VISIÓN DE CAMUS I: HIELO QUEBRADIZO

Estas frases las escribo desde mi refugio de Siberia, es una llamada al recuerdo, pero quiero ser consciente de todo lo que ocurrió, no quiero dejar ni un cabo suelto.
Hace aproximadamente dos años y medio me nombraron supervisor de Hyoga, el caballero del cisne, puesto que le fue encomendada la misión de entrenar a algunas chicas para convertirse en valquirias. Aquel día llegarían las chicas, Hyoga estaba que se moría de nervios, intenté calmarle pero fue imposible, aún siendo un caballero de hielo los sentimientos le jugaban malas pasadas, todos decían que en el fondo ese era su fuerte y yo se que es verdad.
Cuando las muchachas llegaron se las veía nerviosas, a todas menos a una, esta chica estaba apoyada en un árbol y vigilaba, escudriñaba, me llamó mucho la atención lo orgullosa que era, lo altiva que se mostraba, por eso cuando le pregunte su nombre me miro directamente a los ojos:
- Me llamo Selene Kazama- al volverse vi sus ojos verdes, la blancura de su piel y lo negro que era su cabello, parecía una mujer de contrastes, pronto lo descubrí, se convirtió en mi quebradero de cabeza, era rebelde, contestona, a veces cruel, me recordó a mí en muchas ocasiones.

La encerré una y mil veces en la sala de castigo, pero era inútil, se comportaba dulcemente durante un rato, pero su agresividad y odio hacía mí volvían cada vez con más fuerza, un día llegó incluso a golpearme, parecía disfrutar con ello, la agarré de la muñeca y vi su sonrisa irónica frente a mi cara. Ya habían pasado seis meses desde que llegó y decidí volverla a encerrar en la celda de castigo.
La empujé al interior y entré tras ella con la mala suerte que al entrar se cayó y se hizo daño en un tobillo.
La rabia y el dolor se reflejaron en su cara, pero no lloró y ningún sonido salió de su boca, era increíble, era muy fuerte, cualquier caballero hubiera deseado su coraje.
Me acuclille frente a ella y le tendí mi mano, me la golpeó e intentó levantarse, pero el tobillo le falló y cayó sobre mí, nuestras miradas se encontraron y el tiempo se paró, nunca me había dado cuento de los ojos tan grandes que tenía y de los preciosos labios que adornaban su cara, ella pareció ver algo en mí y se levantó para caer esta vez de culo, dos lágrimas aparecieron en su sereno semblante, me dolió, parecía que estuvieran taladrando mi corazón.

- ¿Te duele el tobillo?- subí su pantalón y vi la roja contusión, intentó quitar mi mano de allí, pero las lágrimas no dejaban que lo hiciera, siguió sollozando y se tapó la cara con la otra mano
- No- seguía con su mano sobre la mía- me duele el corazón- noté que el color huía de mis mejillas, ¿y si le había hecho daño, ¿y si le pasaba algo, espera, me advertí, me estaba preocupando más de la cuenta, ¿qué es este sentimiento? Entonces lo vi claro, eran sus ojos, estaba cautivado, eso quería decir... ¿qué me había enamorado de ella?
-¿Cómo es que te duele el corazón?- puse mi oído sobre su pecho, se turbó un poco y pude notar como los latidos del interior de su tórax se hacían más rápidos. Con un movimiento apartó mi cabeza y se quedó mirándome
- Me duele por tu culpa
- No quise hacerte daño al entrar, de verdad – me disculpé- no quiero que te pase nada
- Sabía que no lo entenderías- apoyó su mano en mi hombro y se sentó más cerca de mí- no te podías dar cuenta, lo que me pasa es que tú...- rozó mi mejilla con temor, como si yo fuera romperme, sentí una sensación casi olvidada- Camus, mi maestro...- su mano pasó de mi rostro a mi cuello- te quiero
Menudo golpe de efecto, me quedé pasmado, cuan hermosa era cuando se mostraba dulce y sosegada. Con delicadeza la atraje hacía mí y la abracé, noté su respiración en mi hombro y que estaba tensa, la separé para mirarla y tomando su cabeza entre mis manos acerqué mis labios a los suyos, sentí tantas cosas, tantas sensaciones olvidadas..., deseé que fuera mía.
Aparté mis labios de los suyos y volví a abrazarla, sus manos estaban en mis hombros y soplaba mis cabellos, me sentí un traidor para con la orden, pero fui incapaz de separarme de ella, con un esfuerzo sobrehumano la aparté cuidadosamente y me levanté para irme con la excusa de ir a buscar algunas cosas para su tobillito.
- No te vayas- me agarró del brazo, pero le dije que era para sus tobillo y salí casi corriendo de allí. Cerré la puerta y me apoyé contra ella, me había vuelto loco, eso no era típico de mí, no podía hacerle eso a los caballeros del zodiaco, me odié por tener esos sentimientos, con todas las veces que le dije a Hyoga que los sentimientos de un caballero son algo que no debe interponerse en su vida.

