequeño demonio a punto de hacer de las suyas-. ¿Alguien sabe dónde está Marius?

-Supongo que con los chicos –le informó Hermione, pero no pudo decir nada más porque la chica había salido de allí.

Chrysa fue a la sala donde estaban los chicos hablando tranquilamente, pero no encontró a Marius.

¿Y Marius?

En su habitación –le respondió Fred, y antes de que preguntara le respondió-. Enfrente de la tuya.

Y Chrysa le dirigió una sonrisa, marchó hacia la habitación que le indicaron. Entró sin llamar, y lo que encontró no desmereció su atención.

Marius estaba haciendo algunos ejercicios. Se encontraba sin camiseta y estaba todo sudado. Su cuerpo estaba estupendamente marcado, pero no exagerado, y los pantalones que llevaba le sentaban de maravilla.

Parece que te gusta lo que ves –le preguntó divertido, mientras se acercaba a ella.

De mí a un metro, que estás sudado –le dijo con una sonrisa maliciosa-. Y ahora un favor –y Marius la miró curioso-. Necesito ducharme y sola –añadió al ver su mirada-. Pero por aquí como que hay ciertos curiosos que no desaprovecharían la oportunidad...

Pero ni acabar pudo cuando Marius salía de la habitación con la varita en la manó. Echó un encantamiento que no permitiera por ningún método ver lo que pasaba dentro, y entró a la sala de los chicos.

El primero que mire cerca del baño, es hombre muerto.

Y sin esperar a su reacción volvió a la habitación.

Los chicos se miraron asustados. Los habían amenazado (no sin motivo ¬¬) pero, vamos, que tampoco para tanto, ¿no? Pero decidieron hacerle caso, no vayan a ser las consecuencias.

Chrysa volvió a la habitación toda sonriente.

Si después queréis daros un baño relajante, podréis –y cogiendo las cosas que había sacado, se fue al baño.

Y muchos de estos altercados surgían cada semana.

Las amistades entre todos se habían afianzado, y cuando Cristian vio a Chrysa, poco más y la manda de vuelta a al enfermería por culpa de un abrazo.

Principalmente, Chrysa y Ginny se llevaban muy bien, y a Bill (para desespero de Fleur) le caía muy bien la chica. Marius, por otro lado, se llevaba de perlas con los gemelos, y demostró ser otro bromista, para desespero de Ron (el conejillo de indias) y la señora Weasley, que siempre tenía que interceder para que no se deshicieran de su hijo menor.

Lo haríamos en Percy –se defendió un dio George-. Pero como que no está.

Claro que no estaba, el pobre ya ni se pasaba por allí, para no sufrir las "bromitas" de sus hermanos.

Estaban todos en al Andén 9 y ¾, listos para subir al tren. Habían llegado con media hora antes de las once (¡Ocurrió!), y todos pudieron subir a algún compartimiento. Harry fue hacia el último vagón (por qué sería) acompañado de Ginny, mientras que Marius y Chrysa se iban a otro en medio del tren (intimidad, intimidad)y Cristian se fue con un chico que conocía del orfanato (menuda suerte tiene el tipo) y Ron y Hermione fueron al compartimiento de los perfectos.

En menos de lo que pensaban, ya estaba el tren en marcha, y se encontraban todos disfrutando de su último día de libertad.

En cuanto el tren se puso en marcha, Chrysa sacó su sonrisa más maliciosa mientras miraba a Marius, que estaba entretenido buscando algo en el baúl.

¿Buscas esto? –le preguntó inocentemente, mientras jugaba con la varita del chico.

Marius se puso pálido. No tenía su varita, y para colmo, la sonrisa de la chica no presagiaba nada bueno. Y en efecto que no lo hacía, pues antes de que dijera algo, estaba petrificado. La chica fue amable y lo sentó en el asiento de enfrente, mientras ella se repantigaba cómodamente en el otro asiento.

Pero no pudo martirizarlo mucho tiempo, pues la puerta se abrió dejando ver a dos chicos y una chica, que tenía una mirada de superioridad que la repartirían entre todo el tren y aún le sobraba. Los tres se veían sorprendidos, pues no conocían a esos chicos y debían de ser más o menos de su edad.