Llegué hasta mi cabaña y cogí un botiquín que tenía encima de la mesa, miré su contenido y me lo llevé apretado contra el pecho hasta la zona de entrenamiento, me senté en el suelo y recapacité, eso no estaba bien, maldita sea, jugué con una bola de nieve que tenía entre las manos y la cristalicé, vi de lejos a Hyoga con una de las valquirias, Nicole, una chica de lo más simpática y agradable no paraban de reírse y de coquetear, quise decir algo, pero no pude, yo estaba haciendo lo mismo, apreté los puños y me levanté, los dos muchachos cambiaron su cara y la chica salió corriendo dejando a Hyoga solo, ni le miré, el pareció notar algo, pero lo esquivé y volví a la celda de castigo. Mis cartas estaban sobre la mesa, pero cuando fui a abrir la puerta Hyoga me puso una mano en el hombro:
- Maestro, esto..., si he hecho algo malo espero que me perdone, yo...
- Sobre los sentimientos nadie manda, y menos sobre los tuyos, no los pierdas, son tu mayor poder
- ¿Y los suyos maestro?- una bocanada de hielo se interpuso entre los dos, yo sabía que él había dado en el clavo, ¿qué pasaba con mis sentimientos, ¿por qué ignorarlos?
-Gracias Hyoga- y entré en la cueva dejándole muy confundido

Selene estaba tumbada en el suelo con la vista perdida en algún punto del techo, cuando abrí la puerta se incorporó y me observó, sus ojos me taladraron el alma, desvié la mirada, era como si me doliera, como si me quemase el contacto de sus ojos, me puse manos a la obra con su tobillo, como si de un ritual se tratase le quité el botín y bajé con delicadeza el calcetín, tenía los pies muy blancos y delicados. Cogí el maletín y me ocupé de su contusión, tenía la herida colorada y muy maltratada, le di una friega con alcohol y apretó los dientes debía de escocerle y estar muy frío.

Cuando la vendé volví a mirar sus ojos, la capa de inocencia que vi hace un momento se había resquebrajado, los ojos que tenía en frente no eran de una chiquilla asustada, sino los de una mujer anhelante, deseosa, volví a apartar la mirada, pero tomó mi cara entre sus manos y me besó, ¡oh si, con sus labios buscó los míos, y me abrazó con dulzura. Noté el calor que desprendía su cuerpo, lo noté cuando arrancó mi camisa, cuando sus pantalones volaron por el aire...

Diosa Atenea, dime, ¿qué te he hecho para que me trates así, ¿por qué me sometes a estas pruebas, pero no detuve mi deseo, no pude, la tomé allí mismo sobre la fría piedra, no me contuve, ella no me paró, al contrario, guiaba mis manos hacía donde ella quería. Era virgen, pero lo deseaba, quería que yo fuese el primero, y así ocurrió, cuando por fin nos detuvimos la estreché entre mis brazos y ella se acurrucó sobre mi hombre, ¿qué acababa de hacer, había mancillado el nombre de la orden (era normal el amor entre un caballero y una amazona, pero yo siempre había seguido las leyes a rajatabla), pero era feliz, lo hubiese gritado de no haber sido porque aún me costaba respirar.
Subió la mirada y la fijó en mí, rozó mi mejilla con la suya y restregó su cabecita en mi hombro, como si fuese una niña pequeña.

-Camus...- la abracé con más fuerza y pude notar que aún sentía calor y estaba sudorosa, una gotita de sudor caía en su escote, casi sin darme cuenta llevé mis labios a esa gota y la lamí, ella cerró los ojos y se dejó hacer, cuando los abrió yo la miraba con una media sonrisa en la boca
- Eso no estaba bien ahí
- Quiero decirte una cosa- dijo mientras yo tomaba su mano entre las mías- es que quiero pedirte perdón por la torta que te di antes- mi media sonrisa se ensanchó y le apreté sus manitas, que entre las mías se veían muy pequeñas- y otra cosa, si he estado todo este tiempo tratándote tan mal no ha sido de modo gratuito- me di cuenta que estaba muy arrepentida, las lágrimas comenzaron a caer por sus mejillas- te he tratado tan mal porque tenía muchísimo miedo, tenía miedo de enamorarme de ti, pero al final parece que las cosas no han salido como yo esperaba- con la otra mano se arrancó las gotitas que de lágrimas que le caían por la nariz
- Selene, yo también me he pasado mucho contigo, siento haber sido así, pero creo que inconscientemente me pasaba lo mismo ha sido verte herida y he perdido toda mi compostura
- Te amo tanto...- dijo volviendo a abrazarme, ¿qué acababa de decirme, ¿qué me amaba, quise decir algo, pero sus lágrimas cerraron mi garganta sus sollozos sellaron mis labios
- Escúchame- por fin hablé- tú no tienes ni idea de lo que significas para mí- que manera de irme por las ramas..., Camus, céntrate, me dije, compuse una sonrisa idiota y ella me animó con un beso en la mejilla, rehice mi discurso mentalmente y lo repetí- yo también te amo

Sus manos rodaron por mi espalda y noté de nuevo su calor, sus ganas de mí, me moría por volver a hacer el amor con ella, estaba ansioso, como si aquello fuera mi única razón de ser, pero no hicimos nada, nos quedamos callados, mirándonos, como si quisiéramos esa imagen para siempre.
¡Qué difícil estaba resultando todo aquello, parecía que fuese mi primera vez, con la altanería que solía derrochar me había quedado mudo, me increpé que ya no era un adolescente, que ya no tenía quince años, si, cuando tenía quince años me enamoré de verdad, ella era algo mayor que yo, se iba a casar y el día antes de su enlace me acosté con ella y le dije que la amaba, me echó entre lágrimas de la habitación, esa fue la primera vez que me enamoré, el resto de chicas no significaron absolutamente nada, pero ahora las cosas parecían diferentes, la quería mucho, amaba y era correspondido, ¿había algo más maravilloso que aquella situación, iluso, eso es lo que soy, aunque ¿qué podía saber yo?. ¿Cómo intuir lo que nuestra relación desencadenaría?

El tiempo pasó volando, nos veíamos a escondidas, fue entonces cuando me di cuenta de que Selene es diez años más joven que yo, tenía 17 años, estaba en al flor de la vida, y yo la amaba tal y como era.
Pero como todas las historias de amor al menos las más bellas la nuestra también acabó en tragedia, debido a mi rango como caballero de oro de acuario debía ausentarme de Siberia para estar en el Santuario, iba todos los fines de semana a entrenar con Hyoga (a veces ni eso), Selene lloraba cada vez que nos despedíamos y un día al volver fuimos incapaces de aguantar nuestra alegría al vernos y nos besamos en medio del campo de entrenamiento delante de todos, ¡a la mierda mi reputación, pero me dio igual, desde ese día fuimos libres para estar juntos, la pena era que ese tiempo era efímero, y cada vez el Santuario me reclamaba más vivazmente.

Selene un día no pudo más, y me dijo que eligiera o que la llevara conmigo o que la olvidara para siempre, lo dijo con tanto dolor que acepté a llevármela, de todos modos no fui capaz de pensar en estar sin ella, soy idiota, ¿verdad, tantos remilgos ahora y nada más hay que ver lo que hice después.

Había pasado un año, y las cosas volvieron a torcerse, mi mejor alumno, Hyoga del cisne, había sido herido en un duro combate y necesitó de mi ayuda, el pobre chico estaba muy mal, pero Selene pensó que le mentía, que me iba a Siberia para no verla y así me lo hizo saber (por lo visto alguien había expandido unos rumores sobre la posibilidad de que yo tuviera una amante), en todo este desasosiego yo solo tenía un amigo, Milo, el caballero de escorpión, que lo único que hizo fue seducir a mi chica mientras esperaba a que nos separáramos. Las cosas estaban muy mal, un día, tras una celebración fui a tomar una copa con los caballeros de oro a una cantina en las afueras del Santuario una chica se me insinuó, olía a perfume barato y la despaché pronto, al llegar a la casa de acuario mi niña estaba muy enfadada, pero hubo una cosa que colmó el vaso.

Pero la tormenta se desencadenó el día en que cumplía 19 años, fui a felicitarla con unos pendientes como regalo, cual sería mi sorpresa, cuando me vio me dijo abiertamente que sabía que yo tenía una amante, me enfurecí tanto que me fui a Siberia, cogí el primer vuelo y allí estuve, recluido, Hyoga volvió a temerme (como me temió al principio), al día siguiente Saga en persona vino a verme para comunicarme que Milo estaba enamorado de Selene, que cuando fue a buscarme a mí los escuchó hablar.

Me lo tenía merecido, claro que sí, era incapaz de crear una línea entre las obligaciones y mi vida privada, no le había dedicado a mi Lunita el tiempo suficiente y prefería a Milo, yo sabía que él la encontraba atractiva, solamente había que ver como la miraba, por eso le mentí, creí que lo mejor sería decirle que tenía una amante, así me odiaría y se iría poco a poco enamorando de Milo, si, eso era lo mejor, mi "amigo" la haría mucho más feliz que yo, de modo que le escribí que tenía una amante y que lo nuestro se había acabado.

¡Cobarde, eso es lo que soy un maldito mediocre, ni siquiera he tenido el valor para decírselo en persona, después de muchos borradores y cartas tiradas a la basura le mandé la definitiva (algo más dulce de lo que hubiera deseado) y la eché en el correo.

Ahora sólo me queda esperar, todo queda en tus manos, mi querida Diosa Atenea, quizás el tiempo me haga olvidar lo más hermoso que he tenido, pero por ahora solo quiero estar solo, no puedo escribir más.