¿Están los asientos ocupados? –le preguntó la chica, mientras miraba dentro del compartimiento (comprobando la calidad, no vaya a ser).

No, podéis pasar –le respondió Chrysa con una sonrisa amable.

¿Y a ese que le pasa? –preguntó el chico rubio que arrastraba las palabras.

Nada en especial- les respondió con una sonrisa más grande, mientras que Marius bufó, pues no podía hablar-. ¿Tienes algo que ver con Lucius Malfoy?

Si, soy su hijo. Draco Malfoy.

Ah, pues mucho gusto –le dijo mientras se acercaba a darle dos besos que no sentaron muy bien a Marius -.Chrysaetos Aquila, Chrysa para los conocidos.

Los tres chicos se vieron asombrados. Esa chica debía de estar bromeando. No había ni un Aquila en el mundo. ¡Todos estaban muertos!

Chrysa estaba riéndose interiormente mientras veía las caras que ponían los chicos, y eso que no sabían el apellido de Marius. Ui, que cara iban a poner...

Si ya sé, todos estabais muertos bla,bla,bla, pero no es verdad .-les cortó antes de que preguntaran algo.

Mi nombre es Blaise Zabini –le dio dos besos-. Y ella Pansy Parkinson –y la saludó de la misma manera-. ¿Te piensas presentar? –le preguntó a Marius que solo pudo volver a bufar.

Ah, es que está petrificado- les informó Chrysa tranquilamente-. Se llama Marius Altair –les dijo con una sonrisa traviesa mientras lo despetrificaba.

Y otra vez caras de sorpresa. ¡Eso no era posible!

Si lo mismo bla,bla,bla, pero no es verdad –les cortó Marius que ahora si podía hablar-. Mucho gusto –y les dio un apretón de manos a los chicos y dos besos a Pansy.

El resto de la mañana se la pasaron hablando tranquilamente, hasta cerca de la hora de la comida, que ya estaban esperando al carrito. Chrysa se levantó a mirar por la puerta, pero aún no llegaba.

Oye, Chrysa... –la llamó Marius.

Mmm –les respondió distraídamente, mientras volvía a cerrar la puerta.

¡Rictusembra! –pero el hechizo pasó de largo, pues la chica se agachó rápidamente, pero si pegó en el cristal de la puerta, que lo rompió, y no cayó sobre ella por un rápido hechizo de él-. Buenos reflejos, ahora aparta un poco.

Chrysa se apartó, y los cristales cayeron ante la asombrada mirada de los otros tres, que no se esperaban algo como eso. Ella lo arregló, fue hasta Marius y le dio una sonora mascada, que hizo que los otros dos se tocaron la mejilla, como sintiendo el dolor, y Pansy que sonrió superiormente, y salió de vuelta, cerrando la puerta ruidosamente y rompiendo de vuelta el cristal.

Se fue por los pasillos, hasta llegar al final del todo, donde estaba los demás. Entró sin llamar ni nada, recibiendo tres hechizos, que logró esquivar de puro milagro.

Pero que manía con matarme –exclamó después de entrar-. Hoy debe de ser el día de matemos a Chrysa y yo sin enterarme.

Ginny se rió mientras negaba con la cabeza, y se levantaba para darle un abrazo de compensación.

Chrysa puedo observar todo el compartimiento, y vio que estaba a rebosar de gente, y todos ellos miraban a Harry, como preguntando algo silenciosamente.

Bueno, ya que interrumpo, me voy –se disculpó mientras daba media vuelta, pero Ginny salió con ella.

Mejor me largo yo también de ahí, que poco más y me duermo –le respondió a la pregunta que estaba a punto de hacerle Chrysa-. Odio esas reuniones, y por encima mi "hermanito" no me deja sentarme cerca de ningún chico.

Déjalo, que esta celoso, y no exactamente de que andes con chicos... –le dijo sonriendo traviesamente-. Más bien que él no tiene novia.

Es verdad –le dijo después de reírse-. Y cómo siga así, no la consigue nunca.

Y otra vez risas, mientras iban avanzando por el tren. Pasaron por un compartimento, donde una chica rubia y con ojos saltones las retuvo un poco.

Ola Ginny –le dijo con su habitual tono de sorpresa-. ¿Qué tal las vacaciones?

Entretenidas –le respondió escuetamente-. ¿Y tú?

Interesantes –le dijo mientras se fijaba en Chrysa e intentaba recordar dónde la había visto, pues al parecer ella también lo estaba intentado-. Luna Lovegood, mucho gusto.

Chrysaetos Aquila –le dijo mientras le daba dos besos, y seguía pensando dónde diablos la había visto.

Bueno Luna, si nos disculpas, nos vamos. Hasta luego –se despidió Ginny mientras salían y Luna se ponía a leer el Quisquilloso.- ¿La conoces de algo? –le preguntó mientras se dirigían al compartimiento de Chrysa.

No lo sé. Simplemente me suena su cara.

Y entraron en él. Las reacciones no esperaron en aparecer. Los tres Slytherin miraron a Ginny como un inferior, y ella miró a Chrysa cómo si estuviera loca (algo no muy alejado de la realidad), y Marius y Chrysa se miraran con resentimiento.

Vaya, no esperé que una Weasley tuviera tanto nivel social –le dijo con ironía Draco.

Y yo que un Malfoy supiera hablar decentemente –le espetó Ginny, tranquilamente, mientras entraba detrás de Chrysa y se sentaba entre ella y Blaise, quien no se inmuto por su presencia.

Pues tengamos la fiesta en paz –dijo Chrysa, aunque no dejaba de mirar mal a Marius-. Como veo que ya se conocen... pasamos de las presentaciones.

Y el resto de la tarde se la pasaron "hablando" (léase esto, que Chrysa, Ginny y Blaise hablaban por un lado, y Marius, Draco y Pansy, por el otro), hasta que fue la hora de cambiarse, y Ginny tuvo que irse.

Cuando el tren llegó al andén, la mayoría de los alumnos se dirigieron a los carruajes tirados por los thestrals (que todos ellos veían) y fueron hacia al colegio. Nada más bajar, la profesora McGonagall llamó a Chrysa y Marius para que la siguieran, y los condujo a una habitación con muchos alumnos de primero.

Pasaron al comedor y llegaron hasta la mesa de los profesores con las miradas de los demás fijas en ellos dos, el sombrero cantó su canción, y dio comienzo la selección. Para su alegría, o no, el primero fue Marius.

Altair, Marius –dijo la profesora McGonagall, lo que provocó murmullos de los alumnos que tenían un conocimiento mínimo sobre las comunidades mágicas. El sombrero estuvo deliberando un poco, hasta que finalmente gritó:

¡Slytherin!

Y la mesa de las serpientes (con cariño) aplaudió a su nuevo compañero. El siguiente turno fue para un chiquillo muy nervioso, que fue a Hufflepuff.

Desde que nombraron el nombre de Altair, Snape se miraba asombrado, y estaba con la vista fija en Dumbledore, reprochándole sus acciones. Pobre, lo tenían en total ignorancia. Pero cuando fue el turno de Chrysa, su quijada se descolocó, y muchos alumnos se dieron cuenta de eso, y provocó más murmullos.

Aquila, Chrysaetos –y la chica subió tranquilamente, sentándose en el banco y cuando le pusieron el sombrero empezó su martirio.

"Hombre, otra vez tú por aquí" le dijo el sombrero a lo que ella frunció el ceño, preguntándose como diablos el sombrero decía esas tonterías. "Ya lo descubrirás por ti misma. Ahora veamos donde te ponemos...um la última vez fuiste a Ravenclaw, quizás quieras repetir..." pero Chrysa hizo una imagen mental de asco "... tienes muy buena mente, y potencial, allí estarás bien" Mira, sombrerito de los demonio, ponme en Slytherin, por tu propio bien" y a esos pensamientos le añadió una imagen mental de un sombrero siendo desgarrado por perro rabiosos y después quemado. Y la respuesta no se hizo esperar.

¡Slytherin! –y la voz salió un poco temblorosa, a lo que Marius, nada más verla, le preguntó silenciosamente a qué venía eso, pero ella lo ignoró deliberadamente, entrando en una conversación con Blaise y Pansy.